El Señor dijo a Santa Faustina: Reza incesantemente esta coronilla que te he enseñado. Quien quiera que la rece recibirá gran misericordia a la hora de la muerte... Cuando recen esta coronilla junto a los moribundos, Me pondré entre el Padre y el alma agonizante no como el Juez justo sino como el Salvador misericordioso. Los sacerdotes la recomendarán como la última tabla de salvación. Hasta el pecador más emperdernido, si reza esta coronilla una sola vez, recibirá la gracia de Mi misericordia. A través de ella obtendrán todo, si lo que piden está de acuerdo con Mi voluntad. (687, 1541, 1731)
El alma que confíe en mí no perecerá, ya que todos sus asuntos son míos.
Prometo ya aquí en la tierra, la victoria sobre el enemigo y sobre todo a la hora de la muerte.
A las almas que difunden el culto a mi Misericordia, las protejo a lo largo de su vida.
Yo también protegeré a aquellas personas que veneren esa Imagen y tengan confianza en mi Misericordia.