He visto morir

Un joven busca chicas en la puerta de un colegio para venderles marihuana y cocaína. Una tarde conoce a Lucía. Ella tiene 16 años; él 23. Al día siguiente con dos amigos dejan su cuerpo en un hospital. Lucía murió después de consumir drogas y tener relaciones sexuales. Para los jueces no hubo abuso ni femicidio. “Todo fue perfectamente querido y consentido”, escribieron en la sentencia. ¿Qué pasa cuando la violencia machista no deja huellas?

Siete agentes de Prefectura detienen a Iván y Ezequiel y los cargan en dos patrulleros. A orillas del Riachuelo los obligan a desnudarse, les pegan y simulan un fusilamiento. Les dicen que los van a matar y los van a tirar al río. Los prefectos tejen un pacto de impunidad y consiguen la protección de la fuerza. Pero el pacto de amistad entre Iván y Ezequiel es más fuerte: con el apoyo de La Poderosa, la organización donde milita uno de ellos, logran llevarlos a juicio y consiguen una condena histórica. 

Roberto Pimpi Caminos sale a la puerta del bar Ezeiza para atender un llamado. Hace un año y tres meses que el ex jefe de la barrabrava de Newell’s no pisa una cancha de fútbol. Esa madrugada del 19 de marzo de 2010 un Fiat Duna blanco estaciona frente al bar. Un ladero del jefe rival avanza con una 9mm en la mano. Apunta y gatilla dos veces. 

Una adolescente en su habitación, en el colegio o en la playa. Las imágenes se repiten en todos los canales de televisión: la están buscando. Se llama Ángeles Rawson, tiene 16 años.  Al día siguiente encuentran su cuerpo entre la basura. Periodistas y forenses construyen sus versiones del crimen: acusan a la madre, al padrastro. Todos son culpables hasta que se demuestra lo contrario. ¿Cómo investiga la justicia el femicidio más mediatizado de la historia argentina?

Las explosiones y los fogonazos despertaron a la familia Manfil. Karina, de 4 años, vio morir a su hermano de ocho, a su papá y a su mamá. Esa misma madrugada los muertos fueron enterrados como NN en una fosa común en el cementerio Municipal de Avellaneda. Quince años después el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó a los tres desaparecidos a partir de un novedoso método: la comparación de ADN.

Durante los festejos de carnaval, un sacerdote encuentra el torso de una mujer cerca de la estación de Hurlingam. En Martín Coronado aparecen dos piernas envueltas en papel madera. Un cráneo, dos brazos y parte de un muslo viajan sobre un canasto por el Riachuelo. ¿Quién es esa mujer? En una camilla de acero los forenses reconstruyen el cuerpo como si fuera un rompecabezas. Tienen dos pistas: una marca en la dentadura y una cicatriz de una operación en el pecho.

Cayetano Santos Godino, el Petiso Orejudo, se convirtió en el primer asesino serial de la historia Argentina. Este chico de orejas aladas y extremidades desproporcionadas se convirtió en objeto de estudio de criminólogos y psiquiatras. Sus crímenes inauguraron un debate que cien años después aun continúa abierto: qué debemos hacer cuando los que matan son niños.