Se tratan problemas que puedes encontrar cuando interaccionas con otras personas en diferentes campos de actuación. Son problemas concisos y reales, en los que puedes verte reflejado. Para superarlos, debes encontrar ideas que te permitan mejorar y alcanzar la Felicidad plena no sólo en tu persona,…
Tienes miedo de que te critiquen o te salga algo mal y por eso te paralizas. La vergüenza es una respuesta a la creencia de que no vales para algo o de que no eres lo suficientemente digno o bueno para merecerte lo que tú quieres hacer o conseguir. Y si bien es cierto que a la única persona a la que tienes que rendir cuentas es a ti mismo, no puedes dejar de hacer lo que te apetezca en la vida porque tengas miedo a hacer el ridículo o a fallar. Equivocarse, probar, arriesgarse y errar es humano y maravilloso, si lo has escogido hacer tú porque quieres y porque has puesto toda tu pasión en querer conseguir aquello que te propusiste. La vergüenza no entra en tu vida, la superas, porque tu riqueza interior es tan grande que te reirás de ella cuando te acuerdes.
Tu manera de ser confunde. Eres tan buena persona que algunos creen que, en realidad, eres tonto. Y tú no eres tonto, pero tienes que aprender a decir no. Estás equivocado al pensar que decir siempre sí es la manera de querer o de que te quieran. Las personas que son felices saben dar amor y ayudar a los que lo necesitan, pero también saben cuando se aprovechan de ellas. Tú no debes permitir que nadie te diga lo que tienes que hacer, pensar o sentir. Tú sabes cuándo y cómo decir no. El no, en muchas ocasiones, te libera, te hace fuerte y, por encima de todo, te hace ser más feliz hoy y ahora.
Queriendo o sin querer, la gente que te rodea no te ayuda a ser mejor ni a quererte más. Por la razón que sea, la gente de tu entorno, al menos parte de ella, no te deja evolucionar, te juzga, te presiona o te exige cosas que tú no estás dispuesto a dar. A veces, tienes que soltar lastre, emprender nuevos caminos y dejar a un lado a las personas que no te hacen bien ni te aportan felicidad. Sin duda, antes de amar o querer a alguien, tienes que quererte y elegir a quien quieres que esté contigo en tu vida, ya que tú eres el capitán de tu barco, que es tu vida, y tú invitas a quien quieres a compartir desde las pequeñas cosas del día a día hasta las grandes decisiones. Tú eliges siempre.
Tienes mala suerte y no encuentras a la persona con la que querrías compartir tu vida. Te presiona tu entorno y tú también te buscas esa presión gratuita, porque estás convencido de que tu vida con una pareja sería mucho mejor. Primero, para encontrar a alguien, tienes que encontrar la paz en tu persona. Nadie te va a hacer más feliz de lo que eres ahora. Podrás ser igualmente feliz en otro plano, pero tu felicidad debe ser única. Segundo, trabajas la técnicas para encontrar de una manera efectiva a otra persona con las que puedas compartir tu vida. Tener a alguien al lado es maravilloso, pero no es la única forma de felicidad que hay en la vida. Si eres luz, atraerás luz.
Hace tiempo que te diste cuenta de que no compartes lo que antes solías compartir con ellos. Quieres a tu familia y amigos, pero crees que ellos se han alejado de ti. Tú no tienes la culpa; son ellos los que no te llaman o no te escriben. Pero la verdad es que no vas a buscar culpas sino soluciones. Vas a ilusionarte para recuperar elementos de cohesión, palabras antes no utilizadas, valores que os unan, nuevas formas de compartir el día a día y crear plataformas de encuentro que te permitirán ser más feliz con tu familia y con tus amigos.
Necesitas ser empático con los demás porque no tienes filtros. Cuando hablas con la gente que te rodea, dices cómo te sientes y cómo eres sin pensar en el resultado de tus palabras. Y a quien no le guste, que se fastidie, porque la realidad es dura y, afortunadamente estás tú para avanzarles las malas noticias. Tú crees ser realista, pero no es así. Haces daño sin saberlo y te estás quedando solo. Tienes que escuchar y entender a cada persona porque todos somos diferentes y tu forma de interactuar tiene que adaptarse para no hacer daño, aunque actúes pensando en que lo haces por su bien. Quien te quiere te hace el bien, no te hace llorar. Seguro que puedes hacer que la gente a tu alrededor se sienta mejor contigo examinando tus formas y cuidando tus palabras, sin dejar de ser exquisito con el fondo.
Quieres dejar de pensar en lo que los otros dicen de ti. Tus acciones de vida son tuyas y de nadie más. La primera persona que tiene que sentirse orgullosa de tus acciones, de tus pensamientos y de tu forma de ser eres tú. Es cierto que siempre nos gusta que nos quieran, nos acepten, nos premien y nos aplaudan, pero no puedes vivir en función de eso, porque de ese modo, no serás real ni vivirás, ya que no podrás contentar a todo el mundo. De hecho, es imposible que vivas en función de las opiniones de la gente. Escuchar a los que te quieren es bueno, pero tú eres quien actúa y decide. Nadie más. Te sumerges en ti y en lo que te dicta tu corazón y tu cerebro.
Pasa el tiempo y ves que los caminos que te unían a tu pareja se separan y que tienes otras maneras de ver la vida. Puedes quejarte todo el día y rendirte o dar lo mejor que tienes para encauzar la relación. Vas a encontrar nuevas formas de enamorarte de tu pareja, compartir sueños, actividades y nuevas metas en común que te permitirán establecer otro tipo de relación más fresca, abierta y llena de comunicación. El respeto, la honestidad y la claridad te ayudarán a que tu pareja te entienda y tú la entiendas a ella. Nadie te salva de tus miedos. Tú eres el que, responsablemente y con ilusión, haces que, conjuntamente con tu pareja, podáis crecer de una manera saludable y por todo el tiempo que decidáis.
Te molestan las minorías y no te sientes cómodo con los que son diferentes a ti. Tú lo puedes explicar porque te han educado o programado de esta manera, pero no es verdad. Tú eres responsable de lo que sientas y de lo que amas. Tú eliges como eres y tú mejoras. La respuesta al miedo a lo desconocido te lleva a querer denigrar a los que no creen, no sienten o no aman como tú. Pero esa forma de ser no te hace feliz, sino que el odio te hace ser peor persona. Quieres ser feliz y para eso tu mente y tu corazón se abren a aprender, probar, hablar y sentirte cómodo, en primer lugar, contigo mismo y, después, con toda las personas que no son como tú. La diferencia y el respeto nos hace ser más ricos como seres humanos y tú vas a ser un ejemplo de inclusión en la sociedad.
Piensas que la vida te debe algo, que es injusta contigo y sientes envidia de las personas que quieres y de las que desconoces. De hecho, te da igual quienes sean porque siempre buscas alguna excusa para quitarles mérito. El mismo mérito que, en tu opinión, te mereces pero no consigues. Crees que los demás son inferiores a ti y que tú estás por encima de ellos. Sin embargo, necesitas recuperar esa humildad y admiración por la gente que ha conseguido mejores resultados en la vida que tú. El dinero tampoco es la vía del éxito, tu éxito está en tu nivel de felicidad. Por eso, no sólo tienes que dejar de tener envidia, sino que, además, debes alegrarte por ellos y aprender de qué manera puedes inspirarte y motivarte a partir de sus victorias para que tu felicidad se agrande.