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Llegamos al final de ésta novela de Payró que refleja cómo la injusticia y la corrupción en la República Argentina vienen desde mucho tiempo atrás.
Nos acercamos al fin de las desventuras de este pueblo de provincias en Argentina.
Seguimos con las andanzas de los habitantes de Pago Chico, pueblo de la Provincia de Buenos Ayres, Argentina.
Seguimos con las historias de Pago Chico de Payró.
Continuamos con la indecencia de los politicos y la policía de Pago Chico
Pago Chico: la corrupción, la arbitrariedad de la Argentina
Seguimos inmersos en las desventuras de este pueblo de provincia de la República Argentina.
La corrupción, siempre la corrupción.
Pago Chico y sus personajes.
Seguimos con este pueblo "tan argentino" de Pago Chico.
Pago Chico, reflejo de La Argentina. Un país corrupto.
La corrupción en las elecciones.
La corrupciòn de la política en Pago Chico.
La corrupta administracion municipal, la corrupta policia, el corrupto Juez de paz.
En Pago Chico las discusiones se dirimen con violencia.
Allá a fines del siglo XIX, en Pago Chico, el pueblo imaginario de Payró, donde a menor escala se vive lo mismo que en Buenos Ayres: la corrupción del gobierno de pocos que se benefician a costa de muchos.
Final de esta divertida novela de Payró.
Continuamos con la divertida historia de Payró.
Continuamos con esta novela divertida de Roberto J. Payró.
Payró, escritor y periodista, uno de los creadores del teatro argentino.
Escritor y periodista argentino. Ha sido considerado como "el primer corresponsal de guerra" de su país. Famoso por sus cuentos de "Pago Chico".
Haroldo Conti (Nació en 1925 en Chacabuco, provincia de Buenos Aires, el 4 de mayo de 1976, tras el golpe militar, fue secuestrado y desaparecido) Fue maestro primario, profesor de latín, empleado de banco, piloto civil, nadador, navegante y guionista de cine y teatro. En el año 60 gana un premio de la revista “Life por su relato “La causa”. En 1962 gana el premio Fabril con su primera novela “Sudeste” y se convierte en una de las figuras de la llamada “generación de Contorno” junto con David Viñas. Su novela “Alrededor de la jaula” fue llevada al cine por Sergio Renan como “Crecer de golpe”. Su novela “En vida” recibió el premio Barral que tenía como jurados a García Márquez y Vargas Llosa. Colaboró con la revista “Crisis”. Haroldo Conti, al decir de Miguel Briante reunió dos tradiciones de la literatura argentina, por un lado la que viene de los cuentos de “Pago chico” de Roberto J. Payró; por el otro, la que arranca con Roberto Arlt, para mostrar a la ciudad como un zoológico sin rejas, en el que deambulan extraños personajes. Pero a diferencia de Payró, Conti no narró la pampa de los gringos que triunfaron sino la de los marginados en la geografía y en el tiempo. Y a diferencia de Arlt, ya en la ciudad, clavó la mirada de un extranjero ambulante y solitario.
Haroldo Conti (Nació en 1925 en Chacabuco, provincia de Buenos Aires, el 4 de mayo de 1976, tras el golpe militar, fue secuestrado y desaparecido) Fue maestro primario, profesor de latín, empleado de banco, piloto civil, nadador, navegante y guionista de cine y teatro. En el año 60 gana un premio de la revista “Life” por su relato “La causa”. En 1962 gana el premio Fabril con su primera novela “Sudeste” y se convierte en una de las figuras de la llamada “generación de Contorno” junto con David Viñas. Su novela “Alrededor de la jaula” fue llevada al cine por Sergio Renan como “Crecer de golpe”. Su novela “En vida” recibió el premio Barral que tenía como jurados a García Márquez y Vargas Llosa. Colaboró con la revista “Crisis”. Haroldo Conti, al decir de Miguel Briante reunió dos tradiciones de la literatura argentina, por un lado la que viene de los cuentos de “Pago chico” de Roberto J. Payró; por el otro, la que arranca con Roberto Arlt, para mostrar a la ciudad como un zoológico sin rejas, en el que deambulan extraños personajes. Pero a diferencia de Payró, Conti no narró la pampa de los gringos que triunfaron sino la de los marginados en la geografía y en el tiempo. Y a diferencia de Arlt, ya en la ciudad, clavó la mirada de un extranjero ambulante y solitario.
Haroldo Conti (Nació en 1925 en Chacabuco, provincia de Buenos Aires, el 4 de mayo de 1976, tras el golpe militar, fue secuestrado y desaparecido) Fue maestro primario, profesor de latín, empleado de banco, piloto civil, nadador, navegante y guionista de cine y teatro. En el año 60 gana un premio de la revista “Life” por su relato “La causa”. En 1962 gana el premio Fabril con su primera novela “Sudeste” y se convierte en una de las figuras de la llamada “generación de Contorno” junto con David Viñas. Su novela “Alrededor de la jaula” fue llevada al cine por Sergio Renan como “Crecer de golpe”. Su novela “En vida” recibió el premio Barral que tenía como jurados a García Márquez y Vargas Llosa. Colaboró con la revista “Crisis”. Haroldo Conti, al decir de Miguel Briante reunió dos tradiciones de la literatura argentina, por un lado la que viene de los cuentos de “Pago chico” de Roberto J. Payró; por el otro, la que arranca con Roberto Arlt, para mostrar a la ciudad como un zoológico sin rejas, en el que deambulan extraños personajes. Pero a diferencia de Payró, Conti no narró la pampa de los gringos que triunfaron sino la de los marginados en la geografía y en el tiempo. Y a diferencia de Arlt, ya en la ciudad, clavó la mirada de un extranjero ambulante y solitario.
Alguna vez, Octavio Paz dijo: "Los mexicanos descienden de los aztecas; los peruanos, de los incas y los argentinos, de los barcos". Ese dicho tiene una razón. Desde 1870 hasta los años de la Primera Guerra Mundial, Argentina recibió un enorme flujo de inmigrantes. Sin embargo, la frase no deja de ser inexacta. Nuestro país es mucho más complejo que esos relatos construidos y está lleno de voces que fueron históricamente silenciadas. De todas formas y hecha esta aclaración, esta carta es una historia de barcos. Roberto J. Payró fue uno de los grandes creadores del teatro argentino, periodista y escritor. Y uno de los primeros en introducir la idea de cronista de viajes en el país. En esta carta, le cuenta al escritor José León Pagano su experiencia a bordo de un barco. Pero no cualquier barco sino uno en el que se viajaba en condiciones miserables y que trasladaba a inmigrantes europeos que llegaban a la Argentina a principios del siglo XX. Lee el actor y director Mauricio Dayub. ****** A bordo del “Pelagus”, 14 de diciembre de 1903 Mi querido amigo: Mañana, por fin, vamos a desembarcar, con dos días de atraso, y entonces echaré al correo esta primera carta que te escribo, todavía bajo la impresión de terribles emociones. Mi pasaje de tercera me dio un sitio entre cuatrocientos cincuenta pobres diablos como yo, que llenan el entrepuente convirtiéndolo en una especie de plaza de aldea en día de mercado, pero sin aire, ni luz, ni alegría. Está rebosando de hombres, mujeres, niños, en revuelta confusión, que hablan todos los idiomas, exhalan todos los olores, visten todos los harapos…. No te puedes imaginar lo que una persona medianamente educada, por mucho que sea la amplitud de su espíritu, padece en lo físico y lo moral durante uno de estos viajes dolorosos y deprimentes. Mis compañeros mismos, aunque en su mayoría hechos a la miseria, se sienten rebajados de su dignidad de hombres, y se rebelan instintiva e inconscientemente contra ello, manifestando la protesta con su irritabilidad y mal humor. Considérame en este hacinamiento humano, entre multitud de mareados que en un principio aumentaban minuto por minuto, con las apreturas, la falta de aire, el hedor, el contagio inevitable por la excitación y luego depresión de los nervios…. En los primeros días, yo no podía estar sino en el puente, echado de bruces sobre la borda, mirando el mar, bebiendo la buena brisa del Océano, hasta que la fatiga me obligaba a ir a acostarme abajo, en aquellas mazmorras de madera, en que las camas parecen oscuros estantes, para mercancías sin valor, desperdicios de humanidad. Mis pobres compañeros, anónimas reses de aquel rebaño encajonado, sufrían también. Y en medio de la noche, entre ronquidos y respiraciones anhelosas, se escuchaban pasajeros sofocados, ruegos, alguna imprecación y algún lejano juramento. Roberto J. Payró.
En “La Gringa” el autor, Florencio Sánchez, se vale personajes- símbolos a los que encarna y da nervio con su peculiar destreza, para anunciar la llegada posible- de un porvenir social venturoso, en una plena etapa inmigratoria. De la mezcla y consustanciación de criollos y gringos se logrará la descendencia vigorosa, que, con poderosa fuerza idealista, se empeña en subrayar el autor. “La Gringa” capta el clima que impera en ciertos círculos político sociales de la época, que se suponían de avanzada, ya expresado un par de meses antes por Roberto J. Payró en “Sobre las ruinas”, y por única vez en su teatro, áspero y crítico por lo común, Sánchez entona un canto de fe y de esperanzas en el futuro.