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Unidad Pastoral de Villalpando
“Con su ascensión, el Señor resucitado atrae nuestra mirada al cielo, para mostrarnos que la meta de nuestro camino es el Padre”.
“Vuestra tristeza se convertirá en alegría” Hoy celebramos a san Felipe Neri, canonizado hace 400 años. Es el patrono de la alegría.
“Atenienses, ese “Dios desconocido” que veneráis os lo anuncio yo” Como Pablo en Atenas, nos toca dialogar al corazón de la cultura de nuestra gente, de nuestro tiempo.
“Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?” El carcelero ha descubierto la potencia de Dios liberando del cepo a Pablo y Silas, y quiere participar de esa salvación.
“Cuando venga el paráclito, el Espíritu de la verdad, él dará testimonio de mí”. Es el abogado que nos defenderá de la mentira. Para que vivamos en la verdad.
Santa Rita, abogada de los imposibles. La mujer sencilla que sabe que Dios es el bien supremo, y sabe transmitirlo a los suyos.
“Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes”. No tenemos miedo, porque Dios omnipotente está con nosotros, y porque configuramos nuestra voluntad con la suya.
“Pasa a macedonia y ayúdanos”. Es la voz de tantos hombres que necesitan de un testimonio, de una palabra, que les aporte esperanza y salvación.
“Ya no os llamo siervos, os llamo amigos”. El objetivo, el secreto de la vida cristiana es la intimidad con Dios, en la persona de Cristo.
“No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido”. La iniciativa de la salvación es de Dios, no nuestra. Es Dios quien ha decidido buscar al hombre, más aún, hacerse unos de nosotros.
“Dios se ha dignado escoger un pueblo de entre los gentiles”. La misión de Cristo y de su Iglesia, de cada creyente, es ser sacramento de unidad de todos los hombres con Dios y entre sí.
“Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros”. El mejor medio para manifestar nuestro agradecimiento a Dios es aceptarlo todo con alegría..
“Unos se pusieron a enseñar que si no se circuncidaban no podían salvarse. Esto provocó una violenta discusión con Pablo y Bernabé”. Las diferencias dentro de la Iglesia vienen de antiguo.
“A todo sarmiento mío que da fruto, mi Padre lo poda para que dé más fruto”. Vivir es elegir, y elegir es renunciar. Hay que tener el valor de podar.
“La paz os dejo, peor nos la doy como la da el mundo” Pablo, apedreado en Listra, se levanta y continúa su misión. Tiene la verdadera paz, que no es vivir sin problemas sino confiar en la compañía de Cristo.
“Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén que descendía del cielo. He aquí la morada de Dios entre los hombres” El futuro no es fruto de un sueño o un esfuerzo, sino un don.
“Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy” Creer no es saber que existe un Dios, es saber que existe un Padre. Por la resurrección de Cristo nosotros hemos sido hechos hijos.
“¡Israelitas, escuchad!” Es bueno, es necesario recordar la historia de salvación, la que hemos vivido y nuestras raíces. Nos recuerda que Dios es fiel y siempre ha estado ahí, sosteniéndonos.
Estando en ayuno y oración, el Espíritu habló a los discípulos de Antioquía. Sólo se escucha su voz cuando ayunamos de nosotros mismos y le prestamos atención.
“Yo he venido al mundo como luz. El que cree en mí no quedará en tinieblas”. Pero siempre hay algunos que no quieren ver esa luz, porque la luz compromete.
El maestro Avila, patrono del clero español. Su vida nos enseña a fructificar lejos del brillo, y especialmente en la cruz.
“Lo que Dios ha declarado puro, no lo llames tú profano” Nos empeñamos en una fe tradicional, ritualista, y nos cerramos a la alegría del Espíritu que abre caminos de salvación para todos los hombres.
Como Pablo y Bernabé, también nosotros vivimos el rechazo, incluso de los nuestros. O somos los que rechazan. Que el Señor nos dé misericordia y luz, para descubrir la acción del Espíritu, que prosigue a pesar de nuestras torpezas.
“También vosotros queréis marcharos?” Los doce no tienen menos dudas que los que se fueron, Jesús no les ha dado más explicaciones. Pero sí han visto más de cerca los signos de su amor.
Obcecado, incluso para el bien, así camina Saulo hacia Damasco. Y el Señor le tira al suelo yle deja ciego para que descubra la luz. Así camino yo tantas veces, obcecado…
“El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna”. Jesús nos dice que él es un pan verdadero que entra en cada corazón para dar verdadera vida desde dentro.
Como a Felipe, Dios nos envía a hacernos compañeros de tantos hombres que necesitan una aclaración, un testimonio. Y eso a pesar de nuestra indignidad y nuestra torpeza.
La muerte de Esteban es motivo de la primera extensión del Evangelio. La crisis se hace oportunidad, el conflicto ocasión de crecimiento. Y yo quejándome de todo…
3 de mayo: la Santa Cruz y dos apóstoles: Felipe y Santiago. Ellos, como nosotros, son testigos de Jesús, también de su muerte y resurrección. Testigos de que la Cruz ha florecido y nos da vida.
Está bien que nos preocupemos por el pan, que hagamos cosas buenas. Pero «la obra de Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado».
“No me buscáis porque halláis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros”. Quizá buscamos una religión que libere del trabajo, del sufrimiento. ¿A qué Dios buscamos?
“Yo, Juan, miré, y escuché la voz de muchos ángeles alrededor del trono”. La visión del Apocalipsis nos lleva al mundo más real, el de Dios, el de su gloria, que hoy hemos celebrado y que nos aguarda.
“Escogieron a siete hombres, llenos de espíritu y sabiduría, que se encargasen de la caridad”. Esa es la piedad que Dios quiere, la que todos podemos hacer, la que nos tendrán en cuenta
“Soy yo, no temáis”. Lejos de Jesús nos sentimos asustados, hasta el punto de pensar que ya no podemos seguir. Pero él está siempre con nosotros, dispuesto a sostenernos.
“Si caminamos en la luz, estamos en comunión unos con otros”. La luz nos ayuda a ver lo que impide la comunión, en nuestro corazón y en el de los demás. Y nos ayuda a sanarlo.
Catalina de Siena, una mujer sencilla, sin formación, escogida por Dios para un tiempo difícil. Ayudó a muchos, incluyendo dos Papas, a encontrar el verdadero camino.
Jesús, constituido por Dios jefe y salvador. Sólo a él seguimos, sólo en él confiamos absolutamente. Porque sólo él salva con el poder de Dios.
Arriba y abajo, el mundo de Dios y nuestro pequeño mundo. Cuando Dios se encarna, el cielo baja a la tierra y la tierra ha subido al cielo. Por eso, “el que cree en el Hijo tiene vida eterna”.
Igual que a los apóstoles, la vida nos encierra en mil cárceles: el egoísmo, el propio punto de vista, la ansiedad, la frustración. Sólo Dios libera y da la verdadera paz.
“Una sabiduría que no es de este mundo, sino una sabiduría divina, misteriosa, escondida”. Esa es la sabiduría de la cruz, aprender de Jesús a cargar la cruz, a encajarla en el puzzle de la vida.
San Isidoro destacó por su sencillez y su gran sabiduría. Todos los dones son regalo de Dios, para el servicio de los demás. Ser conscientes de esto nos ayuda a presentarnos ante el mundo de otra manera.
“Sed humildes bajo la poderosa mano de Dios, para que él os ensalce”. Que aprendamos, día a día, a cultivar la humildad ante Dios y ante los demás, como camino para ser robustecidos por él.
“Por mano de los apóstoles se realizaban muchos signos y prodigios”. Aunque no era por su poder, sino en nombre de Jesús. El único nombre que salva, al único que podemos acudir sabiendo que tiene verdadero poder.
“No podemos menos de contar lo que hemos visto y oído”. A diferencia de Pedro y Juan, nosotros sí que callamos. ¿Es por miedo, o porque no somos conscientes de haber visto nada?
«Me voy a pecar». «Pues vamos contigo». Tras una noche de esfuerzo sin fruto, de tedio, viene la presencia del Señor, que llena de fruto y alegría la barca de los discípulos.
« Israelitas, por la fe en Jesús, éste ha recobrado el vigor». La fe en Jesús, en su resurrección, es capaz de curarnos de nuestras parálisis, de levantarnos y hacernos caminar.
“Les mostró las manos y los pies.” Jesús se deja reconocer por sus llagas. Son sus trofeos, los que le hacen reconocible. ¿Te atreves a reconocer la presencia del Resucitado en la adversidad?
«No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, levántate y anda». Como creyentes, nuestra única posesión verdadera es la victoria de Cristo resucitado.
«¿Qué tenemos que hacer hermanos?» Pedro anuncia que el Crucificado ha resucitado y es Mesías y Señor, y los judíos preguntan qué hacer para obtener sus promesas. Simplemente el bautismo: el don que Dios ya ha puesto es mí.
María Magdalena va al sepulcro a llorar la ausencia de la persona que más quiere. ¿Qué piensa hacer con el cadáver? “¡Maestro!” Es un encuentro de amor, pero no el que ella esperaba.
«A Jesús Nazareno Dios lo resucitó, no era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio» Nuestra carne descansa esperanzada, porque participamos por la fe de la victoria de Cristo, sabemos que la muerte no puede con nosotros.