Para cortar a la epopeya un gajo...

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Para cortar a la epopeya un gajo... Bienvenidos a este pequeño espacio donde recordaremos a grandes escritores mexicanos, nos sumergiremos un poco en su obra literaria, leyendo fragmentos de sus obras más importantes y visitando (en la medida de lo posible) lugares emblemáticos en su vida. Todo por el gusto de la lectura. ¡Bienvenidos! No olvidemos que el mejor homenaje que podemos hacer por estos personajes es: “leerlos”.

Árbol Gótico


    • Nov 14, 2021 LATEST EPISODE
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    Capítulo 14. Dos crímenes, Jorge Ibargüengoitia.

    Play Episode Listen Later Nov 14, 2021 7:25


    “Si no voy a cambiar al mundo, cuando menos quiero demostrar que no todo aquí es drama”. Jorge Ibargüengoitia Antillón, “el chispazo del sentido común” (Guanajuato, 22 de enero de 1928 - Madrid, 27 de noviembre de 1983). Tras enviudar su madre, el pequeño Jorge creció rodeado de mujeres. Cuando tenía tres años su familia se mudó a la capital. “Escribí mi primera obra literaria a los seis años y la segunda a los veintitrés. ‪Las dos‬ se han perdido”, dijo. Todas sus tías querían que se convirtiera en ingeniero, razón por la cual se inscribió a la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Sin embargo, su pasión por las letras lo llevó a renunciar a este camino, faltándole dos años para terminar la carrera, “Las mujeres que había en la casa pasaron quince años lamentando esta decisión: ‘lo que nosotras hubiéramos querido', decían, ‘es que fueras ingeniero', más tarde se acostumbraron”. Estudió Filosofía y Letras (fue alumno destacado Rodolfo Usigli, padre del teatro mexicano moderno), y cuando se tituló comenzó a dar clases. Escribió 17 obras, Usigli le recomendó cambiarse el apellido, “en un país tan precario como México, los teatros no tienen suficientes letras para las marquesinas, póngase Ibar”. Ibargüengoitia no aceptó acortar su nombre, y más tarde renunció a las tablas: “tengo facilidad para el diálogo, pero no para sostenerlo con gente de teatro”, diría años después. En 1962 publicó su última obra de teatro El atentado, la cual le valió el Premio Casa de las Américas. Los relámpagos de agosto (1964) fue su primera novela, una llena de sátira y denuncia política. La ley de Herodes (1967), Maten al león (1969), Estas ruinas que ves (1975, Premio de Novela México 1974), Las muertas (1977), Dos crímenes (1979) y Los conspiradores (1981), así como varias antologías de sus colaboraciones en periódicos y revistas. Su obra, llena de mordáz crítica y caústico humor e ironía, fue mal vista por la crítica de su época por tratar con irreverencia algunos pasajes de nuestra historia. Su literatura es un ejemplo de cómo desacralizar la historia y de cómo darle la espalda a lo políticamente correcto, se mofa del comportamiento chovinista de los héroes nacionales y que quita lo solemne a lo que nunca debió tenerlo. Fiel a ese tono mordaz escribió la novela Dos crímenes. En ella encontramos la confluencia de características que están presentes en la obra de Ibargüengoitia: los lugares de provincia, los personajes cínicos y la mirada crítica, por mencionar los más. En ella, el autor retrató los aires provincianos que tanto frecuentaba en los textos; esta vez no es Cuévano el lugar central, pero Muérdago, donde se desarrolla la historia, queda muy cerca. De esta manera, conoceremos las costumbres de Muérdago que, aunque ficticio, representa lo que son todavía algunas provincias del país: “lugares tranquilos” en los que todos saben la vida de sus conocidos y se rumora hasta lo que no.

    Capítulo 13. Dos crímenes, Jorge Ibargüengoitia.

    Play Episode Listen Later Nov 13, 2021 27:47


    “Si no voy a cambiar al mundo, cuando menos quiero demostrar que no todo aquí es drama”. Jorge Ibargüengoitia Antillón, “el chispazo del sentido común” (Guanajuato, 22 de enero de 1928 - Madrid, 27 de noviembre de 1983). Tras enviudar su madre, el pequeño Jorge creció rodeado de mujeres. Cuando tenía tres años su familia se mudó a la capital. “Escribí mi primera obra literaria a los seis años y la segunda a los veintitrés. ‪Las dos‬ se han perdido”, dijo. Todas sus tías querían que se convirtiera en ingeniero, razón por la cual se inscribió a la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Sin embargo, su pasión por las letras lo llevó a renunciar a este camino, faltándole dos años para terminar la carrera, “Las mujeres que había en la casa pasaron quince años lamentando esta decisión: ‘lo que nosotras hubiéramos querido', decían, ‘es que fueras ingeniero', más tarde se acostumbraron”. Estudió Filosofía y Letras (fue alumno destacado Rodolfo Usigli, padre del teatro mexicano moderno), y cuando se tituló comenzó a dar clases. Escribió 17 obras, Usigli le recomendó cambiarse el apellido, “en un país tan precario como México, los teatros no tienen suficientes letras para las marquesinas, póngase Ibar”. Ibargüengoitia no aceptó acortar su nombre, y más tarde renunció a las tablas: “tengo facilidad para el diálogo, pero no para sostenerlo con gente de teatro”, diría años después. En 1962 publicó su última obra de teatro El atentado, la cual le valió el Premio Casa de las Américas. Los relámpagos de agosto (1964) fue su primera novela, una llena de sátira y denuncia política. La ley de Herodes (1967), Maten al león (1969), Estas ruinas que ves (1975, Premio de Novela México 1974), Las muertas (1977), Dos crímenes (1979) y Los conspiradores (1981), así como varias antologías de sus colaboraciones en periódicos y revistas. Su obra, llena de mordáz crítica y caústico humor e ironía, fue mal vista por la crítica de su época por tratar con irreverencia algunos pasajes de nuestra historia. Su literatura es un ejemplo de cómo desacralizar la historia y de cómo darle la espalda a lo políticamente correcto, se mofa del comportamiento chovinista de los héroes nacionales y que quita lo solemne a lo que nunca debió tenerlo. Fiel a ese tono mordaz escribió la novela Dos crímenes. En ella encontramos la confluencia de características que están presentes en la obra de Ibargüengoitia: los lugares de provincia, los personajes cínicos y la mirada crítica, por mencionar los más. En ella, el autor retrató los aires provincianos que tanto frecuentaba en los textos; esta vez no es Cuévano el lugar central, pero Muérdago, donde se desarrolla la historia, queda muy cerca. De esta manera, conoceremos las costumbres de Muérdago que, aunque ficticio, representa lo que son todavía algunas provincias del país: “lugares tranquilos” en los que todos saben la vida de sus conocidos y se rumora hasta lo que no.

    Capítulo 12. Dos crímenes, Jorge Ibargüengoitia.

    Play Episode Listen Later Nov 12, 2021 25:22


    “Si no voy a cambiar al mundo, cuando menos quiero demostrar que no todo aquí es drama”. Jorge Ibargüengoitia Antillón, “el chispazo del sentido común” (Guanajuato, 22 de enero de 1928 - Madrid, 27 de noviembre de 1983). Tras enviudar su madre, el pequeño Jorge creció rodeado de mujeres. Cuando tenía tres años su familia se mudó a la capital. “Escribí mi primera obra literaria a los seis años y la segunda a los veintitrés. ‪Las dos‬ se han perdido”, dijo. Todas sus tías querían que se convirtiera en ingeniero, razón por la cual se inscribió a la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Sin embargo, su pasión por las letras lo llevó a renunciar a este camino, faltándole dos años para terminar la carrera, “Las mujeres que había en la casa pasaron quince años lamentando esta decisión: ‘lo que nosotras hubiéramos querido', decían, ‘es que fueras ingeniero', más tarde se acostumbraron”. Estudió Filosofía y Letras (fue alumno destacado Rodolfo Usigli, padre del teatro mexicano moderno), y cuando se tituló comenzó a dar clases. Escribió 17 obras, Usigli le recomendó cambiarse el apellido, “en un país tan precario como México, los teatros no tienen suficientes letras para las marquesinas, póngase Ibar”. Ibargüengoitia no aceptó acortar su nombre, y más tarde renunció a las tablas: “tengo facilidad para el diálogo, pero no para sostenerlo con gente de teatro”, diría años después. En 1962 publicó su última obra de teatro El atentado, la cual le valió el Premio Casa de las Américas. Los relámpagos de agosto (1964) fue su primera novela, una llena de sátira y denuncia política. La ley de Herodes (1967), Maten al león (1969), Estas ruinas que ves (1975, Premio de Novela México 1974), Las muertas (1977), Dos crímenes (1979) y Los conspiradores (1981), así como varias antologías de sus colaboraciones en periódicos y revistas. Su obra, llena de mordáz crítica y caústico humor e ironía, fue mal vista por la crítica de su época por tratar con irreverencia algunos pasajes de nuestra historia. Su literatura es un ejemplo de cómo desacralizar la historia y de cómo darle la espalda a lo políticamente correcto, se mofa del comportamiento chovinista de los héroes nacionales y que quita lo solemne a lo que nunca debió tenerlo. Fiel a ese tono mordaz escribió la novela Dos crímenes. En ella encontramos la confluencia de características que están presentes en la obra de Ibargüengoitia: los lugares de provincia, los personajes cínicos y la mirada crítica, por mencionar los más. En ella, el autor retrató los aires provincianos que tanto frecuentaba en los textos; esta vez no es Cuévano el lugar central, pero Muérdago, donde se desarrolla la historia, queda muy cerca. De esta manera, conoceremos las costumbres de Muérdago que, aunque ficticio, representa lo que son todavía algunas provincias del país: “lugares tranquilos” en los que todos saben la vida de sus conocidos y se rumora hasta lo que no.

    Capítulo 11. Dos crímenes, Jorge Ibargüengoitia.

    Play Episode Listen Later Nov 11, 2021 21:59


    “Si no voy a cambiar al mundo, cuando menos quiero demostrar que no todo aquí es drama”. Jorge Ibargüengoitia Antillón, “el chispazo del sentido común” (Guanajuato, 22 de enero de 1928 - Madrid, 27 de noviembre de 1983). Tras enviudar su madre, el pequeño Jorge creció rodeado de mujeres. Cuando tenía tres años su familia se mudó a la capital. “Escribí mi primera obra literaria a los seis años y la segunda a los veintitrés. ‪Las dos‬ se han perdido”, dijo. Todas sus tías querían que se convirtiera en ingeniero, razón por la cual se inscribió a la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Sin embargo, su pasión por las letras lo llevó a renunciar a este camino, faltándole dos años para terminar la carrera, “Las mujeres que había en la casa pasaron quince años lamentando esta decisión: ‘lo que nosotras hubiéramos querido', decían, ‘es que fueras ingeniero', más tarde se acostumbraron”. Estudió Filosofía y Letras (fue alumno destacado Rodolfo Usigli, padre del teatro mexicano moderno), y cuando se tituló comenzó a dar clases. Escribió 17 obras, Usigli le recomendó cambiarse el apellido, “en un país tan precario como México, los teatros no tienen suficientes letras para las marquesinas, póngase Ibar”. Ibargüengoitia no aceptó acortar su nombre, y más tarde renunció a las tablas: “tengo facilidad para el diálogo, pero no para sostenerlo con gente de teatro”, diría años después. En 1962 publicó su última obra de teatro El atentado, la cual le valió el Premio Casa de las Américas. Los relámpagos de agosto (1964) fue su primera novela, una llena de sátira y denuncia política. La ley de Herodes (1967), Maten al león (1969), Estas ruinas que ves (1975, Premio de Novela México 1974), Las muertas (1977), Dos crímenes (1979) y Los conspiradores (1981), así como varias antologías de sus colaboraciones en periódicos y revistas. Su obra, llena de mordáz crítica y caústico humor e ironía, fue mal vista por la crítica de su época por tratar con irreverencia algunos pasajes de nuestra historia. Su literatura es un ejemplo de cómo desacralizar la historia y de cómo darle la espalda a lo políticamente correcto, se mofa del comportamiento chovinista de los héroes nacionales y que quita lo solemne a lo que nunca debió tenerlo. Fiel a ese tono mordaz escribió la novela Dos crímenes. En ella encontramos la confluencia de características que están presentes en la obra de Ibargüengoitia: los lugares de provincia, los personajes cínicos y la mirada crítica, por mencionar los más. En ella, el autor retrató los aires provincianos que tanto frecuentaba en los textos; esta vez no es Cuévano el lugar central, pero Muérdago, donde se desarrolla la historia, queda muy cerca. De esta manera, conoceremos las costumbres de Muérdago que, aunque ficticio, representa lo que son todavía algunas provincias del país: “lugares tranquilos” en los que todos saben la vida de sus conocidos y se rumora hasta lo que no.

    Capítulo 10 Dos crímenes, Jorge Ibargüengoitia.

    Play Episode Listen Later Nov 10, 2021 13:29


    “Si no voy a cambiar al mundo, cuando menos quiero demostrar que no todo aquí es drama”. Jorge Ibargüengoitia Antillón, “el chispazo del sentido común” (Guanajuato, 22 de enero de 1928 - Madrid, 27 de noviembre de 1983). Tras enviudar su madre, el pequeño Jorge creció rodeado de mujeres. Cuando tenía tres años su familia se mudó a la capital. “Escribí mi primera obra literaria a los seis años y la segunda a los veintitrés. ‪Las dos‬ se han perdido”, dijo. Todas sus tías querían que se convirtiera en ingeniero, razón por la cual se inscribió a la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Sin embargo, su pasión por las letras lo llevó a renunciar a este camino, faltándole dos años para terminar la carrera, “Las mujeres que había en la casa pasaron quince años lamentando esta decisión: ‘lo que nosotras hubiéramos querido', decían, ‘es que fueras ingeniero', más tarde se acostumbraron”. Estudió Filosofía y Letras (fue alumno destacado Rodolfo Usigli, padre del teatro mexicano moderno), y cuando se tituló comenzó a dar clases. Escribió 17 obras, Usigli le recomendó cambiarse el apellido, “en un país tan precario como México, los teatros no tienen suficientes letras para las marquesinas, póngase Ibar”. Ibargüengoitia no aceptó acortar su nombre, y más tarde renunció a las tablas: “tengo facilidad para el diálogo, pero no para sostenerlo con gente de teatro”, diría años después. En 1962 publicó su última obra de teatro El atentado, la cual le valió el Premio Casa de las Américas. Los relámpagos de agosto (1964) fue su primera novela, una llena de sátira y denuncia política. La ley de Herodes (1967), Maten al león (1969), Estas ruinas que ves (1975, Premio de Novela México 1974), Las muertas (1977), Dos crímenes (1979) y Los conspiradores (1981), así como varias antologías de sus colaboraciones en periódicos y revistas. Su obra, llena de mordáz crítica y caústico humor e ironía, fue mal vista por la crítica de su época por tratar con irreverencia algunos pasajes de nuestra historia. Su literatura es un ejemplo de cómo desacralizar la historia y de cómo darle la espalda a lo políticamente correcto, se mofa del comportamiento chovinista de los héroes nacionales y que quita lo solemne a lo que nunca debió tenerlo. Fiel a ese tono mordaz escribió la novela Dos crímenes. En ella encontramos la confluencia de características que están presentes en la obra de Ibargüengoitia: los lugares de provincia, los personajes cínicos y la mirada crítica, por mencionar los más. En ella, el autor retrató los aires provincianos que tanto frecuentaba en los textos; esta vez no es Cuévano el lugar central, pero Muérdago, donde se desarrolla la historia, queda muy cerca. De esta manera, conoceremos las costumbres de Muérdago que, aunque ficticio, representa lo que son todavía algunas provincias del país: “lugares tranquilos” en los que todos saben la vida de sus conocidos y se rumora hasta lo que no.

    Capítulo 9. Dos crímenes, Jorge Ibargüengoitia.

    Play Episode Listen Later Nov 9, 2021 20:47


    “Si no voy a cambiar al mundo, cuando menos quiero demostrar que no todo aquí es drama”. Jorge Ibargüengoitia Antillón, “el chispazo del sentido común” (Guanajuato, 22 de enero de 1928 - Madrid, 27 de noviembre de 1983). Tras enviudar su madre, el pequeño Jorge creció rodeado de mujeres. Cuando tenía tres años su familia se mudó a la capital. “Escribí mi primera obra literaria a los seis años y la segunda a los veintitrés. ‪Las dos‬ se han perdido”, dijo. Todas sus tías querían que se convirtiera en ingeniero, razón por la cual se inscribió a la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Sin embargo, su pasión por las letras lo llevó a renunciar a este camino, faltándole dos años para terminar la carrera, “Las mujeres que había en la casa pasaron quince años lamentando esta decisión: ‘lo que nosotras hubiéramos querido', decían, ‘es que fueras ingeniero', más tarde se acostumbraron”. Estudió Filosofía y Letras (fue alumno destacado Rodolfo Usigli, padre del teatro mexicano moderno), y cuando se tituló comenzó a dar clases. Escribió 17 obras, Usigli le recomendó cambiarse el apellido, “en un país tan precario como México, los teatros no tienen suficientes letras para las marquesinas, póngase Ibar”. Ibargüengoitia no aceptó acortar su nombre, y más tarde renunció a las tablas: “tengo facilidad para el diálogo, pero no para sostenerlo con gente de teatro”, diría años después. En 1962 publicó su última obra de teatro El atentado, la cual le valió el Premio Casa de las Américas. Los relámpagos de agosto (1964) fue su primera novela, una llena de sátira y denuncia política. La ley de Herodes (1967), Maten al león (1969), Estas ruinas que ves (1975, Premio de Novela México 1974), Las muertas (1977), Dos crímenes (1979) y Los conspiradores (1981), así como varias antologías de sus colaboraciones en periódicos y revistas. Su obra, llena de mordáz crítica y caústico humor e ironía, fue mal vista por la crítica de su época por tratar con irreverencia algunos pasajes de nuestra historia. Su literatura es un ejemplo de cómo desacralizar la historia y de cómo darle la espalda a lo políticamente correcto, se mofa del comportamiento chovinista de los héroes nacionales y que quita lo solemne a lo que nunca debió tenerlo. Fiel a ese tono mordaz escribió la novela Dos crímenes. En ella encontramos la confluencia de características que están presentes en la obra de Ibargüengoitia: los lugares de provincia, los personajes cínicos y la mirada crítica, por mencionar los más. En ella, el autor retrató los aires provincianos que tanto frecuentaba en los textos; esta vez no es Cuévano el lugar central, pero Muérdago, donde se desarrolla la historia, queda muy cerca. De esta manera, conoceremos las costumbres de Muérdago que, aunque ficticio, representa lo que son todavía algunas provincias del país: “lugares tranquilos” en los que todos saben la vida de sus conocidos y se rumora hasta lo que no.

    Capítulo 8. Dos crímenes, Jorge Ibargüengoitia.

    Play Episode Listen Later Nov 8, 2021 8:31


    “Si no voy a cambiar al mundo, cuando menos quiero demostrar que no todo aquí es drama”. Jorge Ibargüengoitia Antillón, “el chispazo del sentido común” (Guanajuato, 22 de enero de 1928 - Madrid, 27 de noviembre de 1983). Tras enviudar su madre, el pequeño Jorge creció rodeado de mujeres. Cuando tenía tres años su familia se mudó a la capital. “Escribí mi primera obra literaria a los seis años y la segunda a los veintitrés. ‪Las dos‬ se han perdido”, dijo. Todas sus tías querían que se convirtiera en ingeniero, razón por la cual se inscribió a la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Sin embargo, su pasión por las letras lo llevó a renunciar a este camino, faltándole dos años para terminar la carrera, “Las mujeres que había en la casa pasaron quince años lamentando esta decisión: ‘lo que nosotras hubiéramos querido', decían, ‘es que fueras ingeniero', más tarde se acostumbraron”. Estudió Filosofía y Letras (fue alumno destacado Rodolfo Usigli, padre del teatro mexicano moderno), y cuando se tituló comenzó a dar clases. Escribió 17 obras, Usigli le recomendó cambiarse el apellido, “en un país tan precario como México, los teatros no tienen suficientes letras para las marquesinas, póngase Ibar”. Ibargüengoitia no aceptó acortar su nombre, y más tarde renunció a las tablas: “tengo facilidad para el diálogo, pero no para sostenerlo con gente de teatro”, diría años después. En 1962 publicó su última obra de teatro El atentado, la cual le valió el Premio Casa de las Américas. Los relámpagos de agosto (1964) fue su primera novela, una llena de sátira y denuncia política. La ley de Herodes (1967), Maten al león (1969), Estas ruinas que ves (1975, Premio de Novela México 1974), Las muertas (1977), Dos crímenes (1979) y Los conspiradores (1981), así como varias antologías de sus colaboraciones en periódicos y revistas. Su obra, llena de mordáz crítica y caústico humor e ironía, fue mal vista por la crítica de su época por tratar con irreverencia algunos pasajes de nuestra historia. Su literatura es un ejemplo de cómo desacralizar la historia y de cómo darle la espalda a lo políticamente correcto, se mofa del comportamiento chovinista de los héroes nacionales y que quita lo solemne a lo que nunca debió tenerlo. Fiel a ese tono mordaz escribió la novela Dos crímenes. En ella encontramos la confluencia de características que están presentes en la obra de Ibargüengoitia: los lugares de provincia, los personajes cínicos y la mirada crítica, por mencionar los más. En ella, el autor retrató los aires provincianos que tanto frecuentaba en los textos; esta vez no es Cuévano el lugar central, pero Muérdago, donde se desarrolla la historia, queda muy cerca. De esta manera, conoceremos las costumbres de Muérdago que, aunque ficticio, representa lo que son todavía algunas provincias del país: “lugares tranquilos” en los que todos saben la vida de sus conocidos y se rumora hasta lo que no.

    Capítulo 7. Dos crímenes, Jorge Ibargüengoitia.

    Play Episode Listen Later Nov 7, 2021 27:35


    “Si no voy a cambiar al mundo, cuando menos quiero demostrar que no todo aquí es drama”. Jorge Ibargüengoitia Antillón, “el chispazo del sentido común” (Guanajuato, 22 de enero de 1928 - Madrid, 27 de noviembre de 1983). Tras enviudar su madre, el pequeño Jorge creció rodeado de mujeres. Cuando tenía tres años su familia se mudó a la capital. “Escribí mi primera obra literaria a los seis años y la segunda a los veintitrés. ‪Las dos‬ se han perdido”, dijo. Todas sus tías querían que se convirtiera en ingeniero, razón por la cual se inscribió a la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Sin embargo, su pasión por las letras lo llevó a renunciar a este camino, faltándole dos años para terminar la carrera, “Las mujeres que había en la casa pasaron quince años lamentando esta decisión: ‘lo que nosotras hubiéramos querido', decían, ‘es que fueras ingeniero', más tarde se acostumbraron”. Estudió Filosofía y Letras (fue alumno destacado Rodolfo Usigli, padre del teatro mexicano moderno), y cuando se tituló comenzó a dar clases. Escribió 17 obras, Usigli le recomendó cambiarse el apellido, “en un país tan precario como México, los teatros no tienen suficientes letras para las marquesinas, póngase Ibar”. Ibargüengoitia no aceptó acortar su nombre, y más tarde renunció a las tablas: “tengo facilidad para el diálogo, pero no para sostenerlo con gente de teatro”, diría años después. En 1962 publicó su última obra de teatro El atentado, la cual le valió el Premio Casa de las Américas. Los relámpagos de agosto (1964) fue su primera novela, una llena de sátira y denuncia política. La ley de Herodes (1967), Maten al león (1969), Estas ruinas que ves (1975, Premio de Novela México 1974), Las muertas (1977), Dos crímenes (1979) y Los conspiradores (1981), así como varias antologías de sus colaboraciones en periódicos y revistas. Su obra, llena de mordáz crítica y caústico humor e ironía, fue mal vista por la crítica de su época por tratar con irreverencia algunos pasajes de nuestra historia. Su literatura es un ejemplo de cómo desacralizar la historia y de cómo darle la espalda a lo políticamente correcto, se mofa del comportamiento chovinista de los héroes nacionales y que quita lo solemne a lo que nunca debió tenerlo. Fiel a ese tono mordaz escribió la novela Dos crímenes. En ella encontramos la confluencia de características que están presentes en la obra de Ibargüengoitia: los lugares de provincia, los personajes cínicos y la mirada crítica, por mencionar los más. En ella, el autor retrató los aires provincianos que tanto frecuentaba en los textos; esta vez no es Cuévano el lugar central, pero Muérdago, donde se desarrolla la historia, queda muy cerca. De esta manera, conoceremos las costumbres de Muérdago que, aunque ficticio, representa lo que son todavía algunas provincias del país: “lugares tranquilos” en los que todos saben la vida de sus conocidos y se rumora hasta lo que no.

    Capítulo 6. Dos crímenes, Jorge Ibargüengoitia.

    Play Episode Listen Later Nov 6, 2021 24:45


    “Si no voy a cambiar al mundo, cuando menos quiero demostrar que no todo aquí es drama”. Jorge Ibargüengoitia Antillón, “el chispazo del sentido común” (Guanajuato, 22 de enero de 1928 - Madrid, 27 de noviembre de 1983). Tras enviudar su madre, el pequeño Jorge creció rodeado de mujeres. Cuando tenía tres años su familia se mudó a la capital. “Escribí mi primera obra literaria a los seis años y la segunda a los veintitrés. ‪Las dos‬ se han perdido”, dijo. Todas sus tías querían que se convirtiera en ingeniero, razón por la cual se inscribió a la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Sin embargo, su pasión por las letras lo llevó a renunciar a este camino, faltándole dos años para terminar la carrera, “Las mujeres que había en la casa pasaron quince años lamentando esta decisión: ‘lo que nosotras hubiéramos querido', decían, ‘es que fueras ingeniero', más tarde se acostumbraron”. Estudió Filosofía y Letras (fue alumno destacado Rodolfo Usigli, padre del teatro mexicano moderno), y cuando se tituló comenzó a dar clases. Escribió 17 obras, Usigli le recomendó cambiarse el apellido, “en un país tan precario como México, los teatros no tienen suficientes letras para las marquesinas, póngase Ibar”. Ibargüengoitia no aceptó acortar su nombre, y más tarde renunció a las tablas: “tengo facilidad para el diálogo, pero no para sostenerlo con gente de teatro”, diría años después. En 1962 publicó su última obra de teatro El atentado, la cual le valió el Premio Casa de las Américas. Los relámpagos de agosto (1964) fue su primera novela, una llena de sátira y denuncia política. La ley de Herodes (1967), Maten al león (1969), Estas ruinas que ves (1975, Premio de Novela México 1974), Las muertas (1977), Dos crímenes (1979) y Los conspiradores (1981), así como varias antologías de sus colaboraciones en periódicos y revistas. Su obra, llena de mordáz crítica y caústico humor e ironía, fue mal vista por la crítica de su época por tratar con irreverencia algunos pasajes de nuestra historia. Su literatura es un ejemplo de cómo desacralizar la historia y de cómo darle la espalda a lo políticamente correcto, se mofa del comportamiento chovinista de los héroes nacionales y que quita lo solemne a lo que nunca debió tenerlo. Fiel a ese tono mordaz escribió la novela Dos crímenes. En ella encontramos la confluencia de características que están presentes en la obra de Ibargüengoitia: los lugares de provincia, los personajes cínicos y la mirada crítica, por mencionar los más. En ella, el autor retrató los aires provincianos que tanto frecuentaba en los textos; esta vez no es Cuévano el lugar central, pero Muérdago, donde se desarrolla la historia, queda muy cerca. De esta manera, conoceremos las costumbres de Muérdago que, aunque ficticio, representa lo que son todavía algunas provincias del país: “lugares tranquilos” en los que todos saben la vida de sus conocidos y se rumora hasta lo que no.

    Capítulo 5. Dos crímenes, Jorge Ibargüengoitia.

    Play Episode Listen Later Nov 5, 2021 27:05


    “Si no voy a cambiar al mundo, cuando menos quiero demostrar que no todo aquí es drama”. Jorge Ibargüengoitia Antillón, “el chispazo del sentido común” (Guanajuato, 22 de enero de 1928 - Madrid, 27 de noviembre de 1983). Tras enviudar su madre, el pequeño Jorge creció rodeado de mujeres. Cuando tenía tres años su familia se mudó a la capital. “Escribí mi primera obra literaria a los seis años y la segunda a los veintitrés. ‪Las dos‬ se han perdido”, dijo. Todas sus tías querían que se convirtiera en ingeniero, razón por la cual se inscribió a la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Sin embargo, su pasión por las letras lo llevó a renunciar a este camino, faltándole dos años para terminar la carrera, “Las mujeres que había en la casa pasaron quince años lamentando esta decisión: ‘lo que nosotras hubiéramos querido', decían, ‘es que fueras ingeniero', más tarde se acostumbraron”. Estudió Filosofía y Letras (fue alumno destacado Rodolfo Usigli, padre del teatro mexicano moderno), y cuando se tituló comenzó a dar clases. Escribió 17 obras, Usigli le recomendó cambiarse el apellido, “en un país tan precario como México, los teatros no tienen suficientes letras para las marquesinas, póngase Ibar”. Ibargüengoitia no aceptó acortar su nombre, y más tarde renunció a las tablas: “tengo facilidad para el diálogo, pero no para sostenerlo con gente de teatro”, diría años después. En 1962 publicó su última obra de teatro El atentado, la cual le valió el Premio Casa de las Américas. Los relámpagos de agosto (1964) fue su primera novela, una llena de sátira y denuncia política. La ley de Herodes (1967), Maten al león (1969), Estas ruinas que ves (1975, Premio de Novela México 1974), Las muertas (1977), Dos crímenes (1979) y Los conspiradores (1981), así como varias antologías de sus colaboraciones en periódicos y revistas. Su obra, llena de mordáz crítica y caústico humor e ironía, fue mal vista por la crítica de su época por tratar con irreverencia algunos pasajes de nuestra historia. Su literatura es un ejemplo de cómo desacralizar la historia y de cómo darle la espalda a lo políticamente correcto, se mofa del comportamiento chovinista de los héroes nacionales y que quita lo solemne a lo que nunca debió tenerlo. Fiel a ese tono mordaz escribió la novela Dos crímenes. En ella encontramos la confluencia de características que están presentes en la obra de Ibargüengoitia: los lugares de provincia, los personajes cínicos y la mirada crítica, por mencionar los más. En ella, el autor retrató los aires provincianos que tanto frecuentaba en los textos; esta vez no es Cuévano el lugar central, pero Muérdago, donde se desarrolla la historia, queda muy cerca. De esta manera, conoceremos las costumbres de Muérdago que, aunque ficticio, representa lo que son todavía algunas provincias del país: “lugares tranquilos” en los que todos saben la vida de sus conocidos y se rumora hasta lo que no.

    Capítulo 4. Dos crímenes, Jorge Ibargüengoitia.

    Play Episode Listen Later Nov 4, 2021 27:47


    “Si no voy a cambiar al mundo, cuando menos quiero demostrar que no todo aquí es drama”. Jorge Ibargüengoitia Antillón, “el chispazo del sentido común” (Guanajuato, 22 de enero de 1928 - Madrid, 27 de noviembre de 1983). Tras enviudar su madre, el pequeño Jorge creció rodeado de mujeres. Cuando tenía tres años su familia se mudó a la capital. “Escribí mi primera obra literaria a los seis años y la segunda a los veintitrés. ‪Las dos‬ se han perdido”, dijo. Todas sus tías querían que se convirtiera en ingeniero, razón por la cual se inscribió a la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Sin embargo, su pasión por las letras lo llevó a renunciar a este camino, faltándole dos años para terminar la carrera, “Las mujeres que había en la casa pasaron quince años lamentando esta decisión: ‘lo que nosotras hubiéramos querido', decían, ‘es que fueras ingeniero', más tarde se acostumbraron”. Estudió Filosofía y Letras (fue alumno destacado Rodolfo Usigli, padre del teatro mexicano moderno), y cuando se tituló comenzó a dar clases. Escribió 17 obras, Usigli le recomendó cambiarse el apellido, “en un país tan precario como México, los teatros no tienen suficientes letras para las marquesinas, póngase Ibar”. Ibargüengoitia no aceptó acortar su nombre, y más tarde renunció a las tablas: “tengo facilidad para el diálogo, pero no para sostenerlo con gente de teatro”, diría años después. En 1962 publicó su última obra de teatro El atentado, la cual le valió el Premio Casa de las Américas. Los relámpagos de agosto (1964) fue su primera novela, una llena de sátira y denuncia política. La ley de Herodes (1967), Maten al león (1969), Estas ruinas que ves (1975, Premio de Novela México 1974), Las muertas (1977), Dos crímenes (1979) y Los conspiradores (1981), así como varias antologías de sus colaboraciones en periódicos y revistas. Su obra, llena de mordáz crítica y caústico humor e ironía, fue mal vista por la crítica de su época por tratar con irreverencia algunos pasajes de nuestra historia. Su literatura es un ejemplo de cómo desacralizar la historia y de cómo darle la espalda a lo políticamente correcto, se mofa del comportamiento chovinista de los héroes nacionales y que quita lo solemne a lo que nunca debió tenerlo. Fiel a ese tono mordaz escribió la novela Dos crímenes. En ella encontramos la confluencia de características que están presentes en la obra de Ibargüengoitia: los lugares de provincia, los personajes cínicos y la mirada crítica, por mencionar los más. En ella, el autor retrató los aires provincianos que tanto frecuentaba en los textos; esta vez no es Cuévano el lugar central, pero Muérdago, donde se desarrolla la historia, queda muy cerca. De esta manera, conoceremos las costumbres de Muérdago que, aunque ficticio, representa lo que son todavía algunas provincias del país: “lugares tranquilos” en los que todos saben la vida de sus conocidos y se rumora hasta lo que no.

    Capítulo 3. Dos crímenes, Jorge Ibargüengoitia.

    Play Episode Listen Later Nov 3, 2021 33:25


    “Si no voy a cambiar al mundo, cuando menos quiero demostrar que no todo aquí es drama”. Jorge Ibargüengoitia Antillón, “el chispazo del sentido común” (Guanajuato, 22 de enero de 1928 - Madrid, 27 de noviembre de 1983). Tras enviudar su madre, el pequeño Jorge creció rodeado de mujeres. Cuando tenía tres años su familia se mudó a la capital. “Escribí mi primera obra literaria a los seis años y la segunda a los veintitrés. ‪Las dos‬ se han perdido”, dijo. Todas sus tías querían que se convirtiera en ingeniero, razón por la cual se inscribió a la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Sin embargo, su pasión por las letras lo llevó a renunciar a este camino, faltándole dos años para terminar la carrera, “Las mujeres que había en la casa pasaron quince años lamentando esta decisión: ‘lo que nosotras hubiéramos querido', decían, ‘es que fueras ingeniero', más tarde se acostumbraron”. Estudió Filosofía y Letras (fue alumno destacado Rodolfo Usigli, padre del teatro mexicano moderno), y cuando se tituló comenzó a dar clases. Escribió 17 obras, Usigli le recomendó cambiarse el apellido, “en un país tan precario como México, los teatros no tienen suficientes letras para las marquesinas, póngase Ibar”. Ibargüengoitia no aceptó acortar su nombre, y más tarde renunció a las tablas: “tengo facilidad para el diálogo, pero no para sostenerlo con gente de teatro”, diría años después. En 1962 publicó su última obra de teatro El atentado, la cual le valió el Premio Casa de las Américas. Los relámpagos de agosto (1964) fue su primera novela, una llena de sátira y denuncia política. La ley de Herodes (1967), Maten al león (1969), Estas ruinas que ves (1975, Premio de Novela México 1974), Las muertas (1977), Dos crímenes (1979) y Los conspiradores (1981), así como varias antologías de sus colaboraciones en periódicos y revistas. Su obra, llena de mordáz crítica y caústico humor e ironía, fue mal vista por la crítica de su época por tratar con irreverencia algunos pasajes de nuestra historia. Su literatura es un ejemplo de cómo desacralizar la historia y de cómo darle la espalda a lo políticamente correcto, se mofa del comportamiento chovinista de los héroes nacionales y que quita lo solemne a lo que nunca debió tenerlo. Fiel a ese tono mordaz escribió la novela Dos crímenes. En ella encontramos la confluencia de características que están presentes en la obra de Ibargüengoitia: los lugares de provincia, los personajes cínicos y la mirada crítica, por mencionar los más. En ella, el autor retrató los aires provincianos que tanto frecuentaba en los textos; esta vez no es Cuévano el lugar central, pero Muérdago, donde se desarrolla la historia, queda muy cerca. De esta manera, conoceremos las costumbres de Muérdago que, aunque ficticio, representa lo que son todavía algunas provincias del país: “lugares tranquilos” en los que todos saben la vida de sus conocidos y se rumora hasta lo que no.

    Capítulo 2. Dos crímenes, Jorge Ibargüengoitia.

    Play Episode Listen Later Nov 2, 2021 31:21


    “Si no voy a cambiar al mundo, cuando menos quiero demostrar que no todo aquí es drama”. Jorge Ibargüengoitia Antillón, “el chispazo del sentido común” (Guanajuato, 22 de enero de 1928 - Madrid, 27 de noviembre de 1983). Tras enviudar su madre, el pequeño Jorge creció rodeado de mujeres. Cuando tenía tres años su familia se mudó a la capital. “Escribí mi primera obra literaria a los seis años y la segunda a los veintitrés. ‪Las dos‬ se han perdido”, dijo. Todas sus tías querían que se convirtiera en ingeniero, razón por la cual se inscribió a la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Sin embargo, su pasión por las letras lo llevó a renunciar a este camino, faltándole dos años para terminar la carrera, “Las mujeres que había en la casa pasaron quince años lamentando esta decisión: ‘lo que nosotras hubiéramos querido', decían, ‘es que fueras ingeniero', más tarde se acostumbraron”. Estudió Filosofía y Letras (fue alumno destacado Rodolfo Usigli, padre del teatro mexicano moderno), y cuando se tituló comenzó a dar clases. Escribió 17 obras, Usigli le recomendó cambiarse el apellido, “en un país tan precario como México, los teatros no tienen suficientes letras para las marquesinas, póngase Ibar”. Ibargüengoitia no aceptó acortar su nombre, y más tarde renunció a las tablas: “tengo facilidad para el diálogo, pero no para sostenerlo con gente de teatro”, diría años después. En 1962 publicó su última obra de teatro El atentado, la cual le valió el Premio Casa de las Américas. Los relámpagos de agosto (1964) fue su primera novela, una llena de sátira y denuncia política. La ley de Herodes (1967), Maten al león (1969), Estas ruinas que ves (1975, Premio de Novela México 1974), Las muertas (1977), Dos crímenes (1979) y Los conspiradores (1981), así como varias antologías de sus colaboraciones en periódicos y revistas. Su obra, llena de mordáz crítica y caústico humor e ironía, fue mal vista por la crítica de su época por tratar con irreverencia algunos pasajes de nuestra historia. Su literatura es un ejemplo de cómo desacralizar la historia y de cómo darle la espalda a lo políticamente correcto, se mofa del comportamiento chovinista de los héroes nacionales y que quita lo solemne a lo que nunca debió tenerlo. Fiel a ese tono mordaz escribió la novela Dos crímenes. En ella encontramos la confluencia de características que están presentes en la obra de Ibargüengoitia: los lugares de provincia, los personajes cínicos y la mirada crítica, por mencionar los más. En ella, el autor retrató los aires provincianos que tanto frecuentaba en los textos; esta vez no es Cuévano el lugar central, pero Muérdago, donde se desarrolla la historia, queda muy cerca. De esta manera, conoceremos las costumbres de Muérdago que, aunque ficticio, representa lo que son todavía algunas provincias del país: “lugares tranquilos” en los que todos saben la vida de sus conocidos y se rumora hasta lo que no.

    Capítulo 1. Dos crímenes, Jorge Ibargüengoitia.

    Play Episode Listen Later Nov 1, 2021 22:08


    “Si no voy a cambiar al mundo, cuando menos quiero demostrar que no todo aquí es drama”. Jorge Ibargüengoitia Antillón, “el chispazo del sentido común” (Guanajuato, 22 de enero de 1928 - Madrid, 27 de noviembre de 1983). Tras enviudar su madre, el pequeño Jorge creció rodeado de mujeres. Cuando tenía tres años su familia se mudó a la capital. “Escribí mi primera obra literaria a los seis años y la segunda a los veintitrés. ‪Las dos‬ se han perdido”, dijo. Todas sus tías querían que se convirtiera en ingeniero, razón por la cual se inscribió a la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Sin embargo, su pasión por las letras lo llevó a renunciar a este camino, faltándole dos años para terminar la carrera, “Las mujeres que había en la casa pasaron quince años lamentando esta decisión: ‘lo que nosotras hubiéramos querido', decían, ‘es que fueras ingeniero', más tarde se acostumbraron”. Estudió Filosofía y Letras (fue alumno destacado Rodolfo Usigli, padre del teatro mexicano moderno), y cuando se tituló comenzó a dar clases. Escribió 17 obras, Usigli le recomendó cambiarse el apellido, “en un país tan precario como México, los teatros no tienen suficientes letras para las marquesinas, póngase Ibar”. Ibargüengoitia no aceptó acortar su nombre, y más tarde renunció a las tablas: “tengo facilidad para el diálogo, pero no para sostenerlo con gente de teatro”, diría años después. En 1962 publicó su última obra de teatro El atentado, la cual le valió el Premio Casa de las Américas. Los relámpagos de agosto (1964) fue su primera novela, una llena de sátira y denuncia política. La ley de Herodes (1967), Maten al león (1969), Estas ruinas que ves (1975, Premio de Novela México 1974), Las muertas (1977), Dos crímenes (1979) y Los conspiradores (1981), así como varias antologías de sus colaboraciones en periódicos y revistas. Su obra, llena de mordáz crítica y caústico humor e ironía, fue mal vista por la crítica de su época por tratar con irreverencia algunos pasajes de nuestra historia. Su literatura es un ejemplo de cómo desacralizar la historia y de cómo darle la espalda a lo políticamente correcto, se mofa del comportamiento chovinista de los héroes nacionales y que quita lo solemne a lo que nunca debió tenerlo. Fiel a ese tono mordaz escribió la novela Dos crímenes. En ella encontramos la confluencia de características que están presentes en la obra de Ibargüengoitia: los lugares de provincia, los personajes cínicos y la mirada crítica, por mencionar los más. En ella, el autor retrató los aires provincianos que tanto frecuentaba en los textos; esta vez no es Cuévano el lugar central, pero Muérdago, donde se desarrolla la historia, queda muy cerca. De esta manera, conoceremos las costumbres de Muérdago que, aunque ficticio, representa lo que son todavía algunas provincias del país: “lugares tranquilos” en los que todos saben la vida de sus conocidos y se rumora hasta lo que no.

    Apuntes de un rencoroso. Juan José Arreola, Prosodia.

    Play Episode Listen Later Oct 28, 2021 5:32


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    El condenado. Juan José Arreola, Prosodia.

    Play Episode Listen Later Oct 28, 2021 2:31


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    El lay de Aristóteles. Juan José Arreola, Prosodia.

    Play Episode Listen Later Oct 27, 2021 3:32


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    Epitafio. Juan José Arreola, Prosodia.

    Play Episode Listen Later Oct 27, 2021 3:04


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    Autrui. Juan José Arreola, Prosodia.

    Play Episode Listen Later Oct 27, 2021 2:04


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    La canción de Peronelle. Juan José Arreola, Prosodia.

    Play Episode Listen Later Oct 27, 2021 3:17


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    El asesino. Juan José Arreola, Prosodia.

    Play Episode Listen Later Oct 27, 2021 2:04


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    El soñado. Juan José Arreola, Prosodia.

    Play Episode Listen Later Oct 26, 2021 2:46


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    Interview. Juan José Arreola, Prosodia.

    Play Episode Listen Later Oct 26, 2021 2:52


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    Alarma para el año 2000. Juan José Arreola, Prosodia.

    Play Episode Listen Later Oct 26, 2021 1:24


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    Los bienes ajenos. Juan José Arreola, Prosodia.

    Play Episode Listen Later Oct 26, 2021 1:22


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    La caverna. Juan José Arreola, Prosodia.

    Play Episode Listen Later Oct 26, 2021 1:55


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    Loco de amor. Juan José Arreola, Prosodia.

    Play Episode Listen Later Oct 25, 2021 1:44


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    El mapa de los objetos perdidos. Juan José Arreola, Prosodia.

    Play Episode Listen Later Oct 25, 2021 1:22


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    El diamante. Juan José Arreola, Prosodia.

    Play Episode Listen Later Oct 25, 2021 1:07


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    Flash. Juan José Arreola, Prosodia.

    Play Episode Listen Later Oct 25, 2021 1:03


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    Flor de retórica antigua. Juan José Arreola, Prosodia.

    Play Episode Listen Later Oct 25, 2021 1:00


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    Elegía. Juan José Arreola, Prosodia.

    Play Episode Listen Later Oct 23, 2021 1:28


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    El último deseo. Juan José Arreola, Prosodia.

    Play Episode Listen Later Oct 23, 2021 1:31


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    Libertad. Juan José Arreola, Prosodia.

    Play Episode Listen Later Oct 23, 2021 1:26


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    Una de dos. Juan José Arreola, Prosodia.

    Play Episode Listen Later Oct 23, 2021 1:27


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    De L'osservatore. Juan José Arreola, Prosodia.

    Play Episode Listen Later Oct 23, 2021 0:36


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    Infierno V. Juan José Arreola, Prosodia.

    Play Episode Listen Later Oct 22, 2021 1:07


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    Telemaquia. Juan José Arreola, Prosodia.

    Play Episode Listen Later Oct 22, 2021 1:18


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    Informe de Liberia. Juan José Arreola, Prosodia.

    Play Episode Listen Later Oct 22, 2021 2:21


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    Gravitación. Juan José Arreola, Cantos de mal dolor.

    Play Episode Listen Later Oct 22, 2021 1:21


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    Cláusulas. Juan José Arreola, Cantos de mal dolor.

    Play Episode Listen Later Oct 22, 2021 0:46


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    Armisticio. Juan José Arreola, Cantos de mal dolor.

    Play Episode Listen Later Oct 21, 2021 0:33


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    Luna de miel. Juan José Arreola, Cantos de mal dolor.

    Play Episode Listen Later Oct 21, 2021 1:44


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    Allons voir si la rose… Juan José Arreola, Cantos de mal dolor.

    Play Episode Listen Later Oct 21, 2021 1:32


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    Epitalamio. Juan José Arreola, Cantos de mal dolor.

    Play Episode Listen Later Oct 21, 2021 1:24


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    Teoría de Dulcinea. Juan José Arreola, Cantos de mal dolor.

    Play Episode Listen Later Oct 21, 2021 1:37


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    Dama de pensamientos. Juan José Arreola, Cantos de mal dolor.

    Play Episode Listen Later Oct 20, 2021 1:05


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    El encuentro. Juan José Arreola, Cantos de mal dolor.

    Play Episode Listen Later Oct 20, 2021 1:20


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    Tú y yo. Juan José Arreola, Cantos de mal dolor.

    Play Episode Listen Later Oct 20, 2021 3:00


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    Balada. Juan José Arreola, Cantos de mal dolor.

    Play Episode Listen Later Oct 20, 2021 2:27


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

    La lengua de Cervantes. Juan José Arreola, Cantos de mal dolor.

    Play Episode Listen Later Oct 20, 2021 0:56


    Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.

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