Lectura orante del Evangelio del Domingo y Fiestas de la liturgia católica.
Ciudad del Este, Paraguay
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(Juan 15, 1-8) «[...] Si vosotros permanecéis en Mí, y mis palabras permanecen en vosotros, todo lo que queráis, pedidlo, y lo tendréis: En esto es glorificada mi Padre: que llevéis mucho fruto, y seréis discípulos míos»
(Juan 13, 31-33a. 34-35) Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros: para que, así como Yo os he amado, vosotros también os améis unos a otros.
(Lucas 24, 1-12) «No está aquí; ha resucitado. Acordaos de lo que os dijo, estando aún en Galilea: que era necesario que el Hijo del hombre fuese entregado en manos de hombres pecadores, que fuese crucificado y resucitara el tercer día.»
(Lucas 19, 28-40) «Bendito el que viene, el Rey en nombre del Señor. En el cielo paz, y gloria en las alturas»
(Juan 8, 1-11) «Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra»
(Lucas 15, 1-3. 11-32) El padre dijo a sus servidores: «Pronto traed aquí la ropa, la primera, y vestidlo con ella; traed un anillo para su mano, y calzado para sus pies; y traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y hagamos fiesta: porque este hijo mío estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado».
(Lucas 13, 1-9) «¿Piensan ustedes que aquellos galileos, porque les sucedió esto, eran más pecadores que todos los demás galileos? Ciertamente que no; y si ustedes no se arrepienten, perecerán de manera semejante»
(Lucas 9, 28-36) «Maestro, sería bueno que nos quedáramos aquí y que hiciéramos tres chozas: una para ti, una para Moisés y otra para Elías»
(Lucas 4, 1-13) «En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó del Jordán y conducido por el mismo Espíritu, se internó en el desierto, donde permaneció durante cuarenta días y fue tentado por el demonio»
(Lucas 6, 39-45) «Un buen árbol no da frutos podridos, ni un árbol podrido da frutos buenos. Porque cada árbol se conoce por su propio fruto»
(Lucas 6, 27-38) «Ustedes, en cambio, amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar recompensa. Así tendrán un gran premio y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno hasta con los malos y los ingratos»
(Lucas 6, 17. 20-26) «[...] ¡Ay cuando digan bien de vosotros todos los hombres! porque lo mismo hicieron sus padres con los falsos profetas»
(Juan 2, 1-11) «Su madre dijo a los sirvientes: “Cualquier cosa que Él os diga, hacedla”»
(Lucas 5, 1-11) «Maestro, toda la noche estuvimos bregando y no pescamos nada, pero, sobre tu palabra, echaré las redes»
(Lucas 1, 1-4; 4, 14-21) «El Espíritu del Señor está sobre Mí, porque Él me ungió; Él me envió a dar la Buena Nueva a los pobres, a anunciar a los cautivos la liberación, y a los ciegos vista, a poner en libertarla los oprimidos, a publicar el año de gracia del Señor»
Evangelio según San Marcos 3, 7-12 Jesús Se retiró con sus discípulos hacia el mar, y mucha gente de Galilea […]
(Juan 2, 1-11) «Esta primera señal milagrosa la hizo Jesús en Caná de Galilea. Así reveló su gloria y sus discípulos creyeron en él»
(Lucas 3, 15-16. 21-22) «Yo, por mi parte, os bautizo con agua. Pero viene Aquel que es más poderoso que yo, a quien yo no soy digno de desatar la correa de sus sandalias. Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego»
(Juan 3, 22-30) Vosotros mismos me sois testigos de que yo he dicho: «No soy yo el Mesías, sino que he sido enviado delante de Él»
(Lucas 5, 12-16) «Señor, si Tú lo quieres, puedes limpiarme». Alargando la mano, lo tocó y dijo: «Quiero; sé limpiado»
(Lucas 4, 14-22) «El Espíritu del Señor está sobre Mí, porque Él me ungió»
(Marcos 6, 45-52) Mas Él, al instante, les habló y les dijo: «¡Animo! soy Yo. No tengáis miedo». Subió entonces con ellos a la barca, y se calmó el viento.
(Marcos 6, 34-44) «Y recogieron doce canastos llenos de los trozos y de los peces. Los que habían comido panes, eran cinco mil varones»
(Mateo 4, 12-17. 23-25) «Arrepentíos porque el reino de los cielos está cerca»
(Lucas 1, 39-45) «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu seno! ¿Y de dónde me viene, que la madre de mi Señor venga a mí?[...]»
(Lucas 1, 26-38) «Salve, llena de gracia; el Señor es contigo» Al oír estas palabras, se turbó, y se preguntaba qué podría significar este saludo.
(Lucas 3, 10-18) «Él tiene el bieldo en la mano para separar el trigo de la paja; guardará el trigo en su granero y quemará la paja en un fuego que no se extingue»
(Lucas 21, 25-28. 34-36) «Velad, pues, y no ceséis de rogar para que podáis escapar a todas estas cosas que han de suceder, y estar en pie delante del Hijo del hombre»
(Marcos 13, 24-32) «Pero en aquellos días, después de la tribulación aquella, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y los astros estarán cayendo del cielo, y las fuerzas que hay en los cielos serán sacudidas. Entonces, verán al Hijo del hombre viniendo en las nubes con gran poder y gloria»
San Alberto, llamado «Magno», Obispo y Doctor de la Iglesia, enseñó de palabra y en sus escritos las disciplinas filosóficas y divinas, y fue maestro de santo Tomás de Aquino, uniendo la sabiduría de los santos con la ciencias humanas y naturales.
(Marcos 12, 38-44) «En verdad, os digo, esta pobre viuda ha echado más que todos los que echaron en el arca. Porque todos los otros echaron de lo que les sobraba, pero ésta ha echado de su propia indigencia todo lo que tenía, todo su sustento»
(Marcos 12, 28-34) «Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, un solo Señor es. Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza»
(Marcos 10, 46-52) Jesús le dijo: «¿Qué deseas que te haga?» El ciego le respondio: «¡Rabbuni, que yo vea!» Jesús le dijo: «¡Anda! tu fe te ha sanado»
(Lucas 12, 13-21) «Eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea»
(Marcos 10, 35-45) «[...] Porque también el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos»
(Juan 15, 1-8) «Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Quien permanece en Mí, y Yo en él, lleva mucho fruto, porque separados de Mí no podéis hacer nada»
(Marcos 10, 17-30) «Una cosa te queda: anda, vende todo lo que posees y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; despues, vuelve, y sígueme, llevando la cruz»
(Lucas 10, 38-42) «¡Marta, Marta! tú te afanas y te agitas por muchas cosas. Una sola es necesaria. María eligió la buena parte, que no le será quitada»
(Marcos 10, 2-16) «Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos vendrán a ser una sola carne. De modo que no son ya dos, sino una sola carne. ¡Y bien! ¡lo que Dios ha unido, el hombre no lo separe!»
(Mateo 18,1-5) «Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos»
(Mateo 13, 47-53) «Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de familia, que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas»
(Marcos 9, 30-37) «Si alguno quiere, ser el primero, deberá ser el último de todos y el servidor de todos»
(Marcos 7, 31-37) Y en el colmo de la admiración, decían: «Todo lo hizo bien: hace oír a los sordos, y hablar a los mudos»
(Lucas 22, 24-30) «Por eso, yo les doy un reino, como mi Padre me lo dio a mí, y ustedes comerán y beberán a mi mesa en mi reino, y se sentarán en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel»
(Lucas 7, 11-17) «El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre»
(Juan 6, 60-69) «Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y sabemos que Tú eres el Santo de Dios»
(Juan 21, 1. 15-19) «Señor, Tú lo sabes todo; sabes que te quiero»
(Mateo 17, 14-20) «Por vuestra falta de fe. Porque en verdad os digo: Que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diríais a esta montaña: “Pásate de aquí, allá”, y se pasaría, y no habría para vosotros cosa imposible»
(Marcos 9, 2-10) Sus vestidos se pusieron resplandecientes y de tal blancura; que no hay batanero sobre esta tierra, capaz de blanquearlos así. Y se les aparecieron Elías y Moisés y conversaban con Jesús.
(Juan 6, 24-35) «Soy Yo el pan de vida; quien viene a Mí, no tendrá más hambre, y quien cree en Mí, nunca más tendrá sed»
(Mateo 13, 36-43) «El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y recogerán de su reino todos los escándalos, y a los que cometen la iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. ¡Quien tiene oídos, oiga!»