Meditaciones para ayudar a la gente joven (y también, a la menos joven) en el arte de la oración.
Y mientras estaban allí [en Belén] le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada (Lc 2,6s).
Meditación sobre la importancia de hacer oración. El mejor ejemplo que tenemos es la Virgen, que acompañó a Jesús hasta el final en la Cruz.
Esto es lo más peligroso: la tibieza. El tibio juega a dos bandas: con Dios y con el enemigo.
El cristianismo significó para el mundo cansado y viejo de la antigüedad, una auténtica explosión de alegría.
Grupo de personas especialmente unidas y con intereses llamativos comunes. Es coloquial y se suele usar o como festivo para referirse a un grupo propio o como despectivo para referirse a un grupo ajeno.
La Virgen, al ser la que más sufrió, también fue la más dichosa. A Ella especialmente se le aplican las palabras de Jesús, que viene a decir algo así como: «dichosos los que llevan la cruz de cada día porque ellos estarán llenos de felicidad».
Ella le entregó su sangre y su cuerpo. A ella le debemos, que el pan que bajó del Cielo, lo tengamos en el Sagrario.
Próximamente celebramos el misterio principal de nuestra fe: Que Dios es Padre, que Dios es Hijo y que Dios es Espíritu Santo. Es la vida íntima de Dios que ha sido revelada por Jesús.
A ella le debemos, que el pan que bajó del Cielo, lo tengamos en el Sagrario.
Cada vez que nosotros rezamos «el Padrenuestro», el Señor nos contesta con «el hijo mío»: «Hijo mío que estás en la tierra…»
Y es que en la Iglesia, la manifestación del amor debe ir por delante del ejercicio de la autoridad. Si uno tiene la obligación de mandar, lo primero que tiene que hacer es amar. Porque sin amor la autoridad se va convirtiendo en tiranía con el paso del tiempo. Por eso el Señor le pregunta: –Simón, hijo de Juan, ¿me amas tú más que estos? (Jn 21, 15).
Después de la Resurrección del Señor los apóstoles volvieron a Galilea. Y algunos estaban con Pedro a orillas del Mar de Tiberíades, un lago lleno de recuerdos para ellos... Ya hacía años que mientras estaban faenando allí, el Señor les dijo que habían sido elegidos para ser pescadores de hombres.
Hay gente que le coge miedo a Dios porque la idea que se han hecho De Dios es un reflejo de lo que son ellas. Si una persona es dura e intransigente. Acaba pensando que Dios es así.
Según nos cuenta el Evangelio la última palabra que dijo el Señor a Pedro fue: Sígueme. Y esta misma palabra se la dirigió a Juan Pablo II durante toda su vida. Sígueme llevando la cruz. "Sígueme", esta palabra de Jesús puede considerarse la explicación de la vida y del éxito de Juan Pablo II.
El primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Pero encontraron que la piedra había sido retirada del sepulcro, y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. No sabían que pensar de esto, cuando se presentaron ante ellas dos hombres con vestidos resplandecientes. Ellas, despavoridas, miraban al suelo, y ellos les dijeron: "¿Por qué buscáis ente los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado"» (Lc 24, 1-6). «"Si no resucitó Cristo, vana es nuestra predicación, vana también vuestra fe" (1Cor 15, 14). La Resurrección constituye ante todo la confirmación de todo lo que Cristo hizo y enseñó» (CIC, 651). meditación espiritualidad cristianismo
«Llegados al lugar llamado "La Calavera", le crucificaron allí a él y a los dos malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: "Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen"... Era ya eso de mediodía cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la media tarde. El velo del Santuario se rasgó por medio y Jesús, dando un fuerte grito dijo: "Padre, en tus manos pongo mis espíritu" y, dicho esto, expiró» (Lc 23, 33-46). «"Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras" (1Cor 15, 3)» (CIC, 619).
«Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: "Tomad, comed, éste es mi cuerpo"» (Mt 26, 26). «Al celebrar la última Cena con sus apóstoles en el transcurso del banquete pascual, Jesús dio su sentido definitivo a la pascua judía. En efecto, el paso de Jesús a su Padre por su muerte y su resurrección, la Pascua nueva, es anticipada en la Cena y celebrada en la Eucaristía que da cumplimiento a la pascua judía y anticipa la pascua final de la Iglesia en la gloria del Reino» (CIC, 1.341).
Jesús ora en el huerto, para que la voluntad de Dios se haga en todo...................................................................................
No es que la vocación de Judas fuese la de traidor, sino muy al contrario había sido elegido para algo grande, igual que Pedro.......................................................
«Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del campo, el padre de Alejandro y de Rufo, a que llevara su cruz. Lo condujeron al lugar del Gólgota, que quiere decir de la "Calavera"» (Mc 15, 21-22). «Al aceptar en su voluntad humana que se haga la voluntad del Padre, acepta su muerte como redentora para "llevar nuestras faltas en su cuerpo sobre el madero" (1P 2, 24)» (CIC, 612).
-Maestro, ?qué tengo que hacer para ir al cielo? Es la pregunta que un un experto en la ley le realiza a Jesús para tentarle. El Señor les relata la parábola del buen samaritano.
"El se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: "Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!" Pero él le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado."
Aquí en la tierra, los hijos, a partir de cierto momento, se van desvinculando cada vez más de la vida de sus padres. En cierta forma, después de la generación, el hijo se va haciendo cada vez más autónomo. Sobre todo cuando descubre las limitaciones de sus padres. En la Santísima Trinidad, continuamente –eternamente– el Padre está siendo Padre. Y está dando su vida eterna al Hijo, y continuamente –eternamente– el Hijo está siendo Hijo, recibiendo todo su ser. Absolutamente todo lo recibe.
El Señor estaba en medio de sus discípulos como maestro. –Así eres tú, Señor, que nos enseñas y corriges. El Maestro, de verdad enseñaba y reprendía. Y los Apóstoles aceptaban con humildad las correcciones de Jesús. El Evangelio, que cuenta también los defectos de los discípulos del Señor, en ninguna ocasión nos dice que los apóstoles se enfadaran por lo que Jesús les decía.
Al meditar sobre las tentaciones de Jesús y las nuestras, podríamos considerar que la peor de ella, es la que va dirigida a entibiar el Amor. Sería la tentación contra la Caridad, a la que san Juan llama soberbia de la vida. La otras tentaciones importantes, como la concupiscencia de la carne, y la de los ojos, también nos conducen al lado oscuro, pero lo peor es la soberbia, el pecado propio de Satán –príncipe de los diablos–, que sumerge al hombre en abismos de sombra.
Aunque Abrahán fue un hombre afortunado, no lo fue tanto como María. Ella podía contemplar al mismo Dios. Y eso es lo que nosotros intentamos hacer en nuestra oración, contemplar a Dios. Especialmente en el rosario que es mirar a Dios con los ojos de María.
Amémonos unos a otros ya que el Amor es de Dios (Juan 4, 7). Lo natural en el hombre es el egoísmo, el altruismo no se da sin esfuerzo. Cuando la criatura humana piensa en si misma se vuelve agresiva.
Mucha gente actúa «en la práctica » como si la oración mental se hiciera «solo con la inteligencia». Y estar convencido de que la oración es más bien cuestión intelectual lleva a pensar que «es una cosa difícil», que no se hace bien cuando uno no se concentra.
El amor que han tenido los santos, ha sido desbordante: como los árboles de los parques románticos. Así debe ser, pues el amor cuando es intenso tiene poco de civilizado, de amaestrado, sino que es impetuoso.
Los cristianos auténticos han sido personas que sólo tenían un fin principal. Eso tiene muchas consecuencias prácticas. No debemos contrariarnos, chirriar, si no tenemos tiempo para algunas de nuestras cosas personales, porque en realidad no deberíamos tener cosas sólo personales, como si sólo fueran solo nuestras.
Podemos decir que tenemos «el agobio» como un compañero de viaje. No solo el agobio, sino también la fatiga, el cansancio, la enfermedad son compañeros inseparables de nuestra vida.
Jesús, siendo muy joven, la primera vez que va con sus padres de peregrinación a Jerusalén, en vez de seguirles se va por otro camino, sin decir nada a nadie. María y José al no encontrarlo, lo buscan, y de forma angustiosa, porque Jesús nunca se había portado así, y pensaban que le habría pasado algo.
Ya desde niños vamos ya tomando decisiones: comernos la verdura, levantarnos puntualmente, poner la mesa... ir a ver a la abuela aunque no nos dé dinero. Decisiones pequeñas pero que van haciéndonos por dentro de una forma o de otra.
La felicidad nunca es solitaria: junto a la persona que queremos el corazón salta de gozo. Y es que la alegría es la manifestación más explosiva del amor. No hay nada que enamore tanto como la alegría: que es el mensaje más certero del amor. Por eso la historia de la Palabra de Dios al hacerse hombre, su Evangelio, tenía que empezar diciéndonos: ¡Alégrate!
En alguna ocasión cuando se aconseja a alguna persona meditar el Evangelio, siempre hay alguien que dice: –La mala suerte es que te encuentres con la genealogía. Se lo toman como una cosa chistosa. No es posible sacarle partido a la meditación de Abrahán engendró... David engendró... Pues con la ayuda del Espíritu Santo vamos nosotros a intentar sacarle partido.
Sobre Juan el Bautista el ángel le había dicho a Zacarías: “Convertirá a muchos de los hijos de Israel al Señor su Dios; e irá delante de Él con el espíritu y el poder de Elías para convertir los corazones de los padres hacia los hijos” Lc 2,16-17
Allí estaba yo mirando al Niño hasta que se despertó, y de vez en cuando le guiñaba un ojo. Hasta que él miró mis grandísimas orejas, y me sonrió. Fue la primera sonrisa del mejor hombre que ha existido.
Y mientras estaban allí [en Belén] le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada (Lc 2,6s).
Verdaderamente los números tienen un valor simbólico y en el Evangelio se utiliza. En este caso el número 14 se utiliza para decir que Jesús era el descendiente directo de David. En hebreo antiguo no existía la cifra, el carácter gráfico que sirve para representar un número. Sino que los números se representaban por las letras del alefato, el alfabeto hebreo. Por ejemplo la primera letra, el aleph, representaba el uno, y así sucesivamente. Y precisamente las letras del nombre de David dan el valor numérico de 14. Por eso en la genealogía aparece el número 14 tres veces, como diciendo: David, David, David.
No es extraño que Juan se desconcertara, y que mandase preguntar al Señor qué significaba todo lo que estaba ocurriendo. Por eso pregunta: –«¿Eres tú el que ha de venir o esperamos a otro?» (Mt 11,3). Lo mismo tenemos que hacer nosotros cuando nos desconcertamos: ir al Señor y preguntarle en la oración.
Nació sin pecado, gracias a Jesús Como sabéis la Inmaculada Concepción es una de las celebraciones más importantes de la Virgen. Por eso nos hemos estado preparando con una novena. Fue un 8 de diciembre del año 1854, cuando el Papa Pio IX quiso definir, como dogma de fe, que la Virgen fue concebida sin pecado original.
Algunas personas al hablar sobre esta época, dicen: –Ahora, con la que está cayendo... En Galicia se habla de melura cuando el agua cae en forma de miel. Pues ahora estamos en un tiempo sentimental y se toma por bueno lo que produce buenos sentimientos. Así que nos encontramos en tiempos de melura, donde lo melifluo nos invade como si se tratase de una lluvia de azúcar.
La hipocresía es una enfermedad de la vida espiritual que consiste en el postureo. Ya que no se puede alcanzar la virtud, por lo menos se aparenta. Por vanidad se ocultan los fallos, se maquillan. Al hipócrita le gustaría ser lo que aparenta, pero no hace nada para salir de esa enfermedad.
En el Evangelio que acabamos de escuchar se nos habla de que el Señor realiza curaciones y multiplica los panes (cfr. Mt 15, 29-37). Parece como si las dos cosas estuviesen unidas: Eucaristía y milagros.
Tres de las cuatro exhortaciones apostólicas del Papa, llevan por título: La alegría del Evangelio, La alegría del amor y Alegraos y regocijaos. Algo nos querrá decir el Señor a través de su vicario...
Todos nosotros tenemos nuestra historia. El evangelio nos cuenta la de un militar que se convierte gracias a su fe (cfr. Mt 8, 5-11). También cada uno podría contar el relato de su vida...
En el Evangelio hemos escuchado esas palabras de Jesús: estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. (Mt 24, 37-44). El Señor quiere decirnos hoy, que estemos preparados para los acontecimientos que se avecinan. La iluminación de las calles, las tiendas con los regalos, las felicitaciones de Navidad todo nos va a recordar esa idea: Dios está cerca (cfr. Segunda Lectura de la Misa: Rm 13, 11-14).
La Iglesia comienza la Misa de hoy –el primer día de la novena a la Inmaculada– con estas palabras: El Señor, junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Pedro y Andrés, y los llamó: Venid conmigo y os haré pescadores de hombres (Antífona de Entrada de la Misa: cfr. Mt 4,18-19).
Es la muerte nuestra última prueba. Por eso, en el rezo del Vía Crucis con frecuencia se pide a Dios la más importante de sus gracias, «la perseverancia final y una muerte santa».
Dios tiene presente todo lo que ocurre en el mundo. No se le escapa nada. Además nada puede vencerle. El mal no podrá triunfar, aunque a veces de la impresión de que esté acabando con el bien.
Jesús no animó a los primeros a que no tuvieran fallos, como su Padre no los tiene, sino que les dijo: sed perfectos a la manera como mi Padre es perfecto.