Meditaciones sobre espiritualidad cristiana
P. Juan Carlos Miguel Cuellar Serrano
Llegamos juntos al final de nuestro camino bíblico. Hoy contemplamos a tantos hermanos y hermanas de los primeros tiempos de la Iglesia, cuyos nombres apenas conocemos, pero que forman parte de la gran “nube de testigos” (Rm 16). Gracias a su fidelidad silenciosa, la fe se transmitió hasta nosotros.
San Esteban, lleno de gracia y del Espíritu Santo, fue el primer cristiano en entregar su vida confesando a Cristo. Su mirada al cielo y su perdón a los verdugos reflejan la victoria del Resucitado en el corazón de sus discípulos. Una fe valiente que ilumina nuestra vida hoy.
Pasar de perseguidor a proclamador de la fe, san Pablo que nos recuerda que no hay santo sin pasado ni pecador sin esperanza
Contemplamos aquella familia de Betania que tantas veces recibio a Jesús y que fue testigo de su amor, misericordia y gloria
En este día del mes de la Biblia contemplamos a aquella que ha venido a ser conocida como la apóstola de los apóstoles
En este día contemplamos la figura de Santiago, hijo de Zebedeo y hermano de Juan, el primero de los apóstoles en compartir el caliz del Señor dando el supremo testimonio hasta derramar su sangre por Él.
Contemplamos en este día al apóstol que estuvo al pie de la cruz junto a Jesús
Contemplamos la figura de san Pedro, que en medio de sus debilidades supo reconocer a Cristo y acoger su bondad y misericordia
Juan es la voz que prepara el camino del Señor. Con humildad y valentía señaló: “Él debe crecer y yo disminuir”.
José, hombre justo y custodio de Jesús, nos enseña la fe silenciosa que actúa con hechos concretos.
María, la llena de gracia, nos muestra cómo vivir un “sí” confiado. Madre y discípula, nos conduce siempre a Jesús.
Daniel y sus amigos fueron fieles en medio del exilio. Su ejemplo nos invita a perseverar en la oración y la confianza.
En el exilio, Ezequiel anunció que Dios puede dar vida a los huesos secos y renovar nuestros corazones de piedra.
Jeremías, llamado desde joven, sufrió rechazo y persecución, pero ardía en su interior la Palabra como fuego.
Isaías anuncia al Dios-con-nosotros y al Siervo sufriente. Su palabra abre la esperanza en medio de las tinieblas.
Eliseo, discípulo de Elías, mostró el poder de Dios en lo cotidiano: pan compartido, consuelo, sanación. La fe toca lo real.
Elías experimentó a Dios en el fuego y en la brisa suave. Su vida nos enseña que el Señor actúa con poder y suavidad.
Salomón pidió sabiduría, pero al final su corazón se debilitó. Nos recuerda buscar lo esencial: un corazón fiel al Señor.
David, pastor y rey, supo caer y levantarse con humildad. Nos enseña que no hay santo sin pasado ni pecador sin futuro.
Saúl comenzó con promesa, pero terminó en desobediencia. Su historia nos advierte sobre el poder sin humildad ni fidelidad.
Samuel, profeta de la escucha, nos enseña a abrir el corazón para reconocer la voz de Dios en la oración y la vida diaria.
Rut, mujer extranjera y humilde, se convirtió en antepasada de Jesús. Su fidelidad y confianza nos inspiran a seguir al Señor en lo sencillo.
La vida de Sansón nos recuerda que nuestros dones solo tienen sentido cuando se ponen al servicio de Dios.
Día 7 – Gedeón: “El Señor está contigo, valiente guerrero”Gedeón, pequeño y débil a sus ojos, fue elegido por Dios para liberar. La victoria nace de la confianza, no de la fuerza humana.
Josué nos invita a decidir con valentía a quién servir. Su vida enseña que la fidelidad abre la puerta de la verdadera tierra prometida.
Moisés habló con Dios cara a cara y guió a Israel hacia la libertad. La fe hace fuerte al débil y abre caminos de esperanza.
José, vendido por sus hermanos, llegó a ser salvador de su pueblo. Dios transforma el dolor en camino de salvación.
Día 3 – Jacob: el que luchó con DiosJacob luchó y perseveró hasta recibir la bendición. Aprendamos que la fe es también combate interior y confianza en medio de la prueba.
Día 2 – Isaac: el hijo de la promesaIsaac nos recuerda que la fidelidad de Dios nunca falla. Descubramos hoy cómo vivir confiando en sus promesas.
Día 1 – Abraham: el hombre que esperó contra toda esperanzaAbraham, padre de la fe, nos enseña a confiar en Dios incluso cuando todo parece imposible. Iniciemos juntos este Mes de la Biblia, peregrinos de esperanza.
Teresita no temía morir: su alma sabía que el cielo sería su misión. “Pasaré mi cielo haciendo el bien en la tierra”, prometió. Esta meditación celebra su victoria en el Amor, y su intercesión constante por cada uno de nosotros. Su caminito sigue abierto: basta confiar y dejarse llevar. ¿Qué le pedirías hoy al Señor por intercesión de santa Teresita?
Teresita se veía a sí misma como un átomo escondido junto a la Hostia, consumida en silencio por amor. Su mayor deseo: permanecer con Jesús Eucaristía, pequeña, ignorada, pero totalmente suya. Esta meditación te invita a redescubrir la Eucaristía como identidad, refugio y misión. ¿Te atreves a ser también una chispa de amor a los pies del Sagrario?
Teresita soñaba con llegar al cielo y decirle a Dios con los brazos abiertos: “Felicidad para todos los que amo”. Su confianza no buscaba privilegios, sino el bien de todos. Esta meditación te invita a mirar el cielo no como un premio egoísta, sino como el lugar donde el amor se vuelve eterno.
Teresita transformó el rechazo interior en amor concreto. A una hermana que le resultaba difícil, le ofreció sonrisas como oración silenciosa. Su caridad no era sentimental, sino una elección firme de ver a Jesús en el otro. Esta meditación te enseña que incluso una sonrisa puede ser una ofrenda preciosa si nace del amor sincero. ¿A quién puedes hoy regalarle esa sonrisa que viene del corazón?
Teresita descubrió que el amor verdadero no juzga según las apariencias, sino que busca el bien oculto en cada alma. Cuando otros malinterpretaron un gesto suyo, no se defendió: aprendió a comprender mejor a los demás. Esta meditación nos invita a mirar con los ojos de Jesús y a ofrecer pensamientos de caridad en lugar de juicios. ¿Te animas a confiar en que sólo Dios ve el corazón?
Teresita aprendió que amar como Jesús es aceptar a los demás tal como son, sin exigir perfección. Es soportar con ternura, alegrarse por sus pequeños logros y dar la vida en lo cotidiano. En esta meditación, descubrirás que la caridad verdadera no se encierra en el corazón: se vuelve luz que alumbra a todos. ¿Estás listo para amar sin medida, solo por Jesús?
Teresita descubrió que los secretos del amor de Dios no se enseñan en los libros, sino en el corazón de los pequeños. Jesús mismo la instruía en silencio, no por su inteligencia, sino por su confianza. En esta meditación, aprenderás que la verdadera sabiduría nace del abandono y la humildad. ¿Te dejas enseñar por el Corazón de Cristo?
Teresita encontró la paz no en grandes hazañas, sino en vivir cada día con amor. No quiere promesas de mañana ni recuerdos de ayer: sólo pan, gracia y fidelidad para hoy. Esta meditación te invita a abrazar el momento presente como el lugar donde Dios te espera. ¿Y si amar hoy fuera suficiente?
Teresita nos revela un secreto de santidad: basta con mirar a Jesús con amor, correr a Él como un niño y decirle “Te amo”. No se trata de merecer, sino de confiar. En esta meditación, aprenderás que el Corazón de Cristo no resiste una mirada humilde, un suspiro de arrepentimiento. ¿Te atreves a dejar el miedo y confiar en ese Dios que nunca te olvida?
Cuando el alma está seca y la oración cuesta, Santa Teresita nos enseña a no desanimarnos. Bastan pequeños gestos de amor —una sonrisa, una palabra amable, un “Jesús, te amo”— para alimentar el fuego. Aunque parezca apagado, Jesús lo reavivará. Hoy aprenderás a ofrecer tus “pajitas” con humildad, sabiendo que la fidelidad en lo pequeño es lo que más alegra al Corazón de Dios.
Teresita nos enseña que la verdadera santidad no nace de la fuerza, sino de saberse débil y dejarse amar. Como san Pablo, ella se gloría en sus flaquezas porque allí se manifiesta el poder de Dios. En esta meditación, descubrirás que no necesitas demostrar nada a Jesús: sólo dejarte amar en tu pequeñez. Si eres nada, Él lo es todo. ¿Te atreves a confiar más que a luchar?
En medio de la tormenta, Teresita no despierta al Niño Jesús… lo mece. Esta meditación nos invita a confiar cuando todo tiembla, sabiendo que si Jesús duerme en nuestra barca, nada puede hundirnos. Inspirados en su poesía al Niño Dios, aprendemos que amar es dejarse conducir, aun en el silencio, y que nuestro corazón puede ser cuna donde Él repose. ¿Te atreves a cantar mientras ruge el viento?
Camino de Infancia espiritual, dando desde nuestra pequeñez