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En un mundo donde la rebeldía y la independencia son alabadas, es fácil justificar la desobediencia hacia nuestros padres. Pero la historia de los recabitas nos recuerda que honrar a nuestros padres es algo que Dios valora y recompensa. Que la firmeza del mensaje de Jeremías 35:14 nos inspire a mantener el respeto y la obediencia hacia aquellos que nos dieron la vida.
En la vida, honrar a nuestros padres debe ser una prioridad alta. Sin embargo, a veces no sabemos cómo aplicar este mandamiento en la práctica. Por eso, hoy les presento ocho maneras específicas en las que podemos demostrar honor a nuestros padres.
Muchos padres se asombran porque tienen hijos rebeldes que no respetan a Dios, a la Ley, a los demás, o aun a ellos mismos. El problema se puede rastrear hacia los padres que no honraron a sus propios padres.
“Oye a tu padre, a aquel que te engendró; y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies” (Proverbios 23:22). Mucha gente tiene la idea falsa de que hay una edad en la que el hijo ya no necesita escuchar más a sus padres, sin embargo, la Escritura establece que escuchar el consejo de los padres se extiende desde la niñez hasta la vida adulta.
“…Honra a tu padre y a tu madre; y: el que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente” (Mateo 15:4). El honor es uno de los regalos más especiales que podemos dar a los demás por medio de nuestras palabras y nuestras acciones.
“Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo” (Gálatas 6:2).
¿Cuál sería un día normal en la vida del Señor Jesús? La respuesta es que Jesús no tuvo un día “normal”. Cada día era una nueva serie de actividades y obras que Dios le ordenaba hacer y desarrollar. somos salvos por medio de la fe y creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano, para que anduviésemos en ellas
De todas las cualidades de carácter que Jesús pudo haber empleado para describirse a sí mismo, ¿Por qué escogió la “mansedumbre” y la “humildad de corazón”? El Señor escogió estas cualidades porque describen perfectamente Su naturaleza y ministerio.
llevar el yugo de Cristo y aprender de Él es básico para toda la vida cristiana. No es sino hasta que nos sometemos bajo el yugo del liderazgo de Cristo, que podemos ser efectivos para Él. Jesús dijo: “…porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5).
La invitación de Cristo es a ponernos su yugo y aprender de Él. Nosotros debemos someternos a Su entrenamiento, voluntad y liderazgo en todas las cosas, y entregar toda nuestra vida para que llegue a ser una en Él. Hemos de aprender a morar en Cristo. Es así como verdaderamente nos unimos al yugo con Cristo y somos transformados a su imagen siendo como Él (Romanos 8:29).
"Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga "(Mateo 11:28-30). El propósito de asumir el yugo de Cristo es "ponerse en el paso" con Jesús y aprender su carácter al pasar tiempo con él
La voz de Dios jamás estará en contradicción a su propia Palabra. ¿Cómo podemos estar seguros de que Dios nos está hablando? Muchos factores nos pueden ayudar para asegurarnos de que Dios nos está hablando y no nuestra carne o los engaños de Satanás, quien muchas veces se viste como ángel de luz Pero seguiré haciendo lo que hago, a fin de quitar todo pretexto a aquellos que, buscando una oportunidad para hacerse iguales a nosotros, se jactan de lo que hacen. Tales individuos son falsos apóstoles, obreros estafadores, que se disfrazan de apóstoles de Cristo. Y no es de extrañar, ya que Satanás mismo se disfraza de ángel de luz. Por eso no es de sorprenderse que sus servidores se disfracen de servidores de la justicia. Su fin corresponderá con lo que merecen sus acciones. 2 Corintios 11.13-15
¿Quiénes son las personas que Dios ha usado para hablarte Su verdad en tu vida, comenzando desde tu niñez hasta el día de ahora? Debemos estar agradecidos por todos los mensajeros ordenados por Dios, por medio de los cuales hemos escuchado Su voz a través de los años.
Una de las primeras indicaciones de que nuestra conciencia nos ha hablado, es nuestro intento inmediato de justificar y explicar a nuestra manera las señales de alarma que se activan. Ahora es un tiempo excelente para evaluar si nuestras conciencias nos están tratando de enviar mensajes. ¡Todavía puede haber tiempo para escuchar sus advertencias!
Dios estableció que cuando se violan las leyes morales, los resultados van a ser destrucción y desgracia y que ciertamente nadie quedará impune (Proverbios 6:26-33). La reprensión que recibimos de Dios no es para destruirnos, sino para mantenernos en la senda angosta que lleva a la vida.
El Señor Jesús enfatizó esto cuando dijo: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen” (Juan 10:27). Las ovejas no seguirán a un extraño, porque no reconocen su voz. El deseo de Dios de querer hablarnos es más grande que nuestro deseo de escucharlo y obedecer lo que nos dice.
Dios requiere que tengamos un espíritu de humildad antes de que nos imparta sabiduría. “Inclina tu oído y oye las palabras de los sabios, y aplica tu corazón a mi sabiduría; porque es cosa deliciosa, si las guardares dentro de ti…” (Proverbios 22:17-18).
Jesús dice: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” (Juan 10:27-28).
Soledad es el resultado de no tener a nadie con quien compartir nuestros pensamientos y sentimientos internos. Para el creyente, el temor a la soledad se puede conquistar al recordar la verdad de que nunca estamos solos. Dios ha prometido: “…No te dejaré, ni te desampararé” (Hebreos 13:5).
¿Cómo pues, hemos de vivir sobre la tierra en victoria sobre Satanás? Dios nos instruye: “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo” (Efesios 6:11). “…Resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:7), y “…No deis lugar al diablo” (Efesios 4:27). Desafortunadamente, muchos cristianos viven ingenuos a las tácticas de Satanás y le dan la “bienvenida” en sus vidas al traer objetos malignos a sus hogares y al practicar las actividades del ocultismo consideradas como “inofensivas”. “Sed sobrios y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (I Pedro 5:8).
Dios es poderoso para garantizarnos el éxito total si nosotros meditamos en las Escrituras y las obedecemos, porque nuestras decisiones estarán basadas en la sabiduría de Su palabra. Si nosotros nos deleitamos en la ley de Dios de día y de noche, haremos prosperar nuestro camino y todo nos saldrá bien.
Nosotros podemos conquistar el temor a la pobreza reconociendo que Dios atiende personalmente las necesidades de sus hijos. Dios quiere que nuestro enfoque siempre se mantenga en Él, y quiere que nuestra confianza repose siempre en Su fidelidad. “Mi Dios pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19).
Muchas veces tememos más el rechazo de los demás que ser rechazados por causa de Cristo. Proverbios 29:25 dice: “El temor del hombre pondrá lazo”. El peligro de este lazo es el de ceder y comprometer nuestras convicciones piadosas o bien permanecer callados sin demostrar que somos creyentes de la verdad de Dios, para así ganar la aceptación de los demás.
Las personas más poderosas sobre la faz de la tierra son aquellas que no le temen a la muerte. El temor a la muerte es normal. Para conquistarlo nosotros debemos tener una causa que sea digna por qué vivir y por qué morir.
El miedo no es solamente una emoción humana; es una poderosa fuerza espiritual que ataca nuestras reacciones físicas, mentales y emocionales. “ Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas al alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mateo 10:28).
¡El Señor Jesús no nos envió entre los lobos para ser devorados por ellos, sino para que nosotros fuéramos más inteligentes que ellos! ¡Es por esta razón, que nos dice que seamos prudentes como serpientes! Nuestra meta en la vida, debe ser la de recoger una cosecha tan grande como sea posible, no la de sobrevivir entre los lobos.
Las serpientes tienen una percepción muy aguda y astuta la cual emplean para evitar la confrontación con algún depredador o bien para cazar alguna víctima. La habilidad para percibir y evitar el peligro requiere que aprendamos la sabiduría de Dios y seamos atentos para reaccionar a los impulsos del Espíritu Santo.
Los lobos son simbolismo de las personas crueles quienes muerden y devoran con sus palabras y acciones. Pueden ser aquellas personas a las cuales somos enviados a compartirles el evangelio, o podrían aún ser miembros de nuestras familias.
Los escribas y fariseos escuchaban atentamente cada palabra que Jesús hablaba, tratando de encontrar algún dicho con el cual condenarlo. Cuando no pudieron encontrar falta en sus palabras, le hicieron preguntas engañosas tales como: “¿Es lícito pagar impuestos a César?” Si Jesús decía: “Sí”, muchos judíos se iban a sublevar contra Él, ya que odiaban la ocupación romana que existía; sin embargo, si Jesús respondía “No”, el gobierno romano lo hubiera condenado. El Señor frustró sus planes al responderles sabiamente con otra pregunta: “¿De quién es la inscripción que está en la moneda?” Cuando ellos le respondieron que era de César, Él les dijo: “…Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios” (Mateo 22:21).
“Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos (akeraios), hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo” (Filipenses 2:14-15). El mensaje de nuestras vidas, habla más fuerte que el mensaje de nuestros labios. Conforme las personas observan nuestras vidas, ¿Se dan cuenta que nuestras acciones son consistentes con el mensaje que estamos proclamando, o encuentran motivos para desacreditar nuestro testimonio y rechazar el mensaje de paz y amor del Señor Jesucristo por causa de las inconsistencias de nuestras vidas?
“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10). No hay visión más grande que la de traer gloria a Dios por las cosas que hacemos con el fin de que Su reino avance.
“He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas ” (Mateo 10:16). Las ovejas indefensas pueden vencer a los lobos salvajes al mantenerse junto a su pastor y también clamando en tiempos de ataques.
La cosecha no es nuestra, sino que es del Señor, tampoco son nuestros los obreros, sino del Señor quien los llama, los entrena y los envía. “Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento… Porque nosotros somos colaboradores de Dios…” (1 Corintios 3:6-9).
El Señor Jesús nos dice que ya hay una cosecha lista para recogerse y nos advierte: “¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega” (Juan 4:35).
la estrategia que el Señor Jesús dio a sus discípulos para alcanzar al mundo fue: “Id y haced discípulos”.
Reclutar no es escoger a las personas que creemos que tienen la capacidad, sino orar a Dios para que nos revele a aquellos que Él ha escogido. Reclutar a los obreros para desempeñar la obra del Señor es un asunto muy serio.
La disponibilidad para involucrarnos en suplir las necesidades de los demás, es requisito para cumplir el mandamiento de Mateo 9:37-38. Jesús dio este mandamiento después de que Él “Recorría… todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor” (Mateo 9:35-36).
“Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mateo 9:37–38). Son las almas de las personas las que se han de recoger en la cosecha del Señor. Como sus obreros, lo primero que debemos hacer es: “…alzad vuestros ojos y mirad los campos…” (Juan 4:35).
Uno de los discípulos le preguntó: ”¿Señor, son pocos los que se salvan?” La respuesta de Jesús fue que pocos son los que encuentran el camino de vida (ver Lucas 13:23-28). Cuando por primera vez escuché esto, fui motivado no sólo a entrar por la puerta angosta, sino a hacer cualquier sacrificio personal necesario para ayudar a los demás a hacer lo mismo.
En estos días los padres están tratando desesperadamente de cumplir las demandas de sus trabajos, así como también atender otras obligaciones y presiones. Sin embargo, mientras que ellos están ocupados en sus trabajos, un gran desastre se está desarrollando. Aquellos hijos e hijas inteligentes, con un gran potencial para ser usados por Dios están siendo atrapados por los engaños del mundo, envueltos en música equivocada, amigos equivocados, metas equivocadas y decisiones equivocadas. Las esposas y madres se sienten frustradas por falta de propósito en sus familias y desilusionadas por las continuas decepciones.
Enoc entrenó a sus descendientes para encontrar la senda angosta, mientras que el resto del mundo siguió a las multitudes hacia la destrucción. El nombre “Enoc” contiene una riqueza de enseñanza acerca del caminar con Dios. Enoc representa la séptima generación desde Adán. Dos veces las Escrituras afirman: “Enoc caminó con Dios” (ver Génesis 5:22-24).
Una de las maneras en que podemos medir nuestro amor al Señor, es por el grado en el que guardamos nuestras mentes del conocimiento del mal. El corazón humano ha sido siempre el campo de batalla entre la guerra del bien y el mal. Sólo experimentamos victoria cuando meditamos en la Ley de Dios de día y de noche y la obedecemos, trayendo cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo
Una de las maneras en que podemos medir nuestro amor al Señor, es por el grado en el que guardamos nuestras mentes del conocimiento del mal. El corazón humano ha sido siempre el campo de batalla entre la guerra del bien y el mal. Sólo experimentamos victoria cuando meditamos en la Ley de Dios de día y de noche y la obedecemos, trayendo cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo
La Escritura tiene una distinción clara entre el camino del justo y el camino del impío: “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto. El camino de los impíos es como la oscuridad; no saben en qué tropiezan” (Proverbios 4:18-19). Si no estamos seguros de cómo encontrar el camino angosto que lleva a la vida, debemos comenzar a buscar el camino de “luz”.
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”. Como creyentes, debemos escoger entre el camino ancho y espacioso que conduce a la destrucción o seguir el camino angosto que lleva a la vida eterna
La verdad es la clave fundamental de una civilización. Esta es la base de todo contrato y pacto. Si no hay verdad, no puede haber confianza. La importancia que Dios da a la verdad, se refleja no sólo a través de este mandamiento: “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio” (Éxodo 20:16), sino que también menciona el juicio final para aquellos que no hablen la verdad. La Escritura dice: “…todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre…” (Apocalipsis 21:8).
Jesús nos advierte que si no perdonamos a los demás, nuestro Padre celestial tampoco nos perdonará (ver Mateo 18:15-22). Cada uno de nosotros cometemos faltas que pueden ser ofensivas a aquellos que nos rodean. Muchas veces ni siquiera nos damos cuenta que hemos ofendido a otras personas, y normalmente estas heridas permanecerán ocultas y sin resolver hasta que nos humillemos y preguntemos a los demás cómo los hemos ofendido y les pidamos perdón.
Nosotros no podemos dar más que Dios. Pero cuando somos obedientes en dar a los demás, Dios nos regresará mucho más, muchas veces de maneras inesperadas. La generosidad funciona conforme a las leyes de la cosecha: entre más sembremos, mucho más recogeremos.
Amor es dar a los demás lo que ellos necesitan, aun cuando es diferente a lo que ellos quieren. Debido a que Dios nos entiende y ama como nuestro padre, Él trata con nosotros de acuerdo a nuestras necesidades, no a nuestros deseos. Así debemos demostrar esta misma clase de amor a los demás. Muchos padres se pierden de este punto importante cuando se trata de sus hijos, y como resultado, muchos hijos obtienen lo que quieren en vez de lo que necesitan.
Al hacer una lista de las maneras en las que nos gustaría que nos trataran, y meditar en la ley de Dios, podríamos desarrollar una estrategia efectiva para saber como tratar a otros. “Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Gálatas 5:14).
Nosotros debemos aceptar a los demás porque Dios los ama y creó a cada persona para cumplir sus propósitos divinos. Aún más, nosotros debemos aceptar a los demás porque estamos relacionados unos a otros. Descendemos del mismo par de padres, Adán y Eva.