Lo que cada domingo, todo dominguero debe escuchar es un poco de la Palabra de Dios aplicada a su vida. Hay que descansar, hay que pasarlo bien, hay que dedicar el día a las personas que queremos y que nos quieren. Por eso un rato dominguero con Dios, esperando que algún día se convierta en un rato…
La Palabra de Dios es viva y eficaz. Más tajante que espada de doble filo. Y con ese candor se acerca el joven rico a la Palabra de Dios, para llevarse un tajo en medio del alma... y se fue triste porque era muy rico. Si vas a escuchar la Palabra de Dios prepárate, porque corta.
El 15 de agosto la Iglesia celebra que la Virgen María, que no tuvo pecado, por eso mismo no arrastró en su vida las consecuencias del pecado, y por tanto no pasó por la muerte. En el final de su vida fue asunta en cuerpo y alma a los cielos y desde allí sostiene a la Iglesia.
Las lecturas de este domingo ponen el foco en los pastores y les enseña un camino único para ser buenos pastores, el del salmo 22, referido a Jesús. El mismo Jesús les insiste en continuar la misión, hay mucha gente que está como oveja sin pastor, es decir sola, sin cuidado, sin protección, sin cura.
Nosotros rompimos la confianza con Dios y buscamos ocupar su lugar. Él no se cansa de ofrecernos caminos de vuelta y nos ofrece alianzas constantes. Hoy nos ofrece una nueva y definitiva alianza sellada con la sangre de su hijo. Una alianza que promete librarnos del pecado y de la muerte.
Podría haber dicho "Venid a mí los que estáis enfadados y cabreados y yo os aliviaré". Perfecto hombre. Jesús es perfecto hombre. Esto quiere decir que también se enfada, que hay cosas (y personas) que le sacan de quicio y lo dice. Así que en el Evangelio de este domingo aparece enfadado para consuelo de los que se enfadan. Es verdad que él se enfada por virtud, por amor a Dios y a su casa, y nosotros, más veces por pecado. Pero él se enfada.
Jesús se lleva a sus discípulos Pedro, Santiago y Juan al monte y ante ellos se muestra como el Cristo, el Mesías, el Señor. Con todo su poder y su gloria. Ahí encuentran la palabra del Padre que les dice "Escuchadle". Propósito concreto para esta Cuaresma: escuchar al Señor en su Palabra.
En el nacimiento de Jesús se avanza nuestra felicidad. Dios se ha hecho niño, no tormenta, ni guerra, ni océano. Simplemente niño. La ternura de nuestro Dios nos hace accesible la salvación. Con su misericordia nos ofrece un camino de felicidad que siempre es posible.
El día 25 de diciembre celebramos cada año un acontecimiento especial. Dios que se hace Niño y nace en un portal pequeño, a las afueras de Belén, en un lugar perdido del Imperio Romano. Pero ese acontecimiento diminuto dio la vuelta al mundo. El que allí nació es el Mesías, el Señor.
En la anunciación del ángel Gabriel a María hay tres palabras que nos fortalecen y nos envían: alégrate, no tengas miedo, aquí está la esclava del Señor. Son palabras para nosotros en este tiempo, ya cercana la Navidad no hay posibilidad de tener miedo si tienes cerca al Señor .
San Pablo les escribe a los de Tesalónica y les pone un montón de pequeños mandamientos. Los tres primeros que escuchamos al comienzo de la segunda lectura de este domingo 3º de Adviento, son un buen propósito para este tiempo: Estad alegres, sed constantes en la acción de gracias, permaneced en la oración.
Nuestra vida tiene un camino por el que Dios se acerca a nosotros, entra en nuestro corazón. Pero es un camino del que nos tenemos que encargar en su mantenimiento. Somos nosotros los que tenemos que allanar los socavones y los baches, que le impiden al Señor llegar hasta nosotros. De eso se tratad el Adviento: preparad el camino.
Primer domingo de adviento, este tiempo especial de preparación para la Navidad. Lo que hay que celebrar hay que preparar. Y la preparación está en relación a la importancia de lo que celebramos: nace Dios, necesitamos mucha preparación material y, sobre todo, espiritual.
En el final del año de las celebraciones de la Iglesia celebramos a Jesucristo como Rey del Universo. El Señor que reina sobre toda la creación, menos dentro de nosotros. Aquí reina si nosotros le dejamos. Y como Rey, juzga, las cosas buenas y las cosas malas que hacemos. Y premia. Y castiga.
Este domingo, nos da para pensar sobre los dones que hemos recibido, y los talentos que hemos recibido para hacer fructificar. Y las dos cosas, dones y talentos, están iluminados por el juicio. Al final hay un juicio en el que se piden explicaciones de lo que hicimos con ambos.
Este domingo el Evangelio vuelve a comprar el Reino de Dios con una gran celebración, una gran boda a la que el señor de la casa se acerca para celebrar. Algunas doncellas estaban preparadas con las lámparas encendidas, otras no. Las segundas tuvieron que ir a por aceite y se perdieron entrar en la casa.
Celebramos la fiesta de Todos los Santos, todos esos hermanos nuestros que han llegado a la meta. Quizá no fueron muy ejemplares pero sí que fueron fieles, y en el momento final de sus vidas acogieron a Dios con todo su corazón, con toda su alma, y alcanzaron su meta: el cielo. La bienaventuranza eterna.
Es un clásico de nuestra vida. De vez en cuando nos cobran impuestos. A veces muchos y caros. Pero es lo que hay. También es necesario contribuir al bien común con nuestro dinero, vivimos en sociedad y de la sociedad recibimos mucho. Ahora bien, lo de dar al César lo que es del César no nos puede olvidar de que a Dios hay que darle lo que es de Dios... que es mucho más.
Es un clásico contraprogramar para que el contrario tenga peores datos, peores audiencias, peor seguimiento. Contraprogramar es hacer lo contrario de lo que está previsto. Hoy el Evangelio del domingo contraprograma las normas contra el virus. Es una parábola, pero nos permite mirar al futuro con esperanza.
El Señor nos ha confiado una viña, para que la cuidemos, la hagamos crecer y dé fruto abundante. Y el Señor quiere que le entreguemos los frutos a su tiempo, porque la viña es suya. Algunos okupas viven en la viña sin dar fruto, sin preocuparse de nada, impidiendo al Señor venir a ver su heredad. No ser okupas, está bien
Unos hijos rápidos responden sí, y luego no hacen. Otros hijos rápido dicen no y luego sí lo hacen. Qué es mejor hacer o decir? En la parábola del señor de la viña que envía a sus hijos a trabajar rápido nos damos cuenta. Él nos está esperando para que vayamos con nuestras obras.
El Señor te está buscando para que le eches una mano en su vida. Da igual cuando vayas, siempre te estará esperando, pero cuanto antes vayas antes disfrutarás de su presencia. Hasta cinco veces al día está el Señor saliendo a buscarte... ¿cuántas veces busca tú al Señor cada día?
Con bastante alegría solemos rezar el Padrenuestro, porque no nos damos cuenta de lo que decimos: que nos perdone el Señor, como nosotros perdonamos. El problema es que no siempre cumplimos nuestra parte. En cualquier caso Dios perdona todo. Dios perdona siempre.
Está claro cuál es el mandamiento más importante de la Ley y de la vida cristiana. Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. Cómo se expresa el amor, en dos detalles bien sencillos para este tiempo: en cuidar y en corregir. El de cuidar sale fácil, porque es visible el amor, pero el de corregir es más difícil, para el que corrige y para el corregido.
Hay que irse preparando para lo que nos viene encima. El Señor hace visible que el invierno está llegando, que las cosas de la vida cristiana no son fáciles y nos tienen que pillar preparados. Que lo que viene es la Cruz. El que quiera seguirle que vaya preparándose para la cruz.
La respuesta a esa pregunta puede cambiar tu vida. Ha cambiado la vida de millones de personas a lo largo de los siglos. Ha cambiado la vida del mundo. Sentarse, pensarla, contestarla y actuar en consecuencia. Ahí tienes un camino de felicidad. El camino de la felicidad.
No es fácil rezar pero es fácil ver como rezan otros y aprender. En el Evangelio de este domingo vemos a una pagana rezando y lo hace bastante bien. Muy imitable y muy para aprender. Hablar con Dios no es sencillo pero es imprescindible, así que hay que ponerse.
Todos los becarios tienen un maestro, un jefe, un responsable, un supervisor. También los becarios de Buen Pastor lo tienen, precisamente en Jesús, el Buen Pastor. De él también se puede aprender a ser responsable de los que tenemos cerca, de los que dependen de nosotros.
A estas alturas los becarios y los aprendices ya le han cogido el tranquillo y ya son gente de confianza para sacar muchas cosas adelante. No obstante, en algunas cosas problemáticas suelen señalar el humo y pedir ayuda a los bomberos. Aprendices y becarios hay en todas partes algunos buenos y otros muy buenos... El Señor también tuvo sus becarios.
Si quieres saber cuáles son tus tesoros pregunta dónde tienes puesto el corazón. Donde está tu corazón ahí está tu tesoro. Tesoros que son personas, que son cosas, objetos o que son proyectos, ilusiones. Pero hoy se nos habla del Tesoro, con mayúsculas, el Tesoro por el que vale la pena dejarlo todo.
La vida te da maestros, maestros te da la vida. Ay, sí. Mirar atrás y recordar el nombre de los maestros de tu vida, que estaban ahí diciendo lo que necesitabas aprender y lo que necesitaba tu vida misma. Entre los maestros, esto domingo el Maestro con mayúsculas aprovecha para dar una lección.
Hay que saber mucho de semillas, del tiempo y de tierras para acertar con lo que va a crecer en el terreno que tenemos delante. El sembrador sale hoy a sembrar con la semilla buena de la Palabra de Dios y anda buscando quién la puede recibir para que dé buen fruto. Se trata de esto, de dar fruto.
A estas alturas estamos como para que nos pongan yugos en la vida y nos pongan a trabajar. Dice el Señor: su yugo es suave, su carga ligera. Quizá la tenemos que probar. Cuando estamos cansados y agobiados siempre nos espera él. Está de nuestra parte. Uncidos con el mismo yugo caminamos en la misma dirección, con el mismo objetivo y la misma meta.
Haciendo una lista de los regalos recibidos me he dado cuenta de que los más valiosos los he recibido del mismo. No ha dejado ni un día de regalarme. Y a mí se me olvida dar gracias. Hoy me acuerdo de una persona a la que Dios le prometió un gran regalo, el gran regalo. Un regalo del que ha hecho partícipes a muchas... Un regalo del que todos somos parte.
Se ha terminado el estado de alarma. El peligro de que un bichito diminuto acabe con nosotros. Ahora hay que tener cuidado. El Señor nos avisa también de esos otros bichitos que sí nos pueden causar un peligro mortal, que acaben con nuestra vida espiritual que es una vida eterna.
Uno de los jueves que relucen más que el sol... y que se celebran el domingo. Una presencia de Cristo real, definitiva, bajo la forma de pan y de vino. Esa presencia cambia nuestra vida, cuando lo recibimos, cuando lo compartimos, cuando lo acercamos a los que nos rodean
Dar nombre, de algún modo, es tomar posesión. Tener capacidad de entablar relación, de dirigirnos, de nombrar, de controlar. ¿Cuál es el nombre de Dios? Hoy nos lo cuenta la Sagrada Escritura: Compasivo, Misericordioso, Lento a la cólera, Clemente, Amor, Paz, Salvador. Y lo que no encaje con esto, no es el Dios de los cristianos.
A la vuelta de 50 días de la Pascua, viene Pentecostés, que significa precisamente 50 días. Siete semanas después de la Pascua, el día de la Ascensión nos dejó paso al Espíritu Santo que sostiene la vida de la Iglesia y la vida cristiana de los cristianos.
Es un día especial, la gran despedida de un gran maestro que se ha convertido en un gran amigo. Evidentemente va a ser por todo lo alto. Cada palabra que se diga va a ser trascendente. Y en este contesto deja Jesús tres mandatos: Id (poneos en marcha, salid de aquí, id por el mundo), haced (discípulos, es una labor de evangelización) y sabed. Lo mejor es esto: sabed que Él está con nosotros, siempre!
Si de alguien podemos constatar enemistad en el Nuevo Testamento es de la que tienen entre ellos judíos y samaritanos. Pero aquí nos encontramos a un judío, siguiendo el camino de Jesús, para acercarse a los samaritanos. Felipe anuncia el don de Dios y bautiza a los samaritanos. Ellos también recibirán el Espíritu Santo
Ya desde el principio nos encontramos cristianos enfadados. Justo después de despedir a Jesús resucitado en la Ascensión, ya hay cristianos que se quejan de que no les tratan bien, de que a sus necesitados no se les trata como a los demás. Y los apóstoles deciden ayudarse por los diáconos.
Lucas era médico. Lo dice la tradición. Se le supone preciso, riguroso, metódico. Escribió dos libros: un evangelio y el libro de los Hechos de los Apóstoles. Pues hoy dice, y se queda tan ancho, que san Pedro bautizó a tres mil personas, en una tarde de predicación. ¿Qué les dijo? ¿Qué les pidió? ¿Qué les prometió?
Siempre están los que no se enteran. Están, se les dice, lo oyen, lo escuchan, ponen cara de atención... y no se enteran. Hoy encontramos a dos de estos de vuelta a casa, de la fiesta de la Pascua a la depresión por la muerte del Maestro. Menos mal que el Señor no deja a nadie atrás, les explica las Escrituras y parte para ellos el pan.
Altísimo, Todopoderoso, Creador, El que soy... tantos nombres que se le ha dado a Dios y que Él mismo se ha dado. Tener nombre permite ser conocido y reconocido. En el día de hoy y para todos los que estamos aquí, en este mundo, el nombre más claro de Dios es Misericordia.
El Señor muere y resucita. Nos anuncia nuestra propia salvación y la realiza para cada uno de nosotros. Y nada más resucitar nos encomienda tres mandamientos nuevos, de los cuales dos no podemos cumplir por nosotros mismos. Digamos que resucita y nos lo pone difícil. El tercer mandamiento de estos nuevos, sí que lo podemos cumplir.
El domingo siempre es día de Gloria, porque celebramos la resurrección de Jesucristo. Pero es que hoy, que es Ramos, le vemos entrar en Jerusalén por la Gloria y salir por la Cruz, cuando leemos el Evangelio de la Pasión. Así también es nuestra vida, días de gloria y de cruz, así lo vemos en este tiempo de confinamiento.
Como para todo hay que prepararse, el Señor hoy anima a prepararse para el acontecimiento más duro de la Semana Santa, su pasión y muerte. Se lleva a Pedro a Santiago y a Juan y les enseña lo que está detrás de la muerte: la gloria de la Resurrección. Tenemos esperanza, llega la vida.
El Señor tiene una gran capacidad de poner ejemplos que duren en el tiempo. En concreto este domingo nos invita a ser sal y luz, salados y luminosos. Mira que se entiende bien: dar sabor, conservar las cosas, iluminar. Ser sal y luz es la misión del cristiano, pero no para tu familia, para tu pueblo, para tu trabajo... Ser sal de la tierra y luz del mundo. Ahí es ná.
Hay colores, signos, números que sólo tienen significado para el grupo al que se pertenece. Entre los cristianos tenemos el 40, como tiempo de purificación. Y qué es el día 2 de febrero... el día 40 desde la celebración de la Navidad. Con ese día 40, las mujeres judías presentaban en el Templo a su primogénito varón, que es lo que la Iglesia acaba de celebrar. La presentación de Jesús en el templo.
Cuando se vive, un poco, en tinieblas se busca la luz. Pero esa luz se quiere para iluminar no para dar calor, para acalorar. El Evangelio hoy habla de una gran luz que ilumina el mundo, es Jesús. La reacción de los discípulos es ejemplar ante la luz: al instante, dejándolo todo, le siguieron.
El comienzo de la vida cristiana es el bautizo, pero luego comienza la misión que es la evangelización. En este domingo vemos la misión que nos corresponde de anunciar, celebrar y compartir la salvación de Dios, a todos las personas, en todos los lugares, con todos los medios
Cada vez más simpático el twitter sacándote las frases que la gente dijo y cómo las cambia lo más rápido posible cuando no le encajan con el presente. Menos mal que hay una bendita hemeroteca que nos enseña la solidez de las frases de un tipo que son verdaderas, necesarias, valiosas y además se sostienen durante siglos. Se llama Juan, el Bautista.