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Mateo 3, 1-12Por aquellos días, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando:«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos».Este es el que anunció el Profeta Isaías diciendo: «Voz del que grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”».Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y de la comarca del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo:«¡Raza de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente?Dad el fruto que pide la conversión.Y no os hagáis ilusiones, pensando: “Tenemos por padre a Abrahán”, pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras.Ya toca el hacha la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto será talado y echado al fuego.Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo y no merezco ni llevarle las sandalias.Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga».

Mateo 9, 35 — 10, 1. 5a. 6-8En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».Entonces dice a sus discípulos:«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia.A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:«Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis».

Mateo 9, 27-31En aquel tiempo, dos ciegos seguían a Jesús, gritando:«Ten compasión de nosotros, hijo de David».Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo:«¿Creéis que puedo hacerlo?».Contestaron:«Sí, Señor».Entonces les tocó los ojos, diciendo:«Que os suceda conforme a vuestra fe».Y se les abrieron los ojos. Jesús les ordenó severamente:«¡Cuidado con que lo sepa alguien!».Pero ellos, al salir, hablaron de él por toda la comarca.

Mateo 7, 21. 24-27En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».

Mateo 15, 29-37En aquel tiempo, Jesús, se dirigió al mar de Galilea, subió al monte y se sentó en él.Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los ponían a sus pies, y él los curaba.La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y daban gloria al Dios de Israel.Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:«Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino».Los discípulos le dijeron:«¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente?».Jesús les dijo:«¿Cuántos panes tenéis?».Ellos contestaron:«Siete y algunos peces».Él mandó a la gente que se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente.Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete canastos llenos.

Lucas 10, 21-24En aquella hora Jesús se llenó de la alegría en el Espíritu Santo y dijo:«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».Y, volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte:«¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron».

Mateo 8, 5-11En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».Le contestó:«Voy yo a curarlo».Pero el centurión le replicó:«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace».Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:«En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos».

Mateo 24, 37-44En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé.En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán.Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa.Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

Lucas 21, 34-36En aquel tiempo, aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».

Lucas 21,29-33En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos una parábola:«Fijaos en la higuera y en todos los demás árboles: cuando veis que ya echan brotes, conocéis por vosotros mismos que ya está llegando el verano.Igualmente vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».

Lucas 21, 20-28En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que entonces está cerca su destrucción. Entonces los que estén en Judea, que huyan a los montes; los que estén en medio de Jerusalén, que se alejen; los que estén en los campos, que no entren en ella; porque estos son “días de venganza” para que se cumpla todo lo que está escrito.¡Ay de las que estén encintas o criando en aquellos días!Porque habrá una gran calamidad en esta tierra y un castigo para este pueblo.“Caerán a filo de espada”, los llevarán cautivos “a todas las naciones”, y “Jerusalén será pisoteada por gentiles”, hasta que alcancen su plenitud los tiempos de los gentiles.Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas.Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación».

Lucas 21,12-19En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio.Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

Lucas 21,5-11En aquel tiempo, como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo:«Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida».Ellos le preguntaron:«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?».Él dijo:«Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida».Entonces les decía:«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes. Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo».

Lucas 21, 1-4En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos, vio a unos ricos que echaban donativos en el tesoro del templo; vio también una viuda pobre que echaba dos monedillas, y dijo:«En verdad os digo que esa viuda pobre ha echado más que todos, porque todos esos han contribuido a los donativos con lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».

Lucas 23,35-43En aquel tiempo, los magistrados hacían muecas a Jesús diciendo:«A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido».Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo:«Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo».Había también por encima de él un letrero:«Este es el rey de los judíos».Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:«¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía:«¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo».Y decía:«Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».Jesús le dijo:«En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».

Lucas 20,27-40En aquel tiempo, se acercaron algunos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y preguntaron a Jesús:«Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y dé descendencia a su hermano». Pues bien, había siete hermanos; el primero se casó y murió sin hijos. El segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete, y murieron todos sin dejar hijos. Por último, también murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete la tuvieron como mujer».Jesús les dijo:«En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre ¡os muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección.Y que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos».Intervinieron unos escribas:«Bien dicho, Maestro».Y ya no se atrevían a hacerle más preguntas.

Lucas 19,45-48En aquel tiempo, Jesús entró en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles:«Escrito está: “Mi casa será casa de oración”; pero vosotros la habéis hecho una “cueva de bandidos”».Todos los días enseñaba en el templo.Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo buscaban acabar con él, pero no sabían qué hacer, porque todo el pueblo estaba pendiente de él, escuchándolo.

Lucas 19, 41-44En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, lloró sobre ella, mientras decía:«Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos.Pues vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco de todos lados, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el tiempo de tu visita».

Lucas 19,11-28En aquel tiempo, Jesús dijo una parábola, porque estaba él cerca de Jerusalén y pensaban que el reino de Dios iba a manifestarse enseguida.Dijo, pues:«Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después.Llamó a diez siervos suyos y les repartió diez minas de oro, diciéndoles:“Negociad mientras vuelvo”.Pero sus conciudadanos lo aborrecían y enviaron tras de él una embajada diciendo:“No queremos que este llegue a reinar sobre nosotros”.Cuando regresó de conseguir el título real, mandó llamar a su presencia a los siervos a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno.El primero se presentó y dijo:“Señor, tu mina ha producido diez”.Él le dijo:“Muy bien, siervo bueno; ya que has sido fiel en lo pequeño, recibe el gobierno de diez ciudades”.El segundo llegó y dijo:“Tu mina, señor, ha rendido cinco”.A ese le dijo también:“Pues toma tú el mando de cinco ciudades”.El otro llegó y dijo:“Señor, aquí está tu mina; la he tenido guardada en un pañuelo, porque tenía miedo, pues eres un hombre exigente que retiras lo que no has depositado y siegas lo que no has sembrado”.Él le dijo:“Por tu boca te juzgo, siervo malo. ¿Conque sabías que soy exigente, que retiro lo que no he depositado y siego lo que no he sembrado? Pues ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses”. Entonces dijo a los presentes:“Quitadle a este la mina y dádsela al que tiene diez minas”.Le dijeron:“Señor, ya tiene diez minas”.“Os digo: al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Y en cuanto a esos enemigos míos, que no querían que llegase a reinar sobre ellos, traedlos acá y degolladlos en mi presencia”».Dicho esto, caminaba delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.

Lucas 19, 1-10En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad.En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí.Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo:«Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento.Al ver esto, todos murmuraban diciendo:«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor:«Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más».Jesús le dijo:«Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

Lucas 18,35-43Cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le informaron:«Pasa Jesús el Nazareno».Entonces empezó a gritar:«¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!».Los que iban delante lo regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte:«Hijo de David, ten compasión de mí!».Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.Cuando estuvo cerca, le preguntó:«¿Qué quieres que haga por ti?».Él dijo:«Señor, que recobre la vista».Jesús le dijo:«Recobra la vista, tu fe te ha salvado».Y enseguida recobró la vista y lo seguía, glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.

Lucas 21, 5-19En aquel tiempo, como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo:«Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida».Ellos le preguntaron:«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?».Él dijo:«Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos.Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida».Entonces les decía:«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes.Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo.Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio.Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre.Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

Lucas 18,1-8En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer.«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle:“Hazme justicia frente a mi adversario”.Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo:“Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”».Y el Señor añadió:«Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».

Lucas 17,26-37En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos.Asimismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos.Así sucederá el día que se revele el Hijo del hombre. Aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en casa no baje a recogerlas; igualmente, el que esté en el campo, no vuelva atrás.Acordaos de la mujer de Lot.El que pretenda guardar su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará.Os digo que aquella noche estarán dos juntos: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán».Ellos le preguntaron:«¿Dónde, Señor?».Él les dijo:«Donde está el cadáver, allí se reunirán los buitres».

Lucas 17, 20-25En aquel tiempo, los fariseos preguntaron a Jesús:«¿Cuándo va a llegar el reino de Dios?».Él les contestó:«El reino de Dios no viene aparatosamente, ni dirán: “Está aquí” o “Está allí”, porque, mirad, el reino de Dios está en medio de vosotros».Dijo a sus discípulos:«Vendrán días en que desearéis ver un solo día del Hijo del hombre, y no lo veréis.Entonces se os dirá: “Está aquí” o “Está allí”; no vayáis ni corráis detrás, pues como el fulgor del relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su día.Pero primero es necesario que padezca mucho y sea reprobado por esta generación».

Lucas 17,11-19Una vez, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».Al verlos, les dijo:«Id a presentaros a los sacerdotes».Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios.Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias.Este era un samaritano.Jesús, tomó la palabra y dijo:«No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?».Y le dijo:«Levántate, vete; tu fe te ha salvado»

Lucas 17,7-10En aquel tiempo, aquel tiempo, dijo el Señor:«¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: “Enseguida ven y ponte a la mesa”?¿No le diréis más bien: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”? ¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid: “Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”».

Lucas 17,1-6En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«Es imposible que no haya escándalos; pero ¡ay de quien los provoca!Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar.Tened cuidado.Si tu hermano te ofende, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: “Me arrepiento”, lo perdonarás».Los apóstoles le dijeron al Señor:«Auméntanos la fe».El Señor dijo:«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: “Arráncate de raíz y plántate en el mar”, y os obedecería».

Juan 2,13-22Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:«Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:«¿Qué signos nos muestras para obrar así?»Jesús contestó:«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»Los judíos replicaron:«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

Lucas 16,9-15En aquel tiempo, aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:«Ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto.Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».Los fariseos, que eran amigos del dinero, estaban escuchando todo esto y se burlaban de él.Y les dijo:«Vosotros os las dais de justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones, pues lo que es sublime entre los hombres es abominable ante Dios».