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Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 11b-19En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús diciendo:«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros.Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría cumplida.Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad».
Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 1-11aEn aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, dijo Jesús:«Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a todos los que le has dado. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo.Yo te he glorificado sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía junto a ti antes que el mundo existiese.He manifestado tu nombre a los que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado.Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos. Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti».
Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 29-33En aquel tiempo, los discípulos dijeron a Jesús:«Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que has salido de Dios».Les contestó Jesús:«¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo».
Final del santo Evangelio según San Lucas 24, 46-53En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.Vosotros sois testigos de esto. Mirad, yo voy a enviar sobre vosotros la promesa de mi Padre; vosotros, por vuestra parte, quedaos en la ciudad hasta que os revistáis de la fuerza que viene de lo alto».Y los sacó hasta cerca de Betania y, levantando sus manos, los bendijo.Y mientras los bendecía, se separó de ellos, y fue llevado hacia el cielo.Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 39-56En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y levantando la voz, exclamo:«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu Vientre!¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».María dijo:«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi: “su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia - como lo había prometido a nuestros padres - en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 20-23aEn aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre.También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada».
Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 16-20En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«Dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver».Comentaron entonces algunos discípulos:«¿Qué significa eso de “dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver”, y eso de “me voy al Padre”?».Y se preguntaban:«¿Qué significa ese “poco”? No entendemos lo que dice».Comprendió Jesús que querían preguntarle y les dijo:«¿Estáis discutiendo de eso que os he dicho: “Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver”? En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría».
Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 12-15En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará.Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».
Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 5-11En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: “¿Adónde vas?”. Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré.Y cuando venga, dejará convicto al mundo acerca de un pecado, de una justicia y de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el príncipe de este mundo está condenado».
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 26 — 16, 4aEn aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo.Os he hablado de esto, para que no os escandalicéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí.Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho».
Lectura del santo Evangelio según San Juan 14, 23-29En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo, Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis».
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 18-21En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros.Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.Recordad lo que os dije: “No es el siervo más que su amo”. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió».
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 12-17En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«Este es mí mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 9-11En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud».
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 1-8En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».
Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 27-31aEn aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis.Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el príncipe del mundo; no es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que, como el Padre me ha ordenado, así actúo yo».
Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 21-26En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; al que me ama será amado mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».Le dijo Judas, no el Iscariote:«Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?»Respondió Jesús y le dijo:«El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho».
Lectura del santo Evangelio según San Juan 13, 31-33a. 34-35Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús:«Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros.Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros».
Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 7-14En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».Felipe le dice:«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».Jesús le replica:«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».
Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 1-6En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».Tomás le dice:«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».Jesús le responde:«Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí».
Lectura del santo evangelio según san Juan 13, 16-20Cuando Jesús terminó de lavar los pies a sus discípulos les dijo:«En verdad, en verdad os digo: el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse la Escritura: “El que compartía mi pan me ha traicionado”. Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy.En verdad, en verdad os digo: el que recibe a quien yo envíe me recibe a mí; y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado».
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 9-17En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Este es mi mandamiento:que os améis unos a otros como yo os he amado.Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé.Esto os mando: que os améis unos a otros».
Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 22-30Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:«¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente».Jesús les respondió:«Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».
Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 1-10En aquel tiempo, dijo Jesús:«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».
Lectura del santo Evangelio según San Juan 10, 27-30En aquel tiempo, dijo Jesús:«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre.Yo y el Padre somos uno».
Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 60-69En aquel tiempo, muchos de los discípulos de Jesús dijeron:«Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?».Sabiendo Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo:«¿Esto os escandaliza?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y, con todo, hay algunos de entre vosotros que no creen».Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar.Y dijo:«Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede».Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.Entonces Jesús les dijo a los Doce:«¿También vosotros queréis marcharos?».Simón Pedro le contestó:«Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».
Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 52-59En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede este darnos a comer su carne?». Entonces Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre». Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.
Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 44-51En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:«Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado, Y yo lo resucitaré en el último día.Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna.Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».
Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 35-40En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:«Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis.Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día.Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día».
Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 30-35En aquel tiempo, el gentío dijo a Jesús:«¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer”».Jesús les replicó:«En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».Entonces le dijeron:«Señor, danos siempre de este pan».Jesús les contestó:«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás».
Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 22-29Después de que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el mar.Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar notó que allí no había habido más que una barca y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos.Entretanto, unas barcas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan después que el Señor había dado gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?».Jesús les contestó:«En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios».Ellos le preguntaron:«Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?».Respondió Jesús:«La obra de Dios es esta: que creáis en el que Él ha enviado».
Lectura del santo Evangelio según San Juan 21, 1-19En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo; Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.Simón Pedro les dice:«Me voy a pescar».Ellos contestan:«Vamos también nosotros contigo».Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.Jesús les dice:«Muchachos, ¿tenéis pescado?».Ellos contestaron:«No».Él les dice:«Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis».La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro:«Es el Señor».Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces.Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan.Jesús les dice:«Traed de los peces que acabáis de coger».Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.Jesús les dice:«Vamos, almorzad».Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro:«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?».Él le contestó:«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».Jesús le dice:«Apacienta mis corderos».Por segunda vez le pregunta:«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?».Él le contesta:«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».Él le dice:«Pastorea mis ovejas».Por tercera vez le pregunta:«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez:«¿Me quieres?»Y le contestó:«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».Jesús le dice:«Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras».Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió:«Sígueme».
Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 6-14En aquel tiempo, dijo Jesús a Tomás:«Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí».«Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».Felipe le dice:«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».Jesús le replica:«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre" ? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras, Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».
Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 1-15En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del mar de Galilea, o de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos.Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos y, al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe:«¿Con qué compraremos panes para que coman estos?».Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.Felipe le contestó:«Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo».Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice:«Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?».Jesús dijo:«Decid a la gente que se siente en el suelo».Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos cinco mil.Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.Cuando se saciaron, dice a sus discípulos:«Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda».Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:«Este es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo».Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.
Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 31-36El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz.El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.
Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 16-21Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 25-30En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 1-8Había un hombre del grupo de los fariseos llamado Nicodemo, jefe judío. Este fue a ver a Jesús de noche y le dijo:«Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él».Jesús le contestó:«En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios».Nicodemo le pregunta:«¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer?».Jesús le contestó:«En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: “Tenéis que nacer de nuevo”; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabemos de dónde viene ni adónde va. Así es todo lo que ha nacido del Espíritu».
Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 19-31Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso enmedio y les dijo:«Paz a vosotros».Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:«Hemos visto al Señor».Pero él les contestó:«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:«Paz a vosotros».Luego dijo a Tomás:«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».Contestó Tomás:«Señor mío y Dios mío!».Jesús le dijo:«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
Lectura del santo evangelio según san Marcos 16, 9-15Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando.Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron.Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando al campo.También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron.Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado.Y les dijo:«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación».
Lectura del santo evangelio según san Juan 21, 1-14En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo; Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.Simón Pedro les dice:«Me voy a pescar».Ellos contestan:«Vamos también nosotros contigo».Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.Jesús les dice:«Muchachos, ¿tenéis pescado?».Ellos contestaron:«No».Él les dice:«Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis».La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro:«Es el Señor».Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan.Jesús les dice:«Traed de los peces que acabáis de coger».Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.Jesús les dice:«Vamos, almorzad».Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor.Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 35-48En aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice:«Paz a vosotros».Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu.Y él les dijo:«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:«¿Tenéis ahí algo de comer?».Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.Y les dijo:«Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.Y les dijo:«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».
Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 13-35Aquel mismo día, el primero de la semana, dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos setenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.Él les dijo:«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:«¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado estos días?».Él les dijo:«¿Qué».Ellos le contestaron:«Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».Entonces él les dijo:«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria».Y, comenzado por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo:«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista.Y se dijeron el uno al otro:«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 11-18En aquel tiempo, estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.Ellos le preguntan:«Mujer, ¿por qué lloras?».Ella contesta:«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.Jesús le dice:«Mujer, ¿por qué lloras?».Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».Jesús le dice:«¡María!».Ella se vuelve y le dice.«¡Rabbuní!», que significa: «¡Maestro!».Jesús le dice:«No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, ande, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”».María la Magdalena fue y anunció a los discípulos:«He visto al Señor y ha dicho esto».
Lectura del santo evangelio según san Mateo 28, 8-15En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos.De pronto, Jesús salió al encuentro y les dijo:«Alegraos».Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él.Jesús les dijo:«No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles:«Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernados, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros».Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.
Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 1-9El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 24, 1-12El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y, entrando, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas quedaron despavoridas y con las caras mirando al suelo y ellos les dijeron:«¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado. Recordad cómo os habló estando todavía en Galilea, cuando dijo que el Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de hombres pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar».Y recordaron sus palabras. Habiendo vuelto del sepulcro, anunciaron todo esto a los Once y a todos los demás.Eran María la Magdalena, Juana y María, la de Santiago. También las demás, que estaban con ellas, contaban esto mismo a los apóstoles. Ellos lo tomaron por un delirio y no las creyeron.Pedro, sin embargo, se levantó y fue corriendo al sepulcro. Asomándose, ve solo los lienzos, Y se volvió a su casa, admirándose de lo sucedido.
Lectura del santo evangelio según san Juan 13, 1-15Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.Estaban cenando; ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.Llegó a Simón Pedro, y este le dice:«Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?».Jesús le replicó:«Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde».Pedro le dice:«No me lavarás los pies jamás».Jesús le contestó:«Si no te lavo, no tienes parte conmigo».Simón Pedro le dice:«Señor, no solo los pies, sino también las manos y la cabeza».Jesús le dice:«Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos».Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios».Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:«¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis».
Lectura del santo evangelio según san Mateo 26, 14-25En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:«¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?».Ellos se ajustaron con él en treinta monedas de plata. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.El primer día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:«¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?».Él contestó:«Id a la ciudad, a casa de quien vosotros sabéis, y decidle:“El Maestro dice: mi hora está cerca; voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”».Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:«En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar».Ellos, muy entristecidos, se pusieron a preguntarle uno tras otro:«¿Soy yo acaso, Señor?».Él respondió:«El que ha metido conmigo la mano en la fuente, ese me va a entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!, ¡más le valdría a ese hombre no haber nacido!».Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:«¿Soy yo acaso, Maestro?».Él respondió:«Tú lo has dicho».
Lectura del santo evangelio según san Juan 13, 21-33. 36-38En aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo:«En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar».Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía.Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía.Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:«Señor, ¿quién es?».Le contestó Jesús:«Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado».Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo:«Lo que vas a hacer, hazlo pronto».Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche.Cuando salió, dijo Jesús:«Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros:“Donde yo voy no podéis venir vosotros”».Simón Pedro le dijo:«Señor, ¿adónde vas?».Jesús le respondió:«Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde».Pedro replicó:«Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti».Jesús le contestó:«¿Conque darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces».
Lectura del santo evangelio según san Juan 12, 1-11Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa.María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice:«¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?».Esto lo dijo no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando.Jesús dijo:«Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis».Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron no solo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos.Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.