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Lucas 9, 28b-36En aquel tiempo, tomó Jesús a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto del monte para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de resplandor.De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su éxodo, que él iba a consumar en Jerusalén.Pedro y sus compañeros se caían de sueño, pero se espabilaron y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.Mientras estos se alejaban de él, dijo Pedro a Jesús:«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».No sabía lo que decía.Todavía estaba diciendo esto, cuando llegó una nube que los cubrió con su sombra. Se llenaron de temor al entrar la nube.Y una voz desde la nube decía:«Este es mi Hijo, el Elegido; escuchadlo».Después de oírse la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por aquellos días, no contaron a nadie nada de los que habían visto.
Mateo 14, 22-36Después que la gente se hubo saciado, enseguida Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente.Y después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo.Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma.Jesús les dijo enseguida:«¡ Ánimo, soy yo, no tengáis miedo! ».Pedro le contestó:«Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti sobre el agua».Él le dijo:«Ven».Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó:«Señor, sálvame».Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo:«¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?».En cuanto subieron a la barca amainó el viento.Los de la barca se postraron ante él, diciendo:«Realmente eres Hijo de Dios».Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar apenas lo reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y trajeron a todos los enfermos.Le pedían tocar siquiera la orla de su manto. Y cuantos la tocaban quedaban curados.
Mateo 14,13-21En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se marchó de allí en barca, a solas, a un lugar desierto. Cuando la gente lo supo, lo siguió por tierra desde los poblados.Al desembarcar vio Jesús una multitud, se compadeció de ella y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle:«Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer».Jesús les replicó:«No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer».Ellos le replicaron:«Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces».Les dijo:«Traédmelos».Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos y se saciaron y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
Lucas 12, 13-21En aquel tiempo, dijo uno de entre la gente a Jesús:«Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia».Él le dijo:«Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?».Y les dijo:«Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes».Y les propuso una parábola:«Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose: “¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”.Y se dijo: “Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”.Pero Dios le dijo:“Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”.Así es el que atesora para SÍ y no es rico ante Dios».
Mateo 14,1-12En aquel tiempo, oyó el tetrarca Herodes lo que se contaba de Jesús y dijo a sus cortesanos:«Ese es Juan Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso las fuerzas milagrosas actúan en él».Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado, por motivo de Herodías, mujer de su hermano Filipo; porque Juan le decía que no le era lícito vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta.El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera.Ella, instigada por su madre, le dijo:«Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».El rey lo sintió; pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel.Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre.Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron, y fueron a contárselo a Jesús.
Mateo 13,54-58En aquel tiempo, Jesús fue a su ciudad y se puso a enseñar en su sinagoga.La gente decía admirada.«De dónde saca este esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?».Y se escandalizaban a causa de él.Jesús les dijo:«Solo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta».Y no hizo allí muchos milagros, por su falta de fe.
Mateo 13,47-53En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:«El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.¿Habéis entendido todo esto?»Ellos le responden:«Sí».Él les dijo:«Pues bien, un escriba que se ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo».Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.
Mateo 13,44-46En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:«El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas, que al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra».
Juan 11, 19-27En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano.Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús:«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».Jesús le dijo:«Tu hermano resucitará».Marta respondió:«Sé que resucitará en la resurrección en el último día».Jesús le dijo:«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?».Ella le contestó:«Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».
Mateo 13, 31-35En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola al gentío:«El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno toma y siembra en su campo; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un árbol hasta el punto de que vienen los pájaros a anidar en sus ramas».Les dijo otra parábola:«El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, hasta para que todo fermenta».Jesús dijo todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les hablaba nada, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta:«Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo».
Lucas 11, 1-13Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:«Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos».Él les dijo:«Cuando oréis, decid: “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación”».Y les dijo:«Suponed que alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche y le dice:“Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle”; y, desde dentro, aquel le responde:“No me molestes; la puerta ya está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos”; os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por su importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.Pues yo os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abre.¿Qué padre entre vosotros, si su hijo le pide un pez, le dará una serpiente en lugar del pez? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que le piden?».
Mateo 13, 24-30En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente:«El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras los hombres dormían, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo:“Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?”Él les dijo:“Un enemigo lo ha hecho”.Los criados le preguntaron:“¿Quieres que vayamos a arrancarla?”Pero él les respondió:“No, que al recoger la cizaña podéis arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y cuando llegue la siega diré a los segadores: arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero”».
Mateo 20, 20-28En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos y se postró para hacerle una petición.Él le preguntó:«¿Qué deseas?».Ella contestó:«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda».Pero Jesús replicó:«No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?».Contestaron:«Podemos».Él les dijo:«Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre».Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús les dijo:«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos».
Mateo 13,10-17En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los discípulos y le preguntaron: «¿Por qué les hablas en parábolas?»Él les contestó: «A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías: "Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure." ¡Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.»
Juan 15, 1-8En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».
Juan 20, 1-2. 11-18El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:«Se han llevado del sepulcro al señor y no sabemos dónde lo han puesto».Estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.Ellos le preguntan:«Mujer, ¿por qué lloras?».Ella les contesta:«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.Jesús le dice:«Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?».Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».Jesús le dice:«¡María!».Ella se vuelve y le dice:«¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!».Jesús le dice:«No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”».María la Magdalena fue y anunció a los discípulos:«He visto al Señor y ha dicho esto».
Mateo 12,38-42En aquel tiempo, algunos escribas y fariseos dijeron a Jesús:«Maestro, queremos ver un signo tuyo».Él les contestó:«Esta generación perversa y adúltera exige una señal; pues no se le dará más signo que el del profeta Jonás. Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo: pues tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra.Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen;porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra, para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón».
Lucas 10, 38-42En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo:«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».Respondiendo, le dijo el Señor:«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».
Mateo 12, 14-21.En aquel tiempo, al salir de la sinagoga, los fariseos planearon el modo de acabar con Jesús.Pero Jesús se enteró, se marchó de allí y muchos lo siguieron.Él los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran.Así se cumplió lo dicho por medio del profeta Isaías:«Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, en quien me complazco. Sobre él pondré mi espíritu para que anuncie el derecho a las naciones.No porfiará, no gritará, nadie escuchará su voz por las calles.La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no lo apagará, hasta llevar el derecho a la victoria; en su nombre esperarán las naciones».
Mateo 12,1-8En aquel tiempo, atravesó Jesús en sábado un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas.Los fariseos, al verlo, le dijeron:«Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado».Les replicó:«¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y comieron de los panes de la proposición, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes.¿Y no habéis leído en la ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa?Pues os digo que aquí hay uno que es más que el templo.Si comprendierais lo que significa "quiero misericordia y no sacrificio", no condenaríais a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado».
Mateo 11,28-30En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Mateo 11,25-27En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Si, Padre, así te ha parecido bien.Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».
Mateo 11,20-24En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho la mayor parte de sus milagros, porque no se habían convertido:«¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza.Pues os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras.Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo.Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy.Pues os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti».
Mateo 10, 34-11,1En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:«No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz; no he venido a sembrar paz, sino espada. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa.El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mi; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mi no es digno de mi; y el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mi. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mi, la encontrará.El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de justo.El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, sólo porque es mi discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa».Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.
Lucas 10, 25-37En aquel tiempo, se levantó un maestro de la ley y preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:«Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?».Él le dijo:«¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?».El respondió:«“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza” y con toda tu mente. Y “a tu prójimo como a ti mismo”».Él le dijo:«Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida».Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús:«¿Y quién es mi prójimo?».Respondió Jesús diciendo:«Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”. ¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?».Él dijo:«El que practicó la misericordia con él».Jesús le dijo:«Anda y haz tú lo mismo».
Mateo 10,24-33En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:«Un discípulo no es más que su maestro, ni un esclavo más que su amo; ya le basta al discípulo con ser como su maestro, y al esclavo como su amo. Si al dueño de la casa lo han llamado Belzebú, ¡cuánto más a los criados!No les tengáis miedo, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse.Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído, pregonadlo desde la azotea.No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la “gehenna”. ¿No se venden un par de gorriones por unos céntimos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; valéis más vosotros que muchos gorriones.A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos».
Mateo 19, 27-29En aquel tiempo, dijo Pedro a Jesús:«Ya ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?».Jesús les dijo:«En verdad os digo: cuando llegue la renovación y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna».
Mateo 10,7-15En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:«ld y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios.Gratis habéis recibido, dad gratis.No os procuréis en la faja oro, plata ni cobre; ni tampoco alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en una ciudad o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa, saludadla con la paz; si la casa se lo merece, vuestra paz vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros.Si alguno no os recibe o no escucha vuestras palabras, al salir de su casa o de la ciudad, sacudid el polvo de los pies.En verdad os digo que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquella ciudad».
Mateo 10,1-7En aquel tiempo, Jesús, llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia.Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, el de Zebedeo, y Juan, su hermano; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo, y Tadeo; Simón el de Caná, y Judas Iscariote, el que lo entregó.A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:«No vayáis a tierra de paganos ni entréis en las ciudades de Samaria, sino id a las ovejas descarriadas de Israel.Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos».
Mateo 9,32-38En aquel tiempo, le llevaron a Jesús un endemoniado mudo. Y después de echar al demonio, el mudo habló.La gente decía admirada:«Nunca se ha visto en Israel cosa igual».En cambio, los fariseos decían:«Este echa los demonios con el poder del jefe de los demonios».Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».Entonces dice a sus discípulos:«Las mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».
Mateo 9,18-26En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se acercó un jefe de los judíos que se arrodilló ante él y le dijo:«Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, impón tu mano sobre ella y vivirá».Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos.Entre tanto, una mujer que sufría flujos de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orla del manto, pensando que con solo tocarle el manto se curaría.Jesús se volvió y, al verla le dijo:«¡Animo, hija! Tu fe te ha curado».Y en aquel momento quedó curada la mujer.Jesús llegó a casa de aquel jefe y, al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, dijo:«¡Retiraos! La niña no está muerta, está dormida».Se reían de él.Cuando echaron a la gente, entró él, cogió a la niña de la mano, y ella se levantó.La noticia se divulgó por toda aquella comarca.
Lucas 10, 1-12. 17-20En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino.Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa.Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles:“El reino de Dios ha llegado a vosotros”.Pero si entráis en una ciudad y no os reciben, saliendo a sus plazas, decid: “Hasta el polvo de vuestra ciudad, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que el reino de Dios ha llegado”.Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para esa ciudad».Los setenta y dos volvieron con alegría diciendo:«Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre».Él les dijo:«Estaba viendo a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado el poder de pisotear serpientes y escorpiones y todo poder del enemigo, y nada os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo».
Mateo 9, 14-17En aquel tiempo, los discípulos de Juan se acercan a Jesús, preguntándole:«¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?».Jesús les dijo:«¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos?Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán.Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor.Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque revientan los odres: se derrama el vino y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos y así las dos cosas se conservan».
Mateo 9,9-13En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:«Sígueme».Él se levantó y lo siguió.Y estando en la casa, sentado a la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos.Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:«¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?».Jesús lo oyó y dijo:«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa “Misericordia quiero y no sacrificio”: que no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».
Juan 20, 24-29Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:«Hemos visto al Señor».Pero él les contestó:«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:«Paz a vosotros».Luego dijo a Tomás:«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».Contestó Tomás:«¡Señor mío y Dios mío!».Jesús le dijo:«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».
Mateo 8,28-34En aquel tiempo, llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los gadarenos.Desde el sepulcro dos endemoniados salieron a su encuentro; eran tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino.Y le dijeron a gritos:«¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?».A cierta distancia, una gran piara de cerdos estaba paciendo. Los demonios le rogaron:«Si nos echas, mándanos a la piara».Jesús les dijo:«Id».Salieron y se metieron en los cerdos. Y la piara entera se abalanzó acantilado abajo al mar y se murieron en las aguas.Los porquerizos huyeron al pueblo y lo contaron todo, incluyendo lo de los endemoniados.Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su país.
Mateo 8,23-27En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron.En esto se produjo una tempestad tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. Se acercaron y lo despertaron gritándole:«¡Señor, sálvanos, que perecemos!».Él les dice:«¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?».Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma. Los hombres se decían asombrados:«¿Quién es este, que hasta el viento y el mar lo obedecen?».
Mateo 8,18-22En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de cruzar a la otra orilla.Se le acercó un escriba y le dijo:«Maestro, te seguiré adonde vayas».Jesús le respondió:«Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza».Otro, que era de los discípulo, le dijo:«Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre».Jesús le replicó:«Tú, sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos».
Mateo 16, 13-19En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:–«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»Ellos contestaron:–«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»Él les preguntó:–«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»Simón Pedro tomó la palabra y dijo:–«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»Jesús le respondió:–«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.Ahora te digo yo:Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»
Lucas 2, 41-51Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de Pascua.Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedo en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo.Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados».Él les contestó:«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?».Pero ellos no comprendieron lo que les dijo.Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos.Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 15, 3-7En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos y a los escribas esta parábola:«Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la encuentra?Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice:“¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido”.Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse».
Lectura del santo evangelio según san Mateo 7,21-29En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Aquel día muchos dirán: “Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?” Yo entonces les declararé: “Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados.” El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.»Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, y no como los escribas.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 7,15-20En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces.Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Así, todo árbol sano da frutos buenos; pero el árbol dañado da frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis».
Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 57-66. 80A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella.A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo:«¡No! Se va a llamar Juan».Y le dijeron:«Ninguno de tus parientes se llama así».Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre» Y todos se quedaron maravillados.Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo:«Pues ¿qué será este niño?».Porque la mano del Señor estaba con él.El niño crecía y se fortalecía en el espíritu, y vivía en lugares desiertos hasta los días de su manifestación a Israel.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 7,1-5En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque seréis juzgados como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros.¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame que te saque la mota del ojo”, teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita; sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano».
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 9, 11b-17En aquel tiempo, Jesús hablaba a la gente del reino y sanaba a los que tenían necesidad de curación. El día comenzaba a declinar. Entonces, acercándose los Doce, le dijeron:«Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado».Él les contestó:«Dadles vosotros de comer».Ellos replicaron:«No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para toda esta gente».Porque eran unos cinco mil hombres.Entonces dijo a sus discípulos:«Haced que se sienten en grupos de unos cincuenta cada uno».Lo hicieron así y dispusieron que se sentaran todos. Entonces, tomando él los cinco panes y los dos peces y alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y recogieron lo que les había sobrado: doce cestos de trozos.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 6, 24-34En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«Nadie puede servir a dos señores. Porque despreciará a uno y amará al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.Por eso os digo: No estéis agobiados por vuestra vida pensando qué vais a comer, ni por vuestro cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos?¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues, si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se arroja al horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso.Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le basta su desgracia».
Lectura del santo evangelio según san Mateo 6,19-23En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«No atesoréis para vosotros tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los roen, ni ladrones que abran boquetes y roban. Porque donde está tu tesoro allí estará tu corazón.La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Si, pues, la luz que hay en ti está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!».
Lectura del santo evangelio según san Mateo 6,7-15En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros orad así:“Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos han ofenden, no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal”.Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».
Lectura del santo evangelio según san Mateo 6,1-6.16-18En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa.Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensaráCuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará.Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga.Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».
Lectura del santo evangelio según san Mateo 5,43-48En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».