Ldo. en Estudios Eclesiásticos por la Facultad de Teología de Granada y Ldo. en Teología y Dr. en Teología Fundamental por la Pontifica Universidad Gregoriana de Roma.
El corazón es más íntimo a tu verdadero ser que tú mismo, que tu propia mente. ¿Qué te está llamando desde lo más profundo de tu ser? Esa es la pregunta que te permitirá vivir con autenticidad. Vivir tu verdadera identidad.El corazón sabe cuando has encontrado algo que te apasiona. Lo refleja en una inquietud por hacerlo, en un no poder quitártelo de la cabeza, en un acostarte pensando en eso y madrugar deseando retomarlo, en un buscar la manera de llevarlo a cabo, en un no desesperar, en un no conformarte, en un vibrar de otro modo cuando hablo a todos de eso…También hemos de aplicar esto a nuestra vida profesional. De hecho, el trabajo va a llenar gran parte de nuestra vida. Pero hay que tener mucho cuidado cuando recomendamos a alguien que se dedique a hacer lo que realmente le apasiona. Puede que no tenga aptitudes, habilidades adquiridas o experiencia. A esto se le llama “capital de trabajo”. Sin capital de trabajo serás un tonto motivado, pero no estarás construyendo un proyecto de vida sólido. Es decir, la pasión no basta. De cada 16.000 jóvenes que quieren vivir profesionalmente del deporte sólo 1 lo consigue. Todos son unos apasionados, pero en todos no se han reunido muchas más circunstancias que no deben ignorarse para conseguir el éxito en cualquier ámbito. Por eso, una pasión inicial no conduce necesariamente al éxito. Es más sensato moldear nuestras pasiones a partir de nuestras habilidades. Evidentemente no siempre vas a encontrar un trabajo que te llene, sin embargo siempre podrás volcar en él determinadas aptitudes y actitudes que te hagan crecer en la dirección que realmente deseas. A esto se llama “moldear la pasión” o “mentalidad de artesano”. Se trata de algo tan sencillo como aprovechar lo bueno que tienes a mano en vez de pensar sólo en marcharte y desperdiciar así las oportunidades que te ofrece. De este modo, adquieres o desperdicias tu “capital de carrera”, con el que podrás ir acercándote a tu sueño. Evidentemente, si tocas techo en el aprendizaje o no tienes opciones de mayor crecimiento hay que postularse para otros empleos, pero aquí queremos sobre todo subrayar la importancia que tiene relacionarte con tu trabajo como una oportunidad de incrementar tus habilidades y tu “capital de carrera”. No sería responsable decirte “tú puedes”, “nada es imposible” o aquello de “si lo crees, lo creas”. Siento aguar la fiesta, porque más bien ocurre al contrario: estarás poniendo en peligro tu independencia financiara y exponiéndote a un duro fracaso personal. Cuando tu pasión te encuentra, encuentra a una persona con cabeza, no a un potro desbocado. Sé el artesano de tu propia vida y haz una verdadera obra de arte con los mimbres que tienes al alcance de tu mano.
El corazón es más íntimo a tu verdadero ser que tú mismo, que tu propia mente. ¿Qué te está llamando desde lo más profundo de tu ser? Esa es la pregunta que te permitirá vivir con autenticidad. Vivir tu verdadera identidad.El corazón sabe cuando has encontrado algo que te apasiona. Lo refleja en una inquietud por hacerlo, en un no poder quitártelo de la cabeza, en un acostarte pensando en eso y madrugar deseando retomarlo, en un buscar la manera de llevarlo a cabo, en un no desesperar, en un no conformarte, en un vibrar de otro modo cuando hablo a todos de eso…También hemos de aplicar esto a nuestra vida profesional. De hecho, el trabajo va a llenar gran parte de nuestra vida. Pero hay que tener mucho cuidado cuando recomendamos a alguien que se dedique a hacer lo que realmente le apasiona. Puede que no tenga aptitudes, habilidades adquiridas o experiencia. A esto se le llama “capital de trabajo”. Sin capital de trabajo serás un tonto motivado, pero no estarás construyendo un proyecto de vida sólido. Es decir, la pasión no basta. De cada 16.000 jóvenes que quieren vivir profesionalmente del deporte sólo 1 lo consigue. Todos son unos apasionados, pero en todos no se han reunido muchas más circunstancias que no deben ignorarse para conseguir el éxito en cualquier ámbito. Por eso, una pasión inicial no conduce necesariamente al éxito. Es más sensato moldear nuestras pasiones a partir de nuestras habilidades. Evidentemente no siempre vas a encontrar un trabajo que te llene, sin embargo siempre podrás volcar en él determinadas aptitudes y actitudes que te hagan crecer en la dirección que realmente deseas. A esto se llama “moldear la pasión” o “mentalidad de artesano”. Se trata de algo tan sencillo como aprovechar lo bueno que tienes a mano en vez de pensar sólo en marcharte y desperdiciar así las oportunidades que te ofrece. De este modo, adquieres o desperdicias tu “capital de carrera”, con el que podrás ir acercándote a tu sueño. Evidentemente, si tocas techo en el aprendizaje o no tienes opciones de mayor crecimiento hay que postularse para otros empleos, pero aquí queremos sobre todo subrayar la importancia que tiene relacionarte con tu trabajo como una oportunidad de incrementar tus habilidades y tu “capital de carrera”. No sería responsable decirte “tú puedes”, “nada es imposible” o aquello de “si lo crees, lo creas”. Siento aguar la fiesta, porque más bien ocurre al contrario: estarás poniendo en peligro tu independencia financiara y exponiéndote a un duro fracaso personal. Cuando tu pasión te encuentra, encuentra a una persona con cabeza, no a un potro desbocado. Sé el artesano de tu propia vida y haz una verdadera obra de arte con los mimbres que tienes al alcance de tu mano.
Durante las Cruzadas, los soldados musulmanes entraban en la Basílica de la Natividad montados a caballo y arrasaban con la vida de los fieles. Por ese motivo se tapió la majestuosa puerta principal, dejando sólo una entrada de poco más de un metro de altura. Ya nunca más se agrandó la puerta. Quienes quieran entrar en la cueva donde nació Jesús deben agacharse y hacerse como niños.La Navidad que termina ha sido una hermosa ocasión para mirar dentro de nuestro corazón y volver así a la patria de todos los niños. Sólo desde ese hondón de ilusión y ternura volverá a irradiar nuestra luz. Volveremos a brillar.Pero conviene no olvidar que las personas brillantes son reconocidas en público por lo que hacen en privado. Es algo que el príncipe Harry nos recordó hace muy poco durante un discurso en memoria de su madre, la princesa Diana:“Una de las cosas que nuestra madre nos enseñó fue el valor de hacer buenas acciones cuando nadie está mirando. Ella visitaba hospitales en las noches para confortar a los pacientes, pasaba horas escribiendo cartas privadas para apoyar el trabajo de otros. Logró muchas cosas con la fama, pero trabajaba igual de duro cuando no estaban las cámaras”.El hijo pequeño de Lady Di reconocía también que no guardaba muchos recuerdos de ella durante la infancia. En cambio, aquello sí le había marcado para siempre. ¿Sabes por qué? Porque los hijos sólo aprenden el 30% de nuestras enseñanzas, mientras que retienen el 70% de nuestros ejemplos más luminosos. A Jorge Bucay le encanta ilustrarlo con una historia. Habla de un padre que reprende a su hijo porque le mintió. A renglón seguido, sonó el teléfono de casa con un teleoperador que pretendía venderle un seguro. El niño descuelga el teléfono y le cuenta al padre de qué se trata, pero el padre le dice muy bajito: “Dile que no estoy”. Es sin duda en lo pequeño donde fraguamos de verdad las grandes cosas.Para que irrumpa de nuevo nuestra luz, sería bueno recordar tres cosas:Necesitamos estar en contacto con nosotros mismos y habitar el hondón donde vive nuestro niño.Hay que brillar cuando nadie te mira.No basta con hablar de la luz, hay que ser luz.Se dice que, tras adorar a Jesús, los tres magos regresaron a casa, pero por otro camino. Ojalá también nosotros volvamos mañana a nuestras ocupaciones, pero de otra manera. ¡Feliz regreso al día a día de tu única vida!
Durante las Cruzadas, los soldados musulmanes entraban en la Basílica de la Natividad montados a caballo y arrasaban con la vida de los fieles. Por ese motivo se tapió la majestuosa puerta principal, dejando sólo una entrada de poco más de un metro de altura. Ya nunca más se agrandó la puerta. Quienes quieran entrar en la cueva donde nació Jesús deben agacharse y hacerse como niños.La Navidad que termina ha sido una hermosa ocasión para mirar dentro de nuestro corazón y volver así a la patria de todos los niños. Sólo desde ese hondón de ilusión y ternura volverá a irradiar nuestra luz. Volveremos a brillar.Pero conviene no olvidar que las personas brillantes son reconocidas en público por lo que hacen en privado. Es algo que el príncipe Harry nos recordó hace muy poco durante un discurso en memoria de su madre, la princesa Diana:“Una de las cosas que nuestra madre nos enseñó fue el valor de hacer buenas acciones cuando nadie está mirando. Ella visitaba hospitales en las noches para confortar a los pacientes, pasaba horas escribiendo cartas privadas para apoyar el trabajo de otros. Logró muchas cosas con la fama, pero trabajaba igual de duro cuando no estaban las cámaras”.El hijo pequeño de Lady Di reconocía también que no guardaba muchos recuerdos de ella durante la infancia. En cambio, aquello sí le había marcado para siempre. ¿Sabes por qué? Porque los hijos sólo aprenden el 30% de nuestras enseñanzas, mientras que retienen el 70% de nuestros ejemplos más luminosos. A Jorge Bucay le encanta ilustrarlo con una historia. Habla de un padre que reprende a su hijo porque le mintió. A renglón seguido, sonó el teléfono de casa con un teleoperador que pretendía venderle un seguro. El niño descuelga el teléfono y le cuenta al padre de qué se trata, pero el padre le dice muy bajito: “Dile que no estoy”. Es sin duda en lo pequeño donde fraguamos de verdad las grandes cosas.Para que irrumpa de nuevo nuestra luz, sería bueno recordar tres cosas:Necesitamos estar en contacto con nosotros mismos y habitar el hondón donde vive nuestro niño.Hay que brillar cuando nadie te mira.No basta con hablar de la luz, hay que ser luz.Se dice que, tras adorar a Jesús, los tres magos regresaron a casa, pero por otro camino. Ojalá también nosotros volvamos mañana a nuestras ocupaciones, pero de otra manera. ¡Feliz regreso al día a día de tu única vida!
El británico Cliff Arnalls, profesor de la Universidad de Cardiff, elaboró una fórmula matemática para averiguar cuál es el peor día del año. En dicha ecuación se contemplan factores como la meteorología, el salario, las deudas o el tiempo transcurrido tras el último intento de superar un mal hábito. El resultado fue una fecha: el 24 de enero es el peor día del año.Esta fórmula casa bien con la teoría de los 21 días. El doctor Maxwell Maltz observaba en su libro The New Psycho-Cybernetics (1960) cómo los pacientes a los que amputaban una extremidad tardaban 21 días en dejar de sentir la “sensación fantasma”. De esta forma, se comprobó que el cerebro tarda aproximadamente 21 días en adaptarse al cambio.¿Qué ocurre el día 24 de enero? Que si no has formulado bien tus objetivos para el 2018, el 24 de enero dejarás el gimnasio y cogerás de nuevo el pitillo. Por eso voy a compartir contigo mi Método CAM, que son 3 reglas altamente efectivas para diseñar objetivos e incorporar nuevos hábitos:Concreto: Establece sólo un objetivo concreto. Si pones 2 o 3 no cumplirás ninguno. Di justamente qué quieres lograr y analiza si es algo que realmente aporta valor a tu vida. Aclara también el por qué y el cómo vas a lograrlo. El porqué, porque debe tener sentido para ti. El cómo, para saber exactamente a qué te estás comprometiendo. Para eso te sugiero la Regla del 1%, que consiste en no hacer giros dramáticos, sino cambios minúsculos… pero mantenidos en el tiempo. Por ejemplo, si al día lees tan sólo 10 páginas de un libro, en un año habrás leído 18 libros de 200 páginas, y en 10 años 180 libros.Apasionante: Los objetivos que te propongas deben ser apasionantes. Está comprobado que una persona introduce un giro en su vida por dos motivos: por miedo o por placer. Es decir, porque teme perder o porque sale ganando. Ambas cosas ayudan a que ese cambio merezca la pena. Pero sobre todo, procura formularlo en positivo. Por ejemplo, no digas “quiero perder peso”. Eso no estimula a nadie. Di mejor, “quiero estar en forma”, “quiero gustarme cuando me mire al espejo”. Esto motiva mucho más y, cuando vengan ganas de no seguir esforzándote, te mantendrá en tu propósito.Medible: Lo que no se puede medir no se puede mejorar. Es así de simple. Establece tu propio mecanismo de seguimiento y anota cada día tus avances y retrocesos. Si el objetivo es mejorar tu rendimiento académico, puedes controlar tus avances si cumples tus horas de estudio, si tus notas aumentan, si realizas actividades voluntarias, etc.Son tres reglas muy sencillas. Cúmplelas y no tendremos que oír el 24 de enero cómo te lamentas por lo rápido que siempre tiras la toalla. Recuerda: depende de ti… y tú puedes. ¡Feliz Año Nuevo!
El británico Cliff Arnalls, profesor de la Universidad de Cardiff, elaboró una fórmula matemática para averiguar cuál es el peor día del año. En dicha ecuación se contemplan factores como la meteorología, el salario, las deudas o el tiempo transcurrido tras el último intento de superar un mal hábito. El resultado fue una fecha: el 24 de enero es el peor día del año.Esta fórmula casa bien con la teoría de los 21 días. El doctor Maxwell Maltz observaba en su libro The New Psycho-Cybernetics (1960) cómo los pacientes a los que amputaban una extremidad tardaban 21 días en dejar de sentir la “sensación fantasma”. De esta forma, se comprobó que el cerebro tarda aproximadamente 21 días en adaptarse al cambio.¿Qué ocurre el día 24 de enero? Que si no has formulado bien tus objetivos para el 2018, el 24 de enero dejarás el gimnasio y cogerás de nuevo el pitillo. Por eso voy a compartir contigo mi Método CAM, que son 3 reglas altamente efectivas para diseñar objetivos e incorporar nuevos hábitos:Concreto: Establece sólo un objetivo concreto. Si pones 2 o 3 no cumplirás ninguno. Di justamente qué quieres lograr y analiza si es algo que realmente aporta valor a tu vida. Aclara también el por qué y el cómo vas a lograrlo. El porqué, porque debe tener sentido para ti. El cómo, para saber exactamente a qué te estás comprometiendo. Para eso te sugiero la Regla del 1%, que consiste en no hacer giros dramáticos, sino cambios minúsculos… pero mantenidos en el tiempo. Por ejemplo, si al día lees tan sólo 10 páginas de un libro, en un año habrás leído 18 libros de 200 páginas, y en 10 años 180 libros.Apasionante: Los objetivos que te propongas deben ser apasionantes. Está comprobado que una persona introduce un giro en su vida por dos motivos: por miedo o por placer. Es decir, porque teme perder o porque sale ganando. Ambas cosas ayudan a que ese cambio merezca la pena. Pero sobre todo, procura formularlo en positivo. Por ejemplo, no digas “quiero perder peso”. Eso no estimula a nadie. Di mejor, “quiero estar en forma”, “quiero gustarme cuando me mire al espejo”. Esto motiva mucho más y, cuando vengan ganas de no seguir esforzándote, te mantendrá en tu propósito.Medible: Lo que no se puede medir no se puede mejorar. Es así de simple. Establece tu propio mecanismo de seguimiento y anota cada día tus avances y retrocesos. Si el objetivo es mejorar tu rendimiento académico, puedes controlar tus avances si cumples tus horas de estudio, si tus notas aumentan, si realizas actividades voluntarias, etc.Son tres reglas muy sencillas. Cúmplelas y no tendremos que oír el 24 de enero cómo te lamentas por lo rápido que siempre tiras la toalla. Recuerda: depende de ti… y tú puedes. ¡Feliz Año Nuevo!
En estas fechas todos nos deseamos felicidad. Para que esos buenos deseos se cumplan debemos recordar que la felicidad tiene que ver con la actitud, no con las circunstancias. Tú eres quien decides ser feliz. Si todos los días te enfadas y sufres, entonces todos los días estás reconectando la misma red neuronal que te hará sentir frustrado. Y esa red neuronal tendrá una relación cada vez más consolidada con esas otras células nerviosas llamadas identidad. Por eso hoy te propongo 3 consejos que la ciencia nos ofrece para ser felices: Ten mala memoria: Los psiquiatras sostienen que la mala memoria libera el corazón de dos cosas muy perjudiciales: el odio y el pensamiento rumiante, que vuelve una y otra vez a las mismas preocupaciones. Perdonar es una decisión, no un sentimiento. Nadie puede crecer interiormente atado al lastre del odio. Ponte en el lugar del otro y perdona. Tus energías se centrarán en tus objetivos y tu vida ascenderá más alto de lo que nunca soñaste.Cuida tu salud: Si eres feliz, tu cuerpo lo refleja. Si vives en tensión, tu cuerpo se contractura. Ten en cuenta que el cerebro reptiliano, que regula la digestión, la reproducción, la circulación o la respiración, ese cerebro reptiliano está estrechamente conectado con nuestro cerebro límbico, que es donde residen las emociones, el afecto, la motivación y, por tanto, la felicidad. La salud afecta a la felicidad. Está demostrado.Cuida tus relaciones: Si la salud afecta a la felicidad, entonces también la felicidad influye en la salud. Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Harvard demuestra que la influencia más directa sobre la estabilidad emocional es la que ejercen la vida de pareja, la familia y los amigos. Cuídalos y dedícales tiempo si de verdad quieres ser feliz. Es muy importante escoger bien con quién vamos a recorrer el camino. De hecho, existen investigaciones que han demostrado que tu actitud es el promedio de las 5 personas con las que más tiempo compartes. Por tanto, si estás rodeado de personas negativas, en poco tiempo actuarás como ellos. También nos dice la ciencia que es más feliz quien se relaciona manifestando sinceramente sus sentimientos. Por eso no dejes de cantar, bailar, reír, llorar y abrazar a los tuyos.Cuando desees a los demás felices fiestas, abre también los ojos en tu interior: no olvides que tú eres el primer enemigo o el mejor aliado de tu propia felicidad. ¡Feliz Navidad!Luis Rebolo
En estas fechas todos nos deseamos felicidad. Para que esos buenos deseos se cumplan debemos recordar que la felicidad tiene que ver con la actitud, no con las circunstancias. Tú eres quien decides ser feliz. Si todos los días te enfadas y sufres, entonces todos los días estás reconectando la misma red neuronal que te hará sentir frustrado. Y esa red neuronal tendrá una relación cada vez más consolidada con esas otras células nerviosas llamadas identidad. Por eso hoy te propongo 3 consejos que la ciencia nos ofrece para ser felices: Ten mala memoria: Los psiquiatras sostienen que la mala memoria libera el corazón de dos cosas muy perjudiciales: el odio y el pensamiento rumiante, que vuelve una y otra vez a las mismas preocupaciones. Perdonar es una decisión, no un sentimiento. Nadie puede crecer interiormente atado al lastre del odio. Ponte en el lugar del otro y perdona. Tus energías se centrarán en tus objetivos y tu vida ascenderá más alto de lo que nunca soñaste.Cuida tu salud: Si eres feliz, tu cuerpo lo refleja. Si vives en tensión, tu cuerpo se contractura. Ten en cuenta que el cerebro reptiliano, que regula la digestión, la reproducción, la circulación o la respiración, ese cerebro reptiliano está estrechamente conectado con nuestro cerebro límbico, que es donde residen las emociones, el afecto, la motivación y, por tanto, la felicidad. La salud afecta a la felicidad. Está demostrado.Cuida tus relaciones: Si la salud afecta a la felicidad, entonces también la felicidad influye en la salud. Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Harvard demuestra que la influencia más directa sobre la estabilidad emocional es la que ejercen la vida de pareja, la familia y los amigos. Cuídalos y dedícales tiempo si de verdad quieres ser feliz. Es muy importante escoger bien con quién vamos a recorrer el camino. De hecho, existen investigaciones que han demostrado que tu actitud es el promedio de las 5 personas con las que más tiempo compartes. Por tanto, si estás rodeado de personas negativas, en poco tiempo actuarás como ellos. También nos dice la ciencia que es más feliz quien se relaciona manifestando sinceramente sus sentimientos. Por eso no dejes de cantar, bailar, reír, llorar y abrazar a los tuyos.Cuando desees a los demás felices fiestas, abre también los ojos en tu interior: no olvides que tú eres el primer enemigo o el mejor aliado de tu propia felicidad. ¡Feliz Navidad!Luis Rebolo
Los neurólogos saben que el cerebro no distingue entre lo real y lo imaginario. Sencillamente cree lo que le cuentas. Si muerdes un trozo de limón o si te imaginas que lo muerdes, se produce la misma salivación. Te sientes igual de mal ante un conflicto real o uno imaginario. Por eso, cuida lo que dices de ti mismo, porque tu cerebro lo va a creer. Henry Ford afirmaba: “Tanto si piensas que puedes como si piensas que no puedes, estás en lo cierto”. ¿Y tú, quién eres? Es realmente importante ponerle nombre a tus creencias de identidad. “Yo soy luchador”, “soy trabajador”, “me gustan los retos”… todas esas creencias te hacen fuerte y te ayudan a encarar los desafíos diarios, que no son pocos. Pero existen otras creencias dentro de ti que no te ayudan en absoluto: “Soy mal estudiante”, “soy hipocondríaco”, “siempre he sido gordo”… esas creencias no son útiles. ¿Por qué les das permiso para que te condicionen? Si quieres modificar esos pensamientos y no sabes cómo, te doy 3 consejos probados:Cambia el lenguaje. El lenguaje es performativo, es decir, condiciona la realización de una acción transformadora. Por ejemplo, deja de decir “estoy menos afectado” y comienza a decir “me encuentro cada día un poco mejor”. ¡Tu cerebro te lo agradecerá haciéndote sentir bien! Destroza la estaca. Si aún no conoces el cuento del elefante y la estaca te lo cuento brevemente. Un enorme elefante de circo está sujeto a una ridícula estaca clavada en el suelo. ¿Por qué no se escapa? Porque cuando lo ataron la primera vez era aún muy pequeño y no tuvo fuerzas para soltarse. Lo intentó una y otra vez, hasta que llegó un día en el que se dijo a sí mismo: “no puedo; es imposible”. Y ya no lo intentó más. Pues bien, dentro de ti hay creencias negativas que te están condicionando desde hace 15 o 20 años… pero son igual de ridículas que la estaca del elefante. Ya es hora de destrozar la estaca, ¿no te parece?Crea nuevas afirmaciones.Haz nuevas afirmaciones y repítelas al acostarte y al levantarte. Ellas crearán la atmósfera interior que necesitas para aumentar la confianza en ti mismo y entregarte al 100%. Di, “estoy comprometido con mi familia” o “soy capaz de llevar mi negocio al siguiente nivel” y da un salto de la cama. Muhammad Ali decía: “Es la repetición de afirmaciones lo que conduce a la creencia. Y una vez que la creencia se convierte en una convicción profunda, las cosas comienzan a suceder”.En efecto, el cerebro no tiene sentido del humor. Si va a creer lo que dices de ti mismo, entonces hazte un favor: quiérete mucho.
Los neurólogos saben que el cerebro no distingue entre lo real y lo imaginario. Sencillamente cree lo que le cuentas. Si muerdes un trozo de limón o si te imaginas que lo muerdes, se produce la misma salivación. Te sientes igual de mal ante un conflicto real o uno imaginario. Por eso, cuida lo que dices de ti mismo, porque tu cerebro lo va a creer. Henry Ford afirmaba: “Tanto si piensas que puedes como si piensas que no puedes, estás en lo cierto”. ¿Y tú, quién eres? Es realmente importante ponerle nombre a tus creencias de identidad. “Yo soy luchador”, “soy trabajador”, “me gustan los retos”… todas esas creencias te hacen fuerte y te ayudan a encarar los desafíos diarios, que no son pocos. Pero existen otras creencias dentro de ti que no te ayudan en absoluto: “Soy mal estudiante”, “soy hipocondríaco”, “siempre he sido gordo”… esas creencias no son útiles. ¿Por qué les das permiso para que te condicionen? Si quieres modificar esos pensamientos y no sabes cómo, te doy 3 consejos probados:Cambia el lenguaje. El lenguaje es performativo, es decir, condiciona la realización de una acción transformadora. Por ejemplo, deja de decir “estoy menos afectado” y comienza a decir “me encuentro cada día un poco mejor”. ¡Tu cerebro te lo agradecerá haciéndote sentir bien! Destroza la estaca. Si aún no conoces el cuento del elefante y la estaca te lo cuento brevemente. Un enorme elefante de circo está sujeto a una ridícula estaca clavada en el suelo. ¿Por qué no se escapa? Porque cuando lo ataron la primera vez era aún muy pequeño y no tuvo fuerzas para soltarse. Lo intentó una y otra vez, hasta que llegó un día en el que se dijo a sí mismo: “no puedo; es imposible”. Y ya no lo intentó más. Pues bien, dentro de ti hay creencias negativas que te están condicionando desde hace 15 o 20 años… pero son igual de ridículas que la estaca del elefante. Ya es hora de destrozar la estaca, ¿no te parece?Crea nuevas afirmaciones.Haz nuevas afirmaciones y repítelas al acostarte y al levantarte. Ellas crearán la atmósfera interior que necesitas para aumentar la confianza en ti mismo y entregarte al 100%. Di, “estoy comprometido con mi familia” o “soy capaz de llevar mi negocio al siguiente nivel” y da un salto de la cama. Muhammad Ali decía: “Es la repetición de afirmaciones lo que conduce a la creencia. Y una vez que la creencia se convierte en una convicción profunda, las cosas comienzan a suceder”.En efecto, el cerebro no tiene sentido del humor. Si va a creer lo que dices de ti mismo, entonces hazte un favor: quiérete mucho.
“El sueño de la razón produce monstruos”, decía el genial pintor Francisco de Goya. Algo parecido ocurre con la humildad: El sueño de la humildad engendra frustraciones. Porque cuando la humildad se duerme, entonces el yo sueña consigo mismo, inventa fantasías imposibles, ignora sus verdaderas posibilidades, se empeña en pedir peras al olmo, se tasa por encima de su valor real y enferma con el síndrome de Dunning-Kruger, ése en el que la estupidez y la vanidad se alían para hacerte creer mejor que nadie.Las consecuencias son inmediatas. Como no reconocemos nuestros fallos, culpamos a todos de nuestra mala suerte. Acusamos a los demás de tenernos envidia y de frenar el reconocimiento de nuestros méritos. Creemos que no se nos permite estar donde realmente merecemos: un destino concreto, una posición profesional, una distinción, honores… nada de eso llega –dice el cretino– no porque no lo merezca, sino porque mi brillo es irritante para los mediocres.Y así hay muchos a los que se les cuentan los años por frustraciones y desencantos, en vez de por lecciones y experiencias. Pero la humildad es un aldabón que nos despierta de ese sueño profundo. Abres los ojos y, gracias a ella, te reconcilias con tu propia vida, sanan tus heridas, crece tu sentido del humor y se irrigan las tierras secas de la empatía y la compasión. Gracias a la humildad valoras lo que para otros es insignificante, agradeces todo, regresa la sonrisa y, desde muy temprano, te dispone para seguir aprendiendo hasta del más pequeño.En el libro Madre, se cuenta cómo santa Ángela de la Cruz entró un día a pedir en una carnicería y, con una sonrisa, le dijo al dueño: “¿Me da algo para los pobres?”. El carnicero la miró con desprecio y le escupió a la santa en la palma de la mano. Ella, cerrando la mano muy fuerte le respondió sin dejar de sonreír: “Esto para mí, que me lo tengo merecido”. Entonces extendió la otra mano y le dijo: “Y ahora, ¿me da usted algo para los pobres?” Desde ese día, ningún lunes faltó carne en su convento.Y es que la humildad es un sentimiento infrustrable, inquebrantable, invencible. Quien es humilde ha vencido la más cruel de todas las batallas: la que se juega dentro de ti.Luis Rebolo
El que no sabe lo que quiere no puede ser feliz. Es así de sencillo. La mayoría de personas dicen que saben muy bien lo que quieren: “yo quiero que no le falte de nada a mi gente”, “yo quiero trabajar para poder defenderme en la vida”, “yo quiero salud para los míos”… Pero, ¿y el sentido de tu vida, cuál es? ¿Para qué te levantas temprano, trabajas tantas horas y soportas tantas ingratitudes? ¿Para qué has nacido? O, simplemente, ¿sigues creyendo que tu vida está marcada por un propósito y posee un sentido especial? Se dice que aproximadamente un 95% de la población no se ha planteado de un modo serio el sentido de su vida, el “para qué”. No se trata de hacerte alguna vez esta pregunta, se trata de intentar contestarla con tu vida.Cuando uno vive sin mayores planteamientos, se dice que vive en piloto automático. Esto quiere decir que vive sin un proyecto que le ayude a encaminar sus pasos y a dotar de sentido sus avances, retrocesos, dificultades… Son gente que vive a medio gas, ahogado en sus muchos problemas y sin brillo, y, lo que es peor, son gente que entiende que en eso consiste la realización personal, la estabilidad, la madurez y hasta la felicidad. Esta es la gente a la que el Señor encuentra dormida y que, por tanto, a duras penas podrá darse cuenta, reconocer su venida.La gente que vive desilusionada a menudo espera que las cosas se arreglen solas o las arregle otro. No resuelven ni toman el control de sus vidas. En cambio, la gente que vive en actitud vigilante no esperan jamás a que las cosas sucedan, sino que son ellas quienes toman una resolución. ¿Y qué es tomar una resolución? Tomar una resolución es decir “esto va a ser así”. Cortas el resto de posibilidades, quemas los barcos, derribas los puentes y te comprometes con tu decisión. No hay vuelta atrás. Sólo puede preparar la venida del Señor quien toma el control de su propia existencia para que no la arrastren las corrientes, quien presta atención para no contaminar su mente con las influencias que nada tienen que ver con el Evangelio, en definitiva, quien es consciente, no inconsciente, de a dónde quiere ir porque sabe lo que quiere, para qué ha nacido. Entonces la vida cobra un sentido luminoso, porque se construye desde un propósito. Los logros y los fracasos, por igual, adquieren valor, significado en función de nuestro proyecto existencial. Dios aquí no es un aderezo costumbrista o folklórico, Dios aquí es un motor del cambio. Por eso “velad”, es decir: no dejes que la vida se escape entre tus manos sin que puedas confesar -¡con todas las letras!- que has vivido.Luis Rebolo
El que no sabe lo que quiere no puede ser feliz. Es así de sencillo. La mayoría de personas dicen que saben muy bien lo que quieren: “yo quiero que no le falte de nada a mi gente”, “yo quiero trabajar para poder defenderme en la vida”, “yo quiero salud para los míos”… Pero, ¿y el sentido de tu vida, cuál es? ¿Para qué te levantas temprano, trabajas tantas horas y soportas tantas ingratitudes? ¿Para qué has nacido? O, simplemente, ¿sigues creyendo que tu vida está marcada por un propósito y posee un sentido especial? Se dice que aproximadamente un 95% de la población no se ha planteado de un modo serio el sentido de su vida, el “para qué”. No se trata de hacerte alguna vez esta pregunta, se trata de intentar contestarla con tu vida.Cuando uno vive sin mayores planteamientos, se dice que vive en piloto automático. Esto quiere decir que vive sin un proyecto que le ayude a encaminar sus pasos y a dotar de sentido sus avances, retrocesos, dificultades… Son gente que vive a medio gas, ahogado en sus muchos problemas y sin brillo, y, lo que es peor, son gente que entiende que en eso consiste la realización personal, la estabilidad, la madurez y hasta la felicidad. Esta es la gente a la que el Señor encuentra dormida y que, por tanto, a duras penas podrá darse cuenta, reconocer su venida.La gente que vive desilusionada a menudo espera que las cosas se arreglen solas o las arregle otro. No resuelven ni toman el control de sus vidas. En cambio, la gente que vive en actitud vigilante no esperan jamás a que las cosas sucedan, sino que son ellas quienes toman una resolución. ¿Y qué es tomar una resolución? Tomar una resolución es decir “esto va a ser así”. Cortas el resto de posibilidades, quemas los barcos, derribas los puentes y te comprometes con tu decisión. No hay vuelta atrás. Sólo puede preparar la venida del Señor quien toma el control de su propia existencia para que no la arrastren las corrientes, quien presta atención para no contaminar su mente con las influencias que nada tienen que ver con el Evangelio, en definitiva, quien es consciente, no inconsciente, de a dónde quiere ir porque sabe lo que quiere, para qué ha nacido. Entonces la vida cobra un sentido luminoso, porque se construye desde un propósito. Los logros y los fracasos, por igual, adquieren valor, significado en función de nuestro proyecto existencial. Dios aquí no es un aderezo costumbrista o folklórico, Dios aquí es un motor del cambio. Por eso “velad”, es decir: no dejes que la vida se escape entre tus manos sin que puedas confesar -¡con todas las letras!- que has vivido.Luis Rebolo
Un juicio de amorLa inteligencia emocional ha puesto de manifiesto la importancia de la empatía entre las personas para mejorar el trabajo en equipo y para la creación de unas relaciones más humanas y sólidas, capaces de reportar mayores cotas de felicidad. Esa empatía podría definirse como la capacidad para ponernos en los zapatos de los demás. Pero la neurociencia ha descubierto algo asombroso: la compasión.La compasión no sólo es querer entender al otro, sino vivir la pasión de los demás, sentir con ellos y tener el compromiso de aliviar sus sufrimientos. Los neurólogos, psicólogos y psiquiatras coinciden en afirmar que la empatía y la compasión activan circuitos cerebrales diferentes. La compasión pertenece a un estadio superior que va de dos manos entrañables: la amabilidad y la ternura.La compasión, la amabilidad y la ternura hacen que mejoren nuestro bienestar emocional, nuestra salud y hasta nuestros resultados académicos o laborales. Ellas contribuyen a que la mente sienta calma y disminuya el estrés, la ansiedad y la depresión. Además, activan la zona motora del cerebro, ésa que te capacita para no cruzarte de brazos, sino para moverte y aliviar el sufrimiento de quienes te rodean. Cultivar la compasión es mucho más eficaz que vivir centrado en uno mismo, porque esa compasión es la llave de la felicidad y te da acceso a los circuitos neuronales que pueden cambiar tu día a día y darle la vuelta a tu vida.En definitiva, la ciencia hoy está en condiciones de afirmar con rotundidad que la compasión es la base de un cerebro sano. ¡Todo funciona mejor cuando somos buenos!Cuando Jesús define al Padre afirma que es “compasivo”, y nos dice “sed compasivos como vuestro Padre es compasivo” (Lc 6, 36). Por eso considera que los misericordiosos son unos verdaderos bienaventurados (cfr. Mt 5, 7). Pero, ¿cuándo encontrarán misericordia? Pues siempre, pero especialmente el día del juicio final. El juicio de todas las naciones será un juicio sobre el amor que hay en cada uno. Para eso hemos sido creados, para amar. Lo dice la ciencia: el hombre es cooperativo de modo innato. El último día se nos preguntará, sencillamente, qué hicimos con tanto amor como somos capaces de dar.Jesús nos enseña que ese juicio será solemne, pero simple. Dios se sentará en el trono del juez de la historia. Eso sí, tú no lo verás lleno de gloria y majestad. ¿Sabes a quién verás? Verás al mendigo alcohólico que pedía en tu puerta un día a la semana; verás que la cara de Dios es la de esa ancianita que vive sola en el piso de al lado; verás el rostro de tu madre enferma a la que cuidaste tantos años; verás que la cara de Dios es la del compañero de trabajo que no se integra, la del chico drogodependiente al que todos juzgan, la del niño que recoge cartones y chatarra con sus papás… y entonces Dios te dirá: “A mí, no te equivoques, a mí me lo hiciste”.Por eso, acaricia con tus palabras, bendice con tus pensamientos, sé amable con tus gestos, llena tus manos de ternura y abre tus brazos cuanto puedas. Detrás del mal olor, de las apariencias, de las diferencias o de los insultos está Dios, el Dios del amor que te hizo para amar y que esta semana te pregunta: “¿Y tú, cómo andas de amor?”Luis Rebolo
Un juicio de amorLa inteligencia emocional ha puesto de manifiesto la importancia de la empatía entre las personas para mejorar el trabajo en equipo y para la creación de unas relaciones más humanas y sólidas, capaces de reportar mayores cotas de felicidad. Esa empatía podría definirse como la capacidad para ponernos en los zapatos de los demás. Pero la neurociencia ha descubierto algo asombroso: la compasión.La compasión no sólo es querer entender al otro, sino vivir la pasión de los demás, sentir con ellos y tener el compromiso de aliviar sus sufrimientos. Los neurólogos, psicólogos y psiquiatras coinciden en afirmar que la empatía y la compasión activan circuitos cerebrales diferentes. La compasión pertenece a un estadio superior que va de dos manos entrañables: la amabilidad y la ternura.La compasión, la amabilidad y la ternura hacen que mejoren nuestro bienestar emocional, nuestra salud y hasta nuestros resultados académicos o laborales. Ellas contribuyen a que la mente sienta calma y disminuya el estrés, la ansiedad y la depresión. Además, activan la zona motora del cerebro, ésa que te capacita para no cruzarte de brazos, sino para moverte y aliviar el sufrimiento de quienes te rodean. Cultivar la compasión es mucho más eficaz que vivir centrado en uno mismo, porque esa compasión es la llave de la felicidad y te da acceso a los circuitos neuronales que pueden cambiar tu día a día y darle la vuelta a tu vida.En definitiva, la ciencia hoy está en condiciones de afirmar con rotundidad que la compasión es la base de un cerebro sano. ¡Todo funciona mejor cuando somos buenos!Cuando Jesús define al Padre afirma que es “compasivo”, y nos dice “sed compasivos como vuestro Padre es compasivo” (Lc 6, 36). Por eso considera que los misericordiosos son unos verdaderos bienaventurados (cfr. Mt 5, 7). Pero, ¿cuándo encontrarán misericordia? Pues siempre, pero especialmente el día del juicio final. El juicio de todas las naciones será un juicio sobre el amor que hay en cada uno. Para eso hemos sido creados, para amar. Lo dice la ciencia: el hombre es cooperativo de modo innato. El último día se nos preguntará, sencillamente, qué hicimos con tanto amor como somos capaces de dar.Jesús nos enseña que ese juicio será solemne, pero simple. Dios se sentará en el trono del juez de la historia. Eso sí, tú no lo verás lleno de gloria y majestad. ¿Sabes a quién verás? Verás al mendigo alcohólico que pedía en tu puerta un día a la semana; verás que la cara de Dios es la de esa ancianita que vive sola en el piso de al lado; verás el rostro de tu madre enferma a la que cuidaste tantos años; verás que la cara de Dios es la del compañero de trabajo que no se integra, la del chico drogodependiente al que todos juzgan, la del niño que recoge cartones y chatarra con sus papás… y entonces Dios te dirá: “A mí, no te equivoques, a mí me lo hiciste”.Por eso, acaricia con tus palabras, bendice con tus pensamientos, sé amable con tus gestos, llena tus manos de ternura y abre tus brazos cuanto puedas. Detrás del mal olor, de las apariencias, de las diferencias o de los insultos está Dios, el Dios del amor que te hizo para amar y que esta semana te pregunta: “¿Y tú, cómo andas de amor?”Luis Rebolo
El miedo es una dimensión natural del ser humano que juega un importante papel de cara a la propia supervivencia. Los miedos infantiles dan paso a otros temores más o menos fundados en la realidad, ante los que debemos aprender a posicionarnos: unas veces, superándolos; otras, adquiriendo una mayor prudencia. Generalmente el miedo habita en la frontera de nuestra zona de confort. Cuando te planteas salir de ahí, el miedo tira de tu propia hemeroteca y te razona concienzudamente por qué nada debe cambiar ni tiene sentido arriesgarse. Pero, en realidad, detrás del miedo está la vida. Cuando superas la barrera del miedo es cuando realmente puedes aprender algo nuevo: sensaciones, experiencias, hábitos, puntos de vista, culturas… Hay gente que se apasiona con este paso y hay gente que lo consideran una provocación. De hecho, el poder siempre encuentra en la zona de confort su zona de control, por eso utiliza el miedo y el castigo con aquellos que no temen superar las barreras.El miedo es también el verdugo de la creatividad. Nuestros patrones mentales, esquemas sociales, ideario colectivo… todo eso nos ancla en una forma de ver el mundo y de entender la vida que no se abre a la novedad. Pero lo nuevo no se encuentra en ningún camino ya transitado ni en ninguna costa cartografiada.El miedo, por último, puede derivar en una forma de angustia existencial que nos impide encontrar el sentido a nuestras vidas, arrastrándonos al nihilismo y a una desesperación muchas veces alimentada por las circunstancias trágicas que hayamos padecido.Dios, en cambio, visita siempre al mundo con un mensaje que disipa todos los temores: “No temas”. Ese es el saludo de todas las manifestaciones divinas en La Biblia. “No tengas miedo”. Y esa fue también la invitación con la que San Juan Pablo II abrió su pontificado: “No tengáis miedo”. El miedo es lo contrario del amor.Quien ama a Dios no tiene miedo. Dice San Juan en su primera carta que “en el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor tiene que ver con el castigo, y el que teme no ha aprendido a amar perfectamente” (1 Jn 4, 18).Un Dios que castiga ha sido siempre un perfecto aliado del poder. Un Dios que disipa los miedos ha sido siempre un perfecto aliado del cambio. El poder quiere ocupar espacios; el amor quiere generar procesos. El poder teme ser desalojado; pero el amor no teme, sólo crea, recrea y hace nuevas todas las cosas.Cuando repartieron los talentos, todos se pusieron a invertir, a arriesgar, menos el que tenía una imagen equivocada de Dios. Éste dijo: “Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra”. Pero el Señor no es así, no es un Dios exigente que siega donde no siembra. ¡Todo lo contrario! Esa era la triste imagen que tenían los fariseos. Era la enseñanza con la que las autoridades religiosas sometían al pueblo. Dios nos da la libertad propia de sus hijos: ciudadanos que aman y no temen, que se relacionan con lo nuevo como con un desafío a la inteligencia y una oportunidad de crecimiento. El miedo da más miedo que lo que hay detrás, porque lo que hay detrás no significa perder lo que tenías, sino añadir, crecer y dilatar el horizonte de tu propia autoconciencia. En la literatura universal y en el cine los grandes tesoros siempre están custodiados por seres terribles y monstruosos. Y es que, cuando superamos nuestros miedos, pagamos el precio que nos da acceso a una vida mejor, más reconciliada y sabia. Por eso, ¡sí, arriésgate! Al Papa Francisco le gusta repetir una frase del que fue Prepósito General de los jesuitas, el padre Pedro Arrupe: “Más vale correr el riesgo de equivocarse que cometer la equivocación de no arriesgarse”. Pues sí, es cierto. Con un Dios como el nuestro, te lo puedes permitir.Luis Rebolo
San Mateo 25, 1-13En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: "El Reino de los cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: "¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!" Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas". Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis". Mientras iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos". Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco". Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora".COMENTARIO: ¿MUERES POR TUS SUEÑOS O TE MUERES DE SUEÑO?Déjame que te cuente una historia. San Josemaría Escrivá iba con un grupo de jóvenes subiendo a un santuario en la cima de un monte. La cuesta cada vez era más tortuosa y alguno comenzó a resentirse. Entonces el santo les decía que aprovecharan los recodos en los que el camino les permitía ver el santuario para así coger fuerzas contemplando la meta.Hoy el Evangelio nos enseña a mirar a la meta, a centrarnos en la meta, en ese encuentro con Cristo Esposo. La parábola nos muestra cómo se trata de un encuentro que debe llenarnos de alegría, no de temor. Es como la llegada de los aliados a los campos de concentración nazis: ellos eran recibidos por miles de hombres enjutos que salían corriendo al encuentro de los soldados para abrazarlos entre risas y bailes. Pero había otros presos que no salían alegres al encuentro de los salvadores. ¿Quiénes eran? Eran los que se habían vendido a los nazis porque perdieron la esperanza de que un día serían liberados. Esos ya no pensaban en abrazar la salvación, por eso traicionaron a sus hermanos con chivatazos, desprecios, convirtiéndose en los verdugos de sus semejantes.La esperanza te mantiene en tensión, es decir, despierto y activo. Por eso las vírgenes sensatas no podían compartir su aceite con las necias: porque el aceite del que se habla aquí no es material, son las actitudes que nadie puede tener por ti. Sólo tú eres el responsable de vivir tu vida.Recuerda que hay dos tipos de personas: las que toman el control de su vida y las que culpan a todos los demás de no tener la vida que desean. Los segundos no han descubierto todavía que la esperanza no es una espera pasiva o pasota. Ellos creen que esperar es cruzar los brazos mientras Dios te soluciona los problemas, pero, en realidad, esperar es hacerte cargo de tu vida poniendo manos a la obra. Esperar es saber que ese encuentro futuro, que ese logro futuro, que ese objetivo tan deseado es mi fuerza para hoy, para vivir el presente con los cinco sentidos, sacándole todo el partido que tiene y haciendo de mi vida una vida mucho más consciente y más plena. Eso es justo lo contrario a lo que hicieron las necias… porque las cinco necias se durmieron. Son gente que tienen muchos sueños, pero no lo dan todo en el día a día… ¿y qué hacen? Terminan durmiéndose. Hay gente que se muere de sueño y hay gente que muere por sus sueños. Decía Muhammad Alí: “Entrena mientras ellos duermen, estudia mientras ellos se divierten, persiste mientras ellos descansen y vive lo que ellos sueñan”. Por eso, tú céntrate en la meta. Es la única manera de aprender a deshacer en terrones el presente para llenarlo de Dios. Céntrate en tus objetivos y vive con pasión cada segundo de la vida que Dios te ha regalado. Es mucho mejor que morirte de sueño y sin enterarte de nada.Luis Rebolo.
San Mateo 25, 1-13En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: "El Reino de los cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: "¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!" Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas". Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis". Mientras iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos". Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco". Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora".COMENTARIO: ¿MUERES POR TUS SUEÑOS O TE MUERES DE SUEÑO?Déjame que te cuente una historia. San Josemaría Escrivá iba con un grupo de jóvenes subiendo a un santuario en la cima de un monte. La cuesta cada vez era más tortuosa y alguno comenzó a resentirse. Entonces el santo les decía que aprovecharan los recodos en los que el camino les permitía ver el santuario para así coger fuerzas contemplando la meta.Hoy el Evangelio nos enseña a mirar a la meta, a centrarnos en la meta, en ese encuentro con Cristo Esposo. La parábola nos muestra cómo se trata de un encuentro que debe llenarnos de alegría, no de temor. Es como la llegada de los aliados a los campos de concentración nazis: ellos eran recibidos por miles de hombres enjutos que salían corriendo al encuentro de los soldados para abrazarlos entre risas y bailes. Pero había otros presos que no salían alegres al encuentro de los salvadores. ¿Quiénes eran? Eran los que se habían vendido a los nazis porque perdieron la esperanza de que un día serían liberados. Esos ya no pensaban en abrazar la salvación, por eso traicionaron a sus hermanos con chivatazos, desprecios, convirtiéndose en los verdugos de sus semejantes.La esperanza te mantiene en tensión, es decir, despierto y activo. Por eso las vírgenes sensatas no podían compartir su aceite con las necias: porque el aceite del que se habla aquí no es material, son las actitudes que nadie puede tener por ti. Sólo tú eres el responsable de vivir tu vida.Recuerda que hay dos tipos de personas: las que toman el control de su vida y las que culpan a todos los demás de no tener la vida que desean. Los segundos no han descubierto todavía que la esperanza no es una espera pasiva o pasota. Ellos creen que esperar es cruzar los brazos mientras Dios te soluciona los problemas, pero, en realidad, esperar es hacerte cargo de tu vida poniendo manos a la obra. Esperar es saber que ese encuentro futuro, que ese logro futuro, que ese objetivo tan deseado es mi fuerza para hoy, para vivir el presente con los cinco sentidos, sacándole todo el partido que tiene y haciendo de mi vida una vida mucho más consciente y más plena. Eso es justo lo contrario a lo que hicieron las necias… porque las cinco necias se durmieron. Son gente que tienen muchos sueños, pero no lo dan todo en el día a día… ¿y qué hacen? Terminan durmiéndose. Hay gente que se muere de sueño y hay gente que muere por sus sueños. Decía Muhammad Alí: “Entrena mientras ellos duermen, estudia mientras ellos se divierten, persiste mientras ellos descansen y vive lo que ellos sueñan”. Por eso, tú céntrate en la meta. Es la única manera de aprender a deshacer en terrones el presente para llenarlo de Dios. Céntrate en tus objetivos y vive con pasión cada segundo de la vida que Dios te ha regalado. Es mucho mejor que morirte de sueño y sin enterarte de nada.Luis Rebolo.
San Mateo 23, 1-12 En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: -«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen.Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros. Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos.Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor.El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.» COMENTARIO: UNA FE QUE SALVAJesús ya había advertido en otra ocasión a sus discípulos que se guardasen de la “levadura de los fariseos” (Lc 12, 1): la hipocresía. Decir una cosa y hacer justo lo contrario. Esa enseñanza es como una levadura, es decir, algo casi imperceptible, pero que va a contaminar toda la masa (Mt 16, 12).Por eso Jesús distingue entre lo que dicen y lo que hacen. Muchos responsables religiosos de hoy y siempre enseñan muy bien lo que Dios quiere de nosotros, pero no lo viven. Por eso, “no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen”.Esto crea un principio devastador en la comprensión de la autoridad religiosa: siempre se ha obedecido a quien predica porque posee una autoridad basada en su función religiosa; pero ahora Jesús enseña otro tipo de autoridad: la autoridad de la coherencia.La gente se maravillaba ante Jesús “porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mc 1, 22). Jesús vive lo que enseña, por eso convence, engancha, atrae y seduce a las personas para que cambien de vida y se conviertan a la civilización del amor de Dios.Jesús envía a sus apóstoles con autoridad, pero esa autoridad que les encomienda debe encontrar coherencia en sus actos o, sencillamente, quedarán desacreditados a los ojos de todos.La autoridad no es poder, la autoridad es servicio. La autoridad no es alimento para la imagen y el propio ego, no es un reservado en la primera fila, no es una posición de fuerza. Moisés se sentó en su cátedra para impartir justicia y guiar al pueblo hacia la libertad, no para liar pesados fardos con normas, preceptos y obligaciones sobre los hombros de la gente, que ya de por sí cargamos tantos sufrimientos.Si hablas en nombre de Dios a tus amigos, a tus hijos, recuerda que nuestra fe es una buena noticia, no un código ético. No construyas la casa por el tejado, empezando a enseñar normas en lugar de mostrar a todos el tesoro escondido, la perla fina por la que merece la pena venderlo todo, a cambio de la cual todo es basura, como diría San Pablo.Nuestra fe salva y hace feliz a las personas. No es un elástico donde cabe todo permisivismo, es la medida de una felicidad que sólo Dios puede darnos y que sólo alcanzaremos con su gracia, con sus sacramentos.Dejémonos de repetir el lenguaje del mundo: maestro, padre... No os dejéis llamar como a los que mandan, renunciad a vuestros privilegios legítimos… creamos de todo corazón que de verdad somos hermanos. Digamos a todos una palabra nueva, vivamos el mandamiento nuevo del amor.La Madre Teresa de Calcuta siempre reservaba los primeros asientos para los más pobres. El coche oficial del Papa Francisco es un vehículo barato que desconcierta en sus viajes apostólicos a todos los mandatarios del mundo. Estos son pequeños pero necesarios motivos de esperanza que nos dicen: “el mundo puede cambiar”, es siendo el último como se alcanza la felicidad.Hoy Jesús quiere introducirnos en la lógica de la revolución del amor, esa por la que va a instaurarse el Reino de Dios: quien quiera ser el primero que ocupe el último lugar y sea el servidor de todos.Luis Rebolo.