En estos Podcasts reflexionamos sobre las palabras preciosas de Nuestra Madre, la Reina de la Paz. Palabras hermosas que vienen del Cielo como un regalo para nosotros.
En esta reflexión, la Virgen nos advierte que el enemigo quiere apartarnos lo más posible de la vida cristiana y de los mandamientos, para que los abandonemos. Busca confundirnos, inquietarnos y envolvernos con mentiras que nos alejen de Dios. Pero nuestra Madre está aquí, enviada por el Altísimo, para protegernos, guiarnos y recordarnos que el amor de Dios es más fuerte que cualquier tiniebla.
En esta reflexión llena de fuerza y ternura, nuestra Madre nos llama a orar sin cesar para que no nos dejemos sacudir por el enemigo. María nos recuerda que cuando vivimos en oración, Satanás pierde poder… y reconoce que le pertenecemos a ella, a su corazón maternal. Es un llamado a confiar, a abandonarnos en su amor y a dejarnos conducir por ella al corazón de Dios.
En esta reflexión, nuestra Madre nos llama con amor a ser oración y sus manos extendidas de amor para los que están en tinieblas y buscan la luz de nuestro Dios. Nos recuerda que aún hay corazones heridos que anhelan regresar, y que con nuestro cariño, nuestra oración y nuestra fe sencilla, podemos ser luz en su oscuridad. Con María, podemos abrazarlos con ternura y guiarlos de regreso al Dios que los espera con los brazos abiertos.
En esta reflexión, meditamos dos mensajes en los que la Virgen nos revela la realidad de la batalla espiritual entre el bien y el mal, una lucha que se libra también dentro de cada corazón. Pero no estamos solos: el Padre, en su infinita misericordia, nos envía a María para despertarnos, protegernos y guiarnos por el camino de la luz.
En esta reflexión unimos dos mensajes de nuestra Madre que nos despiertan y nos fortalecen. Ella nos muestra, con amor y verdad, cómo Satanás quiere alejarnos de Dios y apagar en nosotros todo lo que es del cielo. Pero no nos deja solos. Nos suplica con amor: “¡Luchen, hijitos!”
En esta reflexión, nuestra Madre nos revela con amor que no estamos solos. Dios la ha enviado para ayudarnos, guiarnos y protegernos. Con ternura nos suplica: “Si lo desean, tomen el Rosario”, porque el Rosario es fuerza, refugio y milagro. Bajo su manto, el mal no prevalecerá.
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que estamos en un tiempo de gracia y que el Altísimo le permite guiarnos por el camino de la santidad. Nos advierte que Satanás quiere enredarnos con desasosiego y odio, pero nos da un arma poderosa: el Rosario. Nos invita a revestirnos con la armadura de la oración y a vencer al enemigo con el Rosario en la mano, signo de que le pertenecemos. Con María, el mal no prevalecerá. ¡Ella lucha por nosotros como una verdadera Madre
✨ En esta reflexión, nuestra Madre nos revela que el enemigo busca alejarnos de Dios, pero ella está con nosotros para guiarnos, protegernos y sostenernos en el camino hacia la santidad. Con ella, el mal no tendrá la última palabra
Hoy reflexionamos un mensaje precioso que la Virgen nos dio el 25 de junio del 2002, donde nos invita con ternura y firmeza a vivir cada una de sus palabras, porque no vienen de ella, sino del Cielo. Dios Padre, en su amor, nos concede gracias a través de María… pero muchas veces no las entendemos, no las valoramos, y las dejamos pasar. Este es un llamado a despertar el corazón, a no ser indiferentes, y a vivir este tiempo de gracia como un verdadero regalo.
Hoy, la Virgen nos llama a decidirnos por el paraíso. Nos recuerda que sin Dios no hay futuro ni vida eterna, pero que Él se ofrece a nosotros en toda su plenitud. A través de la oración podemos alcanzar el amor pleno, el que da sentido a esta vida… y nos abre la puerta de la eternidad.
✨ Todo pasa, pero la eternidad permanece. La Virgen nos invita a detenernos y reflexionar sobre nuestra vida, nuestro rumbo y nuestro destino final. No estamos hechos para lo pasajero, sino para la bienaventuranza eterna. María quiere mostrarnos el camino, abrirnos la puerta del Cielo y abrazarnos allí.
En medio de los vientos del mal, del odio y la tribulación, la Virgen María nos recuerda que no estamos solos: el Altísimo la ha enviado para guiarnos hacia la paz y la unidad. Esta reflexión nos invita a abrir el corazón, caminar con Ella y ser sus manos extendidas en un mundo que anhela a Dios.
En esta reflexión descubrimos qué significa la cizaña que se apodera del alma y cómo podemos evitar volvernos estériles. La Virgen nos llama a ser luz, amor y sus manos extendidas en un mundo que anhela a Dios.
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que todo lo que nos rodea es pasajero, que no vale la pena buscar en las ideologías del mundo lo que solo Dios puede darnos. Solo Su gloria permanece. Jesús es la verdad que no se desmorona. Regresemos a Él con todo el corazón.
En esta reflexión, la Virgen nos despierta con amor y claridad. El enemigo quiere desviarnos a través del modernismo, pero María nos enseña a luchar con la oración y la cruz. Oremos con confianza para que el mal no nos utilice, y con Ella, permanezcamos firmes en el bien.
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que el amor a Dios nace y crece desde su Corazón Inmaculado. Nos invita a volver al primer mandamiento, no como deber, sino como una respuesta de amor. Vivir los mandamientos con el corazón es lo que da sentido a la vida y trae la verdadera paz.
En esta reflexión, nuestra Madre nos despierta con claridad y ternura: hay ideologías que enfrían el alma, confunden el corazón y destruyen silenciosamente la vida espiritual. Pero no estamos solos. Con amor de madre, María nos llama:“Regresen a Dios, porque con Él tienen futuro y vida eterna.” Un mensaje fuerte, lleno de verdad, pero también de esperanza. El amor de Dios nos espera.
Con esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que desea vernos en paz y con el alma limpia, para que podamos ver el rostro de su Hijo. Ella conoce nuestra sed de consuelo y esperanza, y le dice a Jesús: “Ayúdalos siempre”. No tengas miedo. Jesús escucha a su Madre.
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que el Señor le ha permitido venir a decirnos que vivimos en un tiempo de gracia. Es una gran oportunidad del Cielo para convertirnos, abrir el corazón y caminar hacia la vida eterna. No la dejemos pasar.
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que Dios Padre no está lejos. Nos ha dado la vida a través de su Hijo y desea una relación viva y personal con nosotros. María nos invita a orar, a confiar y a dejarnos llenar por la bondad de Jesús
En esta reflexión, nuestra Madre nos invita a mirar sinceramente el corazón y volver al Padre que nos espera con amor. Invoquémoslo, hablemos con Él, abramos nuestra alma y dejémonos guiar por la ternura de quien nos creó y no se cansa de esperarnos
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que Dios ha confiado en nosotros para ser parte de su plan de salvación. No somos nomás del montón: somos elegidos, importantes y acompañados, aunque no comprendamos toda la visión. Ella está con nosotros para que podamos realizar completamente la misión que el Padre nos ha encomendado.
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que no somos fruto del azar, sino del amor. Fuimos creados por la voluntad del Padre, pensados desde la eternidad y llamados a vivir unidos a su Hijo. Nuestra vida tiene sentido, misión y destino: regresar un día al abrazo de Aquel que nos espera con infinito amor.
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que no somos uno más del montón. Somos importantes para Dios, únicos e insustituibles. El Padre nos conoce, nos llama por nuestro nombre y desea una relación personal con cada uno.
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que cada uno de nosotros tiene un lugar especial en el plan de salvación que Dios guía a través de Medjugorje. No somos un número más: somos elegidos, llamados, amados. Abramos el corazón a esta gran gracia y respondamos con amor.
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda la ternura del amor infinito del Padre, ese amor que no se cansa, que espera, que abraza, que nunca deja de llamar, y que desea que abramos el corazón para dejarnos transformar por Él.
En esta reflexión, nuestra Madre nos invita a orar con agradecimiento, a abrir el corazón y a reconocer el amor infinito con el que Dios nos ha creado… no para lo pasajero, sino para la eternidad.
✨ En esta reflexión nos dejamos tocar por la gratitud y el amor profundo de la Virgen María, que da gracias al Altísimo por estar con nosotros y guiarnos. Ella ora y lucha por cada uno, no se rinde, nos ama con el corazón de Madre, y desea llevarnos al Dios del amor y de la paz.
En esta reflexión, la Virgen nos invita a valorar que su presencia es un regalo del Todopoderoso para acompañarnos y guiarnos al camino del amor y la paz. Nos recuerda que estamos en un tiempo de gracia, donde ella ora e intercede por cada uno de nosotros para ayudarnos a regresar a Dios y abrir nuestro corazón para que ocurran los milagros
La Virgen nos invita a valorar y vivir cada palabra que recibimos, recordándonos que no son simples consejos humanos, sino mensajes preciosos que vienen del corazón de Dios para guiarnos y fortalecernos.
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que cada sacrificio y oración que ofrecemos por amor llega a su corazón y es importante en su plan de salvación para la humanidad.
En esta reflexión, nuestra Madre nos invita a abrirnos a la oración para saciar la sed de paz y amor que habita en nuestro corazón y en nuestra alma. Nos recuerda que la verdadera alegría viene de Dios, y que al acercarnos a Él descubrimos la sabiduría de vivir y la serenidad que tanto anhelamos
En esta reflexión, la Virgen nos recuerda que hemos sido escogidos para ser testigos de la paz y la alegría. A través de nuestra oración sincera, la paz puede comenzar a fluir en el mundo. Porque cuando oramos con el corazón, Dios obra maravillas —en nosotros y en los demás.
En esta reflexión, nuestra Madre nos abraza con su voz y nos suplica con amor que no dejemos de orar por la paz: en el mundo herido, en nuestras familias y en cada corazón que necesita consuelo.
En esta reflexión, nuestra Madre nos advierte con ternura y firmeza que la paz está en peligro y la familia bajo ataque. No es solo una frase simbólica: es un llamado urgente a regresar a lo esencial. Nos invita a volver a la oración en familia, a poner la Palabra de Dios en el centro del hogar, a amar a Dios sobre todas las cosas, porque solo así podremos vivir bien, incluso en medio de los desafíos de este mundo. En este tiempo de novena, escuchemos a la Virgen y tomemos en serio su llamado.
En esta reflexión, la Virgen nos llama con ternura y urgencia a rezar con ella por la paz del mundo. Nos recuerda que el futuro está en una encrucijada y que muchos corazones están cerrados a Dios. Pero también nos dice que nosotros, sus hijitos, somos su esperanza.
En esta reflexión, la Virgen nos recuerda que la paz es un regalo de Dios. No es algo que fabricamos, sino un don que se pide cada día con fe. Por eso nos dice: “No lo olviden” y nos invita a orar con perseverancia para recibirla y compartirla.
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que su presencia es un don y una esperanza para este tiempo. Agradece por quienes han respondido, pero sigue esperando a cada corazón dormido. Su deseo es conducirnos a la eternidad, despertarnos del letargo del alma y llevarnos al amor vivo de Dios.
En esta reflexión, nuestra Madre nos revela una verdad poderosa: su presencia no es solo para este momento, sino para nuestras familias y las generaciones futuras. Esta gracia que Dios le concede es un puente de esperanza eterna. No estamos solos. Ella está con nosotros, guiándonos, amándonos y preparándonos para transmitir sus mensajes con amor y fidelidad.
En esta reflexión, nuestra Madre nos confía una misión poderosa: anunciar la verdad que salva y el amor misericordioso que transforma. No con palabras vacías, sino con una vida entregada, humilde y llena de luz. Porque, como ella nos dice, solo los que son puros, humildes y llenos de amor sostienen el mundo.
En esta reflexión, nuestra Madre nos llama con amor y confianza a ser puentes de esperanza. Nos invita a testimoniar su presencia viva y cercana con nuestra vida, para acercar los corazones lejanos a Dios y a su Corazón Inmaculado.
En esta reflexión, nuestra Madre nos revela con ternura que ha venido a ser nuestro puente hacia Dios. Como intercesora y mediadora, nos toma de la mano para conducirnos a su Hijo. Cuando oramos con Ella y por medio de Ella, el Cielo se abre con fuerza y amor. No estamos solos. Estamos en manos de la Madre.
En esta reflexión, nuestra Madre nos llama con ternura a orar por la venida del Espíritu Santo en cada criatura bautizada. Que esta súplica nos renueve, nos fortalezca y nos impulse a ser testigos vivos del amor de Dios en estos días que nos preparan para Pentecostés
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que estamos de paso por esta Tierra y que nuestra verdadera morada está en el Cielo. Nos invita a vivir este tiempo de gracia con el corazón abierto, dejando el egoísmo y abrazando el amor de Dios.
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que la santidad no es un ideal lejano, sino el camino real hacia la vida eterna. Nos invita a dejar que el Espíritu Santo nos transforme con su luz y verdad, para que este tiempo de gracia sea un verdadero don para nuestra alma.
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que este tiempo de gracia es un regalo del Cielo, una oportunidad única que no se repetirá. Por eso nos invita a orar al Espíritu Santo, para que con su poder nos llene de valentía y entrega. Así, este tiempo será para nosotros camino hacia la santidad y la vida eterna.
En esta reflexión, nuestra madre nos invita con amor y urgencia a prepararnos para la venida del Espíritu Santo a través de la oración y el sacrificio. Nos recuerda que este es un tiempo de gracia en el que debemos abrir el corazón, dejarnos transformar y permitir que el Espíritu Santo nos conduzca hacia la verdad, la salvación y la vida eterna.
En esta reflexión, nuestra Madre nos invita a abrir el corazón al Espíritu Santo con valentía y confianza. Nos asegura que si oramos a Él, no nos vamos a arrepentir.
En esta reflexión, nuestra Madre nos invita con ternura y confianza a ser hombres de esperanza, paz y alegría. Cree en nosotros, confía en lo que podemos llegar a ser. Su voz es suave, pero firme. Nos llama porque sabe que aún en este mundo herido, podemos ser luz.
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que no estamos solos. El Padre no nos ha dejado a nuestra merced. Su amor es tan inmenso que la envía a nosotros para ayudarnos, guiarnos y enseñarnos a conocerlo como Padre. Este tiempo de gracia es la prueba de ese amor: un tiempo para despertar, confiar y caminar acompañados, bajo la mirada de la Madre que nos ama y del Padre que jamás nos abandona