En estos Podcasts reflexionamos sobre las palabras preciosas de Nuestra Madre, la Reina de la Paz. Palabras hermosas que vienen del Cielo como un regalo para nosotros.
En esta reflexión, la Virgen nos recuerda que estamos viviendo un tiempo de misericordia. Dios, a través de ella, nos invita a ser oración y amor, a reflejar y expresar el paraíso aquí en la tierra, siendo portadores de paz y esperanza en un mundo sin Dios.
En esta reflexión, la Virgen María nos recuerda que estamos viviendo un tiempo de misericordia, un regalo del Padre que no debemos dejar pasar. Nos invita a orar con todo el corazón para que el hermoso plan de salvación, que nació del amor de Dios y se cumplió en la entrega de su Hijo Jesús, se realice en nosotros.
En esta reflexión, la Virgen María nos dice en su mensaje del 2 de abril de 2013 que nuestra vida no es fruto del azar, sino de la voluntad amorosa del Padre que nos creó y nos sostiene. Nos invita a unirnos a Jesús en la oración y en la Santa Misa para aprender a cumplir la voluntad de Dios, y no la nuestra.
En esta reflexión, la Virgen María nos recuerda que su presencia es gracia del Padre y que, como Madre, día tras día siembra en nosotros sus mensajes para guiarnos a la conversión. Nos invita a ser oración viva, paz y amor, a dar fruto abundante como trigo que al morir produce el céntuplo, y a no dejar para mañana el bien que podemos hacer hoy, viviendo con entusiasmo como signos de Dios para los demás.
En esta reflexión, la Virgen María nos dice en su mensaje que cada hermano nuestro lleva dentro algo precioso: el alma. Nos invita a mirar con amor incluso a quienes no conocen a Jesús, y a orar por ellos, porque con la oración y el amor la bondad puede florecer en sus corazones. Así ayudamos a que las almas se acerquen a Cristo, encuentren la salvación y alcancen la vida eterna.
En esta reflexión, la Virgen María nos dice que su presencia entre nosotros es un regalo del amor misericordioso del Padre. Nos invita a creer en el amor verdadero, que es unión con Jesús, y nos enseña que el amor abre corazones, hace crecer a Cristo en nosotros, nos da la paz y debe ser siempre nuestro único medio de defensa.
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que viene enviada por el Padre Celestial para ayudarnos a que el Bien venza. Nos invita a que la vida de nuestra alma sea la Eucaristía, alimento diario y presencia viva de Jesús, y nos abre los ojos a la Vida Eterna, donde el examen será cuánto amor tuvimos a Dios y al prójimo.
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda con ternura que nos ama profundamente, que sí hemos respondido a su llamado aunque no lo sintamos, y que no estamos solos en el combate espiritual. Nos advierte que Satanás busca enredarnos con odio y con una falsa paz que deja inquietud y vacío, pero también nos asegura que bajo su manto tenemos protección y esperanza. Finalmente, nos invita a ser oración viva y manos extendidas de amor, luchando cada día por la santidad y permaneciendo en la luz de nuestro Dios.
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que el Padre siempre escucha a sus hijos y que Jesús nos invita a confiarle todo con amor. Nos llama a llevar en el corazón y en el pensamiento el rostro de su Hijo, a vivir del Evangelio que siempre es nuevo, y sobre todo, a custodiar nuestra alma —ese tesoro precioso— amando a los demás mediante el amor de Cristo
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que el Padre Celestial quiere obrar maravillas en nosotros, que la esperanza abre a la vida y que su voz acaricia el alma y habla directo a nuestro corazón.
En esta reflexión nuestra Madre nos recuerda que todo lo que Ella nos transmite viene del Padre, y que si abrimos el corazón y hablamos con Él como hijos, el Padre obrará en nosotros, nos transformará y nos dará lo que necesitamos.
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que las vanidades del mundo no nos llevan a ninguna parte. Sólo el amor de Jesús nos salva: un amor vivo, que no juzga sino que levanta, que ama,que intercede por nosotros y nos da siempre una nueva oportunidad.
✨ En esta reflexión, nuestra Madre nos dice que hemos sido escogidos porque hemos respondido a su llamado de orar con todo el corazón y amarnos unos a otros. Ella nos recuerda que la oración hace milagros en el corazón de los hombres y en el mundo.
✨ En esta reflexión, nuestra Madre nos dice: Que desde el principio nos ha escogido y amado tal como somos, aun cuando estemos lejos de Ella y de su Hijo. Hoy nos recuerda que hemos respondido a su amor y, por eso, nos envía a ser sus manos extendidas.
En esta reflexión la Virgen nos habla con ternura. Nos llama hijos, hijitos, amados, y nos recuerda que somos elegidos porque hemos respondido. Con amor de Madre, nos dice que nos abraza de manera especial, para que desde ese abrazo podamos orar con todo el corazón, ayunar, sacrificarnos y ser sus manos extendidas en este mundo que no conoce al Dios del amor.
✨ En esta reflexión nuestra Madre nos recuerda que hemos sido escogidos porque hemos respondido a su llamado. Nos invita a orar con todo el corazón, a sacrificarnos y a amar por amor a Dios, para ser sus manos extendidas en un mundo que no conoce aún al Dios del Amor.
En este mensaje, nuestra Madre nos invita a reconciliarnos con Dios, a orar sin cansarnos y a valorar la paz como el tesoro más grande. Ella, Reina y Madre, desea conducirnos a Jesús, la verdadera Paz, para que nuestra vida se convierta en testimonio de amor y alegría.
En esta reflexión, María nos recuerda que Jesús nunca nos ha abandonado, porque está vivo en la Eucaristía. Cuando volvemos a Él, su Corazón materno exulta de alegría. Y si confiamos en Él, hará por nosotros incluso lo que ni siquiera sabríamos pedir.
✨ En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que muchas veces falta la alegría en nuestros corazones. Pero no nos deja solos: ella intercede por nosotros y nos trae el mayor regalo, la alegría del Resucitado, para que Jesús mismo nos guíe y nos abrace con su amor y con su ternura.
En esta reflexión, nuestra Madre nos invita a vivir sus mensajes con humildad, dejándonos transformar por el amor de Dios. Así podremos ser hermanos misericordiosos en lo sencillo de cada día y reflejar, como sus apóstoles, el verdadero amor de su Hijo Jesús.
En este mensaje la Virgen nos recuerda que dentro de cada uno de nosotros hay un potencial inmenso de amor, de fe y de esperanza. Somos llamados a ser semilla de lo que sucederá: a crecer en Dios, dar fruto abundante y llevar consuelo al mundo entero. Pero también nos advierte que Satanás quiere enredarnos con el desasosiego y el odio para ahogar esa semilla. Con la oración, el perdón y un corazón abierto, la promesa se cumple: recibimos el amor de Dios y lo damos a los demás como semilla de amor.
Nuestra Madre nos recuerda con ternura que no estamos solos. Ella permanece con nosotros hoy, y también con nuestras familias y con las generaciones que vendrán después de nosotros, porque su gracia es eterna.
En esta reflexión, nuestra Madre nos llama con urgencia y ternura a orar por sus intenciones. En esas intenciones estamos cada uno de nosotros: nuestras familias, nuestras ciudades y nuestras necesidades más profundas. Ella nos recuerda que la oración y el ayuno son las armas para frenar el plan de Satanás, y que la voluntad de Dios —que nos llama a la santidad— sólo se cumple cuando le decimos un “sí” libre y lleno de amor.
En esta reflexión, la Virgen nos recuerda que su presencia no depende de que la sintamos. Aunque no estemos conscientes, Ella está cerca, velando por nosotros y protegiéndonos bajo su manto, donde el enemigo no puede dañarnos. Solo nos pide permanecer en oración y en gracia para conducirnos al gozo eterno.
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que Jesús es la fuente de amor y de luz que vino para todos, y nos invita a vivir en humildad, a tener fe para abrir la puerta de los milagros, y a confiar plenamente en Dios sin perdernos en preguntas sin respuesta. Nos asegura que Ella y su Hijo siempre están cerca, escuchándonos y acompañándonos, y nos llama a que nuestras oraciones sean obras de amor que alegren su corazón.
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que el Padre derrama sobre nosotros en este tiempo una gran gracia: su presencia viva entre nosotros. Ella viene a guiarnos a Jesús, para que, con Él en el corazón, nuestras almas alcancen nobles metas y nunca se pierdan, aun en medio de la oscuridad más densa.
En esta reflexión, nuestra Madre nos advierte que alrededor de cada oasis de paz que Dios nos regala, el enemigo acecha para arrastrarnos al desierto. Nos enseña que solo con la oración y la vida en gracia podremos cuidar ese oasis interior para que nada ni nadie nos robe la paz.
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que todo lo que nos pide —la oración, el Rosario, el abandono a Dios y la intercesión por los demás— tiene un solo fin: la salvación de las almas. Nos asegura que si oramos con fe y vivimos como verdaderos hijos de Dios, el enemigo no podrá tocarnos, y en el Cielo recibiremos la recompensa que el Padre nos ha prometido.
En esta reflexión, la Virgen nos revela con ternura y firmeza el deseo más profundo de su Corazón: que nos consagremos a Jesús y a su Corazón Inmaculado para pertenecer totalmente a Dios. María nos recuerda que Satanás es fuerte, pero que tenemos el refugio seguro de su Corazón maternal. Nos llama a no tener miedo, a apretarnos fuertemente a Ella, y a vivir la consagración no como una costumbre, sino como una gracia que protege, transforma y salva.
En esta reflexión, la Virgen nos advierte que el enemigo quiere apartarnos lo más posible de la vida cristiana y de los mandamientos, para que los abandonemos. Busca confundirnos, inquietarnos y envolvernos con mentiras que nos alejen de Dios. Pero nuestra Madre está aquí, enviada por el Altísimo, para protegernos, guiarnos y recordarnos que el amor de Dios es más fuerte que cualquier tiniebla.
En esta reflexión llena de fuerza y ternura, nuestra Madre nos llama a orar sin cesar para que no nos dejemos sacudir por el enemigo. María nos recuerda que cuando vivimos en oración, Satanás pierde poder… y reconoce que le pertenecemos a ella, a su corazón maternal. Es un llamado a confiar, a abandonarnos en su amor y a dejarnos conducir por ella al corazón de Dios.
En esta reflexión, nuestra Madre nos llama con amor a ser oración y sus manos extendidas de amor para los que están en tinieblas y buscan la luz de nuestro Dios. Nos recuerda que aún hay corazones heridos que anhelan regresar, y que con nuestro cariño, nuestra oración y nuestra fe sencilla, podemos ser luz en su oscuridad. Con María, podemos abrazarlos con ternura y guiarlos de regreso al Dios que los espera con los brazos abiertos.
En esta reflexión, meditamos dos mensajes en los que la Virgen nos revela la realidad de la batalla espiritual entre el bien y el mal, una lucha que se libra también dentro de cada corazón. Pero no estamos solos: el Padre, en su infinita misericordia, nos envía a María para despertarnos, protegernos y guiarnos por el camino de la luz.
En esta reflexión unimos dos mensajes de nuestra Madre que nos despiertan y nos fortalecen. Ella nos muestra, con amor y verdad, cómo Satanás quiere alejarnos de Dios y apagar en nosotros todo lo que es del cielo. Pero no nos deja solos. Nos suplica con amor: “¡Luchen, hijitos!”
En esta reflexión, nuestra Madre nos revela con amor que no estamos solos. Dios la ha enviado para ayudarnos, guiarnos y protegernos. Con ternura nos suplica: “Si lo desean, tomen el Rosario”, porque el Rosario es fuerza, refugio y milagro. Bajo su manto, el mal no prevalecerá.
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que estamos en un tiempo de gracia y que el Altísimo le permite guiarnos por el camino de la santidad. Nos advierte que Satanás quiere enredarnos con desasosiego y odio, pero nos da un arma poderosa: el Rosario. Nos invita a revestirnos con la armadura de la oración y a vencer al enemigo con el Rosario en la mano, signo de que le pertenecemos. Con María, el mal no prevalecerá. ¡Ella lucha por nosotros como una verdadera Madre
✨ En esta reflexión, nuestra Madre nos revela que el enemigo busca alejarnos de Dios, pero ella está con nosotros para guiarnos, protegernos y sostenernos en el camino hacia la santidad. Con ella, el mal no tendrá la última palabra
Hoy reflexionamos un mensaje precioso que la Virgen nos dio el 25 de junio del 2002, donde nos invita con ternura y firmeza a vivir cada una de sus palabras, porque no vienen de ella, sino del Cielo. Dios Padre, en su amor, nos concede gracias a través de María… pero muchas veces no las entendemos, no las valoramos, y las dejamos pasar. Este es un llamado a despertar el corazón, a no ser indiferentes, y a vivir este tiempo de gracia como un verdadero regalo.
Hoy, la Virgen nos llama a decidirnos por el paraíso. Nos recuerda que sin Dios no hay futuro ni vida eterna, pero que Él se ofrece a nosotros en toda su plenitud. A través de la oración podemos alcanzar el amor pleno, el que da sentido a esta vida… y nos abre la puerta de la eternidad.
✨ Todo pasa, pero la eternidad permanece. La Virgen nos invita a detenernos y reflexionar sobre nuestra vida, nuestro rumbo y nuestro destino final. No estamos hechos para lo pasajero, sino para la bienaventuranza eterna. María quiere mostrarnos el camino, abrirnos la puerta del Cielo y abrazarnos allí.
En medio de los vientos del mal, del odio y la tribulación, la Virgen María nos recuerda que no estamos solos: el Altísimo la ha enviado para guiarnos hacia la paz y la unidad. Esta reflexión nos invita a abrir el corazón, caminar con Ella y ser sus manos extendidas en un mundo que anhela a Dios.
En esta reflexión descubrimos qué significa la cizaña que se apodera del alma y cómo podemos evitar volvernos estériles. La Virgen nos llama a ser luz, amor y sus manos extendidas en un mundo que anhela a Dios.
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que todo lo que nos rodea es pasajero, que no vale la pena buscar en las ideologías del mundo lo que solo Dios puede darnos. Solo Su gloria permanece. Jesús es la verdad que no se desmorona. Regresemos a Él con todo el corazón.
En esta reflexión, la Virgen nos despierta con amor y claridad. El enemigo quiere desviarnos a través del modernismo, pero María nos enseña a luchar con la oración y la cruz. Oremos con confianza para que el mal no nos utilice, y con Ella, permanezcamos firmes en el bien.
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que el amor a Dios nace y crece desde su Corazón Inmaculado. Nos invita a volver al primer mandamiento, no como deber, sino como una respuesta de amor. Vivir los mandamientos con el corazón es lo que da sentido a la vida y trae la verdadera paz.
En esta reflexión, nuestra Madre nos despierta con claridad y ternura: hay ideologías que enfrían el alma, confunden el corazón y destruyen silenciosamente la vida espiritual. Pero no estamos solos. Con amor de madre, María nos llama:“Regresen a Dios, porque con Él tienen futuro y vida eterna.” Un mensaje fuerte, lleno de verdad, pero también de esperanza. El amor de Dios nos espera.
Con esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que desea vernos en paz y con el alma limpia, para que podamos ver el rostro de su Hijo. Ella conoce nuestra sed de consuelo y esperanza, y le dice a Jesús: “Ayúdalos siempre”. No tengas miedo. Jesús escucha a su Madre.
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que el Señor le ha permitido venir a decirnos que vivimos en un tiempo de gracia. Es una gran oportunidad del Cielo para convertirnos, abrir el corazón y caminar hacia la vida eterna. No la dejemos pasar.
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que Dios Padre no está lejos. Nos ha dado la vida a través de su Hijo y desea una relación viva y personal con nosotros. María nos invita a orar, a confiar y a dejarnos llenar por la bondad de Jesús
En esta reflexión, nuestra Madre nos invita a mirar sinceramente el corazón y volver al Padre que nos espera con amor. Invoquémoslo, hablemos con Él, abramos nuestra alma y dejémonos guiar por la ternura de quien nos creó y no se cansa de esperarnos
En esta reflexión, nuestra Madre nos recuerda que Dios ha confiado en nosotros para ser parte de su plan de salvación. No somos nomás del montón: somos elegidos, importantes y acompañados, aunque no comprendamos toda la visión. Ella está con nosotros para que podamos realizar completamente la misión que el Padre nos ha encomendado.