HOY con Silvia Trujillo, un proyecto que tiene el propósito de acompañar a otros a vivir más conscientes, presentes y conectados con sí mismos, y a compartir todo lo que he experimentado y aprendido a lo largo de mi vida. Mi principal intención es recordarnos que la vida está pasando HOY, en este momento. Y que en este momento tenemos la posibilidad de decidir cómo queremos recibir lo que nos está pasando, cómo queremos reaccionar; que en cada segundo tenemos la oportunidad de crear una vida más consciente.
Que pasaría si por la noche ves una noticiación de correo y el asunto dice:“Tenemos que hablar. Es urgente.”Y en ese momento… ¡boom! Se te revuelve el estómago. Y ahí es cuando aparece tu estilo personal de evasión del conflicto. Hay tres formas comunes de responder cuando sentimos amenaza: reaccionar, huir o congelarnos.
El objetivo nunca debe ser eliminar el estrés por completo de nuestra vida. Eso no solo es irreal: sería muy limitante y negativo. El estrés es en cierta manera el precio que pagamos por vivir una vida con sentido.Hoy esta comprobado que las actividades significativas aumentan el estrés. ¿Qué quiere decir esto? ¡que lo que nos estresa es porque nos importa!
¿Alguna vez se han limitado a ustedes mismos creyendo en pensamientos que los limitan, les generan ansiedad o que les impiden avanzar? Yo sin duda si. Por eso hoy, analizaremos por qué nuestra mente no siempre nos dice la verdad y cómo podemos aprender a discernir entre la realidad y las distorsiones cognitivas.
En una cultura que prioriza lo cuantitativo y la imagen, hemos normalizado relaciones superficiales o incluso tóxicas que no alimentan nuestra alma ni contribuyen a nuestro crecimiento. Por eso hoy y para arrancar el año nos invito a revisar estos vínculos y reconocer que incluso nuestras relaciones, creencias y hábitos tienen "fechas de vencimiento".
Vivimos en una era donde ser productivo es casi una obsesión. Las redes sociales están llenas de consejos sobre cómo aprovechar cada segundo, trabajar más rápido y lograr más, hacer más, tener más. Pero, ¿en qué momento la productividad deja de ser algo positivo y se convierte en una trampa?
En una cultura que prioriza lo cuantitativo y la imagen, hemos normalizado relaciones superficiales o incluso tóxicas que no alimentan nuestra alma ni contribuyen a nuestro crecimiento. Por eso hoy y para arrancar el año nos invito a revisar estos vínculos y reconocer que incluso nuestras relaciones, creencias y hábitos tienen "fechas de vencimiento".
Escribir nos ayuda a exteriorizar y liberar, y eso es principalmente lo que necesitamos en este proceso. Podemos hacerlo cuantas veces sea necesario, cada vez que nos acordemos de algo que quedó pendiente.
La mayoría del tiempo vemos y se nos vende el estado emocional ideal de euforia intensa y terminamos creyendo que eso es lo normal, que eso es el deber ser. Pero la verdad, ni lo es, ni deberíamos hacerlo. Estamos definiendo la felicidad como una experiencia que se ve perfecta y eufórica, y la verdad eso no es felicidad, eso es placer.. pues después del estallido se pasa rápido, es un microsegundo y no se sostiene en el tiempo…
Puede ser muy difícil entender cómo funciona la mente de un narcisista, y mucho menos predecir sus acciones con precisión. Por eso no entren por ahÍ… El narcisismo no es para entender, es para aprender a gestionar…
Últimamente se habla mucho de encontrar el propósito de nuestra vida, la misión o lo que vinimos a hacer.Si bien la intención puede ser buena, considero que esta búsqueda de un propósito, que por lo general relacionamos con nuestro trabajo u oficio, termina confundiendonos mucho, por que al final yo creo que el propósito o misión de la vida es nada más ni nada menos que vivirla, independientemente de que creo o no, o de a qué me dedico.
Sin duda, hace millones de años la clave del éxito de cualquier ser humano era sobrevivir, y lo logramos gracias al sistema nervioso simpático, ancestro de nuestro síndrome del impostor actual. Hoy, permanece con nosotros como una fuerza predominante en nuestro subconsciente, lo que significa que sigue trabajando con toda buscando nuestra supervivencia. El problema es que busca protegernos de amenazas ficticias, y al hacerlo termina jugando mas en nuestra contra que a nuestro favor.
Todos tenemos una historia. Nuestra historia está compuesta por varios capítulos que abarcan toda nuestra vida. Esos capítulos van desde lo feliz a lo triste, de lo traumático a lo transformador, y todo lo demás. Esa historia es lo que conforma quiénes creemos ser y lo que determina cómo nos mostramos al mundo.
Si bien es completamente saludable y apropiado considerar las necesidades de los demás, porque somos seres sociales, nos necesitamos unos a otros y buscamos armonizar, caer en ser complaciente va más allá de eso, porque se da a expensas de nuestro propio bienestar y lo hacemos para tener aprobación, aceptación o validación, incluso de personas con quienes ni siquiera tenemos una relación significativa.
En algún momento de la vida, todos hemos hecho algo que podría clasificarse como "autodestructivo". La realidad es que, lo admitan o no, la mayoría de las personas han tenido comportamientos que no son buenos para ellas. El verdadero problema surge cuando esto se convierte en un hábito.
En la actualidad, vivir con una sensación de vacío por dentro se está volviendo la norma. Me impresiona cómo se ha puesto de moda esa necesidad de encontrar nuestro propósito en la vida. Eso en sí mismo, ya implica que no lo tenemos claro, que nos hace falta algo
Alrededor del mundo se ha investigado muchísimo acerca de qué es lo que más afecta las relaciones entre las personas. Sin duda hay una infinidad de factores, pero la gran mayoría de estudios han encontrado que no son las diferencias de origen, cultura, edad o incluso opiniones las que rompen o mantienen una relación. Entre los hallazgos más importantes se encuentra un conjunto de hábitos de comunicación que se han denominado como "Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis" para las relaciones. Y el tema me llamó mucho la atención y por eso decidí comentarlos con ustedes en el episodio de hoy.
Existe esta constante tendencia a pensar que tenemos que ser perfectos. Es un mecanismo de autoprotección que hemos generado, porque cuando no lo hemos sido, hemos sufrido consecuencias, y esas consecuencias se han sentido HORRIBLE, por eso no queremos repetirlas.Pero ¡OJO! el castigo que nos ponemos es porque arrancamos con la vara imposiblemente alta del perfeccionismo….
Es muy común que uno repita patrones a lo largo de su vida. Es normal por ejemplo, que uno tenga parejas que tengan características semejantes entre ellos y con nuestros papás. Esto se conoce como el término "Compulsión por repetición". Yo lo bautice para este episodio como "trampas mentales". A lo que me refiero es a esa tendencia inconsciente a repetir patrones de comportamiento, pensamientos o emociones, incluso o principalmente cuando estos son negativos o perjudiciales.
Vivir a la defensiva se va convirtiendo en una barrera invisible, que nos impide conectar con los demás y construir relaciones sanas y satisfactorias. Creo que ninguno de nosotros lo hace consciente o intencionalmente. Estar a la defensiva a algunos nos sale como una reacción automática que se activa cuando percibimos que alguien nos está criticando o atacando. Pero esta reacción nos causa mas daño a nosotros y a nuestra relaciones.
Nuestro cerebro funciona mediante patrones aprendidos. Cada pensamiento crea una huella, y entre más repetimos el mismo tipo de pensamientos, es como si pisáramos sobre cemento fresco: la huella queda más impregnada y al secarse queda marcada para siempre.Pero esto, aunque sea normal, a veces juega muy en nuestra contra.
Así como uno está llevando el carro a mantenimiento preventivo, debe hacerlo con su propia mente. Tendemos a desestimar la salud mental. Primero porque no es tan evidente como la física, y segundo porque aun en la actualidad persisten muchas creencias al respecto. Pero en este tema la intervención temprana puede ser tan definitiva como con la salud física.
Los sentimientos encontrados son simplemente la presencia de sentimientos que coexisten entre sí, aunque aparentemente sean contradictorios. Podemos sentir tristeza por la muerte de alguien, por ejemplo, y aun así estar en paz. Podemos estar incómodos porque un contrato no salió, pero a la vez sentirnos tranquilos porque hicimos lo mejor que pudimos. La verdad es que en la gran mayoría de relaciones y circunstancias que vivimos hay sentimientos encontrados, pero tendemos a irnos con la emoción o más intensa, o más validada como "correcta".
Tendemos a caer en dos extremos: satisfacer las necesidades de otras personas o volvernos egoístas, pero creo que la reflexión de hoy invita a encontrar el justo medio de aprender a ponernos primero a nosotros de manera sana, sin caer en esos dos extremos tan dañinos.
En términos muy generales, las banderas rojas se refieren a todas esas señales de alerta que pueden surgir en las relaciones o en acciones respecto a nosotros mismos, que nos avisan que se transgredió un límite y que si se continúa puede haber peligro.
Hay un común denominador para llegar a entender que la verdad no todo lo que creemos toca: cuando algo empieza a interferir con nuestra salud y nuestra sensación de paz y de bienestar. A veces, nos damos cuenta medianamente a tiempo. Otras lamentablemente es cuando el cuerpo o la mente ya muestran los efectos nocivos de nuestra hiper exigencia. El tema es que en realidad, no todo nos toca.
La propuesta entonces, en lugar de repetir como loros las afirmaciones para salirnos de los patrones de pensamiento negativos y sacar lo mejor de nuestra poderosa mente, es ir a un punto intermedio: en lugar de afirmar, abrirnos a la posibilidad de la pregunta
Todos hemos experimentado momentos en los que la vida simplemente parece demasiado y sentimos que no damos más. A veces pasan rápido, pero hay otras veces en donde esa sensación se desborda, estamos confundidos, no le encontramos sentido a nada, no vemos la salida, en fin, esos momentos son las famosas crisis existenciales.
Pero mi enfoque de vida es tratar de tener nuevas percepciones de TODO, y por eso, así como reconozco todo lo problemático del perfeccionismo, también me he preguntado si tiene su lado positivo. Y he encontrado que el perfeccionismo puede ser un activo poderoso cuando sabemos cómo, por qué cuándo y dónde utilizarlo.
Los destellos son como unas señales internas o externas que llegan mediante personas, lugares o situaciones que nos hacen sentir alegría, seguridad o conexión con algo más allá de nosotros mismos.
La preocupación puede ser una especie de mecanismo generador de ansiedad y estrés cuando no se controla. Pero la verdad a veces "preocuparse" tiene sentido y puede generar efectos positivos. Entonces, ¿Cuál es la dosis adecuada y cómo llegar a ella?
Desapegarse es aprender tener suficiente discernimiento para saber con quién vale la pena fomentar una relación sana y de quienes debemos soltarnos emocionalmente y limitarnos a lo mínimo. Requiere conocernos a nosotros mismos y darnos cuenta de qué cosas y quienes nos aportan y qué y quienes nos drenan.
Las relaciones humanas son complejas y diversas y cada uno de nosotros tiene múltiples relaciones al mismo tiempo. ¿Cómo sabemos si cada una de esas relaciones es sana? ¿Qué define que una relación esté funcionando?Dependiendo de cada persona y de cada relación habrá múltiples respuestas y componentes, pero estoy casi segura que en las respuestas que demos todos va a haber un elemento en común: la confianza.
Es normal y necesario pasar algún tiempo reflexionando sobre una situación en la que las cosas no salieron bien, o no tuvimos el resultado que esperábamos, pero cuando esa reflexión se vuelve eterna y obsesiva, deja de ser una reflexión y se convierte en rumiación.
Resetear una relación puede ser una técnica de mantenimiento emocional, muy útil para las relaciones más importantes de nuestra vida. Acá me refiero a resetear como con el computador o el celular: reiniciar o reprogramar para que las versiones respondan a las necesidades actuales y a nuestra realidad.
Hay dos tipos de rabia. Una puede arruinarnos la vida. La otra nos la puede salvar. A lo largo de nuestra vida, probablemente todos hemos sentido las dos, lo cual está bien, pero no tanto si no podemos diferenciarlas. Podemos confundir las rabias y terminar creando un mundo de dolor para nosotros y para los demás.
Pero por más incómodo que sea sentirlos, la verdad es que los celos no aparecen porque si… Hoy entonces quiero enseñarles a Identificar de dónde vienen, para que aprendamos a conocernos mejor y, eventualmente, a canalizar esos mensajes que traen para alcanzar lo que queremos
La felicidad depende de millones de factores y se vive diferente en cada persona. Lo que me hace feliz a mi puede no hacerte feliz a nadie más. Pero entonces ¿cómo podemos definir nuestra tan anhelada felicidad? En el episodio de HOY lo vamos a descubrir.
El autoconocimiento se puede definir como la voluntad y la habilidad para comprender quiénes somos y cómo nos ven los demás. Esto significa que hay dos miradas para conocernos: saber quienes somos de adentro hacia afuera (nuestros valores, pasiones y reacciones por ejemplo) y quienes somos de afuera hacia adentro, es decir cómo nos ven los demás.
Todos nos sentimos inseguros de vez en cuando, ya sea que lo admitamos abiertamente o no. Es uno de los sentimientos más humanos, el tema no es no sentirse inseguro, sino cómo navegamos nuestras inseguridades, es decir aprender a gestionarlas. Si no lo hacemos, nos volvemos nuestra inseguridad y ahí si surgen los problemas.
Tener conversaciones difíciles es fundamental, no solo para resolver las situaciones que se nos presentan y mantener relaciones saludables, sino para poder estar realmente bien con nosotros mismos. Porque siempre hace más daño lo que no se dice o se esconde que lo que se expresa….lo guardado se pudre, se estanca y termina contaminando.
Hoy en día, relacionamos el bienestar con la alimentación y el ejercicio, pero la verdad es que hay muchos otros temas y aspectos que lo afectan. Uno puede comer bien e igual sentirse mal Uno puede correr kilómetros e igual tener ansiedad…. Por eso en todos estos años trabajando, aprendiendo, investigando y acompañando a otros en sus procesos, he logrado evidenciar que el bienestar es todo un universo. Que no se limita a la salud física, sino que también implica ponerle cuidado a lo que pasa por nuestra cabeza y por nuestro corazón.
Según diversos estudios, el aislamiento social prolongado es tan peligroso para la salud, como fumar 15 cigarrillos al día. Incluso se ha estimado que la soledad acorta la vida de una persona hasta en 15 años. Pero por otra parte, muchas personas, como yo, salen de sus encuentros sociales agotados en lugar de energizados. Entonces, ¿qué hacer para sacar lo mejor de nuestras interacciones?
Cuando estamos pasando por cualquier situación o emoción difícil o dolorosa, nuestro cuerpo busca de manera automática formas para conservar energía y lo hace reduciendo nuestras actividades al mínimo. Aunque en principio suena fabuloso contar con este mecanismo de respuesta, es la segunda parte, la de que sea en automático, la que termina haciendo de esta maravillosa respuesta, sin quererlo, una causa más de la enfermedad.
A veces, cuando la vida se pone difícil, nuestras mentes hacen cosas raras. En lugar de enfrentar los desafíos que se nos presentan, inconscientemente tergiversamos las situaciones internamente, para evitar emociones incómodas, Esto se llama crear mecanismos de defensa.
El abuso emocional puede provenir de cualquier relación en nuestras vidas. Y en el tema emocional podemos caer en dos extremos, creer que todo es abuso, o que nada lo es…precisamente porque existe este espectro tan amplio y tan extremo, HOY quiero invitarnos a entender un poco más acerca de este tipo de abuso para poderlo identificar y gestionar.
Hemos creado una cultura de elogio al esfuerzo, la exigencia y la dificultad. Contrario a lo anterior, se ha demostrado que sólo alcanzamos un rendimiento óptimo cuando fluimos. En el episodio de hoy vamos a hablar acerca de qué se necesita para que fluyamos... y así demos lo mejor y logremos la maestría y el bienestar en lo que nos propongamos.
Hoy en día hay múltiples fuentes de estrés, pero hay un tipo único que viene con la necesidad de tener el control de todo. Algunos somos controladores porque somos perfeccionistas, otros podemos serlo por temor a lo incierto pero el tema es que cualquiera nos estresa y nos afecta. Como yo me considero una controladora en recuperación, quise compartir este tema con ustedes, para que juntos aprendamos a gestionarlo.
Algunos estudios han encontrado que solo alrededor del 8% de las resoluciones que se hacen al iniciar el año se mantienen. ¿Por qué? Porque la mayoría carecen de una deficinion clara y se confunden con las metas y los planes. Hoy voy a compartirles una estructura para que puedan alzanzar lo que se proponen.
Intencionalmente hablo de valoración y no de gratitud. Desde que Elisa murió me decían que buscara cosas por las cuales agradecer, y la verdad nunca me salió honesto agradecer por NADA que tuviera que ver con esa experiencia. Pero encontré una palabra, más bien un sentimiento, que me ha permitido conciliar con todo lo maravilloso, a la vez que acepto lo doloroso, y esa palabra mágica es la valoración.
Escogí hablar con ustedes hoy acerca de ese mito y quiero cuestionarlo… ¿Es realmente posible cambiar? Investigue juiciosa para el episodio y llegue a entender que hay básicamente tres cosas que nos hacen dudar de nuestra capacidad para cambiar y que por eso alimentan el mito.
¿Qué pasaría si abordamos los segundos o lapsos de tiempo cuando pasa algo estresante de otra manera? ¿Qué pasaría si empezamos a ser intencionales incluso con esas pequeñas fracciones de tiempo? ya no jugando basketball sino cuando tenemos un rollo o pasa algo incómodo, o mientras esperamos la mamografía, o vamos tarde o los hijos no quieren bañarse?