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En este episodio, conversamos sobre el intenso y significativo fin de semana que se avecina para nuestra parroquia, lleno de actividades espirituales que buscan profundizar nuestra relación con Dios. El enfoque principal de este episodio es la invitación a participar en dos eventos clave que tienen lugar durante el fin de semana: el retiro del agua al espíritu y la vigilia de oración.El sábado y domingo comenzamos con el retiro del agua al espíritu, que dará inicio a las 8 de la mañana en La Lupita. Este retiro es una oportunidad invaluable para reconectar con nuestros fundamentos de fe y experimentar un renacimiento espiritual. Invitamos a todos los oyentes a registrarse en la oficina parroquial y sumarse a esta experiencia transformadora que promete traer paz y renovación a nuestras vidas.Además, el mismo sábado, a las 7 de la noche, se llevará a cabo la vigilia de oración en San Juan Diego. Este encuentro especial nos permitirá unirnos en oración para invocar la venida del Espíritu Santo en nuestras vidas. Todos los domingos, durante nuestras misas, repetimos la invocación “ven Espíritu Santo, ven y crea tus espíritus”, y este sábado, será el momento perfecto para hacer eco de esta súplica comunitaria. La importancia del Pentecostés radica en cómo la iglesia se renueva constantemente con la gracia del Espíritu Santo, y a través de la vigilia, anhelamos abrir nuestros corazones a su llegada.Mucho más que actividades, este fin de semana representa una oportunidad para cada uno de nosotros de acercarnos a Dios y permitir que el Espíritu Creador se manifieste en nuestras vidas. Las invitaciones son un llamado a la acción para todos los que deseen experimentar esta renovación espiritual y crecer en su fe a través de estas poderosas vivencias comunitarias.
En este episodio, reflexiono sobre el significado del trabajo en nuestras vidas, destacando la importancia de la transformación interior que debemos llevar a cabo. En el contexto del Día del Trabajo, evoco la sabiduría de San Juan Pablo II, quien recordaba que el verdadero trabajo es la santificación personal. Somos creados por Dios para transformar el mundo, pero esta transformación empieza desde lo más profundo de nuestro ser. El trabajo no debe ser visto como una carga o un castigo; más bien, es nuestra respuesta al regalo de la vida que Dios nos ha otorgado. Compartir lecciones sobre la dignidad laboral me resuena profundamente, ya que la privación de trabajo no solo conlleva a la pobreza material, sino que también daña nuestra dignidad como seres humanos. Hago un llamado a la acción: mientras otros se quedan en la inacción o se permiten excusas, debemos esforzarnos y trabajar. La valoración de nuestro propio trabajo se vuelve clara cuando imaginamos la vida sin la posibilidad de trabajar.Adentrándonos en el concepto de la "ley de tracción", destaco que no se trata simplemente de declararse a uno mismo que tendrá éxito. En cambio, enfatizo la importancia del esfuerzo y trabajo constante y duro, comparándolo con el motor de un carro que necesita tracción para avanzar. Como anécdota, cuento la historia de un rabino y un campesino, quien menciona que "lo que no obtienes gracias a tu propio trabajo, no lo tienes". Este recordatorio de la conexión directa entre el esfuerzo personal y los resultados es fundamental en nuestra búsqueda de realización.Además, reflexiono sobre la figura de San José como patrón de los trabajadores, un símbolo del equilibrio entre labor y espiritualidad. Su vida nos enseña que el trabajo no es solo una forma de ganarnos la vida, sino un camino hacia la santidad y el encuentro con Dios. En última instancia, el propósito de nuestro trabajo debe ser glorificar a Dios, y todas nuestras acciones deben estar alineadas con este objetivo. Es imperativo que no caigamos en la complacencia, sino que trabajemos con alegría y amor, recordando que somos llamados a realizar nuestras tareas diarias no solo como obligaciones, sino como oportunidades de servir y bendecir a los demás.
En esta conferencia, se explora el profundo significado del conocido pasaje sobre el hijo pródigo, enfatizando la magnitud del amor incondicional del Padre. A través de una reflexión sobre el gesto de abrazar y besar al hijo, el ponente nos invita a comprender que, más allá de las acciones del hijo, lo que verdaderamente destaca es la respuesta del Padre. Este acto de llenar de besos es una metáfora del amor divino que trasciende las fallas y equivocaciones humanas.El orador critica la tendencia a enfocarse en aspectos superficiales de la parábola, como los regalos materiales que el padre ofrece a su hijo al regresar. Recalca la irrelevancia de elementos como el becerro, las sandalias y los anillos, sugiriendo que lo que verdaderamente importa es la conexión emocional y el perdón que se ofrece. Este énfasis en el amor sobre las acciones erróneas invita a los oyentes a repensar su relación con Dios y el mensaje de aceptación que proviene de Él.Se hace hincapié en que Dios, al igual que el Padre en la parábola, no se ocupa de los errores pasados ni del juicio, sino que se regocija en el retorno del hijo perdido. La invitación es clara: independientemente de las decisiones equivocadas que alguien haya tomado en su vida, el amor de Dios está disponible para todos, y Él siempre está listo para “llenar de besos” a quienes buscan redención. Esta interpretación se convierte en un poderoso recordatorio del valor del amor y la grace en nuestras vidas, enfatizando que el perdón y la aceptación son el núcleo del mensaje divino.Finalmente, se concluye con una reflexión sobre cómo cada individuo puede experimentar este amor transformador en su propia vida, sugiriendo que la verdadera esencia del cristianismo radica en la capacidad de los seres humanos para recibir y compartir este amor, lo cual es atemporal y universal.
Ellas son MARES: Madres, solteras, viudas, divorciadas, mujeres valientes que cada día sacan adelante a sus familias con amor, responsabilidad y esperanza.MARES es un espacio de encuentro, apoyo y crecimiento para mujeres que llevan el timón de su hogar. Aquí se acompañan, se escuchan y se fortalecen unas a otras.Si conoces a alguien que pueda necesitar este tipo de apoyo, compártelo. Este ministerio puede ser ese abrazo que muchas están esperando.Te invitamos a ver y compartir este video que celebra su entrega y su fuerza.Porque ser MARES es mucho más que un rol: es una misión de amor.
En esta lectura, abordamos la figura de Abraham, un personaje central en la historia de las grandes religiones monoteístas. Se analiza cómo Abraham, a los 70 años, fue llamado por Dios para iniciar una nueva etapa en su vida, dejando atrás su hogar en Ur, una antigua ciudad de Babilonia en la actual Irak. A través de su historia, se revelan sus experiencias y logros, enmarcados por un contexto histórico que se centraba en Babilonia y Egipto, dos de las civilizaciones más poderosas de su tiempo.Al llegar a su vejez, Abraham enfrenta una crisis existencial. A pesar de su éxito, se siente frustrado por no tener un heredero, ya que su mayordomo sería quien heredaría sus bienes. En este momento de dolor, Dios se dirige a él, instándolo a salir de su hogar y mirar hacia el cielo. Se invita a reflexionar sobre la experiencia de estar bajo un vasto cielo estrellado en el desierto, y Dios le promete que su descendencia será tan numerosa como las estrellas y las arenas del desierto, un claro símbolo de la grandeza de su futuro legado.La promesa de Dios a Abraham es significativa porque trasciende el tiempo. La relevancia de Abraham se extiende más de 3,500 años, y se discute cómo las tres grandes religiones—judaísmo, cristianismo e islam—consideran a Abraham como su patriarca. Esta conexión nos hace reflexionar sobre la extraordinaria influencia de un hombre que vivió en un contexto tan limitado, y cómo su fe ha impactado a la mitad de la humanidad en la actualidad.A lo largo de la lectura, se enfatiza la importancia de tener sueños grandes. Se presenta a Dios como un ser grande que desea lo mejor para sus creyentes, animándolos a vivir vidas fecundas y abundantes, similares a la de Abraham. La noción de ser magnánimos se introduce como un llamado a cultivar un espíritu generoso y elevado, a no conformarse con pequeñas aspiraciones, sino a aspirar a una grandeza fundamentada en la fe.La metáfora de la metamorfosis es utilizada para ilustrar cómo Dios transforma nuestras vidas. Se compara a la oruga, que antes de su metamorfosis es vista como un ser limitado, con el hermoso resultado de su transformación en mariposa, simbolizando el potencial que todos tenemos para cambiar y superarnos. A través de ejemplos como Pedro y María, se reafirma la idea de que, independientemente de nuestras circunstancias iniciales, Dios tiene el poder y el deseo de hacer de nosotros algo grandioso.Finalmente, la lectura concluye con un llamado a la fe y la generosidad, instando a los oyentes a creer en su propio potencial y a ver a Dios como el agente de las transformaciones en sus vidas, llevando una existencia iluminada y llena de propósito. La comunidad se invita a mantenerse firme en sus creencias, recordando siempre la grandeza del propósito divino en cada vida.