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“Voces del Misterio” Nº 976 en el que hablamos de una investigación paranormal en el Cortijo San Ambrosio en Tarazona, en Sevilla. Igualmente tendremos un encuentro digital con José Manuel García Bautista. RECORDAROS QUE ESTE PODCAST NO ES EL OFICIAL del programa “Voces del Misterio”, para comentarios sobre los temas tratados o las opiniones de los colaboradores del programa, por favor, contactar con el programa en http://www.vocesdelmisterio.com/ o través del correo electrónico "vocesdelmisterio@gmail.com". Sigue a PARANORMALIA a través de la WEB (https://paranormaliaweb.github.io/), FACEBOOK (https://www.facebook.com/paranormaliaweb/) o TWITTER (https://twitter.com/paranormaliaweb). Un saludo.
LAUDES SÁBADO DE LA I SEMANA DE ADVIENTO (Oración de la mañana) - San Ambrosio INVOCACIÓN INICIAL V. Señor abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza INVITATORIO Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo. SALMODIA Salmo 118 - Ant. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio. Cántico - Ant. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Salmo 116 - Ant. Alabad al Señor, todas las naciones. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. No sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre quien habla por vosotros. Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas: Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. PRECES “Apacienta a tu pueblo, Señor.” Conclusion V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. (679) --- Support this podcast: https://podcasters.spotify.com/pod/show/jose-emilio/support
7 DE DICIEMBRE - SAN AMBROSIO, OBISPO Y DOCTOR DE LA IGLESIA
Músicas medievales para todas estas celebraciones que se nos acumulan serán nuestras protagonistas en esta semana en la que cada vez tenemos más cerca las celebraciones navideñas de las que todas estas son el necesario preludio.Escuchar audio
El claro significado de un corazón sencillo.
San Ambrosio, verdadero pastor y doctor de los fieles, ejerció la caridad con todos, defendió valerosamente la libertad de la Iglesia y la recta doctrina de la fe en contra de los arrianos, y catequizó el pueblo con los comentarios y la composición de himnos. Se le atribuye en gran parte la conversión de San Agustín, y seguramente de muchísimas almas más. San Ambrosio fue un ejemplo de verdadero cristianismo. Con tu ayuda podremos llegar a más personas y continuar con este proyecto: https://www.paypal.com/donate/?hosted_button_id=GZMHJDMXG8L22&fbclid=PAZXh0bgNhZW0CMTEAAabzPiBLoj2NefLbiwGBbXS1Ckn9xG8o9stwEGRXwQnsnoRllvac_CUJ_cU_aem_oPr5pU3Gmbo2qA3t6j-zkg
Las primeras liturgias en occidente nacen a partir del siglo IV, muchas de ellas ligada a un territorio o ciudad principal como Roma, Benevento, Milán, entre otras. Cada una de ellas surge con elementos propios, donde la música estará ligada intrínsecamente con su desarrollo; siendo objeto de muchas disertaciones, homilías y tratados, como los de San Agustín, Boecio, San Ambrosio, San Isidoro de Sevilla o Julián de Toledo. En esta primera parte nos acercaremos a las primeras obras musicales que acompañaban estas liturgias.
San Agustín, después de una juventud en pecado y libertinaje, tuvo una conversión a la fe católica y fue bautizado por San Ambrosio de Milán. Vuelto a su patria, llevó con algunos amigos una vida ascética y entregada al estudio de las Sagradas Escrituras. Elegido después Obispo de Hipona, en África, siendo modelo de su grey, la instruyó con abundantes sermones y escritos, con los que también combatió valientemente contra los errores de su tiempo e iluminó con sabiduría la recta fe. San Agustín es un ejemplo de vida apasionada por la búsqueda de la Verdad. Nunca dejó de amar ni de perseguir una vida auténtica y honesta. Un santo comprometido con su tiempo que nos enseñó a armonizar la fe y la razón. Con tu ayuda podremos continuar con este proyecto: https://www.paypal.com/donate/?hosted_button_id=GZMHJDMXG8L22&fbclid=PAZXh0bgNhZW0CMTEAAabzPiBLoj2NefLbiwGBbXS1Ckn9xG8o9stwEGRXwQnsnoRllvac_CUJ_cU_aem_oPr5pU3Gmbo2qA3t6j-zkg Con tu ayuda podremos continuar con este proyecto: https://www.paypal.com/donate/?hosted_button_id=GZMHJDMXG8L22&fbclid=PAZXh0bgNhZW0CMTEAAabzPiBLoj2NefLbiwGBbXS1Ckn9xG8o9stwEGRXwQnsnoRllvac_CUJ_cU_aem_oPr5pU3Gmbo2qA3t6j-zkg
San Agustín, después de una juventud en pecado y libertinaje, tuvo una conversión a la fe católica y fue bautizado por San Ambrosio de Milán. Vuelto a su patria, llevó con algunos amigos una vida ascética y entregada al estudio de las Sagradas Escrituras. Elegido después Obispo de Hipona, en África, siendo modelo de su grey, la instruyó con abundantes sermones y escritos, con los que también combatió valientemente contra los errores de su tiempo e iluminó con sabiduría la recta fe. San Agustín es un ejemplo de vida apasionada por la búsqueda de la Verdad. Nunca dejó de amar ni de perseguir una vida auténtica y honesta. Un santo comprometido con su tiempo que nos enseñó a armonizar la fe y la razón. Con tu ayuda podremos continuar con este proyecto: https://www.paypal.com/donate/?hosted_button_id=GZMHJDMXG8L22&fbclid=PAZXh0bgNhZW0CMTEAAabzPiBLoj2NefLbiwGBbXS1Ckn9xG8o9stwEGRXwQnsnoRllvac_CUJ_cU_aem_oPr5pU3Gmbo2qA3t6j-zkg
Hoy entrevistamos a dos seminaristas de la arquidiócesis de Buenos Aires: Nico Bouza y Pancho Muzlera, quienes nos cuentan sus historias de fe y llamados al sacerdocio. Charlamos acerca del llamado que Dios nos hace a cada uno de nosotros y también de una peregrinación que hicieron a principio de año con otros seminaristas desde la Basílica de Nuestra Señora de Luján hasta el Santuario de Nuestra Señora de la Consolación de Sumampa, en Santiago del Estero. Una peregrinación que no conocíamos y que es parte de la historia de la Virgen de Luján. Nico Bouza está en octavo año del seminario. Ya el año que viene recibirá el sacramento del Orden Sagrado. Hizo una experiencia pastoral en las parroquias San Isidro Labrador y San Ramon Nonato y ahora se encuentra en el Santuario de San Expedito/Parroquia Nuestra Señora de Balvanera. Panchi Muzlera tiene 23 años y está en quinto año del seminario. Entró al seminario a los 19 años por la parroquia San Ambrosio de colegiales. Hizo una experiencia de un año en la Parroquia Santa Rosa de Lima y hoy está en la parroquia Nuestra Señora de Caacupé. “No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo”: un espacio donde encontrarnos con el que verdaderamente nos llena, para que nos tome de la mano, nos levante y nos ponga en camino nuevamente. Somos Sol, Colo y Tere, con el apoyo del Pbro. Gastón Lorenzo, Parroquia Católica Nuestra Señora del Pilar, Buenos Aires, Argentina. Entrevistamos a personas que nos comparten su vida y nos ayudan a profundizar nuestra fe. Contactate con nosotros: podcastdelpilar@gmail.com Contactate con el seminario metropolitano de Buenos Aires: http://www.sembue.org.ar/ Música: - Cortina musical: "Tan pobre y tan rico"· Jóvenes Catedral de San Isidro. Álbum: “Hazte canto”. - Canción final: "Madrecita de ternura". Autor Letra, música e interpretación: Padre Raúl Canali. Álbum: Otros cantos a la Virgen, 2023. Este podcast está realizado a beneficio de la Fundación Nuestra Señora del Pilar, que acompaña a niños, adolescentes y mujeres en estado de vulnerabilidad en Buenos Aires, Argentina. Te invitamos a colaborar con esta obra. Hacé click acá para donar, o entrá a la página de la Fundación para conocer más acerca de la fundación y otras formas de ayudar. Muchas gracias.
Luego de que María Santísima, la nueva Arca de la Alianza, oyó del ángel Gabriel que su prima Isabel también esperaba un hijo, se sintió iluminada por el Espíritu Santo y comprendió que debería ir a visitar a aquella familia y ayudarles y llevarles las gracias y bendiciones del Hijo de Dios que se había encarnado en Ella. María no sólo fue a servir, fue a aprender a ser mamá, pues llevaba consigo a Nuestro Señor.San Ambrosio anota que fue María la que se adelantó a saludar a Isabel puesto que es la Virgen María la que siempre se adelanta a dar demostraciones de cariño a quienes aman.
Meditación sobre la Ascensión del Señor. La narración de San Lucas en los Hechos de los Apóstoles. Es el desenlace lógico de la Encarnación. "Bajó Dios, subió hombre", dice San Ambrosio. Con la Ascensión nuestra carne se introduce en la Vida divina. Es un acontecimiento alegre. Y el origen de un mandato apostólico: nosotros somos ahora la esperanza de Jesús para hacer la Iglesia.
San Ambrosio pide que el alma de María esté en cada uno para alabar a Dios. Un anhelo maravilloso para todos, especialmente para los sacerdotes. El Sumo y Eterno sacerdote lo es precisamente por haber sido engendrado en el vientre de María. Y Ella también lo educa. En María encontramos todos los ideales: madre, enamorada, compañera, amiga, consejera… En el Calvario, Jesús encarga a su Madre a uno que el día anterior había sido ordenado como sacerdote.
Memoria de San Ambrosio, obispo y doctor de la IglesiaLectionary: 178 /guadaluperadio.com
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LAUDES JUEVES DE LA I SEMANA DE ADVIENTO (Oración de la mañana) - San Ambrosio INVOCACIÓN INICIAL V. Señor abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza INVITATORIO Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo. SALMODIA Salmo 56 - Ant. Despertad, citara y arpa; despertaré a la aurora. Cántico - Ant. “Mi pueblo se saciará de mis bienes”, dice el Señor. Salmo 47 - Ant. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. No sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre quien habla por vosotros. Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas: Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. PRECES “Apacienta a tu pueblo, Señor.” Conclusion V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. (671) --- Support this podcast: https://podcasters.spotify.com/pod/show/jose-emilio/support
7 DE DICIEMBRE - SAN AMBROSIO, OBISPO Y DOCTOR DE LA IGLESIA
El claro significado de un corazón sencillo.
San Ambrosio, verdadero pastor y doctor de los fieles, ejerció la caridad con todos, defendió valerosamente la libertad de la Iglesia y la recta doctrina de la fe en contra de los arrianos, y catequizó el pueblo con los comentarios y la composición de himnos. Se le atribuye en gran parte la conversión de San Agustín, y seguramente de muchísimas almas más. San Ambrosio fue un ejemplo de verdadero cristianismo.
San Ambrosio habla de tener el alma de María, el espíritu de María. Hermosa aspiración: buscar nuestro parecido a María y seremos el regocijo de Dios. Como todo niño, nuestra Madre no solo nos engendra a la vida divina, sino también nos forma en Ella. Si somos dóciles y buscamos la constante educación mariana, nos iremos pareciendo más y más a María.
San Agustín, después de una juventud en pecado y libertinaje, tuvo una conversión a la fe católica y fue bautizado por San Ambrosio de Milán. Vuelto a su patria, llevó con algunos amigos una vida ascética y entregada al estudio de las Sagradas Escrituras. Elegido después Obispo de Hipona, en África, siendo modelo de su grey, la instruyó con abundantes sermones y escritos, con los que también combatió valientemente contra los errores de su tiempo e iluminó con sabiduría la recta fe.San Agustín es un ejemplo de vida apasionada por la búsqueda de la Verdad. Nunca dejó de amar ni de perseguir una vida auténtica y honesta. Un santo comprometido con su tiempo que nos enseñó a armonizar la fe y la razón.
San Agustín, después de una juventud en pecado y libertinaje, tuvo una conversión a la fe católica y fue bautizado por San Ambrosio de Milán. Vuelto a su patria, llevó con algunos amigos una vida ascética y entregada al estudio de las Sagradas Escrituras. Elegido después Obispo de Hipona, en África, siendo modelo de su grey, la instruyó con abundantes sermones y escritos, con los que también combatió valientemente contra los errores de su tiempo e iluminó con sabiduría la recta fe.San Agustín es un ejemplo de vida apasionada por la búsqueda de la Verdad. Nunca dejó de amar ni de perseguir una vida auténtica y honesta. Un santo comprometido con su tiempo que nos enseñó a armonizar la fe y la razón.
No olvides: Dios está contigo. Él te llamó. Por el Padre Jaime Hinojos (Abba Jimmy). Como cada día, momento, minuto y hora, presenta este día al Señor y preséntate ante él de rodillas. Con los brazos levantados en adoración, reconoce a Dios como Creador y Padre. La invitación de hoy en el Oficio de Lectura dice: "Adoremos a Dios porque él nos ha creado". Mira lo que dijo San Ambrosio sobre los misterios: "Habéis sido bautizados en el nombre de la Trinidad. Habéis profesado -no lo olvidéis- vuestra fe en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Vivid según lo que habéis hecho. Por esta fe habéis muerto para el mundo y habéis resucitado para Dios, y, estando sepultados en ese elemento del mundo, habéis muerto al pecado y habéis resucitado a la vida eterna.” Hay una expresión muy usada que todos hemos escuchado o usado muchas veces, o nos la han dicho; y dice así: "Sé tú mismo". Pero hoy, te digo una frase mejor, deja que Dios sea Dios en ti. Deja que Dios actúe en ti. Entonces, "¿Ser tú mismo? No. En lugar de eso, deja que Dios esté en ti y sea en ti". Mira el diálogo entre Dios y Moisés: «El clamor de los israelitas me ha llegado, y he visto cómo los egipcios los tiranizan. Y ahora, marcha, te envío a Faraón para que saques a mi pueblo, los hijos de Israel". Moisés respondió a Dios: "¿Quién soy yo para ir ante Faraón o sacar a los hijos de Israel de Egipto?" Dios respondió: "Yo estoy contigo; y esta es la señal de que te envío: cuando saques al pueblo de Egipto, adorarás a Dios en este monte" (Éxodo 3:10-12). ¿Quién fue llamado a liberar al pueblo esclavizado? Moisés. ¿Quién realizó la tarea de la liberación? Dios mismo a través de Moisés. Entonces, la tarea que tienes por delante, reconoces que es mucho para ti. Pero también debes reconocer que Dios está contigo y quiere hacer esta tarea contigo ya través de ti. Entonces, confía en Dios; él te llamó. Él te eligió. Por monumental que sea el trabajo, Dios tiene el poder de hacerlo a través de ti. Confía más en Dios y menos en tus fuerzas. Consejo práctico: No desprecies en tu corazón a ninguno de los elegidos del Señor para que no quedes estéril hasta el día de tu muerte. (cf. II Samuel 6:1-23).
CODEX 9X123 Voto de Tinieblas. San Ambrosio ... indagaciones sobre el terreno Nos puedes encontrar también en Youtube, Tik Tok, Mamby y en el grupo de Telegram Codex más allá del misterio Ensayos y novelas publicadas: ENTRE HISTORIAS EXTRAÑAS. Amazon CAZADORES DE MISTERIOS. Ediciones Cydonia CAZADORES DE MISTERIOS 2. Editorial Guante Blanco CAZADORES DE MISTERIOS 3. Amazon CAZAVAMPIROS. MITO Y REALIDAD. Colección Biblioteca del Misterio de ediciones Oblicuas ENIGMA VALLÉS. Bohodón ediciones ARCA SACRARIUM. Ediciones Atlantis Vías de contacto: codexcontacto@gmail.com
Luego de que María Santísima, la nueva Arca de la Alianza, oyó del ángel Gabriel que su prima Isabel también esperaba un hijo, se sintió iluminada por el Espíritu Santo y comprendió que debería ir a visitar a aquella familia y ayudarles y llevarles las gracias y bendiciones del Hijo de Dios que se había encarnado en Ella. María no sólo fue a servir, fue a aprender a ser mamá, pues llevaba consigo a Nuestro Señor. San Ambrosio anota que fue María la que se adelantó a saludar a Isabel puesto que es la Virgen María la que siempre se adelanta a dar demostraciones de cariño a quienes aman.
Meditación sobre la Ascensión del Señor. La narración de San Lucas en los Hechos de los Apóstoles. Es el desenlace lógico de la Encarnación. "Bajó Dios, subió hombre", dice San Ambrosio. Con la Ascensión nuestra carne se introduce en la Vida divina. Es un acontecimiento alegre. Y el origen de un mandato apostólico: nosotros somos ahora la esperanza de Jesús para hacer la Iglesia.
Queremos ser felices, y Dios nos da a probar aquí su felicidad en la medida en que nos abrimos a su Amor y respondemos amando, pero la felicidad total vendrá después, cuando podamos ver a Dios cara a cara en el Cielo. Eso es lo que esperamos: la vida eterna feliz con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y los ángeles, y los millones de hermanos nuestros que ya han llegado al lugar que Jesucristo nos ha preparado. «Esta vida perfecta con la Santísima Trinidad, esta comunión de vida y de amor con ella, con la Virgen María, los ángeles y todos los bienaventurados se llama “el cielo”. El cielo es el fin último y la realización de las aspiraciones más profundas del hombre, el estado supremo y definitivo de dicha» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1024). «Vivir en el cielo es “estar con Cristo” (cf. Jn 14, 3; Flp 1, 23; 1 Ts 4,17). Los elegidos viven “en Él”, aún más, tienen allí, o mejor, encuentran allí su verdadera identidad, su propio nombre (cf. Ap 2, 17): “Pues la vida es estar con Cristo; donde está Cristo, allí está la vida, allí está el reino” (San Ambrosio, Expositio evangelii secundum Lucam 10,121)» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1025). Llegar al Cielo es imposible para nosotros, pero posible para Dios. Y nos ha prometido que no dejará de darnos todos los medios para que podamos llegar. Por eso podemos decir, con san Pablo: «¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, o la persecución, o el hambre, o la desnudez, o el peligro, o la espada? Pero en todas estas cosas vencemos con creces gracias a aquel que nos amó» (Rm 8, 35. 37). No existe nada que pueda impedirnos llegar al Cielo, nada que pueda apartarnos del amor de Cristo. Porque Dios nos ha prometido que nos dará toda la ayuda que necesitamos, y para que esperemos en Él con absoluta confianza ha infundido en nuestros corazones la virtud de la esperanza. «La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo. “Mantengamos firme la confesión de la esperanza, porque fiel es el que hizo la promesa” (Hb 10, 23). “El Espíritu Santo, que derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro salvador, para que, justificados su gracia, fuéramos herederos de la vida eterna que esperamos” (Tt 3, 6-7)» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1817).
LAUDES MIÉRCOLES DE LA II SEMANA DE ADVIENTO (Oración de la mañana) - San Ambrosio INVOCACIÓN INICIAL V. Señor abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza INVITATORIO Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo. SALMODIA Salmo 76 - Ant. Dios mío, tus caminos son santos: ¿que dios es grande como nuestro Dios? Cántico - Ant. Mi corazón se regocija por el Señor, que humilla y enaltece. Salmo 96 - Ant. El Señor reina, la tierra goza. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. Los sabios brillaran con esplendor de cielo y los que enseñan la justicia a las multitudes serán como estrellas por toda la eternidad. Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas: Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. PRECES “Apacienta a tu pueblo, Señor.” Conclusion V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. (681) --- Support this podcast: https://anchor.fm/jose-emilio/support
San Paciano (310-391), obispo de Barcelona, fue uno de los padres de la Iglesia, influido especialmente por los modelos exegéticos y teológicos africanos. Estuvo interesado, especialmente, en el tema de la penitencia. Casado y con, al menos, un hijo —Flavio Lucio Dextro que llegó a ser praefectus praetorii— fue obispo de Barcelona en el siglo IV (probablemente, ordenado después del 343). Murió entre el 379 y 393. Entre sus obras destacan Cervus, dedicada al paganismo de las celebraciones del año nuevo y Paraenesis sive exhortatorius libellus ad paenitentiam, en la que distingue entre distintos tipo de pecados (cotidianos y graves), y anima a los fieles a confesar estos. En su sermón De baptismo demuestra conocer ya y emplear la teología sobre el pecado original. Además es autor de la significativa frase: Christianus mihi nomen est, catholicus cognomen1 (Cristiano es mi nombre, católico mi apellido). En su defensa de la confesión, destacó en la condena del Novacianismo, doctrina herética la cual propugnaba una línea de pureza tal del cristianismo que llegara a negar la absolución de los lapsos, afirmando que la Iglesia no tiene poder para dar la paz a los que renegaron de la fe en la persecución ni tampoco a los que cometieron algún pecado mortal. A esta idea contraria a la fe católica, contra la que ya había luchado San Cipriano, se opone Paciano junto con su coetáneo San Ambrosio.
San Ambrosio, Obispo, Doctor de la Iglesia (Memoria)
7 DE DICIEMBRE - SAN AMBROSIO DE MILÁN, OBISPO Y PADRE DE LA IGLESIA
(Juan 10, 11-16) «Yo soy el pastor bueno, y conozco las mías, y las mías me conocen, –así como el Padre me conoce y Yo conozco al Padre– y pongo mi vida por mis ovejas» La entrada San Ambrosio, Obispo y Doctor se publicó primero en FormacionCatolica.org.
(Juan 10, 11-16) «Yo soy el pastor bueno, y conozco las mías, y las mías me conocen, –así como el Padre me conoce y Yo conozco al Padre– y pongo mi vida por mis ovejas» La entrada San Ambrosio, Obispo y Doctor se publicó primero en FormacionCatolica.org.
"Vengan a mí, todos los que están fatigados." Del santo Evangelio según san Mateo: 11, 28-30. Pbro. Hugo Moisés Morales Castellanos.
El claro significado de un corazón sencillo
San Ambrosio, verdadero pastor y doctor de los fieles, ejerció la caridad con todos, defendió valerosamente la libertad de la Iglesia y la recta doctrina de la fe en contra de los arrianos, y catequizó el pueblo con los comentarios y la composición de himnos. Se le atribuye en gran parte la conversión de San Agustín, y seguramente de muchísimas almas más. San Ambrosio fue un ejemplo de verdadero cristianismo.
Hoy celebramos a San Ambrosio de Milán, mentor de San Agustín y modelo de predicador. Comisarías de policía chinas en el extranjero: récord en Italia. Congresista de EEUU pide al Papa alzar la voz por el Cardenal Zen y el Obispo Álvarez. Católicos heterodoxos defienden ataques LGBTQ contra obispos. Gorsuch sugiere que un panadero de Colorado se vio obligado a pasar por un "programa de reeducación". 7 claves para alejar a tus hijos del lobby trans y enfrentar «la gran manipulación del siglo XXI».
Oración desde Iquitos, Perú. Evangelio: Mateo 11, 28-30. Venid a mí todos los que estáis cansados. En aquel tiempo, Jesús tomó la palabra y dijo: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera». Bendición: P. Jorge Luis Cachique Tafur, desde Iquitos, Perú. Redacción: Prof. Juan Raúl Landa Olórtegui.
| EVANGELIO DEL DIA | San Mateo 11. 28-30. Ciclo A.
Dentro de unos días celebraremos a san Ambrosio, el obispo milanés mentor del rito pregregoriano que llamamos Ambrosiano que, aún hoy, es oficial en Milán. Dedicaremos el programa de hoy a escuchar algunas piezas de este antiguo canto.Escuchar audio
San Agustín, después de una juventud en pecado y libertinaje, tuvo una conversión a la fe católica y fue bautizado por San Ambrosio de Milán. Vuelto a su patria, llevó con algunos amigos una vida ascética y entregada al estudio de las Sagradas Escrituras. Elegido después Obispo de Hipona, en África, siendo modelo de su grey, la instruyó con abundantes sermones y escritos, con los que también combatió valientemente contra los errores de su tiempo e iluminó con sabiduría la recta fe.
Luego de que María Santísima, la nueva Arca de la Alianza, oyó del ángel Gabriel que su prima Isabel también esperaba un hijo, se sintió iluminada por el Espíritu Santo y comprendió que debería ir a visitar a aquella familia y ayudarles y llevarles las gracias y bendiciones del Hijo de Dios que se había encarnado en Ella. María no sólo fue a servir, fue a aprender a ser mamá, pues llevaba consigo a Nuestro Señor. San Ambrosio anota que fue María la que se adelantó a saludar a Isabel puesto que es la Virgen María la que siempre se adelanta a dar demostraciones de cariño a quienes aman.
Meditación sobre la Ascensión del Señor. La narración de San Lucas en los Hechos de los Apóstoles. Es el desenlace lógico de la Encarnación. "Bajó Dios, subió hombre", dice San Ambrosio. Con la Ascensión nuestra carne se introduce en la Vida divina. Es un acontecimiento alegre. Y el origen de un mandato apostólico: nosotros somos ahora la esperanza de Jesús para hacer la Iglesia. Esta meditación es la misma que la número 73 de este podcast, predicada el 24 de mayo de 2020, y que la 431.
San Ambrosio decía que "lo que hace el amor, el miedo nunca podrá realizarlo. Nada más útil que hacerse amar". Jesús dijo: "Renuncia a tí mismo". Es que seguir a Jesús es vivir una vida descentrada en sí, volcada hacia afuera.
HOLA MIS HERMANOS Y MIS HERMANAS, DIOS LES BENDIGA Y LA VIRGEN LES GUARDE SIEMPRE. LE DOY GRACIAS A DIOS PORQUE USTEDES ESTAN VIENDO ESTE VIDEO QUE SE HA REALIZADO PARA SU CRECIMIENTO HUMANO Y ESPIRITUAL. TAMBIÉN LE PIDO A DIOS QUE A TRAVÉS DEL CORAZÓN INMACULADO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA BENDIGA SU VIDA Y LA VIDA DE SU FAMILIA. MIS QUERIDOS HERMANOS, PARA DARLE CONTINUACIÓN A ESTA EVANGELIZACIÓN DIGITAL QUE EL SEÑOR NOS HA CONFIADO, ES NECESARIO QUE LA APOYEN MEDIANTE SUS ORACIONES Y SUS DONACIONES; Y PARA HACER LLEGAR SUS DONACIONES LES DEJO LAS CUENTAS BANCARIAS Y LOS MEDIOS NECESARIOS PARA TAL FIN.
Memoria de San Ambrosio, obispo y doctor de la Iglesia. Lectionary: 182
Memoria de San Ambrosio, obispo y doctor de la Iglesia
Laudes +Empieza tu día en oración junto con toda la Iglesia+
Únete a toda la Iglesia y empieza tu día rezando Laudes. Mentioned in this episode: ¿Qué estabas haciendo en marzo del 2020? ¡Escucha el nuevo podcast que Juan Diego Network hizo al Vaticano y sale el domingo 27 de marzo del 2022! https://laudes.captivate.fm/327spotify (327LDSp) ¡Sé un mejor hombre en esta Cuaresma! Con oración, ascetismo y fraternidad https://laudes.captivate.fm/exoduscuaresma (Exodus Cuaresmal)
Reflexión del Evangelio. Martes 7 de Diciembre de 2021. M.O. San Ambrosio. P. Diego González CEMP
Evangelio según san Juan 10, 11-16 Yo soy el pastor, el Bueno. El buen pastor pone su vida por las ovejas. Mas el mercenario, el que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, viendo venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa; porque es mercenario y no tiene interés en las ovejas. Yo soy el pastor bueno, y conozco las mías, y las mías me conocen, –así como el Padre me conoce y Yo conozco al Padre– y pongo mi vida por mis ovejas. Y tengo otras ovejas que no son de este aprisco. A ésas también tengo que traer; ellas oirán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor.
San Ambrosio, verdadero pastor y doctor de los fieles, ejerció la caridad con todos, defendió valerosamente la libertad de la Iglesia y la recta doctrina de la fe en contra de los arrianos, y catequizó el pueblo con los comentarios y la composición de himnos. Se le atribuye en gran parte la conversión de San Agustín, y seguramente de muchísimas almas más. San Ambrosio fue un ejemplo de verdadero cristianismo.
El claro significado de un corazón sencillo
LAUDES MARTES DE LA II SEMANA DE ADVIENTO (Oración de la mañana) - San Ambrosio INVOCACIÓN INICIAL V. Señor abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza INVITATORIO Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo. SALMODIA Salmo 41 - Ant. ¿Cuándo entrare a ver el rostro de Dios?. Cántico - Ant. Muéstranos, Señor, tu gloria y tu compasión. Salmo 18 A - Ant. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. Los sabios brillaran con esplendor de cielo y los que enseñan la justicia a las multitudes serán como estrellas por toda la eternidad. Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas: Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. PRECES “Apacienta a tu pueblo, Señor.” Conclusion V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. (894)
Oración desde Barranquilla Colombia. Evangelio: Mateo 18, 12-14: Dijo Jesús a sus discípulos: «En verdad os digo que el Pastor se alegra más por la oveja perdida y hallada que por las noventa y nueve que no se habían extraviado». Bendición: P. Ernesto Arenas Granados, desde la parroquia de Santa Luisa de Marillac, diócesis de Fontibón, Bogotá, Colombia. Redacción: Prof. Fernán Ramírez Meléndez.
7 DE DICIEMBRE - SAN AMBROSIO, OBISPO Y DOCTOR DE LA IGLESIA
Paggunita kay San Ambrosio, obispo at pantas ng Simbahan Isaias 40, 1-11 Salmo 95, 1-2. 3 at 10ak. 11-12. 13 Ang ating D'yos ay darating upang tayo ay tubusin. Mateo 18, 12-14
P. Juan (Chile)-En el último día de la Novena y terminando el Año de San José, aprovechamos la sabiduría de San Ambrosio para centrarnos en Jesús
Ang maayong magbalantay andam sa pagpakamatay alang sa iyang mga karnero.
Hoy, 30 de septiembre, la Iglesia Católica celebra a San Jerónimo, traductor de la Biblia. Uno de los Padres de la Iglesia al lado de San Agustín, San Ambrosio y San Gregorio. Quien ostenta también el título de doctor de la Iglesia. --- Send in a voice message: https://anchor.fm/desdelasredes/message
For the first time in more than 6 decades Cuban citizens are protesting in the streets against their communist government regime. In this episode, Dan Hugger, Librarian and research associate here at the Acton Institute sits down with a Cuban priest Fr. Alberto Reyes to discuss the horrors of communism in Cuba, the revolution, and how Christians should respond to it.As a quick note, in this interview, Fr. Reyes speaks in his native tongue, Spanish and we have translated his answers to English.The Tragedy of Communism in Cuba | Acton VaultCuba Libre: Protestors call for an end to communism and oppression The crumbling façade of Cuban communism Subscribe to Acton Vault podcastSubscribe to Acton Unwind podcastAbout Fr. Reyes: Alberto Reyes Pías was born in Camagüey, Cuba, on May 26, 1967. He grew up in Florida, Camaguey, where he studied until finishing high school. At the age of 18 he entered the University of Medical Science in Camagüey. At the end of his third year of medicine he decided to leave university and start his ecclesiastical studies. He studied humanities and philosophy at the seminaries San Basilio Magno, in Santiago de Cuba, and San Carlos and San Ambrosio, in Havana. For his theological studies he was sent to Rome, to the Athenaeum Regina Apostolorum.After completing his studies, he was ordained a priest in his hometown of Florida on December 12, 1996. After a few months serving provisionally in the parishes of Guáimaro and El Cristo, the latter in the city of Camagüey, he was sent as pastor to the area of Esmeralda, where he remained for six years. He was then sent to the Pontifical University of Comillas, in Madrid, to do a degree in psychology. Upon returning, he was assigned to the parish of Guáimaro, where he remained for six years.He decided to take a sabbatical in which he makes a pilgrimage on foot from Rome to Jerusalem. Upon returning he is sent as a volunteer to the parish of Maisí, in the easternmost tip of Cuba. Two years later he was appointed trainer of the San Agustín Seminary, in Camagüey, where he worked full-time for a year. Currently, he continues as a trainer of the Seminary of St. Augustine, as a spiritual father, and at the same time attends the parish of Esmeralda. He has published "Do my will. (History of a resistance)". A book that relates his vocational itinerary but is at the same time a reflection on how to find the meaning of one's life. See acast.com/privacy for privacy and opt-out information.
Te DeumSeñor, Dios eterno, alegres te cantamos,a ti nuestra alabanza,a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.Postrados ante ti, los ángeles te adorany cantan sin cesar:Santo, santo, santo es el Señor,Dios del universo;llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,la multitud de los profetas te enaltece,y el ejército glorioso de los mártires te aclama.A ti la Iglesia santa,por todos los confines extendida,con júbilo te adora y canta tu grandeza:Padre, infinitamente santo,Hijo eterno, unigénito de Dios,santo Espíritu de amor y de consuelo.Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,tú el Hijo y Palabra del Padre,tú el Rey de toda la creación.Tú, para salvar al hombre,tomaste la condición de esclavoen el seno de una virgen.Tú destruiste la muertey abriste a los creyentes las puertas de la gloria.Tú vives ahora,inmortal y glorioso, en el reino del Padre.Tú vendrás algún día,como juez universal.Muéstrate, pues, amigo y defensorde los hombres que salvaste.Y recíbelos por siempre allá en tu reino,con tus santos y elegidos.Salva a tu pueblo, Señor,y bendice a tu heredad.Sé su pastor,y guíalos por siempre.Día tras día te bendeciremosy alabaremos tu nombre por siempre jamás.Dígnate, Señor,guardarnos de pecado en este día.Ten piedad de nosotros, Señor,ten piedad de nosotros.Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,como lo esperamos de ti.A ti, Señor, me acojo,no quede yo nunca defraudado.
Luego de que María Santísima, la nueva Arca de la Alianza, oyó del ángel Gabriel que su prima Isabel también esperaba un hijo, se sintió iluminada por el Espíritu Santo y comprendió que debería ir a visitar a aquella familia y ayudarles y llevarles las gracias y bendiciones del Hijo de Dios que se había encarnado en Ella. María no sólo fue a servir, fue a aprender a ser mamá, pues llevaba consigo a Nuestro Señor. San Ambrosio anota que fue María la que se adelantó a saludar a Isabel puesto que es la Virgen María la que siempre se adelanta a dar demostraciones de cariño a quienes ama.
Meditación sobre la Ascensión del Señor. La narración de San Lucas en los Hechos de los Apóstoles. Es el desenlace lógico de la Encarnación. "Bajó Dios, subió hombre", dice San Ambrosio. Con la Ascensión nuestra carne se introduce en la Vida divina. Es un acontecimiento alegre. Y el origen de un mandato apostólico: nosotros somos ahora la esperanza de Jesús para hacer la Iglesia. Esta meditación es la misma que la número 73 de este podcast, predicada el 24 de mayo de 2020.
Café con Dios. Descubriendo el Catecismo con Patxi Bronchalo
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA: 193-194-195-196-197 193 Ninguno de los símbolos de las diferentes etapas de la vida de la Iglesia puede ser considerado como superado e inútil. Nos ayudan a captar y profundizar hoy la fe de siempre a través de los diversos resúmenes que de ella se han hecho. Entre todos los símbolos de la fe, dos ocupan un lugar muy particular en la vida de la Iglesia: 194 El Símbolo de los Apóstoles, llamado así porque es considerado con justicia como el resumen fiel de la fe de los Apóstoles. Es el antiguo símbolo bautismal de la Iglesia de Roma. Su gran autoridad le viene de este hecho: "Es el símbolo que guarda la Iglesia romana, la que fue sede de Pedro, el primero de los apóstoles, y a la cual él llevó la doctrina común" (San Ambrosio, Explanatio Symboli, 7: PL 17, 1158D). 195 El Símbolo llamado de Nicea-Constantinopla debe su gran autoridad al hecho de que es fruto de los dos primeros Concilios ecuménicos (325 y 381). Sigue siendo todavía hoy el símbolo común a todas las grandes Iglesias de Oriente y Occidente. 196 Nuestra exposición de la fe seguirá el Símbolo de los Apóstoles, que constituye, por así decirlo, "el más antiguo catecismo romano". No obstante, la exposición será completada con referencias constantes al Símbolo Niceno-Constantinopolitano, que con frecuencia es más explícito y más detallado. 197 Como en el día de nuestro Bautismo, cuando toda nuestra vida fue confiada "a la regla de doctrina" (Rm 6,17), acogemos el símbolo de esta fe nuestra que da la vida. Recitar con fe el Credo es entrar en comunión con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, es entrar también en comunión con toda la Iglesia que nos transmite la fe y en el seno de la cual creemos: «Este símbolo es el sello espiritual [...] es la meditación de nuestro corazón y el guardián siempre presente, es, con toda certeza, el tesoro de nuestra alma (San Ambrosio, Explanatio Symboli, 1: PL 17, 1155C).
Café con Dios. Descubriendo el Catecismo con Patxi Bronchalo
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA: 189-190-191-192 189 La primera "Profesión de fe" se hace en el Bautismo. El "Símbolo de la fe" es ante todo el símbolo bautismal. Puesto que el Bautismo es dado "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt 28,19), las verdades de fe profesadas en el Bautismo son articuladas según su referencia a las tres personas de la Santísima Trinidad. 190 El Símbolo se divide, por tanto, en tres partes: "primero habla de la primera Persona divina y de la obra admirable de la creación; a continuación, de la segunda Persona divina y del Misterio de la Redención de los hombres; finalmente, de la tercera Persona divina, fuente y principio de nuestra santificación" (Catecismo Romano, 1,1,3). Son "los tres capítulos de nuestro sello (bautismal)" (San Ireneo de Lyon, Demonstratio apostolicae praedicationis, 100). 191 Cada una de estas tres partes se subdividen en una serie de fórmulas variadas y exactas. Utilizando una comparación frecuentemente repetida en las obras de los Santos Padres, llamamos artículos a cada una de las fórmulas del Símbolo que clara y distintamente hemos de creer, lo mismo que llamamos artículos (articulaciones) a las distintas partes en que se divide cada una de las partes del organismo humano (Catecismo Romano, 1,1,4). Según una antigua tradición, atestiguada ya por san Ambrosio, se acostumbra a enumerar doce artículos del Credo, simbolizando con el número de los doce apóstoles el conjunto de la fe apostólica (cf. San Ambrosio, Explanatio Symboli, 8: PL 17, 1158D). 192 A lo largo de los siglos, en respuesta a las necesidades de diferentes épocas, han sido numerosas las profesiones o símbolos de la fe: los símbolos de las diferentes Iglesias apostólicas y antiguas (cf. DS 1-64), el Símbolo Quicumque, llamado de san Atanasio (cf. Ibíd., 75-76), las profesiones de fe de varios Concilios (de Toledo XI: DS 525-541; de Letrán IV: ibíd., 800-802; de Lyon II: ibíd., 851-861; de Trento: ibíd.,1862-1870) o de algunos Papas, como la fides Damasi (cf. DS 71-72) o el "Credo del Pueblo de Dios" de Pablo VI (1968).
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Comentarios del P.Santiago Martín FM a hechos de actualidad relacionados con nuestra fé. Los videos se encuentran en www.magnificat.tv Otros canales de comunicación de Magnificat TV de los Franciscanos de María: Podcast: bit.ly/AudiosMagnificatTV Youtube: bit.ly/YouTubeMagnificatTV Twitter: twitter.com/MagnificatTV Facebook:www.facebook.com/Magnificattv
Memoria de San Ambrosio, obispo y doctor de la Iglesia
LAUDES LUNES DE LA II SEMANA DE ADVIENTO (Oración de la mañana) - San Ambrosio INVOCACIÓN INICIAL V. Señor abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza INVITATORIO Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo. SALMODIA Salmo 41 - Ant. ¿Cuándo entrare a ver el rostro de Dios?. Cántico - Ant. Muéstranos, Señor, tu gloria y tu compasión. Salmo 18 A - Ant. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. No sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestros Padre quien habla por vosotros. Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas: Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. PRECES “Apacienta a tu pueblo, Señor.” Conclusion V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. (359)
San Ambrosio, verdadero pastor y doctor de los fieles, ejerció la caridad con todos, defendió valerosamente la libertad de la Iglesia y la recta doctrina de la fe en contra de los arrianos, y catequizó el pueblo con los comentarios y la composición de himnos. Se le atribuye en gran parte la conversión de San Agustín, y seguramente de muchísimas almas más. San Ambrosio fue un ejemplo de verdadero cristianismo.
El claro significado de un corazón sencillo.
Meditación sobre la Ascensión del Señor. La narración de San Lucas en los Hechos de los Apóstoles. Es el desenlace lógico de la Encarnación. "Bajó Dios, subió hombre", dice San Ambrosio. Con la Ascensión nuestra carne se introduce en la Vida divina. Es un acontecimiento alegre. Y el origen de un mandato apostólico: nosotros somos ahora la esperanza de Jesús para hacer la Iglesia.
Homilía del P.Santiago Martín FM, fundador de los Franciscanos de María desde la Parroquia Marían Virgen Madre, de Madrid, o desde otras iglesias. Los videos de las homilias y de la misa diaria se encuentran en www.magnificat.tv Otros canales de comunicación de Magnificat TV de los Franciscanos de María: Podcast: bit.ly/AudiosMagnificatTV Youtube: bit.ly/YouTubeMagnificatTV Twitter: twitter.com/MagnificatTV Facebook:www.facebook.com/Magnificattv
San Cirilo nació cerca de Jerusalén, en el año 315. Sus padres eran cristianos y le dieron una excelente educación. Conocía muy bien la Sagradas Escrituras, citaba frecuentemente en sus instrucciones. Se cree que fue ordenado sacerdote por el obispo de Jerusalén San Máximo, quien le encomendó la tarea de instruir a los Catecúmenos, cosa que hizo por varios años. Sus escritos son de gran importancia por ser un Padre de la Iglesia y Arzobispo de Jerusalén solo tres siglos después de la pasión de Jesús. Sucedió a Máximo en la sede de Jerusalén el año 348 y fue obispo de esa ciudad por unos 35 años. Por su defensa de la ortodoxia en la controversia arriana, se vio mas de una vez condenado al destierro. Hasta nosotros llegaron 18 discursos catequéticos, un sermón de la piscina de Betseda, la carta al emperador Constantino y otros pequeños fragmentos. Trece escritos están dedicados a la exposición general de la doctrina, y cinco, llamados mistagógicas, están dedicados al comentario de los ritos sacramentales de la iniciación cristiana. Estos escritos llamados Catequesis de San Cirilo, nos llegaron gracias a la transcripción de un estenógrafo, que lo hizo con la misma sencillez y naturalidad que lo hacía San Cirilo, cuando comunicaba a la comunidad cristiana, en los tres principales santuarios de Jerusalén, entre ellos la Basílica de la Santa Cruz de Constanza, llamada Martyrion para los candidatos al bautismo y la iglesia de la Resurrección o Anástasis, para los que se bautizaban durante la semana de Pascua, es decir, eran los mismos lugares de la redención, como él mismo decía, que no solo se escucha, sino que "se ve y se toca". Por estos importantes escritos, que probablemente lo compuso al comienzo de su episcopado, ha merecido el título de Doctor de la Iglesia, por el Papa León XIII. La incertidumbre de su pensamiento teológico, es lo que demoró en Occidente, el reconocimiento de su santidad. Su fiesta fue instituida en 1882. Tuvo alguna simpatía por los arrianos, pero pronto se separó de ellos para adherirse a los semiarrianos homoiusianos, esto era, la orientación teológica que se inclinaba a los convenios, que proponía el término "homoi-ousios" (de naturaleza semejante) en vez de "homo-ousios" (de la misma naturaleza, es decir, el verbo de la misma naturaleza que el Padre). Se trataba solo de añadir una letra, pero era suficiente para eliminar la idea de la consubstancialidad (consubstancial: que es de la misma substancia) entre el Padre y el Hijo. Cirilo abandonó también a los semiarrianos y se unió a la doctrina ortodoxa de Nicea, por eso fue desterrado cinco veces bajo los emperadores Constantino y Valente. En total fueron 16 años de destierro. Tres veces por un bando y dos por el bando opuesto. En sus escritos habla de la penitencia, del pecado, del bautismo y del Credo, explicándolo frase por frase, para instruir a los recién bautizados sobre la fe, también habla bellísimamente sobre la Eucaristía, insistiendo fuertemente en que Jesucristo Sí está presente en la Santa Hostia de la Eucaristía. A los que reciben la comunión en la mano les aconseja: "Hagan de su mano izquierda como un trono que se apoya en la mano derecha, para recibir al Rey Celestial" (traten con cuidado la hostia consagrada, para que no caigan pedacitos, así como no dejaríamos caer al suelo pedacitos de oro). En síntesis estos documentos son de mucho valor porque contienen las enseñanzas y ritos de la Iglesia de mediados del siglo IV y forman "el primitivo sistema teológico". También describe interesantemente acerca del descubrimiento de la cruz y de la roca que cerraba el Santo Sepulcro. Existen dos versiones que no coinciden entre sí, de porque Cirilo sucedió a Máximo en la sede de Jerusalén. San Jerónimo fue quien dejó una de ellas, pero evidentemente tenía prejuicio en contra de San Cirilo. Arrio Acacio, era uno de los obispos de la provincia, que consagró legalmente a San Cirilo, pensando que luego iba a poder manejarlo, pero se equivocó por completo. Cirilo era un hombre suave de carácter, prefería instruir que polemizar, trataba de permanecer neutral en las discusiones y por esa razón ambos partidos lo desterraron en su momento, llamándolo hereje. Pero contaba con amigos como San Hilario, que era defensor del dogma de Santísima Trinidad y con San Atanasio que defendía la divinidad de Jesucristo, que le profesaba una sincera amistad. En el Concilio general de Constantinopla, en el año 381, lo llaman: "valiente luchador para defender a la Iglesia de los herejes que niegan las verdades de nuestra religión". En el primer año de su episcopado, ocurrió un fenómeno físico que impresionó a la ciudad. Envió noticia de lo sucedido al emperador Constantino, en una carta que aún existe y que se ha puesto en duda su autenticidad, aunque el estilo sin duda es suyo. La carta dice: "En las nonas de mayo, hacia la hora tercera, apareció en los cielos una gran cruz iluminada, encima del Gólgota, que llegaba hasta la sagrada montaña de los Olivos: fue vista no por una o dos persona, sino evidente y claramentes por toda la ciudad. Esto no fue, como podría creerse, una fantasía ni apariencia momentánea, pues permaneció por varias horas visible a nuestros ojos y mas brillante que el sol. La ciudad entera se llenó de temor y regocijo a la vez, ante tal portento y corrieron inmediatamente a la iglesia alabando a Cristo Jesús único Hijo de Dios". Enseguida que Cirilo tomara posesión, comenzaron las discusiones entre él y Acacio, no solo por problemas de sus respectivas sedes, sino también sobre asuntos de fe, porque Acacio en ese entonces, estaba envuelto en la herejía arriana. Acacio como metropolitano de Cesarea, exigía la juridicción de Cirilo que mantuvo la prioridad de su sede, como si tuviera un "trono apostólico". Acacio recordaba un Canon del Concilio de Nicea que dice: "Ya que por la costumbre o antigua tradición, el obispo de Aelia (Jerusalén) debe recibir honores, dejemos al metropolitano (de Cesarea) en su propia dignidad mantener el segundo lugar". La pelea se hizo abierta y Acacio convocó un Concilio de Obispos partidarios suyos, al que citaron a Cirilo, pero no se presentó. Se le acusó de contumacia (porfía, obstinación en el error) y de haber vendido propiedades de la Iglesia para ayudar a los necesitados. Lo último, sí lo hizo, como anteriormente lo habían hecho muchos prelados, entre ellos San Ambrosio y San Agustín, y fueron comprendido. El fraudulento Concilio condenó a Cirilo y fue desterrado de Jerusalén. Se fue para Tarso, lo recibió Silvanus, un obispo semi-arriano, y esperó allí la apelación que había hecho al tribunal superior. Dos años después, ante el Concilio de Seleucia, llegó su apelación. Este Concilio estaba integrado por semi-arrianos, arrianos y muy pocos miembros del partido ortodoxo, todos de Egipto. Cirilo se sentó entre los semi-arrianos que lo ayudaron durante su exilio. Acacio se fue de la reunión, objetando violentamente la presencia de Cirilo, pero regresó pronto para participar de los debates posteriores. El partido de Acacio fue depuesto por tener minoría y el de Cirilo fue reivindicado. Acacio se fue a Constantinopla a tratar de convencer a Constantino a que reuniera otro concilio. Acusó a Cirilo de haber vendido unas vestiduras que el emperador le regaló a Macario para administrar el bautizo y que luego fueron vistas en una representación teatral. Esto puso furioso al emperador, y emitió un segundo decreto de exilio en contra de Cirilo, un año después de haber sido repuesto a su sede. Constantino muere en el año 361, le sucede Juliano, quien llama a que regresen todos los obispos que Constantino había desterrado, y así Cirilo regresa a su sede. Durante la gestión de Juliano el Apóstata, hubieron pocos martirios en comparación con otros reinados, pero cayó en la cuenta que la sangre de los mártires era el simiente de la iglesia y por esa razón hizo todo lo que pudo para desacreditar la religión que él había abandonado. Nos cuentan los historiadores de la Iglesia, Sócrates, Teodoreto y otros, que Juliano planeó reconstruir el templo de Jerusalén para apelar a los sentimientos nacionales de los Judíos y para demostrar que lo que Jesús había anunciado en el evangelio, no se cumpliría. San Cirilo contempla con calma los preparativos para la reconstrucción del templo, profetizando que sería un fracaso, y así sucedió. Gibbon y otros agnósticos se burlan de los sucesos sobrenaturales, sismos, esferas de fuego, desplome de paredes, etc….que le hicieron abandonar el proyecto, pero Gibbon admite que estos sucesos están confirmados no solo por escritores cristianos, como San Juan Crisóstomo y San Ambrosio, sino también por el testimonio de Ammianus Marcellinus, el soldado filósofo, que era pagano. San Cirilo es desterrado por Valente, por tercera vez en el año 367, junto con todos los prelados nombrados por Juliano. Este último destierro duró 11 años, pero cuando sube al trono Teodoro, le restituye a su sede, donde permanece los últimos años de su vida. Triste por todo lo malo que encontró en Jerusalén, vicios, crímenes, desórdenes, herejías divisiones, etc…. apela al Concilio de Antioquía. Envían a San Gregorio de Nissa, quien no pudo remediar nada y abandona Jerusalén, dejando para la posteridad sus "Advertencias en contra de las peregrinaciones", una detallada descripción de la moral de la santa ciudad en aquel tiempo. Cirilo y San Gregorio estuvieron presentes en el gran Concilio de Constantinopla (primer Concilio Ecuménico que participó Cirilo), que era el segundo Concilio Ecuménico. En esta ocasión Cirilo, obispo de Jerusalén junto con los patriarcas de Alejandría y Antioquía, toma lugar como metropolitano, se reconoció la legitimidad de su episcopado. Este Concilio promulgó el Símbolo de Nicea, en su forma corregida. Cirilo y los demás aceptan el término "Homo-ousios" que llegó a ser la palabra clave de la ortodoxia. Este hecho toman Sócrates y Sozomeno, como un acto de arrepentimiento. Por otra parte, los obispos escriben una carta al Papa San Dámaso, donde halagan a Cirilo diciendo que es uno de los defensores de la verdad ortodoxa en contra de los arrianos. Se cree que murió en Jerusalén en el año 386 a los 72 años. Fuente: corazones.org Vidas de Santos y Beatos. Los videos se encuentran en www.magnificat.tv Otros canales de comunicación de Magnificat TV de los Franciscanos de María: Podcast: bit.ly/AudiosMagnificatTV Youtube: bit.ly/YouTubeMagnificatTV Twitter: twitter.com/MagnificatTV Facebook:www.facebook.com/Magnificattv
Cuando él nace, atraviesa la cristiandad una crisis durísima. El fuego de la revolución protestante se ha corrido a media Europa. Reina la confusión y el dolor en el mundo católico, mientras herejes e infieles se mofan a coro de la Santa Iglesia esperando su agonía. Pero el soplo del Divino Espíritu vivificó de nuevo a la Esposa de Cristo y ésta empezó a mostrar de nuevo al mundo los caminos de la restauración católica o de la verdadera reforma. Una falange de santos reformadores promovieron esta corriente purificadora, especialmente en España e Italia. Don Juan de Ribera será devotísimo amigo de todos ellos: Ignacio de Loyola, Juan de Dios, Pedro de Alcántara, Juan de Avila, Francisco de Borja, Teresa de Jesús, Luis Beltrán, Alonso Rodríguez, y otros más en nuestra patria. El papa San Pío V pensó hacerle cardenal, y San Carlos Borromeo, que le amaba entrañablemente sin haberle visto nunca, pedía consejo a Ribera para el buen gobierno de su vastísima diócesis de Milán. Fue natural de la ciudad de Sevilla, hijo del ilustre don Pedro Afán Enríquez de Ribera y Portocarrero, conde de los Molares, marqués de Tarifa, duque de Alcalá, virrey de Nápoles y antes de Cataluña. El niño crecía sin el amor materno. Su madre, doña Teresa de los Pinelos, falleció muy pronto. Sevilla era a la sazón la puerta de América, por donde se derramaba en Europa aquel torrente de riquezas, de conocimientos nuevos, de sustancias desconocidas: oro, plata. perlas, cacao, maíz, animales raros, hombres y mujeres de razas exóticas. Pero también riquezas del espíritu daba de sí esta ciudad al mundo. Para nuestro caso bastará recoger las palabras de un historiador local: "Es indudable que de toda la nobleza sevillana fue la familia de los Enríquez de Ribera la que más se señaló por su generosidad y amor a los pobres. Nadie como doña Catalina y su hijo don Fadrique de Rivera en caridad a los enfermos y desvalidos. Esta egregia señora, prototipo de las más egregias virtudes, fundó el Hospital de las Cinco Llagas, que luego su hijo dotó y amplió con extraordinaria munificencia". En esta misma línea de santidad familiar merece un recuerdo doña Teresa Enríquez de Alvarado, "la loca del Sacramento", de quien se cuenta que por sus manos escogía la flor de los racimos traídos de doce leguas, de Cebreros, en la provincia de Ávila, por ser la más excelente uva para fabricar el vino del Sacrificio. Por sí misma cernía la harina de las hostias y la guardaba en limpia y rica orza, delante de la cual tenía siempre una luz encendida. No porque la creyese consagrada, sino porque sólo el pensar que aquella harina se había de transubstanciar en el cuerpo de Cristo, la obligaba a mirarla con tierno respeto: algo así como se mira una corona regia o como una madre contempla los vestidos que han de cubrir y abrigar el cuerpecito del esperado primogénito. Don Juan fue enviado por su padre a la Universidad de Salamanca, que por entonces vive un periodo áureo: lecciones de Vitoria, teólogos a Trento, introducción del método teológico salmanticense en Italia por obra de los hijos del patriarca de Loyola. Y en suma, foco del prestigio hispano que batalla con la espada y con la pluma frente a turcos y herejes. Ribera salió discípulo aventajado en aquellas aulas, sacó sus títulos y tuvo cátedra en la misma. Atenas española. Estaba para terminar el concilio de Trento y el papa Pío IV escogió para la mitra vacante de Badajoz a nuestro joven maestro, que a sus virtudes y alcurnia juntaba el ser hijo del virrey de Nápoles. Aún no había cumplido los treinta años. Para la reforma y santificación de sus ovejas lanzó pequeñas tropas de choque y conquista. reclutó misioneros y recabó la ayu da del Maestro Avila, quien dice con gran consuelo en una de sus cartas: "EI obispo de Badajoz ha enviado seis predicadores por el obispado, según él me ha escrito, y da a cada uno cuarenta mil maravedís y cuarenta fanegas de trigo, y aún si yo le enviara algunos, dijo daría más, si tuvieran necesidad de socorrer a padres o hermanos". El, por su parte, no se desdeñaba de administrar los sacramentos a los enfermos y sentarse para atender a las almas como confesor ordinario en su iglesia. Dormía muchas veces sobre haces de sarmientos y Seguía el mismo rigor que en Salamanca. Por eso, el arzobispo de Granada, respondió por carta a una que el mismo don Juan le había escrito: "Me pide V. S. Ilma. que le dé cuenta de mi vida; eso deseo saber de V. S. Ilma., que siempre desde su niñez fue santo, pues cuando V. S. Ilma. vino a Salamanca, de poca edad, yo era estudiante pasante, y ya entonces erais santo." Los avisos que él dio, a petición de los padres y del concilio provincial Compostelano, en 1565. han pasado a las actas. Entre diversas sugerencias, señala remedios prácticos para la reforma personal de los obispos, primer intento de esta clase en España, que sepamos, de aplicación de los decretos Tridentinos. En la predicación puso tal fuego y acierto, que los vecinos de los lugares circunvecinos a donde predicaba se convidaban mutuamente: "Vamos a oír al apóstol." En dos ocasiones vendió la vajilla de plata y el importe lo invirtió en comprar trigo y remediar a los pobres en años de carestía. El divino Morales nos ha transmitido la efigie del obispo de Badajoz: sus facciones revelan a un hombre de nervio, pero limpio de toda excitación exterior, contemplativo y apóstol, con aires de alta nobleza y finos modales. El día que partió de su obispado, siendo ya patriarca de Antioquía, para regir la archidiócesis valentina, dio a los pobres todas sus alhajas, dinero y bienes. Más de una vez había quedado sin un maravedí, pero siempre estuvo a punto la bolsa paterna. En Valencia, como en Badajoz, se sujetó a un horario que recuerda hábitos estudiantiles. Gran madrugador, se levantaba de tres a cuatro de la mañana y comenzaba el estudio y meditación sobre la Biblia hasta las siete; daba cuatro horas para el rezo del oficio divino, santa misa, preparar sermones y un breve descanso. A la una de la tarde, audiencia pública. Se retiraba a eso de las tres, sin tener tiempo señalado para la co mida, y sólo tomaba algunos higos secos, uvas o fruta del tiempo. Bebía muy poco, raramente vino con agua. Por la tarde concedía audiencia sin poner inconvenientes. Terminada esta obligación, marchaba a un jardín extramuros donde iba acumulando libros y más libros. Tornaba a palacio al anochecer, y por espacio de tres horas se recogía en oración. Tampoco para cenar había momento señalado. Antes de acostarse tenía unos momentos de solaz con los suyos. Al rigor ordinario en la comida, añadía ciertos ayunos, como en los días de Semana Santa, que se pasaba cuarenta horas sin probar alimento, y, mientras fue joven, tres veces por semana ayunaba como un monje: sólo pan y agua. Su criado, Pedro Pascual, no podía menos de maravillarse muchas mañanas al entrar en la alcoba de su señor; la cama estaba como el día anterior, y, para cerciorarse, metía las manos entre las sábanas, y no hallándolas calientes, concluía que el patriarca no había reposado en ellas durante la noche. Tenía don Juan ciertos lugares secretos en sus habitaciones, así en palacio como en el colegio por él fundado y en su jardín - biblioteca de la calle de Alboraya, donde escondía las disciplinas y cilicios, que la curiosidad de Pedro Pascual descubría, hallándolos siempre bañados en sangre. Estos indicios hacían presagiar un pontificado santo, como el de fray Tomás de Villanueva, fallecido aún no hacía tres lustros y cuyo recuerdo amable estaba en la memoria de todos, a él escribe un cronista que a su muerte eran tal el llanto y la pena de los pobres y del pueblo en general, que el espectáculo causaba la mayor tristeza. No le llamaban de otra manera que "el arzobispo santo". Vestía un hábito humilde y apedazado, guardó en todo gran pobreza voluntaria. No hizo testamento, porque no tenía de qué. Y a fin de morir totalmente desprendido. renunció en favor de su iglesia ciertos derechos que sobre ella le correspondían. Los valencianos se percataran pronto que don Juan de Ribera, su nuevo pastor, aunque joven - llegaba a esta sede a los treinta y seis años -, era viejo en doctrina, virtud y prudencia. Solían decir los que trataban con el patriarca que de sus palabras fluía un no sé qué misterioso que infundía juntamente respeto y un gozo conmovedor. Fray Tomás había dejado abiertos con sus fatigas los primeros surcos para la reforma de esta diócesis, que por más de cien años estuvo huérfana de la presencia de sus pastores. Cier to que Ribera tenía ante sí Las trazas y el ejemplo del arzobispo limosnero. Pero también una perspectiva ardua: aplicar a sus ovejas la doctrina reformatoria del concilio de Trento, que acababa de ser aceptado en España: un plan salvador, intenso, y cuyos frutos no se tocarían sino a largo plazo. Estaba también por delante la angustiosa cuestión morisca, con todos los anteriores fracasos de evangelización y apaciguamiento. Meditaba don Juan cuál sería el método adecuado para aquella tan general y variada misión entre cristianos viejos e infieles astutos, que no otra cosa eran los moros bautizados unas veces por la fuerza, otras voluntariamente, aunque para mayor amparo y encubrimiento de su infidelidad. Abrió el buen pastor su campaña con las visitas pastorales. Once veces visitó completamente, por sí o por sus delegados, todas las parroquias de su amplia jurisdicción. Cada bienio tenía noticia cabal del estado de sus 290 parroquias rurales. Lo mismo aparece el infatigable apóstol en los fragosos lugares del arciprestazgo de Villahermosa del Río, como en los no menos ásperos de la región alicantina. Aun en medio de penosas ocupaciones halla tiempo para el estudio, hurtando horas al descanso. Alojaba cierta vez en su casa el cura de Carcagente al patriarca durante la visita pastoral. Y aconteció que, habiéndose retirado todos a dormir y siendo muy entrada ya la noche, había luz en la alcoba del prelado. Movido por la curiosidad, atisbo el rector por los resquicios de la puerta y vio al arzobispo en la cama, sentado y estudiando rodeado de libros. El cura se movió a devoción, al recordar que lo mismo había leído de San Ambrosio. Entre los años 1569 y 1610 llevó a cabo 2.715 visitas pastorales, recogidas en 91 volúmenes, con un total de 91.202 folios. Celebró siete sínodos. Cada vez, los decretos eran pocos, breves y prácticos, para evitar que la muchedumbre de ellos tentase a olvidarlos. Son de carácter marcadamente sacerdotal. Del clero, en estrecha comunión con su obispo, cabía esperar con toda razón la enmienda del pueblo y una vida cristiana floreciente. Tratábalos con exquisita cortesía, ya en los retiros a puerta cerrada en la parroquia de Santo Tomás donde solía instruirles y aun reprenderles, ya en privado con advertencias paternales. Jerónimo Martínez de la Vega recordó toda su vida las palabras del arzobispo cuando le otorgaba licencia de confesar: "Mirad, hijo, lo que hacéis; que sois mozo y el oficio es peligroso." Y hablaba el bueno del patriarca aleccionado por la experiencia. En Badajoz hubo de rechazar a una joven, la cual simulando confesión, le descubrió los torpes deseos que hacia él sentía, Ribera huyó del lazo y aun ganó aquella alma para Dios. En Valencia se repitió la escena en horas de audiencia. Mas el patriarca, puesto en pie, en voz alta y en presencia de sus criados, comenzó a reprender a la desdichada, con tanto fervor de espíritu, que parecía echaba rayos de sus ojos. Así estuvo dos horas; y al cabo logró trocar aquel corazón apasionado y la envió a casa de sus padres con la advertencia de que la perdonasen y recibiesen. Este hombre, grande por su origen y por sus ministerios, sabía tratar con los pequeñuelos. Acostumbraba a ponerse en una sillita en la plaza de Burjasot, pueblecito cercano a la capital, y enseñaba por sí la doctrina cristiana a los niños. Y luego repartía dulces, monedas, ropas y otras cosas que necesitaban. Cuidadoso de la juventud, estableció en su palacio una escuela para los hijos de los nobles, en número de unos treinta, pues, como él afirmaba, se debía a todos como pastor. Desde muy niños estaban en casa del señor patriarca aprendiendo la piedad y las letras. Serviase de ellos solamente para el mayor esplendor de los pontificales. Cuando ya cursaban estudios superiores acudían a la Universidad en carroza para oír a sus respectivos maestros. Aquella escuela parecía más bien un seminario. De ella salieron un cardenal, un arzobispo, doce obispos, amén de un buen número de religiosos, canónigos y rectores de iglesias. La experiencia pastoral había persuadido al patriarca la conveniencia de empuñar juntamente el báculo y la espada. Felipe III le nombró virrey y capitán general. La tranquilidad, largos años perturbada, vino como por encanto y la justicia se aplicaba con rectitud. Nada escapaba al ojo vigilante del virrey arzobispo. Una viuda que llevaba pleito de importancia, se quejó alegando sospecha de parcialidad en el juez. Ribera se personó al día siguiente en el consejo y preguntó: "¿Quién de vuestras mercedes tiene la causa?" "Yo, señor", respondió el oidor. "¿En qué punto está?", tomó a preguntar el patriarca. "Ya está acordado para sentenciar y dados memoriales de ambas partes". Y mirando a los otros oidores insistió el patriarca: "¿Por qué no se da sentencia?" Y como todos guardasen silencio, prosiguió: "Venga el proceso mañana y estudien la causa, porque quiero que se dé sentencia". Cuando terminó el pleito dijo el oidor a un amigo: "Verdaderamente este señor es un santo. Yo estaba ciego con favorecer a una persona, y con sola la visita del patriarca y dos palabras que habló en consejo, cobré luz y descargué mi conciencia". Fundó en la ciudad el Colegio y Seminario de Corpus Christi para atender a la formación del clero y en esta misma casa, una capilla - instituci6n entre las más famosas de la cristiandad - donde se honra al Santísimo Sacramento con un ceremonial y una liturgia llena de majestad y de sosiego, aun en nuestros días. De su amor a Jesús Sacra mentado diremos que con frecuencia se retiraba a celebrar el santo sacrificio a una capilla de su propia iglesia y, luego de alzar a Dios, íbase el ayudante, hasta el aviso del patriarca con una campanilla. Durábale esta misa de dos a tres horas por el arrobamiento y las lágrimas. Falleció en su amado colegio el 6 de enero de 1611. Aún pudo ver la expulsión de los moriscos por mandato de Felipe III en 1609. Ribera los había catequizado durante treinta y cuatro años, sin reducirlos al yugo de Cristo. Cuando el anciano pastor rendía su alma a Dios, los niños en tropel cantaban por las calles de la ciudad: "El señor patriarca está en la gloria, con la palma y corona de la victoria." En sus funerales abrió los ojos y se le encendió el rostro para adorar al Señor desde la consagración hasta la comunión del celebrante. San Pío V le había llamado, hacía cuarenta años, "lumen totius Hispaniae" ("lumbrera de toda España").
San Agustín dice de él: "es un ilustre Doctor de nuestra Santa Iglesia". Y San Jerónimo lo llama: "Hombre de gran elocuencia; trompeta de Dios para alertar a la verdadera religión contra la herejía" y añade "San Cipriano y San Hilario son dos inmensos cedros que Dios trasplantó del mundo hacia su Iglesia". Nació en Poitiers (Francia) en el año 315, de familia pagana que le proporcionó una esmerada educación. Hizo sus estudios en su ciudad y en Roma y Grecia durante diez años. Se ejercitó en la poesía, aprendió elocuencia y estudió mucho la filosofía de Platón. Durante sus años de estudio supo librarse del ambiente de corrupción que había entre los estudiantes y el llevar una vida honesta y virtuosa le sirvió muchísimo para mantener su cerebro despejado para aprender mucho y retener lo aprendido. Los paganos decían que había muchos dioses, y esto le fastidiaba a él. Por eso cuando leyó la Biblia se entusiasmó al encontrar allí la idea de que no hay sino un solo Dios, eterno, inmutable, Todopoderoso, Principio y fin de todas las cosas. El libro que lo convirtió fue el Evangelio de San Juan, pero él mismo cuenta en su autobiografía que el libro que lo acompañó toda su vida y que le sirvió de meditación cada día fue el evangelio de San Mateo. A los 30 años vivía atormentado con la idea de cuál sería el destino que nos espera en la eternidad, cuando encontró el evangelio de San Juan y allí al leer que "El Hijo del Dios se hizo hombre, para salvarnos", en esa noticia encontró la respuesta a sus dudas. A él le sucedió lo que le ha pasado a muchísimos santos: que una buena lectura ha cambiado toda su vida. Era casado y tenía una hija. En el año 345 se hizo bautizar junto con su esposa y su hija. Desde entonces se dedicó con toda su alma a leer y estudiar la Sagrada Escritura y dejó toda lectura simplemente mundana. Venancio Fortunato, que escribió su biografía, cuenta que la vida de este hombre era tan virtuosa y tan de buen ejemplo, que la gente decía que más parecía un santo sacerdote que un hombre casado. El año 350 murió el obispo de Poitiers y el pueblo aclamó como obispo a Hilario. Su esposa y su hija, que se habían vuelto muy santas, se retiraron a vivir como fervorosas religiosas, y nuestro santo fue nombrado obispo. Desde entonces Hilario se dedica a la ocupación que va a ser el oficio principal del resto de su vida: combatir a los herejes arrianos que decían que Jesucristo no era Dios. Arrio fue un hereje que se dedicó a enseñar que Jesucristo no es Dios sino un simple hombre. Los obispos de todo el mundo se reunieron en el Concilio de Nicea (año 325) y proclamaron que Jesucristo sí es Dios, y que el que niegue esta verdad queda fuera de la Iglesia Católica. Pero el emperador Constancio se dedicó a apoyar a los arrianos y a perseguir a los verdaderos cristianos. Nombraba obispos arrianos en las ciudades principales y desterraba a los obispos que proclamaran la divinidad de Jesús. Hilario organizó la resistencia de todos los obispos católicos de Francia, contra los obispos arrianos. En Paría reunió a los obispos católicos y éstos condenaron a los que seguían a Arrio. Pero los arrianos lo acusaron ante el Emperador, y Constancio decretó el destierro de Hilario hasta Frigia, más allá del Mar Negro. Allá estuvo desterrado por cuatro años. Pero este destierro que le hizo sufrir mucho, le fue también muy provechoso porque allá aprendió el idioma griego y pudo leer los libros de los más grandes sabios cristianos de la antigüedad en oriente, y aprendió también la costumbre de entonar muchos cantos durante las ceremonias religiosas. Durante su estadía en Oriente adquirió una importantísima documentación para los famosos libros que luego iba a publicar en favor de la religión. Jamás despreció una ocasión para aumentar sus conocimientos religiosos. Pero en Constantinopla fue invitado a un Concilio de los arrianos, y allá habló tan maravillosamente explicando la divinidad de Jesucristo, que los herejes pidieron al emperador que lo expulsara otra vez hacia occidente, porque podía convencer a toda esa gente de que Jesucristo sí es Dios. Y el gobernante dio el decreto de que quedaba expulsado hacia Francia. Y así pudo volver a su país. La gente decía: "Hilario fue expulsado hacia oriente por hablar muy bien de Jesucristo en occidente. Y fue expulsado hacia occidente por hablar muy bien de Jesucristo en oriente". En el año 360 Hilario entraba otra vez triunfante a su diócesis de Poitiers, en medio del júbilo más indescriptible. San Jerónimo dice que Francia entera se volcó a los caminos a recibirlo como a un héroe que volvía victorioso después de luchar sin descanso contra los que decían que Jesucristo no era Dios. Y Nuestro Señor para demostrar la santidad del gran obispo le concedió hacer varios milagros. El más sonado fue la resurrección de un joven que ya llevaban a enterrar. Llegado otra vez a su ciudad, el santo se dedicó sin descanso a defender la verdadera religión y a combatir la herejía de los arrianos. En uno de sus escritos pone a Dios por testigo de que el fin principal de toda su vida es emplear todas sus fuerzas en hacer conocer más a Jesucristo y hacerlo amar por el mayor número de personas que sea posible. A las personas que iban a consultarle les recomendaba que todas sus acciones las empezaran y terminaran con alguna oración. Y redactó luego su libro más famoso llamado "La Trinidad". Es lo mejor que se escribió en toda la antigüedad acerca de la Santísima Trinidad. También publicó un Comentario al Evangelio de San Mateo y un Comentario a los Salmos. Otra gran obra de San Hilario fue reunir un grupo de personas fervorosas y enseñarles a vivir en comunidad, lejos de lo mundano, dedicándose a la oración, a la penitencia, al trabajo y a la lectura de la Sagrada Biblia. Entre las religiosas estaban su esposa y su hija. Entre los religiosos el más ilustre fue San Gregorio de Tours, que fundó después el primer monasterio de su país, Francia. En oriente había aprendido que los arrianos y los gnósticos, para atraer gentes a sus cultos entonaban muchos cantos. Y él, que era poeta, se dedicó a componer cantos y a ensayarlos y hacerlos cantar en las ceremonias religiosas de los católicos. San Isidoro dice que el primero que introdujo en Europa la costumbre de entonar himnos cantados durante las ceremonias religiosas fue San Hilario. Años más tarde San Ambrosio introduciría esa costumbre en su catedral de Milán y los herejes lo acusarán ante el gobierno diciendo que por los cantos tan hermosos que entona en su iglesia les quita a ellos sus clientes que se van a donde los católicos porque allá cantan más y mejor. Una gran cualidad tenía este santo: era extremadamente cortés y bondadoso. Cuando defendía la verdad cristiana contra los errores de la herejía era un retumbante polemista, pero cuando trataba de convencer a los otros para que amaran a Jesucristo, era un bondadoso padre y un dad tenía este santo: era extremadamente cortés y bondadoso. Cuando defendía la verdad cristiana contra los errores de la herejía era un retumbante polemista, pero cuando trataba de convencer a los otros para que amaran a Jesucristo, era un bondadoso padre y un buen pastor. La gente decía: en sus discursos es un león aterrador. En sus charlas personales es un manso cordero. En la lucha era muy humano, pero en la victoria era extremadamente bondadoso y muy comprensivo. Cuando un arriano dejaba sus errores, y volvía a creer como los católicos, ni siquiera permitía que le quitaran el cargo que antes tenía. No quería humillar a nadie sino salvar a todos. Los últimos años de su vida los empleó en defender de palabra y por escrito la divinidad de Cristo y la verdadera religión en Francia e Italia. Y logró que a la muerte del emperador Constancio, la Iglesia, que estaba siendo tan perseguida, volviera a resurgir con admirable rapidez en los países de occidente. En 1851, el Papa Pío Nono declaró a San Hilario "Doctor de la Iglesia", por la defensa heroica y llena de sabiduría que hizo de la divinidad de Jesucristo. El año 368, cuando estaba para morir, los presentes vieron que la habitación se llenaba de una extraordinaria luz que rodeaba el lecho del moribundo. Quedaron deslumbrados, pero apenas el santo entregó su espíritu, la luz desapareció misteriosamente.
El 7 de diciembre es la festividad de San Ambrosio de Milán, un personaje histórico que más allá de su condición de santo, milita por derecho propio entre los forjadores de Europa, entre los grandes responsables de que nuestra historia sea como es y no de otra manera. Ambrosio nace en el año 340, si bien no está claro si lo hace en Tréveris, en Arles o en Lyon, en una familia romana cristiana que contaba ya con mártires entre sus miembros. Su padre, Ambrosio como él, era prefecto en la Galia. El menor de tres hijos, son sus hermanos Sátiro y Marcelina, que recibe el velo de las vírgenes de manos del Papa Liberio (352-366). A la muerte de su padre, cuando Ambrosio tiene catorce años, la familia vuelve a Roma y allí profundiza en el estudio del derecho. Ancius Probuslo lo nombrará gobernador consular de Liguria y Emilia, con residencia en Milán, ciudad en la que cuando el obispo arriano Auxencio muere en 374, Ambrosio es elegido su sucesor por aclamación. Se da la circunstancia de que Ambrosio era catecúmeno, es decir, que aunque se formaba para ser bautizado, todavía no lo estaba –el bautismo de infantes no era aún la regla general-, y en consecuencia, no era elegible para el episcopado. Pero ante la confirmación del nombramiento por el Emperador Valentiniano, Ambrosio recibe el sacramento que le inicia en la Iglesia y ocho días después, el 7 de diciembre, día en que celebramos su fiesta, es consagrado obispo. A partir de ese momento lleva a cabo una vida muy austera. Se despoja de todos sus bienes terrenales, come frugalmente, gana gran reputación como predicador, y sus sermones, pronunciados sin guión previo, son escuchados por multitudes. Como obispo, a Ambrosio toca enfrentar tres grandes procesos: por un lado, dentro de la propia Iglesia, la formulación del dogma y la lucha contra las herejías, que no son pocas: el novacianismo, contra el que escribe “Sobre la penitencia”; el macedonismo; o Joviniano, a quien condena en el sínodo de obispos que convoca en 390. Pero por encima de todas, el arrianismo que, como se sabe, cerca estuvo de convertirse en la fórmula prevaleciente del cristianismo y dominó la corte de muchos de los emperadores con los que Ambrosio hubo de convivir, así Justina, así Valentiniano II, aunque también, gracias precisamente a su influencia, también convivió con otros clasificables como católicos (sepa pinchando aquí, como la Iglesia comienza a ser conocida como “católica”), así Graciano, así Teodosio. Por otro lado, la lucha contra el paganismo y la definitiva cristianización del Imperio, algo para lo que va a contar con la inestimable colaboración de un español, el Emperador Teodosio, que es, más aún que Constantino, el verdadero cristianizador de la vida romana. Ambrosio ataca de plano los centros en los que se hace fuerte el paganismo: en 384 consigue la retirada de la Estatua de la Victoria del Senado; en 393 obtiene de Teodosio la prohibición de los Juegos Olímpicos. San Ambrosio impide la entrada de Teodosio en la catedral de Milán. Anton Van Dick (1620). Y en tercer lugar, se implica de lleno en el proceso que domina la época, la lucha por la primacía entre el poder temporal y el poder religioso que, gracias en buena medida a su labor, se inclina hacia éste último. En el 382 consigue que el Emperador Graciano deje de utilizar el título Pontifex Maximus, que pasará a la Iglesia. Pero el momento estelar en esta batalla viene marcado por la excomunión que impone a su por otro lado amigo, el mismísimo Emperador Teodosio, a causa de la represión sobre los ciudadanos de Tesalónica -algunas fuentes hablan de siete mil muertos- por destruir una sinagoga, la cual no le levantará hasta que el emperador haga pública penitencia de su pecado. Un proceso éste de superposición del poder religioso sobre el poder civil que puede parecer escandaloso mirado con los ojos contemporáneos, pero que tuvo su sentido en un Imperio que procedía a su definitiva cristianización y que no dejará de tener muy positivas consecuencias para el mismo y para la civilización grecorromana, como por ejemplo, cuando ante las invasiones barbáricas del s. V, toda la resistencia romana se despliegue desde el papado, ante la descomposición del poder imperial. Ambrosio deja escrita una amplia obra exegética, si bien la mayor parte de ella son homilías y comentarios orales llevados a escrito por sus oyentes. Así, nos han llegado una serie de comentarios al Antiguo Testamento, un “Comentario sobre San Lucas” (“Expositio in Lucam”) que seguramente acompañó a un comentario sobre cada uno de los evangelistas, y un llamado “Ambrosiater”, comentario sobre trece epístolas de San Pablo, que sin embargo, parece ser un apócrifo. Entre las de tipo moral destaca “De officiis ministrorum” inspirada en Cicerón, y “Sobre las vírgenes” para su hermana Marcelina, virgen ella misma como ya se ha dicho. Sobre los sacramentos escribe “De mysteriis”. Son famosos sus discursos como “De excessu fratris sui Satyri” (378) a la muerte de su hermano Sátiro, sus discursos funerario sobre Valentiniano II (392) y sobre Teodosio el Grande (395), o su “Discurso contra el intruso arriano, Auxencio” (“Contra Auxentium de basilicis tradendis”), al que como hemos dicho arriba, sucedió en la sede episcopal milanense. Junto a todo ello, los llamados “Dieciocho himnos ambrosianos”, y aunque su autoría ambrosiana ha sido puesta en entredicho, al Obispo de Milán se le atribuye la creación del género de la himnología. La primera edición de los trabajos de Ambrosio saldrá de la imprenta de Froben en Basilea, en 1527, bajo la supervisión de Erasmo de Rotterdam. En 1580, el Cardenal Montalto, futuro Sixto V, realiza una nueva edición más completa. Tumba de san Ambrosio junto a San Gervasio y San Protasio Ambrosio tendrá una relación muy cercana con los grandes personajes de su época. De hecho, es él quien bautiza a San Agustín. Con el Emperador Teodosio (pinche aquí para conocerlo todo sobre este gran español, santo de la Iglesia ortodoxa) su relación es tan próxima que se halla junto a él en su lecho de muerte. Poco tiempo le sobrevivió, pues dos años después, el viernes santo del 4 de abril de 397, fallecía a la edad de 57 años. Se cuenta que las horas previas a su muerte las pasó con los brazos extendidos como crucificado, y que, de hecho, se le apareció Jesús. Será enterrado en su basílica, al lado de los santos mártires Gervasio y Protasio, cuyas reliquias había descubierto él. En el año 835 las reliquias de los tres santos son colocadas por uno de sus sucesores, Angilberto, en un sarcófago bajo el altar, donde son descubiertas en 1864. Cátedra de San Pedro sostenida por San Ambrosio y tres santos más San Ambrosio fue un hombre respetadísimo en la Iglesia de su tiempo, tanto como el propio Papa tal vez. Su “Vida” será escrita al poco de su muerte por su secretario, Paulino, a sugerencia de San Agustín. Más adelante le dedica también una biografía el importante historiador de la Iglesia, Baronio. De él dice San Agustín que “era una de esas personas que dice la verdad, la dice bien, juiciosamente, agudamente, y con belleza y fuerza de expresión” (De doct. christ., 4, 21). Junto a San Agustín, San Jerónimo y San Gregorio forma parte del cuarteto de primeros doctores de la Iglesia nombrados por el Papa Bonifacio VIII (1294-1303), y junto con San Agustín, San Juan Crisóstomo y San Atanasio, sostiene la Cátedra del Príncipe de los Apóstoles en la tribuna de San Pedro, en Roma. Fuente texto: Religión en libertad Vidas de Santos y Beatos. Los videos se encuentran en www.magnificat.tv
Te Deum (en latín: 'A ti, Dios', primeras palabras del cántico) es uno de los primeros himnos cristianos, tradicional de acción de gracias. Cuando no se cita como título de la obra sino como nombre común, se ha de emplear en minúscula y en una única palabra: tedeum. Suele ser entonado en momentos de celebración. El himno continúa siendo regularmente utilizado por la Iglesia católica romana, en el Oficio de las Lecturas encuadrado en la Liturgia de las Horas. También se suele entonar en las misas celebradas en ocasiones especiales como en las ceremonias de canonización, la ordenación de presbíteros,proclamaciones reales, etc. Los cardenales lo entonan tras la elección de un Papa. Posteriormente, los fieles de todo el mundo para agradecer por el nuevo Papa, se canta este himno en las catedrales. Compuesto originalmente en latín, el nombre se debe a que así empieza su primer verso. Se suele denominar también como "Himno Ambrosiano", pues según una leyenda, lo compusieron en común San Ambrosio de Milán y San Agustín de Hipona: en el año 387, cuando San Agustín recibió el bautismo de manos de San Ambrosio: este último, movido por el Espíritu Santo, improvisó el himno y Agustín iba respondiendo a sus versos. Estudios recientes han verificado que el Te Deum en realidad fue escrito en el siglo IV por Aniceto de Remesiana. Por tanto, su origen se remonta probablemente a la primera mitad del siglo IV. En su forma actual se encuentra por primera vez en el "Antiphonarium Benchorense" de Bangor (Irlanda del Norte), que se debe fechar alrededor del año 690. Desde el siglo IX se conocen también diversas traducciones. En el ámbito católico es tradicional finalizar el año con un tedeum. El papa acostumbra a celebrarlo en la tarde del 31 de diciembre. Te Deum laudamus: te Dominum confitemur. Te aeternum Patrem, omnis terra veneratur. Tibi omnes angeli, tibi caeli et universae potestates: tibi cherubim et seraphim, incessabili voce proclamant: Sanctus, Sanctus, Sanctus Dominus Deus Sabaoth. Pleni sunt caeli et terra majestatis gloriae tuae. Te gloriosus Apostolorum chorus, te prophetarum laudabilis numerus, te martyrum candidatus laudat exercitus. Te per orbem terrarum sancta confitetur Ecclesia, Patrem immensae maiestatis; venerandum tuum verum et unicum Filium; Sanctum quoque Paraclitum Spiritum. Tu rex gloriae, Christe. Tu Patris sempiternus es Filius. Tu, ad liberandum suscepturus hominem, non horruisti Virginis uterum. Tu, devicto mortis aculeo, aperuisti credentibus regna caelorum. Tu ad dexteram Dei sedes, in gloria Patris. Iudex crederis esse venturus. Te ergo quaesumus, tuis famulis subveni, quos pretioso sanguine redemisti. Aeterna fac cum sanctis tuis in gloria numerari. Salvum fac populum tuum, Domine, et benedic hereditati tuae. Et rege eos, et extolle illos usque in aeternum. Per singulos dies benedicimus te; et laudamus nomen tuum in saeculum, et in saeculum saeculi. Dignare, Domine, die isto sine peccato nos custodire. Miserere nostri, Domine, miserere nostri. Fiat misericordia tua, Domine, super nos, quem ad modum speravimus in te. In te, Domine, speravi: non confundar in aeternum. A ti, oh Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos. A ti, eterno Padre, te venera toda la creación. Los ángeles todos, los cielos y todas las potestades te honran. Los querubines y serafines te cantan sin cesar: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los ejércitos. Los cielos y la tierra están llenos de la majestad de tu gloria. A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles, la multitud admirable de los profetas, el blanco ejército de los mártires. A ti la Iglesia santa, extendida por toda la tierra,te aclama: Padre de inmensa majestad, Hijo único y verdadero, digno de adoración, Espíritu Santo, defensor. Tú eres el Rey de la gloria, Cristo. Tú eres el Hijo único del Padre. Tú, para liberar al hombre, aceptaste la condición humana sin desdeñar el seno de la Virgen. Tú, rotas las cadenas de la muerte, abriste a los creyentes el Reino de los Cielos. Tú sentado a la derecha de Dios en la gloria del Padre. Creemos que un día has de venir como juez. Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos, a quienes redimiste con tu preciosa sangre. Haz que en la gloria eterna nos asociemos a tus santos. Salva a tu pueblo, Señor, y bendice tu heredad. Sé su pastor y ensálzalo eternamente. Día tras día te bendecimos y alabamos tu nombre para siempre, por eternidad de eternidades. Dígnate, Señor, en este día guardarnos del pecado. Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. En ti, Señor, confié, no me veré defraudado para siempre. Otros canales de comunicación de Magnificat TV de los Franciscanos de María: Podcast:http://goo.gl/FRhNmS Youtube : http://goo.gl/slj8LL Twitter: https://twitter.com/MagnificatTV Facebook: https://www.facebook.com/Magnificattv
Vida de San Hilario de Poitiers San Agustín dice de él: "es un ilustre Doctor de nuestra Santa Iglesia". Y San Jerónimo lo llama: "Hombre de gran elocuencia; trompeta de Dios para alertar a la verdadera religión contra la herejía" y añade "San Cipriano y San Hilario son dos inmensos cedros que Dios trasplantó del mundo hacia su Iglesia". Nació en Poitiers (Francia) en el año 315, de familia pagana que le proporcionó una esmerada educación. Hizo sus estudios en su ciudad y en Roma y Grecia durante diez años. Se ejercitó en la poesía, aprendió elocuencia y estudió mucho la filosofía de Platón. Durante sus años de estudio supo librarse del ambiente de corrupción que había entre los estudiantes y el llevar una vida honesta y virtuosa le sirvió muchísimo para mantener su cerebro despejado para aprender mucho y retener lo aprendido. Los paganos decían que había muchos dioses, y esto le fastidiaba a él. Por eso cuando leyó la Biblia se entusiasmó al encontrar allí la idea de que no hay sino un solo Dios, eterno, inmutable, Todopoderoso, Principio y fin de todas las cosas. El libro que lo convirtió fue el Evangelio de San Juan, pero él mismo cuenta en su autobiografía que el libro que lo acompañó toda su vida y que le sirvió de meditación cada día fue el evangelio de San Mateo. A los 30 años vivía atormentado con la idea de cuál sería el destino que nos espera en la eternidad, cuando encontró el evangelio de San Juan y allí al leer que "El Hijo del Dios se hizo hombre, para salvarnos", en esa noticia encontró la respuesta a sus dudas. A él le sucedió lo que le ha pasado a muchísimos santos: que una buena lectura ha cambiado toda su vida. Era casado y tenía una hija. En el año 345 se hizo bautizar junto con su esposa y su hija. Desde entonces se dedicó con toda su alma a leer y estudiar la Sagrada Escritura y dejó toda lectura simplemente mundana. Venancio Fortunato, que escribió su biografía, cuenta que la vida de este hombre era tan virtuosa y tan de buen ejemplo, que la gente decía que más parecía un santo sacerdote que un hombre casado. El año 350 murió el obispo de Poitiers y el pueblo aclamó como obispo a Hilario. Su esposa y su hija, que se habían vuelto muy santas, se retiraron a vivir como fervorosas religiosas, y nuestro santo fue nombrado obispo. Desde entonces Hilario se dedica a la ocupación que va a ser el oficio principal del resto de su vida: combatir a los herejes arrianos que decían que Jesucristo no era Dios. Arrio fue un hereje que se dedicó a enseñar que Jesucristo no es Dios sino un simple hombre. Los obispos de todo el mundo se reunieron en el Concilio de Nicea (año 325) y proclamaron que Jesucristo sí es Dios, y que el que niegue esta verdad queda fuera de la Iglesia Católica. Pero el emperador Constancio se dedicó a apoyar a los arrianos y a perseguir a los verdaderos cristianos. Nombraba obispos arrianos en las ciudades principales y desterraba a los obispos que proclamaran la divinidad de Jesús. Hilario organizó la resistencia de todos los obispos católicos de Francia, contra los obispos arrianos. En Paría reunió a los obispos católicos y éstos condenaron a los que seguían a Arrio. Pero los arrianos lo acusaron ante el Emperador, y Constancio decretó el destierro de Hilario hasta Frigia, más allá del Mar Negro. Allá estuvo desterrado por cuatro años. Pero este destierro que le hizo sufrir mucho, le fue también muy provechoso porque allá aprendió el idioma griego y pudo leer los libros de los más grandes sabios cristianos de la antigüedad en oriente, y aprendió también la costumbre de entonar muchos cantos durante las ceremonias religiosas. Durante su estadía en Oriente adquirió una importantísima documentación para los famosos libros que luego iba a publicar en favor de la religión. Jamás despreció una ocasión para aumentar sus conocimientos religiosos. Pero en Constantinopla fue invitado a un Concilio de los arrianos, y allá habló tan maravillosamente explicando la divinidad de Jesucristo, que los herejes pidieron al emperador que lo expulsara otra vez hacia occidente, porque podía convencer a toda esa gente de que Jesucristo sí es Dios. Y el gobernante dio el decreto de que quedaba expulsado hacia Francia. Y así pudo volver a su país. La gente decía: "Hilario fue expulsado hacia oriente por hablar muy bien de Jesucristo en occidente. Y fue expulsado hacia occidente por hablar muy bien de Jesucristo en oriente". En el año 360 Hilario entraba otra vez triunfante a su diócesis de Poitiers, en medio del júbilo más indescriptible. San Jerónimo dice que Francia entera se volcó a los caminos a recibirlo como a un héroe que volvía victorioso después de luchar sin descanso contra los que decían que Jesucristo no era Dios. Y Nuestro Señor para demostrar la santidad del gran obispo le concedió hacer varios milagros. El más sonado fue la resurrección de un joven que ya llevaban a enterrar. Llegado otra vez a su ciudad, el santo se dedicó sin descanso a defender la verdadera religión y a combatir la herejía de los arrianos. En uno de sus escritos pone a Dios por testigo de que el fin principal de toda su vida es emplear todas sus fuerzas en hacer conocer más a Jesucristo y hacerlo amar por el mayor número de personas que sea posible. A las personas que iban a consultarle les recomendaba que todas sus acciones las empezaran y terminaran con alguna oración. Y redactó luego su libro más famoso llamado "La Trinidad". Es lo mejor que se escribió en toda la antigüedad acerca de la Santísima Trinidad. También publicó un Comentario al Evangelio de San Mateo y un Comentario a los Salmos. Otra gran obra de San Hilario fue reunir un grupo de personas fervorosas y enseñarles a vivir en comunidad, lejos de lo mundano, dedicándose a la oración, a la penitencia, al trabajo y a la lectura de la Sagrada Biblia. Entre las religiosas estaban su esposa y su hija. Entre los religiosos el más ilustre fue San Gregorio de Tours, que fundó después el primer monasterio de su país, Francia. En oriente había aprendido que los arrianos y los gnósticos, para atraer gentes a sus cultos entonaban muchos cantos. Y él, que era poeta, se dedicó a componer cantos y a ensayarlos y hacerlos cantar en las ceremonias religiosas de los católicos. San Isidoro dice que el primero que introdujo en Europa la costumbre de entonar himnos cantados durante las ceremonias religiosas fue San Hilario. Años más tarde San Ambrosio introduciría esa costumbre en su catedral de Milán y los herejes lo acusarán ante el gobierno diciendo que por los cantos tan hermosos que entona en su iglesia les quita a ellos sus clientes que se van a donde los católicos porque allá cantan más y mejor. Una gran cualidad tenía este santo: era extremadamente cortés y bondadoso. Cuando defendía la verdad cristiana contra los errores de la herejía era un retumbante polemista, pero cuando trataba de convencer a los otros para que amaran a Jesucristo, era un bondadoso padre y un dad tenía este santo: era extremadamente cortés y bondadoso. Cuando defendía la verdad cristiana contra los errores de la herejía era un retumbante polemista, pero cuando trataba de convencer a los otros para que amaran a Jesucristo, era un bondadoso padre y un buen pastor. La gente decía: en sus discursos es un león aterrador. En sus charlas personales es un manso cordero. En la lucha era muy humano, pero en la victoria era extremadamente bondadoso y muy comprensivo. Cuando un arriano dejaba sus errores, y volvía a creer como los católicos, ni siquiera permitía que le quitaran el cargo que antes tenía. No quería humillar a nadie sino salvar a todos. Los últimos años de su vida los empleó en defender de palabra y por escrito la divinidad de Cristo y la verdadera religión en Francia e Italia. Y logró que a la muerte del emperador Constancio, la Iglesia, que estaba siendo tan perseguida, volviera a resurgir con admirable rapidez en los países de occidente. En 1851, el Papa Pío Nono declaró a San Hilario "Doctor de la Iglesia", por la defensa heroica y llena de sabiduría que hizo de la divinidad de Jesucristo. El año 368, cuando estaba para morir, los presentes vieron que la habitación se llenaba de una extraordinaria luz que rodeaba el lecho del moribundo. Quedaron deslumbrados, pero apenas el santo entregó su espíritu, la luz desapareció misteriosamente. (Fuente: churchforum.org) Los videos se encuentran en www.magnificat.tv
Cuando él nace, atraviesa la cristiandad una crisis durísima. El fuego de la revolución protestante se ha corrido a media Europa. Reina la confusión y el dolor en el mundo católico, mientras herejes e infieles se mofan a coro de la Santa Iglesia esperando su agonía. Pero el soplo del Divino Espíritu vivificó de nuevo a la Esposa de Cristo y ésta empezó a mostrar de nuevo al mundo los caminos de la restauración católica o de la verdadera reforma. Una falange de santos reformadores promovieron esta corriente purificadora, especialmente en España e Italia. Don Juan de Ribera será devotísimo amigo de todos ellos: Ignacio de Loyola, Juan de Dios, Pedro de Alcántara, Juan de Avila, Francisco de Borja, Teresa de Jesús, Luis Beltrán, Alonso Rodríguez, y otros más en nuestra patria. El papa San Pío V pensó hacerle cardenal, y San Carlos Borromeo, que le amaba entrañablemente sin haberle visto nunca, pedía consejo a Ribera para el buen gobierno de su vastísima diócesis de Milán. Fue natural de la ciudad de Sevilla, hijo del ilustre don Pedro Afán Enríquez de Ribera y Portocarrero, conde de los Molares, marqués de Tarifa, duque de Alcalá, virrey de Nápoles y antes de Cataluña. El niño crecía sin el amor materno. Su madre, doña Teresa de los Pinelos, falleció muy pronto. Sevilla era a la sazón la puerta de América, por donde se derramaba en Europa aquel torrente de riquezas, de conocimientos nuevos, de sustancias desconocidas: oro, plata. perlas, cacao, maíz, animales raros, hombres y mujeres de razas exóticas. Pero también riquezas del espíritu daba de sí esta ciudad al mundo. Para nuestro caso bastará recoger las palabras de un historiador local: "Es indudable que de toda la nobleza sevillana fue la familia de los Enríquez de Ribera la que más se señaló por su generosidad y amor a los pobres. Nadie como doña Catalina y su hijo don Fadrique de Rivera en caridad a los enfermos y desvalidos. Esta egregia señora, prototipo de las más egregias virtudes, fundó el Hospital de las Cinco Llagas, que luego su hijo dotó y amplió con extraordinaria munificencia". En esta misma línea de santidad familiar merece un recuerdo doña Teresa Enríquez de Alvarado, "la loca del Sacramento", de quien se cuenta que por sus manos escogía la flor de los racimos traídos de doce leguas, de Cebreros, en la provincia de Ávila, por ser la más excelente uva para fabricar el vino del Sacrificio. Por sí misma cernía la harina de las hostias y la guardaba en limpia y rica orza, delante de la cual tenía siempre una luz encendida. No porque la creyese consagrada, sino porque sólo el pensar que aquella harina se había de transubstanciar en el cuerpo de Cristo, la obligaba a mirarla con tierno respeto: algo así como se mira una corona regia o como una madre contempla los vestidos que han de cubrir y abrigar el cuerpecito del esperado primogénito. Don Juan fue enviado por su padre a la Universidad de Salamanca, que por entonces vive un periodo áureo: lecciones de Vitoria, teólogos a Trento, introducción del método teológico salmanticense en Italia por obra de los hijos del patriarca de Loyola. Y en suma, foco del prestigio hispano que batalla con la espada y con la pluma frente a turcos y herejes. Ribera salió discípulo aventajado en aquellas aulas, sacó sus títulos y tuvo cátedra en la misma. Atenas española. Estaba para terminar el concilio de Trento y el papa Pío IV escogió para la mitra vacante de Badajoz a nuestro joven maestro, que a sus virtudes y alcurnia juntaba el ser hijo del virrey de Nápoles. Aún no había cumplido los treinta años. Para la reforma y santificación de sus ovejas lanzó pequeñas tropas de choque y conquista. reclutó misioneros y recabó la ayu da del Maestro Avila, quien dice con gran consuelo en una de sus cartas: "EI obispo de Badajoz ha enviado seis predicadores por el obispado, según él me ha escrito, y da a cada uno cuarenta mil maravedís y cuarenta fanegas de trigo, y aún si yo le enviara algunos, dijo daría más, si tuvieran necesidad de socorrer a padres o hermanos". El, por su parte, no se desdeñaba de administrar los sacramentos a los enfermos y sentarse para atender a las almas como confesor ordinario en su iglesia. Dormía muchas veces sobre haces de sarmientos y Seguía el mismo rigor que en Salamanca. Por eso, el arzobispo de Granada, respondió por carta a una que el mismo don Juan le había escrito: "Me pide V. S. Ilma. que le dé cuenta de mi vida; eso deseo saber de V. S. Ilma., que siempre desde su niñez fue santo, pues cuando V. S. Ilma. vino a Salamanca, de poca edad, yo era estudiante pasante, y ya entonces erais santo." Los avisos que él dio, a petición de los padres y del concilio provincial Compostelano, en 1565. han pasado a las actas. Entre diversas sugerencias, señala remedios prácticos para la reforma personal de los obispos, primer intento de esta clase en España, que sepamos, de aplicación de los decretos Tridentinos. En la predicación puso tal fuego y acierto, que los vecinos de los lugares circunvecinos a donde predicaba se convidaban mutuamente: "Vamos a oír al apóstol." En dos ocasiones vendió la vajilla de plata y el importe lo invirtió en comprar trigo y remediar a los pobres en años de carestía. El divino Morales nos ha transmitido la efigie del obispo de Badajoz: sus facciones revelan a un hombre de nervio, pero limpio de toda excitación exterior, contemplativo y apóstol, con aires de alta nobleza y finos modales. El día que partió de su obispado, siendo ya patriarca de Antioquía, para regir la archidiócesis valentina, dio a los pobres todas sus alhajas, dinero y bienes. Más de una vez había quedado sin un maravedí, pero siempre estuvo a punto la bolsa paterna. En Valencia, como en Badajoz, se sujetó a un horario que recuerda hábitos estudiantiles. Gran madrugador, se levantaba de tres a cuatro de la mañana y comenzaba el estudio y meditación sobre la Biblia hasta las siete; daba cuatro horas para el rezo del oficio divino, santa misa, preparar sermones y un breve descanso. A la una de la tarde, audiencia pública. Se retiraba a eso de las tres, sin tener tiempo señalado para la co mida, y sólo tomaba algunos higos secos, uvas o fruta del tiempo. Bebía muy poco, raramente vino con agua. Por la tarde concedía audiencia sin poner inconvenientes. Terminada esta obligación, marchaba a un jardín extramuros donde iba acumulando libros y más libros. Tornaba a palacio al anochecer, y por espacio de tres horas se recogía en oración. Tampoco para cenar había momento señalado. Antes de acostarse tenía unos momentos de solaz con los suyos. Al rigor ordinario en la comida, añadía ciertos ayunos, como en los días de Semana Santa, que se pasaba cuarenta horas sin probar alimento, y, mientras fue joven, tres veces por semana ayunaba como un monje: sólo pan y agua. Su criado, Pedro Pascual, no podía menos de maravillarse muchas mañanas al entrar en la alcoba de su señor; la cama estaba como el día anterior, y, para cerciorarse, metía las manos entre las sábanas, y no hallándolas calientes, concluía que el patriarca no había reposado en ellas durante la noche. Tenía don Juan ciertos lugares secretos en sus habitaciones, así en palacio como en el colegio por él fundado y en su jardín - biblioteca de la calle de Alboraya, donde escondía las disciplinas y cilicios, que la curiosidad de Pedro Pascual descubría, hallándolos siempre bañados en sangre. Estos indicios hacían presagiar un pontificado santo, como el de fray Tomás de Villanueva, fallecido aún no hacía tres lustros y cuyo recuerdo amable estaba en la memoria de todos, a él escribe un cronista que a su muerte eran tal el llanto y la pena de los pobres y del pueblo en general, que el espectáculo causaba la mayor tristeza. No le llamaban de otra manera que "el arzobispo santo". Vestía un hábito humilde y apedazado, guardó en todo gran pobreza voluntaria. No hizo testamento, porque no tenía de qué. Y a fin de morir totalmente desprendido. renunció en favor de su iglesia ciertos derechos que sobre ella le correspondían. Los valencianos se percataran pronto que don Juan de Ribera, su nuevo pastor, aunque joven - llegaba a esta sede a los treinta y seis años -, era viejo en doctrina, virtud y prudencia. Solían decir los que trataban con el patriarca que de sus palabras fluía un no sé qué misterioso que infundía juntamente respeto y un gozo conmovedor. Fray Tomás había dejado abiertos con sus fatigas los primeros surcos para la reforma de esta diócesis, que por más de cien años estuvo huérfana de la presencia de sus pastores. Cier to que Ribera tenía ante sí Las trazas y el ejemplo del arzobispo limosnero. Pero también una perspectiva ardua: aplicar a sus ovejas la doctrina reformatoria del concilio de Trento, que acababa de ser aceptado en España: un plan salvador, intenso, y cuyos frutos no se tocarían sino a largo plazo. Estaba también por delante la angustiosa cuestión morisca, con todos los anteriores fracasos de evangelización y apaciguamiento. Meditaba don Juan cuál sería el método adecuado para aquella tan general y variada misión entre cristianos viejos e infieles astutos, que no otra cosa eran los moros bautizados unas veces por la fuerza, otras voluntariamente, aunque para mayor amparo y encubrimiento de su infidelidad. Abrió el buen pastor su campaña con las visitas pastorales. Once veces visitó completamente, por sí o por sus delegados, todas las parroquias de su amplia jurisdicción. Cada bienio tenía noticia cabal del estado de sus 290 parroquias rurales. Lo mismo aparece el infatigable apóstol en los fragosos lugares del arciprestazgo de Villahermosa del Río, como en los no menos ásperos de la región alicantina. Aun en medio de penosas ocupaciones halla tiempo para el estudio, hurtando horas al descanso. Alojaba cierta vez en su casa el cura de Carcagente al patriarca durante la visita pastoral. Y aconteció que, habiéndose retirado todos a dormir y siendo muy entrada ya la noche, había luz en la alcoba del prelado. Movido por la curiosidad, atisbo el rector por los resquicios de la puerta y vio al arzobispo en la cama, sentado y estudiando rodeado de libros. El cura se movió a devoción, al recordar que lo mismo había leído de San Ambrosio. Entre los años 1569 y 1610 llevó a cabo 2.715 visitas pastorales, recogidas en 91 volúmenes, con un total de 91.202 folios. Celebró siete sínodos. Cada vez, los decretos eran pocos, breves y prácticos, para evitar que la muchedumbre de ellos tentase a olvidarlos. Son de carácter marcadamente sacerdotal. Del clero, en estrecha comunión con su obispo, cabía esperar con toda razón la enmienda del pueblo y una vida cristiana floreciente. Tratábalos con exquisita cortesía, ya en los retiros a puerta cerrada en la parroquia de Santo Tomás donde solía instruirles y aun reprenderles, ya en privado con advertencias paternales. Jerónimo Martínez de la Vega recordó toda su vida las palabras del arzobispo cuando le otorgaba licencia de confesar: "Mirad, hijo, lo que hacéis; que sois mozo y el oficio es peligroso." Y hablaba el bueno del patriarca aleccionado por la experiencia. En Badajoz hubo de rechazar a una joven, la cual simulando confesión, le descubrió los torpes deseos que hacia él sentía, Ribera huyó del lazo y aun ganó aquella alma para Dios. En Valencia se repitió la escena en horas de audiencia. Mas el patriarca, puesto en pie, en voz alta y en presencia de sus criados, comenzó a reprender a la desdichada, con tanto fervor de espíritu, que parecía echaba rayos de sus ojos. Así estuvo dos horas; y al cabo logró trocar aquel corazón apasionado y la envió a casa de sus padres con la advertencia de que la perdonasen y recibiesen. Este hombre, grande por su origen y por sus ministerios, sabía tratar con los pequeñuelos. Acostumbraba a ponerse en una sillita en la plaza de Burjasot, pueblecito cercano a la capital, y enseñaba por sí la doctrina cristiana a los niños. Y luego repartía dulces, monedas, ropas y otras cosas que necesitaban. Cuidadoso de la juventud, estableció en su palacio una escuela para los hijos de los nobles, en número de unos treinta, pues, como él afirmaba, se debía a todos como pastor. Desde muy niños estaban en casa del señor patriarca aprendiendo la piedad y las letras. Serviase de ellos solamente para el mayor esplendor de los pontificales. Cuando ya cursaban estudios superiores acudían a la Universidad en carroza para oír a sus respectivos maestros. Aquella escuela parecía más bien un seminario. De ella salieron un cardenal, un arzobispo, doce obispos, amén de un buen número de religiosos, canónigos y rectores de iglesias. La experiencia pastoral había persuadido al patriarca la conveniencia de empuñar juntamente el báculo y la espada. Felipe III le nombró virrey y capitán general. La tranquilidad, largos años perturbada, vino como por encanto y la justicia se aplicaba con rectitud. Nada escapaba al ojo vigilante del virrey arzobispo. Una viuda que llevaba pleito de importancia, se quejó alegando sospecha de parcialidad en el juez. Ribera se personó al día siguiente en el consejo y preguntó: "¿Quién de vuestras mercedes tiene la causa?" "Yo, señor", respondió el oidor. "¿En qué punto está?", tomó a preguntar el patriarca. "Ya está acordado para sentenciar y dados memoriales de ambas partes". Y mirando a los otros oidores insistió el patriarca: "¿Por qué no se da sentencia?" Y como todos guardasen silencio, prosiguió: "Venga el proceso mañana y estudien la causa, porque quiero que se dé sentencia". Cuando terminó el pleito dijo el oidor a un amigo: "Verdaderamente este señor es un santo. Yo estaba ciego con favorecer a una persona, y con sola la visita del patriarca y dos palabras que habló en consejo, cobré luz y descargué mi conciencia". Fundó en la ciudad el Colegio y Seminario de Corpus Christi para atender a la formación del clero y en esta misma casa, una capilla - instituci6n entre las más famosas de la cristiandad - donde se honra al Santísimo Sacramento con un ceremonial y una liturgia llena de majestad y de sosiego, aun en nuestros días. De su amor a Jesús Sacra mentado diremos que con frecuencia se retiraba a celebrar el santo sacrificio a una capilla de su propia iglesia y, luego de alzar a Dios, íbase el ayudante, hasta el aviso del patriarca con una campanilla. Durábale esta misa de dos a tres horas por el arrobamiento y las lágrimas. Falleció en su amado colegio el 6 de enero de 1611. Aún pudo ver la expulsión de los moriscos por mandato de Felipe III en 1609. Ribera los había catequizado durante treinta y cuatro años, sin reducirlos al yugo de Cristo. Cuando el anciano pastor rendía su alma a Dios, los niños en tropel cantaban por las calles de la ciudad: "El señor patriarca está en la gloria, con la palma y corona de la victoria." En sus funerales abrió los ojos y se le encendió el rostro para adorar al Señor desde la consagración hasta la comunión del celebrante. San Pío V le había llamado, hacía cuarenta años, "lumen totius Hispaniae" ("lumbrera de toda España"). RAMÓN ROBRES LLUCH. Fuente: http://www.mercaba.org/
El 7 de diciembre es la festividad de San Ambrosio de Milán, un personaje histórico que más allá de su condición de santo, milita por derecho propio entre los forjadores de Europa, entre los grandes responsables de que nuestra historia sea como es y no de otra manera. Ambrosio nace en el año 340, si bien no está claro si lo hace en Tréveris, en Arles o en Lyon, en una familia romana cristiana que contaba ya con mártires entre sus miembros. Su padre, Ambrosio como él, era prefecto en la Galia. El menor de tres hijos, son sus hermanos Sátiro y Marcelina, que recibe el velo de las vírgenes de manos del Papa Liberio (352-366). A la muerte de su padre, cuando Ambrosio tiene catorce años, la familia vuelve a Roma y allí profundiza en el estudio del derecho. Ancius Probuslo lo nombrará gobernador consular de Liguria y Emilia, con residencia en Milán, ciudad en la que cuando el obispo arriano Auxencio muere en 374, Ambrosio es elegido su sucesor por aclamación. Se da la circunstancia de que Ambrosio era catecúmeno, es decir, que aunque se formaba para ser bautizado, todavía no lo estaba –el bautismo de infantes no era aún la regla general-, y en consecuencia, no era elegible para el episcopado. Pero ante la confirmación del nombramiento por el Emperador Valentiniano, Ambrosio recibe el sacramento que le inicia en la Iglesia y ocho días después, el 7 de diciembre, día en que celebramos su fiesta, es consagrado obispo. A partir de ese momento lleva a cabo una vida muy austera. Se despoja de todos sus bienes terrenales, come frugalmente, gana gran reputación como predicador, y sus sermones, pronunciados sin guión previo, son escuchados por multitudes. Como obispo, a Ambrosio toca enfrentar tres grandes procesos: por un lado, dentro de la propia Iglesia, la formulación del dogma y la lucha contra las herejías, que no son pocas: el novacianismo, contra el que escribe “Sobre la penitencia”; el macedonismo; o Joviniano, a quien condena en el sínodo de obispos que convoca en 390. Pero por encima de todas, el arrianismo que, como se sabe, cerca estuvo de convertirse en la fórmula prevaleciente del cristianismo y dominó la corte de muchos de los emperadores con los que Ambrosio hubo de convivir, así Justina, así Valentiniano II, aunque también, gracias precisamente a su influencia, también convivió con otros clasificables como católicos (sepa pinchando aquí, como la Iglesia comienza a ser conocida como “católica”), así Graciano, así Teodosio. Por otro lado, la lucha contra el paganismo y la definitiva cristianización del Imperio, algo para lo que va a contar con la inestimable colaboración de un español, el Emperador Teodosio, que es, más aún que Constantino, el verdadero cristianizador de la vida romana. Ambrosio ataca de plano los centros en los que se hace fuerte el paganismo: en 384 consigue la retirada de la Estatua de la Victoria del Senado; en 393 obtiene de Teodosio la prohibición de los Juegos Olímpicos. San Ambrosio impide la entrada de Teodosio en la catedral de Milán. Anton Van Dick (1620). Y en tercer lugar, se implica de lleno en el proceso que domina la época, la lucha por la primacía entre el poder temporal y el poder religioso que, gracias en buena medida a su labor, se inclina hacia éste último. En el 382 consigue que el Emperador Graciano deje de utilizar el título Pontifex Maximus, que pasará a la Iglesia. Pero el momento estelar en esta batalla viene marcado por la excomunión que impone a su por otro lado amigo, el mismísimo Emperador Teodosio, a causa de la represión sobre los ciudadanos de Tesalónica -algunas fuentes hablan de siete mil muertos- por destruir una sinagoga, la cual no le levantará hasta que el emperador haga pública penitencia de su pecado. Un proceso éste de superposición del poder religioso sobre el poder civil que puede parecer escandaloso mirado con los ojos contemporáneos, pero que tuvo su sentido en un Imperio que procedía a su definitiva cristianización y que no dejará de tener muy positivas consecuencias para el mismo y para la civilización grecorromana, como por ejemplo, cuando ante las invasiones barbáricas del s. V, toda la resistencia romana se despliegue desde el papado, ante la descomposición del poder imperial. Ambrosio deja escrita una amplia obra exegética, si bien la mayor parte de ella son homilías y comentarios orales llevados a escrito por sus oyentes. Así, nos han llegado una serie de comentarios al Antiguo Testamento, un “Comentario sobre San Lucas” (“Expositio in Lucam”) que seguramente acompañó a un comentario sobre cada uno de los evangelistas, y un llamado “Ambrosiater”, comentario sobre trece epístolas de San Pablo, que sin embargo, parece ser un apócrifo. Entre las de tipo moral destaca “De officiis ministrorum” inspirada en Cicerón, y “Sobre las vírgenes” para su hermana Marcelina, virgen ella misma como ya se ha dicho. Sobre los sacramentos escribe “De mysteriis”. Son famosos sus discursos como “De excessu fratris sui Satyri” (378) a la muerte de su hermano Sátiro, sus discursos funerario sobre Valentiniano II (392) y sobre Teodosio el Grande (395), o su “Discurso contra el intruso arriano, Auxencio” (“Contra Auxentium de basilicis tradendis”), al que como hemos dicho arriba, sucedió en la sede episcopal milanense. Junto a todo ello, los llamados “Dieciocho himnos ambrosianos”, y aunque su autoría ambrosiana ha sido puesta en entredicho, al Obispo de Milán se le atribuye la creación del género de la himnología. La primera edición de los trabajos de Ambrosio saldrá de la imprenta de Froben en Basilea, en 1527, bajo la supervisión de Erasmo de Rotterdam. En 1580, el Cardenal Montalto, futuro Sixto V, realiza una nueva edición más completa. Tumba de san Ambrosio junto a San Gervasio y San Protasio Ambrosio tendrá una relación muy cercana con los grandes personajes de su época. De hecho, es él quien bautiza a San Agustín. Con el Emperador Teodosio (pinche aquí para conocerlo todo sobre este gran español, santo de la Iglesia ortodoxa) su relación es tan próxima que se halla junto a él en su lecho de muerte. Poco tiempo le sobrevivió, pues dos años después, el viernes santo del 4 de abril de 397, fallecía a la edad de 57 años. Se cuenta que las horas previas a su muerte las pasó con los brazos extendidos como crucificado, y que, de hecho, se le apareció Jesús. Será enterrado en su basílica, al lado de los santos mártires Gervasio y Protasio, cuyas reliquias había descubierto él. En el año 835 las reliquias de los tres santos son colocadas por uno de sus sucesores, Angilberto, en un sarcófago bajo el altar, donde son descubiertas en 1864. Cátedra de San Pedro sostenida por San Ambrosio y tres santos más San Ambrosio fue un hombre respetadísimo en la Iglesia de su tiempo, tanto como el propio Papa tal vez. Su “Vida” será escrita al poco de su muerte por su secretario, Paulino, a sugerencia de San Agustín. Más adelante le dedica también una biografía el importante historiador de la Iglesia, Baronio. De él dice San Agustín que “era una de esas personas que dice la verdad, la dice bien, juiciosamente, agudamente, y con belleza y fuerza de expresión” (De doct. christ., 4, 21). Junto a San Agustín, San Jerónimo y San Gregorio forma parte del cuarteto de primeros doctores de la Iglesia nombrados por el Papa Bonifacio VIII (1294-1303), y junto con San Agustín, San Juan Crisóstomo y San Atanasio, sostiene la Cátedra del Príncipe de los Apóstoles en la tribuna de San Pedro, en Roma. Fuente texto: Religión en libertad Vidas de Santos y Beatos. Los videos se encuentran en www.magnificat.tv