Alimento espiritual todas las mañanas desde lunes a viernes.

Los Salmos son una escuela de oración: dan lenguaje para la alabanza y para el lamento, ponen verdad donde hay desorden interior y nos enseñan a hablar con Dios sin máscaras. Reúnen historia, poesía y símbolos de la vida diaria para formar el corazón, afinar la conciencia y orientar decisiones. Al orarlos, no repetimos fórmulas: aprendemos a pensar y sentir con Dios, a transmitir la fe de generación en generación y a ver la creación como testigo de su gloria.

El alma también tiene hambre: la oración nos lleva a la fuente y nos recuerda que en Cristo estamos completos. La ansiedad nace cuando creemos que nos falta algo; al meditar su Palabra, la mente se ordena y el corazón descansa. Hoy apagamos el ruido, inclinamos el corazón y recibimos el pan y el agua que sostienen: así enfrentamos noticias, tareas y relaciones con paz, porque nuestra seguridad no depende de las circunstancias sino de su presencia.

El Salmo 119 revela un tesoro para la vida diaria: la Palabra es verdadera y no cambia, demanda lo que es justo y provee lo que es bueno. Cuando la volvemos nuestro consejo cotidiano, evita la vergüenza, guarda el camino y fortalece el alma en la ansiedad. Este devocional nos llama a pasar de usar la Biblia como consulta ocasional a recibirla como fuente viva para decidir con integridad y caminar en paz.

La sabiduría que sostiene la fe no nace de la lógica del mundo, sino de la cruz y del Espíritu. Este devocional llama a formar una convicción con sustancia: buscar a Dios en su Palabra, pensar con Él y vivir lo que creemos, para que, cuando pregunten por nuestra esperanza, respondamos con claridad, mansedumbre y respeto. No presumimos de títulos ni de elocuencia; apuntamos a Cristo. Una fe así resiste la presión, ordena el corazón y ofrece razones que no humillan, sino que invitan.

Pablo nos recuerda que la verdadera gloria no nace de títulos, logros ni poder humano, sino de la cruz: Dios frustra la autosuficiencia y asienta la fe no en la elocuencia, sino en su poder. Este devocional nos invita a revisar de qué presume el corazón y a fijar la confianza en Cristo, para que tanto la victoria como la debilidad apunten al Señor.

Así como el cuerpo vuelve a tener hambre, el alma también; nada material la sacia. El salmista nombró esa sed y Elías aprendió en el desierto que Dios provee el pan para el camino; en Él está la seguridad que no dan los contratos ni las circunstancias. Este Viernes de Oración nos acercamos a su presencia para recibir el alimento que sostiene, el agua que apaga la sed y la paz que ordena la vida, para recorrer con esperanza la jornada larga.

La sabiduría no llega por accidente: nace cuando el corazón recibe, aprecia y busca la Palabra con constancia. Entonces Dios la concede y el discernimiento ordena las decisiones, endereza los caminos y afirma la integridad. Menos ruido y más atención: el tesoro que buscamos se vuelve pan diario para vivir con firmeza.

Pasamos de la “comida chatarra espiritual” al alimento que forma criterio: escuchar a Proverbios, reconocer que la sabiduría viene de Dios, pedirla con constancia y practicarla hasta que madure el discernimiento. No es teoría ni entretenimiento: se cocina con tiempo en la Palabra, se mastica con obediencia y se modela en casa, de padres a hijos. La sabiduría llama y corrige; quien la atiende aprende a distinguir el bien del mal, ordena el corazón y decide con integridad. Este devocional señala esa mesa: menos prisa, más escucha, y un hábito que convierte decisiones ordinarias en pasos firmes.

Si después de años de fe seguimos necesitando “leche” y evitando lo sólido, estamos en la guardería espiritual: sin práctica constante en la Palabra no hay discernimiento para distinguir lo bueno de lo malo ni madurez para sostener a otros. Este devocional invita a dejar la prisa y el entretenimiento, formar una dieta bíblica diaria y crecer hasta enseñar con criterio. Madurar es pensar con la verdad y vivirla.

La sabiduría con la que decidimos nace de la fuente que consultamos: si vivimos de “versículos sueltos” y mensajes rápidos, hay desnutrición; si hacemos de la Palabra una dieta diaria y balanceada, crecemos en criterio y obediencia. Este devocional usa la analogía de la nutrición para dejar la “comida chatarra espiritual” y aprender a preparar alimento bíblico que sostiene la fe y guía decisiones reales.

El Señor piensa en nosotros y sostiene nuestro camino; orar es volver a su presencia, dejar el viejo yo y vivir en Cristo. Pon en sus manos casa, trabajo y salud, y edifica sobre la Roca. Viernes de Oración en Maná: en su voluntad hay paz y fuerza.

Después de aprender sobre la sabiduría de lo alto y la terrenal, la pregunta es: ¿de dónde viene la verdadera sabiduría? La Biblia enseña que toda sabiduría proviene de Dios y que debemos pedirla con fe. No se obtiene por estudio ni experiencia, sino por comunión con Él, por medio de la oración, la obediencia y su Palabra. La sabiduría de Dios se forma en nosotros a través de la integridad, la humildad, las pruebas y la corrección. Si la buscamos como un tesoro escondido, Dios nos la concederá, y nuestras decisiones reflejarán su justicia, su paz y su propósito.

La Biblia advierte sobre una sabiduría que no proviene de Dios, sino de este mundo: terrenal, animal y diabólica. Es la que se guía por el orgullo, la envidia, la rivalidad y el egoísmo. Esta sabiduría genera caos, celos, contiendas y toda obra perversa. En cambio, la sabiduría de lo alto produce paz, pureza y buenos frutos. Hoy el Señor nos invita a reflexionar sobre cuál sabiduría dirige nuestras decisiones: la del mundo, que busca placer y poder, o la de Dios, que edifica, une y transforma corazones.

La Biblia dice que la sabiduría que viene de lo alto es pura, pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Esta sabiduría no se adquiere con estudio o experiencia humana, sino a través de una relación genuina con Dios. La sabiduría celestial transforma el carácter, produce paz, justicia y relaciones saludables con los demás. Pidamos al Señor que nos llene de esta sabiduría divina que nos hace vivir con humildad, amor y rectitud, reflejando su carácter en todo lo que hacemos.

Devocional | Diferencia entre sabiduría y conocimiento Comenzamos una nueva serie sobre la sabiduría: qué significa ser una persona sabia y cómo distinguir entre la sabiduría que viene de lo alto y la terrenal. El conocimiento se relaciona con la acumulación de información, pero la sabiduría tiene que ver con cómo aplicamos ese conocimiento en nuestra vida diaria. La Biblia enseña que la verdadera sabiduría se demuestra con una buena conducta y en sabia mansedumbre. Pidamos a Dios que nos enseñe a actuar con humildad y prudencia, guiados por Su Palabra, para que nuestras decisiones reflejen Su voluntad y no la sabiduría del mundo.

El Señor nos llama a detenernos, a hacer una pausa en medio del ruido, los afanes y las carreras del día a día, para recordarnos que Él es Dios. La comunión con Él es el propósito más alto de nuestra vida: conectarnos con su presencia, depender de su amor y descansar en su fidelidad. Cuando aprendemos a estar quietos delante de Dios, encontramos paz, fuerza y propósito. Que esta oración sea una oportunidad para reconectarte con la Fuente de agua viva, quien renueva tu alma y te llena de gozo y esperanza.

La muerte del profeta Eliseo nos recuerda que para el hijo de Dios, la muerte no es el final, sino una transición hacia la presencia eterna del Señor. Su último milagro —dar vida a un hombre que tocó sus huesos— nos enseña que el poder de Dios trasciende la tumba. En Cristo, la muerte ha sido vencida; quien muere en Él no muere realmente, sino que duerme para despertar a la vida eterna. Morir a nuestro viejo yo es el primer paso para que Cristo viva plenamente en nosotros.

El profeta Eliseo, aun en su lecho de muerte, enseña una de las lecciones más profundas sobre la fe y la herencia espiritual. Mientras coloca sus manos sobre las del rey y le ordena lanzar las flechas, nos recuerda que solo cuando nuestras manos están guiadas por las de Dios podemos vencer a nuestros enemigos.Así también, nuestros hijos son como saetas en manos del valiente (Salmo 127:4). Debemos formarlos, instruirlos y lanzarlos con dirección y propósito para que alcancen el blanco de la voluntad de Dios. La fe y la formación de las nuevas generaciones son el verdadero legado de quienes aman al Señor.

Al final de su vida, el profeta Eliseo nos enseña que el legado más grande no son los milagros ni las obras visibles, sino el carácter y la formación de quienes vienen después. La verdadera medida del discipulado no está en cuánto hacemos, sino en cuánto dejamos en otros. Este devocional nos invita a reflexionar sobre la paternidad, el liderazgo y la enseñanza: ¿qué ejemplo, principios y valores estamos transmitiendo a nuestros hijos y a las nuevas generaciones? Invertir tiempo en formar su corazón es el mejor legado que podemos dejarles.

El poder sin oración corrompe. En Damasco, Eliseo ve lo que un rey no puede ver: detrás de los planes políticos hay realidades espirituales, y cuando una nación se aleja de Dios, el caos se desata. Este devocional nos recuerda que debemos interceder “por los reyes y por todos los que están en autoridad” (1 Timoteo 2:1–2), pedir a Dios gobernantes con carácter y no solo con carisma, y clamar por misericordia sobre nuestras tierras. Ora por tu país, por tus líderes y por tu propio corazón, para que todos vuelvan al Señor.

El Salmo 34:1 nos invita: “Bendeciré a Jehová en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca.” Orar es detenernos, priorizar lo eterno y reconocer que sin Dios no podemos avanzar. Hoy el Señor te llama a reordenar tus prioridades, a no dejarte distraer por el mundo y a volver al secreto de la oración. No es tiempo de correr, es tiempo de arrodillarse. Que tu corazón encuentre su ancla en Dios, no en lo material. Él transforma cada circunstancia en oportunidad para crecer.

2 Reyes 7:3–20: cuatro leprosos se atreven a moverse en medio del asedio, Dios hace huir al enemigo, y llega la abundancia tal como profetizó Eliseo. Ellos primero comen y esconden… pero se detienen: “Hoy es día de buenas nuevas y nosotros callamos”. La fe verdadera no se guarda: se comparte. También se cumple el juicio sobre el príncipe incrédulo. Pide hoy valor para anunciar lo que Dios ha hecho y ojos para reconocer Su provisión inesperada.

2 Reyes 6:24–33 introduce el asedio a Samaria: hambre extrema, un rey que culpa a Dios y a su profeta, y una palabra sorprendente de Eliseo que anuncia provisión. Esta primera parte nos confronta con una pregunta clave: ¿estamos cosechando consecuencias de nuestra desobediencia mientras responsabilizamos a Dios? Pídele hoy al Señor un corazón obediente y oído atento a Su voz.

2 Reyes 6 nos recuerda que Dios ve y sabe todo: los planes secretos del enemigo y también lo que a nosotros se nos escapa. Mientras el siervo de Eliseo solo vio ejércitos, Dios le abrió los ojos para ver carros de fuego alrededor. Pídele hoy al Señor: “Abre mis ojos para que vea” —su cuidado, sus caminos y su voluntad en lo cotidiano. No vivas solo por vista; camina por fe.

En tiempos de crecimiento, trabajo y visión, a veces “se nos cae el hacha”: perdemos filo, fuerza o, sencillamente, el instrumento con el que Dios nos puso a construir. En 2 Reyes 6:1–7, Eliseo nos enseña que Dios cuida tanto de lo grande como de lo pequeño: pregunta “¿Dónde cayó?”, señala el lugar de la pérdida y obra el milagro para que el hierro flote.Hoy el Señor puede mostrarte dónde se te cayó el filo, cuándo dejaste de lado la oración, y cómo recuperarlo. No es a la fuerza; es con Su presencia. Vuelve al punto de la caída, obedece Su voz… y recoge tu hacha.

La oración nos conecta con el poder de un Dios que no cambia, un Dios cuyo brazo no se ha cortado ni su oído se ha cerrado. Cuando oramos, no solo hablamos: recibimos. En su presencia, las cargas se sueltan, las heridas sanan y la fe renace.Este Viernes de Oración es una invitación a detenerlo todo, a doblar las rodillas y a poner el corazón ante Dios. Él sigue tocando vidas, restaurando hogares y levantando corazones cansados.Si estás agotado o con el alma herida, recuerda: el mismo Jesús que tocó al leproso sigue tocando hoy, trayendo aceptación, amor y sanidad completa.Puntos para meditar:La oración no cambia a Dios, nos cambia a nosotros.Donde hay rendición, hay milagros.Hoy no busques palabras perfectas, busca presencia.

Naamán fue sanado por fuera, pero su mayor milagro ocurrió dentro. Su piel quedó limpia, pero también su corazón. Descubrió que la verdadera sanidad no solo restaura el cuerpo, sino el alma, porque de nada sirve decir que somos salvos si seguimos enfermos en el corazón.Eliseo le muestra que la fe auténtica no se compra ni se aparenta: se vive con humildad, obediencia y gratitud. Dios no solo quiere limpiarnos de la lepra visible, sino también de las heridas internas que el orgullo, la dureza o la falta de perdón dejan en nosotros.

Devocional | Eliseo y el leproso Naamán La historia de Naamán nos enseña que no hay rango, éxito ni riqueza que puedan comprar la gracia de Dios. Su lepra representa lo que el orgullo es capaz de esconder, pero también lo que la obediencia y la humildad pueden sanar. Eliseo le muestra a Naamán que el verdadero milagro no está en los rituales, sino en creer y obedecer la palabra de Dios, aunque parezca sencilla.

En medio del hambre y la necesidad, Dios demuestra una vez más su poder para transformar la escasez en abundancia. A través de Eliseo, aprendemos que donde el hombre ve muerte, Dios trae vida; donde hay falta, Él multiplica. Este pasaje nos recuerda que la fe y la obediencia abren la puerta a los milagros diarios de la provisión divina.

A través de esta historia poderosa, vemos cómo Dios obra milagros en medio del dolor y nos enseña el valor de la fe, la perseverancia y la identificación con los que sufren. Eliseo nos recuerda que la verdadera compasión requiere acercarnos al corazón de los demás, tal como Cristo se identificó con nuestra humanidad.

Un tiempo para detenernos, doblar nuestras rodillas y rendir nuestro corazón delante de Dios. La oración es el lugar de encuentro con el Padre, donde encontramos paz, fortaleza y dirección para cada día.

La historia de la mujer sunamita nos enseña que servir a Dios con un corazón sincero nunca queda sin recompensa. Ella ofreció hospitalidad al profeta Eliseo sin buscar nada a cambio, pero Dios le concedió un milagro inesperado: un hijo. El Señor honra a quienes lo honran, y todo servicio hecho en amor será recompensado en su tiempo perfecto.

El encuentro de Eliseo con la mujer sunamita nos enseña que la fe no solo se vive en los momentos de necesidad, sino también en la generosidad y disposición de corazón. Ella reconoció al profeta como un hombre de Dios y decidió abrirle espacio en su hogar, mostrando que nuestros recursos, talentos y tiempo son instrumentos que Dios puede usar para extender su reino. La verdadera adoración no es solo con palabras, sino con una vida que entrega lo que tiene al servicio del Señor.

La historia de la viuda en 2 Reyes 4 nos muestra cómo Dios se interesa no solo en reyes y grandes autoridades, sino también en personas comunes, incluso en medio de la necesidad. El profeta Eliseo le recuerda que siempre hay algo en casa que Dios puede usar, aunque parezca poco. Este pasaje también nos confronta con una verdad poderosa: muchas veces nuestros hijos no rechazan a Dios, sino al Dios que les mostramos con una vida incoherente. El llamado es a vivir con integridad, a ser padres y madres cuyo testimonio inspire, y a creer que una vasija vacía en manos de Dios se convierte en abundancia.

La historia de Eliseo nos recuerda que los profetas tenían la tarea de mostrar lo que los hombres no podían ver. En medio de una crisis, la palabra de Dios reveló esperanza y dirección. Aunque los reyes no veían señales de lluvia, el Señor prometió agua, enseñándonos que su voz abre nuestros ojos espirituales para confiar en lo invisible. La Biblia es hoy nuestra voz profética que nos enseña a mirar más allá de las circunstancias y ver a Dios en cada detalle de la vida.

Este Viernes de Oración es un tiempo para reconocer que la mayor fortaleza de nuestra vida se encuentra de rodillas, cuando doblamos nuestro corazón delante de Dios. Es un día para buscar su rostro, rendirle todo y recordar que lo eterno es lo único que permanece. A través de la oración, afirmamos nuestro llamado, nos disponemos a ser usados por Dios y clamamos por la salvación de nuestras familias, nuestra ciudad y el mundo entero.

En este devocional vemos cómo Eliseo, enfrentando una crisis en la ciudad, pidió tres elementos: vasijas nuevas, sal y la palabra de Dios. Estos simbolizan la necesidad de un nuevo nacimiento, la pureza y preservación que trae la Palabra, y la proclamación profética que restaura lo que está dañado. La enseñanza es clara: para superar la esterilidad espiritual necesitamos corazones renovados, una vida purificada por la Palabra y la fe en el poder transformador de Dios.

En este devocional exploramos el profundo significado de la petición de Eliseo: “Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí”. No se trataba de poder humano ni de ambición personal, sino de reconocer su incapacidad y su necesidad del Espíritu Santo para cumplir el llamado de Dios. Veremos cómo este pasaje enseña sobre carácter, discipulado y el legado espiritual que se transmite de generación en generación.

En este devocional descubrimos la importancia del llamado de Dios en la vida de Eliseo y cómo ese mismo principio sigue vigente hoy. Elías echó su manto sobre Eliseo y él entendió de inmediato lo que significaba: dejarlo todo para servir a Dios. Ser llamado no es cuestión de casualidad ni de falta de opciones, sino de obediencia, diligencia y renuncia. Aprende cuáles son las señales que confirman un verdadero llamado y cómo Dios forma tu carácter para que seas un instrumento útil en Sus manos.

En este inicio de serie, exploramos la vida de Eliseo, un hombre común que Dios transformó en un instrumento poderoso. Aprendemos que Dios no llama a los desocupados, sino a los diligentes. Eliseo estaba trabajando cuando fue llamado, y ese carácter forjado en la rutina lo preparó para una vida de milagros. Hoy, Dios puede estar usándote, a través de cada situación cotidiana, para prepararte y llamarte. No subestimes el valor de tu trabajo y tu responsabilidad: es ahí donde Dios talla a sus profetas.

¿Qué significa estar quietos delante de Dios? Este devocional es una invitación a pausar, rendir nuestras fuerzas y aprender a confiar en el obrar divino incluso cuando no vemos resultados inmediatos. A través de la historia del profeta Elías y del pueblo de Israel, descubrimos que los desiertos son escenarios de provisión, y que en medio de las batallas, Dios nos llama a permanecer en quietud para ver su salvación. Hoy, Dios quiere recordarte que mientras tú estás en silencio, Él está obrando poderosamente a tu favor.

En la vida de Elías, cada lugar representa una etapa del camino espiritual que también nosotros debemos recorrer. Galaad, Gilgal, Jericó, Betel y el Jordán no solo son nombres geográficos, sino estaciones del alma donde Dios trata con nosotros, nos forma, nos fortalece y nos prepara para su propósito. Este devocional nos invita a entender cómo cada paso en el camino tiene un sentido y una lección para alcanzar la madurez espiritual.

Elías no murió, sino que fue llevado por Dios en una carroza de fuego—una escena majestuosa que representa la recompensa de una vida de obediencia. Este devocional nos invita a reflexionar sobre la verdadera paternidad espiritual, el discipulado y la misión de formar generaciones que permanezcan firmes en la Palabra. El legado de Elías nos desafía a ser discípulos que dejen huella en otros.

La historia de Acab y Jezabel nos muestra que, aunque los impíos parezcan triunfar por un tiempo, el juicio de Dios es ineludible. En este devocional, el juicio final cae sobre una casa llena de maldad, idolatría y abuso de poder. Dios usó al profeta Elías para anunciar un destino terrible que se cumpliría sin falta. Esta enseñanza nos recuerda que el Señor ve todo y que ningún mal queda impune.

A veces parece que los malos prosperan sin consecuencia alguna, y como el salmista en el Salmo 73, nos preguntamos por qué. Este devocional nos recuerda que Dios es justo y paciente, pero su juicio es seguro. A través de la historia de Acab y Jezabel, veremos que aunque Dios tarda, nunca olvida. Cada acción tiene su tiempo y cada corazón su retribución. No nos engañemos por la aparente prosperidad del impío; el juicio de Dios vendrá.

El relato del profeta Elías nos muestra que Dios no siempre se manifiesta en lo espectacular. En este devocional reflexionamos sobre las 7 razones por las que Dios no está en el trueno, el fuego ni el terremoto, y cómo Su presencia se revela de una manera más profunda y transformadora.Aprenderás a reconocer la voz de Dios en lo simple y en lo íntimo, entendiendo que no siempre habla en lo ruidoso, sino en el susurro apacible que cambia el corazón y fortalece la fe.

Dios no solo pregunta por nuestra ubicación física, sino por el estado de nuestro corazón, nuestras decisiones y nuestro caminar espiritual. En este devocional, el Señor interpela al profeta Elías: “¿Qué haces aquí?”. Una pregunta que también resuena en nuestras vidas cuando nos encontramos en lugares de oscuridad, justificación o desobediencia. Dios no habita en cuevas de desesperanza, sino en el monte alto con los quebrantados de corazón. Hoy es el día para salir de la cueva y subir al lugar donde habita Su presencia.

A veces el camino se alarga… no porque Dios lo haya planeado así, sino porque nuestras decisiones, emociones o falta de obediencia nos desvían. El profeta Elías emprendió un viaje que Dios nunca le pidió, y en su cansancio, Dios volvió a hablarle con amor: “Levántate y come, porque largo camino te resta”. Este devocional es una invitación a volver a depender de la fuerza del Señor y no caminar más en nuestros propios consejos. Si estás agotado, este mensaje es para ti.

No todos los desiertos son iguales. Hay desiertos a los que Dios nos lleva para formarnos… pero también hay otros a los que llegamos por nuestras propias decisiones, miedos o emociones. El profeta Elías, después de una gran victoria, cayó en una profunda crisis. Corrió, huyó y se aisló. Pero aun en su huida, Dios lo encontró. Este devocional es un recordatorio de que, incluso en nuestros peores momentos, hay una voz que nos llama, que nos sustenta y que nos dice: “Levántate y come”.

A veces sentimos que estamos en la cima espiritual: oramos, creemos, y vemos la mano de Dios obrando. Pero, al instante siguiente, enfrentamos el miedo, la duda o la desesperanza. La vida del profeta Elías nos muestra que incluso los siervos más fieles tienen altibajos. De la cima del Carmelo al desierto del temor, este devocional nos invita a reconocer nuestras flaquezas y volver nuestra mirada a Dios, que nunca falla y siempre sostiene.

La vida del profeta Elías nos revela el poder de una oración eficaz. En este devocional aprenderás cuáles son las 7 formas de orar que marcaron la diferencia en su ministerio y cómo esas mismas claves pueden transformar tu vida espiritual hoy.Descubre cómo la fe, la obediencia y la intimidad con Dios abren camino para que la oración se convierta en una herramienta poderosa capaz de mover montañas. Una enseñanza que no solo inspira, sino que también reta a buscar una vida de oración más profunda y efectiva.