Escuche cada día la opinión de Francisco Marhuenda en el podcast del director de La Razón.
Pedro Sánchez y Beatriz Corredor coinciden en su desconocimiento sobre el sistema eléctrico más allá de lo que sabemos el común de los mortales. No son ingenieros y nunca habían trabajado en las empresas del sector. El primero ha dedicado su vida profesional a la política y la segunda es registradora de la propiedad, pero, sobre todo, una política a la que le han dado un chollazo de 546.000 euros al año, sin contar gastos de representación y el coche oficial, por presidir una empresa pública que es un monopolio. No hay duda de que mi perra Lolita haría la misma aportación profesional que Corredor, ya que no se sabe que conocimientos especiales tiene para ser la presidenta de Red Eléctrica, aunque lo podría hacer a un precio más económico. A Sánchez no le puedo pedir que sea un experto en este terreno, aunque se podría preparar mejor las comparecencias y, sobre todo, tener una política de comunicación más eficaz y empática. En este terreno me temo que teniendo cerca al multimillonario José Miguel Contreras y siguiendo los consejos de Óscar López camina con paso firme al fracaso final.
Es increíble que en 2025 se produzca un apagón tan impresionante y la reacción sea tan patética. Lo que me causo más inseguridad fue la comparecencia de Sánchez asegurando que los ministerios afectados estaban trabajando desde el primer momento. Con su falta de preparación y competencia, así como de los políticos de partido colocados en las empresas públicas, como sucede con Red Eléctrica, hay que preparase para lo peor y encomendarnos al Santísimo para que nos saque del lío. Como es normal escuche íntegramente la comparecencia sin preguntas y con la cartela final de «Acción de Gobierno». Este modelo de declaración para que tomemos nota como si fuera el jefe del Estado dice muy poco de la dignidad de los periodistas. Es verdad que no cabe una respuesta conjunta, ya que los medios afectos al régimen están para ayudar y por eso les llenan de publicidad. No tiene ningún sentido que no se permitan preguntas y es otra muestra del despotismo con que actúa Sánchez como si fuéramos vasallos y no ciudadanos.
«Los juristas más prestigiosos del país han expresado su rechazo a una amnistía que es un fraude de ley»
«Francisco no era ni de derechas ni de izquierdas, sino un hombre de Dios al servicio de los hombres»
«La decisión es un grave error político y diplomático»
No ha tardado en visualizarse la condición de Sumar como perrita faldera. Sumar se ha convertido en una entelequia al servicio de las ambiciones personales de Yolanda Díaz y su equipo de izquierdistas apesebrados. En esta ocasión, los comunistas necesitaban sobreactuar con un contrato de compra de balas a una empresa israelí. Hay que partir de la base de que la mentira es la moneda corriente entre el sanchismo y sus coaligados. Por tanto, había que organizar una ópera bufa donde se mostraran escandalizados en la primera escena por la decisión de Marlaska de mantener la compra de los 15 millones de balas para la Guardia Civil.
En la entrada de la sala del consejo de ministros no se podría poner el típico letrero que vemos en muchas casas con la frase «cuidado perro peligroso», porque la coalición Sumar no es más que la perrita faldera de Sánchez. Muy lejos quedan aquellos tiempos en los que el presidente del Gobierno aseguraba que no podría «dormir tranquilo con Podemos en el consejo de ministros».
Menudo espectáculo ha ofrecido la izquierda política y mediática española con la muerte del Papa Francisco. En algunos casos parecían auténticas plañideras, como sucedía tradicionalmente con las mujeres que se contrataban para llorar en los funerales. Como católico me parece muy bien el gran fervor que se ha desatado y los pijos progres lo han elevado a los altares antes de concluir el periodo de duelo. Era entrañable ver al presidente del Gobierno vestido de negro con las banderas con crespones, escuchar a algunos periodistas ateos convertidos en sesudos expertos sobre su Pontificado o a Yolanda Díaz desconsolada, ya que creo que es la mejor amiga que tuvo el fallecido Pontífice. El ministro Bolaños parecía el portavoz de la Santa Sede cuando valoró la triste noticia y en algún momento temí que arrancara a llorar.
Francisco es una de las figuras más importantes de este siglo. Su elección fue una gran sorpresa y no hay duda de que ha roto muchos esquemas. Ha sido un Papa que no ha dejado indiferente a nadie. En contra de lo que se ha dicho, existe una continuidad en sus reformas y no se ha apartado de la doctrina de la Iglesia. Otra cuestión distinta es que la izquierda se haya querido apropiar de su figura. No hay más que ver algunas reacciones para constatar este error. Hay siempre una enorme simplificación a la hora de etiquetar a los Pontífices, ya que lideran una obra de Dios que es dirigida por hombres.
«El retroceso era previsible, porque han sido fagocitados por el sanchismo»
Una de las cosas más asombrosas de esta disparatada legislatura es constatar la habilidad de Sánchez engañando a Puigdemont y alargar su estancia en La Moncloa. No incluyo al PNV y su líder, Aitor Esteban, porque los tiene dominados y se han convertido en un dócil oso de feria, aunque mejor de peluche para abandonarlo en un estante con sus recuerdos presidenciales. En el terreno informativo tengo que reconocer que su continuidad y los escándalos que afectan a su Gobierno y La Moncloa no nos dejan un minuto de descanso. Ábalos es capaz de asombrarnos con sus andanzas de la mano del garrulo de Koldo y el conseguidor Aldama, así como su figura de atleta del sexo de pago.
Una de las cosas más excéntricas de la política española es leer o escuchar a la izquierda política y mediática exigiendo que Feijóo ayude a Sánchez. Es un auténtico disparate. El líder del PSOE perdió las elecciones, pero compró la presidencia del Gobierno con una chapucera y disparatada ley de amnistía, aunque Conde-Pumpido culminará su carrera al servicio del sanchismo convirtiéndola en constitucional. Estaremos ante uno de los actos más abyectos de la Historia del Derecho Español. Nunca un magistrado del Tribunal Supremo ha llegado tan bajo y dudo que se sienta cómodo mirándose al espejo.
Nuestros heroicos líderes europeos llevan días mostrando su firme rechazo a Trump. Lo hacen con la retórica habitual, aunque con matices según sus ideologías y características personales. Tras este desahogo acuden sumisos a su peregrinación a Washington para rendir pleitesía a Trump e intentar un acuerdo ventajoso como buenos comerciantes. No hay duda de que la sangre fenicia recorre nuestras venas. Los europeos hemos sido conquistadores y exploradores, con mayor o menor fortuna, según los países y sus circunstancias, pero con la idea de enriquecernos.
Tras varios años de régimen sanchista, es fácil constatar el profundo desprecio de sus líderes por conceptos como mérito y capacidad. Uno de mis entretenimientos es la lectura de las referencias del Consejo de ministros para ver qué nuevas tropelías perpetran con los nombramientos. Por supuesto, hay excepciones como Robles, Cuerpo y Bolaños, entre otros, pero la norma general es que lo que más se valora es la mediocridad.
Es un error pensar que Sánchez no utilizará todos los instrumentos a su alcance para mantenerse en La Moncloa a cualquier precio. No le importa ni la ética ni las convenciones democráticas, porque contempla el poder como un botín al que no piensa renunciar. Una vez consagrada la mentira como instrumento legítimo de acción política y asaltada la Administración del Estado, ha pasado a la siguiente etapa de controlar o mediatizar a los medios de comunicación y reformar el sistema electoral.
Espero no perjudicarle, pero Sánchez debería limpiar el Consejo de ministros y poner a Carlos Cuerpo como vicepresidente económico. Hay demasiada gente que sobra y no le aportan nada. Es cierto que resulta gratificante, supongo, escuchar las loas y alabanzas desaforadas de Diana Morant y Fernando Grande-Marlaska, pero no le aportan nada. La primera es mejor que la envíe a Gandía y el otro a su casa, porque provoca un rechazo generalizado en el mundo judicial. Le sucede lo mismo que a Conde-Pumpido. La lista de inútiles e incompetentes es larga.
Hay que reconocer que el presidente de los Estados Unidos no deja indiferente a nadie, aunque no dice mucho en su favor. Nunca he escondido que no me gustaba ni Biden, que ha sido uno de los peores presidentes de la Historia, ni Kamala Harris, que fue una vicepresidenta inexistente y una candidata inconsistente.
La izquierda política y mediática ha criticado el sistema de gobierno de Trump. Es fácil descalificarlo, porque es un político que cae mal en Europa. No solo a los pijos progres y los radicales antisistema, sino también a una buena parte del centro derecha.
No es fácil cuantificar el coste de la Guerra de Ucrania. No lo es ni en las vidas humanas ni en los recursos económicos, así como en el esfuerzo que se tendrá que realizar para la reconstrucción. No hay que olvidar que la propaganda es una de las herramientas más poderosas en un conflicto bélico. Es un tema complejo, ya que las aportaciones económicas benefician a los grandes conglomerados que se dedican a la industria militar. El paraguas de la lucha por la independencia ucraniana es perfecto para encubrir y justificar los esfuerzos. El compromiso aliado con Ucrania comporta que la UE haya aparcado sus sagradas reglas fiscales, dicho irónicamente, para que los socios se instalen en una feliz espiral de endeudamiento y déficit público con el objetivo de mantener un esfuerzo económico que no se traduzca en recortes en sus países. Esto no sería muy popular. El apoyo social desaparecería si los europeos se tuvieran que apretar el cinturón. Por tanto, es una ecuación perfecta, salvo para el sufrido pueblo ucraniano que lleva el peso de la guerra mientras que los aliados se limitan a su financiación y a hacer discursos propagandísticos.
Los dirigentes del PSOE intentan, sin éxito, encapsular el escándalo de Ábalos como si no fuera con ellos. Es cierto que intentan no enfadar al antiguo hombre fuerte del sanchismo. Por supuesto, en privado abominan de su sórdida vida y dicen auténticas barbaridades. Es lo habitual en estos casos, porque a nadie le interesa que «cante la Traviata». Es una expresión que siempre me ha gustado, porque aplicada al mundo de la corrupción o el hampa, que van muy unidos, significa delatar o testificar en contra de una persona u organización por la comisión de hechos ilícitos o reprobables.
No hay que ser un gran observador para suponer que Trump tiene un culo. Es algo habitual tanto en los seres humanos como en la mayor parte de animales. Como no soy zoólogo, prefiero no aventurarme en este terreno y asegurar que todos cuentan con un culo. Lo relevante es que sabemos que lo tiene en muy alta estima.
Los días pasan sin que tengamos noticias de los numerosos actos que Sánchez quería organizar para celebrar la muerte de Franco y la llegada de la democracia. La cifra era enorme. La verdad es que me causa pereza que hablemos del dictador cuando han pasado tantos años desde su muerte. Con este fin colocó a una desconocida historiadora de medio pelo; no es ni académica ni catedrática, con una obra tan pobre como escasa. Era un mal inicio, porque un acontecimiento tan relevante para el sanchismo hubiera precisado alguien con una cierta credibilidad.
Los desastrosos efectos de la guerra comercial desatada por Trump no han tardado, como era previsible, en aparecer. La desproporción de las medidas adoptadas puede provocar un pánico generalizado, aunque se intente paliar con respuestas igualmente duras contra el comercio exterior estadounidense e incentivos económicos de los países afectados para revertir los efectos. La economía mundial se ha instalado en la incertidumbre en un momento de crecimiento leve que es muy peligroso, porque es fácil revertirlo hacia un periodo de decrecimiento.
Los países afectados por la política de los aranceles recíprocos de Trump están estudiando una respuesta proporcional y no romper el diálogo para impedir una grave crisis económica que podría tener unas consecuencias demoledoras. The Economist titulaba su portada con la frase el «Día de la ruina» en lugar del «Día de la Liberación». Nadie es capaz de determinar qué sucederá, porque es fácil opinar y todavía más hacerlo desde la visceralidad. La fórmula utilizada es ciertamente pintoresca y ha sido cuestionada por los expertos.
Nunca he entendido por qué Sánchez se queja de los medios de comunicación o utiliza esa chorrada de la fachosfera. La realidad objetiva es que ha recibido un trato exquisito. Nada que ver con las brutales campañas que han sufrido los dirigentes del PP de manos de la poderosa izquierda mediática. Todo el mundo se pregunta por qué ha decidido atacar a las universidades privadas y más con sus polémicos antecedentes académicos. Es bueno recordar que es la primera autoridad educativa de nuestro país y ha sido acusado de copiar su tesis doctoral que fue redactada, además, por otra persona.
«Hay que decirle a Sánchez que hasta aquí hemos llegado, porque no es el propietario de España y sus instituciones»
El líder del PP estuvo muy acertado este domingo al definir a Sánchez como un déspota. No hay que llamarlo dictador, porque se pierde la credibilidad. España es una democracia, aunque el líder del PSOE piense que pueda manejarla a su antojo a partir de una mayoría parlamentaria que no tiene.
Mi madre siempre me decía que «no hay mayor desprecio que no hacer aprecio», a lo que añadía que «no ofende quien quiere, sino quien puede». Estos sabios consejos del refranero los he seguido siempre con firme determinación.
«Pasará a la Historia como el jurista que puso el Constitucional al servicio de un partido»
Hay que reconocer que Sánchez está consiguiendo su objetivo de acabar con Puigdemont. Es algo que nunca ha escondido, pero que ha tenido que posponer. No es algo reciente, sino que se remonta a su firme apoyo a la aplicación del artículo 155. Su socio natural es ERC y Junts es, simplemente, un enorme incordio mientras el expresidente catalán sea su líder. Los socialistas querrían que se le aplicara la amnistía, sea derrotado en las urnas y se jubile. Es cierto que ha tenido que abandonar su compromiso de llevarlo a la Justicia
Franco tenía muy claro que el multipartidismo era una pérdida de tiempo. Es algo en lo que coincidiría con Xi Jinping o Putin. Es mejor gobernar con un parlamento monocolor con el que Sánchez se sentiría cómodo. Es cierto que resulta conveniente tener alguna asamblea para guardar las formas. En la Cuba castrista que tanto gusta a la izquierda radical la tienen e incluso hablan de democracia, aunque siempre con algún adjetivo. Por supuesto, tienen una idea similar sobre la democratización de la Justicia que los pensadores sanchistas. En este sentido, Conde-Pumpido puede abrir una nueva etapa profesional marchando a Cuba donde gozará de un gran prestigio y predicamento.
Hay que reconocer que Sánchez está cumpliendo su anuncio de gobernar sin el Poder Legislativo. Lo que parecía una declaración estrafalaria o provocativa ha resultado ser una inquietante realidad. Como no consigue una mayoría parlamentaria para aprobar los presupuestos ha decidido gobernar sin ellos. La situación es tan estrafalaria que incluso ha justificado incumplir la Constitución, porque le gustan los actuales que han sido prorrogados. Es capaz de llegar a 2027 atropellando nuestra Carta Magna. Los monarcas absolutistas no convocaban reuniones de las Cortes, Parlamentos o Estados Generales.
Tras ser tildado de señor de la guerra, aunque se ha aliado con Meloni para que la UE no hable de rearme, en realidad es que resulta más adecuado llamarle el señor de las derrotas. No es ningún exceso afirmar que Sánchez es un auténtico fraude ideológico, porque todos lo hemos conocido cuando era un socialista liberal. Es un camaleón político. Por tanto, es lógico que coincida con Meloni, pero lo haría con Trump si conviniera a sus intereses. Ni siquiera rechazaría a Vox, aunque en este caso el problema es que Abascal no quiere saber nada de él.
Hace años era habitual utilizar el término «no se habla de otra cosa en Madrid» que reflejaba muy bien el impacto de una noticia. Hay pocos periodistas que hayan alcanzado la condición de maestro, pero uno de ellos es Anson que acuñó esta frase. Eran otros tiempos para el periodismo y el ejercicio de la profesión. Es cierto que había presiones, pero nunca un Gobierno intentó tomar el control de un grupo de comunicación con el descaro empleado con el asalto a Prisa.
Aestas alturas caben pocas dudas, incluso entre los más fervorosos defensores de la deriva autoritaria del Gobierno, de que estamos asistiendo a una peligrosa degradación de las instituciones con ataques directos a la separación de poderes y el Estado de Derecho. En una época en que se afrontan graves crisis institucionales en los países europeos y se pone de manifiesto una falta de liderazgo en la propia Unión Europea, la situación de España se encuentra entre las más preocupantes.
Sánchez ha anunciado un año de festejos para celebrar la muerte de Franco, como si fuera el inicio de la democracia, y ha aprovechado la oportunidad para recuperar la Prensa del Movimiento. Por cierto, nombró a una comisionada que es una historiadora de tercera división y no hemos vuelto a saber nada más. En el sanchismo todo es fungible. Tres meses después, la realidad es que no han hecho nada destacable.
Todo el mundo conoce la famosa frase de «la casa siempre gana», porque los casinos nunca pierden. Unos pocos jugadores, muy pocos, pueden tener temporalmente suerte, pero la auténtica está en otras manos. Es lo que le sucede a Salvador Illa, porque el Gobierno socialista comunista, Junts y ERC trabajan para él.
No tengo ninguna duda de que Conde-Pumpido es un jacobino de manual, aunque es un camaleón que se adapta al régimen político que más le convenga. Por eso, ha asumido gozoso el papel de sumo sacerdote que interpreta la voluntad jurídica del sanchismo y blanquea la inconstitucional amnistía con piruetas propias de un leguleyo henchido de soberbia. En el futuro asumirá las medidas del pseudofederalismo de reinos de taifas. En realidad, es un inmenso fraude de ley para comprar la presidencia del Gobierno.
Es difícil saber si las lideresas de Podemos y sus adláteres saben el significado histórico del término señor de la guerra. Es posible que hayan visto la película de ficción protagonizada por Nicolas Cage sobre un traficante de armas ruso. Todo el mundo recuerda el fervor de Pablo Iglesias por «Juego de Tronos», aunque para ese modelo de política sórdida y criminal no hay mejor referencia que la Unión Soviética y el comunismo en todos los países en los que se ha implantado. Nunca entenderé que alguien se pueda denominar comunista, porque es una de las ideologías más abyectas, liberticidas y criminales de la Historia. Belarra, en uno de esos gestos ingeniosos siguiendo al gurú Iglesias, aseguró que Sánchez «se ha convertido por méritos propios en un señor de la guerra» y criticó que se duplique el gasto militar, ya que es «un aumento sin precedentes en los próximos tres años». En esto es una mala comunista, porque a los comunistas siempre les gusta tener un ejército poderoso. No olvidemos que Putin, al igual que Xi Jinping o Kim Jong-un, son comunistas de manual, aunque adaptados al siglo XXI.
La irrupción del sanchismo en la política española ha introducido cambios profundos que no son, desgraciadamente, positivos. Nunca he puesto en duda su derecho a formar coaliciones de gobierno. Desde el primer momento me pareció disparatado criticar la moción de censura o denominarle el okupa de La Moncloa. Otra cuestión distinta es que se aprovechara de una gran mentira y de la traición del PNV, algo que nunca nos puede sorprender, para conseguir el poder. En cambio, se le puede criticar por temas objetivos como son su falta de patriotismo, su autoritarismo, el querer gobernar sin contar con el Poder Legislativo, el asalto a la Administración, el despreciar los conceptos de mérito y capacidad, el incumplimiento de sus compromisos, la conversión de la mentira en un instrumento de acción política e intentar silenciar a los jueces y los periodistas. A estas alturas, creo que nadie puede desmentir estas afirmaciones, porque los datos son tan incuestionables como abrumadores. En un terreno más político ha optado por seguir la estrategia radical y frentista de la izquierda populista iberoamericana, así como buscar el desprestigio de sus rivales con una ferocidad como nunca se había vivido desde la Transición.
Aestas alturas creo que la victoria rusa, desgraciadamente, es incuestionable. Es cierto que algunos analistas se acogen, con más voluntarismo que objetividad, a la idea de que Putin no consiguió conquistar Kiev y derrocar a Zelenski y su gobierno. Es posible que tuviera esta intención, pero es bueno recordar que cualquier militar plantea diversos escenarios en una operación tan compleja.
Al margen de cualquier otra consideración, la realidad es que el maratón que Sánchez organizó ayer en La Moncloa fue ridículo. Uno de los temas más importantes que afronta España fue liquidado a golpe de unas decenas de minutos con cada uno de los líderes políticos. Con esa falta de criterio absurdo, optó por darle unos minutos adicionales a Feijóo, que representa al partido más importante de nuestro país y que ganó las elecciones. Ni siquiera era una estrategia para incordiar a su rival, simplemente tenía prisa y necesitaba liquidar este trámite en una única jornada.
Durante meses escuchamos a la izquierda política y mediática repetir la cantinela de que el PP incumplía la Constitución por no someterse al PSOE en la renovación del CGPJ. Al final se demostró que era posible llegar a un acuerdo e incluso contar con una presidenta que no fuera una marioneta al servicio de los oscuros intereses de La Moncloa y Conde-Pumpido. En cambio, ahora no los escucho decir lo mismo con su incapacidad de conseguir que se aprueben los Presupuestos Generales del Estado.
El exministro Ábalos no quiere que el Tribunal Supremo investigue los contratos de su expareja de pago, es una fórmula para no decir prostituta o escort, con las empresas Ineco y Tragsatec. Es más fino mirar hacia otro lado y llamarla exnovia o expareja, cuando lo que hacía realmente era cobrar por mantener relaciones sexuales con su cliente. No parece que estas prácticas sean muy progresistas y defensoras de la igualdad de la mujer. A estas alturas hemos entrado en la confusión más absoluta, porque hay que determinar si Jessica acudía o no al puesto de trabajo que le consiguió Ábalos en dos empresas públicas.
Una de las características más sobresalientes de los acuerdos de Sánchez es que nadie se aclara. La realidad es que no debería ser tan complicado. Por una parte, Puigdemont y su equipo dicen una cosa mientras que los sanchistas dicen otra. La experiencia demuestra que se hace siempre lo que dicen los primeros y los otros son meros palmeros. Es bueno no hacer caso a Marlaska cuando pretende desinflar las pretensiones de Junts en materia migratoria al asegurar que «no hay cesión en fronteras».
Al margen del fervor de los hagiógrafos gubernamentales, la realidad es que Sánchez tiene un panorama muy oscuro, aunque consiga agotar la legislatura. A diferencia de lo que sucede en Alemania, donde existe patriotismo y no personalismo, en España no es posible una gran coalición. Hubiera sido lo normal cuando el PSOE perdió las elecciones, pero la vida política española, el futuro de las instituciones y la integridad del Estado de Derecho gira alrededor de las ambiciones de un solo hombre, la camarilla que le rodea y sus voraces aliados. Desde la amnistía a la cesión de las competencias en inmigración, se van sucediendo las cesiones sin importarle las consecuencias futuras. Con la ayuda del sanchista Cándido Conde-Pumpido, que refleja el descarado asalto a las instituciones, y la poderosa izquierda mediática, que La Moncloa engrasa con enorme generosidad, consigue resistir, aunque sumido en una gran inestabilidad y sin capacidad para aprobar unos presupuestos. Es absurdo que reclame la ayuda de Feijóo mientras sus huestes se dedican a atacarlo con una perseverancia implacable.
La igualdad de la mujer es un objetivo que debería afrontar la sociedad española desde la unidad y el compromiso. No debería ser la bandera de ningún partido y menos con un objetivo partidista. Es una evidencia histórica que las mujeres han sido injustamente tratadas en un mundo marcadamente machista. El debatir esta cuestión es absurdo. Es una realidad. No se pueden esgrimir casos aislados para justificar o minimizar una enorme injusticia. Por supuesto, han existido mujeres que han tenido un papel público relevante, pero su número es tan pequeño antes del siglo XX que resulta, dicho respetuosamente, intrascendente. Algunas fueron reinas por derecho propio y entre ellas emergieron figuras deslumbrantes, pero siempre en un mundo dominado por los hombres. No es casual que sus colaboradores más estrechos fueran, precisamente, del sexo masculino, porque hubiera sido impensable que no lo fueran los ministros, los funcionarios o los militares. A esto hay que añadir las discriminaciones legales o la violencia que sufrían. Era, desgraciadamente, algo normal, aunque no significa que todas las mujeres fueran maltratadas. En cualquier caso, nada puede justificar esta terrible injusticia que ha durado milenios.
En los tiempos en que Ábalos mantenía una prostituta con cargo a los presupuestos públicos y los machos alfa de Podemos acosaban a las alumnas y a las compañeras del partido, eran muy bien acogidos en las manifestaciones feministas. Estas prácticas son las que conocemos, pero siempre quedará la sombra de la duda de si hay mucho más que no sale a la luz. El feminismo de pancarta se escandaliza, porque lo contrario sería insólito.
La capacidad de Sánchez a la hora de atropellar la Constitución y desarbolar el Estado de Derecho es asombrosa. No existe un presidente del Gobierno que haya tenido un comportamiento similar desde que se creó este cargo en el siglo XIX. Su última ocurrencia es otra chapucera proposición de ley. En esta ocasión ha decidido ganar tiempo entregando las competencias estatales en materia de inmigración a Cataluña.