Escuche cada día la opinión de Francisco Marhuenda en el podcast del director de La Razón.

Es una de esas historias donde hay dos versiones más un montón de entregados activistas siguiendo la propaganda oficial. La relación entre el PSOE y Junts nunca llegó a ser, ni siquiera, un matrimonio de conveniencia, que es lo que Sánchez tiene con Sumar, PNV, ERC y los antiguos dirigentes de ETA. Cuando los medios del régimen intentan descalificar al PP por unos posibles pactos con Vox, resulta hilarante teniendo en cuenta las poco recomendables alianzas del inquilino temporal de La Moncloa.

El PP ha decidido citar a Antonio Hernando, Santos Cerdán y Víctor Ábalos a la comisión de investigación del caso Koldo en el Senado. El primero es secretario de Estado e íntimo amigo de Óscar López, pero sobre todo era uno de los peones de Pepe Blanco en la empresa Acento, que es el poderoso lobby del sanchismo. Es un fiel reflejo del triunfo del capitalismo de amiguetes que caracteriza, desgraciadamente, al socialismo actual. Nada que ver con los valores éticos y los principios políticos.

No hay que tomarse en serio los datos ofrecidos por la delegación del Gobierno, ya que al frente está uno de los más destacados bufones del sanchismo. No sé si ofendo a los bufones con esta comparación, pero creo que la definición de la Academia Española encaja muy bien con sus escasas habilidades. En otro tiempo sería «un personaje cómico encargado de divertir a reyes y cortesanos con chocarrerías y gestos». No hay duda de que las chocarrerías es lo suyo, porque vive instalado en declaraciones chistosas, aunque de escasa gracia, y dichos groseros.

Es una paradoja sorprendente. Desde la perspectiva estrictamente ideológica y la defensa del Estado de Derecho, la respuesta sería que sí. Sánchez preside un gobierno socialista comunista que nunca ha tenido una mayoría sólida, ya que solo fue de investidura. Este contrasentido se fundamenta en que los votos decisivos fueron de Junts, que es una formación independentista de centro derecha. Feijóo ganó las elecciones, pero no podía alcanzar un acuerdo con Puigdemont. En cambio, el líder del PSOE estaba dispuesto a cualquier cosa con tal de mantenerse en La Moncloa. El precio de la investidura fue la amnistía.

Tras su entrada en prisión todo el mundo se pregunta si acabará cantando. No hay duda de que sabe muchas cosas. La cuestión es si podría provocar o no la caída del Gobierno. En este aspecto me sorprende que lo desprecien calificándolo de putero, indeseable y corrupto, porque significa que no le temen. No se trataría más que de chascarrillos, anécdotas o exageraciones, pero el jefe estaría a salvo de cualquier irregularidad o corrupción. Los heraldos monclovitas defienden, por tierra, mar y aire, que se trata de unos golfos que habrían abusado de la confianza del secretario general.

«El colofón ha sido constatar que la agenda judicial es demoledora»

«Lo de reunirse en un caserío parece poca cosa comparado con la sumisión del sanchismo a Puigdemont negociando en Suiza y aceptando la escandalosa presencia de un relator»

«El dimitido es otro juguete roto del sanchismo, aunque supongo que su sucesor o sucesora le buscará un buen destino»

«En cualquier país de nuestro entorno, un escándalo de estas características habría provocado la dimisión del presidente del Gobierno»

«La cuestión de fondo es que Sánchez autorizó una operación de las cloacas contra Isabel Díaz Ayuso filtrando datos reservados que afectaban a su pareja»

«La sentencia del Supremo no es una broma de mal gusto sino la constatación de una grave actuación delictiva de un funcionario del Estado»

Al margen de la patética reacción del Gobierno socialista comunista y sus aliados políticos y mediáticos, no pueden esconder la gravedad de la condena a García Ortiz a dos años de inhabilitación por revelación de secretos. Es la primera vez que es condenado un fiscal general del Estado y muestra el disparate de no haber presentado la dimisión para defenderse sin que una posible sentencia condenatoria pudiera perjudicar la imagen de la institución. Una vez más, los representantes gubernamentales acudieron a esa obviedad de que acatan y respetan el fallo del Supremo, pero no lo comparten. No tienen otra opción, ya que no cabe la insumisión.

La estrategia de La Moncloa es colocar un relato que beneficie al líder socialista ante los numerosos y graves escándalos de corrupción que le rodean. Los guionistas están simplificando el escenario de forma que parezca una película o serie B donde hay unos malos, que en este caso son los defensores del Estado de Derecho y el ordenamiento constitucional, y los buenos, que conforman una ciénaga de corrupción, prostitución y clientelismo. No es un encargo fácil, pero cuentan con poderosos aliados en los medios de comunicación que están dispuestos a cualquier comportamiento reprobable con tal de garantizar el mantenimiento del statu quo.

Cada día que pasa conocemos nuevas informaciones sobre las cloacas del sanchismo. El nivel de podredumbre es asombroso. Cuesta entender por qué Sánchez se rodeó de gente tan zafia e ignorante. Es lógico que especulemos, porque resulta muy llamativo. Las declaraciones judiciales de Leire la Pocera y su amigo Dolset confirman que eran unos sanchistas tan aguerridos como ignorantes. No hay que ser un fino analista para entender que con esta versión cutre de Pepe Gotera y Otilio no se podía emprender con éxito ninguna operación política.

A priori, el ciclo electoral autonómico que comienza con Extremadura es desfavorable para el PSOE. Es cierto que el PP ni puede ni debe confiarse, porque sería un grave error. El poderoso aparato de propaganda y sus medios de comunicación, encabezados por el NO-DO y sus activistas, se volcará en los candidatos sanchistas, ya que se juegan mucho. No parece probable un vuelco teniendo en cuenta los perfiles que ha decidido presentar Sánchez, en la línea de mediocridad que caracteriza actualmente al socialismo. Nada que ver con el felipismo. La presidenta extremeña ha demostrado que es una excelente política y gestora a pesar de estar en minoría y con Vox siempre dispuesto a provocar inestabilidad para conseguir réditos electorales. No ha querido aprobar los presupuestos de la comunidad y Guardiola, acertadamente, ha convocado elecciones. Podría haber hecho un Sánchez y optar por prorrogarlos, pero es positivo que el PP demuestre que hay otra forma de hacer política desde la dignidad y el servicio público. A estas alturas parece bastante probable que pueda conseguir el penoso hito de completar una legislatura sin presentarlos. Por supuesto, con el aplauso de los activistas que actúan como palmeros del líder socialista en los medios de comunicación.

Don Juan Carlos es uno de los grandes reyes de la Historia de España con los Reyes Católicos, Carlos I, Felipe II y Carlos III. En el caso de Alfonso XII, creo que hubiera realizado una labor extraordinaria, pero su prematura muerte nos impide saberlo. Ningún rey del pasado puede ser analizado desde nuestra mentalidad, ya que el contexto nacional e internacional siempre es fundamental para interpretar un reinado. Es algo evidente para cualquier historiador mínimamente avezado. La Historia no puede ser interpretada y escrita con la mentalidad de un hooligan como sucede cuando aparece la política, porque es una disciplina científica que tiene una metodología y unas reglas. Por eso, las hagiografías, la propaganda o la memoria no son fuentes fiables. Su utilidad puede ser complementaria con aquellas que podemos considerar sólidas y rigurosas. Es una de las causas de mi rechazo a las leyes de memoria histórica que son hijas del fanatismo y la ignorancia. Luis García de Valdeavellano, uno de los grandes historiadores de nuestro país, indicaba que escribir desde la Segunda República seguía siendo política. Es una reflexión que podemos mantener, desgraciadamente, a pesar del tiempo transcurrido.

En contra de lo que muchos puedan pensar, la realidad es que Sánchez nunca ha tenido ningún interés por el regreso del expresidente catalán. Hace unos años decía que no podría dormir si Pablo Iglesias se sentaba en el consejo de ministros. Era un exceso retórico, porque duerme muy feliz en La Moncloa. Lo que quería trasladar era la profunda antipatía que sentía por él y que no podía soportar un gobierno en coalición. Ahora se siente más cómodo con Yolanda Díaz, cuyo único objetivo es seguir siendo vicepresidenta, y Sumar, cuyo papel es similar a los partidos satélite que tiene Xi Jinping en el gobierno chino.

Nunca he compartido las esperanzas puestas en el Tribunal de Justicia de la UE por los defensores de la Constitución y el Estado de Derecho. Las cesiones de Sánchez han debilitado la posición de España y era lógico que el abogado general del TJUE, Dean Spielmann, se lavara las manos como Pilatos. La amnistía es un atropello a la Constitución y a lo que decidieron los diputados y los senadores constituyentes. Es la expresión de estos tiempos donde cualquier indignidad es legitimada mientras se compre al que tiene que validarla.

«Se había dado la orden de buscar basura que pudiera perjudicar a jueces, fiscales, periodistas y empresarios que fueran desafectos al régimen»

No hay que ser un gran analista para constatar el despliegue de los medios sanchistas apoyando a Santiago Abascal. Por supuesto, no se trata de blanquear, como han hecho con los independentistas, los comunistas y Bildu, sino de fabular con un PP que hace seguidismo con Vox y darle mucho espacio en los periódicos, las radios y las televisiones.

Es el dilema en cualquier procedimiento penal. Es cierto que en unos casos existen pocas dudas, en uno u otro sentido, y en otros es difícil adjudicar la culpabilidad, aunque se tenga la certeza de ella. Nuestro sistema judicial es eficaz y garantista. Su mayor problema es la lentitud provocada por la incapacidad de los políticos de dotarlo de más recursos humanos y materiales.

Sánchez ha conseguido instalar en la política española y los medios de comunicación afines un profundo desprecio por Puigdemont y su partido. Una vez más han irrumpido los guionistas de La Moncloa para elaborar un relato que permita encajar todas las piezas y justificar la continuidad de una legislatura agónica.

«Ha puesto el Estado a su servicio y solo le falta controlar el Poder Judicial»

Aveces pienso que los sanchistas creen que los españoles somos idiotas. Es un insulto a la inteligencia calificar el gobierno socialista comunista como estable, salvo que se entienda que lo es porque no tiene actividad legislativa relevante. Con esta teoría tan pintoresca no solo no es necesario aprobar los Presupuestos, sino que es ocioso elaborar leyes. Lo único estable son los sueldos, los coches oficiales y otras mamandurrias. No me sorprende que todos ellos quieran agotar la legislatura y atropellar lo que son los usos y costumbres en todas las democracias.

Haga lo que haga, Feijóo es malo. Es algo que no se resolverá hasta que llegue a la Moncloa. Nos encontramos ante una ecuación imposible de solucionar. La realidad es que no es más que propaganda. El sanchismo y sus aliados mediáticos han desatado una campaña que se sustenta en que es débil, hace seguidismo de Vox y Ayuso y no modificará la ingeniería social desarrollada por el gobierno socialista comunista. En definitiva, que su liderazgo es inexistente. Por otra parte, la derecha acomplejada hace un patético seguidismo, como ha sucedido en ocasiones anteriores.

Mazón no solo ha destruido su carrera política y profesional, sino que ha generado un grave problema al PP en el momento más inoportuno. Tendría que haber dimitido hace un año, ya que hubiera cortocircuitado la estrategia sanchista y puesto el foco, también, en los errores del Gobierno. En cambio, ha sido un año con un desgaste político cuyas consecuencias reales no conoceremos hasta que se celebren las elecciones. Lo que sabemos con certeza es que el PSOE, que tiene una pésima candidata con Diana Morant, no cejará en su campaña contra el gobierno valenciano y seguirá poniendo trabas en la recuperación. No creo que nadie piense que un cambio en la presidencia significará que la izquierda política y mediática abandone el brutal acoso que sufre por la única razón de estar gobernada por los populares. El candidato que sustituirá a Mazón necesitará del apoyo de Vox, que puede forzar un adelanto electoral. Cualquier cosa es posible con Abascal. Lo sucedido no puede ser más inoportuno, porque La Moncloa y su aparato mediático utilizan la crisis valenciana para compensar su declive.

La campaña de la izquierda para acabar con Mazón ha tenido éxito, al final se derrumbó y presentó su dimisión. Por supuesto, no servirá para nada, porque continuará hasta las autonómicas. A estas alturas podemos constatar que la ingenuidad del PP no tiene límites y sus dirigentes no entienden el carácter frío e implacable de Sánchez. La catástrofe provocada por la DANA era una oportunidad que no iba a desaprovechar con la inestimable colaboración de la izquierda mediática que se juega mucho con la continuidad del líder del PSOE. Por otra parte, Mazón era una pieza de caza fácil, porque desde el primer momento se enredó en una maraña de mentiras que destruyeron su credibilidad.

La fuerza de Sánchez reside en su falta de empatía, como explican sus amigos y aliados, su arbitrariedad y su ausencia de principios. Esto hace que sea un rival difícil de batir. La humillación frente a Claudia Sheinbaum es, simplemente, repugnante. No hace más que confirmar su ignorancia en este terreno y me sorprende que un diplomático como Albares asuma un papel tan bochornoso. Hay momentos en los que es más importante la dignidad y la defensa de España que aceptar unas órdenes denigrantes. Es cierto que Sánchez ha convertido la mentira en su razón de ser, pero ha llegado a unos extremos asombrosos. Con Sheinbaum, que no tiene ningún ancestro azteca o de los pueblos originarios subyugados por ellos, no hay otra opción que plantarle cara.

Uno de los aspectos más negativos de su esperpéntica comparecencia fue el desprecio al Senado. Es algo que suponíamos, pero quedó de manifiesto calificando de circo la comisión de investigación. No dice lo mismo del Congreso de los Diputados. Le molesta que cuestionemos la firmeza de sus convicciones democráticas, pero la realidad confirma los peores augurios. Se comporta de forma despótica y soberbia, lo que no significa que sea un dictador. Me molestan los excesos dialécticos. No fue un error, sino que insistió en ello. Por tanto, formaba parte del guion que le habían preparado los centenares de asesores que tiene en la Moncloa y que pagamos los españoles.

como una victoria el esperpento que se vivió con la comparecencia de Sánchez en la comisión de investigación del Senado sobre el «caso Koldo». El formato le resultaba cómodo, ya que era el escenario ideal para poner en funcionamiento el ventilador de la casquería. En este terreno es muy hábil, porque le guía la supervivencia y la falta de escrúpulos. Creo que los que sueñan en la convocatoria de elecciones generales el próximo año pudieron comprobar que piensa jugar el partido hasta el último minuto, salvo que surja una ventana de oportunidad que le permitiera ganar las elecciones. Sánchez estuvo prepotente, displicente y faltón como haría cualquier bravucón. Es un traje con el que se siente cómodo. Hasta decidió sacar a pasear unas gafas que tengo mis dudas de si las necesitaba, porque le resultaban útiles en su farsa.

Estas palabras del Rey recogen el sentimiento del pueblo español. Es muy doloroso celebrar un aniversario que recuerda la mayor tragedia que ha sufrido Valencia en las últimas décadas. Todos preferimos celebrar buenas noticias, pero es importante no olvidar lo que sucedió y, sobre todo, aprender de la catástrofe para hacer todas las inversiones necesarias para que no se repita. Es bueno recordar que ha habido otras DANA y que las habrá en el futuro. Por eso sería incomprensible que no sean todo lo completas que es exigible tras el desastre. Las víctimas se fueron y quedó un enorme vacío en sus familias y allegados. Es algo que no se puede cambiar. El Homenaje de Estado a las víctimas de la DANA sirvió para recordarlo.

Es cierto que es una reforma condenada, afortunadamente, al fracaso. La ruptura con Junts es una gran noticia, porque se aleja el riesgo de introducir una norma que atenta contra el Estado de Derecho y la separación de poderes. A estas alturas conocemos lo que puede suceder con un Ministerio Fiscal controlado por el Gobierno. Hasta que no se establezca un mecanismo por el que el Fiscal General del Estado sea realmente independiente no se pueden otorgar las investigaciones penales a los fiscales.

El negarse a aceptar la realidad no hace que desaparezca. La legislatura está agotada, aunque Sánchez pretenda seguir como si nada. Lo normal sería la convocatoria de unas elecciones anticipadas, como hizo Felipe González en 1995. No tenía ningún sentido continuar sin contar con una mayoría estable en el Congreso de los Diputados y, tras la derrota en las elecciones de 1996, ni siquiera intentó formar gobierno. En cambio, las convicciones democráticas de Sánchez son más bien endebles y la situación se ha vuelto tan grotesca que sus portavoces han pedido a Junts mantener un «canal de diálogo» a pesar de la ruptura.

Es una reacción normal, porque está convencido de que la ruptura es algo irrelevante e incluso cosmético. Por supuesto, le gustaría que Junts le siguiera apoyando lo que queda de legislatura. En este sentido, su esperanza es que Puigdemont se hunda en las próximas elecciones catalanas y tenga que jubilarse políticamente.

Sánchez quería someter a los tres poderes del Estado, pero no lo ha conseguido. Es cierto que el Congreso de los Diputados está sometido a su voluntad, aunque el futuro es incierto y lo será en mayor medida conforme se acerquen las elecciones generales.

La Moncloa intenta transmitir que no habrá ruptura y que la legislatura no está en peligro. Al final, Junts se ha quedado en tierra de nadie, ya que su alianza con Sánchez es confusa.

El gran argumento de Sánchez para que Puigdemont le siga apoyando es que «a Cataluña le sienta bien este Gobierno». Me imagino que debe pensar que es uno de los paniaguados con los que acostumbra a tratar y a los que levanta la cartera porque dependen de él. Es decir, que es suficiente darle alguna baratija como hacían los europeos cuando colonizaban África. Desde hace muchos años le engaña, aunque a estas alturas parece que las baratijas no son suficientes y eso del miedo al PP es una argumentación bastante endeble.

La propaganda gubernamental insiste en la buena marcha de la economía, aunque sin añadir que es gracias a la UE, al brutal endeudamiento del Estado y al empuje de las empresas. La política gubernamental no solo es irrelevante, sino que sus medidas son un lastre. No hay que sorprenderse, porque la ineficacia y el intervencionismo son algo que caracterizó la gestión tanto de los gobiernos de González como de Zapatero. Hay que reconocer que el peor de la democracia ha sido, con diferencia, el actual.

Tengo que reconocer los esfuerzos que hacen los medios del régimen para defender a Sánchez. Una de sus esperanzas es contraponer la Gürtel y la Kitchen a la gran cantidad de repugnante basura que vamos conociendo. La estrategia para defender a su familia, su partido y su Gobierno es afirmar que Ábalos y Koldo son dos golfos mientras que no hay nada contra Santos Cerdán. Por supuesto, que sufre un insoportable acoso de la fachosfera. El otro día escuchaba a uno de sus aliados socialistas defender estas ideas para minimizar los daños. Nada que ver con lo que hacían y decían contra el PP y sus dirigentes.

La política internacional ofrece alguna alegría en estos tiempos llenos de conflictos, tensión e incertidumbre. Una de ellas es el retroceso de la izquierda en muchos países iberoamericanos. Por eso, hay que celebrar su hundimiento en Bolivia. Las formaciones de centro derecha fueron las únicas que pasaron a la segunda vuelta de las presidenciales que ganó Rodrigo Paz con un 54,57%.

Haga lo que haga es cuestionado, ridiculizado y difamado, porque los pijoprogres no pueden soportar sus éxitos. Hay que matizar que denominar izquierdistas a los demócratas, dirigidos por multimillonarios, es un insulto a la inteligencia. Las polémicas medidas económicas de Trump buscan favorecer a las clases populares estadounidenses que se han visto perjudicadas por las políticas de presidentes sobrevalorados como Obama o Biden.

Las islas Británicas han sido gobernadas por sistemas monárquicos desde la Antigüedad hasta nuestros días, con la excepción del periodo en que fue República desde la ejecución de Carlos I Estuardo hasta la caída del Protectorado. Es lo que se conoce como la Commonwealth de Inglaterra. La monarquía fue abolida y se instauró en primer lugar una república parlamentaria sin una jefatura de estado, aunque con Cromwell como hombre fuerte. Entre 1649 y 1652 fue un régimen civil con tutela militar, pero finalmente disolvió el Rump convirtiéndose en dictador de facto hasta que lo constitucionalizó con el Protectorado. En ese momento se convirtió en dictador de derecho bajo el título de Lord Protector. Fue una dictadura militar caracterizada por un gobierno militar directo. La experiencia de 1649-1660 dejo una fuerte huella en la sociedad británica y no han existido movimientos republicanos con apoyo popular. Hay que tener en cuenta que la guerra civil inglesa (1642-1651) provocó más de 200.000 muertos, el rey Carlos I fue juzgado y ejecutado, algo que era impensable para la mentalidad de la época, se abolió la monarquía y la Cámara de los Lores y se instauró una República que sería muy inestable.

El Senado impulsará otro conflicto por no haber presentado el Gobierno los Presupuestos en tiempo y forma tal como establece claramente la Constitución. La situación es tan extravagante que el Congreso no hará nada, ya que está sometido a los caprichos del inquilino de La Moncloa. No podemos esperar ningún atisbo de coherencia en la izquierda mediática. RTVE se ha convertido en otra marioneta del sanchismo, que está llena de activistas que se dedican a la hagiografía del líder del PSOE y la descalificación sistemática de Feijóo y su partido.

España entera se pregunta si lo está. No se habla de otra cosa. Hay que empatizar con su estado, ya que tiene por costumbre trasladarnos este tipo de cuestiones. No hay duda de que es algo fundamental en su vida y una preclara expresión de un entrañable egocentrismo. Los sesudos analistas y politólogos del sanchismo han glosado su ingenio cuando dijo «ánimo, Alberto». Con esa frase eclipsa a Lope de Vega, que era llamado «El Fénix de los Ingenios» por su extraordinaria y prolífica creatividad, así como a cualquier autor desde el Siglo de Oro. Es un portento.

Sánchez debería agradecer a Feijóo su dura campaña contra la corrupción socialista y los procesos judiciales que afectan a su familia, ya que Tezanos podrá aumentar todavía más la distancia entre ambos partidos. No hay duda de que los billetes corrían en el PSOE «como en un prostíbulo», como dijo el líder del PP en la sesión de control en el Congreso de los Diputados. Las informaciones y las imágenes confirman que la corrupción campaba a sus aires en el Gobierno y en el partido. Es curioso que para Sánchez todo sean bulos, mentiras e insidias.

Lo que más le interesa a Sánchez es su bienestar. No lo ha escondido nunca. Un día nos aclaró que había comido tarde, otro que se encontraba bien de salud y sabemos, además, que es un hombre profundamente enamorado. En este último aspecto, desconozco si esto incluye escribirle poemas a Begoña para mantener viva la llama del amor y ocupar su tiempo en esos tediosos viajes por el mundo donde tiene mucho tiempo libre. Ha arrancado la semana con dos días magníficos dedicados a la política vacía de contenido, que es lo que más le puede gustar. No hay más que ver la escena ridícula de su sumisión a Trump para que le dejaran participar en la firma del acuerdo de paz para Oriente Medio.

«No se entiende la espantada de Sánchez a los periodistas en la recepción del Palacio Real si todo le va tan bien»

«No creo que Puigdemont se vuelva a dejar engañar por los tahúres monclovitas»

«No creo que la estrategia de victimización funcione para seguir en La Moncloa, pero sí para radicalizar la sociedad y movilizar a sus votantes»

«Una metedura de pata injusta y sin fundamento, que, sobre todo, descalifica a quien la protagoniza»

Son tiempos de activismo en la izquierda mediática para salvar a Sánchez