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-La asignación de terrenos para la construcción de viviendas en el corredor del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) marca un paso significativo en la expansión habitacional y el desarrollo urbano de la región. La integración de este crecimiento con la conectividad del tren AIFA-Pachuca garantiza mayor accesibilidad y movilidad para los futuros residentes, fortaleciendo el atractivo de municipios como Tizayuca, Pachuca, Zapotlán y Tolcayuca.
Todos los años pasaba lo mismo en Zapotlán El Grande, Jalisco. El último día del mes de diciembre las personas corrían como asustadas por las calles, los templos estaban llenos, la gente se confesaba, prendían veladoras, rezaban; el pánico era total, mientras se llegaba la hora del Juicio Final, exactamente a la media noche; y si se lograba pasar la hora cero con éxito, entonces se tendría la oportunidad de vivir un año más...Sin embargo, ese año de 1900, era diferente a los demás, ya que no sólo culminaría un año más, sino un siglo. ¡El fin del mundo!Don Silviano Carrillo, el párroco del lugar, sabía muy bien lo que pasaba por las ingenuas mentes de los creyentes; pero creía que era necesario hacer algo para calmar el desasosiego de la comunidad. Entonces mandó a esculpir una gran cruz en cantera.Descubre el desenlace de esta misteriosa historia y si tienes alguna sugerencia de leyenda que deberíamos investigar, da click aquí. Hosted on Acast. See acast.com/privacy for more information.
En esta emisión Doña Mago toma rumbo a la colonia Atlas para llegar al Mercado Rancho Blanco, si lo buscas en google te encontrarás las fotos que ella tomó, como en cada mercado que ha visitado. En este espacio que describe con frondosa apariencia sus comerciantes nos sorprenden con su creatividad para promover sus ventas. El Dr. Arturo Camacho nos lleva de feria por Zapotlán y nos completa con la historia de las Fiestas de Octubre en su sección Abarrotes y Ultramarinos. Canto de Cenzontles nos presta su más reciente episodio que habla el lenguaje del maíz. Le pusimos un poco del disco de Natalia Lafourcade Un Canto por México, que además de obtener un Grammy, produjo los fondos para apoyar la construcción del Nuevo Centro de Documentación del Son Jarocho que dirige Ricardo Perry comandante de Los Cojolites. Epa! Conducción: Margarita Mariscal Güereña. Colaborador y asesor de contenidos: Dr. Arturo Camacho. Contenidos Adicionales: Canto de Cenzóntles (Boca de Polen A.C.) Producción: Gilberto Domínguez. Sistema Jalisciense de Radio y Televisión. Visita: www.jaliscoradio.com
En esta emisión Doña Mago toma rumbo a la colonia Atlas para llegar al Mercado Rancho Blanco, si lo buscas en google te encontrarás las fotos que ella tomó, como en cada mercado que ha visitado. En este espacio que describe con frondosa apariencia sus comerciantes nos sorprenden con su creatividad para promover sus ventas. El Dr. Arturo Camacho nos lleva de feria por Zapotlán y nos completa con la historia de las Fiestas de Octubre en su sección Abarrotes y Ultramarinos. Canto de Cenzontles nos presta su más reciente episodio que habla el lenguaje del maíz. Le pusimos un poco del disco de Natalia Lafourcade Un Canto por México, que además de obtener un Grammy, produjo los fondos para apoyar la construcción del Nuevo Centro de Documentación del Son Jarocho que dirige Ricardo Perry comandante de Los Cojolites. Epa! Conducción: Margarita Mariscal Güereña. Colaborador y asesor de contenidos: Dr. Arturo Camacho. Contenidos Adicionales: Canto de Cenzóntles (Boca de Polen A.C.) Producción: Gilberto Domínguez. Sistema Jalisciense de Radio y Televisión. Visita: www.jaliscoradio.com
Tranquilino Ubiarco Robles nació en Zapotlán el Grande, Jal. (Diócesis de Ciudad Guzmán), el 8 de julio de 1899. Vicario con funciones de párroco en Tepatitlán, Jal. (Diócesis de San Juan de los Lagos). A principios del mes de octubre de 1928, en tiempos de la Guerra Cristera, fue a Guadalajara a comprar lo necesario para el Sacrificio Eucarístico. Alguien le hizo ver que su campo pastoral estaba enclavado en la zona de mayor peligro: «Ya me voy a mi parroquia; a ver qué puedo hacer y si me toca morir por Dios, ¡Bendito sea!».
Iniciamos Cosa Pública 2.0 con Jesús Estrada y Rubén Martín Santiago Corcuera, abogado en DDHH. Martín González, docente Cd. Guzmán. Profesor de Educación Media Superior y miembro de organizaciones tradicionales de Zapotlán y la región Sur de Jalisco. googletag.cmd.push(function () { googletag.display('div-gpt-ad-1689260104737-0'); });
En este programa especial tuvimos un conversatorio muy interesante de música, libros y bastantes ideas artísticas, en la mesa el Escritor Ricardo Sigala, Virgilio Mendoza Director de la Orquesta Filarmónica del Estado de Colima y el Pianista y Compositor Michel Vega, realizado en el marco del Primer Festival del Libro en Zapotlán el Grande, conducido por @MichelVegaPiano acompáñanos cada semana en Radio UdeG de Ciudad Guzmán o en nuestras plataformas y descubre que Música se escribe con M de México. Síguenos en nuestras redes sociales: https://www.instagram.com/mexicoconm https://www.facebook.com/mexicoconm
Homenaje a un jalisciense universal de Zapotlán el Grande o Ciudad Guzmán el maestro José Clemente Orozco. El pasado 7 de septiembre fue el aniversario luctuoso de nuestro gran maestro, para mí en lo personal el mejor muralista. Lo vamos a recordar y a escuchar música de su región el sur de Jalisco. Producción y conducción: Cornelio García Ramírez y Perla Padilla. Sistema Jalisciense de Radio y Televisión Visita: www.jaliscoradio.com
En la ruta es el proyecto hermano de Libro Abierto, una serie de episodios especiales que produciremos cada vez que nos encontremos cara a cara con la gente del espacio exterior. En esta primera entrega, les contaremos lo que sucedió durante nuestra visita al CuSur, centro universitario de la UDG ubicado en Zapotlán El Grande. #Libroabierto #libros #placerdelalectura #Cusur
Mariela Giménez: Psicóloga y escritora nos presenta su nuevo libro "El retorno de las niñas Perdidas". Rosas: Artista de trip hop que se presenta en el Centro para las artes "José Rolón" de Zapotlán el Grande, Jalisco. Conducción: Begoña Lomelí y Sofía Solorzano Producción: Armando Tiburcio Sistema Jalisciense de Radio y Televisión Escucha la música del día dando clic aquí Visita: www.jaliscoradio.com Edición: Lupita Jiménez Fecha: 07 de Septiembre 2022
Andrea Magaña: Comienza el círculo literario que iniciara en Gandhi de López Cotilla. Masao Yanomé: Organizador del festival cultural en Zapotlán, se enlaza con Altoparlante para darnos más detalles de este evento al sur del Estado. Conducción: Begoña Lomelí y Juan Pablo Balcells. Producción: Armando Tiburcio Sistema Jalisciense de Radio y Televisión Escucha la música del día dando clic aquí Visita: www.jaliscoradio.com Edición: Lupita Jiménez Fecha: 16 de Agosto 2022
Búnkeros, el día de hoy tuvimos la oportunidad de conversar con Alejandro Barragán, Presidente municipal de Zapotlán El Grande. Charla en la que abordamos el tema del municipio, los retos que ha enfrentado, como ha salido de ellos y todo el progreso que ha tenido este bello municipio. ¡Acompáñenos!
El día 01 de marzo de 2022, en el Diario Oficial de la Federación (DOF) se publicó el “ACUERDO por el que se determina la circunscripción territorial de las aduanas y las secciones aduaneras de las aduanas.” El cual contiene 3 artículos destacándose en el artículo primero 50 fracciones en las que indica cada una de las Aduanas y dos transitorios, este importante acuerdo entrará en vigor el 15 de marzo de 2022 abrogando el Acuerdo anterior. Toda vez que la entrada y salida de las mercancías del territorio nacional, las maniobras de carga, descarga, transbordo y almacenamiento de las mismas, el embarque o desembarque de pasajeros y la revisión de su equipaje, se efectúa en lugares autorizados, se dio a conocer en la citada publicación la circunscripción territorial en la cual tendrán su competencia las Aduanas y sus secciones aduaneras de las aduanas, en donde se observa que: Adicionan a las siguientes Aduanas algunos municipios: • Aduana de Tecate a parte del municipio de Tecate, en el Estado de Baja California, se adicionan los municipios de Loreto y Los Cabos, en el Estado de Baja California Sur, dependiendo de esta aduana las secciones aduaneras de Loreto, en el Municipio de Loreto, y la de Cabo San Lucas, en el Municipio de Los Cabos, todos en el Estado de Baja California Sur. • Aduana de Nogales dependen de esta Aduana la sección aduanera de Sásabe, en el Municipio de Sáric,y adicionan las secciones aduaneras del del Aeropuerto Internacional General Ignacio Pesqueira García, en el Municipio de Hermosillo y la de Ciudad Obregón adyacente al Aeropuerto de Ciudad Obregón, en el Municipio de Cajeme, ambas en el Estado de Sonora, la del Aeropuerto Internacional de Culiacán, en el Municipio de Culiacán y el punto de revisión denominado Aeropuerto Internacional de Los Mochis, en el Municipio de Ahome, ambos en el Estado de Sinaloa. • Aduana de Ciudad Reynosa se adiciona el municipio de Victoria en el Estado de Tamaulipas, así mismo la Sección aduanera del Aeropuerto Internacional General Pedro José Méndez, en el Municipio de Victoria, en el Estado de Tamaulipas dependerá de esta Aduana. • Aduana de Ciudad Hidalgo se agregan los municipios de San Pedro Mixtepec y Santa Cruz Xoxocotlán en el Estado de Oaxaca, Benemérito de las Américas Benemérito de las Américas y Palenque en el Estado de Chiapas, y los municipios de Centro y Tenosique en el Estado de Tabasco. • Asimismo, se indica que de esta aduana dependen las secciones aduaneras del Aeropuerto Internacional de Oaxaca, en el Municipio de Santa Cruz Xoxocotlán y el punto de revisión denominado Aeropuerto Internacional de Puerto Escondido, en el Municipio San Pedro Mixtepec, ambos en el Estado de Oaxaca, la del Aeropuerto Internacional C.P.A. Carlos Rovirosa Pérez, en la Ciudad de Villahermosa en el Municipio de Centro, y la de "El Ceibo" en el Municipio de Tenosique, todos en el Estado de Tabasco, y la del Cruce Fronterizo Nuevo Orizaba-Ingenieros en el Municipio de Benemérito de las Américas, y el punto de revisión denominado Aeropuerto Internacional de Palenque, en el Municipio de Palenque, Chiapas, ambos en el Estado de Chiapas.• Aduana de Salina Cruz: Se adiciona el municipio de Tapachula, en el Estado de Chiapas, depende de esta Aduana, la Sección Aduanera de Puerto Chiapas en el Municipio de Tapachula, en el Estado de Chiapas. • Aduana de Subteniente López se adiciona el municipio de Kaua, en el estado de Yucatán y depende de esta Aduana el punto de revisión denominado Aeropuerto Internacional de Chichén Itzá "Kaua", en el Municipio de Kaua, en el Estado de Yucatán. • Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles: El perímetro del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, ubicado en Santa Lucía, Municipio de Zumpango, los Municipios de Acolman, Apaxco, Atenco, Atizapán de Zaragoza, Axapusco, Chiconcuac, Coacalco de Berriozábal, Coyotepec, Cuautitlán, Cuautitlán Izcalli, Ecatepec de Morelos, Huehuetoca, Hueypoxtla, Jaltenco, Jilotzingo, Melchor Ocampo, Naucalpan de Juárez, Nextlalpan, Nopaltepec, Otumba, Ozumba, San Martín de las Pirámides, Tecámac, Temascalapa, Teoloyucan, Teotihuacán, Tepetlixpa, Tepotzotlán, Tequixquiac, Texcoco, Tezoyuca, Tlalnepantla de Baz, Tonanitla, Tultepec, Tultitlán y Zumpango, en el Estado de México; los Municipios de Apan, Emiliano Zapata, San Agustín Tlaxcala, Tepeapulco, Tepeji del Río de Ocampo, Tizayuca, Tlanalapa, Tolcayuca, Villa de Tezontepec, Zapotlán de Juárez y Zempoala, en el Estado de Hidalgo; los Municipios de Amealco de Bonfil, Huimilpan, Pedro Escobedo, San Juan del Río y Tequisquiapan, en el Estado de Querétaro, y los Municipios de Calpulalpan, Españita, Nanacamilpa de Mariano Arista y Sanctorum de Lázaro Cárdenas, en el Estado de Tlaxcala.
Una mujer muerta y cuatro personas más lesionadas -tres de ellas menores de edad- fue el saldo que dejó un incendio registrado en una casa habitación, informaron los servicios de emergencia del estado de Hidalgo.El siniestro se registró en un domicilio de la calle Comonfort, de la colonia Zapotlán de Allende, en el municipio de Tulancingo.En ese punto, pobladores alertaron que de una de las viviendas salía fuego y humo, además de que se escuchaban gritos de personas atrapadas en el lugar.
En esta ocasión tenemos la fortuna de estar acompañados por un gran ser humano y doctor en Musicología, quien nos habla de su experiencia en la música mexicana y se ha enfocado en una gran leyenda: el compositor mexicano José Rolón, de Zapotlán el Grande, Jalisco.
Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.
Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.
Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.
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Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.
Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.
Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.
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Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.
Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.
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Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.
Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.
Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.
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Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.
Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.
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Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.
Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.
Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.
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Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.
Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.
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Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.
Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.
Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.
Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.
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Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.
Juan José Arreola Zúñiga (1918-2001), nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán (Jalisco), “nací, como alguna vez lo dije, entre pollos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos”; fue el cuarto de catorce hijos. Arreola es un escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana, se trata de una figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura en México por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Hablar de Arreola es hablar de un mundo de referencias literarias universales, es evocar la pasión por el lenguaje en su máxima posibilidad expresiva, en su sonoridad y sus sentidos recónditos, es revivir el deleite por la forma, experimentar el placer del ingenio, la risa y la vitalidad; él es memoria, es depositario de una larga tradición con la que juega, a la que recrea y enriquece. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro, estilización de textos ajenos, fragmentos. Sus escritos se han recogido en diferentes libros: Varia invención (1949); Confabulario (1952); Bestiario, o Punta de Plata (unam, 1958); Confabulario total (1941-1961, aquí integra Bestiario, Confabulario y Varia invención); La feria (1963, su única novela); Palindroma (1971). Juan José Arreola es capaz de inyectar veneno en sus páginas, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. La mitad de las piezas que componen este libro puede ser objetada; la otra mitad no. Dichas piezas esconden la posibilidad de ser leídas al revés o al derecho, porque Juan José Arreola escribe al derecho y al revés, sin revés ni derecho, como la botella de Klein. No obstante, los textos aquí reunidos están limpiamente soplados por un espíritu que parece malévolo en la superficie y en el fondo resulta bueno. ¿Hay en estas páginas veneno? Sí, pero veneno en broma, de ese que cura las intoxicaciones solemnes de falsos apóstoles de la virtud mal entendida. Entre el coro universal de voces graves y escandalosas, Arreola suena agudamente a verdad con su voz de falsete; dueño de un estilo, no le importa ofrecer aquí las posibilidades extremas de su tentativa de escritor imposible. Sus alardes verbales de jugador perdido son llaves maestras que encajan en todas las cerraduras.
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Juan José Arreola Zúñiga nació en Zapotlán el Grande (hoy Ciudad Guzmán), Jalisco, el 21 de septiembre de 1918 y falleció en Guadalajara, Jalisco, el 3 de diciembre de 2001. Fue un escritor, académico y editor mexicano. Los textos de Juan José Arreola, influidos por autores como Marcel Schwob, Julio Torri, Franz Kafka, Giovanni Papini, Jorge Luis Borges, Charles Baudelaire, tienen como características principales la brevedad, la ironía y la constante combinación de los recursos de distintos géneros literarios, como el cuento, la poesía y el ensayo. En cuanto al uso que hace Arreola de la concisión, Seymour Menton menciona que “dentro de esta difícil y compleja brevedad el escritor camina a sus anchas, porque sabe captar la esencia de las personas, las cosas y las acciones, porque no pretende realizar una pintura sino un aguafuerte, un grabado”. El mismo Juan José Arreola consiente de esta virtud en sus textos, habla de su capacidad de reflejar a la naturaleza humana a través de “anécdotas que ponen en evidencia lo mismo cualidades que defectos. La anécdota viene a ser solamente el pretexto para capturar una partícula del ser humano”. En lo que refiere a los temas que abarcan la obra de Arreola, el autor los engloba en el drama del ser individual, incluyendo de esta forma al aislamiento, la soledad, la convivencia y la imposibilidad del amor. De este último, la crítica ha puesto especial atención: “el tema del amor es capital en su obra: va del idealismo adolescente a una visión aterradora y caricaturesca de la mujer, cifra y símbolo de la enajenación, el dolor y la muerte”. La severidad con la que trata el tema de la mujer le ha valido, junto a Julio Torri, la etiqueta de autor misógino. (Fuente: Wikipedia)
uan José Arreola Zúñiga nació en Zapotlán el Grande el 21 de septiembre de 1918. Durante su adolescencia leyó en Ciudad Guzmán a autores como Baudelaire, Dante, Whitman, Papini y Schwob gracias a la influencia de Alfredo Velasco Cisneros. A los 18 años viajó a la ciudad de México para estudiar en la Escuela Teatral de Bellas Artes. Tomó clases con Fernando Wagner. El 8 de agosto de 1940 publica un cuento por primera vez, titulado “Sueño de navidad” en la revista El vigía. En 1946 comienza a trabajar en el Fondo de Cultura Económica y conoce a Daniel Cosío Villegas, quien publicó Varia Invención (1949), primer libro de Arreola editado bajo la colección Tezontle. En 1952 publica Confabulario y al año siguiente, en 1953 obtiene el premio Jalisco de Literatura. En 1963 Arreola publica su única novela titulada La feria, en la que narra por medio de pequeños textos y diferentes voces narrativas la manera de pensar y actuar de los habitantes del sur de Jalisco. Arreola obtuvo el Premio Internacional de Literatura Juan Rulfo en 1990. Su prodigiosa memoria, capacidad declamatoria y calidad literaria provocó la admiración de autores de la talla de Pablo Neruda, Jorge Luis Borges y Julio Cortázar. Víctima de una hidrocefalia que lo aquejó durante sus últimos años, murió a los 83 años en Guadalajara, Jalisco.