Richard Coleman nos guía por un ecléctico circuito musical que incluye la escucha de sus primeros discos, sus experiencias con las bandas y solistas más importante de la historia del rock argentino y las novedades de la música nacional e internacional.
1994, sale el disco independiente Mellow Gold de un pibe nuevo, el estadounidense Beck Hansen. Cuando en la disquería escucha el tema Loser como prueba, cuenta Richard Coleman que decide llevarlo, particularmente interesado en entender, más allá del concepto estético indie que presentaba, secretos de grabación, el buen resultado innovador a partir de recursos sampler para tomar y reformular segmentos de música preexistente. Escuchamos Fuking With My Head, The New pollution, Where It's At, Dreams
Richard Coleman recuerda cómo fue que la banda Golem, armada junto a sus amigos cuando cursaba el Colegio Nacional de Vicente López, logró cierto prestigio versionando tango y folklore. Para él, aquella experiencia lo rescató de su avanzado estado jazz rock progresivo hasta que un día, una tarde de sábado precisamente, alguien hizo sonar Back in Black a todo volumen desde el bafle. Comenzaban los 80. Escuchamos Rock and Roll Ain't Noise Pollution, Let Me Put My Love Into You, Back in Black, Hells Bells - AC/DC
Corría 1980 cuando Richard Coleman compró Sacred Songs, disco maldito cuya distribución había sido congelada durante dos años por ser considerada anticomercial, de paso quedaba bloqueada la amenaza para el dúo en ascenso Hall & Oates ante la nueva ocurrencia art rock proveniente de, nada menos, uno de los integrantes. Daryl Hall solista, el gran Robert Fripp como productor y guitarrista, la voz interpretativa como instrumento. Elementos de este álbum de digestión lenta, lleno de contrastes y contradicciones. Escuchamos: Babs and Babs, Urban Landscape, NYCNY, The Farther Away I Am, Why Was It So Easy
Música, walkman y mucha pila, la provisión infaltable para recorrer Europa en 1981. Richard Coleman selecciona en esa oportunidad, entre otros, el nuevo álbum solista de Peter Hammill y suma los tres casettes de Sitting Targets a su mochila Ahora reflexiona. Desde antes de Van der Graaf Generator (VdGG), pasando por el esperado Exposure de Robert Fripp, había que aprender a distinguir las diferencias entre el rock sinfónico y el mucho más complicado rock progresivo. Escuchamos Empress's Clothes, Stranger Still, Sign, Ophelia (P. Hammill)
Richard Coleman ingresa en 1983 a Ciencias Físicas de la UBA, en este episodio cuenta por qué elige esa carrera de Exactas y qué movida comparte por entonces con compañeros de su banda Metrópoli en el campus Ciudad Universitaria de Buenos Aires, y alrededores. The B-52's, escuchamos Planet Claire, Give Me Back My Man, Private Idaho, Lava
Richard Coleman rememora uno de sus descubrimientos culturales, producido en 1981, cuando apenas cumple 18 años concreta el viaje iniciático por Europa junto a su amigo Hernán. Invierte una moneda, selecciona y el nuevo single de Ramones suena desde la jukebox de un bar, el hallazgo no le permite prever las enormes consecuencias que la banda de Queens tendría sobre el rock nacional argentino. Playlist: We Want The Airwaves, She's a Sensation, You Sound Like You're Sick, Pet Sematary
Hacia 1978 la revolución hogareña también pasaba por probar nuevas posibilidades técnicas para escuchar música. En casa de los padres de Richard Coleman la innovación se materializó cuando un flamante equipo Toshiba superó al combinado Ken Brown, y fue estrenado al mejor estilo rock pop sinfónico progresivo de UK. Aunque subraya aquí el posterior lucimiento, con el álbum Trans-Europe Express disfrutó el sólido sonido minimalista de la banda alemana Kraftwerk, que marcaba lo diferente. ¿Así llegó la música electrónica a convertirse en el folklore de nuestra civilización? Suenan Computer Love, Metal On Metal, Pocket Calculator, Trans-Europe Express
Richard Coleman explica por qué anhelaba formar parte de una banda como Sonic Youth, iluminadora de otros proyectos artísticos surgidos en los 80. El álbum Dirty (DGC, 1992) puede ser considerado, según comenta, un hito de la música sustentada por guitarras eléctricas. En Un lugar con parlantes escuchamos 100%, Sugar Kane (Dirty), Kool Thing, Dirty Boots (Goo), Winner's Blues (Experimental Jet Set, Trash and No Star).
Durante la confusa, al menos para él, transición musical desde los 80 hacia la década siguiente, Richard Coleman protagoniza una etapa dedicada a salir a bailar, solo o con amigos, y regresar de madrugada, solo o preferentemente acompañado. Así descubre el House Music, género producido por DJs para boliches y nacido en Chicago, que gana poco a poco la noche porteña de aquel tiempo contemporáneo a cuando él escucha por primera vez Screamadelica, tercer álbum de la banda escocesa. Habían nacido los 90. Escuchamos Movin' on Up, Come Together, Don't Fight It, Feel It, por Primal Scream
Gamexane, considerado entre los fundadores del punk rock argentino, fue el primer fan de Black Sabbath que Richard Coleman conoció, allá por el 89, año sabático tras la separación de Fricción y otras circunstancias. A esa anécdota le sigue otra sobre una picardía en la grabación del primer disco de LSD, Los Siete Delfines, que también abona cierta afinidad artística con la banda heavy metal fundada por Ozzy Osbourne (voz), Tony Iommi (guitarra), Geezer Butler (bajo) y Bill Ward (batería). Afinidad consagrada cuando se dio la oportunidad de disfrutar un show del grupo británico en vivo. Escuchamos N.I.B., Paranoid (Black Sabbath), Supernaut, Changes (Vol. 4)
Dos bandas que, según considera Richard Coleman, han compuesto la mejor música inglesa de los últimos 25 años. Cierta rivalidad propulsada por el fanatismo lo lleva a precisar su balance, desde los inicios del britpop. Oasis, la canción perfecta, cero riesgos, años puliendo sus temas cual zoo de cristal. Blur, todo lo contrario. Valientes exploradores, logran renovarse y superarse en cada disco. En Un lugar con parlantes escuchamos Beetlebum, Song 2 (Blur), Out of Time (Think Tank), Lonesome Street (The Magic Whip), Girls & Boys (Parklife)
Richard Coleman comenta cómo comenzó a escuchar T. Rex, banda londinense originalmente bautizada Tyrannosaurus Rex, y por qué considera que el legado de la música de Marc Bolan ha sido y será fuente de renovación en el rock. Escuchamos 20th Century Boy (Tanx), Metal Guru, Buick Mackane (The Slider), Girl, Get It On (Electric Warrior)
La afiliación de Richard Coleman al rock durante su pubertad queda apuntalada por elementos intrínsecos, vivencias cercanas a la familia y al colegio, oportunidades para descubrir a través del cine y la música sensaciones que hoy considera fundacionales. De allí que deduce, Live and Let Die fue su primer riff y Paul McCartney & Wings fue la banda de su infancia, conclusión a la que arriba cuando llega a sus manos el álbum Band On The Run (Banda en Fuga) Escuchamos Band On The Run, Bluebird, Jet, Nineteen Hundred and Eigthy Five, Live and Let Die, este último tema de la banda de sonido de Vive y deja morir, debut de Roger Moore como James Bond, agente 007.
"La primera vez que oí hablar de los Chili Peppers fue por Dani Castro, nos habíamos encontrado de casualidad en casa de Peluca (Carlos Goldsack), ex manager de Fricción y siempre amigo. Su madre, Nora, es profesora de inglés, y por aquella época, año 90, le daba clases a Dani". Así comienza Richard Coleman su columna, cómo fue descubriendo a la banda californiana y sus influencias sobre la grabación del primer disco de Los Siete Delfines (LSD). Escuchamos The Power Of Equality, Breaking The Girl, Blood Sugar Sex Magik, Under the Bridge (Red Hot Chili Peppers)
Richard Coleman quedó extasiado, seducido cuando escuchó The Downward Spiral (1994) de Nine Inch Nails, NIN Considera a ese disco entre los más influyentes de aquella década y enumera a su vez influencias sobre el líder Trent Reznor. Perfecto, dice, el álbum traía nuevos sonidos, grandes climas, un cantante súper expresivo, letras directas y sugerentes a la vez, con una distorsión utilizada como nunca antes y novedosas instrumentaciones que alejan a la banda de Claveland del encansillamiento en el rock industrial.
Cuando Richard Coleman y Horacio Gamexane Villafañe coinciden en el armado de una banda, la bautizan Los Siete Delfines, en un juego de palabras a partir del cual sobresale la sigla, no casual, LSD. En épocas del dato que vuela de boca en boca, de reuniones tribales alrededor del vinilo y luego del cassette, los dos coinciden, además, en descubrimientos. Les gustaba The Clash, les gustaba Bauhaus, les gusta entonces Love and Rockets, de hecho temas como The Teardrop Collector y Motorcycle terminan por definir la factibilidad del nuevo grupo argentino. Cuenta Richard que años después viaja a Los Ángeles con el propósito de conseguir la producción de Daniel Ash para un nuevo disco cuyo demo porta en DAT y pasa a CD. De aquella epifanía no regresa con las manos vacías. Playlist: Ball of Confusion, No Big Deal, So Alive, Motorcycle, Love and Rockets; Post Crucifixión, Los Siete Delfines
Richard Coleman rememora cómo conoce a Andrés Calamaro por insistencia de Fernando Samalea. Las apariencias, la onda, el palo de cada cual no vaticinaban un futuro en común a los recién presentados. Sin embargo, además de la posibilidad de tocar juntos se da el intercambio de libros y música. Por esa vía Richard llega a Tom Waits cuando acaba de salir Rain Dogs (1985, Island Records), aunque la cara del músico estampada en el disco le resulta familiar, la saca de otra parte. Andrés lo guía entonces a despejar la duda: ¿Viste Rumble Fish? En el film de Francis Ford Coppola, en español llamado La ley de la calle y con banda de sonido de Stewart Copeland, la clave es cercana a Motorcycle Boy, el personaje que hace Mickey Rourke. Playlist: Heartattack And Vine, Clap Hands, Goin' Out West, Downtown
Richard Coleman recuerda haber escuchado el primer disco de la cantante inglesa con interés y atención hacia una visión femenina extremista. Así fue como PJ Harvey quedó en su percepción del lado de Patti Smith, tal vez por esa intensidad del decir y el sonido garaje. Posteriormente vino la salida del álbum To Bring You My Love (1995), aquí explica por qué considera que significó la consagración de la artista. Playlist: The Wind (Is This Desire?), The Words That Maketh Murder (Let England Shake), A Place Called Home (Stories from the City, Stories from the Sea), The Devil (White Chalk), Down by the Water (To Bring You My Love)
La aparición de XTC en la discografía coleccionada por Richard Coleman se inscribe, según comenta, entre casos afortunados promovidos por una tapa que vende, como la de Drums and Wires. Tapa híper moderna para aquella época ochentista. Los créditos del álbum agregan datos más que interesantes: ingeniería y producción discográfica Hugh Padgham y Steve Lillywhite, responsables, entre otras cosas, del gran disco de Peter Gabriel, Gabriel III. XTC se integró rápidamente a su era post punk, dice Richard que el camino continuó hacia una copia en cassette de Black Sea (1980), el disfrute de maravillosas polirritmias provenientes de las guitarras de Andy Partridge y Dave Gregory. Corría 1982, en su primer ensayo con Soda Stereo -su primer encuentro con Gus, además-, repasando data Gustavo Cerati le pregunta: ¿Conocés XTC? Respuesta obvia: ¿Vos también? Playlist: Respectable Street, General and Majors, Wake Up, Making Plans For Nigel.
Feo, feo título, un crimen de sentido más, producto de la traducción al español que supo estar impuesta por las discográficas. Richard Coleman cuenta que, en pleno desarrollo de su eclecticismo melomaníaco, se topó en bateas con un disco supuestamente llamado La lógica del bizcocho, aunque en realidad se trataba de Pretzel Logic (1974), de Steely Dan, cuyo cofundador Walter Becker murió hace unos días. Steely Dan III from Yokohama es un particular consolador a vapor mencionado por William Burroughs en su novela El almuerzo desnudo. El grupo neoyorquino le rinde tributo, entonces Coleman se pregunta cómo puede ser que una banda de música tan complaciente haga referencia a un libro del escritor venerado por el heavy metal y el punk rock, dueño de conceptos controversiales sobre la droga y la homosexualidad. Steely Dan (la banda) tuvo influencia, según remarca, sobre artistas del rock nacional en los 70, dentro de esa línea destaca el álbum Clics modernos y detalla su experiencia con los arreglos para guitarra del tema No soy un extraño con vistas a la gira 1986 de Charly García. También comparte anécdota de cuando recibió como regalo para su cumpleaños número 16, dentro de un diseño de arte personalizado, el vinilo Aja, el mismo que hoy, escuchado cuatro décadas después, mantiene un estándar de calidad difícil de alcanzar. Playlist del programa: Rikki Don't Lose That Number, Any Major Dude Will Tell You, Aja, Steely Dan; Plateado sobre plateado, Charly García.
Entre las anécdotas de su primer año en el colegio secundario Richard Coleman suele recordar especialmente andanzas en esa disquería tipo cueva ubicada en una galería porteña de Cabildo esquina Juramento. En su buena predisposición para atender gustos que agrupan o etiquetan en épocas de música progresiva, sin negarse a lo desconocido, encuentra el origen de un eclecticismo del que hace gala. Año 1975, pide al vendedor recomendaciones. Le hacen escuchar Selling England by the Pound (Vendiendo Inglaterra por una libra) de Génesis; admite que algo no le gusta. Entonces, otro intento da vueltas bajo la púa. A Night at the Opera (Una noche en la ópera) de un conjunto también británico llamado Queen. ¡Esto es rock! ¡Vendido! Una compra muy anticipada al éxito internacional del álbum. Sonidos que aún hoy sigue descubriendo y disfrutando al presentar Death on Two Legs, Sweet Lady, I`m In Love With My Car, '39.
La banda nacida en Jacksonville, Florida, a mediados de los ’60, suele difundir la transcripción para quien guste confirmar la fonética de su nombre. Richard Coleman recuerda cómo lo pronunciaba él durante su adolescencia, en un contexto durante el cual sucedían otros equívocos idiomáticos; a los 13 años agregó a su colección Second Helping (1974), título traducido por las discográficas para el público argentino como Segunda ayuda, cuando el original en inglés alude a “segundo plato”, es el álbum número dos de Lynyrd Skynyrd. ¿Qué pasaba cuando lo escuchaba? “Fundamentalmente sucedía el rock ya desde la tapa, donde un montón de hippies urbanos con cara de pocos amigos dejan a los forajidos de Guns N' Roses como una bandita de Disney, hasta esa especie de himno nacional sureño que cierra el disco, la antológica canción Free Bird, ese eterno solo de tres guitarristas no ha sido superado en la historia del rock, ese rock que sostiene la bandera confederada ha dado además un abanico de subgéneros”. Sureño al fin, el rock nacional hizo espacio a esta influencia. En Un lugar con parlantes se mencionan por ejemplo a la banda Dulces 16 y al “homenaje involuntario” de Serú Girán en Encuentro con el diablo, que “cita musicalmente, para decirlo de manera elegante”, a Sweet Home Alabama, clásico de Lynyrd Skynyrd.
"Creo que fue allá por 1991 cuando una chica que apenas estaba conociendo, y ya me desvelaba, me preguntó: ¿Te gusta Metallica?", recuerda Richard Coleman. Tomando este punto de partida, hace flashback para evocar sensaciones experimentadas al escuchar por primera vez un disco de la banda estadounidense, capaz de transportarlo al éxtasis, dotarlo de superpoderes, cargarlo de energía, despertarle admiración por sus músicos y la calidad de sonido lograda. Playlist: Enter Sandman, Wherever I May Roam, Sad But True, The Unforgiven.
Mientras escuchamos New Life, Just Can't Get Enough, Love In Itself y Fly On The Windscreen, Richard Coleman recuerda que hacia 1982 Depeche Mode era una banda Techno Pop del montón, él debía escucharla para entender el futuro de la música. A partir de ese puntapié reflexiona sobre la novedosa manera de hacer canciones, los recursos electrónicos de arreglos característicos de una generación. Desde aquellos sonidos programados pseudo científicos a las etapas New Wave y New Romantic, teniendo en cuenta que la era digital le tendió una trampa al Synth Pop cuando se abandonó la tecnología analógica al llegar el midi y más tarde el sampler, empleado magistralmente por el mismo grupo británico, de gran influencia para quienes entienden que el audio es un elemento tan expresivo como cualquier instrumento humano.
“Producido, arreglado, compuesto e interpretado por Prince”, detallan los créditos del quinto álbum en estudio del músico nacido en Minneapolis (Warner Bros Records, 1982). Richard Coleman extrae el tesoro de su colección personal, comenta que en su adolescencia le despertaron curiosidad los discos grabados por una sola persona, el método multiintrumentista en el cual predomina el uso de sintetizadores cubriendo cada rol. Siguiendo ese camino descubre 1999 y recuerda su fascinación al escucharlo. Durante el segmento suenan Let's Go Crazy, Raspberry Beret, Purple Rain, Something In The Water.
Ante la tormenta de nuevas bandas darks y post-punk de los 80s y 90s, muchas con apenas un tema rescatable, Richard Coleman recuerda cómo llegó a Joy de Ultra Vivid Scene.
Wish You Were Here fue el primer disco de la banda británica que Richard Coleman sumó a su colección de rock progresivo. Por entonces tenía 13 años, hoy admite que durante bastante tiempo estuvo entre las personas que creían que el nombre del líder era Pink, un tal Pink Floyd. Viajando a través del tiempo y el espacio cuenta influencias de la música psicodélica sobre proyectos artísticos muy cercanos, como el intercambio con Gustavo Cerati de ideas expresadas en Fuerza natural.
"Busco tecladista equipado con sintetizadores que escuche Ultravox, David Bowie, Brian Eno, para conversar y hacer un poco de música", publicó Richard Coleman en los avisos de El Expreso Imaginario. Le respondieron dos Danieles; uno de Mar del Plata y uno más cercano, de Flores. Hoy en Un lugar con parlantes, Richard nos cuenta quién es este Daniel, equipadísimo, y todo lo que conoció gracias a él.
Richard Coleman se remonta al inicio de los tiempos, ya desde Diamond Dogs a mediados de los 70 se decía que David Bowie le robaba ideas a un protegido que luego resultó ser James Newell Osterberg Jr. nacido en Michigan, el cantante, compositor y productor conocido como Iggy Pop. ¿Hablamos también del inventor del punk rock? Genialidades artísticas en sociedad o en combate con rumores sobre poetas malditos, el paralelismo cuando se invoca a Lou Reed.
Con Heartbeat, Richard Coleman recuerda la primera vez que escuchó King Crimson y cómo pensó, otra vez, que estaba frente a la música del futuro.
"Parecen los Stones de la primera época", le dijeron a Richard sobre Television, y eso no le llamó la atención para nada. Eventualmente, los escuchó por la suya, y no por la recomendación del novio de la hermana de su mejor amigo, a quién trataba de emular. Eso le abrió la puerta, de primera mano y en el momento en que estallaba en New York, al New Wave, y a artistas como Patti Smith y David Byrne. Hoy en Un lugar con parlantes, Richard cuenta su primer acercamiento a Marquee Moon y cómo, más directa que indirectamente, este disco influenció su carrera.