Gabinete de curiosidades del Doctor Plusvalías

Follow Gabinete de curiosidades del Doctor Plusvalías
Share on
Copy link to clipboard

Un cuarto de maravillas, una habitación sonora donde recogemos los objetos raros y fascinantes que vamos encontrando en nuestro transitar por la vida. Esos hechos extraños y sorprendentes que nos enseñan que la realidad no tiene por qué estar siempre tan segura de si misma, que hay otras formas de v…

Carlos Plusvalias


    • Jan 19, 2022 LATEST EPISODE
    • infrequent NEW EPISODES
    • 12m AVG DURATION
    • 135 EPISODES


    Search for episodes from Gabinete de curiosidades del Doctor Plusvalías with a specific topic:

    Latest episodes from Gabinete de curiosidades del Doctor Plusvalías

    La gran redada de Fernando VI

    Play Episode Listen Later Jan 19, 2022 9:55


    La noche del 30 de julio de 1749, Fernando VI, bajo la supervisión del Marqués de la Ensenada, intentó eliminar a todos los gitanos de España. En una noche detuvieron a entre 9000 y 12000 gitanos que fueron separados por sexos para evitar su reproducción. Los hombres fueron obligados a trabajar en los arsenales y las mujeres fueron confinadas en fábricas y prisiones. La gran redada duró 16 años, hasta que Carlos III indultó a los romaníes.

    La tregua de navidad

    Play Episode Listen Later Dec 26, 2021 9:53


    En 1914, pensando que sería en cuestión de semanas, Europa se embarcó en una guerra suicida que duraría casi un lustro. El día de navidad de 1914, en el inhóspito invierno de Flandes, en Ypres, los soldados de uno y otro bando, sin contar con sus jefes, declararon una tregua y celebraron juntos la navidad. Juntos bebieron, charlaron y hasta jugaron al fútbol, antes de volver a sus trincheras para continuar matándose. El alto mando de los dos bloques tomó medidas para que no volviera a repetirse esa tan poco marcial confraternización con el enemigo.

    El hombre pez de Liérganes

    Play Episode Listen Later Sep 15, 2021 9:54


    Como cada día, la víspera de San Juan de 1674, Francisco de la Vega Casar se fue a nadar, pero ese día no volvió y le dieron por muerto. Cinco años después un extraño ser acuático cayó en las redes de unos pescadores de Cádiz. El ser resultó ser un hombre, el mismo que había desaparecido en Liérganes (Cantabria). Francisco, el Hombre pez de Liérganes, estuvo dos años con su madre y sus hermanos andes de volver a desaparecer para siempre. Emitido originalmente el 31/10/2018

    John el Pintor, el primer terrorista moderno

    Play Episode Listen Later Sep 10, 2021 9:57


    El escocés John el Pintor fue durante 15 años un muerto didáctico que avisaba desde el mástil de mesana de la fragata HMS Arethusa del destino reservado a los bribones como él. De vivo fue salteador de caminos, ladrón de tiendas, ratero, chorizo, descuidero, mangante y ladrón en general. En EEUU descubrió la revolución y de vuelta a Inglaterra se convirtió en incendiario de astilleros en apoyo de la revolución americana y de la perpetuación de su nombre. Emisión original: 20 de marzo de 2018

    El club de los glotones de Charles Darwin

    Play Episode Listen Later Sep 2, 2021 9:55


    En sus tiempos de estudiante en Cambridge, Darwin formó parte del Club de los glotones, que tenía por objetivo degustar todos y cada uno de los pájaros y bestias que han sido conocidos por el paladar humano. El club se disolvió pero Darwin mantuvo el espíritu durante toda su vida. Emitido originalmente. 15 de enero de 2018

    Las dos Marías de Compostela

    Play Episode Listen Later Aug 23, 2021 9:55


    Las hermanas Coralia y Maruxa Fandiño eran las locas más famosas de Compostela. Cada día, a las dos en punto, salían a pasear por el centro de la capital gallega. Esqueléticas, sin dientes, vestidas con telas brillantes y coloridas y maquilladas como máscaras, piropeaban a los estudiantes que salían de clase para ir a comer. Detrás de la excéntrica pareja, había una oscura y cruel historia de represión en la postguerra. Emitido originalmente 5/4/2018

    El Cegarrucho, un carterista fino

    Play Episode Listen Later Mar 28, 2021 9:52


    José Lara Padilla fue el prestigioso carterista maño y miope “El Cegarrucho” que operó en Barcelona en los años 40 y 50 del siglo pasado. El comisario Tomás Gil Llamas lo retrató en su libro La ley contra el crimen, y hoy nos contará los intríngulis de su oficio.

    El hombre que se comió a sí mismo

    Play Episode Listen Later Dec 31, 2020 10:00


    Benjamín Garrote de Pedro fue un carpanta asturiano que aprovechó su capacidad estomacal para ganar apuestas de glotones. No había vanidad en ello, sino hambre, gusa y gazuza, y el día que había de comer había que lanzarse a por ello, por si había mañana y no de comer. Quien nunca pudo saciar su hambre fue Eresictón, el rey de Tesalia, cuyo egoísmo fue castigado por la diosa Deméter. Eresictón sólo consiguió acabar con su problema comiéndose a sí mismo. Eso sí, se quedó con hambre.

    El hombre que se comió a sí mismo

    Play Episode Listen Later Dec 31, 2020 10:00


    Benjamín Garrote de Pedro fue un carpanta asturiano que aprovechó su capacidad estomacal para ganar apuestas de glotones. No había vanidad en ello, sino hambre, gusa y gazuza, y el día que había de comer había que lanzarse a por ello, por si había mañana y no de comer. Quien nunca pudo saciar su hambre fue Eresictón, el rey de Tesalia, cuyo egoísmo fue castigado por la diosa Deméter. Eresictón sólo consiguió acabar con su problema comiéndose a sí mismo. Eso sí, se quedó con hambre.

    La grandeza del general Pulgarcito

    Play Episode Listen Later Jun 25, 2020 9:57


    Charles Sherwood Straton, más conocido como el General Tom Thumb, General Pulgarcito, fue la mayor estrella del gran circo de Phineas T. Barnum, pese a que la mayor estatura que consiguió fue de 1,02 m. Sus imitaciones de Napoleón, su natural simpatía y el talento para el marketing de Barnum le hicieron muchimillonario y famoso en medio mundo.

    La grandeza del general Pulgarcito

    Play Episode Listen Later Jun 25, 2020 9:57


    Charles Sherwood Straton, más conocido como el General Tom Thumb, General Pulgarcito, fue la mayor estrella del gran circo de Phineas T. Barnum, pese a que la mayor estatura que consiguió fue de 1,02 m. Sus imitaciones de Napoleón, su natural simpatía y el talento para el marketing de Barnum le hicieron muchimillonario y famoso en medio mundo.

    El Cabarert de la Muerte del Paral.lel

    Play Episode Listen Later Jun 10, 2020 9:56


    Un misterioso anuncio de periódico revelaba la existencia del Cabaret de la Muerte en el número 72 del Paralelo barcelonés. No tenemos descripción de un establecimiento que presumía de utilizar 30.000 ataúdes al día, pero podemos sospechar que estaba inspirado en el Cabaret du Néant, el Cabaret de la Nada, que en Montparnasse fundaron los ilusionistas Antonin Dorvile y Georges Meliès. Con la realización técnica de elena Ojeda y la actuación de Xisco Rojo, África Egido, Carlos Lapeña y Elena Ojeda. Un programa escrito y dirigido por Carlos Lapeña.

    El Cabarert de la Muerte del Paral.lel

    Play Episode Listen Later Jun 10, 2020 9:56


    Un misterioso anuncio de periódico revelaba la existencia del Cabaret de la Muerte en el número 72 del Paralelo barcelonés. No tenemos descripción de un establecimiento que presumía de utilizar 30.000 ataúdes al día, pero podemos sospechar que estaba inspirado en el Cabaret du Néant, el Cabaret de la Nada, que en Montparnasse fundaron los ilusionistas Antonin Dorvile y Georges Meliès. Con la realización técnica de elena Ojeda y la actuación de Xisco Rojo, África Egido, Carlos Lapeña y Elena Ojeda. Un programa escrito y dirigido por Carlos Lapeña.

    Abram Gannibal, un negro en la corte del Zar

    Play Episode Listen Later Jun 3, 2020 9:55


    Gannibal, hijo de un noble menor africano, fue secuestrado con 7 años, entregado al sultán de Estambul que lo regaló al zar Pedro I el Grande. El Zar pensaba que un niño negro, un salvaje incivilizado, podía ser tan diestro en artes y ciencias como un ruso si recibía una buena educación. Gannibal fue general y gobernador en Rusia, demostrando que el zar estaba en lo cierto. No contento con eso, fue el bisabuelo negro del eterno poeta Pushkin.

    Abram Gannibal, un negro en la corte del Zar

    Play Episode Listen Later Jun 3, 2020 9:55


    Gannibal, hijo de un noble menor africano, fue secuestrado con 7 años, entregado al sultán de Estambul que lo regaló al zar Pedro I el Grande. El Zar pensaba que un niño negro, un salvaje incivilizado, podía ser tan diestro en artes y ciencias como un ruso si recibía una buena educación. Gannibal fue general y gobernador en Rusia, demostrando que el zar estaba en lo cierto. No contento con eso, fue el bisabuelo negro del eterno poeta Pushkin.

    Pannonica, la baronesa del jazz

    Play Episode Listen Later May 27, 2020 9:55


    La baronesa Pannonica Rothschild fue protectora y mecenas de todos los músicos del nuevo jazz de Nueva York. Heredera de una gran fortuna fue una más entre Thelonius Monk, Miles Davis, Art Blakey, Bud Powell o Gigi Gryce. Su casa fue refugio de Monk, testigo de innumerables jams y de la muerte de risa de Charlie Parker.

    Pannonica, la baronesa del jazz

    Play Episode Listen Later May 27, 2020 9:55


    La baronesa Pannonica Rothschild fue protectora y mecenas de todos los músicos del nuevo jazz de Nueva York. Heredera de una gran fortuna fue una más entre Thelonius Monk, Miles Davis, Art Blakey, Bud Powell o Gigi Gryce. Su casa fue refugio de Monk, testigo de innumerables jams y de la muerte de risa de Charlie Parker.

    GDC 4X7. El gallego rey de los jíbaros. Capítulo 2

    Play Episode Listen Later May 20, 2020 56:30


    La semana pasada dejamos al gallego Alfonso Graña abandonando Iquitos para ver qué había río arriba. Unos le dijeron que no había nada y otros que estaban los indios más fieros de toda América, los terribles indios jíbaros, los reductores de cabezas e imposibles a toda civilización.Tenían razón los segundos: río arriba había jíbaros, de los agarunas y de los huambisas, y tampoco eran tan terribles. Pero sobre todo había selva, mucha selva. La suficiente como para pasar allí toda la vida. De entre los inexpugnables jíbaros, Graña conquistó primero el corazón de la hija del jefe huambisa Samaren III. Un corazón que seguro que tenía nombre, pero nadie se molestó en apuntarlo. Luego, como sabía hacer cosas tales como molinos o sacar sal, y aguantaba como un bravo las picaturas de las tarántulas y los embites delos rápido del río Marañón en el Pongo de Manseriche, se ganó a todos los demás. Como diría Frank Sinatra, los civilizó a su manera, que quizás no sea la forma más civilizada de hacerlo. En los últimos 1920s y en los primeros 30s, Graña dominaba un basto territorio amazónico y cinco mil jíbaros aparcaban sus diferencias para hacer lo que decía. La Standard Oil de Rockefeller negoció con él la extracción de petróleo en el Alto Marañón y protegió a otros «cristianos» que quisieron explorar aquella selva ignota. Cada año bajaba a Iquitos rodeado de indios y comerciaba con sus cosas de la selva. Llevaba a los jíbaros al cine, a comer helados y a montar en la furgoneta Ford de su paisano Cesáreo Mosquera, que era librero, masón y hombre curioso. Con su máquina de escribie, Mosquera capturó muchas entrevistas a Graña en las que describía el mundo de los jíbaros. En noviembre de 1934, un fulminante cáncer de estómago, dejó a Galicia carente de reyes y a los jíbaros sin curaca. Grabado a gran distancia, como que cada uno estaba en su casa, por Elena Ojeda, Xisco Rojo, Sergio delgado, Eugenio Hernández, Juan Diego Yanda, Carlos Lapeña y África Egido. Un programa escrito y dirigido por Carlos Lapeña.

    GDC 4X7. El gallego rey de los jíbaros. Capítulo 2

    Play Episode Listen Later May 20, 2020 56:30


    La semana pasada dejamos al gallego Alfonso Graña abandonando Iquitos para ver qué había río arriba. Unos le dijeron que no había nada y otros que estaban los indios más fieros de toda América, los terribles indios jíbaros, los reductores de cabezas e imposibles a toda civilización.Tenían razón los segundos: río arriba había jíbaros, de los agarunas y de los huambisas, y tampoco eran tan terribles. Pero sobre todo había selva, mucha selva. La suficiente como para pasar allí toda la vida. De entre los inexpugnables jíbaros, Graña conquistó primero el corazón de la hija del jefe huambisa Samaren III. Un corazón que seguro que tenía nombre, pero nadie se molestó en apuntarlo. Luego, como sabía hacer cosas tales como molinos o sacar sal, y aguantaba como un bravo las picaturas de las tarántulas y los embites delos rápido del río Marañón en el Pongo de Manseriche, se ganó a todos los demás. Como diría Frank Sinatra, los civilizó a su manera, que quizás no sea la forma más civilizada de hacerlo. En los últimos 1920s y en los primeros 30s, Graña dominaba un basto territorio amazónico y cinco mil jíbaros aparcaban sus diferencias para hacer lo que decía. La Standard Oil de Rockefeller negoció con él la extracción de petróleo en el Alto Marañón y protegió a otros «cristianos» que quisieron explorar aquella selva ignota. Cada año bajaba a Iquitos rodeado de indios y comerciaba con sus cosas de la selva. Llevaba a los jíbaros al cine, a comer helados y a montar en la furgoneta Ford de su paisano Cesáreo Mosquera, que era librero, masón y hombre curioso. Con su máquina de escribie, Mosquera capturó muchas entrevistas a Graña en las que describía el mundo de los jíbaros. En noviembre de 1934, un fulminante cáncer de estómago, dejó a Galicia carente de reyes y a los jíbaros sin curaca. Grabado a gran distancia, como que cada uno estaba en su casa, por Elena Ojeda, Xisco Rojo, Sergio delgado, Eugenio Hernández, Juan Diego Yanda, Carlos Lapeña y África Egido. Un programa escrito y dirigido por Carlos Lapeña.

    GDC 4X6. El gallego rey de los jíbaros. Capítulo 1

    Play Episode Listen Later May 13, 2020 43:01


    La emigración gallega está llena de historias extraordinarias, de triunfos y fracasos, de ruinas y fortunas. De entre los triunfadores, algunos volvieron y plantaron palnmeras, construyeron hoteles, fundaron escuelas y embrearon carreteras. Otros se eternizaron en su nueva tierra, se acriollaron y llegaron a generales o incluso a presidentes. Pero ninguno entre los hijos de Galicia llegó a dignidad más alta que la que alcanzó el avionense Alfonso Graña en el Alto Marañón, en lo más profundo del Amazonas peruano. Lo documentó en el Ya, Víctor de la Serna, el periodista falangista que lo bautizó como Alfonso I de la Amazonía: «Alfonso Graña, el español que reina como señor único, por encima de tratados y fronteras, sobre un territorio tan extenso como España, allí donde se parten en dos el mundo, la noche y el día.» No sabemos cuando se inauguró su reinado sobre los jíbaros amazónicos, esos que alcanzaron renombre mundial por su afición por reducir cabezas y por ser imposibles a toda civilización. Con el mismo ánimo que en los estertores del siglo XIX dejó atrás su Avión natal, un día de 1922, cuando la fiebre del caucho ya no necesitaba de cataplasmas, abandonó Iquitos, el primer puerto del Amazonas peruano, y se adentró en la selva en busca de un porvenir o de algo de comer. Pasaron muchos años antes de que nadie volviera a saber de él. Alfonso Graña nació en Amuidal, en el conceyo de Avión y en la provincia de Ourense. Era 1878, A diferencia de la mayoría de sus hermanos, esquivó las epidemias y resistió el hambre. Ganó así la oportunidad de huir. No quiso ser original. A Madrid no podía ir, no eran aún tiempos en los que un analfabeto pudiera ser ministro, y había que subir muchos puertos para llegar a una fábrica de Bilbao o Barcelona. El camino más directo requerí subir solo un puerto, el de Vigo. Se decía que en Argentina se comía carne todos los días. Carne todos los días. Tenía más magnetismo que el oro. Pero Graña no fue a Argentina, ni siquiera a Cuba, que aún era un destino nacional. Brasil necesitaba colonos para el Amazonas. Los papeles estaban arreglados. Figúrate, si hasta te pagaban el pasaje. En cuarta, pero a caballo regalado… Graña entró en el orden y el progreso por Belém de Para. Fue una escala antes de llegar al epicentro de la fiebre del caucho, Manaos. Manaos era la ciudad más rica y moderna de su tiempo. Las casas tenían luz y agua, en su ópera cantaba Carusso y los tranvías eran eléctricos, no como los de Nueva York que eran arrastrados por bestias. La ropa de Manaos se lavaba en Portgal y había más putas que en la imaginaria Mahagonny. Un día los ingleses, que no estaban en contra de los monoplios pero que preferían que fueran de su propiedad, robaron la semilla de la serengueira, la plantaron en Malasia al borde de las carreteras y jodieron la exclusiva sudamericana en el negocio del látex. Los altos costes de sacar cosas de la selva hicieron lo demás. En poco más de una década nadie recordaba la edad de oro de Iquitos o de Manaos. Graña vivió del caucho en Manaos. También en Iquitos. Quizás llegó antes, pero en 1910 ya era habitante del centro del látex peruano. En los últimos años diez ya no se ataban los perros con longaniza, pero aún se podía vivir. Además, con su paisano Cesáreo Mosquera, el dueño de la librería Amigos del país, Graña aprendió a leer los carteles que avisaban de que en Iquitos no había futuro. Así llegamos a ese día de 1922 en el que Graña preguntó a alguien que qué había río arriba. Como unos le dijeron que nada y otro que los terribles indios jíbaros que a todos los «cristianos» les hacían mondongo, nuestro hombre se fue a comprobarlo por sí mismo. Eso sí, para saber lo que vió, tendremos que esperar a la próxima semana. Grabado, cada uno en su casa, por Elena Ojeda, Xisco Rojo, Eugenio Hernández, Carlos Lapeña, Sergio Delgado, Juan Diego Yanda y África Egido. Un programa escrito y dirigido por Carlos Lapeña.

    GDC 4X6. El gallego rey de los jíbaros. Capítulo 1

    Play Episode Listen Later May 13, 2020 43:01


    La emigración gallega está llena de historias extraordinarias, de triunfos y fracasos, de ruinas y fortunas. De entre los triunfadores, algunos volvieron y plantaron palnmeras, construyeron hoteles, fundaron escuelas y embrearon carreteras. Otros se eternizaron en su nueva tierra, se acriollaron y llegaron a generales o incluso a presidentes. Pero ninguno entre los hijos de Galicia llegó a dignidad más alta que la que alcanzó el avionense Alfonso Graña en el Alto Marañón, en lo más profundo del Amazonas peruano. Lo documentó en el Ya, Víctor de la Serna, el periodista falangista que lo bautizó como Alfonso I de la Amazonía: «Alfonso Graña, el español que reina como señor único, por encima de tratados y fronteras, sobre un territorio tan extenso como España, allí donde se parten en dos el mundo, la noche y el día.» No sabemos cuando se inauguró su reinado sobre los jíbaros amazónicos, esos que alcanzaron renombre mundial por su afición por reducir cabezas y por ser imposibles a toda civilización. Con el mismo ánimo que en los estertores del siglo XIX dejó atrás su Avión natal, un día de 1922, cuando la fiebre del caucho ya no necesitaba de cataplasmas, abandonó Iquitos, el primer puerto del Amazonas peruano, y se adentró en la selva en busca de un porvenir o de algo de comer. Pasaron muchos años antes de que nadie volviera a saber de él. Alfonso Graña nació en Amuidal, en el conceyo de Avión y en la provincia de Ourense. Era 1878, A diferencia de la mayoría de sus hermanos, esquivó las epidemias y resistió el hambre. Ganó así la oportunidad de huir. No quiso ser original. A Madrid no podía ir, no eran aún tiempos en los que un analfabeto pudiera ser ministro, y había que subir muchos puertos para llegar a una fábrica de Bilbao o Barcelona. El camino más directo requerí subir solo un puerto, el de Vigo. Se decía que en Argentina se comía carne todos los días. Carne todos los días. Tenía más magnetismo que el oro. Pero Graña no fue a Argentina, ni siquiera a Cuba, que aún era un destino nacional. Brasil necesitaba colonos para el Amazonas. Los papeles estaban arreglados. Figúrate, si hasta te pagaban el pasaje. En cuarta, pero a caballo regalado… Graña entró en el orden y el progreso por Belém de Para. Fue una escala antes de llegar al epicentro de la fiebre del caucho, Manaos. Manaos era la ciudad más rica y moderna de su tiempo. Las casas tenían luz y agua, en su ópera cantaba Carusso y los tranvías eran eléctricos, no como los de Nueva York que eran arrastrados por bestias. La ropa de Manaos se lavaba en Portgal y había más putas que en la imaginaria Mahagonny. Un día los ingleses, que no estaban en contra de los monoplios pero que preferían que fueran de su propiedad, robaron la semilla de la serengueira, la plantaron en Malasia al borde de las carreteras y jodieron la exclusiva sudamericana en el negocio del látex. Los altos costes de sacar cosas de la selva hicieron lo demás. En poco más de una década nadie recordaba la edad de oro de Iquitos o de Manaos. Graña vivió del caucho en Manaos. También en Iquitos. Quizás llegó antes, pero en 1910 ya era habitante del centro del látex peruano. En los últimos años diez ya no se ataban los perros con longaniza, pero aún se podía vivir. Además, con su paisano Cesáreo Mosquera, el dueño de la librería Amigos del país, Graña aprendió a leer los carteles que avisaban de que en Iquitos no había futuro. Así llegamos a ese día de 1922 en el que Graña preguntó a alguien que qué había río arriba. Como unos le dijeron que nada y otro que los terribles indios jíbaros que a todos los «cristianos» les hacían mondongo, nuestro hombre se fue a comprobarlo por sí mismo. Eso sí, para saber lo que vió, tendremos que esperar a la próxima semana. Grabado, cada uno en su casa, por Elena Ojeda, Xisco Rojo, Eugenio Hernández, Carlos Lapeña, Sergio Delgado, Juan Diego Yanda y África Egido. Un programa escrito y dirigido por Carlos Lapeña.

    El circo de rarezas de Phineas Barnum

    Play Episode Listen Later May 6, 2020 9:57


    Phineas Taylor Barnum era un maestro del engaño. Su circo museo en Nueva York hizo las delicias de los espectadores con rarezas humanas como el General Pulgarcito, la niñera de George Washington, la mujer barbuda o los siameses Chang y Eng.

    El circo de rarezas de Phineas Barnum

    Play Episode Listen Later May 6, 2020 9:57


    Phineas Taylor Barnum era un maestro del engaño. Su circo museo en Nueva York hizo las delicias de los espectadores con rarezas humanas como el General Pulgarcito, la niñera de George Washington, la mujer barbuda o los siameses Chang y Eng.

    El indulto del toro Civilón

    Play Episode Listen Later Apr 29, 2020 9:56


    En 1936, la revista gráfica Estampa relató el extraño caso del toro Civilón, una res brava domesticada por una niña salmantina que se dejaba acariciar por humanos. Civilón, negro, lucero y meano, era el último superviviente de los cinco vástagos de la vaca Civilona y el toro más macarra dela ganadería de Juan Cobaleda. Su afición a las peleas simultáneas, al estilo de gran maestro del ajedrez, con varios de sus congéneres le hizo llegar a toro. Enfrentado a tres de sus vecinos, fue objeto de una limpia herida de asta en el cuello que justificó, con un parte de baja reglamentario por unas lesiones que tardó tres meses en sanar, su inasistencia a la novillada en Valencia que figuraba como punto final de la biografía de su sino. Ver la muerte de tan cerca y tres meses de sopitas y buen vino hicieron recapacitar al macarra Civilón sobre los placeres de la amistad, la cooperación y la buena compañía. Pero por noble y bravo que fuera, no era labor sencilla reconquistar la confianza perdida de aquellos semejantes con los que había llegado a los cuernos. Quizás por pereza o tal vez por longanimidad, pero, en cualquier caso, dando un susto morrocotudo a gañanes y mayoral, rompió con los prejuicios de especie y se acercó manso y afable, a la risueña y despreocupada niña Carmelilla Cobaleda, que aún no había cumplido los ocho años y era la menor de las hijas del ganadero Juan Cobaleda. Ni los recelos más ancestrales ni los miedos más arraigados pueden frenar el encuentro entre dos inocentes ajenos a la cultura. El ansia de la bestia por ser acariciada por vez primera no puede competir con el deseo de la bella por acariciarla. No hay lugar para la competencia cuando solo vale el empate. El miedo de los gañanes intentó impugnar el encuentro, evitarlo a toda costa, pero la cultura pesa y el amor es más ligero. Carmelilla peinó con la mano la suave testuz de Civilón y el toro descubrió que las caricias dan más gustirrinín que las cornadas. – ¡Vaya tontería! –pensarán ustedes. Después de visto, todo el mundo es listo, pero hay que saberlo y el único superviviente de los hijos de la vaca Civilona, no lo sabía hasta entonces. Como tampoco sabía que los arrumacos de otros niños podían ser tan gozosos como los de Carmelilla. Cuando lo descubrió se dió cuenta de que estaba perdido y buscó en la dehesa manos amigas con la misma urgencia que un adicto reciente busca al repartidor de caramelos en la puerta del colegio. Un toro amigo de los niños, una bestia ignorante que come hierba mansamente de la mano de cualquiera. Esa es la noticia que todos quieren leer, pensó Javier Sánchez Ocaña, el priodista más azucarado del hebdomadario gráfico Estampa, y con él de la España de la II república, que no ignoraba el éxito de La historia de Ferdinand, el best seller del norteamericano Munro Leaf. A raíz de la publicación del reportaje se desató una gran campaña para evitar la muerte del toro amable. Civilón, el toro más famoso de españa, fue indultado por presión popular en la Monumental de Barcelona el 28 de junio de 1936. Con la realización técnica de Elena Ojeda y la participación de Gerardo Bullón, Xisco Rojo, Carlos Lapeña y Elena Ojeda. Un programa escrito y dirigido por Carlos Lapeña. Emitido originalmente el 14 de marzo de 2018

    El indulto del toro Civilón

    Play Episode Listen Later Apr 29, 2020 9:56


    En 1936, la revista gráfica Estampa relató el extraño caso del toro Civilón, una res brava domesticada por una niña salmantina que se dejaba acariciar por humanos. Civilón, negro, lucero y meano, era el último superviviente de los cinco vástagos de la vaca Civilona y el toro más macarra dela ganadería de Juan Cobaleda. Su afición a las peleas simultáneas, al estilo de gran maestro del ajedrez, con varios de sus congéneres le hizo llegar a toro. Enfrentado a tres de sus vecinos, fue objeto de una limpia herida de asta en el cuello que justificó, con un parte de baja reglamentario por unas lesiones que tardó tres meses en sanar, su inasistencia a la novillada en Valencia que figuraba como punto final de la biografía de su sino. Ver la muerte de tan cerca y tres meses de sopitas y buen vino hicieron recapacitar al macarra Civilón sobre los placeres de la amistad, la cooperación y la buena compañía. Pero por noble y bravo que fuera, no era labor sencilla reconquistar la confianza perdida de aquellos semejantes con los que había llegado a los cuernos. Quizás por pereza o tal vez por longanimidad, pero, en cualquier caso, dando un susto morrocotudo a gañanes y mayoral, rompió con los prejuicios de especie y se acercó manso y afable, a la risueña y despreocupada niña Carmelilla Cobaleda, que aún no había cumplido los ocho años y era la menor de las hijas del ganadero Juan Cobaleda. Ni los recelos más ancestrales ni los miedos más arraigados pueden frenar el encuentro entre dos inocentes ajenos a la cultura. El ansia de la bestia por ser acariciada por vez primera no puede competir con el deseo de la bella por acariciarla. No hay lugar para la competencia cuando solo vale el empate. El miedo de los gañanes intentó impugnar el encuentro, evitarlo a toda costa, pero la cultura pesa y el amor es más ligero. Carmelilla peinó con la mano la suave testuz de Civilón y el toro descubrió que las caricias dan más gustirrinín que las cornadas. – ¡Vaya tontería! –pensarán ustedes. Después de visto, todo el mundo es listo, pero hay que saberlo y el único superviviente de los hijos de la vaca Civilona, no lo sabía hasta entonces. Como tampoco sabía que los arrumacos de otros niños podían ser tan gozosos como los de Carmelilla. Cuando lo descubrió se dió cuenta de que estaba perdido y buscó en la dehesa manos amigas con la misma urgencia que un adicto reciente busca al repartidor de caramelos en la puerta del colegio. Un toro amigo de los niños, una bestia ignorante que come hierba mansamente de la mano de cualquiera. Esa es la noticia que todos quieren leer, pensó Javier Sánchez Ocaña, el priodista más azucarado del hebdomadario gráfico Estampa, y con él de la España de la II república, que no ignoraba el éxito de La historia de Ferdinand, el best seller del norteamericano Munro Leaf. A raíz de la publicación del reportaje se desató una gran campaña para evitar la muerte del toro amable. Civilón, el toro más famoso de españa, fue indultado por presión popular en la Monumental de Barcelona el 28 de junio de 1936. Con la realización técnica de Elena Ojeda y la participación de Gerardo Bullón, Xisco Rojo, Carlos Lapeña y Elena Ojeda. Un programa escrito y dirigido por Carlos Lapeña. Emitido originalmente el 14 de marzo de 2018

    Henry «Box» Brown o como alcanzar la libertad por correo

    Play Episode Listen Later Apr 22, 2020 9:55


    Nada más nacer, en 1815, aprovechándose de su carencia de uso de razón, a Henry Brown le hicieron esclavo en una plantación de tabaco de Virginia. Ni siquiera le habían cazado en África, ni le habían vendido enseñando sus dientes al bajar de un barco del emporio de María Cristina de Borbón. Igual que otros heredan de sus progenitores un apartamento en Torrevieja o una diabetes melitus, el legado paterno hizo a Henry Brown propietario de su propia esclavitud, del derecho a recoger sin descanso hojas de tabaco que se convertirían en humo como su existencia y de la obligación de conservar su vida, pues solo era parte del patrimonio del amo cedida en usufructo. Henry recogió tabaco, comió lo justo para recoger más hojas, cantó blues tristes, recogió más tabaco, recibió latigazos, tuvo una perspectiva distinta de lo insano del hábito de fumar, formó una familia sin casarse y, además de con su trabajo, contribuyó a la mejora del balance de la explotación con su mujer, que no esposa (¡cómo va a casarse un esclavo!), Nancy, y sus tres hijos, a los que el amo convirtió en cash. Henry no cabía en sí de ira. Vale que el amo no respetara su vida. De hecho, latigazo a latigazo, le había dejado claro las diferencias entre el usufructo y la propiedad. Pero de ahí a vender a Nancy y a sus hijos había mucho trecho. Las cosas no podían quedar así, el cielo clamaba venganza y Henry Brown también. Se iba a enterar ese negrero. El esclavo Henry Brown iba a devolver el golpe al inhumano que le negaba la condición de hombre, aunque fuera lo último que hiciera, o, precisamente por que iba a ser lo último que hiciera. El esclavo Henry Brown empezó a sabotear la propiedad de su amo lderramando ácido sufúrico sobre su propia mano. Era el 29 de marzo de 1848, tenía 33 años, una edad fabulosa para inmolarse. El esclavo Henry Brown no tenía una cruz donde clavarse, pero sí una caja de correos en la que abandonar, previo pago del franqueo, su mundo cautivo y, al tercer día, resucitar libre en Filadelfia en la zapatería de Samuel Smith. La eficiencia del servicio postal estadounidense redujo el plazo de resurrección de tres días a veintisiete horas, un poco más de un tercio de las condicones pactadas. A base de golpes y traslados boca abajo, Henry (ya) «Box» Brown mantuvo a duras penas oremus y aliento, pero perdió la esclavitud en el camino. Ya libre en Filadelpfia, aconsejó a sus seguidores que no pusieran etiquetas de frágil en sus envíos e intentó, en vano, recomprar a Nancy y a sus hijos. De la caja de correos nació unnuevo Henry, un encendido orador, apóstol de abolicionismo de la esclavitud, aunque fuera para sustituirla por la coacción del salario. Aunque no demasiado, la libertad falsa es un poco más real que la inexistente. Henry lo comprobó en su siguiente viaje. El billete de tercera clase es sensiblemente más caro que el envío por correo, pero la espalda sufre menos. Era 1850 y el congreso estadounidense había aprobado la ley del perro de San Huberto, el sabueso que perseguía a los negros fugitivos. Un hombre que había escapado de la esclavitud quedaba en situación ilegal aunque estuviera en un estado abolicionista. Nominalmente, Inglaterra era estado abolicionista, pero, afortunadamente para Henry, era otro país, y allí que se fue. Henry «Box» Brown, el hombre que logró la libertad en un paquete postal, hizo carrera como orador abolicionista en Gran Bretaña y la compatibilizó con espectáculos de magia y magnetismo animal y con una nueva familia. En 1875, el Príncipe Africano, el profesor H. Box Brown, volvió a América convertido en una estrella de las variedades. La esclavitud estaba abolida, pero los negros no estaban mucho mejor, así que tomó las de Villadiego y se asentó en Canadá. Escribió sus memorias y murió en Toronto el 15 de junio de 1997.

    Henry «Box» Brown o como alcanzar la libertad por correo

    Play Episode Listen Later Apr 22, 2020 9:55


    Nada más nacer, en 1815, aprovechándose de su carencia de uso de razón, a Henry Brown le hicieron esclavo en una plantación de tabaco de Virginia. Ni siquiera le habían cazado en África, ni le habían vendido enseñando sus dientes al bajar de un barco del emporio de María Cristina de Borbón. Igual que otros heredan de sus progenitores un apartamento en Torrevieja o una diabetes melitus, el legado paterno hizo a Henry Brown propietario de su propia esclavitud, del derecho a recoger sin descanso hojas de tabaco que se convertirían en humo como su existencia y de la obligación de conservar su vida, pues solo era parte del patrimonio del amo cedida en usufructo. Henry recogió tabaco, comió lo justo para recoger más hojas, cantó blues tristes, recogió más tabaco, recibió latigazos, tuvo una perspectiva distinta de lo insano del hábito de fumar, formó una familia sin casarse y, además de con su trabajo, contribuyó a la mejora del balance de la explotación con su mujer, que no esposa (¡cómo va a casarse un esclavo!), Nancy, y sus tres hijos, a los que el amo convirtió en cash. Henry no cabía en sí de ira. Vale que el amo no respetara su vida. De hecho, latigazo a latigazo, le había dejado claro las diferencias entre el usufructo y la propiedad. Pero de ahí a vender a Nancy y a sus hijos había mucho trecho. Las cosas no podían quedar así, el cielo clamaba venganza y Henry Brown también. Se iba a enterar ese negrero. El esclavo Henry Brown iba a devolver el golpe al inhumano que le negaba la condición de hombre, aunque fuera lo último que hiciera, o, precisamente por que iba a ser lo último que hiciera. El esclavo Henry Brown empezó a sabotear la propiedad de su amo lderramando ácido sufúrico sobre su propia mano. Era el 29 de marzo de 1848, tenía 33 años, una edad fabulosa para inmolarse. El esclavo Henry Brown no tenía una cruz donde clavarse, pero sí una caja de correos en la que abandonar, previo pago del franqueo, su mundo cautivo y, al tercer día, resucitar libre en Filadelfia en la zapatería de Samuel Smith. La eficiencia del servicio postal estadounidense redujo el plazo de resurrección de tres días a veintisiete horas, un poco más de un tercio de las condicones pactadas. A base de golpes y traslados boca abajo, Henry (ya) «Box» Brown mantuvo a duras penas oremus y aliento, pero perdió la esclavitud en el camino. Ya libre en Filadelpfia, aconsejó a sus seguidores que no pusieran etiquetas de frágil en sus envíos e intentó, en vano, recomprar a Nancy y a sus hijos. De la caja de correos nació unnuevo Henry, un encendido orador, apóstol de abolicionismo de la esclavitud, aunque fuera para sustituirla por la coacción del salario. Aunque no demasiado, la libertad falsa es un poco más real que la inexistente. Henry lo comprobó en su siguiente viaje. El billete de tercera clase es sensiblemente más caro que el envío por correo, pero la espalda sufre menos. Era 1850 y el congreso estadounidense había aprobado la ley del perro de San Huberto, el sabueso que perseguía a los negros fugitivos. Un hombre que había escapado de la esclavitud quedaba en situación ilegal aunque estuviera en un estado abolicionista. Nominalmente, Inglaterra era estado abolicionista, pero, afortunadamente para Henry, era otro país, y allí que se fue. Henry «Box» Brown, el hombre que logró la libertad en un paquete postal, hizo carrera como orador abolicionista en Gran Bretaña y la compatibilizó con espectáculos de magia y magnetismo animal y con una nueva familia. En 1875, el Príncipe Africano, el profesor H. Box Brown, volvió a América convertido en una estrella de las variedades. La esclavitud estaba abolida, pero los negros no estaban mucho mejor, así que tomó las de Villadiego y se asentó en Canadá. Escribió sus memorias y murió en Toronto el 15 de junio de 1997.

    GDC 4x5. Orélie Antoine I, rey de la Araucanía y la Patagonia.

    Play Episode Listen Later Apr 15, 2020 49:26


    Orélie Antoine de Tounens medía un metro y sesenta y ocho centímetros, tenía una cara grande, con ojos pardos, cejas negras, nariz afilada, larga melena y, aunque había nacido labriego, muchas ganas de ser rey. Vino al mundo en Aquitania en 1825 y no conocía de nada la Araucanía ni la Patagonia, pero como al mirar el mapa vio que nadie se había pedido esas tierras del sur, se soñó rey de un imperio en ultramar. Pero Orélie Antoine de Tounens, que había sido procurador ante los tribunales de Périgueux, era un hombre de derecho y no se soñó como tirano a gritos, sino, en silencio, monarca constitucional. Entre libros de exploraciones y libros de viajes trazó la aventura de su regio destino, un delirio que atravesó dos océanos, una franja de tierra y un país, Chile, que le serviría para aclimatarse primero y para despertarse con un cubo de agua fría después. En 1860 cruzó hacia el sur el río Biobío y, por primera vez sus pies pisaron el territorio en el que hace tiempo habitaba su cabeza. Ya antes de ser rey, Orélie Antoine tenía un séquito para él solo. Le convoyaban un intérprete deslenguado que había olvidado todas las lenguas siendo sargento en el ejército chileno; dos traficantes franceses que nunca se habían imaginado ministros ni de un reino que no existe, y una mochila que contenía los símbolos de sus planes secretos: una bandera, un himno y una constitución. Los araucanos, que bastante tenían con sobrevivir a los empellones imperialistas chilenos, no se opusieron a sus planes. Si aquel blanco del pelazo que llevaba un poncho sobre el traje y que apenas se sostenía sobre el caballo quería ser rey, que lo fuera. ¿Quiénes eran ellos para oponerse a las ilusiones de un extranjero que les trataba con pompa y circunstancia? Es verdad que los mapuches no sabían que era eso de ser rey. Sería una de esas cosas extrañas de los blancos, esa gente rara que se empeñaba en adaptar la tierra a ellos, en vez de acomodarse a ella. El 17 de noviembre del año 1860, Orélie Antoine de Tounens emitió un real decreto que le transformaba en Orélie Antoine I, Rey de la Araucanía. Le debió coger el gusto porque tres días después se autonombró también rey de la Patagonia. Había sido una semana productiva, con solo dos decretos se había hecho mandamás del sur del mundo. Sus dominios se extendían entre el Pacífico y el Atlántico, el mar austral y el río Biobío. Con sólo tres funcionarios, un himno, una bandera y una constitución, controlaba, sin necesidad de conocerlos, miles y miles de kilómetros cuadrados. Así se lo hizo saber, por correo ordinario, al presidente chileno Manuel Montt Sus súbditos salvajes hicieron lo mejor que se puede hacer con quien te quiere mandar: decirle que sí a todo y no hacerle ni puto caso, pero el traductor parlanchín estaba civilizado y le denunció al ejército chileno que le prendió cuando dormía la siesta bajo un sauce de su reino de la Nueva Francia y le acusó de soliviantar a los indios. La prensa le condenó por farsante, la psiquiatría por monómano y la medicina por enfermo de disentería, como no podía ser de otra forma, se le cayó el pelo, su pelazo, y el fiscal pidió su cabeza ahora que estaba monda. Al final lo encerraron en la Casa de Orates de Santiago de Chile, de donde solo salió porque el cónsul francés, que creía que «tenía un cerebro enfermo» prometió llevárselo de vuelta a Europa en un barco de bandera francesa que pasaría por las Malvinas. La vieja Francia no hizo a Orélie Antoine I olvidarse de su reino de la Nueva Francia, del derecho de sus súbditos a ser gobernados y de sus legítimas aspiraciones reales. Acuñó moneda de su imperio del sur y vendió títulos nobiliarios, pero reinar a distancia no era tan divertido y, desafiando el olvido de sus súbditos y violando la prohibición de retorno, decidió volver a sus dominios. Cuatro veces lo hizo y cuatro veces fue expulsado. El 17 de septiembre de 1878, murió en la miseria y en Tourtoirac, el pueblo que, por compasión, tuvo un viejo rey trabajando de lamparero municipal. Su tumba, en la que se lee Orélie Antoine I, rey de la Araucanía y la Patagonia, fue pagada por la caridad municipal. En 1882, cuando el legítimo rey de la Araucanía y la Patagonia llevaba años criando malvas, Achile Laviarde se nombró heredero del trono. Desde entonces, y hasta hoy, el reino de la Araucanía y la Patagonia sigue teniendo soberano, himno, bandera y constitución.

    GDC 4x5. Orélie Antoine I, rey de la Araucanía y la Patagonia.

    Play Episode Listen Later Apr 15, 2020 49:26


    Orélie Antoine de Tounens medía un metro y sesenta y ocho centímetros, tenía una cara grande, con ojos pardos, cejas negras, nariz afilada, larga melena y, aunque había nacido labriego, muchas ganas de ser rey. Vino al mundo en Aquitania en 1825 y no conocía de nada la Araucanía ni la Patagonia, pero como al mirar el mapa vio que nadie se había pedido esas tierras del sur, se soñó rey de un imperio en ultramar. Pero Orélie Antoine de Tounens, que había sido procurador ante los tribunales de Périgueux, era un hombre de derecho y no se soñó como tirano a gritos, sino, en silencio, monarca constitucional. Entre libros de exploraciones y libros de viajes trazó la aventura de su regio destino, un delirio que atravesó dos océanos, una franja de tierra y un país, Chile, que le serviría para aclimatarse primero y para despertarse con un cubo de agua fría después. En 1860 cruzó hacia el sur el río Biobío y, por primera vez sus pies pisaron el territorio en el que hace tiempo habitaba su cabeza. Ya antes de ser rey, Orélie Antoine tenía un séquito para él solo. Le convoyaban un intérprete deslenguado que había olvidado todas las lenguas siendo sargento en el ejército chileno; dos traficantes franceses que nunca se habían imaginado ministros ni de un reino que no existe, y una mochila que contenía los símbolos de sus planes secretos: una bandera, un himno y una constitución. Los araucanos, que bastante tenían con sobrevivir a los empellones imperialistas chilenos, no se opusieron a sus planes. Si aquel blanco del pelazo que llevaba un poncho sobre el traje y que apenas se sostenía sobre el caballo quería ser rey, que lo fuera. ¿Quiénes eran ellos para oponerse a las ilusiones de un extranjero que les trataba con pompa y circunstancia? Es verdad que los mapuches no sabían que era eso de ser rey. Sería una de esas cosas extrañas de los blancos, esa gente rara que se empeñaba en adaptar la tierra a ellos, en vez de acomodarse a ella. El 17 de noviembre del año 1860, Orélie Antoine de Tounens emitió un real decreto que le transformaba en Orélie Antoine I, Rey de la Araucanía. Le debió coger el gusto porque tres días después se autonombró también rey de la Patagonia. Había sido una semana productiva, con solo dos decretos se había hecho mandamás del sur del mundo. Sus dominios se extendían entre el Pacífico y el Atlántico, el mar austral y el río Biobío. Con sólo tres funcionarios, un himno, una bandera y una constitución, controlaba, sin necesidad de conocerlos, miles y miles de kilómetros cuadrados. Así se lo hizo saber, por correo ordinario, al presidente chileno Manuel Montt Sus súbditos salvajes hicieron lo mejor que se puede hacer con quien te quiere mandar: decirle que sí a todo y no hacerle ni puto caso, pero el traductor parlanchín estaba civilizado y le denunció al ejército chileno que le prendió cuando dormía la siesta bajo un sauce de su reino de la Nueva Francia y le acusó de soliviantar a los indios. La prensa le condenó por farsante, la psiquiatría por monómano y la medicina por enfermo de disentería, como no podía ser de otra forma, se le cayó el pelo, su pelazo, y el fiscal pidió su cabeza ahora que estaba monda. Al final lo encerraron en la Casa de Orates de Santiago de Chile, de donde solo salió porque el cónsul francés, que creía que «tenía un cerebro enfermo» prometió llevárselo de vuelta a Europa en un barco de bandera francesa que pasaría por las Malvinas. La vieja Francia no hizo a Orélie Antoine I olvidarse de su reino de la Nueva Francia, del derecho de sus súbditos a ser gobernados y de sus legítimas aspiraciones reales. Acuñó moneda de su imperio del sur y vendió títulos nobiliarios, pero reinar a distancia no era tan divertido y, desafiando el olvido de sus súbditos y violando la prohibición de retorno, decidió volver a sus dominios. Cuatro veces lo hizo y cuatro veces fue expulsado. El 17 de septiembre de 1878, murió en la miseria y en Tourtoirac, el pueblo que, por compasión, tuvo un viejo rey trabajando de lamparero municipal. Su tumba, en la que se lee Orélie Antoine I, rey de la Araucanía y la Patagonia, fue pagada por la caridad municipal. En 1882, cuando el legítimo rey de la Araucanía y la Patagonia llevaba años criando malvas, Achile Laviarde se nombró heredero del trono. Desde entonces, y hasta hoy, el reino de la Araucanía y la Patagonia sigue teniendo soberano, himno, bandera y constitución.

    GDC 4x4 - El Pinturero, el torero paracaidista

    Play Episode Listen Later Apr 1, 2020 33:23


    Cuando Luis Ríos Losada nació frente a la muralla de Lugo el día de San Fermín de 1942, hacía tanta hambre que nadie imaginó en el rorro al Pinturero, el primer torero paracaidista de la historia. Lugo era milenaria en castro y en murallas, pero estaba en la inopia en lo que a afición a la tauromaquia y al paracaidismo se trataba. Ya de chaval se acostumbró a las aficiones a pares. Con apenas 15 años, Luisiño tenía, por separado, iniciativa y máquina de escribir. Un día conjugó las dos cosas y, gracias a ser presidente de un club balompédico Lucense que no existía, se hizo estrella y promotor de un fútbol local que, como no tenían campo, siempre se jugaba a domicilio y en domingo. Un día, la patria, que vivía en Alcantarilla (Murcia), le llamó para que fuera, que le iban a hacer un hombre y, para disgusto de su madre, allí que se fue. Como Luisiño ya iba hecho un hombre de casa, en la mili le hicieron paracaidista, y encima, a base de poner valor donde otros conocimiento, de los buenos. Pronto se le quedaron pequeños los cielos españoles y los militares, que estaban encantandos con él y deseando que se reenganchara, le llevaron a exhibirse en Francia y Canadá. Anda que no fardó. Pero un domingo que debían de estar cerrados los aeródromos, le llevaron a los toros y ahí se truncó su carrera marcial. Manuel Benitez «el Cordobés» triunfó apoteósicamente delante de las narices de Luisiño y a nuestro protagonista no le valió con ser paracaidista, mecánico de máquinas de escribir y presidente de un club de fútbol que no existía, Luis Ríos Losada quería ser torero. De poco le sirvieron las advertencias de sus amigos. efectivamente, él no sabía torear, no tenía ni idea, pero El Cordobés tampoco es que fuera un estudioso del arte de Cúchares. Es verdad que era valiente, pero ¿qué pasa? ¿acaso a él le faltaba el valor? Su vocación de torero le hizo abandonar la carrera militar. En el ejército se podía ser paracaidista, pater castrense con oficio de teniente coronel, comandante médico o capitán de ingenieros, pero inexplicablemente, las fuerzas armadas españolas no contaban con un cuerpo de toreros, con lo bien que le hubiera venido a él. En el mundo civil, Luis Ríos se hizo instructor de paracaidismo en una escuela particular y buscó diferenciarse del resto de los maletillas para encontrar una oportunidad en los ruedos y, a base de codazos, empujones y tremendismo, abrirse paso en el escalafón. Un día de agosto de 1965 decidió conjugar sus dos pasiones y saltó en paracaídas a la arena de Getafe. Aunque cayó a un kilómetro de la plaza y tuvo que volver andando con su casco y su paracaídas, estuvo a punto de ser el primer matador en entrar a hombros en una plaza de toros. Otra cosa era lo de salir, ante el entusiasmo del público, el novillo le revolcó dos docenas de veces y acabó corneado. No salió por la puerta grande, pero si en los papeles y hasta en el NODO. Perfeccionó su técnica taurina trabajando de camarero en Salamanca e intentó repetir su hazaña en la plaza de toros de la Serresuela, en Cartagena de Indias. Esta vez no recibió ningún revolcón. El viento llevó su paracaídas dentro del mar y el Pinturero no pudo torear ante su público. Con la realización técnica de Elena Ojeda y la actuación de Xisco Rojo, África Egido, Carlos Lapeña, Elena Ojeda y Eugenio Hernández. Un programa escrito y dirigido por Carlos Lapeña. La canción final, "La mujer del fenómeno" del Maestro Legaza ha sido interpretada por Carolina Moncada y Ángel Huidobro especialmente para el Gabinete de Curiosidades del Doctor Plusvalías.

    GDC 4x4 - El Pinturero, el torero paracaidista

    Play Episode Listen Later Apr 1, 2020 33:23


    Cuando Luis Ríos Losada nació frente a la muralla de Lugo el día de San Fermín de 1942, hacía tanta hambre que nadie imaginó en el rorro al Pinturero, el primer torero paracaidista de la historia. Lugo era milenaria en castro y en murallas, pero estaba en la inopia en lo que a afición a la tauromaquia y al paracaidismo se trataba. Ya de chaval se acostumbró a las aficiones a pares. Con apenas 15 años, Luisiño tenía, por separado, iniciativa y máquina de escribir. Un día conjugó las dos cosas y, gracias a ser presidente de un club balompédico Lucense que no existía, se hizo estrella y promotor de un fútbol local que, como no tenían campo, siempre se jugaba a domicilio y en domingo. Un día, la patria, que vivía en Alcantarilla (Murcia), le llamó para que fuera, que le iban a hacer un hombre y, para disgusto de su madre, allí que se fue. Como Luisiño ya iba hecho un hombre de casa, en la mili le hicieron paracaidista, y encima, a base de poner valor donde otros conocimiento, de los buenos. Pronto se le quedaron pequeños los cielos españoles y los militares, que estaban encantandos con él y deseando que se reenganchara, le llevaron a exhibirse en Francia y Canadá. Anda que no fardó. Pero un domingo que debían de estar cerrados los aeródromos, le llevaron a los toros y ahí se truncó su carrera marcial. Manuel Benitez «el Cordobés» triunfó apoteósicamente delante de las narices de Luisiño y a nuestro protagonista no le valió con ser paracaidista, mecánico de máquinas de escribir y presidente de un club de fútbol que no existía, Luis Ríos Losada quería ser torero. De poco le sirvieron las advertencias de sus amigos. efectivamente, él no sabía torear, no tenía ni idea, pero El Cordobés tampoco es que fuera un estudioso del arte de Cúchares. Es verdad que era valiente, pero ¿qué pasa? ¿acaso a él le faltaba el valor? Su vocación de torero le hizo abandonar la carrera militar. En el ejército se podía ser paracaidista, pater castrense con oficio de teniente coronel, comandante médico o capitán de ingenieros, pero inexplicablemente, las fuerzas armadas españolas no contaban con un cuerpo de toreros, con lo bien que le hubiera venido a él. En el mundo civil, Luis Ríos se hizo instructor de paracaidismo en una escuela particular y buscó diferenciarse del resto de los maletillas para encontrar una oportunidad en los ruedos y, a base de codazos, empujones y tremendismo, abrirse paso en el escalafón. Un día de agosto de 1965 decidió conjugar sus dos pasiones y saltó en paracaídas a la arena de Getafe. Aunque cayó a un kilómetro de la plaza y tuvo que volver andando con su casco y su paracaídas, estuvo a punto de ser el primer matador en entrar a hombros en una plaza de toros. Otra cosa era lo de salir, ante el entusiasmo del público, el novillo le revolcó dos docenas de veces y acabó corneado. No salió por la puerta grande, pero si en los papeles y hasta en el NODO. Perfeccionó su técnica taurina trabajando de camarero en Salamanca e intentó repetir su hazaña en la plaza de toros de la Serresuela, en Cartagena de Indias. Esta vez no recibió ningún revolcón. El viento llevó su paracaídas dentro del mar y el Pinturero no pudo torear ante su público. Con la realización técnica de Elena Ojeda y la actuación de Xisco Rojo, África Egido, Carlos Lapeña, Elena Ojeda y Eugenio Hernández. Un programa escrito y dirigido por Carlos Lapeña. La canción final, "La mujer del fenómeno" del Maestro Legaza ha sido interpretada por Carolina Moncada y Ángel Huidobro especialmente para el Gabinete de Curiosidades del Doctor Plusvalías.

    GDC 4x3 - Franz Reichelt, el sastre murciélago de la Torre Eiffel (El Pinturero, el torero paracaidista. Prólogos 3 y 4)

    Play Episode Listen Later Mar 25, 2020 35:45


    Nos embarcamos en un nuevo intento de contar la historia de Luis Ríos Losada, el Pinturero, el único torero paracaidista que conocemos, pero en nuestro camino vuelven a juntarse historias de precursores del paracaidismo taurino que quieren su propio prólogo. El sastre Franz Reichelt no era torero, pero, en la segunda década del siglo XX, diseñó un traje paracaidas que tenía más peligro que un morlaco de 600 kilos. A base de pruebas fallidas, sus trajes se quedaron sin maniquís. Si los muñecos tuvieran conciencia de su ser, temblarían al ver un retrato de Reichelt. Nadie se ha atrevido a calcular el número de peleles destruidos en las pruebas del invento del sastre. Un auténtico holocausto. Pero Reichelt estaba tan convencido de la utilidad de su invento, de que tan solo la impericia de los maniquís impedía su éxito, que decidió probarlo personalmente saltando desde la Torre Eiffel en 1913. Fue su última hazaña, pero quedó registrada por las cámaras del noticiario Pathè. Dos días antes, el 2 de febrero de 1912, Rodman Law saltó en paracaídas desde la estatua de la Libertad en Nueva York. No pretendía demostrar nada, solo proteger la vida de una estrella cinematográfica y ganarse un dinerito. Rodman Law fue uno de los primeros especialistas del cine y, el protagonista del cuarto prólogo de la historia de El Pinturero. ¿Será el próximo, al fin, el Gabinete de curiosidades del Dr. Plusvalías que dedicaremos al Pinturero? Manténganse atentos a su reproductor. Con la realización técnica de Elena Ojeda y la actuación de África Egido, Carlos Lapeña, Elena Ojeda, Eugenio hernández y Xisco Rojo. Un programa escrito y dirigido por Carlos Lapeña.

    GDC 4x3 - Franz Reichelt, el sastre murciélago de la Torre Eiffel (El Pinturero, el torero paracaidista. Prólogos 3 y 4)

    Play Episode Listen Later Mar 25, 2020 35:45


    Nos embarcamos en un nuevo intento de contar la historia de Luis Ríos Losada, el Pinturero, el único torero paracaidista que conocemos, pero en nuestro camino vuelven a juntarse historias de precursores del paracaidismo taurino que quieren su propio prólogo. El sastre Franz Reichelt no era torero, pero, en la segunda década del siglo XX, diseñó un traje paracaidas que tenía más peligro que un morlaco de 600 kilos. A base de pruebas fallidas, sus trajes se quedaron sin maniquís. Si los muñecos tuvieran conciencia de su ser, temblarían al ver un retrato de Reichelt. Nadie se ha atrevido a calcular el número de peleles destruidos en las pruebas del invento del sastre. Un auténtico holocausto. Pero Reichelt estaba tan convencido de la utilidad de su invento, de que tan solo la impericia de los maniquís impedía su éxito, que decidió probarlo personalmente saltando desde la Torre Eiffel en 1913. Fue su última hazaña, pero quedó registrada por las cámaras del noticiario Pathè. Dos días antes, el 2 de febrero de 1912, Rodman Law saltó en paracaídas desde la estatua de la Libertad en Nueva York. No pretendía demostrar nada, solo proteger la vida de una estrella cinematográfica y ganarse un dinerito. Rodman Law fue uno de los primeros especialistas del cine y, el protagonista del cuarto prólogo de la historia de El Pinturero. ¿Será el próximo, al fin, el Gabinete de curiosidades del Dr. Plusvalías que dedicaremos al Pinturero? Manténganse atentos a su reproductor. Con la realización técnica de Elena Ojeda y la actuación de África Egido, Carlos Lapeña, Elena Ojeda, Eugenio hernández y Xisco Rojo. Un programa escrito y dirigido por Carlos Lapeña.

    GDC 4x2 - Abbas Ibn Firnas, el inventor del paracaídas (El Pinturero, el torero paracaidista. Prólogo 2)

    Play Episode Listen Later Mar 18, 2020 23:50


    De nuevo intentamos contar la vida y milagros de Luis Ríos Losada, «El Pinturero», el único torero paracaidista que conocemos. Lo que pasa es que, al ir a Córdoba a conocer a su ídolo Rafael Benítez «El Cordobés», nos hemos encontrado con un personaje mucho más interesante, un auténtico «Hakim Al Andalus» (que quiere decir sabio andalusí) y un pionero de la aviación: Abbas Ibn Firnas. Este buen señor, aunque pocos recuerden su nombre, inventó el paracaídas en el siglo IX, en 852 en concreto, y realizó el primer intento científico de volar unos años después. Abbas Ibn Firnás nació en Ronda en 810 y en el emirato de Córdoba cultivó la música, la poesía, la astrología, las matemáticas y las berenjenas, pero a él lo que le daba envidia eran los pájaros. Es cierto que Abbas Ibn Firnas era un hombre eminente que construía relojes que, aunque no sabía para qué, daban la hora hasta por la noche; que se había construido una esfera armilar que daba envidia hasta a quienes no tenían ni pajolera idea de qué era o para qué servía una esfera armilar; que podía leer más fácil que otros viejos o cegatos, incluso los alfabetizados, gracias a las piedras de lectura que ideó y se fabricó; que incluso podía ver lo que había dentro de su copa por habérsela hecho de un vidrio transparente que se sacó del magín, pero ni siquiera sus logros le ayudaron a sentirse realizado. El quería volar, eso sí, como un pájaro, no como Ícaro. Bastante tenía con la notoriedad que le daban sus descubrimientos como para querer convertirse en un mito. Con el trabajo que da eso. Tenía ya más de cuarenta años, cuando en el 842 decidió probar en sus carnes el paracaídas que se había sacado de la testuz. Subió a una torre de la mezquita y, delante de un mundo entero de creyentes, en un acto aparentemente nihilista, se lanzó al vacío colgado de una lona que amortiguaría su caída. Muchos pensaron que estaba loco, que era mucho riesgo para evitar bajar unas escaleras. Aún si fuera para subirlas, lo tengo yo hablado con todos, se podría comprender, pero así… Contra todo pronóstico, Abbas Ibn Firnás llegó al suelo sano y salvo, y los incrédulos creyentes tuvieron que ponerse punto en boca para evitar que entraran moscas. Lo del paracaídas estaba bien, pero Abbas Ibn Firnás quería volar como un pájaro o, por lo menos, planear y se puso manos a la obra. Se pegó veinte años mirando a las aves y haciendo unos cálculos en los que incluso usaba el cero –ese número que el Papa de Roma decía que era diabólico–, y llegó a la conclusión que buscaba: gracias a la ciencia, el hombre podrá volar también. En el 875, desde el alto de la Al Ruzafa, quiso demostrar que su formación era tan práctica como teórica, y lo hizo. ¡Vaya si lo hizo! Voló. Voló como un pájaro sin cola. Sin cola, pero con sus alas, sus plumas y quizás un pico, eso sí. No sabemos a ciencia cierta cuánto voló aquel sabio andalusí de 65 años, pero sí que echó de menos la cola a la hora de parar. Los pájaros la usaban para frenar y aterrizar suavemente. Mira que los había estudiado y no había caído en ese detalle. Ahora, en el aire, ya era tarde, poco o nada se podía hacer. Todo lo más, aceptar con resignación las consecuencias del olvido. Unas consecuencias que se presentaron en forma de dos piernas rotas (las suyas) y un porrazo morrocotudo. Después de visto, todos afirmaron haberse dado cuenta de que sin cola ese sabio se iba a matar, pero Abbas Ibn Firnas, como el tío Juanillo cuando se tiró del puente de Aranda, no se mató. Sobrevivió cojo toda una década y llegó a la provecta edad de 77 años. Hoy da nombre a un cráter de la luna, a un aeropuerto en Bagdad, a un puente sobre el Guadalquivir y un centro astronómico en su Ronda natal. Quizás el próximo día, hablemos de «El Pinturero». Con la realización técnica de Elena Ojeda y la actuación de África Egido, Carlos Lapeña, Elena Ojeda, Eugenio hernández y Xisco Rojo. Un programa escrito y dirigido por Carlos Lapeña. Retrato de Abbas Ibn Firnas: Eulogia Merle

    GDC 4x2 - Abbas Ibn Firnas, el inventor del paracaídas (El Pinturero, el torero paracaidista. Prólogo 2)

    Play Episode Listen Later Mar 18, 2020 23:50


    De nuevo intentamos contar la vida y milagros de Luis Ríos Losada, «El Pinturero», el único torero paracaidista que conocemos. Lo que pasa es que, al ir a Córdoba a conocer a su ídolo Rafael Benítez «El Cordobés», nos hemos encontrado con un personaje mucho más interesante, un auténtico «Hakim Al Andalus» (que quiere decir sabio andalusí) y un pionero de la aviación: Abbas Ibn Firnas. Este buen señor, aunque pocos recuerden su nombre, inventó el paracaídas en el siglo IX, en 852 en concreto, y realizó el primer intento científico de volar unos años después. Abbas Ibn Firnás nació en Ronda en 810 y en el emirato de Córdoba cultivó la música, la poesía, la astrología, las matemáticas y las berenjenas, pero a él lo que le daba envidia eran los pájaros. Es cierto que Abbas Ibn Firnas era un hombre eminente que construía relojes que, aunque no sabía para qué, daban la hora hasta por la noche; que se había construido una esfera armilar que daba envidia hasta a quienes no tenían ni pajolera idea de qué era o para qué servía una esfera armilar; que podía leer más fácil que otros viejos o cegatos, incluso los alfabetizados, gracias a las piedras de lectura que ideó y se fabricó; que incluso podía ver lo que había dentro de su copa por habérsela hecho de un vidrio transparente que se sacó del magín, pero ni siquiera sus logros le ayudaron a sentirse realizado. El quería volar, eso sí, como un pájaro, no como Ícaro. Bastante tenía con la notoriedad que le daban sus descubrimientos como para querer convertirse en un mito. Con el trabajo que da eso. Tenía ya más de cuarenta años, cuando en el 842 decidió probar en sus carnes el paracaídas que se había sacado de la testuz. Subió a una torre de la mezquita y, delante de un mundo entero de creyentes, en un acto aparentemente nihilista, se lanzó al vacío colgado de una lona que amortiguaría su caída. Muchos pensaron que estaba loco, que era mucho riesgo para evitar bajar unas escaleras. Aún si fuera para subirlas, lo tengo yo hablado con todos, se podría comprender, pero así… Contra todo pronóstico, Abbas Ibn Firnás llegó al suelo sano y salvo, y los incrédulos creyentes tuvieron que ponerse punto en boca para evitar que entraran moscas. Lo del paracaídas estaba bien, pero Abbas Ibn Firnás quería volar como un pájaro o, por lo menos, planear y se puso manos a la obra. Se pegó veinte años mirando a las aves y haciendo unos cálculos en los que incluso usaba el cero –ese número que el Papa de Roma decía que era diabólico–, y llegó a la conclusión que buscaba: gracias a la ciencia, el hombre podrá volar también. En el 875, desde el alto de la Al Ruzafa, quiso demostrar que su formación era tan práctica como teórica, y lo hizo. ¡Vaya si lo hizo! Voló. Voló como un pájaro sin cola. Sin cola, pero con sus alas, sus plumas y quizás un pico, eso sí. No sabemos a ciencia cierta cuánto voló aquel sabio andalusí de 65 años, pero sí que echó de menos la cola a la hora de parar. Los pájaros la usaban para frenar y aterrizar suavemente. Mira que los había estudiado y no había caído en ese detalle. Ahora, en el aire, ya era tarde, poco o nada se podía hacer. Todo lo más, aceptar con resignación las consecuencias del olvido. Unas consecuencias que se presentaron en forma de dos piernas rotas (las suyas) y un porrazo morrocotudo. Después de visto, todos afirmaron haberse dado cuenta de que sin cola ese sabio se iba a matar, pero Abbas Ibn Firnas, como el tío Juanillo cuando se tiró del puente de Aranda, no se mató. Sobrevivió cojo toda una década y llegó a la provecta edad de 77 años. Hoy da nombre a un cráter de la luna, a un aeropuerto en Bagdad, a un puente sobre el Guadalquivir y un centro astronómico en su Ronda natal. Quizás el próximo día, hablemos de «El Pinturero». Con la realización técnica de Elena Ojeda y la actuación de África Egido, Carlos Lapeña, Elena Ojeda, Eugenio hernández y Xisco Rojo. Un programa escrito y dirigido por Carlos Lapeña. Retrato de Abbas Ibn Firnas: Eulogia Merle

    GDC 4x1 - El vuelo de Ícaro (El Pinturero, el torero paracaidista. Prólogo 1)

    Play Episode Listen Later Mar 11, 2020 30:29


    Iniciamos una nueva temporada del Gabinete de curiosidades del Doctor Plusvalías con la historia de Luis Ríos, llamado El Pinturero, el torero paracaidista de Lugo, único en su especie. El problema es que nos hemos liado con un predecesor suyo, Ícaro. Ícaro fue un pionero de los accidentes aeronáuticos. Para huir volando del laberinto de Creta donde les había encerrado el rey Minos, su padre Dédalo construyó unas alas con plumas y cera. Ícaro retó a los dioses y a la ley de la gravedad, elevó su vuelo hacia el sol y éste, con su legendario mal genio, fundió la cera de sus alas. La caída fue morrocotuda y el hijo de Dédalo se convirtió en la primera víctima de un accidente aéreo. Todo esto está muy bien, pero quizás ustedes se pregunten, y encima con razón, ¿por qué el rey Minos encerró a Dédalo en un laberinto que él mismo había construido en Creta? Y, si el propio Dédalo había construido el laberinto, ¿cómo es que no supo encontrar la salida por tierra o por mar y tuvo que recurrir al aire? ¿Podemos encontrar en las alas de Dédalo un contumaz precedente de la manía de Alejandro Magno de desatarse las zapatillas a espadazos? ¿Es cierto que algunos expertos no incluyen la vaca de madera entre los métodos anticonceptivos más seguros y eficaces? ¿Cómo podemos hacernos con uno de los somníferos que usó Ariadna para echar una cabezadita en la isla de Naxos? Si después de escuchar el episodio completo no son capaces de responder estas cuestiones, no se preocupen. Es posible que hallamos planteado preguntas erróneas. Si así fuere, pueden contestar a otras que sean más de su gusto o cuya respuesta hayan preparado previamente y escrito en una chuleta, para eso están los mitos, para mostrar al mundo la Moraleja, con sus casoplones y sus cochazos de lujo. Recuerden que los sonidos de los accidentes aéreos han sido recreados por profesionales. No lo intenten en casa ni aunque sea en un día nublado. Nosotras, por nuestra parte, node despedimos hasta la semana que viene, en la que, como amenazaban Tip y Coll, hablaremos del Pinturero. Con la realización técnica de Elena Ojeda y la actuación de África Egido, Carlos Lapeña, Elena Ojeda, Eugenio hernández y Xisco Rojo. Un programa escrito y dirigido por Carlos Lapeña.

    GDC 4x1 - El vuelo de Ícaro (El Pinturero, el torero paracaidista. Prólogo 1)

    Play Episode Listen Later Mar 11, 2020 30:29


    Iniciamos una nueva temporada del Gabinete de curiosidades del Doctor Plusvalías con la historia de Luis Ríos, llamado El Pinturero, el torero paracaidista de Lugo, único en su especie. El problema es que nos hemos liado con un predecesor suyo, Ícaro. Ícaro fue un pionero de los accidentes aeronáuticos. Para huir volando del laberinto de Creta donde les había encerrado el rey Minos, su padre Dédalo construyó unas alas con plumas y cera. Ícaro retó a los dioses y a la ley de la gravedad, elevó su vuelo hacia el sol y éste, con su legendario mal genio, fundió la cera de sus alas. La caída fue morrocotuda y el hijo de Dédalo se convirtió en la primera víctima de un accidente aéreo. Todo esto está muy bien, pero quizás ustedes se pregunten, y encima con razón, ¿por qué el rey Minos encerró a Dédalo en un laberinto que él mismo había construido en Creta? Y, si el propio Dédalo había construido el laberinto, ¿cómo es que no supo encontrar la salida por tierra o por mar y tuvo que recurrir al aire? ¿Podemos encontrar en las alas de Dédalo un contumaz precedente de la manía de Alejandro Magno de desatarse las zapatillas a espadazos? ¿Es cierto que algunos expertos no incluyen la vaca de madera entre los métodos anticonceptivos más seguros y eficaces? ¿Cómo podemos hacernos con uno de los somníferos que usó Ariadna para echar una cabezadita en la isla de Naxos? Si después de escuchar el episodio completo no son capaces de responder estas cuestiones, no se preocupen. Es posible que hallamos planteado preguntas erróneas. Si así fuere, pueden contestar a otras que sean más de su gusto o cuya respuesta hayan preparado previamente y escrito en una chuleta, para eso están los mitos, para mostrar al mundo la Moraleja, con sus casoplones y sus cochazos de lujo. Recuerden que los sonidos de los accidentes aéreos han sido recreados por profesionales. No lo intenten en casa ni aunque sea en un día nublado. Nosotras, por nuestra parte, node despedimos hasta la semana que viene, en la que, como amenazaban Tip y Coll, hablaremos del Pinturero. Con la realización técnica de Elena Ojeda y la actuación de África Egido, Carlos Lapeña, Elena Ojeda, Eugenio hernández y Xisco Rojo. Un programa escrito y dirigido por Carlos Lapeña.

    El vuelo de Ícaro (Avance)

    Play Episode Listen Later Mar 9, 2020 1:32


    Avance del nuevo episodio del Gabinete de curiosidades del Doctor Plusvalías que podrá escucharse a partir del 11 de marzo. El vuelo de Ícaro

    El vuelo de Ícaro (Avance)

    Play Episode Listen Later Mar 9, 2020 1:32


    Avance del nuevo episodio del Gabinete de curiosidades del Doctor Plusvalías que podrá escucharse a partir del 11 de marzo. El vuelo de Ícaro

    El cristo rojo indultado en Bembibre

    Play Episode Listen Later Mar 2, 2020 9:56


    Durante la revolución de octubre de 1934, los mineros indultaron a un Cristo Rojo cuando incendiaron la iglesia de la localidad leonesa de Bembibre. Apenas un año antes, en diciembre de 1933, el Bierzo vivió una de sus mayores insurrecciones.

    El cristo rojo indultado en Bembibre

    Play Episode Listen Later Mar 2, 2020 9:56


    Durante la revolución de octubre de 1934, los mineros indultaron a un Cristo Rojo cuando incendiaron la iglesia de la localidad leonesa de Bembibre. Apenas un año antes, en diciembre de 1933, el Bierzo vivió una de sus mayores insurrecciones.

    Las cigarreras, alegría del pueblo y espanto de la autoridad

    Play Episode Listen Later Feb 19, 2020 9:57


    Las cigarreras de la Real Fábrica de tabacos de Embajadores fueron, desde 1809, las primeras obreras manufactureras de Madrid. En 1830 protagonizaron una revuelta y cuatro años después crearon una Hermandad de Apoyo Mutuo. Gracias a ello consiguieron mejores condiciones en su trabajo y una mayor autonomía en sus vidas.

    Las cigarreras, alegría del pueblo y espanto de la autoridad

    Play Episode Listen Later Feb 19, 2020 9:57


    Las cigarreras de la Real Fábrica de tabacos de Embajadores fueron, desde 1809, las primeras obreras manufactureras de Madrid. En 1830 protagonizaron una revuelta y cuatro años después crearon una Hermandad de Apoyo Mutuo. Gracias a ello consiguieron mejores condiciones en su trabajo y una mayor autonomía en sus vidas.

    Lou Andreas Salomé, Pasión por el psicoanálisis. Capítulo 2

    Play Episode Listen Later Feb 10, 2020 10:15


    Lou Salomé destacó como novelista, filósofa y psicoanalista, aunque solo se la recuerda por sus amoríos con Nietzsche, Rilke o Freud. La vida de Lou Salomé fue libérrima y su obra muy brillante.

    Lou Andreas Salomé, Pasión por el psicoanálisis. Capítulo 1

    Play Episode Listen Later Feb 10, 2020 10:01


    La filósofa, novelista y psicoanalista rusa Lou Salomé es recordada por su relación con genios como Nietzsche, Rilke o Freud, pero su producción intelectual es mucho más importante que eso.

    Ubú Rey. Audioteatro (Muestra)

    Play Episode Listen Later Jan 22, 2020 12:31


    Selección de algunos fragmentos de la versión en radio teatro de Ubú Rey, la obra de Alfred Jarry, puesta en sonido por el Gabinete de Curiosidades del Doctor Plusvalías. «Cuando haya cogido toda la finanza, mataré a todo el mundo y me iré». (Ubú) «El señor Ubú es un ser innoble, y por ello se parece (por abajo) a todos nosotros. Asesina al rey de Polonia (si se trata de golpear al tirano, el asesinato parece justo al pueblo porque tiene apariencia de acto de justicia), después, siendo ya rey, masacra a los nobles, más tarde a los funcionarios y por último a los campesinos. Y de este modo, al matar a todo el mundo, tiene la seguridad de haber matado a algunos culpables, y se manifiesta como hombre moral y normal. Finalmente, como un anarquista, ejecuta sus sentencias él mismo, desmiembra a la gente porque le gusta y solicita a los soldados rusos que no disparen contra él porque no le gusta. Tiene algo de enfant terrible y nadie le contradice hasta que se enfrenta al zar, al que todos respetamos. El zar hace justicia, lo depone del trono del que tanto ha abusado, restablece a Bugrelao (¿merecía la pena?) y expulsa al señor Ubú de Polonia, con las tres partes de su poder resumidas en esta palabra: «Cornipanza». (Alfred Jarry) ********************** En el Gabinete de Curiosidades del Doctor Plusvalías –¡qué raro!–, sentíamos curiosidad por saber cómo suena la Ninguna Parte que construyó Jarry en Polonia. Teníamos necesidad de conocer cómo se escucha la grotesca sed de poder y la banalización del mal convertido en una farsa, cuando lo sacas del Telediario. Puedes hacerte con uno de los 193 ejemplares editados en doble CD con una serigrafía de Eulogia Merle en www.pepitas.ne o en alguno de los puntos de venta que anunciamos en nuestro facebook @GabinetePlusva en nuestro twitter @GPlusva o en nuestro blog https://gabinetedecuriosidadesdeldoctorplusvalias.home.blog/

    Ubú Rey. Audioteatro (Muestra)

    Play Episode Listen Later Jan 22, 2020 12:31


    Selección de algunos fragmentos de la versión en radio teatro de Ubú Rey, la obra de Alfred Jarry, puesta en sonido por el Gabinete de Curiosidades del Doctor Plusvalías. «Cuando haya cogido toda la finanza, mataré a todo el mundo y me iré». (Ubú) «El señor Ubú es un ser innoble, y por ello se parece (por abajo) a todos nosotros. Asesina al rey de Polonia (si se trata de golpear al tirano, el asesinato parece justo al pueblo porque tiene apariencia de acto de justicia), después, siendo ya rey, masacra a los nobles, más tarde a los funcionarios y por último a los campesinos. Y de este modo, al matar a todo el mundo, tiene la seguridad de haber matado a algunos culpables, y se manifiesta como hombre moral y normal. Finalmente, como un anarquista, ejecuta sus sentencias él mismo, desmiembra a la gente porque le gusta y solicita a los soldados rusos que no disparen contra él porque no le gusta. Tiene algo de enfant terrible y nadie le contradice hasta que se enfrenta al zar, al que todos respetamos. El zar hace justicia, lo depone del trono del que tanto ha abusado, restablece a Bugrelao (¿merecía la pena?) y expulsa al señor Ubú de Polonia, con las tres partes de su poder resumidas en esta palabra: «Cornipanza». (Alfred Jarry) ********************** En el Gabinete de Curiosidades del Doctor Plusvalías –¡qué raro!–, sentíamos curiosidad por saber cómo suena la Ninguna Parte que construyó Jarry en Polonia. Teníamos necesidad de conocer cómo se escucha la grotesca sed de poder y la banalización del mal convertido en una farsa, cuando lo sacas del Telediario. Puedes hacerte con uno de los 193 ejemplares editados en doble CD con una serigrafía de Eulogia Merle en www.pepitas.ne o en alguno de los puntos de venta que anunciamos en nuestro facebook @GabinetePlusva en nuestro twitter @GPlusva o en nuestro blog https://gabinetedecuriosidadesdeldoctorplusvalias.home.blog/

    El hombre de palo de Juanelo Turriano

    Play Episode Listen Later Jan 1, 2020 10:00


    El humanista Juanelo Turriano, uno de los grandes ingenieros del siglo XVI, construyó un autómata de madera para que practicara la mendicidad en su favor en las calles de Toledo. Juanelo quedó arruinado por el impago de las autoridades.

    El hombre de palo de Juanelo Turriano

    Play Episode Listen Later Jan 1, 2020 10:00


    El humanista Juanelo Turriano, uno de los grandes ingenieros del siglo XVI, construyó un autómata de madera para que practicara la mendicidad en su favor en las calles de Toledo. Juanelo quedó arruinado por el impago de las autoridades.

    Julio Camba: El Destierro. Capítulo 9/9

    Play Episode Listen Later Jul 8, 2019 9:54


    En este último capítulo de nuestra radionovela, acompañamos a Camba en su viaje a Barcelona. La ley de expulsión torció el destino de muchas vidas, con lo cual unas fueron ganando y otras perdiendo. ¡Qué importa! El hada Aventura puede no ser buena, pero siempre es bella y nosotros la amábamos.

    Julio Camba: El Destierro. Capítulo 8/9

    Play Episode Listen Later Jul 8, 2019 9:56


    El centro de retención de anarquistas por la ley de residencia es la nueva casa de Orsini. Camba se encuentra allí con todos sus amigos de toda su vida en Buenos Aires. No solo están ellos, también hay personajes curiosos. Junto con otros compañeros, nuestro protagonista es embarcado en un barco de tercera con destino a Barcelona.

    Claim Gabinete de curiosidades del Doctor Plusvalías

    In order to claim this podcast we'll send an email to with a verification link. Simply click the link and you will be able to edit tags, request a refresh, and other features to take control of your podcast page!

    Claim Cancel