"AQUELLOS QUE OLVIDAN SU HISTORIA ESTÁN CONDENADOS A REPETIRLA" Un "Me Gusta" o tu comentario nos dan fuerzas para seguir adelante. "De conformidad con el Título 17 USC Sección 107, el material de este sitio se distribuye sin costo a aquellos que han expresado un previo interés en recibir la informa…
La época de los años 60, momento en el que empezó la llamada “sociedad de consumo”, le debe mucho a Los Beatles. La Beatlemanía duró más tiempo de lo esperado para una moda, algo más de tres años, desde finales de 1963 hasta 1967. Por lo tanto, queda claro que este grupo marcó la juventud de millones de personas.
A principios de septiembre de 1944, el alto mando aliado decide dar luz verde a una de las operaciones más audaces y arriesgadas de la Segunda Guerra Mundial, la operación “Market Garden”. Pero antes, para asegurar el éxito de la misión, tropas británicas deben apoderarse del canal de entrada al puerto de Amberes, en Bélgica, una de las instalaciones portuarias más grandes de Europa. La terrible batalla por el Canal de Scheldt sigue atormentando hoy a los supervivientes.
Es una historia que encoge el alma, un crimen tan repugnante que cuesta creer que haya ocurrido. Una ventosa tarde de marzo, tres muchachos gallegos que habían llegado a la localidad guipuzcoana de Irún buscando trabajo y horizontes más amplios, deciden pasar a Francia para ver una de esas películas que la censura prohibía en España. A la vuelta, en el lado izquierdo de la carretera que serpentea desde San Juan de Luz a la frontera, los chicos vislumbran las luces parpadeantes de una discoteca. Uno de esos antros de atmósfera densa, donde se puede tomar una copa, escuchar música y ver cimbrearse a alguna mujer de falda corta y ropa apretada. Los gallegos se acodan en la barra y comentan, con la desinhibición que estimulan la juventud y un puticlub donde no te conoce nadie, algunas de las ardientes escenas vistas en el cine un rato antes. Es sábado, pero el local todavía no está muy lleno. Suben el tono, se ríen e intercambian bromas, ignorantes de que en una esquina, parapetados tras unos vasos de güisqui, varios pares de ojos les observan.Uno de los que mira, el más excitado por el alcohol, es Tomás Pérez Revilla, gerifalte de ETA. Con él hay otros cuatro, que también beben a sorbos y, sobre todo cuando las risas de los gallegos se sobreponen a la música y se hacen audibles, mascullan entre dientes palabras como «hijos de puta», «cabrones» o «txakurras». Pérez Revilla y sus compinches se convencen de que los de la barra son policías camuflados y urden a toda prisa un plan. Media hora después, cuando los gallegos salen al oscuro aparcamiento, justo cuando están a punto de encaramarse al Austin 1300 en que salieron de España, los cinco etarras los interceptan a punta de pistola. Al ver el arma, dos de los gallegos se quedan estupefactos.Humberto, el mayor, se yergue peleón pero antes de que pueda mover un dedo recibe un tremendo botellazo en el cráneo. Nadie oye nada, porque la brisa que llega del cercano acantilado ahoga los ruidos. Todo ocurre muy rápido. Los etarras amarran a la espalda las manos de sus prisioneros, incluidas las del malherido Humberto. Los introducen a empellones en el maletero y parten con ellos, usando el Austin y su propio vehículo. Enfilan hacia Saint Palais, en pleno corazón del País Vasco francés, a medio centenar de kilómetros de distancia. Allí, protegidos por sus cofrades de Iparraterrak y amparados por la simpatía que despertaba la oposición a Franco, los etarras tienen una estructura que permite albergar, dar trabajo y hasta entrenar a los que salen de España para integrarse en la banda o huyen de la policía. El centro del entramado es un vivero al que los lugareños llaman La Serra, donde en los momentos álgidos labora hasta una treintena de personas. Es en el vivero, en uno de los barracones, entre tenazas de podar, martillos, carretillas y aperos de labranza, donde Pérez Revilla y sus colegas inician el interrogatorio. La tortura se prolonga hasta el amanecer. El que Fernando Quiroga, que aparece domiciliado en La Coruña, lleve en el bolsillo un salvoconducto de 48 horas y no el preceptivo pasaporte estimula las suspicacias y el celo inquisitorial de los etarras. Al cabo de una noche agónica, en la que lo único que logran arrancar de la boca de sus cautivos son gemidos, gotas de sangre, dientes y la desnuda verdad, Pérez Revilla y los suyos comienzan a sospechar que se han equivocado. No han capturado a unos policías, enviados desde España para husmear en el santuario etarra. Aquellos tres seres desmadejados, hechos pedazos, que respiran inermes en el húmedo suelo del invernadero no son agentes camuflados. Se trata quizá, como los muchachos han jurado desde el primer momento, de simples emigrantes gallegos. Todo indica que residen en Irún, cruzaron para ir al cine y entraron en La Lycorne casi por azar, porque venían cachondos, pero los terroristas deciden que ya es muy tarde. Pérez Revilla sale a llamar por teléfono y retorna un cuarto de hora después con el gesto más endurecido que de costumbre.Es él, con fría parsimonia, quien señala el paraje donde deben ser conducidos los desventurados y se encarga de rematarlos con un tiro en la nuca. Deja a los otros la ingrata y sudorosa tarea de cavar la fosa y deshacerse de los cadáveres. Isabel, la hermana de Humberto en cuyo piso de Irún vivían los tres jóvenes, se inquietó al ver que no regresaban. Pero era fin de semana y al final, tras aguardar en vela bastantes horas, se dijo a sí misma que se habrían quedado de juerga. El domingo cobró cuerpo la idea de que habían sufrido un accidente y el lunes, ya con el alma en la boca, comenzó a indagar. Cesáreo Rodríguez, su marido, hasta cruzó al otro lado y se dedicó a otear cunetas y escudriñar barrancas con la vana esperanza de dar con el coche. No podía sospechar que el Austin circulaba sin problemas por las carreteras del suroeste francés, con matrícula distinta de la C 2143-B original, pegatinas y toques de pintura sobre la chapa blanca, y gente ajena al volante. Hasta 21 días después, como refleja en el atestado un puntilloso funcionario de la comisaría de Irún, Cesáreo no se presentó a denunciar la extraña desaparición. En el escrito, mecanografiado en líneas apretadas y estilo rancio, se hace constar el estupor de la familia, que seguía sin tener noticias a pesar de los anuncios y fotografías publicados en la prensa española y francesa. «Ante el temor de que el vehículo ocupado por los jóvenes hubiera sufrido un accidente, cayendo al mar por la llamada Cornisa del Cantábrico», reza un apéndice, pegado al final del atestado, «la Comandancia Naval Francesa ha realizado rastreos, con resultado igualmente infructuoso». El escrito concluye destacando que los tres jóvenes «carecen de antecedentes desfavorables en los archivos de la Comisaría». Los cuerpos de Humberto Fouz, Fernando Quiroga y Jorge García nunca han aparecido. Ni siquiera un fragmento de hueso, unos dientes o unas briznas de pelo. Tampoco el renqueante Austin.Durante 28 interminables años, sus familias han sobrellevado en silencio la tragedia, estrellándose unas veces contra el muro de la desidia burocrática y otras contra el desprecio de los compañeros de viaje de los asesinos. Aquel verano, en una de las casas se recibió una llamada de teléfono en la que una voz anónima se limitó a decir: «No hagan nada, peligra la vida de los tres chicos». Pero las familias comenzaron a percibir la magnitud del drama en diciembre, cuando Alfredo Semprún, padre del actual reportero de La Razón, publica en ABC un artículo estremecedor. Acertaba en lo crucial, revelaba el nombre del bar y enumeraba a los asesinos. A Pérez Revilla lo mató el GAL en 1984 y se fue a la tumba con parte de su macabro secreto, pero su férreo silencio no es el único factor que explica que nunca se hayan esclarecido los hechos.Nueve años antes de que estallara la bomba que abrasó y terminó acabando con la vida del autor de los tres tiros de gracia, los jueces habían archivado el caso de los «tres gallegos desaparecidos». TRES POLICÍAS GALLEGOS El sumario, sepultado durante años en el sótano de un juzgado de San Sebastián, es sorprendentemente corto. Consta de 142 folios y está constituido sobre todo por recortes de prensa: ABC, El Ideal Gallego, El Alcázar, Informaciones, La Voz de España...Hay también una carta, de alguien que firma «Leal español» y que cuenta que un fraile residente en Inglaterra, en The Saint Gregory's College, se ha vanagloriado ante sus alumnos de la «liquidación» de tres policías gallegos que querían infiltrarse en el sur de Francia. Las diligencias son escasas y las investigaciones brillan por su ausencia. Era una época en que los etarras campaban a sus anchas en Francia, se calificaba a los terroristas vascos de «defensores de la libertad y la democracia» y la policía gala no sólo no colaboraba con la española, sino que hacía lo imposible para impedir la mínima indagación de la Guardia Civil. Nadie reparó en que aquella ETA, que en 1973 hizo volar el coche del almirante Carrero Blanco, era la misma que ocho meses antes había torturado y «evaporado» a tres jóvenes gallegos, como nadie dio importancia a que matase en 1969 a Begoña Urroz, de 22 meses.El afán por mantener su aureola de libertadores antifranquistas, que llevó a los terroristas a no atribuirse nunca la colocación de la bomba que mató a la niña, es el mismo que les ha hecho durante tres décadas negar hasta el paradero de Humberto, Fernando y Jorge. Humberto era el único que hablaba francés y conocía un poco el mundo. Tenía 28 años y había viajado bastante antes de recalar en Irún y encontrar empleo como intérprete en una empresa de transportes. Los otros dos, apenas habían volado. Fernando tenía 25 años y había sido el segundo en desplazarse al País Vasco.Trabajaba en una agencia de aduanas. Jorge, de 23 años, acababa de llegar de Galicia. Estaba en paro. Comenzaba la década de los 70, unos años prodigiosos en que la España de Franco, que 10 años antes había descubierto el maná del turismo, el biquini, la televisión y las cualidades épicas del Real Madrid, presentía su final. Habían desaparecido los emigrantes de maleta de cartón, que salían a Europa decididos a ahorrar para volver al pueblo y abrir un bar o adquirir un piso en las barriadas que surgían como hongos en los suburbios de Madrid o Barcelona. Los que dejaban su tierra alentados por la industrialización del País Vasco, como Humberto, Fernando o Jorge, eran de otra pasta y acudían para quedarse. Aquel 24 de marzo de 1973 era sábado y los tres amigos almorzaron en casa de la hermana de Humberto. Echaron después la partida en el bar Castilla y sobre las cuatro y media de la tarde, dejaron a José Cesáreo, el cuarto jugador de tute subastado, en la empresa Decoexsa. Retornarían, dijeron, pasadas las 10 de la noche. Todo el mundo se las daba de haber visto en acción al lóbrego Marlon Brando y a la voluptuosa María Schnneider en El último tango en París y ellos no querían ser menos. Ponían la película en los multicines de San Juan de Luz. El antiguo Lycorne se llama ahora Pakaloko y abre como antaño de 7 de la tarde a 5 de la madrugada. Atrae a multitud de negros y prodiga la música exótica, pero en su época tuvo pretensiones y cierto postín. Allí alternaban los crápulas y desocupados de la comarca. El antiguo dueño, Jean Pierre Bernateau, sigue viviendo al lado y jura no recordar un ápice: «Tuvo que ser en el aparcamiento; dentro no permitíamos peleas». El Pakaloko queda a la salida de Bidart, al final de una larga cuesta. El aparcamiento no ha cambiado. Es igual que entonces y de noche, con el viento del mar ahogando los sonidos, es el sitio ideal para la emboscada. A veces cambia algún nombre, pero todos los indicios señalan que los que estaban con Revilla aquella noche eran Ceferino Arévalo, alias El Ruso, Prudencio Sodupe, alias Pruden, Jesús de la Fuente Iruretagoyena, Basacarte, y Manuel Murua, El Casero. «MEJOR NO DECIR NADA» De la Fuente, en libertad desde 1982, pasa los fines de semana en Zumaia, donde comparte casa con María Teresa Egaña. Dicen que sigue siendo un duro y que mantiene una gran amistad con Josu Ternera. Otros han fallecido, pero a Murua lo encontramos en Logroño. Duerme en la cárcel, pero sale a trabajar a Cáritas durante el día. El Casero, que aspira a una indemnización por los años purgados entre rejas (también pretenden dinero, los 23 millones que se pagan a los familiares de víctimas del terrorismo, los parientes del pistolero Revilla), comienza negando los hechos.Después admite que una vez, tras recibir una carta de la sobrina de Humberto en la que le pedía ayuda para localizar el cadáver de su tío, el ex ertzaina Mikel Sueskun condenado por pertenencia a ETA y actualmente en libertad condicional y militando en las filas de Eusko Alkartasuna le aconsejó «no decir nada». Fue lo mismo, según la confesión extraída en 1979 al etarra Jesús María Zabarte, que aconsejaba Pérez Revilla a quien preguntaba por el tema: «Cuanto menos se sepa del asunto, mejor». Mikel Legarza, el mítico Lobo que estuvo años infiltrado en ETA, afirma en sus memorias haber escuchado una conversación entre Pérez Revilla y Peixoto, donde aludían a tres gallegos que habían pescado «deambulando camuflados por Euskadi Norte». El Casero es un tipo con pinta de labriego. Va cubierto con chapela, apenas tiene cuello y parece ingenuo. Él alega que se trata de un error, pero en 1993 fue condenado por haber asesinado de dos balazos en la cabeza al brigada Emilio Fernández. «De los gallegos yo no sé nada», refunfuña Murua. «Eso hay que preguntárselo a los que mandan». Entre Martini y Martini, y siempre en condicional, da a entender que si los secuestraron «los esposarían allí mismo, en el aparcamiento». También que si los interrogaron «sería duro, pero no como la Guardia Civil».Al final, y preguntado sobre las probabilidades de hallar restos si se excava en La Serra, pontifica que ninguna, «porque aquello es muy grande». Antes de irse, sin venir a cuento, deja caer que si los sepultaron «los enterrarían junto a la reguera, donde la tierra es más blanda». Es escalofriantemente curioso, pero en Agur ETA, la autobiografía del arrepentido Soares Gamboa, el ex etarra escribe que hay que unir a la larga lista de víctimas de ETA los cadáveres de los gallegos, «enterrados tal vez en un monte, donde los helechos crecen más altos que los otros». Coral Rodríguez Fouz, concejal en Eibar, senadora socialista en la pasada legislatura y sobrina y ahijada de uno de los desaparecidos, confiesa que en sus treinta y pocos años de existencia, no puede evocar un solo día en que no esté presente la imagen contrita de su madre, angustiada por la desaparición de su hermano más querido. Afirma que ése fue uno de los motivos que la impulsó, hace tres años, a intentar reabrir el caso. Hasta lograr que se reconociera a su tío y sus amigos la condición de «víctimas del terrorismo», sorteó exigencias kafkianas. La Administración llegó a exigirle que demostrara de «forma fehaciente» lo ocurrido.
Es una historia que encoge el alma, un crimen tan repugnante que cuesta creer que haya ocurrido. Una ventosa tarde de marzo, tres muchachos gallegos que habían llegado a la localidad guipuzcoana de Irún buscando trabajo y horizontes más amplios, deciden pasar a Francia para ver una de esas películas que la censura prohibía en España. A la vuelta, en el lado izquierdo de la carretera que serpentea desde San Juan de Luz a la frontera, los chicos vislumbran las luces parpadeantes de una discoteca. Uno de esos antros de atmósfera densa, donde se puede tomar una copa, escuchar música y ver cimbrearse a alguna mujer de falda corta y ropa apretada. Los gallegos se acodan en la barra y comentan, con la desinhibición que estimulan la juventud y un puticlub donde no te conoce nadie, algunas de las ardientes escenas vistas en el cine un rato antes. Es sábado, pero el local todavía no está muy lleno. Suben el tono, se ríen e intercambian bromas, ignorantes de que en una esquina, parapetados tras unos vasos de güisqui, varios pares de ojos les observan.Uno de los que mira, el más excitado por el alcohol, es Tomás Pérez Revilla, gerifalte de ETA. Con él hay otros cuatro, que también beben a sorbos y, sobre todo cuando las risas de los gallegos se sobreponen a la música y se hacen audibles, mascullan entre dientes palabras como «hijos de puta», «cabrones» o «txakurras». Pérez Revilla y sus compinches se convencen de que los de la barra son policías camuflados y urden a toda prisa un plan. Media hora después, cuando los gallegos salen al oscuro aparcamiento, justo cuando están a punto de encaramarse al Austin 1300 en que salieron de España, los cinco etarras los interceptan a punta de pistola. Al ver el arma, dos de los gallegos se quedan estupefactos.Humberto, el mayor, se yergue peleón pero antes de que pueda mover un dedo recibe un tremendo botellazo en el cráneo. Nadie oye nada, porque la brisa que llega del cercano acantilado ahoga los ruidos. Todo ocurre muy rápido. Los etarras amarran a la espalda las manos de sus prisioneros, incluidas las del malherido Humberto. Los introducen a empellones en el maletero y parten con ellos, usando el Austin y su propio vehículo. Enfilan hacia Saint Palais, en pleno corazón del País Vasco francés, a medio centenar de kilómetros de distancia. Allí, protegidos por sus cofrades de Iparraterrak y amparados por la simpatía que despertaba la oposición a Franco, los etarras tienen una estructura que permite albergar, dar trabajo y hasta entrenar a los que salen de España para integrarse en la banda o huyen de la policía. El centro del entramado es un vivero al que los lugareños llaman La Serra, donde en los momentos álgidos labora hasta una treintena de personas. Es en el vivero, en uno de los barracones, entre tenazas de podar, martillos, carretillas y aperos de labranza, donde Pérez Revilla y sus colegas inician el interrogatorio. La tortura se prolonga hasta el amanecer. El que Fernando Quiroga, que aparece domiciliado en La Coruña, lleve en el bolsillo un salvoconducto de 48 horas y no el preceptivo pasaporte estimula las suspicacias y el celo inquisitorial de los etarras. Al cabo de una noche agónica, en la que lo único que logran arrancar de la boca de sus cautivos son gemidos, gotas de sangre, dientes y la desnuda verdad, Pérez Revilla y los suyos comienzan a sospechar que se han equivocado. No han capturado a unos policías, enviados desde España para husmear en el santuario etarra. Aquellos tres seres desmadejados, hechos pedazos, que respiran inermes en el húmedo suelo del invernadero no son agentes camuflados. Se trata quizá, como los muchachos han jurado desde el primer momento, de simples emigrantes gallegos. Todo indica que residen en Irún, cruzaron para ir al cine y entraron en La Lycorne casi por azar, porque venían cachondos, pero los terroristas deciden que ya es muy tarde. Pérez Revilla sale a llamar por teléfono y retorna un cuarto de hora después con el gesto más endurecido que de costumbre.Es él, con fría parsimonia, quien señala el paraje donde deben ser conducidos los desventurados y se encarga de rematarlos con un tiro en la nuca. Deja a los otros la ingrata y sudorosa tarea de cavar la fosa y deshacerse de los cadáveres. Isabel, la hermana de Humberto en cuyo piso de Irún vivían los tres jóvenes, se inquietó al ver que no regresaban. Pero era fin de semana y al final, tras aguardar en vela bastantes horas, se dijo a sí misma que se habrían quedado de juerga. El domingo cobró cuerpo la idea de que habían sufrido un accidente y el lunes, ya con el alma en la boca, comenzó a indagar. Cesáreo Rodríguez, su marido, hasta cruzó al otro lado y se dedicó a otear cunetas y escudriñar barrancas con la vana esperanza de dar con el coche. No podía sospechar que el Austin circulaba sin problemas por las carreteras del suroeste francés, con matrícula distinta de la C 2143-B original, pegatinas y toques de pintura sobre la chapa blanca, y gente ajena al volante. Hasta 21 días después, como refleja en el atestado un puntilloso funcionario de la comisaría de Irún, Cesáreo no se presentó a denunciar la extraña desaparición. En el escrito, mecanografiado en líneas apretadas y estilo rancio, se hace constar el estupor de la familia, que seguía sin tener noticias a pesar de los anuncios y fotografías publicados en la prensa española y francesa. «Ante el temor de que el vehículo ocupado por los jóvenes hubiera sufrido un accidente, cayendo al mar por la llamada Cornisa del Cantábrico», reza un apéndice, pegado al final del atestado, «la Comandancia Naval Francesa ha realizado rastreos, con resultado igualmente infructuoso». El escrito concluye destacando que los tres jóvenes «carecen de antecedentes desfavorables en los archivos de la Comisaría». Los cuerpos de Humberto Fouz, Fernando Quiroga y Jorge García nunca han aparecido. Ni siquiera un fragmento de hueso, unos dientes o unas briznas de pelo. Tampoco el renqueante Austin.Durante 28 interminables años, sus familias han sobrellevado en silencio la tragedia, estrellándose unas veces contra el muro de la desidia burocrática y otras contra el desprecio de los compañeros de viaje de los asesinos. Aquel verano, en una de las casas se recibió una llamada de teléfono en la que una voz anónima se limitó a decir: «No hagan nada, peligra la vida de los tres chicos». Pero las familias comenzaron a percibir la magnitud del drama en diciembre, cuando Alfredo Semprún, padre del actual reportero de La Razón, publica en ABC un artículo estremecedor. Acertaba en lo crucial, revelaba el nombre del bar y enumeraba a los asesinos. A Pérez Revilla lo mató el GAL en 1984 y se fue a la tumba con parte de su macabro secreto, pero su férreo silencio no es el único factor que explica que nunca se hayan esclarecido los hechos.Nueve años antes de que estallara la bomba que abrasó y terminó acabando con la vida del autor de los tres tiros de gracia, los jueces habían archivado el caso de los «tres gallegos desaparecidos». TRES POLICÍAS GALLEGOS El sumario, sepultado durante años en el sótano de un juzgado de San Sebastián, es sorprendentemente corto. Consta de 142 folios y está constituido sobre todo por recortes de prensa: ABC, El Ideal Gallego, El Alcázar, Informaciones, La Voz de España...Hay también una carta, de alguien que firma «Leal español» y que cuenta que un fraile residente en Inglaterra, en The Saint Gregory's College, se ha vanagloriado ante sus alumnos de la «liquidación» de tres policías gallegos que querían infiltrarse en el sur de Francia. Las diligencias son escasas y las investigaciones brillan por su ausencia. Era una época en que los etarras campaban a sus anchas en Francia, se calificaba a los terroristas vascos de «defensores de la libertad y la democracia» y la policía gala no sólo no colaboraba con la española, sino que hacía lo imposible para impedir la mínima indagación de la Guardia Civil. Nadie reparó en que aquella ETA, que en 1973 hizo volar el coche del almirante Carrero Blanco, era la misma que ocho meses antes había torturado y «evaporado» a tres jóvenes gallegos, como nadie dio importancia a que matase en 1969 a Begoña Urroz, de 22 meses.El afán por mantener su aureola de libertadores antifranquistas, que llevó a los terroristas a no atribuirse nunca la colocación de la bomba que mató a la niña, es el mismo que les ha hecho durante tres décadas negar hasta el paradero de Humberto, Fernando y Jorge. Humberto era el único que hablaba francés y conocía un poco el mundo. Tenía 28 años y había viajado bastante antes de recalar en Irún y encontrar empleo como intérprete en una empresa de transportes. Los otros dos, apenas habían volado. Fernando tenía 25 años y había sido el segundo en desplazarse al País Vasco.Trabajaba en una agencia de aduanas. Jorge, de 23 años, acababa de llegar de Galicia. Estaba en paro. Comenzaba la década de los 70, unos años prodigiosos en que la España de Franco, que 10 años antes había descubierto el maná del turismo, el biquini, la televisión y las cualidades épicas del Real Madrid, presentía su final. Habían desaparecido los emigrantes de maleta de cartón, que salían a Europa decididos a ahorrar para volver al pueblo y abrir un bar o adquirir un piso en las barriadas que surgían como hongos en los suburbios de Madrid o Barcelona. Los que dejaban su tierra alentados por la industrialización del País Vasco, como Humberto, Fernando o Jorge, eran de otra pasta y acudían para quedarse. Aquel 24 de marzo de 1973 era sábado y los tres amigos almorzaron en casa de la hermana de Humberto. Echaron después la partida en el bar Castilla y sobre las cuatro y media de la tarde, dejaron a José Cesáreo, el cuarto jugador de tute subastado, en la empresa Decoexsa. Retornarían, dijeron, pasadas las 10 de la noche. Todo el mundo se las daba de haber visto en acción al lóbrego Marlon Brando y a la voluptuosa María Schnneider en El último tango en París y ellos no querían ser menos. Ponían la película en los multicines de San Juan de Luz. El antiguo Lycorne se llama ahora Pakaloko y abre como antaño de 7 de la tarde a 5 de la madrugada. Atrae a multitud de negros y prodiga la música exótica, pero en su época tuvo pretensiones y cierto postín. Allí alternaban los crápulas y desocupados de la comarca. El antiguo dueño, Jean Pierre Bernateau, sigue viviendo al lado y jura no recordar un ápice: «Tuvo que ser en el aparcamiento; dentro no permitíamos peleas». El Pakaloko queda a la salida de Bidart, al final de una larga cuesta. El aparcamiento no ha cambiado. Es igual que entonces y de noche, con el viento del mar ahogando los sonidos, es el sitio ideal para la emboscada. A veces cambia algún nombre, pero todos los indicios señalan que los que estaban con Revilla aquella noche eran Ceferino Arévalo, alias El Ruso, Prudencio Sodupe, alias Pruden, Jesús de la Fuente Iruretagoyena, Basacarte, y Manuel Murua, El Casero. «MEJOR NO DECIR NADA» De la Fuente, en libertad desde 1982, pasa los fines de semana en Zumaia, donde comparte casa con María Teresa Egaña. Dicen que sigue siendo un duro y que mantiene una gran amistad con Josu Ternera. Otros han fallecido, pero a Murua lo encontramos en Logroño. Duerme en la cárcel, pero sale a trabajar a Cáritas durante el día. El Casero, que aspira a una indemnización por los años purgados entre rejas (también pretenden dinero, los 23 millones que se pagan a los familiares de víctimas del terrorismo, los parientes del pistolero Revilla), comienza negando los hechos.Después admite que una vez, tras recibir una carta de la sobrina de Humberto en la que le pedía ayuda para localizar el cadáver de su tío, el ex ertzaina Mikel Sueskun condenado por pertenencia a ETA y actualmente en libertad condicional y militando en las filas de Eusko Alkartasuna le aconsejó «no decir nada». Fue lo mismo, según la confesión extraída en 1979 al etarra Jesús María Zabarte, que aconsejaba Pérez Revilla a quien preguntaba por el tema: «Cuanto menos se sepa del asunto, mejor». Mikel Legarza, el mítico Lobo que estuvo años infiltrado en ETA, afirma en sus memorias haber escuchado una conversación entre Pérez Revilla y Peixoto, donde aludían a tres gallegos que habían pescado «deambulando camuflados por Euskadi Norte». El Casero es un tipo con pinta de labriego. Va cubierto con chapela, apenas tiene cuello y parece ingenuo. Él alega que se trata de un error, pero en 1993 fue condenado por haber asesinado de dos balazos en la cabeza al brigada Emilio Fernández. «De los gallegos yo no sé nada», refunfuña Murua. «Eso hay que preguntárselo a los que mandan». Entre Martini y Martini, y siempre en condicional, da a entender que si los secuestraron «los esposarían allí mismo, en el aparcamiento». También que si los interrogaron «sería duro, pero no como la Guardia Civil».Al final, y preguntado sobre las probabilidades de hallar restos si se excava en La Serra, pontifica que ninguna, «porque aquello es muy grande». Antes de irse, sin venir a cuento, deja caer que si los sepultaron «los enterrarían junto a la reguera, donde la tierra es más blanda». Es escalofriantemente curioso, pero en Agur ETA, la autobiografía del arrepentido Soares Gamboa, el ex etarra escribe que hay que unir a la larga lista de víctimas de ETA los cadáveres de los gallegos, «enterrados tal vez en un monte, donde los helechos crecen más altos que los otros». Coral Rodríguez Fouz, concejal en Eibar, senadora socialista en la pasada legislatura y sobrina y ahijada de uno de los desaparecidos, confiesa que en sus treinta y pocos años de existencia, no puede evocar un solo día en que no esté presente la imagen contrita de su madre, angustiada por la desaparición de su hermano más querido. Afirma que ése fue uno de los motivos que la impulsó, hace tres años, a intentar reabrir el caso. Hasta lograr que se reconociera a su tío y sus amigos la condición de «víctimas del terrorismo», sorteó exigencias kafkianas. La Administración llegó a exigirle que demostrara de «forma fehaciente» lo ocurrido.
La época de los años 60, momento en el que empezó la llamada “sociedad de consumo”, le debe mucho a Los Beatles. La Beatlemanía duró más tiempo de lo esperado para una moda, algo más de tres años, desde finales de 1963 hasta 1967. Por lo tanto, queda claro que este grupo marcó la juventud de millones de personas.
Juan José Pérez Rangel, conocido como el "Asesino del Putxet" o "Asesino del párking", fue declarado culpable de la muerte a martillazos de dos mujeres en un aparcamiento privado del barrio barcelonés del Putxet en enero de 2003. Las víctimas fueron Maria Àngels Ribot y María Teresa de Diego.
La pretensión del General Británico Bernard L. Montgomery de conseguir tomar Caen el día D resultó ser uno de los mayores errores de cálculo de la Segunda Guerra Mundial. Tres semanas después del día del desembarco, unidades Británicas y Canadienses seguían abriéndose paso hacia la devastada ciudad, pagando un inesperado y altísimo precio en vidas humanas.
Reportaje producido por History Channel donde muestra un resumen de la historia de èsta gran banda "The Beatles". Segunda Parte; Sexo espìas y Rock and Roll 1962 - 1964
El 6 de Junio de 1944, las tropas aliadas se lanzaron al asalto de la Fortaleza Europea de Hitler. De las cinco playas de desembarco aliadas, tres fueron asignadas a las tropas británicas y canadienses, y las dos restantes lo fueron a las divisiones 1ª, 4ª y 29ª del ejército de Estados Unidos. En este episodio conoceremos las experiencias de los hombres que pisaron ese día las playas, experiencias donde el miedo y el sufrimiento superaron con creces la sensación de victoria final.
El Ejército Rojo fue creado después de la Revolución rusa de 1917, cuando los bolcheviques reclutaron una fuerza armada para luchar contra el Ejército Blanco, en la guerra civil rusa. Luego de su destacada actuación durante la Segunda Guerra Mundial, el Ejército Rojo pasó a ser el principal componente de las Fuerzas Armadas Soviéticas.
El Ejército Rojo fue creado después de la Revolución rusa de 1917, cuando los bolcheviques reclutaron una fuerza armada para luchar contra el Ejército Blanco, en la guerra civil rusa. Luego de su destacada actuación durante la Segunda Guerra Mundial, el Ejército Rojo pasó a ser el principal componente de las Fuerzas Armadas Soviéticas.
Todos los seres humanos sienten la necesidad de comunicarse. Desde la era de Internet, hemos incrementado la forma en la que interactuamos y nos comunicamos ya sea bien por medio de audio, video o texto. En 2050, la comunicación holográfica ya no será una prerrogativa de los héroes de la saga Star Wars. Las conexiones web serán mucho más rápidas que hoy y se harán intercambios a la velocidad de la luz a través de tecnologías cada vez más eficientes y más limpias.
Verano de 1944. Tras la batalla de Caen, los aliados siguen avanzando por Normandía. Es un avance lento, duro, sangriento, donde la ventaja es siempre para las fuerzas defensoras. Sólo el inicio de la operación Cobra, bajo la dirección táctica del general americano George S. Patton, romperá el punto muerto en Normandía.
La década de los Beatles comenzó en Liverpool en julio de 1957, cuando a los 16 años de edad John Lennon y se unió al quinceañero Paul McCartney. Este encuentro casual produjo una de las más importantes asociaciones musicales del siglo 20. Escucharon artistas americanos y estuvieron en el café bar Jacaranda. Eran parte de una nueva generación de adolescentes que se beneficiaron de del aumento de riqueza de sus padres. La moda también estaba cambiando y Mary Quant diseñó vestidos juveniles y coloridos. En Estados Unidos, la juventud estaba ganando también y Kennedy fue elegido presidente. Los Beatles fueron a Hamburgo en 1960 y fue allí descubrieron la libertad, la libertad sexual. Fue durante este tiempo que la crisis de los misiles Cuba representaba una gran amenaza para la paz mundial y por un tiempo el mundo esperó para ver si se rompería la paz. Escritores y actores de clase trabajadora empezaron a surgir junto con los Beatles. Todo estaba cambiando, la música, los bienes de consumo, la moda, la generación de los sesenta realmente parecía tener todo.
¿Y si la base militar de Fort Knox estuviera vacía? Buddy, Scott y McKinley viajan a Kentucky para investigar la historia de esta legendaria cámara acorazada. Allí comprobarán el impacto devastador que tendría, sobre la economía y el bolsillo de los estadounidenses, la desaparición de su oro. Fort Knox no se ha auditado desde 1974: ¿está el Gobierno ocultando a la opinión pública que tiene los bolsillos vacíos, o la privacidad del lugar responde a un secreto totalmente diferente?
¿Qué tenían en común el militarismo ultranacionalista japonés con el nacionalsocialismo alemán en la primera mitad del siglo XX? ¿Qué llevo a Hitler, firme defensor de la superioridad de la raza aria hasta el fanatismo, a establecer una alianza con una nación radicalmente distinta en el otro extremo del globo? De 1939 a 1945, alemanes y japoneses fraguaron una estratégica alianza que incluía un complejo mecanismo logístico, así como un compromiso de cooperación tecnológica. Ambas naciones dirigieron sus esfuerzos a acabar con la posición de supremacía inglesa en la India, aunque su operación más arriesgada fue la conspiración para destruir el Canal de Panamá. El espacio revisa los términos de este pacto y las consecuencias que tuvo en el desarrollo de la contienda.
¿Qué tenían en común el militarismo ultranacionalista japonés con el nacionalsocialismo alemán en la primera mitad del siglo XX? ¿Qué llevo a Hitler, firme defensor de la superioridad de la raza aria hasta el fanatismo, a establecer una alianza con una nación radicalmente distinta en el otro extremo del globo? De 1939 a 1945, alemanes y japoneses fraguaron una estratégica alianza que incluía un complejo mecanismo logístico, así como un compromiso de cooperación tecnológica. Ambas naciones dirigieron sus esfuerzos a acabar con la posición de supremacía inglesa en la India, aunque su operación más arriesgada fue la conspiración para destruir el Canal de Panamá. El espacio revisa los términos de este pacto y las consecuencias que tuvo en el desarrollo de la contienda.
El historiador Lukasz Kazek se adentra en el búnker mejor escondido de Berlín, el 'Führerbunker'.Escondite que Hitler construyó al principio de la guerra bajo el Palacio de Redziwilow.
El historiador Lukasz Kazek se adentra en Adlerhorst, también conocido como el Nido del Águila. El complejo de búnkeres en Alemania central donde Hitler comandó su última ofensiva y dio su último discurso de año nuevo.
Se trata del famoso caso de "las brujas de San Fernando", donde Jorge Colomar aborda el caso del asesinato de la chica de 16 años Klara García a manos de sus dos amigas, en un complot urdido por estas con el fin último de experimentar la sensación de asesinar. El caso de las niñas o "las brujas" de San Fernando (Cádiz), es uno de los casos psicológicamente difíciles de explicar a priori, rituales esotéricos, intercambio de cartas con el joven José Rabadán ("el asesino de la katana"), un intento de ensayo de asesinato de una embarazada en un centro comercial, son conductas extrañas para las jóvenes de San Fernando.
El historiador Lukasz Kazek se adentra en el cuartel general denominado 'Riese' (gigante en alemán). Un complejo construido por esclavos, que alberga más de 1700 metros de túneles subterráneos.
No hay cientos de documentales que relaten lo que pasó, ni una ley que persiga restituir la memoria de los 300 españoles que allí perecieron o desaparecieron. Muy pocos lo recuerdan y aún menos lo saben; la Guerra Civil no fue el último conflicto bélico de España. La última vez que el país se atrincheró fue en Sidi Ifni, hoy Marruecos, en la desconocida Guerra Olvidada. Silenciado por el Franquismo y olvidado por la Democracia, el conflicto ha intentado asomar la cabeza en los periódicos por medio de sus veteranos. Éstos han reclamado su lugar en los libros de historia y un reconocimiento por parte del Gobierno que, según algunos ex combatientes, “les da largas” a la hora de reunirse y de obtener un debido homenaje. (Se refiere al de Zapatero) España combatió en Sidi Ifni entre noviembre de 1957 y junio de 1958 contra el Ejército de Liberación Marroquí, para defender las plazas coloniales en el norte de África. En el conflicto fallecieron unos 200 españoles, 80 fueron dados por desaparecidos y casi 600 resultaron heridos. España acabó saliendo de Ifni el 31 de julio de 1969. Once años después de esa guerra que Franco silenció. “Se salía de hace pocos años de otro conflicto traumático por lo del ’21 (el Desastre de Annual en la Guerra de Marruecos 1911-26) y Franco actuó así porque le convenía, pero la Democracia también continúa ignorando esto”. Franco, el general que había ganado su prestigio y ascensos en la Guerra de África, era consciente de que el envío de tropas a aquella región, que se mantenía más por prestigio y nostalgia, que por beneficios económicos, hubiese despertado el temor y la indignación de la población.
Egipto ha sido siempre una cautivadora fuente de misterio y leyenda. Pero dentro de su pasado se encuentra una historia raramente contada. Ésta es una historia gráfica de los hombres que intentaron desentrañar los secretos de la primera gran civilización de la humanidad. Desde que los europeos buscan los orígenes del antiguo Egipto, dos siglos atrás, solo han encontrado peligro, genios científicos, una desalmada explotación y triunfo espiritual. Esta es la historia de un antiguo y fascinante enigma. Es una historia de detectives que empezó hace más de 6000 años, y cuya solución está todavía sin resolver. onoceremos al varón Vivant Dennon, que viajó a Egipto con el ejército invasor de napoleón, Jean Franois Champollion, que dedidcó su vida entera a resolver la enigamática escritura conocida como jeroglíficos. Giovanni B. Belzoni que se convirtió en un maestro en desmantelar los monumentos egipcios y sacarlos como contrabando a museos europeos y colecciones privadas.
El historiador Lukasz Kazek se adentra en un complejo construido a tan solo diez minutos de Berlín. Las grandes agujas de hormigón y las casas medio destruidas alrededor esconden grandes secretos.
India. Tras reprimir con extrema violencia una rebelión Sikh en la ciudad de Amristar, Indira Gandhi, primera ministra de la India, es asesinada el 31 de octubre de 1984 por dos de sus guardaespaldas, ambos de origen Sikh, mientras paseaba por los jardines de su casa de Nueva Dehli. Seis años más tarde, el 21 de mayo de 1991, en Sriperumbudur, cerca de Madrás, su hijo mayor Rajiv moría en un atentado suicida, perpetrado por separatistas Tamiles.
El historiador Lukasz Kazek se adentra en el cuartel general de Ksiaz, antiguo palacio de una familia prusiana que, en la Segunda Guerra Mundial, Hitler ocupó para intentar usarlo como cuartel.
Este capítulo de cazadores de misterios investigan una orden disidente de sacerdotes exorcistas católicos en su misión localizar a diablos y expulsarlos de las personas a las que poseen. También investigan la posibilidad de que existan super-soldados creados y mentalmente controlados por el gobierno en los Estados Unidos que puedan ser insuperables para las guerras cuerpo a cuerpo.Si te gusto el documental y agradeces Dale Me Gusta,Suscribete y Comenta :) el documental
El historiador Lukasz Kazek se adentra en Anlage Süd, uno de los cuarteles de Hitler ubicado en Polonia. Su construcción, iniciada en 1940, le sirvió a Hitler para realizar distintas reuniones secretas con altos mandos de la Wehrmacht.
Felipe II aceptó los designios de los elementos cuando supo del desastre de su Armada, Intitulada como la "Invencible". La gran formación de la flota española comandada por el duque de Medinasidonia facilitó los ataques relámpago de los navíos ingleses. Debido al incesante acoso del enemigo, la Armada no pudo contactar con las tropas de Alejandro Farnesio, preparadas para embarcar y asaltar Inglaterra, con lo que el Duque de Medinasidonia decidio regresar bordeando las Islas Británicas por el norte. Los elementos hicieron el resto... el desastre fue inevitable.
Este impresionante documental de Canal de Historia profundiza en las vidas de dos de los principales protagonistas de la Guerra de Secesión Norteamericana (1861-1865): Ulysses S. Grant y Robert E. Lee. Detalles sorprendentes revelan las decisiones audaces y el inmenso poder, casi divino, que acumularon ambos generales en los campos de batalla de Pensilvania (Gettysburg), Texas (Galveston) o Tennessee (Shiloh), entre otros, sangrientos lugares donde se enfrentaron los ejércitos Federales (nordistas) y Confederados (sudistas). Esta excelente producción muestra además, desde una perspectiva única, cómo estos dos hombres modificaron el curso de la historia de Estados Unidos.
El historiador Lukasz Kazek se adentra en el tren Amérika, un tren blindado que Hitler usaba para viajar entre países debido a su fobia a los aviones.
Como canciller federal, Angela Merkel ha liderado Alemania los últimos 16 años. Durante este periodo ha capeado numerosas crisis internacionales sin huir de los conflictos ni temer enfrentarse a los más poderosos del planeta. El 22 de noviembre de 2005 Angela Merkel se convirtió en la primera mujer en ocupar la jefatura de Gobierno de la República Federal Alemana. Poco podría imaginarse en aquel entonces a cuántas crisis internacionales tendría que enfrentarse en sus 16 años de mandato: la crisis financiera, la crisis del euro, la crisis de la deuda, la Primavera Árabe, la guerra en Ucrania, la guerra civil siria, el terrorismo de Estado Islámico, la crisis de los refugiados... Además, muchos países experimentaron un auge del populismo, Reino Unido abandonó la Unión Europea y el presidente de EE. UU., Donald Trump, emprendió un curso de confrontación en lugar de cooperación. Por si fuera poco, en 2020 una pandemia mundial provocada por el coronavirus puso a prueba una vez más a la canciller federal alemana y a todo el planeta. ¡Y eso sin olvidar el cambio climático! ¿Cómo logró Angela Merkel superar tales desafíos al tiempo que viajaba incansablemente de una visita de Estado o una cumbre internacional a otra? ¿Dónde logró imponer su criterio y dónde fracasó? ¿Ha seguido siempre una línea política reconocible? ¿Se le puede tildar de voluble o simplemente ha sido pragmática? ¿En qué lugar ha posicionado a Alemania en un mundo en el que EE. UU., la UE, Rusia y China luchan por aumentar su influencia y solucionar los problemas del planeta? ¿Y cómo valoran a la canciller federal alemana y sus políticas los jefes de Estado y de Gobierno con los que Angela Merkel se ha reunido a lo largo de estos años? ¿Qué aprecian de ella los políticos internacionales y dónde creen que se ha equivocado? Todas estas preguntas son respondidas por mandatarios de la talla del expresidente estadounidense George W. Bush, el expresidente francés Francois Hollande, la expresidenta brasileña Dilma Rousseff, el exministro griego de Finanzas Yanis Varoufakis o el expresidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker, así como por renombrados historiadores como Niall Ferguson.
El historiador Lukasz Kazek se adentra en la residencia de Berghof. Una casa cuartel en los Alpes Bávaros, apodado Nido del Águila, que Hitler usaba como puesto de mando para dirigir las ofensivas.
La mina de Lohberg es un lugar fuera de lo común. En sus cien años de actividad, llegó a haber hasta cinco mil trabajadores extrayendo carbón a través de pozos que alcanzaban los 1.200 metros de profundidad. Cuando en 2005 se cerró la mina, esta enorme instalación industrial perdió su utilidad y fue abandonada. Desde entonces el lugar aguarda un nuevo uso.
El historiador Lukasz Kazek se adentra en las ruinas del cuartel de Felsennest. Cuartel general de pequeño tamaño que se construyó en 1939 para asegurar una línea de defensa alemana.
Brad y su equipo intentan acceder a Bohemian Grove, una de las sociedades de ricos y poderosos más selectas de EE UU. El equipo Decoded se dirige al escondite del club -en un bosque de secuoyas al norte de California- para comprobar la veracidad de los rumores sobre sacrificios rituales y acuerdos confidenciales que allí tienen lugar y que determinan las vidas de los americanos de a pie. Brad no tarda en comprobar lo difícil que resulta destapar los secretos de Bohemian Grove. Sabía que enviar al equipo allí sería arriesgado, pero nunca pensó que llegaran a exigirle dinero.
El historiador Lukasz Kazek se adentra en el cuartel conocido como La Guarida del Lobo, un gran edificio camuflado en el interior de Polonia. En él se encontraban más de 80 edificios y muchos secretos por desvelar.
A principios del siglo XX España y Francia se enfrentaron contra la resistencia del Rif en una guerra devastadora. Esta guerra olvidada hoy día, fue sustraída de nuestra memoria y a pesar de todo, ochenta y seis años después la injusticia de esta tragedia esta aún presente. Se busca recuperar del olvido, la voz, la cara de los combatientes de la guerra del Rif y se propone una visión actualizada de la historia para continuar edificando el futuro y la paz entre los dos países vecinos. El encargado de dirigir el documental "RIF 1921 (Una historia olvidada) es Manuel Horrillo. Se trata de una coproducción hispano marroquí que bucea con rigor en las causas del desastre de la Batalla Annual, una gran derrota militar para el ejército español, y que supuso una redefinición de la política colonial de España en el Rif marroquí. La voz de este documental dramatizado corre a cargo del actor español Imanol Arias.
Nadie sabía que estaban robando los secretos más importantes de los Estados Unidos, hasta que punto fue importante la infiltración de agentes soviéticos en el gobierno de los Estados Unidos? La época de la caza de brujas comunistas en los años 50 fue una época aterradora en los Estados Unidos y ahora información nueva procedente de los archivos del KGB otorgan credibilidad a muchas de las sospechas en torno a los espías entre nosotros.
En la década de 1970, el coronel Moren Brito dirigió Villa Grimaldi uno de los principales centros de tortura de la DINA, la policía política. Hoy vive una vida discreta en una zona residencial de Santiago. Pero su pasado lo alcanza. En el supermercado local, es detenido por una de sus antiguas víctimas. En Chile, como en cualquier otro lugar, las cicatrices se cerrarán una vez que se haga justicia. -
Este documental nos cuenta la sorprendente historia del agente doble Dusko Popov durante la Segunda Guerra Mundial que muy posiblemente fue la inspiración para el personaje de James Bond.
Brad Meltzer y su equipo tratan de descifrar antiguas profecías que alertan de la desaparición del planeta en 2012. Cristianos, judíos, musulmanes e indígenas americanos sostienen teorías sorprendentemente similares de cómo se acabará el mundo. Hoy día, modernos programas informáticos que realizan estimaciones de enorme precisión parecen haber predicho el huracán Katrina, la amenaza del ántrax y hasta el 11-S. Y lo que vaticinan estos mismos programas para 2012 es terrorífico. ¿Estamos ante el inicio del fin del mundo? Brad comienza la búsqueda de respuestas con el envío del equipo Decoded al suroeste de Estados Unidos. Examinarán la famosa piedra de las profecías hopi, cuyas inscripciones centenarias se cree que han pronosticado de manera certera catástrofes mundiales.
Han pasado muchos años desde que cerraron la cárcel de mujeres de Saturrarán, en 1944. Gracias al trabajo de numerosas personas que se han dedicado a recuperar la memoria histórica se han podido esclarecer muchos puntos negros de la Guerra Civil. De todas formas, aún reinan el silencio y el olvido. El régimen de Franco destinó, el 29 de diciembre de 1937, los edificios del balneario y el seminario levantados en la playa que se encuentra entre Ondarroa y Mutriku a albergar una cárcel para mujeres republicanas. Antes de la entrada de los nacionales en Gipuzkoa y Bizkaia, dichos edificios fueron utilizados como cuartel por el Ejército Vasco. El espacio en el que se pretendía recluir a 700 mujeres llegó a albergar a 1.500 presas; muchas de las cuales fueron encarceladas junto con sus hijos e hijas. Algunas de las mujeres habían luchado en el frente o habían participado en grupos republicanos. Otras fueron apresadas por el simple hecho de ser hijas, mujeres o madres de quienes lucharon en la guerra en el bando republicano. Las responsables del cuidado de las reclusas fueron unas veinticinco monjas mercedarias, quienes sometieron a las mujeres que estaban a su cargo a una disciplina férrea y a incontables vejaciones. Con la excusa de organizar su ocio y redimir sus penas, organizaban talleres para realizar condecoraciones de guerra o representaciones teatrales de carácter religioso en las que debían participar las presas. Aunque pocos parecen recordarlos ya, a dichas actuaciones acudían mandatarios civiles y militares locales, junto con representantes extranjeros. Aquellas mujeres encerradas en la cárcel de Mutriku también tuvieron que soportar castigos muy severos e incluso abusos sexuales. Entre los castigos más duro se encontraban los encierros en el sótano del edificio que permanecía negado por el agua del arroyo. Allí retenían a las mujeres que se veían invadidas por el nivel del agua que subía y bajaba según la marea. Aquellas mujeres vivieron hacinadas y en condiciones penosas junto con sus hijos y pasaron hambre y todo tipo de enfermedades. La falta de alimentos se debió también al estraperlo que las propias monjas efectuaban. Cuando conociero la situación de las mujeres presas de Saturraran, los habitantes de la zona comenzaron a llevarles comida y ropa y a ayudarles en todo lo que podían. Tras años de silencio y desmemoria, en los últimos tiempos se está tratando de sacar a la luz la realidad de la cárcel de Saturrarán. La mayoría de las mujeres que estuvieron allí ya han fallecido, pero, igual que ellas, también las que están vivas merecen recuperar su dignidad.
Una misteriosa banda de piratas saquea las costas del Mediterráneo y no deja más que destrucción a su paso. Los imperios caen, pero a partir del caos el hombre descubre el hierro. Provistos de este maravilloso metal, la gente de a pie es capaz de derrocar a tiranos y construir un nuevo orden mundial. Del nacimiento de la democracia en Atenas a la creación de la Biblia en Babilonia, el poder del pueblo es el que da forma a La Humanidad.
Durante los primeros años de la Guerra Fría, el proyecto Venona fue una fuente de información de la actividad de inteligencia soviética que era dirigida a las potencias militares occidentales. Aunque desconocido para el público, e incluso para los presidentes Franklin D. Roosevelt y Harry S. Truman, estos programas fueron de importancia relativa a los acontecimientos cruciales de principios de la Guerra Fría. Esto incluía el caso de espionaje de Ethel y Julius Rosenberg y las deserciones de Donald Maclean y Guy Burgess a la Unión Soviética.
En un planeta único, una especie única da sus primeros pasos: comienza La Humanidad. Se trata, sin embargo, de un mundo lleno de peligros. Amenazado con la extinción, el hombre innova para sobrevivir: descubre el fuego y la agricultura, construye ciudades y pirámides, inventa el comercio, y trata de dominar el arte de la guerra. Partiendo de un humilde comienzo, se convierte en el conquistador del planeta. Ahora el futuro le pertenece.
Ahora que se va acercando el supuesto día del juicio, el 21 de diciembre de 2012, National Geographic presenta una cuenta atrás hacia otro fin del mundo, el mundo de los propios mayas. ¿Somos muy distintos a ellos? ¿Su calendario preveía el fin de su mundo, o del nuestro.
Para muchos, Detroit, con su centro abandonado, no es más que un enorme páramo. El altísimo desempleo y la violencia han acabado con el sueño americano justo en el lugar que lo vio nacer. Pero existen aun así motivos para la esperanza: lo vacío atrae a gente joven y creativa de todo el mundo. Nuevos artistas descubren fábricas abandonadas para mostrar sus trabajos; exploradores urbanos entran en los numerosos edificios deshabitados y lo documentan todo con sus cámaras. Por otro lado, movimientos como Urban Farming utilizan los enormes terrenos vacíos en el mismo centro de la ciudad para cultivar sus propias frutas y hortalizas orgánicas. Así, entre todos, están consiguiendo poco a poco cambiar el aspecto de la Ciudad del Motor.
Sumidas en la oscuridad desde la Edad Media, las espectaculares ruinas del entonces deslumbrante reino sudafricano del Gran Zimbabwe plantearon un complicado dilema a los colonizadores blancos que reclamaban haber “descubierto” la región cientos de años antes. Rechazando la creencia de que los impresionantes muros de piedra, tallados de forma elegante, podrían ser el producto de una cultura nativa, los “expertos” blancos, ansiosos por reclamar la tierra para los europeos, atribuyeron la ciudad antigua a diversas culturas, desde los fenicios hasta la bíblica Reina de Saba. De esta manera, se inició una larga tradición europea de empíricamente insostenibles interpretaciones del pasado de África. Irónicamente, el lugar donde empezó la historia de la humanidad se convertiría en un lugar sin historia propia.
¿Pudo una red de espías compuesta exclusivamente por gente de a pie haber salvado a Estados Unidos? Estos confidentes, conocidos como el grupo de Culper, trabajaron para obtener información secreta de los británicos y alertar a los norteamericanos de ataques sorpresa y movimientos de las tropas enemigas. El equipo Decoded desvelará si este pequeño grupo de tenderos, taberneros y amas de casa, desempeñó el papel protagonista en la derrota de los británicos, en la guerra de la Independencia, hace más de 200 años.
Dallas, Estados Unidos. El 22 de Noviembre de 1963, el presidente John Fitzgerald Kennedy fue asesinado. Tanto el presidente como su hermano Robert, por aquel entonces Fiscal General, contaban con muchos enemigos dentro y fuera de su partido, tras haber declarado la guerra a la Mafia, a la discriminación racial y a los intereses económicos y militares en Vietnam. Aquello provocó que el magnicidio del presidente Kennedy generara un sinfín de teorías de conspiración, que persisten hasta nuestros días.