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Audio Devocional "Crezcamos de Fe en Fe" - Ministerios Kenneth Copeland
«Bienaventurados serán ustedes cuando, por causa del Hijo del Hombre, la gente los odie, los segregue, los vitupere, y menosprecie su nombre como algo malo. Cuando llegue ese día, alégrense y llénense de gozo, porque grande será el galardón que recibirán en los cielos. ¡Eso mismo hicieron con los profetas los antepasados de esta gente!» (Lucas 6:22-23) ¿Quieres saber cómo deprimir al diablo? Sólo tienes que seguir las instrucciones de este último versículo. Cuando la persecución venga, cuando los amigos o la familia te critiquen porque impones las manos sobre los enfermos y crees en la sanidad, y cuando tus compañeros de trabajo te llamen un fanático porque amas a Jesús y no temes anunciarlo, entonces ¡Regocíjate! Grita de júbilo ¡aleluya! y salta de alegría. Te aseguro que eso desalentará al diablo. Él espera que esa persecución perjudique tu fe para después destruirte y dejarte con nada. No estoy diciendo que debes disfrutar de la persecución en sí misma, sino que puedes aprender a pasar por alto la molestia de esas cosas al enfocar tu atención en la recompensa que viene, y en el hecho de que Jesús dijo que eres bienaventurado. Él apóstol Pablo ciertamente sabía cómo hacerlo. Él era un experto en regocijarse en medio de la persecución. Satanás estaba constantemente causándole problemas. Pero ¿sabes lo que dijo acerca de todo eso? Pablo dijo que no valía la pena porque no se comparaba con la gloria que iba a ser revelada. Si Pablo podía regocijarse en medio de golpizas, apedreamientos, naufragios, encarcelamientos y en casi toda clase de persecución, tú también puedes hacerlo. Sencillamente haz lo mismo que él hizo. Cuando le fue revelado por el Espíritu Santo que le esperaban cadenas y aflicciones, él dijo: «Pero eso a mí no me preocupa, pues no considero mi vida de mucho valor, con tal de que pueda terminar con gozo mi carrera y el ministerio que el Señor Jesús me encomendó, de hablar del evangelio y de la gracia de Dios» (Hechos 20:24). No caigas en la trampa de aquello que la gente dice y piensa aquí en la Tierra. Déjate llevar por el hecho de agradar al Señor. Concéntrate en acabar tu carrera con gozo y en la esperanza gloriosa que está por delante. Esa esperanza es suficiente para hacer que cualquier persona, en cualquier situación, ¡salte de alegría! Lectura bíblica: Hechos 16:16-35 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«Hermanos, no queremos que ustedes se queden sin saber lo que pasará con los que ya han muerto, ni que se pongan tristes, como los que no tienen esperanza. Así como creemos que Jesús murió y resucitó…» (1 Tesalonicenses 4:13-14) Muchos de nosotros, aunque somos creyentes, hemos visto la aflicción y la tristeza como parte tan natural de la vida que ni siquiera nos hemos preguntado si está bien. En efecto, si somos sinceros, debemos admitir que hay veces cuando en realidad queremos sentir lástima y tristeza por nosotros mismos. ¿Por qué escogemos sentir tristeza? Porque la tristeza produce cierta satisfacción emotiva. Ofrece una oleada de sentimientos que, al principio, son casi embriagadores. Pero la aflicción y la tristeza son peligrosas. Hace varios años, Dios me mostró que la tristeza y la aflicción no son los sentimientos inocentes que creemos. Las fuerzas tras estos sentimientos son en realidad seres espirituales enviados por el mismo diablo para robar, matar y destruir. Son parte del bombardeo devastador y satánico que Jesús cargó sobre Sí Mismo cuando murió en la cruz (Isaías 53). Él experimentó dolor y quebranto para que nosotros no tuviéramos que hacerlo. Si esos sentimientos vienen golpeando a tu puerta, recuerda que no son sensaciones inocentes, sino enemigos letales que Jesús ya venció en el Calvario. No vivas como los que no tienen esperanza. Tú eres un creyente que sabe que Jesucristo murió por ti y resucitó. Eso no sólo te da esperanza en lo que concierne a la muerte física, sino que también en toda situación. ¡No aceptes la tristeza! Lectura bíblica: Isaías 51:11-16 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«Porque estos sufrimientos insignificantes y momentáneos producen en nosotros una gloria cada vez más excelsa y eterna» (2 Corintios 4:17) Es muy fácil poner tus ojos espirituales sólo en los problemas que estás atravesando ¡y pasar por alto completamente las bendiciones! Cuando lo hacemos, terminamos sufriendo por situaciones en las cuales deberíamos regocijarnos. Déjame mostrarte lo que quiero decir. No hace mucho tiempo, este ministerio estaba enfrentando grandes presiones económicas. Me levanté en fe contra ellas. Luché contra éstas con la Palabra y en oración. De lo que no me di cuenta fue que, durante ese tiempo en que los problemas parecían tan grandes―las bendiciones eran aún mayores. Este ministerio estaba extendiéndose cada vez más, ministrando a más gente, distribuyendo más cartas, componiendo más publicaciones y enviando enseñanzas como nunca antes. Era un tiempo sin igual y era una época para regocijarse. Pero no me daba cuenta de ello por estar tan ocupado pensando en los problemas. Mi visión era tan estrecha que lo único que podía ver era la presión. Pasé por tiempos difíciles cuando debía haber proclamado victoria. Pero gracias a Dios, Él me despertó antes de que todo acabara. Me despertó a las bendiciones y me recordó que los problemas son temporales y que pueden cambiar, pero que Dios y Su Palabra de victoria nunca cambian. Si estás atravesando por momentos difíciles, despierta a las bendiciones que hay a tu alrededor. Serás mucho más eficiente al hacerle frente a los problemas si le das a Dios la gloria por las soluciones que Él ya ha provisto. Quita tus ojos del problema y mira a tu alrededor. ¡Muy pronto estarás proclamando la victoria! Lectura bíblica: Salmo 13 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«Hasta los leones jóvenes y fuertes a veces pasan hambre, pero a los que confían en el Señor no les faltará ningún bien» (Salmos 34:10) ¿Sabías que, de acuerdo con la Palabra de Dios, no hay escasez en el Cuerpo de Cristo? Todo lo que podamos necesitar y todo problema que podamos enfrentar ha sido cubierto por la Sangre de Jesús. Sus abundantes y preciosas promesas lo han suplido todo. ¿Por qué entonces muchos seguimos en escasez? Porque como dice en Hebreos 5:13, somos inexpertos en la Palabra de justicia. Se necesita ser experto para aplicar la Palabra de Dios. Muchos no lo saben. A veces decimos cualquier cosa de la Palabra y tratamos de usarla a nuestra conveniencia. Hacemos una oración sin sentido, y luego decimos: “Bueno, Dios sabe lo que quiero decir”, y esperamos que sea contestada. Sin embargo, tristemente es gracioso. Nosotros nunca permitiríamos esa clase de negligencia en el ámbito natural. Si nuestro médico entrara, nos arrojara un frasco de píldoras y dijera: “Aquí tiene esto, tómeselo”, sin siquiera tratar de examinarnos, saldríamos de ese consultorio para nunca regresar. Sin embargo, nos sorprendemos cuando esa misma actitud de negligencia en el ámbito espiritual, impide que nuestras oraciones sean eficaces. Vivimos en una sociedad “instantánea” en la que todo es rápido y fácil. Y muchos dejamos que esa mentalidad afecte nuestra vida con el Señor Jesucristo. Cuando alguien necesita sanidad, irrumpimos por la puerta del hospital, le echamos un poco de aceite en la frente y decimos: “¡Gloria a Dios!” y nos vamos. A veces no se necesita decir más que: “¡En el nombre de Jesús, sé sano!” Pero a veces la situación demanda de otras cosas. Ha llegado la hora de despojarnos de esa mentalidad “instantánea” y darnos cuenta de que hay situaciones en las que debemos tomarnos el tiempo y orar en el Espíritu; situaciones en las que vamos a tener que sentarnos y escuchar las instrucciones de Dios. Si eres inexperto en cualquier aspecto de la vida ―ya sea sanidad, finanzas o alguna otra cosa― proponte hacerte experto en la Palabra en esa área. Toma tu Biblia. Lee todos los pasajes acerca de sanidad. Lee todos los pasajes que hablan de milagros. Lee las promesas de Dios y de las bendiciones de Abraham. Medita en ellas. Pídele a Dios que te hable a través de ellas y te ilumine en la situación que estás enfrentando. No digas cualquier cosa acerca de la Palabra; escudríñala. Ten comunión con tu Padre por medio de ella y pídele que te muestre cómo ser experto a la hora de aplicarla. Con el tiempo, no te hará falta ningún bien. Lectura bíblica: Salmo 23 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«…Sin embargo, no tienen lo que desean porque no se lo piden a Dios. Aun cuando se lo piden, tampoco lo reciben porque lo piden con malas intenciones…» (Santiago 4:2-3) ¿Tienes hoy todo lo que necesitas? Si no, ¿cuál es la razón? Según la Palabra de Dios, es porque no oras o porque oras de forma incorrecta. ¿Qué quiere decir orar de forma incorrecta? En muchos casos, significa orar sin esperar resultados. Muchos creyentes hacen eso. Usan la oración como una clase de talismán espiritual. Sólo juegan con ella. Piensan: “Esto probablemente no funcione. Pero, ¿quién sabe? No hay nada malo en intentarlo”. ¡Si ésa ha sido tu actitud, entonces cámbiala! Empieza a considerar seriamente la oración. Deja de orar sólo porque es apropiado o porque es el momento en que se ora en el culto de la iglesia. Empieza a orar para obtener resultados. Empieza a orar en el Nombre de Jesús, de acuerdo con la Palabra de Dios, y espera recibir lo que pides cada vez que ores. ¿No es eso algo presuntuoso? En realidad, es algo osado y tienes el derecho bíblico para serlo. Según la Palabra de Dios, tienes una invitación constante de tu Padre celestial para acercarte confiadamente al trono de la gracia, para que puedas recibir (Hebreos 4:16). Recibir es una palabra que lleva implícita la certeza. Según el diccionario, significa: “Llegar a poseer lo que se busca o solicita”. Por lo tanto ora, esperando llegar a poseer lo que necesitas; no sólo de vez en cuando, ¡sino en toda ocasión! Cuando las oraciones no sean contestadas, no te alejes diciendo: “Creo que uno nunca sabe lo que Dios hará”. ¡Arremete contra el problema con ambas manos! Acude a Dios en oración y ve a la Palabra; establece dónde está la falla y corrige el problema. Cuando te acercas a Dios en oración, basado en la Palabra e inspirado por el Espíritu, siempre sabrás por adelantado lo que Él hará. Él te contestará. Dios suplirá lo que necesitas tal como se lo pediste. Empieza hoy a esperar que Él lo haga. Lectura bíblica: 1 Juan 5:4-15 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«Que el Dios de esperanza los llene de todo gozo y paz en su creencia [a través de la experiencia de su fe], para que por el poder del Espíritu Santo abunden y rebosen (desborden) en esperanza» (Romanos 15:13) Sabes, así es como quiero estar… ¡rebosante de esperanza! Quiero atreverme a entregar mi vida completa y todo lo que tengo para construir un sueño que provenga del corazón de Dios. Quiero alcanzar tan lejos que, sin la ayuda de Dios, no pueda regresar. Sin embargo, mucha gente no piensa de ese modo porque temen fracasar. El temor al fracaso es peligroso. Si te dejas dominar por éste, te obligará a llevar a cabo aquello que inevitablemente garantizará tu fracaso—eso es no intentarlo en absoluto. ¿Cómo puedes contrarrestar el temor al fracaso? Aumenta tu esperanza. Siéntate a solas con Dios y escúchalo. Medita en las promesas bíblicas hasta que la imagen sea tan clara en tu interior que nada pueda sacudirla. Si te encuentras postrado en una cama y el médico te ha dicho que nunca más podrás caminar, en vez de sumirte en ese mal diagnóstico, comienza a soñar. Empieza a construir un sueño de escalar montañas, testificándole a la gente en esas regiones apartadas. Ve a la Palabra, la cual promete que los que esperan en Jehová correrán y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán. Contémplalo hasta que sea lo único que puedas ver. Imagínate caminando por kilómetros y corriendo de un lugar a otro, compartiendo con todos que Jesús te ha levantado y te ha sanado por completo. De eso se trata la esperanza. Es un sueño divino. Es una imagen interna que es más grande que tú, porque está construida sobre las promesas de Dios. Si eres cristiano, deberías ser un soñador. Toma la Palabra de Dios y empieza a construir sueños hoy. Lectura bíblica: Salmos 33:18-22 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«Jesús dijo también: «El reino de Dios es como cuando un hombre arroja semilla sobre la tierra» (Marcos 4:26) Jesús comparó el reino de Dios con la siembra y la cosecha. Es un concepto sencillo de asimilar, uno que todos podemos entender. Entonces, ¿por qué no estamos todos recogiendo una cosecha abundante cada temporada? Porque nos la pasamos esperando que Dios haga todo el trabajo. Él no actúa de esa manera. Él colabora contigo, pero no lo hace todo. Hay algunas cosas que necesitas hacer por fe si quieres recoger una buena cosecha en el tiempo de la siega. Primero, debes sembrar por fe la semilla de la Palabra con la esperanza de que crezca. Debes encontrar las preciosas promesas de Dios en Su Palabra y sembrarlas en tu corazón y en tu vida. Luego, debes regar la semilla. Riégalas todos los días con alabanza y con el agua espiritual de la Palabra. Esa Palabra contiene vida y esas semillas de promesas no podrán crecer sin ella. Y por último, tienes que ¡arrancar la maleza! Cuando la mala hierba del rencor, la duda, el temor, el desaliento (y toda la basura que el diablo trata de sembrar en tu cosecha) quieran entrar, arráncalas. Éstas ahogarán la Palabra. Eso requerirá que seas diligente. Nadie más lo hará por ti. Es necesario que arranques la maleza de tu propia cosecha. Tendrás que mantenerte firme al respecto. Cuando la mala hierba empiece a brotar, ¡mátala! No le des lugar en tu terreno ni por unos instantes. Arráncala de raíz y fumiga ese lugar con la Palabra. No te conformes con una flor silvestre cuando puedes tener lo mejor—¡lo mejor de Dios! No te quedes con los brazos cruzados esperando que Dios sea quien produzca tu cosecha. Comienza sembrándola. Empieza a vigilar tu tierra (tu corazón y tu mente) para mantenerla húmeda con el agua de la Palabra y libre de toda maleza. Comprométete a cumplir tu parte y confía en que Dios hará la Suya. ¡Experimentarás una cosecha sobreabundante esta misma temporada! Lectura bíblica: Efesios 4:22-32 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, bendigan a los que los maldicen, hagan bien a los que los odian, y oren por quienes los persiguen, para que sean ustedes hijos de su Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos» (Mateo 5:44-45) Ama a tus enemigos…, pon la otra mejilla… A la mayoría de las personas eso les parece una forma muy débil de tratar con alguien que les ocasiona problemas. Pero, a decir verdad, es la manera más poderosa de actuar que existe. Es la forma en que Jesús lo hizo, y sus métodos nunca fallan. ¿Recuerdas cuando Jesús regresó a Nazaret y la gente religiosa estaba enojada con Él, tanto que querían arrojarlo desde un despeñadero? ¿Qué sucedió? Él pasó en medio de ellos, y nadie pudo ponerle la mano encima. En otra ocasión, querían apedrearlo, pero Él no tomó represalias; sólo se fue, y nadie pudo tocarlo. Cuando Jesús pasó en medio de esa muchedumbre, no tuvo temor. Él sabía que ellos no podían hacerle daño porque andaba en el amor de Dios. Cuando Jesús dijo que pusiéramos la otra mejilla, no quiso decir que nos quedáramos quietos para que nos dieran una golpiza. Su significado es que debemos vivir en amor y en fe, confiados en que el poder de Dios que acompaña ese amor nos protegerá. Por ejemplo, alguien puede lanzarnos un golpe ¡y será imposible alcanzarnos! La historia de Nicky Cruz, descrita por David Wilkerson en su libro: “La cruz y el puñal”, es un ejemplo concreto de ese principio. Nicky tenía la reputación de ser el líder pandillero más despiadado de su época. No obstante, cuando David Wilkerson estuvo frente a él, hablándole de Jesús, Nicky no pudo hacerle ningún daño. Él intentó apuñalarlo varias veces con su puñal; sin embargo, cada vez que lo hizo, David sólo dijo: «Nicky, me puedes cortar en mil pedazos y cada uno de esos pedacitos aún diría: te amo y Dios te ama». A causa del amor, Nicky no pudo acercarle su puñal lo suficiente como para herirlo. Cada vez que lo hacía, una fuerza sobrenatural lo detenía. “¡Pero yo no poseo esa clase de amor!”. Sí, tú la tienes. En Romanos 5:5 leemos que el amor de Dios ha sido derramado en tu corazón por el Espíritu Santo. Sólo debes tomar la determinación de actuar basado en ese amor, no por tus sentimientos. Mi amigo, ¡el amor nunca falla! No le temas al fracaso. De hecho, no debes temerle a nada. Si estás caminando en el amor de Dios, estás viviendo la clase de vida más poderosa que pueda existir. Lectura bíblica: Mateo 5:38-48 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«…Los deudores son esclavos de los prestamistas» (Proverbios 22:7) Si estás lleno de deudas, te tengo buenas noticias. Dios no sólo quiere librarte de ellas, sino que también tiene el poder para hacerlo. Lo sé, porque Él lo hizo por mí. Jamás lo olvidaré. Mis deudas ascendían a la suma de $22.000 dólares en ese entonces. Me había comprometido con Dios a pagarlas y a nunca más pedir prestado, pero me parecía como que nunca podría lograrlo. No veíamos cómo, pero confiábamos en que “Dios podía”. Día tras día pusimos nuestra mirada en Dios para que nos librara de esa deuda. No le pedíamos, sino que le agradecíamos porque creíamos que recibíamos cuando orábamos. Once meses más tarde ya habíamos salido de deudas. Al recordar esa experiencia, vemos que nada espectacular sucedió, excepto que Dios intervino constantemente en nuestras finanzas. Nos propusimos ser fieles, y Él fue fiel con nosotros. Dios puede hacer lo mismo por ti si te atreves a creer en Su Palabra y a comprometerte delante de Él a salir de deudas y a obedecerle en cada paso del proceso. Al considerar tu situación actual, quizás no veas cómo salir de deudas, y mucho menos como seguir libre de ellas. Al comienzo yo también me sentía así. No veía cómo podría hacer algo sin tener que pedir dinero prestado. Pero el Señor me mostró cómo… y Él hará lo mismo por ti. No hay deuda tan grande ni asunto tan complicado que Dios no pueda solucionar. Confíale tu situación y Él te sacará adelante… y nunca más tendrás que ser esclavo de las deudas. Lectura bíblica: Salmos 37:21-40 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«Así es la lengua. Aunque es un miembro muy pequeño, se jacta de grandes cosas. ¡Vean qué bosque tan grande puede incendiarse con un fuego tan pequeño! Y la lengua es fuego; es un mundo de maldad. La lengua ocupa un lugar entre nuestros miembros, pero es capaz de contaminar todo el cuerpo; si el infierno la prende, puede inflamar nuestra existencia entera» (Santiago 3:5-6) Palabras. Si se usan bien, pueden mover montañas. En cambio, si se usan mal, pueden hacer que tu vida entera se desvanezca como el humo. Quizás digas: “Hermano Copeland, me es difícil creer que las grandes catástrofes puedan ser ocasionadas por unas simples palabras. No veo la correlación”. Mira nuevamente la frase que Santiago utilizó: «…Vean qué bosque tan grande puede incendiarse con un fuego tan pequeño!…». ¿Alguna vez has encendido un puñado de astillas de madera y las has puesto debajo de un montón de leña? ¿Qué sucedió? Probablemente las llamas empezaron a esparcirse de un leño a otro, hasta que todo se convirtió en un gran fuego. Después de consumido, si escarbas entre las cenizas, no encontrarás rastros de las astillas que lo comenzaron, ¿cierto? Las astillas se quemaron y no quedó rastro alguno de ellas. La lengua es así. Primero contamina el cuerpo, luego inflama la rueda de la creación con un incendio tan grande que no queda rastro alguno de dónde se originó todo. Las palabras que comenzaron ese fuego se desvanecieron como el humo, sepultadas en las cenizas, como si nunca hubieran existido. Por lo tanto, jamás subestimes el poder de tus palabras. Puedo asegurarte que Satanás no lo hace. Él trabaja constantemente para hacer que las uses de una manera negativa. Te disparará dardos de dolor, de enfermedad y de desaliento para hacerte declarar palabras negativas que harán que tu vida se desvanezca como el humo. No dejes que triunfe. Apaga el fuego siguiendo las instrucciones de Efesios 6:16. Sigue las instrucciones del apóstol Pablo: «Además de todo esto, protéjanse con el escudo de la fe, para que puedan apagar todas las flechas incendiarias del maligno». ¡Habla palabras de fe y detén el fuego antes de que empiece, hoy! Lectura bíblica: Santiago 3:1-10 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«Las armas con las que luchamos no son las de este mundo, sino las poderosas armas de Dios, capaces de destruir fortalezas y de desbaratar argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y de llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo» (2 Corintios 10:4-5) Si piensas como el mundo lo hace, con el tiempo actuarás de la misma manera que ellos. Los pensamientos desenfrenados producen acciones desenfrenadas. Así que, controla tus pensamientos llevándolos cautivos a la obediencia de las Escrituras. Renueva tu mente con la Palabra de Dios. La Palabra es espíritu y vida. Si saturas tu mente de la Palabra de Dios, tu voluntad se fortalecerá y podrás dominar todo mal pensamiento y hábito dañino. No dejes que Satanás te engañe para que sacrifiques la gloria de Dios en tu vida por unos momentos de pecado y placer. Domina tus pensamientos. Medita en la Palabra en vez de hacerlo en pensamientos egoístas y carnales. Pon tu mirada en Jesús, el Autor y Consumador de tu fe. Lectura bíblica: Salmos 119:11-18 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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…¿su falta de fe anulará la fidelidad de Dios? ¡De ninguna manera!…» (Romanos 3:3-4) Palabras llenas de fe. Éstas son las que cambian las cosas. Mueven los montes al mar. Convierten la enfermedad en salud. Transforman pecadores en santos. También pueden tomar a una nación cargada de pecado y transformarla en el pueblo de Dios. ¡Así es! Y si nosotros, los creyentes, respaldáramos nuestras oraciones por nuestra naciones con palabras de fe en lugar de duda y desaliento, pronto empezaríamos a ver una resurrección espiritual en cada una de ellas. Dios prometió que si nosotros, Su pueblo, nos humilláramos, oráramos, buscáramos Su rostro y nos volviéramos de nuestros malos caminos, Él sanaría nuestra Tierra. Hay guerreros de oración por todo los Estados Unidos y en otras naciones (espero que seas uno de ellos) que están haciendo lo que esa promesa demanda. Pero, incluso así, no se oye a la gente decir: “¡Esto es grandioso! Dios está sanando la Tierra”. No se oye a la gente declarando por fe la promesa de Dios. En cambio, sí se oye decir: “¡Uyy! ¿Ya oíste lo que están haciendo esos terroristas?”, o alguna otra cosa igualmente destructiva que aparece en la televisión. Presta atención: es hora de empezar a divulgar lo que Dios está haciendo, y dejar de predicar lo que los terroristas están haciendo. Dios dijo que Él está sanando nuestra Tierra. Debemos comenzar a hablar con fe acerca de nuestras naciones, en lugar de divulgar malas noticias todo el tiempo. Por supuesto, a muchos les parecerá extraño; otros quizás piensen que nos volvimos locos. Eso no es ninguna novedad. Déjame decirte algo: un grupo de creyentes que obedece las buenas nuevas de Dios, que confía en ellas y que las proclama, será más poderoso que todos los demonios sobre la Tierra. Un grupo de creyentes es más poderoso que todo un ejército de agoreros. ¡La incredulidad de estos últimos no podrá anular la fidelidad de Dios! En los últimos 40 años, Gloria y yo hemos aprendido a no prestar atención a las malas noticias, sino a alabar y agradecer a Dios por Su liberación. Toda palabra de alabanza que pronunciamos libera la fe en nuestros corazones. Decídete ahora mismo con nosotros a estar firme en el hecho de que la situación en nuestras naciones está cambiando. Decídelo en oración y afírmalo en tu corazón. Proclama: ¡Dios está sanando nuestra Tierra! Lectura bíblica: Nehemías 6:1-16 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«Porque el Señor disciplina al que ama, y azota a todo el que recibe como hijo.» Si ustedes soportan la disciplina, Dios los trata como a hijos. ¿Acaso hay algún hijo a quien su padre no discipline?» (Hebreos 12:6-7) Hoy en día existe un terrible malentendido entre los creyentes acerca del método de Dios para disciplinar a Sus hijos. Algunos dicen que Dios envía tornados, accidentes automovilísticos o cualquier clase de desastre para enseñarnos algo. Pero no es así. Un Dios amoroso no envía muerte y destrucción a Sus hijos para enseñarles. Él no desata Su perro asesino para que nos muerda la pierna y así aprendamos a usar nuestras botas. ¿Cómo disciplina Dios a los suyos? Lo hace con Su Palabra. En 2 Timoteo 3:16-17 leemos: «Toda la Escritura es un soplo de Dios (inspirada por Él), y útil para enseñar, para redargüir, para corregir de los errores, para convencer de pecado y disciplinar en obediencia, [y] para entrenar en la justicia (para una vida santa, conforme a la voluntad de Dios en pensamiento, propósito y acción) para que el hombre de Dios pueda ser perfecto y bien equipado para toda buena obra» (La Biblia Amplificada). Si miras en 2 Corintios 7 encontrarás un ejemplo de esta verdad. Allí el apóstol Pablo habla de una situación en la iglesia de Corinto que necesitaba ser corregida. La iglesia se había desviado del camino. ¿Cómo lo hizo Pablo? Él no le pidió a Dios que enviara un terremoto para sacudir a los creyentes; solamente les envió una carta en la que les reprochaba lo que habían hecho. Les dolió tanto que hubieran preferido ser golpeados con un palo. Dicha reprensión les llegó al corazón y los llevó al arrepentimiento. El Padre celestial te ama y por eso te disciplina, pero lo hará con instrumentos espirituales, no carnales. Dios usará el poder del Espíritu en Su Palabra para disciplinar la incredulidad y purificar tu espíritu de tal manera que no te sientas debilitado ni culpable, sino fortalecido. Así que deja de arrodillarte ante los desastres y comienza a someterte a la Palabra de Dios. Ríndete ante la Palabra y deja que sea ella la que te corrija, removiendo la carne y la lujuria que hacen que te desvíes. Recuerda: la espada del Espíritu es de doble filo: uno es para vencer a Satanás, y el otro para corregirte. Deja que Dios te use para mantenerte en el camino correcto. Lectura bíblica: 2 Corintios 7 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«En primer lugar, adquiere sabiduría; sobre todas las cosas, adquiere inteligencia. Hónrala, y ella te enaltecerá; abrázala, y ella te honrará. Adorno de gracia pondrá sobre tu cabeza; te coronará con una bella diadema» (Proverbios 4:7-9) Si en realidad quieres recibir sabiduría de Dios, tendrás que leer las Escrituras de una forma menos superficial. Será necesario que te alimentes de la Palabra día y noche. Deberás renovar tu mente con la Palabra de Dios para deshacerte de la basura con la que has estado alimentándola. Quizás digas: “Ah, hermano Copeland, ¡eso suena irrazonable!”. Sí, lo es. Pero considera lo siguiente: el estudiante de música en la universidad ensaya varias horas todos los días. Los atletas olímpicos se entrenan de seis a ocho horas diarias para perfeccionar su técnica. Lo hacen porque su dedicación para lograr sus objetivos es “irrazonable”. Lo mismo se aplica en tu vida. Si quieres lograr la clase de excelencia espiritual a la que estás aspirando, deberás dedicarte irrazonablemente a la Palabra de Dios. Eso quizás implique llevar una grabadora a todo lugar que visites. O tal vez signifique tener la afeitadora en una mano y la grabadora en la otra, o la grabadora en una mano y el tenedor en la otra. Haz lo que sea necesario para saturarte totalmente de la Palabra de Dios. Yo no te hablaría de forma diferente si fuera tu comandante en jefe y estuviera a punto de enviarte al frente de una batalla contra las mejores tropas de un acérrimo enemigo. Tú formas parte de las tropas de asalto de Dios. Tienes un enemigo que está empeñado en destruirte como sea. En este ataque crucial, y con todo lo que tiene, Satanás enviará el personal infernal mejor entrenado para derribarte. Y si quieres triunfar, deberás someterte al entrenamiento. Comprométete en forma irrazonable. Obtiene sabiduría. Lectura bíblica: Proverbios 1:7-33 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
Audio Devocional "Crezcamos de Fe en Fe" - Ministerios Kenneth Copeland
«¿Quién es el siervo fiel y prudente, al cual su señor deja encargado de los de su casa para que los alimente a su tiempo?» (Mateo 24:45) La Palabra nos dice que Dios muestra Su poder a favor de los que tienen un corazón “perfecto” para con Él (2 Crónicas 16:9). La palabra “perfecto” no significa que debemos hacer todo a la perfección y vivir sin cometer errores. Gracias a Dios no se trata de eso. Perfecto significa: “devoto”—un corazón consagrado, dedicado, leal y fiel a Dios—. Los errores que cometamos no evitarán que Dios obre en nuestra vida. Sólo nuestra falta de fidelidad puede impedir que Él actúe a nuestro favor. ¿Quién es fiel? El que invierte su tiempo haciendo lo que Dios lo ha llamado a hacer. En las propias palabras de Jesús: el que toma su cruz y lo sigue. El que rechaza sus deseos carnales e invierte su vida en las cosas que Dios desea que haga. Quizás Dios haya estado exhortándote a que pases más tiempo en Su Palabra y en oración, o que ministres más a las personas que te rodean. Él puede estar llamándote a orar por los enfermos o a enseñar la Palabra. Pero tú estás ocupado, y con muy buenas intenciones continúas con tus quehaceres y le dices a Dios que lo harás después. Bueno… “después” ¡es ahora mismo! Proponte hoy a ser un siervo fiel y prudente. Examina aquellas cosas que están consumiendo tu tiempo con el Señor. Pon los intereses del Señor antes que los tuyos. ¿Quieres ser un líder en la casa de Dios? ¿Quieres que Él muestre Su poder a favor tuyo? Entonces actúa ahora en los pensamientos de Jesús. Actúa ahora en Sus propósitos y Sus planes. ¡Ahora mismo es tiempo de ser fiel! Lectura bíblica: Mateo 24:42-51 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
«Lo que sí vemos es que Jesús, que fue hecho un poco menor que los ángeles, está coronado de gloria y de honra, a causa de la muerte que sufrió. Dios, en su bondad, quiso que Jesús experimentara la muerte para el bien de todos» (Hebreos 2:9) La muerte no es un tema popular, ni siquiera entre los creyentes. De hecho, muchos se sienten atemorizados por ella. ¡Ah sí, ellos hablan de tener vida eterna! Sin embargo, cuando el diablo trata de amenazar su subsistencia terrenal con enfermedad o calamidad, se aterran. ¿Por qué? Porque no han aprendido a mirar la muerte desde la perspectiva de Dios. Aunque su espíritu se haya hecho inmortal, no han renovado su mente para aceptar esa verdad. Si lo hubieran hecho, cuando el diablo tratara de oprimir su botón de pánico, ellos simplemente se reirían y dirían: “No me puedes atemorizar, diablo. ¡Ya morí todo lo que tenía que haber muerto!”. Sabes, eso es muy cierto. La Palabra de Dios dice que como creyente nacido de nuevo nunca verás la muerte (Juan 8:51). Jesús fue tu substituto. Él sufrió la muerte para que tú no tuvieras que hacerlo. En Hebreos 2:14-15 leemos que: «…solo mediante la muerte (Jesús) podía quebrantar el poder del diablo, quien tenía el poder sobre la muerte. Únicamente de esa manera el Hijo podía libertar a todos los que vivían esclavizados por temor a la muerte». Si has hecho a Jesús el Señor de tu vida, la única muerte que tenías que experimentar quedó en el pasado; ocurrió en el instante en que recibiste a Cristo. En ese momento, tu vieja naturaleza, aquella cuyo deseo era el de pecar y rebelarse contra Dios, murió. Tu cuerpo no falleció, pero tu hombre espiritual, tu verdadero yo, murió a Satanás y a todas sus obras. Tu fuiste hecho “una nueva criatura” inmortal que jamás morirá (2 Corintios 5:17). Cuando termines con tu labor en la Tierra, no morirás. Simplemente te despojarás de tu caparazón terrenal y te reubicarás en un lugar mucho más glorioso. Ve a la Palabra y descubre la perspectiva de Dios acerca de la muerte. Haz un estudio al respecto. Una vez que empieces a comprender la realidad de tu inmortalidad, el diablo jamás podrá volver a amenazarte con ella. Lectura bíblica: Hebreos 2:9-15 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
«Si ustedes quieren y me hacen caso, comerán de lo mejor de la tierra» (Isaías 1:19) Un cuerpo sano. Suficiente dinero para pagar las deudas y dinero extra para invertir en la obra del evangelio. Un matrimonio feliz y piadoso, con niños sanos. Paz mental. Dios ha preparado un banquete lleno de bendiciones como éstas para ti. Pero esas bendiciones no caerán en tu regazo automáticamente. Debes estar dispuesto —y ser obediente— si quieres comer los manjares de la mesa de Dios. Así que ¡ponte dispuesto! No estés dispuesto a que Satanás ponga enfermedad en tu cuerpo. Disponte, en cambio, a estar bien. En honor al sacrificio de Jesús en el Calvario, no aceptes nada inferior a la salud divina. No estés dispuesto a vivir en escasez, sino en prosperidad y abundancia divinas. Rehúsate a que Satanás detenga el caudal de las bendiciones económicas de Dios para tu vida. Disponte a recibir el mejor plan de Dios para tu matrimonio y tus hijos. No aceptes las “normas” del mundo. Vive por encima de ellas en un hogar lleno de amor y armonía, un hogar como Dios quiso que fuera. No le permitas a Satanás reemplazar con preocupación y úlceras la paz y la tranquilidad que Jesús ya compró para ti. Proponte echar todas tus ansiedades sobre Dios, porque Él tiene cuidado de ti. No dejes que te roben el banquete de bendiciones que te pertenecen desde que te hiciste creyente. ¡Disponte a comer lo mejor de la tierra! Lectura bíblica: Deuteronomio 8:5-20 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«Uno solo puede ser vencido, pero dos presentan resistencia. El cordón de tres hilos no se rompe fácilmente» (Eclesiastés 4:12) Hay poder en la unidad. El diablo lo sabe. Por eso, continuamente está luchando contra esa unidad. Él toma las diferencias que hay en nosotros, diferencias que Dios puso para hacernos más fuertes, y trata de usarlas para romper el vínculo que nos une. Por ejemplo, los hombres y las mujeres. El diablo nos ha engañado al hacernos creer que uno es superior al otro. Pero puedo resolver ese argumento ahora mismo. Las mujeres son superiores a los hombres. Si no lo crees, como hombre trata de dar a luz un bebé. Pero también, los hombres son superiores a las mujeres. Si no lo crees, como mujer trata de concebir uno sin nosotros. ¡Es la combinación de las diferencias la que nos hace fuertes! Incluso se ha llegado a discutir si Dios es hombre o mujer. Pero la Biblia nos lo aclara. ¡Él es ambos! Eso es correcto. En el idioma hebreo, todas las palabras tienen género, son masculinas o femeninas. Pero la palabra hebrea Jehová es masculina y femenina a la vez. Dios es tan femenino como masculino y tan masculino como femenino. Originalmente, la raza humana era así también. Cuando Dios hizo primero al hombre, era tan femenino como masculino. Luego, Dios separó la parte femenina e hizo a la varona o “varón con vientre”. Después, ambos tuvieron que juntarse para ser perfectamente completos. Todavía eso es cierto. Por ejemplo, cuando Dios une al esposo y a la esposa, con frecuencia, junta personas que poseen mayores diferencias de personalidad. Donde uno es débil, el otro es fuerte, y viceversa. Por eso, cuando llegan a ser uno, son más poderosos de lo que eran estando separados. Hubo un tiempo en que no lo comprendía. Me molestaba con Dios por haberme enviado una esposa que no se preocupaba por algunas de las cosas que me gustaban. Pero, finalmente, me di cuenta que Dios sabía lo que estaba haciendo. Si Él me hubiera dado una esposa que fuera tan aficionada a la aviación como yo, hubiéramos pasado el resto de nuestra vida en las nubes. No estaríamos predicando la Palabra. Estaríamos en alguna exhibición aérea volando cabeza abajo. Nos llamaríamos el equipo Copeland, o algo parecido. ¿Existen en tu vida personas que son irritantemente diferentes a ti? No dejes que el diablo use esas diferencias para separarte de ellas. Por el contrario, ¡agradécele a Dios por esas personas! Deja que Él te enseñe cómo apreciarlas y ¡lo poderoso que pueden ser… juntos! Lectura bíblica: Eclesiastés 4:9-12 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«…Las palabras que yo les he hablado son espíritu y son vida» (Juan 6:63) Hemos visto algunos adelantos médicos sorprendentes en nuestra generación, como “drogas milagrosas” que pueden vencer muchos tipos de enfermedades y dolencias. Pero, sabes, en los más de 40 años que he sido creyente, he descubierto una clase de medicina mucho más eficaz: la Palabra de Dios. Nunca ha existido una droga tan milagrosa que la pueda igualar. La medicina de Dios es la respuesta a toda necesidad. Es vida. Es salud. Es el poder de Dios. Y si la pones en tu corazón y la pones en práctica, sencillamente sanarás. A veces la gente pregunta: “Si la medicina de Dios siempre funciona, ¿por qué hay tantos creyentes que están todavía enfermos?”. Hay dos razones. Primero, porque no toman el tiempo para sembrar la Palabra profundamente en su corazón en lo que respecta a la sanidad. Segundo, porque no obedecen lo que la Palabra les dice. Míralo desde esta perspectiva: si un médico te receta una medicina por vía oral para ingerirla diariamente y tú decides en cambio frotártela en el pecho, esa medicina no te servirá de nada. Debes seguir las instrucciones y tomarla según las indicaciones si quieres mejorarte, ¿no es cierto? Del mismo modo, si lees la receta de Dios para la salud y no la pones en práctica, no cosecharás ninguno de sus beneficios. En Proverbios 4:22 leemos que las Palabras de Dios son vida y salud para ti. Por lo tanto, no esperes hasta que te enfermes para comenzar a usarlas. Empieza hoy mismo a depositar la Palabra de Dios en tu corazón en abundancia y será difícil que te enfermes. Esa Palabra mantendrá activo el poder sanador de Dios en tu interior en forma constante. Y no te preocupes. No hay una dosis límite para la medicina de Dios. No existe riesgo de sobredosis. Cuanto más la tomes, más fuerte serás. Empieza a fortalecerte hoy. Lectura bíblica: Proverbios 4:20-27 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«El comienzo de un conflicto se equipara con las primeras gotas de agua [en la grieta de una represa]; es mejor controlarlo, antes de que se desborde y se salga completamente de control» (Proverbios 17:14; AMP) En las Escrituras Dios nos advierte contra el peligro de la contienda. No obstante, es uno de los problemas más comunes entre los creyentes. Permitimos que se introduzca en nuestro hogar, en nuestro trabajo, en la iglesia… ¡y en todas partes! Por supuesto, no la dejamos entrar intencionalmente. No nos despertamos por la mañana y decimos: “Hoy tengo ganas de empezar una gran contienda”. Al contrario, dejamos que se introduzca de forma sutil entre nosotros, como una pequeña irritación. Por eso, te urjo hoy a levantarte decididamente contra esas pequeñas oportunidades de iniciar una contienda. Si tiendes a permitir que las cosas te irriten, decide vencer esa tendencia. Lucha en contra de ella con el conocimiento de que este mundo no es perfecto, pues habrá personas que no se comportarán de manera amable contigo. Habrá personas que te fastidiarán y molestarán, a propósito o inconscientemente. Decide que, por el poder de Dios, no permitirás que te roben tu paz. Esa paz es muy importante para tu bienestar. Ella mantendrá tu cuerpo sano y guardará tus relaciones saludables. Te pondrá en un lugar donde Dios pueda orientar tus pasos y librarte de algunos errores garrafales. Si te has pasado la vida con los nervios alterados por cosas sin importancia, puede tomarte tiempo deshacerte de ese hábito. Quizás debas trabajar en ese problema a cada instante. Pero al final, lo lograrás. Lo sé por experiencia propia. Tuve que vencer la preocupación de la misma manera. Me había afanado por tantos años y provenía de una familia que se preocupaba con facilidad—tanto que lo hacía casi sin pensar. Cuando aprendí que preocuparse era contrario a la Palabra de Dios, tuve que dejar ese hábito de lado minuto a minuto. Con la ayuda del Espíritu Santo, cada vez que un pensamiento de preocupación venía a mi mente, yo lo vencía con la Palabra de Dios; y lo hice hasta que erradiqué ese hábito de la preocupación para siempre. Tú puedes hacer lo mismo con la discordia. Pídele al Espíritu Santo que te ayude a empezar a reconocerla y a superarla en cada momento. Entonces, cada vez que comiences a enojarte por algo, repréndela en el Nombre de Jesús y resístela. Di en voz alta: Hoy vivo en la paz de Dios. Te sorprenderás al ver cuán maravillosa puede ser la vida. Lectura bíblica: Mateo 5:21-26, 43-48 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
«Estas palabras que hoy te mando cumplir estarán en tu corazón, y se las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando estés en tu casa, y cuando vayas por el camino, y cuando te acuestes y cuando te levantes… y las pondrás entre tus ojos como frontales» (Deuteronomio 6:6-8) Una de las razones por la que Gloria y yo hemos visto los resultados que tenemos en nuestra vida y en nuestro ministerio, se debe a que cuando descubrimos lo que la Palabra de Dios haría en nuestras vidas, literalmente nos sumergimos en ella. Apagamos la radio y el televisor, dejamos a un lado el periódico, e invertimos cada momento de nuestro tiempo disponible leyendo la Palabra, escuchando enseñanzas acerca de la Palabra o meditando en ella. Al final, todo ese tiempo en la Palabra obró un poderoso efecto en nosotros. Empezó a revolucionar por completo nuestra vida, y a convertir el fracaso en éxito. Sin embargo, eso no sucedió de la noche a la mañana. Llevó tiempo. Muchos creyentes no comprenden ese proceso. Empiezan muy devotos en la Palabra, pero cometen el error de esperar resultados milagrosos instantáneos y cuando no se materializan, se desilusionan y se apartan. No hagas eso. Se paciente. Dale tiempo a la Palabra para que haga Su obra. Jesús dijo una vez: «No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mateo 4:4). La Palabra de Dios alimenta el espíritu así como el pan alimenta al cuerpo. El alimento tiene que ser absorbido por el cuerpo. Las vitaminas y los minerales que hay en los alimentos ejercen un efecto acumulativo en el cuerpo, ¿no es cierto? Además, casi todo lo que afecta a tu cuerpo en forma instantánea se considera como peligroso. Gran parte de ese proceso natural es similar con la Palabra de Dios. Ella posee un efecto acumulativo. Sí, a veces Dios actuará instantáneamente y hará un milagro, pero sólo para enderezar las cosas. Su propósito realmente es que te alimentes de Su Palabra para que crezcas en fortaleza y fe, y produzcas fruto a su debido tiempo. Así que no te apresures tanto. Permanece en la Palabra. Se paciente. ¡Los resultados vendrán! Lectura bíblica: Deuteronomio 7:11-23 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«El que ama la lengua comerá de sus frutos; ella tiene poder sobre la vida y la muerte» (Proverbios 18:21) Las palabras son un asunto serio. Como creyentes, debemos considerar seriamente cómo usarlas. Necesitamos que las palabras empiecen a actuar a nuestro favor, así como Dios lo hace. La Biblia dice que el Señor usa palabras para llamar a las cosas que no son como si fueran (Romanos 4:17). La mayoría de nosotros no tenemos la menor idea de cómo hacerlo. Hemos pasado nuestra vida describiendo las cosas como las vemos. Constantemente hemos usado nuestra boca para informar acerca del estado lamentable de la situación a nuestro alrededor. Bajo esas circunstancias, el solo pensamiento de llamar las cosas que no son como si fueran parece un poco descabellado. “¿Estás diciendo que se supone que diga: ‘¡Estoy sano!', cuándo me siento enfermo… o ‘¡Soy próspero!' cuando no tengo dinero?. Me parece que estaría mintiendo”. No, no. Hay una gran diferencia entre mentir y hablar por fe. La mentira se dice con la intención de engañar a alguien, de hacerle creer algo que no es cierto. Pero hablar por fe es simplemente decir palabras que están de acuerdo con la Palabra de Dios, no con las circunstancias a tu alrededor. Es hablar con tu espíritu y no con tu mente. Como el apóstol Pablo dijo en 2 Corintios 4:13: “Tenemos el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: «He creído, por lo tanto he hablado». También hemos creído, por lo tanto hemos hablado” (AMP). Eso es importante. Lee ese versículo de nuevo: “He creído, por lo tanto he hablado”. Hay personas que hablan las palabras, pero no tienen la fe para respaldarlas, y como resultado fracasan en su vida espiritual. No llamaron las cosas que no son como si fueran, sino que las llamaron de la manera que deseaban que fueran. Estos son dos aspectos muy diferentes. Las palabras pueden ser las mismas. Pero el sólo desear y esperar no cumplirán la tarea; hay que creer. Empieza hoy a poner tanto tu boca como tu corazón en armonía con la Palabra. Deja de hablar según lo que ves y comienza a declarar y a creer las promesas de Dios. Haz que el poder de las palabras actúe a tu favor. Lectura bíblica: Proverbios 15 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
«Nosotros nos parecía que éramos como langostas; y a ellos también así les parecíamos» (Números 13:33) Según el diablo, ¿cómo eres? ¿Creerá que eres un valiente y poderoso guerrero de Dios… o un debilucho a quien pueda darle una paliza cuando se le antoje? La respuesta a esa pregunta depende de ti. Lo comprendí cuando estaba estudiando acerca del pueblo de Israel, y de cómo fracasaron al no entrar en la Tierra Prometida. La clave de su fracaso se encuentra en las palabras: «Nosotros nos parecía que éramos como langostas; y a ellos también así les parecíamos» (Números 13:33). La razón por la cual los israelitas estaban tan aterrorizados de pelear contra los gigantes de Canaán no era porque esos gigantes fueran tan grandes, sino porque los israelitas se veían a sí mismos como enanos. La imagen que tenían de sí mismos fue la que los derrotó. El mismo principio se aplica en tu vida como creyente. La imagen que tengas de ti mismo es la que cuenta. Si a tus ojos eres un cristiano débil y sin poder, el diablo te atropellará tres, cuatro o más veces al día si no está ocupado. Pero cuando empieces a verte como un hijo de Dios, un conquistador del Dios todopoderoso, equipado con el mismo poder de Dios, el diablo querrá esfumarse al instante en el que te vea. El diablo preferirá hacer cualquier cosa antes que venir contra alguien que es valiente y osado, porque él mismo es un cobarde. A decir verdad, desde que Jesús se levantó de la tumba, el corazón de Satanás se ha turbado al escuchar ese nombre de la boca del que tiene fe en Cristo. Si no te ves fuerte en el Señor, necesitas cambiar tu opinión de ti mismo. Debes llenarte por completo de la Palabra de Dios y del Espíritu Santo para que vivas como un gigante espiritual. Cámbiale la perspectiva al diablo y deja que él descubra por sí mismo lo que se siente ser una langosta. Lectura bíblica: Números 13:17-33 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«Den, y se les dará una medida buena, incluso apretada, remecida y desbordante. Porque con la misma medida con que ustedes midan, serán medidos» (Lucas 6:38) Den, y se les dará. Esas palabras salieron directamente de la boca de Jesús. No obstante, hay muchos creyentes que se niegan por completo a creerlas. Tienen la idea equivocada de que es un error esperar recibir cuando se da. Pero la verdad es que ¡es un error no hacerlo! ¿Qué pensarías de un agricultor que siembra las semillas y luego deja que su cosecha se pudra en el campo? Creerías que es un tonto, ¿no es así? Y si lo hubiera hecho cuando otros sufrían de hambre, pensarías además que ese agricultor ha cometido un crimen. Bueno, es igual de irresponsable dar semillas (en términos económicos), y no esperar la cosecha que Dios te ha prometido. Especialmente cuando esa cosecha podría fomentar la propagación del evangelio a gente que tiene hambre espiritual. Tan equivocado está el que hace caso omiso al principio de la prosperidad compartido por Jesús, como lo está el que deja que una cosecha de trigo se pudra en el campo. Dios quiere que cosechemos financieramente de las semillas que sembramos. Él desea que estemos preparados para no tener que pedir por ayuda, sino que además tengamos: “…siempre y en toda circunstancia… todo lo necesario, y abunde en nosotros toda buena obra;” (2 Corintios 9:8). Su deseo es que tengamos en abundancia, no para que lo guardemos con egoísmo, sino para que demos con generosidad. La próxima vez que des, no tengas miedo de esperar una cosecha. Espera con fe las recompensas económicas que Jesús prometió. Luego, cuando vengan, vuélvelas a sembrar. Mantén en constante circulación el principio de dar y recibir para que el Señor pueda bendecir al mundo a través tuyo. Lectura bíblica: 2 Corintios 9:6-15 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«[Lo principal es la sabiduría hábil y divina]”… Recompensen y exalten la sabiduría, y ella les exaltará y promoverá; y les honrará cuando la hayan abrazado”» (Proverbios 4:7-8, AMP) Quiero contarte el único secreto verdadero para obtener victoria en esta vida. Es fácil: coloca la Palabra de Dios en primer lugar en Tu vida diaria. Quizás digas: “Bueno, ya lo he oído antes. No es ningún secreto”. Pero cuando comprendas lo que en realidad quiero decir, se convertirá en una revelación para tu vida. La Biblia no es tan sólo un libro de texto, histórico o de relatos. Es un manual de vida. Es la sabiduría del Dios omnipotente escrita para que puedas aplicarla en las situaciones que enfrentas a diario. Dios dice que la sabiduría “es lo principal”. La palabra principal significa: “lo primero en importancia”. Eso quiere decir que la Palabra de Dios debe ocupar el lugar más importante en todas nuestras actividades. Sé por experiencia propia el impacto que eso puede tener en tu vida. Hace veinte años que decidí leer los Evangelios y el libro de los Hechos de los Apóstoles tres veces en 30 días. En ese tiempo parecía una tarea imposible. Teníamos dos niños pequeños y la casa patas arriba después de una mudanza reciente; no veía cómo podía pasar todo ese tiempo leyendo la Palabra y además, hacer el resto de las tareas en el hogar. Pero me propuse dejar de lado otras cosas, y hacerlo. Me sorprendió sobremanera el final del primer día: había logrado más de lo que hubiera hecho en circunstancias normales. Sorprendentemente, al final de esos 30 días, no sólo había leído los evangelios y el libro de los Hechos tres veces, sino que había hecho todos los quehaceres domésticos incluyendo mis niños, y además, había aplicado un nuevo acabado a varios muebles. Estaba asombrada. Tú también te asombrarás de lo que puede suceder en tu vida si colocas la Palabra de Dios en primer lugar. Pero déjame advertirte: no esperes hasta creer que tienes el tiempo para hacerlo, porque Satanás se encargará de que nunca lo tengas. Haz lo que yo hice: deja las otras cosas a un lado. Invierte tu tiempo primero en la Palabra, y muy pronto podrás ver los resultados de esa inversión en todas las áreas de tu vida. Lectura bíblica: Proverbios 3:1-9 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«El amor... no se irrita ni se queja ni es resentido, no toma en cuenta el mal recibido [no le pone atención al mal que ha sufrido]» (1 Corintios 13:4-5, AMP) ¿Sabías que vivir en amor es bueno para la salud? ¡Es cierto! La ciencia médica lo ha comprobado. Los investigadores han descubierto que la hostilidad produce tensión que causa úlceras, dolores de cabeza, y un sin fin de otros males. Ahora bien, cuando analizas el término hostilidad, crees que es el tipo de enojo que sientes cuando sucede algo serio. Pero según los expertos, eso no es lo que ocasiona los peores problemas. Por el contrario, son las cosas pequeñas. Por ejemplo, cuando la lavandería arruina tu traje favorito. O cuando la señora de la cafetería pone salsa en tu puré de papas después de que le dijiste claramente que no lo hiciera. ¿Te suena familiar? Sólo piensa en cuánta tensión podrías evitar si eres pronto para perdonar y vives según 1 Corintios 13, sin tomar en cuenta las cosas que te hayan hecho. Imagínate los beneficios físicos y mentales de vivir así. Pero si has dejado que la hostilidad te mantenga atado, eso te parecerá un sueño imposible de cumplir. Pero no es así. Como creyente nacido de nuevo, tienes el amor de Dios en tu interior. Si te sometes a ese amor, serás libre. ¿Recuerdas cuando Jesús llamó a Lázaro de la tumba? Lázaro estaba vivo, pero todavía seguía amarrado por la mortaja. Jesús mandó que le quitaran las ataduras, a fin de que Lázaro pudiera ser libre para caminar. Jesús quiere esa misma libertad para ti. Por lo tanto, ponte de acuerdo con Él. Dile a esos hábitos mortales que te tienen atado: “¡En el nombre de Jesús, suéltenme y déjenme ir! Dejo atrás la hostilidad, el rencor y el egoísmo. Persevero en Dios. ¡Viviré una vida de amor!”. Recuerda: no se requiere un milagro médico para transformar tu vida. Lo único que se necesita es una decisión de rendirte a la fuerza del amor. ¡Hazlo hoy! Lectura bíblica: Proverbios 4:10-27 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«Yo no actúo por medio de un ejército, ni por la fuerza, sino por medio de mi espíritu.» Lo ha dicho el Señor de los ejércitos» (Zacarías 4:6b) Recuerdo la primera vez que fui a una campaña de sanidad con el equipo de la cruzada de Oral Roberts. Yo era estudiante y miembro de la tripulación de vuelos. Tenía unos cuatro años de ser creyente, y sabía muy poco de las cosas de Dios, especialmente de esas campañas. Sin embargo, formaba parte del equipo y estaba deseoso de aprender. Seguí al equipo dentro del enorme auditorio. Estaba lleno de gente enferma. El lugar olía muy mal, lleno de enfermedad. El sólo caminar por allí me produjo escalofríos de temor. Di la vuelta y me dirigí a la puerta lateral tan rápido como pude. Susurrando, le dije al Señor: «Óyeme, yo no pertenezco aquí. Voy a tomar el autobús y me iré a casa ahora mismo. Ellos pueden llevar ese avión de regreso sin mí». Una vez afuera, empecé a hablar en voz alta. Entonces, de repente, me quedé rígido. No podía mover mis pies. Supe que era Dios el que me había detenido porque, en mi interior, yo iba camino a la estación del autobús, pero en el exterior, estaba parado en la acera. Miré hacia arriba y grité: “¡Déjame ir!”. Pero no podía moverme. Estaba desesperado, y exclamé: “¡Por favor, déjame ir! Yo no tengo nada para esa gente”. En ese momento, Dios me habló. Cada célula de mi ser oyó Su voz. Él dijo: “Sé que tú no tienes nada para darles. Pero yo sí, y por eso te bauticé con Mi Espíritu”. De repente, mis pies quedaron sueltos y supe que tenía dos alternativas: una era la vida y la otra era la muerte. Di la vuelta y regresé. Yo estaba listo para salir corriendo. Pero Dios me detuvo. El Señor sabía que Él estaba en mí, y si tan sólo me quedaba y avivaba lo que estaba en mi interior, los milagros sucederían—y así fue. Tú tienes en tu interior ese mismo Dios que obra milagros. Hay personas a tu alrededor que lo necesitan. Por lo tanto, deja de esperar hasta que sientas que posees el poder para hacerlo, y sal de una vez. Cuando lo hagas, descubrirás que el poder que has estado esperando ha estado allí, en tu interior, todo el tiempo, esperando por ti. Lectura bíblica: Éxodo 3:1-14 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«Y los apóstoles daban un testimonio poderoso de la resurrección del Señor Jesús, y la gracia de Dios sobreabundaba en todos ellos» (Hechos 4:33) La mayoría no tenemos idea de qué es realmente la gracia. Conocemos algunos fundamentos básicos acerca de ella. Sabemos que somos salvos por gracia (Efesios 2:8). Pero ni siquiera hemos comenzado a entender el poder verdadero que puede liberar en nuestra vida hoy. Si quieres tener una idea de lo que la gracia realmente puede hacer, observa lo que sucedió con los primeros cristianos en Hechos 4. Habían sido amenazados por los líderes religiosos de Jerusalén y se les había ordenado no hablar ni enseñar más en el Nombre de Jesús. Entonces, habían comenzado a orar al respecto. En síntesis, esto fue lo que oraron: “Mira Señor, hemos sido amenazados, pero no dejaremos de predicar ni nos esconderemos debajo de alguna alfombra religiosa. Simplemente aumenta Tu poder en nosotros, danos valentía y seguiremos adelante”. ¿Sabes cuál fue el resultado de esa oración? En el versículo 33, leemos que “la gracia de Dios sobreabundaba en todos ellos”. Gracia abundante. Una gracia tan poderosa que cuando aquellos creyentes la recibieron, todo el lugar tembló. Una gracia tan abundante que capacitó a los apóstoles para hacer: «muchas señales y prodigios entre el pueblo» (Hechos 5:12). Ese ejemplo debería ser suficiente para convencerte de que la gracia no es algo abstracto del mundo espiritual. La gracia es verdadera, es poderosa, otorga el poder sobrenatural para hacer que las cosas sucedan. Ahora bien, ¿quieres saber algo realmente emocionante? La Biblia dice que esa misma gracia también está disponible para cualquier persona que haya pecado y haya sido destituida de la gloria de Dios. ¡Gracias a Dios, eso significa que tú y yo calificamos! Si el diablo ha estado amenazándote, sigue el ejemplo de esos primeros cristianos. Ponte a orar y declara: “Señor, no importa lo que el diablo y sus huestes digan; no renunciaré. Seguiré hablando y viviendo por fe, y lo haré confiadamente. Por lo tanto, aumenta Tu poder en mí”. Te garantizo que si haces esta oración con sinceridad, Dios lo hará y entonces comenzarás a descubrir en realidad qué es la gracia. Lectura bíblica: Hechos 4:8-33 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, lo está entre los que se pierden; pues como ellos no creen, el dios de este siglo les ha cegado el entendimiento para que no resplandezca en ellos la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios» (2 Corintios 4:3-4) Como Dios no salva a ninguna persona contra Su voluntad, ¿vale la pena orar por quienes conscientemente se rehúsan recibir a Jesús como su Señor? Sí. ¡Sí! ¡Sí, vale la pena! Mira, a pesar del hecho de que la mayoría de los incrédulos que no han querido recibir a Jesús como su Señor piensan que lo han hecho por su libre albedrío, la verdad es que no es así. La Palabra de Dios dice que han sido cegados por Satanás, quien les está bloqueando la percepción de la verdad. Por lo tanto, ellos en realidad no han tomado esa decisión por voluntad propia. Una vez comprendido esto, mediante la oración intercesora puedes interferir las fuerzas satánicas, y ayudarles a quitarse esas vendas. Con la oración puedes también cambiar las circunstancias y ayudar a crear situaciones que atraerán a esas personas a conocer al Señor. Y cuando lo hagas, estarás ejerciendo tus derechos espirituales. Una vez oré con un amigo que había estado orando por años por su hermano inconverso. Jesús dice en Mateo 12:29 que primero atáramos al hombre fuerte y luego entráramos a su casa y saqueáramos sus bienes. Así que declaramos: “Tú, espíritu que ciegas los ojos de _______, deja de hacer lo que estás haciendo para mantenerlo fuera del reino de Dios. ¡En el Nombre de Jesús, detente en este momento!” Jesús también dijo en Mateo 9:38: «Por lo tanto, pidan al Señor de la mies que envíe segadores a cosechar la mies». Entonces, oramos así: «Señor, envía alguien a la vida de ______________ con la Palabra de Dios. Tú sabes a quien sí escuchará. Reclamamos a ______________ para el reino de Dios. Confiamos en que lo veremos salvo y libre. En fe te alabamos”. Al poco tiempo, su hermano lo llamó y le preguntó: “¿Qué has estado haciendo? Todas las personas con que me que encuentro me han estado predicando”. Nuestras oraciones habían interferido las fuerzas que Satanás había estado usando para cegar a este hombre para que no conociera a Jesús, y habían creado una circunstancia para traerlo al reino. Efectivamente, unos días después, él había nacido de nuevo. Haz esta misma oración por tus seres queridos, y cuando ores, cree que así será. Tú podrás ver los mismos resultados. No te cruces de brazos, ni dejes que el diablo se lleve a tus amigos y familiares sin resistirlo. ¡Ora! ¡Ora! ¡Ora! Arremete contra el “dios de este mundo”. Quítale la venda de los ojos a tus seres queridos y ábreles los ojos al glorioso evangelio de Dios. Lectura bíblica: 2 Corintios 4:1-7 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
«Así también mi palabra, cuando sale de mi boca, no vuelve a mí vacía, sino que hace todo lo que yo quiero, y tiene éxito en todo aquello para lo cual la envié» (Isaías 55:11) ¿Sabías que el campo de batalla del problema que enfrentas ahora se encuentra en tu mente y en tu boca? Si reprendes al diablo con la Palabra y descargas la ansiedad de la situación sobre Dios, ganarás. Sin embargo, déjame advertirte que esperar en la Palabra no siempre es lo más fácil. El diablo sabe que si él no te la roba, la usarás para derrotarlo. Por eso, no te sorprendas si él envía un espíritu maligno para levantarse contra la Palabra de Dios. Si estás enfermo, quizás comience a decirte: “Tú no estás sano. Tú sabes que la sanidad no se manifiesta en estos días; y si se manifestara, a ti no te funcionará. Podría funcionarle a otro, pero a ti no”. Si el enemigo comienza a decirte esa clase de mentiras, no las aceptes. No empieces a preocuparte y a pensar: “¡Ay!, Me parece que no recibiré la sanidad. No me siento sano. Es posible que empeore cada vez más…”. Recuerda esto: la Palabra es la que hace la obra, no la persona que espera en ella. La Palabra hará su obra para cualquiera que la active. Hará la obra para ti, así como la hizo para Jesús cuando Él anduvo en este mundo. Jesús le dijo a Satanás: «Escrito está…». No importa lo que el diablo intente decirte; no sueltes la Palabra por ningún motivo. Dile lo que está escrito en lo que concierne a tu situación. Deja que la Palabra pelee su propia batalla… y reprenderá siempre al diablo. Lectura bíblica: Salmos 19:7-14 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«Así que humíllense ante el gran poder de Dios y, a su debido tiempo, él los levantará con honor. Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes» (1 Pedro 5:6-7, NTV) Cuando aprendí por primera vez a descargar mis preocupaciones sobre el Señor, estaba en el sur de Texas predicando en una campaña a la que nadie iba. No te estoy mintiendo; la gente evitaba el lugar… miles de personas lo hacían. Después de uno o dos servicios en el que estaban el pastor, unas dos o tres personas más y yo, empecé a ponerme ansioso. Pero el Señor me dijo: Descarga esa preocupación sobre mí, y así lo hice. Empecé a caminar sonriendo y silbando. Le dije al diablo: «No pondré mala cara ni me preocuparé. Vine aquí a predicar y eso es lo que voy a hacer, y es asunto de Dios si alguien aparece o no. ¡No me preocuparé por nada!» Estaba tan feliz que parecía un tonto. El diablo me dijo: “¿Qué pasa contigo? ¿No eres lo suficientemente inteligente como para preocuparte por esta situación?”. Supongo que la gente murmuraba: “Me parece que es demasiado ingenuo como para no preocuparse. Creo que es porque nunca fue al seminario; no puede ver la diferencia entre una gran victoria y una aplastante derrota”. Pero le dije al Señor: “He descargado mi preocupación y ansiedad sobre ti, y si nadie viene excepto esa querida anciana, ella será la persona a la que más se le haya predicado en el estado de Texas, ya que predicaré como si hubiera una muchedumbre”. En ese entonces no me daba cuenta de lo que estaba sucediendo. Mi despreocupación me colocó en una posición en la que el diablo no podía hacer nada. Ya no podía inmiscuirse en mi vida. No podía sembrar más temor ni incredulidad. No podía presionarme para que hiciera concesiones porque ya no me importaba lo que pasara. Yo había echado toda mi ansiedad sobre el Señor. ¿Estás preparado para librarte de la ansiedad? Si lo estás, sólo haz esta confesión de fe: “Soy creyente; no soy incrédulo. La Palabra obra en mí; y en este momento me humillo bajo la poderosa mano de Dios. Descargo toda mi preocupación y ansiedad sobre Él. Desde este momento en adelante, me niego a preocuparme. En su lugar, oraré, activaré mi fe y creeré. Dios me exaltará sobre el problema y sobre el diablo. Pues yo pertenezco a Cristo y ¡Él cuida de mí!” Lectura bíblica: Salmos 55:16-22 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«También les dijo: «Fíjense bien en lo que oyen, porque con la medida con que ustedes midan a otros, serán medidos, y hasta más se les añadirá» (Marcos 4:24) ¿Cuántas bendiciones recibirás de la Palabra de Dios? Depende de cuántas esperes recibir. Dios no te medirá con la medida que Él tiene, sino de acuerdo con la que tú le proporciones. Por ejemplo, dos personas pueden oír la Palabra de Dios acerca de la sanidad. Una la medirá con la fe y dirá: “¡Alabado sea Dios, por Su llaga fui sanado! Yo creo eso con todo mi corazón y voy a seguir creyéndolo hasta ser sano”. La otra, la medirá con duda y dirá: “No me importa cuántos versículos bíblicos cite. Yo no confío en ese predicador. Voy a darle a todo este asunto de la sanidad una oportunidad, pero dudo mucho que esto sirva de algo”. Ambas personas recibirán exactamente lo que esperan. Dios las medirá conforme a la medida con las que ellas midieron la Palabra: una será sanada, la otra no. Sin embargo, debo advertirte que a veces medir la Palabra con la fe es difícil. Hace años, cuando Gloria leyó por primera vez el pasaje: «No tengan deudas con nadie» (Romanos 13:8), se sintió muy tentada a medirla como una maldición, no como una bendición. En ese tiempo vivíamos en una casita fea, y ella quería más que nada una casa nueva. ¿Cómo íbamos a comprar una casa decente sin pedir prestado? Parecía algo imposible. Así que, para ella, era como si ese pasaje hubiera dicho: “Gloria, tú no puedes adquirir una casa nueva”. Pero ella rehusó medirlo de esa manera. Tomó al diablo por el cuello y le dijo: «¡Óyeme bien, tú no vas a engañarme para quitarme mi casa!». Y comenzó a creer que Dios, de alguna manera, iba a darle una casa, sin necesidad de incurrir en una deuda. Efectivamente, Dios lo hizo. Si quieres recibir bendiciones en abundancia, ve a la Palabra de Dios con una canasta grande. Pon una medida grande de fe en la mano de Dios. Él la llenará hasta que sobreabunde, ¡y luego te la devolverá! Lectura bíblica: Lucas 8:1-18 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
«¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?» (1 Juan 5:5) A menudo escucho a la gente decir: “Lo importante no es ganar ni perder; lo importante es jugar bien”. ¡Eso no tiene sentido! Si juegas bien, ¡ganarás! Cualquier entrenador te dirá que jugar bien implica manifestar una actitud ganadora. Dios desea que como creyentes tengamos esa clase de actitud. Dios quiere que desarrollemos tanta fe en Él que podamos tener la expectativa de derribar todo obstáculo que el diablo nos presente. Él quiere que tengamos la expectativa de ganar en el juego de la vida. Esa actitud no siempre se adquiere con facilidad. Estamos tan acostumbrados a perder que es necesario que cambiemos totalmente nuestra manera de pensar si queremos tener una actitud ganadora. En Efesios, el apóstol Pablo exhorta a los creyentes a renovar su manera de pensar. Al igual que nosotros, esos creyentes necesitaban cambiar su actitud y renovar su entendimiento en cuanto al hecho de que Jesús había vencido al mundo. Si no lo has hecho, debes hacerlo también. Necesitas tener un sentido de confianza glorioso para que puedas decir: “Oye, diablo, la victoria es mía, y no hay nada que tú puedas hacer para evitarlo”. “Pero, hermano Copeland, no sabe la clase de situaciones por las que estoy atravesando”. Sé que yo no lo sé, pero Jesús sí lo sabe, y te dice que “tengas ánimo”, pues Él puede darte paz en medio de la tribulación. El Señor te dice que cobres ánimo cuando Satanás venga en tu contra con todo lo que tiene, porque Él ya ha derrotado al enemigo. Jesús ya lo venció y tú también puedes hacer lo mismo. Primera de Juan 5:5 lo dice de esta manera: «¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?». ¿Sabes qué quiere decir ese versículo? Significa que si eres creyente nacido de nuevo, tienes el derecho absoluto de ser un vencedor para superar todo aspecto de este mundo perverso. Piensa y medita al respecto, y ¡comienza hoy mismo a desarrollar una actitud ganadora! Lectura bíblica: Romanos 8:29-39 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«Pongan la mira en las cosas del cielo, y no en las de la tierra». (Colosenses 3:2) ¡Cosas, cosas, cosas! Un mejor trabajo. Una casa más grande. Ropa para los niños. La cita del almuerzo de mañana. Un mejor televisor. ¿Puedes ver de lo que hablo? Muchos hemos aprendido a confiar en Dios para que nos prospere, pero pedimos tanto que se nos hace imposible estar al día con todas las cosas. Gastamos tanto tiempo y esfuerzo atendiendo a las “cosas” legítimas de la vida, que sin tener conciencia de ello empezamos a poner nuestro afecto en las cosas del mundo y no en Dios. Cuando Kenneth y yo oímos por primera vez acerca de cómo vivir por fe, estábamos en una situación muy difícil. Nos encontrábamos enfermos y en la quiebra, y por eso fue fácil dedicarnos a la oración y a la Palabra. A medida que honrábamos la Palabra de Dios, Él nos honraba y nos hacía prosperar. Llegamos al punto en el que dejamos de estar desesperados. Fue entonces cuando vino la verdadera prueba de nuestra fe. ¿Serviríamos a Dios porque le amábamos o porque estábamos en una situación desesperante? Bueno, alabado sea Dios, lo hicimos por amor. Sin embargo, en el proceso aprendimos algo: ¡se requiere de más dedicación para servir a Dios en la prosperidad que en la desesperación! En la prosperidad existe siempre esa tentación de dedicarse más a las cosas terrenales, dejando las cosas de Dios en segundo plano. Cuando las bendiciones materiales de Dios empiecen a llegarte, ten presente que Él no te ha entrenado en Su Palabra para que puedas consumirla en tus propios deseos. Él te ha dado a conocer Su Palabra para que vivas en el Espíritu y hagas la obra que te ha llamado a cumplir. No dejes que las cosas de este mundo te hagan desaprovechar las cosas gloriosas del Espíritu. Pon tus prioridades en orden de acuerdo con la Palabra de Dios. Coloca tu mirada en las cosas de arriba, ¡y descubrirás la realidad de la vida celestial! Lectura bíblica: Colosenses 3:1-16 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
«En esto consiste el amor: que vivamos y andemos guiados, conforme a sus mandamientos (Sus órdenes, ordenanzas, preceptos, enseñanzas). Y éste es el mandamiento que ustedes han escuchado desde el principio: que prosigan andando en amor [guiados por él, siguiéndolo]” (2 Juan 1:6, AMP) De una manera muy sencilla, Dios nos enseña que el amor es guardar Sus mandamientos. Esto transforma el concepto del amor, de algo indeterminado a algo explícito. Pero Dios no sólo se ha limitado a darnos la definición del amor, sino también nos ha explicado cómo podemos amar de la manera en que Él ama. Cuando Dios nos dio Su Palabra, en ella nos dio también el manual del amor por escrito. Lo único que debemos hacer, para vivir en amor, es seguir Sus instrucciones. Si hiciste a Jesucristo el Señor de tu vida, ya diste el primer paso de obediencia. El amor de Dios nació en tu interior. Pero, a menos que des pasos para cultivarlo, ese amor permanecerá escondido en tu interior. El amor obra de la misma manera que la fuerza de la fe. Al igual que la fe, el amor se activa mediante el conocimiento de la Palabra. Para ser consciente del amor, confiesa la Palabra de Dios y ponla en práctica. Al meditar en estos versículos, mírate a ti mismo viviendo la vida de amor, caminando según los mandamientos de Jesús y siendo guiado por estos. Cultiva el amor que Él ha puesto dentro de ti. Lectura bíblica: 1 Juan 2:3-11 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«Y para que no me exaltara demasiado por la grandeza de las revelaciones, se me clavó un aguijón en el cuerpo, un mensajero de Satanás, para que me abofetee y no deje que yo me enaltezca» (2 Corintios 12:7) Por años, el diablo se ha valido de la enseñanza tradicional del aguijón en la carne del apóstol Pablo para convencernos de que no necesitamos las bendiciones de Dios, y que debemos aceptar todo, desde las enfermedades hasta el pecado. Y nos convenció que lo hagamos por voluntad propia. Quizás sea la interpretación errónea más destructiva y a la vez, más ampliamente aceptada que exista en el Cuerpo de Cristo. He ido a países a predicar a personas que apenas tenían conocimiento de la Palabra, y aún así me di cuenta que la enseñanza acerca del aguijón de Pablo ya había llegado a ellos. A la mayoría de ellos se les dio la enseñanza errónea. La tradición dice que Dios le dio a Pablo el aguijón en la carne. Además, la tradición convierte al aguijón en un gran misterio. ¡Pero las Escrituras no dicen eso en lo absoluto! En la Biblia leemos que el aguijón en la carne era un mensajero de Satanás. No era de Dios, ¡sino de Satanás! El aguijón era literalmente lo que Pablo dice que era: un mensajero enviado de Satanás. Pablo predicaba el evangelio adondequiera que iba, y cada vez que lo hacía, destruía un poco más el reino del enemigo. Éste le envió un mensajero, un espíritu maligno, para impedirle que siguiera predicando. Cuando Pablo le indagó al Señor acerca de ese aguijón (lee 2 Corintios 12:8-10), Dios no le contestó en forma negativa, sino que le dijo: «Con mi gracia (Mi favor) tienes más que suficiente, porque mi poder se perfecciona en la debilidad (en la incapacidad para producir resultados]» (Diccionario expositivo de palabras del antiguo y nuevo testamento, por W. E. Vine). En otras palabras, cuando Pablo no tuvo más fuerzas para seguir adelante, el poder milagroso de Dios fue suficiente para él y lo capacitó para ser un vencedor a pesar de su debilidad. No dejes que el diablo te impida obtener la victoria. Deshazte de la tradición y atrévete a creer la Palabra de Dios. Pelea la batalla de la fe, y al igual que el apóstol Pablo, ¡verás la salvación del Señor! Lectura bíblica: 2 Corintios 12:1-10 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«Ustedes ya saben que Estéfanas y los de su casa… ellos tienen su vida puesta al servicio del pueblo de Dios» (1 Corintios 16:15, NTV) Quiero pedirte que a partir de hoy empieces a cultivar una adicción―una adicción a la Palabra de Dios. Quizás esto te parezca extraño, especialmente si ahora no muestras mucho interés por ella. Sin embargo, créeme, es posible. Yo lo he hecho y he visto a otros hacerlo muchas veces. Lo único que debes hacer es decidir que lo harás. Enfoca tu tiempo y atención en la Palabra. Cuanto más te dediques a ella, más aumentarás tu deseo por la Palabra. Con el tiempo, tu mente se sumergirá en ella. ¿Te sorprende? No debería hacerlo. Eso sucede con cualquier cosa a la que te dediques por completo. Por ejemplo, eso le ocurre a quienes se entregan a la pornografía. Conforme dedican más tiempo a esa actividad, el espíritu que opera a través de ella comienza a tomar el control de su conciencia, y con el tiempo pasan de la actividad mental al hecho físico. Luego, llegan al punto en que quieren más y más, y nunca están satisfechos. Nada los sacia. Ese mismo principio puede aplicarse de una forma positiva cuando te dedicas a la Palabra de Dios. Puedes hacerlo al extremo de sumergirte por completo en ella en mente y cuerpo, y cuanto más descubres de ella, más quieres seguir descubriendo. El espíritu que obra por medio de la Palabra, el Espíritu Santo, te guiará y te llevará más cerca de Jesús de lo que puedas imaginarte. Nunca he conocido a nadie que camine en fe y en poder, que primero no haya cultivado una adicción de entregarse por completo a la Palabra por un tiempo prolongado. No estoy hablando de unos cuantos minutos o de vez en cuando. Estoy hablando de un tiempo considerable. Así que decide convertirte en un “adicto a la Palabra”. Una vez que lo logres, nunca más querrás vivir sin ella. Lectura bíblica: Hebreos 4:1-12 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«Y Moisés extendió su mano hacia el cielo, y durante tres días todo Egipto se cubrió de densas tinieblas. En esos tres días, nadie pudo ver a su vecino, ni nadie se movió de su sitio; en cambio, todos los hijos de Israel tenían luz en sus casas» (Éxodo 10:22-23) Hace años, Satanás comenzó un rumor. Le dijo a unos cuantos cristianos que debían vivir como el mundo, compartiendo las mismas desgracias, derrotas, necesidades y los mismos fracasos que sufren sus semejantes. Bueno, ese rumor se divulgó por todas partes. Quizás tú lo hayas oído. Pero quiero que sepas que ha sido una mentira muy ingeniosa. La Palabra de Dios dice en el Salmo 91:10 que si permaneces en Cristo, no te sobrevendrá ningún mal, ni plaga tocará tu morada. En Juan 16, el mismo Jesús dice que Él le ha quitado al mundo el poder de hacerte daño. Y en Éxodo 10:23, dice que cuando densas tinieblas rodearon a los egipcios, el pueblo de Israel tuvo luz en sus habitaciones. Según estos y otros pasajes, podrás ver que Dios nunca te destinó a sufrir toda calamidad que el mundo sufre. Él siempre ha querido que Sus hijos vivan por encima de esas cosas y brillen como luz en un mundo de tinieblas. En el Antiguo Testamento, la fama de Dios quedó establecida por los milagros que hizo a favor de Sus hijos. Es necesario que ese mismo hecho sea una realidad en nuestra vida. Deberíamos glorificar a Dios con una vida victoriosa y milagrosa. La gente debería venir a nosotros, diciendo: “He oído cómo Dios te sanó”; o, “he oído cómo tus hijos fueron liberados de las drogas”; o, “Dios en realidad te ha sacado de una crisis económica”. ¿Comprendes ahora por qué Satanás divulgó ese rumor? Necesitaba que creyeras que debes sufrir con el mundo, en lugar de vivir como un vencedor. Tampoco desea que la gente te busque para preguntarte cómo obtienes el poder, la paz, la salud y la prosperidad que hay en tu vida. Pero eso es exactamente lo que Dios quiere que suceda. Así que pon la Palabra de Dios a trabajar y atrévete a recibir las bendiciones que Él te ha prometido. ¡Deja que la luz del poder de Dios en tu vida entierre los siniestros rumores del diablo! Lectura bíblica: Filipenses 2:1-16 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«Por lo tanto, hermanos santos, que tienen parte del llamamiento celestial, consideren a Cristo Jesús, el apóstol y sumo sacerdote de la fe que profesamos [o confesamos]» (Hebreos 3:1) Hoy en día, muy pocos creyentes comprenden el misterio del apostolado y sacerdocio de Jesucristo. Piensan que un apóstol es alguna clase de supersanto. Pero en realidad, apóstol significa “enviado”. Por lo tanto, Jesús ha sido enviado por Dios para hacer algo por nosotros. Él ha sido enviado para servir como nuestro Sumo Sacerdote. De nuevo, muchos creyentes no tienen ni la menor idea de lo que un sumo sacerdote hace. Ellos se imaginan a una persona que camina con ropa extraña realizando rituales religiosos. En realidad, un sumo sacerdote es mucho más que eso. Es el que está autorizado para administrar, poner en marcha, llevar a cabo y ejecutar lo que se le ha encomendado. Quizás te preguntes: “¿Qué es lo que está Jesús autorizado para administrar, ejecutar o llevar a cabo a favor nuestro?” Hebreos 3:1 nos dice que Jesús es el Sumo Sacerdote de nuestra confesión. Él ha sido enviado a poner en vigencia, a ejecutar y a llevar a cabo las palabras que digas. Pero es muy posible que en lugar de palabras de fe, hayas estado diciendo cómo te sientes en ese momento. Por ejemplo, si sólo hablas de enfermedad, ¿qué podrá hacer el Señor con eso? Él no es el Sumo Sacerdote de la enfermedad, y no podrá hacer cumplir esas palabras. Si declaras: “Estoy débil, me siento cansado”, Él no podrá hacer nada con eso. La Biblia dice: “que el débil diga ¡fuerte soy!”. En el momento en que lo dices, Jesús podrá administrar fortaleza. Jesús no te dará enfermedad, debilidad, pobreza o pecado. Él derrotó todo eso por nosotros. Él es el Sumo Sacerdote de la redención, de la justicia y de la liberación. Tenlo presente cuando te acerques a Jesús, para que no hables palabras de derrota, sino palabras de victoria que Él pueda hacer cumplir. Eso es lo que Dios le ha comisionado a Jesucristo para que cumpla en tu vida. Lectura bíblica: Hebreos 7:20-28 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«A tu izquierda caerán mil, y a tu derecha caerán diez mil, pero a ti no te alcanzará la mortandad. No te sobrevendrá ningún mal, ni plaga alguna tocará tu casa» (Salmos 91:7,10) Desde el punto de vista natural, el mundo en el que vivimos causa gran temor. Es un mundo que va de una catástrofe a otra. Casi a diario, oímos de guerras, la amenaza de armas nucleares y biológicas, de grandes derrames de petróleo, de terremotos e inundaciones, de nuevas enfermedades y de la delincuencia que azota a nuestras ciudades. Sin embargo, en medio de todo eso, Dios promete ser refugio y fortaleza para los que confían y permanecen en Él. Quizás digas: “Pero, Gloria, Él hizo esa promesa hace miles de años, cuando las cosas no estaban tan mal como lo están hoy en día”. Puede ser. No obstante, quiero decirte algo. Esa promesa también es para nuestra generación. Piensa en esto. Cuando el Salmo 91 fue escrito, el hombre aún no había inventado armas que pudieran destruir a diez mil personas de una sola vez. Nosotros somos la generación que lo hizo posible. Por lo tanto, cuando Dios dijo en el Salmo 91, «no te sobrevendrá ningún mal», nos estaba incluyendo también a nosotros. «No te sobrevendrá ningún mal» ¡Qué gran promesa! Necesitas aferrarte y confiar en ella. Cree que Él quiere ser el Dios de tu vida. Él quiere ser tu protector y tu defensor. Él quiere ser el primer nombre que digas cuando la adversidad aparezca en tu camino. Dios quiere ser aquel en quien confíes y busques para que te guarde seguro. Y si lo haces, Él jamás te decepcionará. Dios puede encargarse de todos los peligros que te rodean sin importar cuán difíciles sean. Él lo demostró con Sadrac, Mesac y Abed-nego, cuando fueron atados y echados en un horno de llamas tan ardientes que consumieron a los hombres que los echaron ahí. Piensa: no podrías estar involucrado en un problema más grande que ese. Pero Dios los libró, y cuando salieron del horno, ni siquiera olían a humo. ¡Aleluya! Por eso, aunque las circunstancias a tu alrededor parezcan ser espantosas, confía en Dios. Él siempre es fiel. Nunca está ocupado en otras cosas cuando necesitas Su ayuda. Estará siempre listo para librarte de cualquier adversidad, catástrofe o desastre. Permítele demostrar en tu vida lo que Él demostró en la vida de Sadrac, Mesac y Abed-nego: ¡Nadie más podrá librarte como Él! Lectura bíblica: Daniel 3 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«Pero él me ha dicho: «Con mi gracia tienes más que suficiente, porque mi poder se perfecciona en la debilidad.» Por eso, con mucho gusto habré de jactarme en mis debilidades, para que el poder de Cristo repose en mí» (2 Corintios 12:9) Cuando te encuentres ante una situación muy difícil en la cual no tienes la fuerza o la habilidad para poder manejarla, ¿te sientes tentado a darte por vencido y aceptar la derrota? No lo hagas. En lugar de eso grita: ¡Alabado sea Dios!, porque la Palabra dice que el poder de Dios se perfecciona en ti. La palabra traducida como «poder» en este pasaje proviene del griego dunamis, que significa : “El poder de Dios que obra milagros”. Piensa en eso. Cuando tu fortaleza humana llega a su fin, ¡Dios ha prometido que Su poder milagroso te ayudará a vencer! Si lees Hechos 14 podrás ver esa promesa en acción. El apóstol Pablo fue apedreado por un grupo de judíos, quienes luego lo pusieron fuera de la ciudad y lo dejaron ahí dándolo por muerto. La fortaleza humana de Pablo había llegado a su fin y no podía hacer nada en lo absoluto. Pero los discípulos vinieron, lo rodearon y oraron por él; el Señor lo levantó y Pablo pudo seguir adelante. En otras palabras, cuando a Pablo no le quedaba ninguna fuerza humana para continuar, el poder de Dios, que obra milagros, fue suficiente para él. Ese poder lo hizo vencedor en esa situación, ¡a pesar de su debilidad! Entonces, si hoy estás enfrentando alguna crisis― Si estás enfermo y la medicina no te ha servido para nada― Si tus finanzas se encuentran fuera de control― Si tu familia se está desintegrando― Si algún vicio te tiene esclavizado y no puedes librarte de él― Si has llegado al fin de tus fuerzas sin poder lograr nada― Entonces ¡regocíjate! ¡Porque cuando las fuerzas humanas llegan a su fin, el poder de Dios sobresale! ¡Solo cree!, y ¡La gracia de Dios te bastará! Lectura bíblica: Hechos 14:1-22 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conoci
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«Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio» (2 Timoteo 1:7) ¿Qué pensarías si yo te dijera que puedes vivir sin temor? ¿Me creerías si te dijera que, a pesar de lo que veas en las noticias esta noche, podrás estar perfectamente en paz? ¿Imposible? ¿Ficticio? ¡No! El temor no es sólo una reacción a las circunstancias externas; es también una fuerza espiritual. Empieza en tu interior, y es muy destructivo. De hecho, el temor es el arma principal de Satanás. Él actúa en respuesta al temor, así como Dios actúa en respuesta a la fe. Satanás utiliza el temor para oponerse a las promesas de Dios. Un ejemplo excelente de esto lo encontramos en Mateo 14, cuando Jesús invitó a Pedro a caminar sobre el agua. «Pero al sentir [Pedro] la fuerza del viento, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: «¡Señor, sálvame» (versículo 30). ¿Qué le dio a Pedro la confianza para caminar sobre el agua? Su fe en la Palabra de Jesús. ¿Qué provocó que Pedro empezara a hundirse? Él sintió el fuerte viento y se llenó de temor. No fue el viento que lo venció, sino el temor a éste. Él miró las circunstancias, se dejó llevar por el temor y el resultado fue la derrota. Si Pedro hubiera mantenido su mirada en Jesús, su fe nunca habría titubeado. Todo el escándalo y el viento huracanado del mundo no lo hubieran sacado del curso. La fe crece cuando meditamos en la Palabra de Dios. El temor crece cuando meditamos en las mentiras de Satanás. Dicha meditación se llama “preocupación”. ¡No lo hagas! La Palabra de Dios es la espada del Espíritu. Úsala para pelear contra Satanás siempre que él venga en contra tuya. Levanta tu escudo de la fe y apaga todos los dardos de fuego del maligno. Habla palabras de fe, y el temor se irá. Lectura bíblica: Salmo 27 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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“Regocíjense en el Señor, Oh [íntegros] justos [ustedes los rectos que están en una posición correcta con Dios] porque la alabanza se ha destinado a los correctos [de corazón]” (Salmo 33:1AMP) La alabanza, de acuerdo con la Palabra de Dios, es lo más apropiado y hermoso que como creyente puedes hacer. Sin embargo, déjame decirte que la idea apropiada de alabanza que tú y Dios tienen pueden ser muy diferentes. La alabanza que Él desea debe ser llena de gozo, sin inhibiciones y, a veces, ¡en voz alta! Si no lo crees, busca en la Biblia y te darás cuenta de la clase de alabanza que existe en el cielo. Lee Isaías 6 y verás lo que sucede en el trono celestial. Los serafines alaban tan fuertemente que hacen temblar los marcos de las puertas, y cuando lo hacen, la gloria del Señor llena la casa. Cuando llegues al cielo, estarás alabando de la misma manera. Estarás saltando y alabando a Dios con cada parte de tu ser. Pero no esperes hasta ese momento para empezar a hacerlo; comienza ahora mismo. Decide hoy que en vez de alabar a Dios como a ti te gusta, comenzarás a hacerlo como a Él le gusta. Dale rienda suelta a las alabanzas, y hazlo con alegría y sin inhibiciones. No esperes llegar al cielo para alabar a Dios con todo tu ser; hazlo ahora, ¡Él se lo merece! Lectura bíblica: Isaías 6:1-8 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
«Confía en el Señor de todo corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus sendas» (Proverbios 3:5-6) Cuando empiezas a dar pasos en fe y a caminar en el Espíritu, el diablo hará todo lo posible para que fracases en tu vida espiritual. Tratará de meterte en problemas de los cuales piensas que no hay salida. Pero puedes usarme como ejemplo de alguien que ha estado en esas dificultades. Si pones tu mirada en Dios y confías en Su sabiduría en lugar de la tuya, Él siempre te mostrará una vía de escape (1 Corintios 10:13). No sólo escaparás, sino que lo harás de tal manera que Él recibirá la gloria y tú te reirás del diablo. Recuerdo un miércoles en particular, una noche en Wichita Falls, Texas, donde enfrenté una situación de ese estilo. Estaba predicando acerca de la realidad de la justicia de Dios y la unción era realmente fuerte. En el instante que la unción alcanzó su punto máximo, de repente una mujer en el auditorio se puso de pie y comenzó a hablar en lenguas. Le pedí tres veces que se detuviera, pero ella continuó hablando más fuerte. Cuando por fin se calló, la unción se había ido y el mensaje quedado en el olvido. Así que miré a esa mujer con seriedad y empecé a corregirla por su falta de respeto. Fue entonces que un hombre sentado junto a ella habló y dijo: “Hermano Copeland, ella es completamente sorda. No puede oír ni una palabra de lo que usted está diciendo”. En ese momento no supe qué hacer. No sólo mi mensaje se había arruinado, sino que toda la congregación estaba enojada conmigo por haber regañado a esa pobre mujer sorda. (Luego me enteré de que el hombre usaba a la pobre mujer para interrumpir en reuniones y echar a los predicadores del pueblo. Cuando el servicio alcanzaba su mejor momento, él la presionaba y le decía que era su turno para profetizar). Me detuve por un momento, me quedé en silencio y esperé que el Señor me diera instrucciones. De hecho, Él me habló, y me dijo: Llámala y pon las manos sobre ella, y yo abriré sus oídos. ¡Todo cambio de forma radical! Cuando Dios sanó los oídos de esa mujer, ese fracaso se convirtió —de una manera sorprendente—, en una de las reuniones más ungidas que haya tenido. ¡Todos fueron bendecidos! La próxima vez que el diablo trate de acorralarte en una esquina, quédate tranquilo. Pídele a Dios que te muestre la vía de escape. Él siempre te dará la victoria. Lectura bíblica: Hechos 14:8-22 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
«Porque por el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, para que así como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva» (Romanos 6:4) Como creyente, tienes dentro de ti la misma vida nueva que Dios le dio a Jesús cuando lo resucitó de entre los muertos. El viejo pecador que eras, ha muerto. Te has convertido en una nueva creación en tu interior. ¡Estás lleno de la vida de resurrección de Dios! Sin embargo, el pecado, la desobediencia, el egoísmo y la vida carnal no dejarán que esa vida de resurrección se manifieste. El pecado te separará del poder de Dios, aunque hayas nacido de nuevo. Si andas en pecado, la vida de resurrección permanecerá dormida en tu interior. Tú no vencerás el pecado, tratando de no pecar. Lo vencerás cuando vivas de acuerdo a la vida nueva que Dios ha puesto en ti, dedicando tiempo a la Palabra y a la oración. Al hacerlo, el Espíritu de Dios te fortalecerá y te capacitará para poner ese pecado bajo tus pies. No obstante, recuerda que el Espíritu Santo no usará Sus fuerzas para poner bajo tus pies esos viejos hábitos carnales. Él esperará a que tú tomes la iniciativa. Luego, te fortalecerá para que prosigas con tu decisión y te enseñará cómo disfrutar la vida nueva que mora en tu interior. Da el primer paso hoy y pídele ayuda. Dile: “Señor, deseo experimentar el poder para disfrutar esta vida nueva todos los días. Decido en mi corazón poner bajo sujeción los preceptos del pecado y me declaro muerto a éste. En el nombre de Jesús, pasaré tiempo en oración y en la Palabra hoy. Al hacerlo, sé que recibiré nuevas fuerzas del Espíritu Santo en mi vida. ¡Sé que comenzaré a vivir el poder de resurrección que has puesto en mi interior!”. Lectura bíblica: Romanos 7:1-6 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«Esto quiere decir que, en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo, sin tomarles en cuenta sus pecados, y que a nosotros nos encargó el mensaje de la reconciliación» (2 Corintios 5:19) Hoy en día, son muy pocas las personas inconversas que han oído realmente las “buenas nuevas”. ¿Por qué? Porque muchos cristianos se encuentran ocupados diciéndole al mundo que Dios está enojado con ellos, que son malos y que están viviendo equivocadamente. Algunos llaman a eso las “buenas nuevas”, pero no lo son, y no es lo que Dios nos ha comisionado a anunciar. Dios nos ha dado “¡el mensaje de reconciliación!” Nos ha enviado a anunciar las noticias de que Dios ha restaurado la armonía y la comunión entre Él y los hombres, todos los hombres. No sólo con los creyentes, no sólo con la gente de tu iglesia, sino con ¡todo el mundo! Es verdad. Al igual que tú, el peor pecador del mundo ha sido tan reconciliado con Dios como tú. Busca Romanos 5:10, y verás qué quiero decir: «Porque, si cuando éramos enemigos de Dios fuimos reconciliados con él mediante la muerte de su Hijo, mucho más ahora, que estamos reconciliados, seremos salvados por su vida». Reconciliados. Esa palabra denota tiempo pasado. Dios ya ha restaurado la comunión entre Él y la humanidad. Lo hizo cuando ni una sola persona sobre la Tierra creía en el Nuevo Nacimiento, excepto Jesús,. Lo hizo cuando el mundo entero estaba hundido en el pecado. Mediante la muerte y la resurrección de Jesús, Dios ha limpiado, perdonado y restaurado para Sí mismo a todos los hombres, mujeres y niños sobre la faz de la Tierra. Todo lo que tenemos que hacer ahora es recibir esas buenas nuevas. Ésa es la buena palabra que Dios nos ha dado. Esa es la palabra que necesitamos dar a conocer a los que están perdidos. Si lo hacemos, puedo casi garantizarte que no permanecerán perdidos por mucho tiempo. Lectura bíblica: 2 Corintios 5:10-21 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
«...una persona que duda tiene la lealtad dividida y es tan inestable como una ola del mar que el viento arrastra y empuja de un lado a otro. Esas personas no deberían esperar nada del Señor; su lealtad está dividida entre Dios y el mundo, y son inestables en todo lo que hacen» (Santiago 1:6-8, NTV) ¿Qué sucede cuando titubeas en hacer algo que Dios te ha pedido que hagas? Tu adversario, el diablo, dará el primer paso y te atacará de inmediato. Si quieres vivir por fe, considera que la duda es uno de los hábitos más peligrosos que puedas tener. Ésta proviene de la indecisión. La Biblia dice que un hombre así, es: “inestable, de poca confianza e indeciso, acerca de todo lo que piensa, siente y decide” (AMP). Si titubeas, las decisiones que tomes estarán divididas. Tratarás de vivir por fe y de proteger tu temor al mismo tiempo. Te encontrarás declarando cosas como: “Yo creo que Dios me sanará”. Entonces tu temor te hablará al oído y te dirá: “Pero no quisiera decir que estoy bien, no todavía”. Estarás tan ocupado debatiéndote entre la fe y el temor, que no podrás progresar en nada. Deshazte hoy del hábito de la duda. Toma la firme decisión de confiar en la Palabra de Dios y de actuar conforme a lo que ella establece. Decídelo de una vez por todas. Determina no volver a darle lugar a la duda. Cuando ésta venga a tu mente, échala fuera de inmediato. Cuando Dios hable, no desperdicies ni un momento. Da el paso de fe que necesitas dar ¡y así siempre irás adelante del diablo! Lectura bíblica: Santiago 1:1-8 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«De cierto, de cierto les digo: El que recibe al que yo envío, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió» (Juan 13:20) No puedo decirte cuántos cristianos nacidos de nuevo y llenos del Espíritu Santo critican a su pastor el sábado por la noche, ¡y luego esperan que ese pastor haga la oración de fe por ellos el domingo por la mañana! Constantemente hacen comentarios negativos de los evangelistas y de los predicadores que Dios ha enviado a ministrarles, y luego se preguntan por qué la lluvia del Espíritu se ha evaporado de sus iglesias. La mayoría de esas personas, ni en sueños criticarían el ministerio de Jesús. No obstante, de acuerdo con la Palabra de Dios, eso es precisamente lo que están haciendo. Jesús dijo: «El que recibe al que yo envío, me recibe a mí». Sé que los ministros fallan a veces. Sé que cometen errores. Jesús también sabía que lo harían. Sin embargo, Él dijo: «… El que recibe al que yo envío, me recibe a mí…». Si crees que la doctrina de algún predicador es errónea, entonces ora por él. Si es necesario, retírate de ese ministerio. Las Escrituras dicen: «¿Quién eres tú para juzgar al siervo de otro? Que se mantenga en pie, o que caiga, es asunto de su propio Señor. Y se mantendrá en pie, porque el Señor tiene poder para sostenerlo» (Romanos 14:4, NVI). Los ministros del evangelio son siervos de Dios, no tuyos. Ya sea que se equivoquen o estén en lo correcto, ámalos y respétalos, aunque no sea por ninguna otra razón más que para honrar a quien los envió. Aprende a recibir al ministro de Dios que Jesús te envía con el mismo respeto y honor que le darías al mismo Jesús. Si lo haces, abrirás la puerta para que un gran poder espiritual sea liberado. Allanarás el camino para que Dios supla lo que necesitas. La unción de Dios se liberará por medio del enviado de Dios hacia ti. Rehúsate a que la crítica retenga la unción del Espíritu Santo. Luego, prepárate para ser bendecido, pues te aseguro que el Espíritu Santo no la retendrá. Lectura bíblica: Números 12:1-16 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«Si escuchas con atención la voz del Señor tu Dios, y haces lo que es recto delante de sus ojos, y prestas oído a sus mandamientos y cumples todos sus estatutos, jamás te enviaré ninguna de las enfermedades que les envié a los egipcios. Yo soy el Señor, tu sanador» (Éxodo 15:26) ¿Ha tratado el diablo alguna vez de poner culpa y condenación en tu vida al decirte que ir con los médicos y tomar medicinas es contrario a los principios de fe cuando necesitas sanidad? Si es así, tengo palabras alentadoras que te ayudarán a tener paz en tu corazón. La voluntad de Dios es sanarte. Eso es lo primero y lo más importante que debes comprender. Si tu fe es fuerte y puedes creer en la Palabra sin dudar (a pesar de las circunstancias o de los síntomas que vengan en tu contra), entonces podrás recibir esa sanidad sólo por fe. Pero esa clase de fe requiere más que oír unas cuantas predicaciones sobre sanidad. Exige una revelación personal y profunda del poder sanador de Dios. Por lo tanto, si aún no has cultivado esa clase de fe, entonces el médico es tu mejor amigo. Si no estás seguro de que tu fe sea lo suficientemente fuerte o que necesites la ayuda del médico, sigue las instrucciones del apóstol Pablo (Colosenses 3:15) y deja que la paz sea tu árbitro. Si te asalta el temor cuando piensas en prescindir de la ayuda médica, entonces ve al médico. ¡Y hazlo en fe! Por otra parte, si tienes la confianza firme de que la sanidad es tuya estrictamente por fe, deja que ésta haga la obra y recibe tu sanidad directamente. Ir o no al médico no es lo importante. Lo que importa es que aquello que hagas, sea hecho en fe. De cualquier manera, puedes regocijarte al saber que Dios está cooperando contigo, ayudándote y respetando el nivel de tu fe. Agradece a Dios por tu sanidad―no importa cómo venga―y no dejes que Satanás te haga caer en condenación. ¡No es asunto de él! Lectura bíblica: Deuteronomio 7:8-15 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.
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«Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra» (Filipenses 2:9-10) Una vez que decidas guardar los mandamientos de Jesús y comiences a dejar que la Palabra more más abundantemente en tu vida, el Nombre de Jesús llegará a ser mucho más poderoso para ti. Llegará a ser más que sólo una palabra. Se convertirá en una fuerza que hará que toda situación, y todo demonio que trate de interponerse en tu camino, doble su rodilla cuando se lo órdenes. Te lo aseguro, el Nombre de Jesús funciona. En ese Nombre hay más poder del que podamos imaginarnos. Mi fe está tan aferrada en la autoridad del Nombre de Jesús, que a veces simplemente digo: “En el Nombre”, y el poder de Dios entra en acción. De hecho, he descubierto que el Nombre de Jesús―tan sólo el Nombre―es eficaz cuando es pronunciado por un creyente que permanece en la Palabra. En Apocalipsis 19:13, vemos que el nombre de Jesús es la Palabra de Dios. Por eso, cuando un espíritu maligno trata de traer enfermedad, pobreza, depresión o cualquier otra basura a mi hogar, no tengo que citar cada pasaje que sé para detenerlo. Puedo señalarlo con mi dedo y decirle: “¡Jesús!” ¡Eso es como arrojar toda la Palabra de Dios en su cara de una sola vez! Descubre por ti mismo lo que el Nombre exaltado puede hacer. Comienza a decirlo con confianza y autoridad. ¡Hay poder en el Nombre de Jesús! Lectura bíblica: Hechos 3:1-16 © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.