La Fundación Rafael del Pino fomenta el diálogo y la transmisión del conocimiento mediante la organización de reuniones de expertos, debates y encuentros en los que se abordan cuestiones de importancia para nuestros dirigentes y en las que participan destacadas personalidades del mundo académico, em…
Mesa redonda "Una hoja de ruta para la transformación tecnológica de España".
La Fundación Rafael del Pino, Lopez-li Films y la Asociación Unidos por la Historia organizaron, el día 20 de abril de 2025 el diálogo “Estados Unidos, nación hispanoamericana» en el que participaron Manuel Lucena, Gonzalo Quintero y Maite Rico.
La Fundación Rafael del Pino, Lopez-li Films y la Asociación Unidos por la Historia organizaron, el día 20 de abril de 2025 el diálogo “Estados Unidos, nación hispanoamericana» en el que participaron Manuel Lucena, Gonzalo Quintero y Maite Rico.
La Fundación Rafael del Pino organizó, el día 12 de febrero de 2025 el diálogo «¿Ha llegado a su final el milagro económico alemán?» en el que intervendrán Wolfgang Münchau y Miguel Otero Iglesias con motivo de la publicación del último libro de Wolfgang Münchau «Kaput. El fin del milagro aleman» editado por Plataforma Editorial.
La Fundación Rafael del Pino organizó, el día 12 de febrero de 2025 el diálogo «¿Ha llegado a su final el milagro económico alemán?» en el que intervendrán Wolfgang Münchau y Miguel Otero Iglesias con motivo de la publicación del último libro de Wolfgang Münchau «Kaput. El fin del milagro aleman» editado por Plataforma Editorial.
La Fundación Rafael del Pino organizó el 30 de octubre de 2024 el diálogo Diálogo «¿Qué nos está pasando? Capitalismo y democracia en la era del desorden» en el que participaron Moisés Naím, Cayetana Álvarez de Toledo, Luis Garicano y Maite Rico con motivo de la presentación del último libro de Moisés Naím «Lo que nos está pasando: 121 ideas para escudriñar el siglo 21» editado por Debate.
La Fundación Rafael del Pino, organizó el 23 de octubre de 2024 el diálogo «Mujeres que contribuyeron a forjar el destino de dos mundos» en el que participaron Lola Higueras Rodríguez, Susana del Río Villar y Patricia Gabaldón Quiñones.
El pasado 26 de septiembre de 2024, la Fundación Rafael del Pino organizó un encuentro titulado “Voces liberales: Ayn Rand”, con la participación de Antonella Marty, politóloga y autora, y Roger Domingo, editor de Ediciones Deusto. Durante el evento, ambos discutieron en profundidad el legado filosófico de Ayn Rand, su impacto en la política y la cultura contemporánea, así como la relevancia de su pensamiento en el mundo actual, caracterizado por el auge de populismos y colectivismos.
La Fundación Rafael del Pino organizó, el día 16 de septiembre de 2024, el diálogo «Voces liberales: monetarismo, política monetaria y las causas de la inflación» en el que participaron Daniel Lacalle y Juan Castañeda.
La Fundación Rafael del Pino organizó, el 11 de septiembre de 2024, el diálogo «Conversaciones en el espacio público. Diálogos sobre los retos que afronta la sociedad española actual» en el que participaron Elisa Chuliá, Benito Arruñada y Elisa de la Nuez y Víctor Pérez-Díaz.
La Fundación Rafael del Pino, organizó el 20 de junio a las 19 horas, el diálogo titulado «Instituciones del Estado Democrático de Derecho» en el que participaron Vicente Guilarte, Consuelo Madrigal, Manuel Aragón y Andrés Betancor. Con motivo de la publicación de la obra titulada «Instituciones del Estado Democrático de Derecho, Conversaciones. Contribución a la cultura cívica de la institucionalidad democrática», coordinada por Andrés Betancor.
La Fundación Rafael del Pino organizó, el 10 de junio de 2024, el diálogo «España mejor. ¿Cómo fortalecer la democracia a través de la Sociedad Civil?» en el que participaron Miriam González, Elena Pisonero, Víctor Lapuente, Manuel Villoria y Elisa de la Nuez.
La Fundación Rafael del Pino organizó, el día 4 de junio de 2024, el diálogo «Voces liberales: Ideologías. Las ideas políticas que mueven el mundo» en el que participaron Antonella Marty y David Mejía.
La Fundación Rafael del Pino organizó, el 22 de mayo de 2024, el diálogo «Dinámicas económicas y demográficas en perspectiva. ¿El crecimiento de la población genera una mayor o menor abundancia de recursos?» en el que participaron Marian L. Tupy, Deirdre McCloskey, Ian Vasquez y Gabriel Calzada (moderador) con motivo de la presentación del libro titulado Superabundancia de los autores Marian L. Tupy y Gale L. Pooley, editado por Deusto.
La Fundación Rafael del Pino organizó, el 22 de mayo de 2024, el diálogo «Dinámicas económicas y demográficas en perspectiva. ¿El crecimiento de la población genera una mayor o menor abundancia de recursos?» en el que participaron Marian L. Tupy, Deirdre McCloskey, Ian Vasquez y Gabriel Calzada (moderador) con motivo de la presentación del libro titulado Superabundancia de los autores Marian L. Tupy y Gale L. Pooley, editado por Deusto.
La Fundación Rafael del Pino organizó el 20 de mayo de 2024, el diálogo «La confianza ciudadana en el capitalismo y la democracia» en el participaron Jordi Gual, Javier Gomá Lanzón y Lucía Méndez.
La Fundación Rafael del Pino y OpenSea organizaron, el 23 de abril de 2024, el diálogo «Liderazgo Transoceánico. España más allá del horizonte» en el que participaron María Dolores Higueras Rodríguez, Manuel Maqueda y Alex Pella con motivo de la conmemoración de la primera circunnavegación del mundo, la expedición española de Magallanes-Elcano que dio origen a la globalización e impulsó el progreso de la humanidad.
La Fundación Rafael del pino organizó, el 15 de abril de 2024, el encuentro “Innovación con futuro en España. 10 tecnologías imprescindibles para adaptar los modelos de negocio a las nuevas tecnologías”, en el que participaron Elena González-Blanco, responsable de Inteligencia Artificial para los nativos digitales – Europa, Oriente Medio y África- de Microsoft; Almudena Trigo, presidente y socia fundadora de Beable Capital, y Ezequiel Sánchez, presidente ejecutivo de PLD Space, con motivo de la publicación de la obra editada por Gestión 2000 que recoge los contenidos del INFORME INTEC 2023 resultado de los trabajos de la Cátedra ciencia y tecnología de la Fundación Rafael del Pino, dirigida por el Catedrático Rafael del Pino, Javier García
La Fundación Rafael del Pino, Lopez-li Films y la Asociación Unidos por la Historia organizaron, el 4 de abril de 2024, el encuentro «Hispanoamérica, un futuro compartido» en el que participaron Guadalupe Jiménez Codinach, Carlos Leáñez Aristimuño, José Luis López-Linares, Juan Miguel Zunzunegui y Manuel Lucena Giraldo.
La Fundación Rafael del Pino organizó, el 2 de abril de 2024, el encuentro «Fragilidad de la democracia en tiempos de populismo y polarización. ¿Está la libertad amenazada?» con motivo de la presentación del libro de los Sres. García-Margallo y Eguidazu, titulado España, terra incognita, editado por Almuzara Libros.
La Fundación Rafael del Pino organizó el 21 de marzo de 2024 a las 19 horas, el diálogo «Por qué los postimperios euroasiáticos desafían el orden mundial» en el que participaron Mira Milosevich, Robin Niblett y Tom Burns. Con motivo de la publicación de la obra «El imperio zombi. Rusia y el orden mundial.» editada por Galaxia Gutenberg.
El Pacto Mundial de la ONU España y la Fundación Rafael del Pino organizaron, el 22 de febrero de 2024, la IV ceremonia de Reconocimientos go!ODS, Iniciativas innovadoras que nos acercaron al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la agenda de desarrollo mundial. En el acto intervinieron Manuel Maqueda, Profesor de Economía Circular Aplicada y Economía Regenerativa, Universidad de Harvard y Patricia Gabaldón, Directora académica y profesora de economía, IE University.
La Fundación Rafael del Pino, el Colegio Libre de Eméritos y el Foro de la Sociedad Civil organizaron, el día 8 de febrero de 2024, el diálogo «España ante su deterioro de su calidad institucional» en el que participaron Manuel Aragón, Jesús Banegas y José María Cubillo.
El 28 de noviembre, la Fundación Rafael del Pino organizó el diálogo “10 tecnologías para impulsar España 2023”, en el que participó Javier García, presidente de la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada y director de la Cátedra Ciencia y Sociedad Rafael del Pino, con motivo de la presentación del informe INTEC 2023 de su Cátedra ciencia y tecnología titulado “Una hoja de ruta para España en 10 tecnologías”.
Con motivo de la presentación del informe INTEC 2023 de la Cátedra Rafael del Pino de Ciencia y Tecnología, el 28 de noviembre de 2023, la Fundación Rafael del Pino organizó la mesa redonda sobre “La velocidad de España en la carrera global de la innovación”, en la que participaron Manuel León, profesor de Investigación en Matemáticas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y académico de número de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales; Andrés Pedreño, cofundador y presidente no ejecutivo de IT&IS y director del Observatorio para el análisis y desarrollo económico de internet en España ADEI; Francisco Marín, presidente del Consejo Asesor de Ayming y Premio Nacional a la Trayectoria Innovadora 2020, y Mª José Alonso, catedrática de Farmacia y Tecnología Farmacéutica en la Universidad de Santiago de Compostela. Francisco Marín, Presidente del Consejo Asesor de Ayming y Premio Nacional a la Trayectoria Innovadora 2020. Mª José Alonso, Catedrática de Farmacia y Tecnología Farmacéutica en la Universidad de Santiago de Compostela. Natalia Rodríguez, Premio Nacional de Innovación 2023 (moderadora).
El 13 de noviembre de 2023, la Fundación Rafael del Pino organizó el diálogo “El sueño de Europa: Anhelo utópico o realidad incontestable”, en el que intervino Timothy Garton Ash, catedrático de Estudios Europeos de la Universidad de Oxford, con motivo de la presentación en España de su libro “Europa, una historia personal”.
El 13 de noviembre de 2023, la Fundación Rafael del Pino organizó el diálogo “El sueño de Europa: Anhelo utópico o realidad incontestable”, en el que intervino Timothy Garton Ash, catedrático de Estudios Europeos de la Universidad de Oxford, con motivo de la presentación en España de su libro “Europa, una historia personal”.
La Fundación Rafael del Pino organizó el 6 de noviembre de 2023 a las 19 horas, el diálogo «Impacto de la Inteligencia Artificial en la gestión empresarial: más allá de la Tecnología» en el que intervinieron: Alberto Granados, Rodrigo Gribble, Óscar Candiles y María Garaña.
La Fundación Rafael del Pino y la Asociación Española de Ciencia Regional organizaron, el 18 de septiembre de 2023, el diálogo online «Condicionantes del mercado de la vivienda en España en un mundo en transformación» en el que participaron Albert Saiz y Paloma Taltavull.
El 26 de junio de 2023, la Fundación Rafael del Pino organizó el diálogo titulado “El dilema Paz y o Justicia en Ucrania”, en el que intervinieron Philippe Sands, Professor of the Public Understanding of Law y Director del Centre on International Courts and Tribunals en el University College de Londres, y Mark Freeman, fundador y Director Ejecutivo del Institute for Integrated Transitions (IFIT). Mark Freeman: Las acciones que tomemos hoy y mañana en el área de la justicia criminal internacional habría que tomarlas de tal manera que permita llegar a la paz en Ucrania a través de negociaciones de cara al futuro. No sabemos cómo terminará esta guerra. No hay más que ver lo que sucedido en Siria. Antes había una cierta tendencia a pensar en dos opciones muy claras: impunidad absoluta o condena. La justicia transicional esta entre estos dos extremos e incluye cosas como comisiones para la verdad y la reconciliación. Es parte de cómo gestionamos las cuestiones de justicia en las negociaciones de paz. Los documentos de las negociaciones de Minsk para la paz en Ucrania no dicen nada sobre la rendición de cuentas, solo que habría una amnistía. La UE respaldaría esta amnistía. En Colombia, en cambio, llegaron a la conclusión de que solo habría paz si había rendición de cuentas. Hay que tener en cuenta tanto a las víctimas como a los detalles, a que hay que hacer concesiones mutuas. Hay que alcanzar acuerdos muy complicados, pero en este contexto es muy difícil. Se pueden conseguir fórmulas creativas, pero no siempre es posible. Volviendo a Ucrania, tras la invasión por parte de Rusia. En las primeras semanas era muy importante ver lo que se estaba intentado desde 2014, donde los representantes rusos y ucranianos se reunieron, pero no consiguieron gran cosa. Después de la invasión había que evaluar lo que se podía conseguir tras ella. Ahora no hay un estatus quo al que volver. Las negociaciones de cara al futuro van a ser difíciles en lo que se refiere a la justicia. Las decisiones que se han tomado en aras a la rendición de cuentas deben mantener la puerta abierta para negociaciones en el futuro. Lo que es cierto hoy puede no serlo mañana. Si creo que puedo ganar la guerra no estoy interesado en negociar, pero si la situación evoluciona, mi interés en las negociaciones puede aumentar o disminuir. Las cosas cambian en el campo de batalla, ha habido amenazas nucleares, pero hay distintos niveles en esta guerra. Independientemente de cómo acabe esta guerra, de aquí a cinco años va a haber tremendos retos en Ucrania. Retos de cohesión, desarme, separaciones sociales, y la justicia va a tener que encajar en este proceso. Ucrania no es una isla, hay distintos tipos de negociación y de resolución de conflictos, algunas cosas van a pasar dentro de Ucrania, otras tendrán lugar entre Ucrania y Rusia y luego en Europa hay que hablar sobre una nueva arquitectura de seguridad. ¿Cómo se organizan estos esfuerzos? Porque pueden facilitar, obstaculizar o impedir los esfuerzos para alcanzar la paz mediante las negociaciones. Philippe Sands: Esta es una situación muy complicada, no hay respuestas sencillas. Los países son un poco como las familias. Pasan cosas, unas buenas y otras no tanto. Y todas las familias barren las cosas no tan buenas debajo de la alfombra y tratan de seguir avanzando, pero en la segunda generación vuelven. En el caso del que hablamos no hay una solución perfecta para todo el mundo. Depende de la cultura, las circunstancias y los hechos. Es muy difícil saber qué decir a una persona a la que le han matado a su familia. En el tema de Ucrania hay muchas opiniones y distintos niveles de complejidad. En esta clase de situaciones es muy importante saber cómo enfoca esto la otra parte del debate. Es muy fácil estar en Madrid y pensar la clase de resultados que nos gustaría en el futuro. La situación es un crimen de agresión. No había justificación para el uso de la fuerza por parte de Rusia, por lo que hay que hacer algo al respecto. Pero ¿quiénes somos nosotros, en Washington, Londres o Madrid, para darles clases a los demás sobre crímenes de agresión? La guerra de Iraq fue ilegal, pero nadie ha rendido cuentas. Cuando hablamos de justicia, somos genios del doble rasero. Están son las complejidades que tenemos que gestionar porque por cada persona que hay a un lado de la negociación hay otra persona al otro lado. No se puede permitir que la situación de Ucrania continúe. Yo habría puesto infantería en Ucrania y establecido una zona de vuelos restringidos. Pero Putin utiliza los mismos argumentos que otros utilizaron en relación con Iraq. Por lo que tenemos que ser un poco más humildes sobre cómo gestionar esta clase de temas porque tenemos poca autoridad moral. No hemos aplicado a nosotros mismos los estándares que aplicamos a los demás. Esto es parte de un juego a largo plazo. En 1945, los países dijeron que habría una clase distinta de mundo. Las estructuras que tenemos están dando sus primeros pasos: los tribunales, las leyes, los principios. Así es que estamos desarrollando una serie de estructuras que nos ayudaran con la paz y la justicia, pero tenemos que abordar nuestra propia realidad. Si la injusticia sigue ahí, en algún caso nos arrollará. Ucrania es un estado que está recibiendo los ataques de Putin y ha puesto la paz y la justicia en el epicentro. Los avances que ha tenido Ucrania, la respuesta rusa es que en la mesa de negociación todo esto desaparece o no lo hacemos. Así es que tenemos que decidir paz o justicia, pero a qué precio. No creo en la paz a cualquier precio. La complejidad de este asunto se ve aumentada por nuestro doble rasero. La Corte Internacional no ha investigado lo que ha pasado en Iraq o en Afganistán. No lo hicieron porque sabemos de dónde viene el dinero, dónde reside el poder. Tener en la Corte Internacional un fiscal que se saca fotos con ministros de Justicia occidentales y busca obtener fondos de ellos no ayuda a llevar a los tribunales a un lado del conflicto.
El 26 de junio de 2023, la Fundación Rafael del Pino organizó el diálogo titulado “El dilema Paz y o Justicia en Ucrania”, en el que intervinieron Philippe Sands, Professor of the Public Understanding of Law y Director del Centre on International Courts and Tribunals en el University College de Londres, y Mark Freeman, fundador y Director Ejecutivo del Institute for Integrated Transitions (IFIT). Mark Freeman: Las acciones que tomemos hoy y mañana en el área de la justicia criminal internacional habría que tomarlas de tal manera que permita llegar a la paz en Ucrania a través de negociaciones de cara al futuro. No sabemos cómo terminará esta guerra. No hay más que ver lo que sucedido en Siria. Antes había una cierta tendencia a pensar en dos opciones muy claras: impunidad absoluta o condena. La justicia transicional esta entre estos dos extremos e incluye cosas como comisiones para la verdad y la reconciliación. Es parte de cómo gestionamos las cuestiones de justicia en las negociaciones de paz. Los documentos de las negociaciones de Minsk para la paz en Ucrania no dicen nada sobre la rendición de cuentas, solo que habría una amnistía. La UE respaldaría esta amnistía. En Colombia, en cambio, llegaron a la conclusión de que solo habría paz si había rendición de cuentas. Hay que tener en cuenta tanto a las víctimas como a los detalles, a que hay que hacer concesiones mutuas. Hay que alcanzar acuerdos muy complicados, pero en este contexto es muy difícil. Se pueden conseguir fórmulas creativas, pero no siempre es posible. Volviendo a Ucrania, tras la invasión por parte de Rusia. En las primeras semanas era muy importante ver lo que se estaba intentado desde 2014, donde los representantes rusos y ucranianos se reunieron, pero no consiguieron gran cosa. Después de la invasión había que evaluar lo que se podía conseguir tras ella. Ahora no hay un estatus quo al que volver. Las negociaciones de cara al futuro van a ser difíciles en lo que se refiere a la justicia. Las decisiones que se han tomado en aras a la rendición de cuentas deben mantener la puerta abierta para negociaciones en el futuro. Lo que es cierto hoy puede no serlo mañana. Si creo que puedo ganar la guerra no estoy interesado en negociar, pero si la situación evoluciona, mi interés en las negociaciones puede aumentar o disminuir. Las cosas cambian en el campo de batalla, ha habido amenazas nucleares, pero hay distintos niveles en esta guerra. Independientemente de cómo acabe esta guerra, de aquí a cinco años va a haber tremendos retos en Ucrania. Retos de cohesión, desarme, separaciones sociales, y la justicia va a tener que encajar en este proceso. Ucrania no es una isla, hay distintos tipos de negociación y de resolución de conflictos, algunas cosas van a pasar dentro de Ucrania, otras tendrán lugar entre Ucrania y Rusia y luego en Europa hay que hablar sobre una nueva arquitectura de seguridad. ¿Cómo se organizan estos esfuerzos? Porque pueden facilitar, obstaculizar o impedir los esfuerzos para alcanzar la paz mediante las negociaciones. Philippe Sands: Esta es una situación muy complicada, no hay respuestas sencillas. Los países son un poco como las familias. Pasan cosas, unas buenas y otras no tanto. Y todas las familias barren las cosas no tan buenas debajo de la alfombra y tratan de seguir avanzando, pero en la segunda generación vuelven. En el caso del que hablamos no hay una solución perfecta para todo el mundo. Depende de la cultura, las circunstancias y los hechos. Es muy difícil saber qué decir a una persona a la que le han matado a su familia. En el tema de Ucrania hay muchas opiniones y distintos niveles de complejidad. En esta clase de situaciones es muy importante saber cómo enfoca esto la otra parte del debate. Es muy fácil estar en Madrid y pensar la clase de resultados que nos gustaría en el futuro. La situación es un crimen de agresión. No había justificación para el uso de la fuerza por parte de Rusia, por lo que hay que hacer algo al respecto. Pero ¿quiénes somos nosotros, en Washington, Londres o Madrid, para darles clases a los demás sobre crímenes de agresión? La guerra de Iraq fue ilegal, pero nadie ha rendido cuentas. Cuando hablamos de justicia, somos genios del doble rasero. Están son las complejidades que tenemos que gestionar porque por cada persona que hay a un lado de la negociación hay otra persona al otro lado. No se puede permitir que la situación de Ucrania continúe. Yo habría puesto infantería en Ucrania y establecido una zona de vuelos restringidos. Pero Putin utiliza los mismos argumentos que otros utilizaron en relación con Iraq. Por lo que tenemos que ser un poco más humildes sobre cómo gestionar esta clase de temas porque tenemos poca autoridad moral. No hemos aplicado a nosotros mismos los estándares que aplicamos a los demás. Esto es parte de un juego a largo plazo. En 1945, los países dijeron que habría una clase distinta de mundo. Las estructuras que tenemos están dando sus primeros pasos: los tribunales, las leyes, los principios. Así es que estamos desarrollando una serie de estructuras que nos ayudaran con la paz y la justicia, pero tenemos que abordar nuestra propia realidad. Si la injusticia sigue ahí, en algún caso nos arrollará. Ucrania es un estado que está recibiendo los ataques de Putin y ha puesto la paz y la justicia en el epicentro. Los avances que ha tenido Ucrania, la respuesta rusa es que en la mesa de negociación todo esto desaparece o no lo hacemos. Así es que tenemos que decidir paz o justicia, pero a qué precio. No creo en la paz a cualquier precio. La complejidad de este asunto se ve aumentada por nuestro doble rasero. La Corte Internacional no ha investigado lo que ha pasado en Iraq o en Afganistán. No lo hicieron porque sabemos de dónde viene el dinero, dónde reside el poder. Tener en la Corte Internacional un fiscal que se saca fotos con ministros de Justicia occidentales y busca obtener fondos de ellos no ayuda a llevar a los tribunales a un lado del conflicto.
La Fundación Rafael del Pino y el Observatorio del Banco Central Europeo organizaron el 19 de junio de 2023 a las 13 horas el diálogo «Dinámicas actuales en el sistema financiero de la Eurozona¨ en el que intervinieron Matteo Maggiori, Philip R. Lane y Belén Carreño.
La Fundación Rafael del Pino y el Observatorio del Banco Central Europeo organizaron el 19 de junio de 2023 a las 13 horas el diálogo «Dinámicas actuales en el sistema financiero de la Eurozona¨ en el que intervenieron Matteo Maggiori, Philip R. Lane y Belén Carreño.
La Fundación Rafael del Pino y la Asociación Española de Economía y Finanzas Internacionales organizaron el 14 de junio de 2023 el diálogo titulado “El comercio internacional en una globalización diferente. Desafíos y tendencias de futuro”. En el acto intervinieron Carmen Díaz-Mora, catedrática de Economía Aplicada en la Universidad de Castilla-La Mancha; Lucian Cernat, economista jefe de Comercio de la Comisión Europea; Javier Pérez, director del Departamento de Economía Internacional y de la Zona del Euro del Banco de España y miembro del Comité de Relaciones Internacionales del Eurosistema, y Christian Volpe Martincus, economista principal del Sector de Integración y Comercio (INT) del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Natalia Arno, Vladimir Milov y José Ignacio Torreblanca
Natalia Arno, Vladimir Milov y José Ignacio Torreblanca.
Roberto Rigobon, profesor del MIT Sloan School of Management, y Coro Celigüeta, becaria de excelencia Rafael del Pino.
Catherine Barnard: Si vemos el Tratado de Maastricht, solo se hacen ocho referencias al Estado de Derecho, que tienen que ver con desarrollo y cooperación. El Estado de Derecho se veía como algo externo, no interno. Pero hay 167 páginas de sentencias del Tribunal Europeo sobre el Estado de Derecho. El tribunal ha participado de diferentes formas, por ejemplo, directamente en el caso de los jueces de Polonia, pero también indirectamente, como el caso de la deforestación en territorio polaco. O la puesta en tela de juicio del mecanismo de condicionalidad por parte de Polonia y Hungría. Todo esto ha surgido del caso sorprendente de los jueces tribunales, donde el Tribunal Europeo impuso exigencias. Dado que todo el sistema de la UE se sostiene por el Derecho Comunitario, para asegurarnos que el sistema legal funciona bien, hay que tener un sistema judicial a nivel nacional que funcione en una democracia. Tendríamos que alabar al Tribunal por su cuidadosa escenificación del derecho y por su valentía para enfrentarse a regímenes cada vez más autoritarios. El Estado de Derecho es un principio fundamental que se debe cumplir. El Tribunal Europeo ha intervenido mucho en este sentido, en situaciones similares al caso Cassis-Dijon para la conformación del Mercado Único. El tribunal participa en la medida de lo posible en un diálogo vertical con los tribunales nacionales y horizontal con el tribunal europeo de derechos humanos. Todo esto es muy positivo, pero hay dos peros. El primero es evidente. El tribunal está limitado por los casos que se presentan ante él, no es un actor independiente desde este punto de vista. Si no hubiera casos, ¿qué habría sucedido con el Estado de Derecho? La respuesta es bastante desastrosa. En segundo lugar, el Tribunal Europeo se ha colocado en el centro del debate sobre el Estado de Derecho y este es un sitio bastante peligroso para que esté ahí porque los tribunales no se eligen de forma democrática. También son objetivos muy fáciles para la prensa de extrema derecha. Lo hemos visto en el Reino Unido, donde el Daily Mail puso en primera página las fotos de tres jueces a los que llamó enemigos del pueblo por su postura sobre el Brexit, a raíz de la decisión del tribunal de que lo relativo al Brexit no era competencia de la primera ministra Theresa May sino del Parlamento. Lo que venía a decir es que los jueces estaban bloqueando el Brexit, cuando era una cuestión más fundamental. Pero fue la constitución funcionando como se debe funcionar, con sus pesos y contrapesos. ¿Qué hubiese sucedido si no hubiera habido nadie lo suficientemente valiente para hacer frente al poder Ejecutivo, como la denunciante particular en el caso del Reino Unido? Pues tendríamos una democracia muy frágil. Desde fuera, pareció que los tribunales querían ocupar un espacio político muy importante y que querían causar problemas. Vemos exactamente lo mismo en el caso de Polonia, donde la respuesta de la prensa polaca a las decisiones del Tribunal Europeo de Justicia se ve el mismo tipo de retórica, con un lenguaje muy fuerte. El riesgo de que el tribunal está en el centro del debate juega a la narrativa de las élites imponiéndose sobre la voluntad del pueblo. Hay un riesgo muy real de que los tribunales pierdan el respeto de los ciudadanos en el país afectado. ¿Qué se puede hacer? La cuestión del Estado de Derecho se tiene que resolver a través del debate político. Los críticos han instado a la Comisión a que sea más radical y utilice otras herramientas más fuertes. La Comisión está siendo muy cautelosa porque es muy sensible a todas estas cuestiones. Lo que está haciendo la Comisión es estudiar una serie de herramientas del mecanismo del artículo 7, que protegen al Tribunal Europeo y su reputación a más largo plazo. Lo de más alcance es el mecanismo de condicionalidad, que ha sido desplegado contra Hungría, que ahora está muy preocupada por las pérdidas a las que se va a enfrentar, en especial a partir de su situación de inflación. El dinero importa y habla con más poder en este contexto que muchos casos que acaban en el Tribunal Europeo de Justicia. Alessandro Nucara: El Tribunal Europeo es un jugador fundamental y siempre lo ha sido. Ha sido fundamental en el desarrollo del Estado del Derecho. Hay que encontrar una forma de enfrentarnos a los retos al Estado de Derecho. No sé si la Comisión y las instituciones europeas están ganando o perdiendo. Nos esforzamos para ganar esta batalla y el caso húngaro es un ejemplo. Una mala interpretación que vemos en los medios es que el mecanismo europeo de condicionalidad no es una varita mágica que se deshace de los oligarcas europeos. Es una herramienta que permite acercarse a un acuerdo para aprobar el presupuesto, no una herramienta para estas situaciones. Debemos aplicar la normativa de forma justa, objetiva e imparcial. Hay instrumentos de derecho que son preventivos, que impulsan el Estado de Derecho, que llevan a la Comisión a escribir recomendaciones a los estados miembros, así es que no es vinculante. También tenemos los mecanismos de respuesta del artículo 7, las infracciones y el mecanismo de condicionalidad, que lleva en vigor desde 2021 y se aplica a rupturas del Estado de Derecho que suponen un riesgo financiero. El Tribunal destaca esto sobremanera, de forma que la conexión entre el mecanismo y el presupuesto no tiene que ser teórica, sino basarse en objetivos, con lo que hay que encontrar las pruebas para implementar esto en el presupuesto. La condicionalidad está ahí para enfrentarse a rupturas del Estado de Derecho. La proporcionalidad está incluida en la normativa, con lo que las medidas que el Consejo pueda adoptar tienen que ser proporcionales. También incluye la independencia del poder judicial, el trato de los conflictos de intereses, … Esto afecta al funcionamiento correcto de la Administración Pública cuando asigna fondos europeos. Otra condición importante que la gente siempre olvida es que solo se puede utilizar el mecanismo de condicionalidad si no hay otros mecanismos que puedan proteger el presupuesto, así es que hay que hacer un análisis complementario para ver si es el mecanismo más eficiente o si hay otros. La condicionalidad puede usarse en casos individuales, pero es mejor si tenemos rupturas sistemáticas. Las medidas que se pueden tomar son medidas sólidas, como los 6.000 millones en fondos europeos, que es un tercio de los fondos que recibe Hungría. Así es que este es un mecanismo que pone a los estados miembros bajo mucha presión. Si se solucionan los asuntos, se pueden levantar las medidas. Su objetivo no es la sanción, sino proteger el presupuesto. No es que se quiera castigar a Hungría o Polonia. Es una herramienta que nos da poder para solucionar los problemas. El proceso está muy ajustado, dura entre cinco y nueve meses desde que se lanza. En Hungría, todos los fondos de cohesión están bloqueados porque no cumplen con temas fundamentales, como la libertad académica, la independencia judicial, etc. Lo mismo sucede con los fondos de recuperación. A Hungría se le da muy bien cumplir con la letra de la ley, pero los problemas se dan a nivel de calle, por ejemplo, que siempre sea la misma empresa la que gane los concursos, que está relacionada de alguna manera con el partido en el gobierno y con el primer ministro. Ahora Hungría está hablando con la Comisión para levantar estas medidas. La decisión la toma el Consejo y los estados miembros votan en el mecanismo de condicionalidad.
Catherine Barnard: Si vemos el Tratado de Maastricht, solo se hacen ocho referencias al Estado de Derecho, que tienen que ver con desarrollo y cooperación. El Estado de Derecho se veía como algo externo, no interno. Pero hay 167 páginas de sentencias del Tribunal Europeo sobre el Estado de Derecho. El tribunal ha participado de diferentes formas, por ejemplo, directamente en el caso de los jueces de Polonia, pero también indirectamente, como el caso de la deforestación en territorio polaco. O la puesta en tela de juicio del mecanismo de condicionalidad por parte de Polonia y Hungría. Todo esto ha surgido del caso sorprendente de los jueces tribunales, donde el Tribunal Europeo impuso exigencias. Dado que todo el sistema de la UE se sostiene por el Derecho Comunitario, para asegurarnos que el sistema legal funciona bien, hay que tener un sistema judicial a nivel nacional que funcione en una democracia. Tendríamos que alabar al Tribunal por su cuidadosa escenificación del derecho y por su valentía para enfrentarse a regímenes cada vez más autoritarios. El Estado de Derecho es un principio fundamental que se debe cumplir. El Tribunal Europeo ha intervenido mucho en este sentido, en situaciones similares al caso Cassis-Dijon para la conformación del Mercado Único. El tribunal participa en la medida de lo posible en un diálogo vertical con los tribunales nacionales y horizontal con el tribunal europeo de derechos humanos. Todo esto es muy positivo, pero hay dos peros. El primero es evidente. El tribunal está limitado por los casos que se presentan ante él, no es un actor independiente desde este punto de vista. Si no hubiera casos, ¿qué habría sucedido con el Estado de Derecho? La respuesta es bastante desastrosa. En segundo lugar, el Tribunal Europeo se ha colocado en el centro del debate sobre el Estado de Derecho y este es un sitio bastante peligroso para que esté ahí porque los tribunales no se eligen de forma democrática. También son objetivos muy fáciles para la prensa de extrema derecha. Lo hemos visto en el Reino Unido, donde el Daily Mail puso en primera página las fotos de tres jueces a los que llamó enemigos del pueblo por su postura sobre el Brexit, a raíz de la decisión del tribunal de que lo relativo al Brexit no era competencia de la primera ministra Theresa May sino del Parlamento. Lo que venía a decir es que los jueces estaban bloqueando el Brexit, cuando era una cuestión más fundamental. Pero fue la constitución funcionando como se debe funcionar, con sus pesos y contrapesos. ¿Qué hubiese sucedido si no hubiera habido nadie lo suficientemente valiente para hacer frente al poder Ejecutivo, como la denunciante particular en el caso del Reino Unido? Pues tendríamos una democracia muy frágil. Desde fuera, pareció que los tribunales querían ocupar un espacio político muy importante y que querían causar problemas. Vemos exactamente lo mismo en el caso de Polonia, donde la respuesta de la prensa polaca a las decisiones del Tribunal Europeo de Justicia se ve el mismo tipo de retórica, con un lenguaje muy fuerte. El riesgo de que el tribunal está en el centro del debate juega a la narrativa de las élites imponiéndose sobre la voluntad del pueblo. Hay un riesgo muy real de que los tribunales pierdan el respeto de los ciudadanos en el país afectado. ¿Qué se puede hacer? La cuestión del Estado de Derecho se tiene que resolver a través del debate político. Los críticos han instado a la Comisión a que sea más radical y utilice otras herramientas más fuertes. La Comisión está siendo muy cautelosa porque es muy sensible a todas estas cuestiones. Lo que está haciendo la Comisión es estudiar una serie de herramientas del mecanismo del artículo 7, que protegen al Tribunal Europeo y su reputación a más largo plazo. Lo de más alcance es el mecanismo de condicionalidad, que ha sido desplegado contra Hungría, que ahora está muy preocupada por las pérdidas a las que se va a enfrentar, en especial a partir de su situación de inflación. El dinero importa y habla con más poder en este contexto que muchos casos que acaban en el Tribunal Europeo de Justicia. Alessandro Nucara: El Tribunal Europeo es un jugador fundamental y siempre lo ha sido. Ha sido fundamental en el desarrollo del Estado del Derecho. Hay que encontrar una forma de enfrentarnos a los retos al Estado de Derecho. No sé si la Comisión y las instituciones europeas están ganando o perdiendo. Nos esforzamos para ganar esta batalla y el caso húngaro es un ejemplo. Una mala interpretación que vemos en los medios es que el mecanismo europeo de condicionalidad no es una varita mágica que se deshace de los oligarcas europeos. Es una herramienta que permite acercarse a un acuerdo para aprobar el presupuesto, no una herramienta para estas situaciones. Debemos aplicar la normativa de forma justa, objetiva e imparcial. Hay instrumentos de derecho que son preventivos, que impulsan el Estado de Derecho, que llevan a la Comisión a escribir recomendaciones a los estados miembros, así es que no es vinculante. También tenemos los mecanismos de respuesta del artículo 7, las infracciones y el mecanismo de condicionalidad, que lleva en vigor desde 2021 y se aplica a rupturas del Estado de Derecho que suponen un riesgo financiero. El Tribunal destaca esto sobremanera, de forma que la conexión entre el mecanismo y el presupuesto no tiene que ser teórica, sino basarse en objetivos, con lo que hay que encontrar las pruebas para implementar esto en el presupuesto. La condicionalidad está ahí para enfrentarse a rupturas del Estado de Derecho. La proporcionalidad está incluida en la normativa, con lo que las medidas que el Consejo pueda adoptar tienen que ser proporcionales. También incluye la independencia del poder judicial, el trato de los conflictos de intereses, … Esto afecta al funcionamiento correcto de la Administración Pública cuando asigna fondos europeos. Otra condición importante que la gente siempre olvida es que solo se puede utilizar el mecanismo de condicionalidad si no hay otros mecanismos que puedan proteger el presupuesto, así es que hay que hacer un análisis complementario para ver si es el mecanismo más eficiente o si hay otros. La condicionalidad puede usarse en casos individuales, pero es mejor si tenemos rupturas sistemáticas. Las medidas que se pueden tomar son medidas sólidas, como los 6.000 millones en fondos europeos, que es un tercio de los fondos que recibe Hungría. Así es que este es un mecanismo que pone a los estados miembros bajo mucha presión. Si se solucionan los asuntos, se pueden levantar las medidas. Su objetivo no es la sanción, sino proteger el presupuesto. No es que se quiera castigar a Hungría o Polonia. Es una herramienta que nos da poder para solucionar los problemas. El proceso está muy ajustado, dura entre cinco y nueve meses desde que se lanza. En Hungría, todos los fondos de cohesión están bloqueados porque no cumplen con temas fundamentales, como la libertad académica, la independencia judicial, etc. Lo mismo sucede con los fondos de recuperación. A Hungría se le da muy bien cumplir con la letra de la ley, pero los problemas se dan a nivel de calle, por ejemplo, que siempre sea la misma empresa la que gane los concursos, que está relacionada de alguna manera con el partido en el gobierno y con el primer ministro. Ahora Hungría está hablando con la Comisión para levantar estas medidas. La decisión la toma el Consejo y los estados miembros votan en el mecanismo de condicionalidad.
Markus Gehring: Lo que estamos viendo en la UE no es algo excepcional en la experiencia europea. Hay ciertos parecidos con todos los sistemas federales. Tenemos diversos tribunales que verifican la labor de los tribunales locales, una labor que ponen en entredicho los tribunales federales. Uno de los temas que más sale a colación es un Estado de Derecho unificado. El Estado de Derecho está claramente presente en toda la UE y todos los casos del tribunal europeo lo han destacado. El hecho de que no se comporta en todo su desglose por algunos estados miembros es normal en un sistema federal. La tensión es bastante parecida a lo que sucede en EEUU. Allí, los tribunales estatales pusieron en entredicho muchos elementos del sistema federal, como la libertad de movimiento de bienes o de personas. Tenemos los papeles federalistas, que destacaban que se estaba quitando poder a los tribunales estatales, invalidando sus decisiones. Esto aumentó a lo largo del tiempo porque, desde el principio, estaba la cuestión de si EEUU debía seguir el camino del Reino Unido con la soberanía del Parlamento. Hay distintos niveles de política, que se desarrollan a distintos ritmos y un único Estado de Derecho puede crecer poco a poco. En un comentario sobre casos europeos, el tribunal estadounidense destacó que el Tribunal Europeo de Justicia había destacado en su interpretación de los textos de los tratados europeos. Hace poco, los tribunales europeos expandieron su Estado de Derecho. Son importantes para la UE porque aplican leyes europeas. El Tribunal Europeo tiene una larga historia de adaptación para asegurarse de que se cumple la ley europea y la no discriminación, asegurando que había una autonomía local. Ha habido casos en los que ha criticado a estados miembros por hacer más difícil la protección de los derechos. La situación polaca socavaba la independencia del poder judicial, lo que es un reto para el Estado de Derecho. El Tribunal Europeo construyó la relación, requiriendo que los jueces a nivel europeo siguieran las normas y se acomodaran al Estado de Derecho, invocando el artículo 19 del TUE. Verificando esto, la gran sala fue un paso más allá y dijo que Polonia había violado la ley europea al intentar cesar a los jueces. Polonia respondió que la organización del sistema judicial no formaba parte de las competencias europeas. La ley europea se basa en que todos los estados miembros comparten entre sí los mismos valores. Esto da por sentado la existencia de confianza entre los distintos estados miembros, lo que implica reconocer los valores europeos y la ley europea que los implanta, destacando los valores comunes. La organización del sistema judicial no se puede hacer de forma que socave los valores de la UE, por lo que el tribunal reclama que se cumplan estas obligaciones. El tribunal garantiza un Estado de Derecho común pero no garantiza las decisiones que los estados nacionales tengan que tomar. Dimitry Kochenov: La UE ya no es una unión de democracias que respaldan un Estado de Derecho, viendo el caso de Polonia, con un tribunal constitucional que no respecta la declaración de los derechos humanos ni las decisiones del Tribunal Europeo. Hungría es aún peor. La UE tiene que encontrar la forma de lidiar con esto, que es algo nuevo que no se había contemplado. La UE asume que la situación en la que estamos ahora no va a ser real día a día. Este nuevo reto se ha abordado a todos los niveles, lo que desencadenó una revolución legal que consiste en tomarnos más en serio los derechos. Desde el caso de los jueces portugueses en adelante que, a partir del artículo 19, vieron las competencias para reformar la organización judicial se pudo afrontar esta situación. La UE sentía que necesitaba los criterios de Copenhague. A nivel estructural, estos valores no se contemplaban como el corazón de la legislación europea. Es lo que hemos visto en los casos de los tribunales. El gobierno de Orban nunca ha violado una provisión de una ley nacional porque reescribe las leyes para poder hacerse con el sistema y destrozar el estado de derecho de forma legal. En Polonia no les importan las instituciones ni la ley, dándoles igual lo que el tribunal europeo pueda decir. Esto consiste en una redefinición de lo que es la UE con sus valores. Al final, es el sistema para asegurarnos el cumplimiento de la ley, así es que ahora la UE tiene mucho que decir sobre el Estado de Derecho, porque está basado en unas circunstancias fallidas ya que los estados miembros no son lo que prometieron ser. Esta revolución institucional es buena y ha cambiado algo a pie de calle en Hungría y Polonia. Orban ganó con una mayoría enorme fabricando un millón de ciudadanos que votaron por el gobierno. Esta clase de revolución institucional no ha llevado a cabo un cambio institucional. Por ello, el tribunal europeo se ve reforzado en esta nueva competencia. Cuando probamos las aplicaciones de estos nuevos principios, surgen preguntas sobre el Estado de Derecho a nivel supranacional, en el contexto de complejidad de la federación. Hemos visto que se han encendido una serie de alarmas. En un desarrollo muy reciente, el Tribunal Europeo aceptó una pregunta de alguien de Polonia que no es un juez polaco mandando un mensaje extraño al alinearse con quienes quieren cambiar el sistema judicial polaco. Hay un estándar sólido para asegurar el estado de derecho sólido, pero ha fracasado a nivel de aplicar el estándar a nivel supranacional, sobre todo en Hungría y Polonia. Es peligroso para la UE porque tiene que estar atada a los principios del artículo 2.
Markus Gehring: Lo que estamos viendo en la UE no es algo excepcional en la experiencia europea. Hay ciertos parecidos con todos los sistemas federales. Tenemos diversos tribunales que verifican la labor de los tribunales locales, una labor que ponen en entredicho los tribunales federales. Uno de los temas que más sale a colación es un Estado de Derecho unificado. El Estado de Derecho está claramente presente en toda la UE y todos los casos del tribunal europeo lo han destacado. El hecho de que no se comporta en todo su desglose por algunos estados miembros es normal en un sistema federal. La tensión es bastante parecida a lo que sucede en EEUU. Allí, los tribunales estatales pusieron en entredicho muchos elementos del sistema federal, como la libertad de movimiento de bienes o de personas. Tenemos los papeles federalistas, que destacaban que se estaba quitando poder a los tribunales estatales, invalidando sus decisiones. Esto aumentó a lo largo del tiempo porque, desde el principio, estaba la cuestión de si EEUU debía seguir el camino del Reino Unido con la soberanía del Parlamento. Hay distintos niveles de política, que se desarrollan a distintos ritmos y un único Estado de Derecho puede crecer poco a poco. En un comentario sobre casos europeos, el tribunal estadounidense destacó que el Tribunal Europeo de Justicia había destacado en su interpretación de los textos de los tratados europeos. Hace poco, los tribunales europeos expandieron su Estado de Derecho. Son importantes para la UE porque aplican leyes europeas. El Tribunal Europeo tiene una larga historia de adaptación para asegurarse de que se cumple la ley europea y la no discriminación, asegurando que había una autonomía local. Ha habido casos en los que ha criticado a estados miembros por hacer más difícil la protección de los derechos. La situación polaca socavaba la independencia del poder judicial, lo que es un reto para el Estado de Derecho. El Tribunal Europeo construyó la relación, requiriendo que los jueces a nivel europeo siguieran las normas y se acomodaran al Estado de Derecho, invocando el artículo 19 del TUE. Verificando esto, la gran sala fue un paso más allá y dijo que Polonia había violado la ley europea al intentar cesar a los jueces. Polonia respondió que la organización del sistema judicial no formaba parte de las competencias europeas. La ley europea se basa en que todos los estados miembros comparten entre sí los mismos valores. Esto da por sentado la existencia de confianza entre los distintos estados miembros, lo que implica reconocer los valores europeos y la ley europea que los implanta, destacando los valores comunes. La organización del sistema judicial no se puede hacer de forma que socave los valores de la UE, por lo que el tribunal reclama que se cumplan estas obligaciones. El tribunal garantiza un Estado de Derecho común pero no garantiza las decisiones que los estados nacionales tengan que tomar. Dimitry Kochenov: La UE ya no es una unión de democracias que respaldan un Estado de Derecho, viendo el caso de Polonia, con un tribunal constitucional que no respecta la declaración de los derechos humanos ni las decisiones del Tribunal Europeo. Hungría es aún peor. La UE tiene que encontrar la forma de lidiar con esto, que es algo nuevo que no se había contemplado. La UE asume que la situación en la que estamos ahora no va a ser real día a día. Este nuevo reto se ha abordado a todos los niveles, lo que desencadenó una revolución legal que consiste en tomarnos más en serio los derechos. Desde el caso de los jueces portugueses en adelante que, a partir del artículo 19, vieron las competencias para reformar la organización judicial se pudo afrontar esta situación. La UE sentía que necesitaba los criterios de Copenhague. A nivel estructural, estos valores no se contemplaban como el corazón de la legislación europea. Es lo que hemos visto en los casos de los tribunales. El gobierno de Orban nunca ha violado una provisión de una ley nacional porque reescribe las leyes para poder hacerse con el sistema y destrozar el estado de derecho de forma legal. En Polonia no les importan las instituciones ni la ley, dándoles igual lo que el tribunal europeo pueda decir. Esto consiste en una redefinición de lo que es la UE con sus valores. Al final, es el sistema para asegurarnos el cumplimiento de la ley, así es que ahora la UE tiene mucho que decir sobre el Estado de Derecho, porque está basado en unas circunstancias fallidas ya que los estados miembros no son lo que prometieron ser. Esta revolución institucional es buena y ha cambiado algo a pie de calle en Hungría y Polonia. Orban ganó con una mayoría enorme fabricando un millón de ciudadanos que votaron por el gobierno. Esta clase de revolución institucional no ha llevado a cabo un cambio institucional. Por ello, el tribunal europeo se ve reforzado en esta nueva competencia. Cuando probamos las aplicaciones de estos nuevos principios, surgen preguntas sobre el Estado de Derecho a nivel supranacional, en el contexto de complejidad de la federación. Hemos visto que se han encendido una serie de alarmas. En un desarrollo muy reciente, el Tribunal Europeo aceptó una pregunta de alguien de Polonia que no es un juez polaco mandando un mensaje extraño al alinearse con quienes quieren cambiar el sistema judicial polaco. Hay un estándar sólido para asegurar el estado de derecho sólido, pero ha fracasado a nivel de aplicar el estándar a nivel supranacional, sobre todo en Hungría y Polonia. Es peligroso para la UE porque tiene que estar atada a los principios del artículo 2.
La Fundación Rafael del Pino y la Fundación Civismos organizaron, el 19 de abril de 2023, el encuentro «Libertad económica en España y sus regiones» en el que participararon Javier Fernández-Lasquetty y Francisco Cabrillo con motivo de la presentación del libro del Profesor Cabrillo con el título «Libertad económica en España. ¿Por qué unos españoles son más libres que otros?, editado por LID Editorial.
Mesa redonda de las startups Deep-tech, con el objetivo de conocer casos de éxito españoles, en la que participaron Daniel Pérez, CEO y cofundador de Ienai space; Jimena García-Romeu, CEO de Alcyon photonics; Meritxel Teixido, CEO/CSO de Gate2Brain, y Manuel Espinosa, director general de Next-tip. Daniel Pérez: El problema de la frontera tecnológica tiene mucho que ver con el emprendimiento. Vivimos en un mundo completamente dependiente de la ciencia y la tecnología en el que casi nadie entiende de ciencia y de tecnología. Eso implica que a las empresas que trabajan en la tecnología de frontera les cuesta llegar al público, a las instituciones y a los inversores. Es un problema de entendimiento y de interés. Tiene que ver con el interés de las tecnologías de frontera y de si España tiene algo que hacer en ellas. Hay una problemática fuerte. Hay un riesgo de los mercados y la tecnología, que es alto, pero alguien tiene que tomar la decisión de apostar por esos desarrollos. La sociedad tiene que creer en los emprendedores tecnológicos, en que nuestros centros de investigación forman a la gente y que podemos desarrollar esas tecnologías dentro de las empresas. Meritxel Teixido: Definir Deep-Tech es definir una tecnología cocinada a fuego lento que puede dar una solución a un gran reto. En nuestro caso es que uno de cada cuatro de nosotros necesita el tratamiento del cerebro durante nuestra vida. Hay mucha gente haciendo fármacos para ello pero la mayoría no llega, por lo que desarrollamos una tecnología para que lleguen. Hacemos tractores que llegan al cerebro que llevan en el remolque ese medicamento hasta el cerebro. Eso se puede aplicar a muchas enfermedades, pero para escoger cuál sería nuestro producto mínimo viable escogemos una indicación en la que casi nadie trabaja, que son los tumores cerebrales infantiles. Lo hacemos para que, más adelante, una gran compañía se dé cuenta de ello y dedica utilizar nuestra tecnología con su medicamento. Es crear un nuevo equipo, es una cosa planificada de cinco años, ir pagando las patentes. Manuel Espinosa: Estar en la frontera del conocimiento es el mayor reto, pero también es lo más divertido. Nuestra empresa fabrica sondas de nanoespectroscopia. El reto era el desarrollo del producto, que a nivel software está institucionalizado, pero a este nivel es convertir esa ciencia en productos tangibles. En nuestro caso el reto es doble porque es como fabricar una guitarra, pero no saber tocarla. Nuestro producto es un consumible que se pone en un tipo de microscopio que mide a la vez las propiedades químicas y morfológicas de cualquier muestra a escala nanoscópica, pero el producto mínimo viable tiene mucha más dificultad porque tenemos que vender el producto o cederlo a investigadores punteros. El mercado final es muy grande pero los inicios son muy pequeños. Mientras tanto, no podemos hacer in-house el desarrollo comercial. El desarrollo de producto está institucionalizado en el software, pero en el hardware cada pivot puede suponerte la compra de varios equipos, cambiar de laboratorio, … con lo que eso ya no es tan viable y no permite más de una o dos oportunidades de hacer el desarrollo final, cosa que no sucede en software. Ahora tenemos un laboratorio de fabricación que idealmente será una pequeña fábrica. La permeabilidad de la inversión en software es menor que en un producto industrial, porque un producto industrial al final tendrá una fábrica, empleo estable y será un producto de alto valor añadido, con lo que la importancia de los costes laborales es menor. El beneficio para el país de esa inversión en Deep-Tech es muy superior que con el software. Jimena García-Romeu: Nosotros hacemos fotónica integrada. La frontera del conocimiento científico quiere decir que interactúas con muchísimas otras tecnologías antes de llegar al producto final. Hasta que la tecnología que nosotros hacemos se convierte en un producto que da una solución a una persona, a una corporación, se requiere la integración de muchas tecnologías. Nos dimos cuenta que con dos diseños, con dos pequeñas soluciones temporales, no resolvíamos un problema que tuviera impacto en la cuenta de nadie y no tenía un retorno económico que pudiéramos proyectar. Pero esos dos diseños tenían detrás la capacidad de diseñar muchísimas otras cosas y de hacerlo de una forma combinada que nos permitiera afrontar muchos problemas simultáneamente. Muchos de nuestros mercados aún no existen. Quantum no es un mercado de ingresos, sino de inversores. Nos dimos cuenta de que, como compañía, teníamos la oportunidad de generar un entorno, que podíamos extraer un conocimiento que nos permitía afrontar muchas soluciones para distintas problemáticas fue clave para que continuáramos. La mayor dificultad a la que nos enfrentamos es el dinero. Si no hay dinero, no hay empresa. Sería mucho más fácil acceder a financiación si hubiera una cultura industrial. La falta de una industria que vaya acercando al mercado ese conocimiento es una barrera brutal para generar ese ecosistema. Meritxel Teixido: En nuestro caso es totalmente cierto. Intentamos acercarnos a las grandes corporaciones para ver si querían usar nuestros tractores con su remolque y les cuesta dar ese salto. Una de las aportaciones que podría haber, viendo mi experiencia, es que las instituciones pueden ser un pequeño acelerador, que tengan un pequeño departamento real de creación de empresas y empujar para que el sistema funcione. Daniel Pérez: Nosotros somos una empresa de sistemas de propulsión para satélites y cuando la montamos una de las cosas que nos quedó muy clara es que esa parte de yo quiero llevar mi producto al mercado hay que replicarlo muchísimo en los centros de investigación en España. No hay que centrarse tanto en la transferencia tecnológica como en que los investigadores abandonen su ciencia y monten una empresa. Quién mejor va a montar una empresa que la persona que ha creado esa tecnología y cree en ella hasta el final. Para que el Deep-Tech funcione en España tiene que haber un cambio cultural fuerte para que desde la investigación la gente se plantee montar una empresa. Manuel Espinosa: Para la inversión Deep-Tech, los inversores están un poco perdidos. La inversión se ha profesionalizado y se ha generado una serie de pautas para invertir en una serie de sectores, pero eso es algo que cambiará cuando aparezcan esos referentes que generen la aparición de más inversión. El miedo a emprender lo podríamos reducir si hay casos de éxito.
Diálogo sobre las instituciones que apoyan el Deep-Tech, con el objetivo de enfatizar la importancia de dar forma a una estrategia explícita de apoyo y la importancia de definir con criterios claros el concepto, con Lars Frolund, profesor de ecosistemas de innovación y empresas de deep tech en el MIT y miembro del Consejo Europeo de Innovación; Fernando Galindo-Rueda, economista senior en la División de Análisis Económico y Estadísticas de la OCDE; Óscar Sala, evaluador-experto del Consejo Europeo de Innovación y de la Agencia Ejecutiva de PYMES (EISMEA), y Asier Rufino, fundador y director General de Tecnalia Ventures. Fernando Galindo-Rueda: Necesitamos diferenciar los conceptos. Para eso tenemos las definiciones, lo que tiene implicaciones para el apoyo público. Otras definiciones nos sirven para medir las cosas, porque si no sabes lo que estás intentando medir ¿cómo vas a hacerlo? Las definiciones también proporcionan una narrativa de esta idea de la Deep Tech, que tiene un valor de marca en sí mismo porque estamos intentando ser demasiado superficiales. Queremos profundizar en las cosas. Cuando hablamos de Deep-Tech pensamos que sabemos de qué estamos hablando. La definición de Deep-Tech juega mucho con la idea de lo que no es la Deep-Tech. Se pone énfasis en el aspecto de estar en la frontera, a diferencia de las que están en la periferia y no aportan nada nuevo, por ejemplo muchas realizaciones en el ámbito digital que no aportan nada nuevo. Hay una cierta hostilidad contra la falta de autenticidad, que son un poco etéreas y que la gente no puede entender y no están imbricadas en la economía. Hay una reacción bastante importante contra estas cosas. Quizá estamos incorporando demasiados elementos en la definición. Siempre tenemos una misión que cumplir, pero si intentamos meter demasiadas cosas en la definición acaba siendo un reflejo de lo que nos gustaría que existiera en la definición. A veces es mejor conformarse con una definición que no sea tan precisa pero que nos ayude a entender porqué hay tanta o tan poca Deep-Tech. Es una tecnología que está en la frontera de la innovación, que tiene componentes tangibles. Esto es importante para definir el concepto. Asier Rufino: Soy un constructor de aventuras económicas, estoy bastante cerca de la Deep-Tech. Mi papel es ayudar a que las tecnologías lleguen al mercado. Lo primero es que intentamos identificar las pepitas de oro que hay en Tecnalia, que son tecnologías que se desarrollan casi siempre con dinero público que procede de financiación competitiva de Europa o no competitiva de la comunidad autónoma. Queremos identificar tecnologías con la capacidad de identificar problemas por las que alguien esté dispuesto a pagar, porque Deep-Tech va de la mano de modelos de negocio B2B. Por tanto, tenemos que estar muy cerca de cuáles son los problemas que tienen una dimensión económica suficiente y que merezca la pena invertir para resolverlos. Luego hay que protegerlos de la mejor manera posible. Hace falta mitigar el riesgo de escalación porque algo que funcione en el laboratorio puede no hacerlo a una escala mayor. También está el tema de la normativa, porque el Deep-Tech está en la vanguardia, creando nuevas categorías de producto que aún necesitan una regulación. Además, está el tema de los equipos. Tenemos que mejorarlos. Se necesitan equipos competentes, con investigadores, pero también gente que no está en los laboratorios y conectarlos cuando a menudo no interactúan de manera natural. En España tenemos gente con capacidades de emprendimiento y científicos excelentes, pero es muy difícil conectarlos. Muchas veces, cuando se crean compañías de Deep-Tech, se hace con perfiles que trabajan en el laboratorio, pero también se necesitan perfiles complementarios. Una vez que tenemos los dos tipos de actores, el dinero fluye. También hay mucho que hacer en España en el tema de capital riesgo. Lars Frolund: Es demasiado difícil convencer al mercado. El modelo actual de capital riesgo está más bien dirigido por los socios, que buscan un buen retorno. Si quieres cambiar algo, es mejor ir a los socios y decirles que tienen que hacer las cosas de forma distinta. Tenemos que diversificar la forma en que funcionan esos socios. Necesitamos que las fundaciones y los family offices estén interesados. Estos son los que tienen el capital. Tenemos que aprovechar nuestra riqueza y nuestra sociedad del bienestar que se ha convertido en dinero. ¿Cómo? Mediante los fondos de pensiones. En el Reino Unido, quienes invierten en el desarrollo de tecnologías médicas son los fondos de pensiones norteamericanos. Esto no puede seguir siendo así. Necesitamos otros inversores institucionales que asuman una responsabilidad porque, si no, no vamos a tener Estado del bienestar. Una de las formas más fáciles de decir porqué queremos Deep-Tech es decirle a la gente que si quiere tener una buena vida hay que invertir en Deep-Tech. Hay una tendencia de optimizar para obtener más riqueza. La forma en que hemos visto que se ha hecho es invertir mucho en empresas digitales. Pero deberíamos tener una perspectiva de país. Si invertimos en esas empresas, se va a crear riqueza para muy pocas personas y el aparto productivo se va a situar fuera del país. Otro motivo para invertir en Deep-Tech es que reeduca a los trabajadores. Los países que no invierten en ello van a tener más pobres y menos ricos. Detrás de cada cosa nueva que crea un físico hay una fábrica, unos trabajadores que saben hacer ese trabajo. Tenemos que empezar a apreciar su trabajo, pero no lo hemos hecho. Hemos pensado que se podía subcontratar la producción con otros países y los países a los que hemos llevado esa producción ahora nos dominan. China es líder en dos terceras partes de las tecnologías más importantes del mundo. Si no queremos que esto suceda, tenemos que empezar a invertir en Deep-Tech y en nuestras universidades, no solo para enriquecerse, sino para seguir disfrutando de un buen nivel de vida. Lo que las empresas de Deep-Tech quieren es un cliente que se centre mucho en los detalles, que pueda definir la solución, que sea exigente. Space X se desarrolló por una innovación en las licitaciones públicas de la Nasa. Estableció unos hitos muy específicos y solo daba el dinero si de forma simultánea desarrollaba un mercado civil. Esta es una forma de incentivar la construcción de empresas con una capacidad muy concreta. Lo que tiene que pasar en España es incentivos muy bien dirigidos en programas de licitaciones públicas para que los gobiernos dejen de comprar lo barato, que el precio no sea lo más importante, y empiece a comprar a las empresas españolas soluciones en fase prototipo, porque ahora mismo no lo está haciendo. Lo que tenemos que hacer cuando no existe el mercado para esa tecnología es aprovechar tus fortalezas, tus sectores importantes. Esa es la señal para las empresas para crear un mercado para ello. Óscar Sala: Deep-Tech no es un debate sobre la tecnología, sino sobre la economía; es convertir el conocimiento en valor para el mercado. Si queremos transformar nuestra economía, tenemos que ver de qué está compuesta, cuáles son nuestras fortalezas, en qué sectores o qué tecnologías podemos ser más competitivos. Hay que centrarse en los sectores en los que somos fuertes. Las empresas tienen que cambiar la forma en que trabajan hoy. Ha llegado el momento de transformar todo esto en nuevas empresas. Los gobiernos tienen que crear las primeras iniciativas. La industria no está lista para adoptar la tecnología, se centraba en reducir costes. Hay que trabajar en tres ángulos distintos. En primer lugar, hay que visibilizar la industria. Hay que crear las condiciones para el diálogo entre industria e investigadores. En Finlandia, el 40% de las inversiones es en Deep-Tech, en España es solo el 15%. En segundo lugar, las investigaciones listas para lanzarlas al mercado y los sectores dispuestos a adoptar esa tecnología tienen que trabajar juntos. Además, hay que escalar. Solo el 7% de las inversiones son en I+D y casi el 50% de las start ups vienen de Deep-Tech. Hay que crear las condiciones para crear la mentalidad de empresarios e investigadores y cambiar el modelo para medir el impacto que están teniendo en el mercado. En Europa no tenemos el mismo mercado de inversión que en Estados Unidos o Singapur, pero sí que tenemos buenos conocimientos. En biotecnología somos muy buenos. En salud digital España podría desempeñar un papel muy importante. Agrotecnología también es un sector muy importante. Y también en la transición energética.
Diálogo sobre las instituciones que apoyan el Deep-Tech, con el objetivo de enfatizar la importancia de dar forma a una estrategia explícita de apoyo y la importancia de definir con criterios claros el concepto, con Lars Frolund, profesor de ecosistemas de innovación y empresas de deep tech en el MIT y miembro del Consejo Europeo de Innovación; Fernando Galindo-Rueda, economista senior en la División de Análisis Económico y Estadísticas de la OCDE; Óscar Sala, evaluador-experto del Consejo Europeo de Innovación y de la Agencia Ejecutiva de PYMES (EISMEA), y Asier Rufino, fundador y director General de Tecnalia Ventures. Fernando Galindo-Rueda: Necesitamos diferenciar los conceptos. Para eso tenemos las definiciones, lo que tiene implicaciones para el apoyo público. Otras definiciones nos sirven para medir las cosas, porque si no sabes lo que estás intentando medir ¿cómo vas a hacerlo? Las definiciones también proporcionan una narrativa de esta idea de la Deep Tech, que tiene un valor de marca en sí mismo porque estamos intentando ser demasiado superficiales. Queremos profundizar en las cosas. Cuando hablamos de Deep-Tech pensamos que sabemos de qué estamos hablando. La definición de Deep-Tech juega mucho con la idea de lo que no es la Deep-Tech. Se pone énfasis en el aspecto de estar en la frontera, a diferencia de las que están en la periferia y no aportan nada nuevo, por ejemplo muchas realizaciones en el ámbito digital que no aportan nada nuevo. Hay una cierta hostilidad contra la falta de autenticidad, que son un poco etéreas y que la gente no puede entender y no están imbricadas en la economía. Hay una reacción bastante importante contra estas cosas. Quizá estamos incorporando demasiados elementos en la definición. Siempre tenemos una misión que cumplir, pero si intentamos meter demasiadas cosas en la definición acaba siendo un reflejo de lo que nos gustaría que existiera en la definición. A veces es mejor conformarse con una definición que no sea tan precisa pero que nos ayude a entender porqué hay tanta o tan poca Deep-Tech. Es una tecnología que está en la frontera de la innovación, que tiene componentes tangibles. Esto es importante para definir el concepto. Asier Rufino: Soy un constructor de aventuras económicas, estoy bastante cerca de la Deep-Tech. Mi papel es ayudar a que las tecnologías lleguen al mercado. Lo primero es que intentamos identificar las pepitas de oro que hay en Tecnalia, que son tecnologías que se desarrollan casi siempre con dinero público que procede de financiación competitiva de Europa o no competitiva de la comunidad autónoma. Queremos identificar tecnologías con la capacidad de identificar problemas por las que alguien esté dispuesto a pagar, porque Deep-Tech va de la mano de modelos de negocio B2B. Por tanto, tenemos que estar muy cerca de cuáles son los problemas que tienen una dimensión económica suficiente y que merezca la pena invertir para resolverlos. Luego hay que protegerlos de la mejor manera posible. Hace falta mitigar el riesgo de escalación porque algo que funcione en el laboratorio puede no hacerlo a una escala mayor. También está el tema de la normativa, porque el Deep-Tech está en la vanguardia, creando nuevas categorías de producto que aún necesitan una regulación. Además, está el tema de los equipos. Tenemos que mejorarlos. Se necesitan equipos competentes, con investigadores, pero también gente que no está en los laboratorios y conectarlos cuando a menudo no interactúan de manera natural. En España tenemos gente con capacidades de emprendimiento y científicos excelentes, pero es muy difícil conectarlos. Muchas veces, cuando se crean compañías de Deep-Tech, se hace con perfiles que trabajan en el laboratorio, pero también se necesitan perfiles complementarios. Una vez que tenemos los dos tipos de actores, el dinero fluye. También hay mucho que hacer en España en el tema de capital riesgo. Lars Frolund: Es demasiado difícil convencer al mercado. El modelo actual de capital riesgo está más bien dirigido por los socios, que buscan un buen retorno. Si quieres cambiar algo, es mejor ir a los socios y decirles que tienen que hacer las cosas de forma distinta. Tenemos que diversificar la forma en que funcionan esos socios. Necesitamos que las fundaciones y los family offices estén interesados. Estos son los que tienen el capital. Tenemos que aprovechar nuestra riqueza y nuestra sociedad del bienestar que se ha convertido en dinero. ¿Cómo? Mediante los fondos de pensiones. En el Reino Unido, quienes invierten en el desarrollo de tecnologías médicas son los fondos de pensiones norteamericanos. Esto no puede seguir siendo así. Necesitamos otros inversores institucionales que asuman una responsabilidad porque, si no, no vamos a tener Estado del bienestar. Una de las formas más fáciles de decir porqué queremos Deep-Tech es decirle a la gente que si quiere tener una buena vida hay que invertir en Deep-Tech. Hay una tendencia de optimizar para obtener más riqueza. La forma en que hemos visto que se ha hecho es invertir mucho en empresas digitales. Pero deberíamos tener una perspectiva de país. Si invertimos en esas empresas, se va a crear riqueza para muy pocas personas y el aparto productivo se va a situar fuera del país. Otro motivo para invertir en Deep-Tech es que reeduca a los trabajadores. Los países que no invierten en ello van a tener más pobres y menos ricos. Detrás de cada cosa nueva que crea un físico hay una fábrica, unos trabajadores que saben hacer ese trabajo. Tenemos que empezar a apreciar su trabajo, pero no lo hemos hecho. Hemos pensado que se podía subcontratar la producción con otros países y los países a los que hemos llevado esa producción ahora nos dominan. China es líder en dos terceras partes de las tecnologías más importantes del mundo. Si no queremos que esto suceda, tenemos que empezar a invertir en Deep-Tech y en nuestras universidades, no solo para enriquecerse, sino para seguir disfrutando de un buen nivel de vida. Lo que las empresas de Deep-Tech quieren es un cliente que se centre mucho en los detalles, que pueda definir la solución, que sea exigente. Space X se desarrolló por una innovación en las licitaciones públicas de la Nasa. Estableció unos hitos muy específicos y solo daba el dinero si de forma simultánea desarrollaba un mercado civil. Esta es una forma de incentivar la construcción de empresas con una capacidad muy concreta. Lo que tiene que pasar en España es incentivos muy bien dirigidos en programas de licitaciones públicas para que los gobiernos dejen de comprar lo barato, que el precio no sea lo más importante, y empiece a comprar a las empresas españolas soluciones en fase prototipo, porque ahora mismo no lo está haciendo. Lo que tenemos que hacer cuando no existe el mercado para esa tecnología es aprovechar tus fortalezas, tus sectores importantes. Esa es la señal para las empresas para crear un mercado para ello. Óscar Sala: Deep-Tech no es un debate sobre la tecnología, sino sobre la economía; es convertir el conocimiento en valor para el mercado. Si queremos transformar nuestra economía, tenemos que ver de qué está compuesta, cuáles son nuestras fortalezas, en qué sectores o qué tecnologías podemos ser más competitivos. Hay que centrarse en los sectores en los que somos fuertes. Las empresas tienen que cambiar la forma en que trabajan hoy. Ha llegado el momento de transformar todo esto en nuevas empresas. Los gobiernos tienen que crear las primeras iniciativas. La industria no está lista para adoptar la tecnología, se centraba en reducir costes. Hay que trabajar en tres ángulos distintos. En primer lugar, hay que visibilizar la industria. Hay que crear las condiciones para el diálogo entre industria e investigadores. En Finlandia, el 40% de las inversiones es en Deep-Tech, en España es solo el 15%. En segundo lugar, las investigaciones listas para lanzarlas al mercado y los sectores dispuestos a adoptar esa tecnología tienen que trabajar juntos. Además, hay que escalar. Solo el 7% de las inversiones son en I+D y casi el 50% de las start ups vienen de Deep-Tech. Hay que crear las condiciones para crear la mentalidad de empresarios e investigadores y cambiar el modelo para medir el impacto que están teniendo en el mercado. En Europa no tenemos el mismo mercado de inversión que en Estados Unidos o Singapur, pero sí que tenemos buenos conocimientos. En biotecnología somos muy buenos. En salud digital España podría desempeñar un papel muy importante. Agrotecnología también es un sector muy importante. Y también en la transición energética.
En el Deep-Tech necesitamos de un sistema de innovación que provea de un apoyo especializado a este tipo de emprendimiento en el que el I+D en la frontera es central y en el que hay un alto nivel de incertidumbre. Además, se enfrenta a una serie de dificultades y de barreras específicas especialmente elevadas. Hace falta un ecosistema que provea de una serie de insumos críticos, en concreto capital humano adecuado, financiación de infraestructuras y una cultura de incentivos adecuada. Este es un problema complejo y sistémico que, por tanto, requiere de soluciones sistémicas y complejas. En el ámbito académico, España forma muy buenos teóricos y técnicos, científicos e ingenieros, que son muy valorados en el extranjero, pero la educación en áreas, pero la educación está más desconectada de la parte práctica y de la resolución de problemas reales y de las necesidades del mercado. Algo similar ocurre con la ciencia. España tiene resultados excelentes a nivel publicaciones, pero tiene un importante problema de transferencia de tecnología, de existencia de patentes curriculares, de trayectorias científicas estrechas y cerradas y desconectadas del mercado y de la ciencia más aplicada. En otras palabras, España tiene una cultura científica no demasiado proclive al emprendimiento. A nivel de industria, en los últimos años ha aumentado el interés por la transformación de las empresas españolas, sobre todo en cuestiones de digitalización, es muy preocupante el proceso de desindustrialización del tejido productivo y la baja innovación de las empresas españolas. Además, la industria se concentra sobre todo en sectores de media-baja, media-alta tecnología, lo que supone un importante problema para la demanda y el desarrollo de la Deep-Tech. A nivel de inversión, si bien vivimos en un momento de niveles récord de inversión con la emergencia de algunos fondos orientados a Deep-Tech, en España todavía hay poco volumen de inversión y pocos fondos especializados, así como una cultura de inversión que todavía necesita familiarizarse con los tiempos y con las necesidades de intensidad de capital del Deep-Tech. Finalmente, si bien hay un reconocimiento creciente a nivel gubernamental de la importancia de la ciencia y del emprendimiento, y se han lanzado nuevas medidas de apoyo tanto a nivel estatal como europeo, a diferencia de gran parte de nuestro entorno España todavía no ha elaborado una estrategia específica de Deep-Tech. El ecosistema español de emprendimiento en Deep-Tech se enfrenta a cinco retos importantes que presenta déficits relacionados con esos cinco insumos críticos anteriores. A nivel de capital humano hay una oferta insuficiente de perfiles adecuados para el emprendimiento en Deep-Tech, que significa que tengan no solo los conocimientos científicos y técnicos necesarios, sino también las capacidades complementarias relacionadas con el emprendimiento y la innovación en esas áreas para emprender en este ámbito. A nivel de financiación, hay una baja disponibilidad de fondos específicos orientados a las necesidades del Deep-Tech. A nivel de la demanda interna de las empresas, también existe ese tipo de déficit, así como a nivel de la infraestructura del sistema hay unos desequilibrios importantes en las infraestructuras existentes en las comunidades autónomas, una gran complejidad y una desarticulación en las medidas de apoyo con las que contamos. Finalmente, España tiene una cultura altamente conservadora, con pocos incentivos para la colaboración entre los distintos agentes clave del ecosistema. Estos déficits se hayan interrelacionados entre sí. El gap de financiación en el valle de la muerte coincide con un cuello de botella en el acceso a los expertos a nivel técnico, científico y de empresa para llevar a cabo este proceso de conceptualización y desarrollo de la tecnología. Si bien en España existen iniciativas que intentan dar solución a estos retos, todavía hace falta masa crítica e iniciativas dirigidas al apoyo al Deep-Tech, al fortalecimiento y consolidación del ecosistema, que todavía es muy débil en España.
Fiona Murray: El Deep-Tech es un reflejo de nuestro objetivo sobre ciencia y tecnología. Hace diez años hablábamos ya de estas cuestiones importantes. La tecnología es muy importante para la prosperidad económica. También es buena para la sociedad en su conjunto, para cuestiones de productividad, clima, seguridad energética, seguridad alimenticia, sanidad. A estas soluciones las llamamos Deep-Tech porque las queremos distinguir de lo digital. Son dos tecnologías diferentes. En Deep-Tech necesitamos mucho capital para que una idea llegue a plasmarse en la sociedad. Es un proceso muy largo que requiere nuevos tipos de fábricas. También se necesita mucho tiempo y paciencia. Se puede acelerar con el dinero, pero lleva mucho tiempo probar un nuevo fármaco, o un nuevo tipo de infraestructura. También requiere mucho conocimiento de expertos. La misión de las empresas de Deep-Tech es utilizar la ciencia y la tecnología para buscar soluciones para la sociedad. Por eso, nos tenemos que preguntar qué podemos hacer para apoyar a esas empresas. Van a tener un recorrido muy largo por lo que necesitan mucho capital, mucho tiempo y mucho conocimiento de expertos. Estas empresas pueden transformar nuestra economía. La innovación es totalmente necesaria, pero necesitamos un ecosistema de innovación. Una empresa pequeña puede recibir apoyo de ayuntamientos, de los gobiernos provinciales, etc. Pero las empresas de Deep-Tech necesitan un ecosistema de innovación, muchísimo apoyo desde distintos puntos de vista. Necesitamos empresarios y capital riesgo. Y cuanto más Deep-Tech, más especializados tienen que ser los inversores porque tienen que ser pacientes. Las universidades también son de gran importancia porque tienen que formar a la siguiente generación de doctores y expertos. Los gobiernos también son necesarios, sean nacionales o locales, porque tienen que prestar apoyo. Y, finalmente, necesitamos las grandes empresas, porque en Deep-Tech hay muchos conocimientos expertos acerca de cómo crecer. Eso lo saben hacer muy bien las grandes empresas. Nuestro modelo de ecosistema nos ha llevado del modelo clásico de hélice de tres puntas -universidad, empresa, gobierno- a un modelo de cinco stakeholders. Estamos hablando de empresarios, inversores de capital riesgo, grandes empresas, universidades y gobierno. Necesitamos esas cinco partes para que esto funcione. Tener a todos juntos trabajando en lo mismo marca la diferencia porque estas empresas de Deep-Tech no solo van a resolver nuestros problemas, sino también los desafíos a los que nos enfrentamos con nuestros aliados en Occidente y en todo el mundo. Antes teníamos Silicon Valley, o Camdem en Boston. Pero ahora estamos hablando de unos ecosistemas mucho más amplios, que lleguen a Europa, a otros países como Singapur. Así es que tenemos una comunidad mundial en la que estos cinco stakeholders se unen en este proyecto común.
Fiona Murray: El Deep-Tech es un reflejo de nuestro objetivo sobre ciencia y tecnología. Hace diez años hablábamos ya de estas cuestiones importantes. La tecnología es muy importante para la prosperidad económica. También es buena para la sociedad en su conjunto, para cuestiones de productividad, clima, seguridad energética, seguridad alimenticia, sanidad. A estas soluciones las llamamos Deep-Tech porque las queremos distinguir de lo digital. Son dos tecnologías diferentes. En Deep-Tech necesitamos mucho capital para que una idea llegue a plasmarse en la sociedad. Es un proceso muy largo que requiere nuevos tipos de fábricas. También se necesita mucho tiempo y paciencia. Se puede acelerar con el dinero, pero lleva mucho tiempo probar un nuevo fármaco, o un nuevo tipo de infraestructura. También requiere mucho conocimiento de expertos. La misión de las empresas de Deep-Tech es utilizar la ciencia y la tecnología para buscar soluciones para la sociedad. Por eso, nos tenemos que preguntar qué podemos hacer para apoyar a esas empresas. Van a tener un recorrido muy largo por lo que necesitan mucho capital, mucho tiempo y mucho conocimiento de expertos. Estas empresas pueden transformar nuestra economía. La innovación es totalmente necesaria, pero necesitamos un ecosistema de innovación. Una empresa pequeña puede recibir apoyo de ayuntamientos, de los gobiernos provinciales, etc. Pero las empresas de Deep-Tech necesitan un ecosistema de innovación, muchísimo apoyo desde distintos puntos de vista. Necesitamos empresarios y capital riesgo. Y cuanto más Deep-Tech, más especializados tienen que ser los inversores porque tienen que ser pacientes. Las universidades también son de gran importancia porque tienen que formar a la siguiente generación de doctores y expertos. Los gobiernos también son necesarios, sean nacionales o locales, porque tienen que prestar apoyo. Y, finalmente, necesitamos las grandes empresas, porque en Deep-Tech hay muchos conocimientos expertos acerca de cómo crecer. Eso lo saben hacer muy bien las grandes empresas. Nuestro modelo de ecosistema nos ha llevado del modelo clásico de hélice de tres puntas -universidad, empresa, gobierno- a un modelo de cinco stakeholders. Estamos hablando de empresarios, inversores de capital riesgo, grandes empresas, universidades y gobierno. Necesitamos esas cinco partes para que esto funcione. Tener a todos juntos trabajando en lo mismo marca la diferencia porque estas empresas de Deep-Tech no solo van a resolver nuestros problemas, sino también los desafíos a los que nos enfrentamos con nuestros aliados en Occidente y en todo el mundo. Antes teníamos Silicon Valley, o Camdem en Boston. Pero ahora estamos hablando de unos ecosistemas mucho más amplios, que lleguen a Europa, a otros países como Singapur. Así es que tenemos una comunidad mundial en la que estos cinco stakeholders se unen en este proyecto común.
El 23 de marzo de 2023, la Fundación Rafael del Pino organizó la conferencia online de J. Bradford Delong, catedrático de economía en la Universidad de California en Berkeley, titulada “Camino a la utopía. Una historia económica del siglo XX”, con motivo de la publicación de su libro del mismo nombre.
El 23 de marzo de 2023, la Fundación Rafael del Pino organizó la conferencia online de J. Bradford Delong, catedrático de economía en la Universidad de California en Berkeley, titulada “Camino a la utopía. Una historia económica del siglo XX”, con motivo de la publicación de su libro del mismo nombre.
Mesa redonda: «Endeudamiento público en España y en la zona euro: ¿Cómo asimilar el legado de la crisis en términos de deuda?» Rafael Doménech, Jaime A. El Koury y Tano Santos.