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¡Vótame en los Premios iVoox 2024! Agradece a este podcast tantas horas de entretenimiento y disfruta de episodios exclusivos como éste. ¡Apóyale en iVoox! Vienen Bruno y Balrog. Les intento leer su horóscopo. No me dejan. Les intento hacer un Quiz chulo. Lo dinamitan desde dentro. Les leo el horóscopo. Hacen otra cosa, me ignoran. Cenamos, apagamos las luces, leemos a Poe. Decadencia. Disfruten. Redes Sociales: Instagram: https://www.instagram.com/puente4podcast/ X: https://twitter.com/Puente4Podcast iVoox: https://www.ivoox.com/s_p2_1105139_1.html Discord: https://discord.com/invite/PVJfnzBE82 Patreon: https://Patreon.com/puente4podcast Youtube: https://www.youtube.com/channel/UCgIHIhM0CmCWOFe0qWt2eBg TikTok: https://www.tiktok.com/@puente4podcast? Reddit: https://www.reddit.com/r/Puente4Podcast/Escucha este episodio completo y accede a todo el contenido exclusivo de Puente4Podcast. Descubre antes que nadie los nuevos episodios, y participa en la comunidad exclusiva de oyentes en https://go.ivoox.com/sq/1105139
Consejos para cenar con compañeros de trabajo es la consigna y nuestra realidad así que eso intentamos, mientras cumplimos cinco meses al aire y más de 100 programaas
(Día de la Familia en EUA) El 26 de septiembre de 2006, más de quinientas comunidades junto con sus gobernadores estatales y el presidente de la república de los Estados Unidos de América celebraron, por primera vez, el Día de la Familia. La declaración del cuarto lunes de septiembre como tal resultó de una encuesta en curso, de ocho años de duración, de adolescentes que mostraban un reducido riesgo en cuanto al uso de alcohol, drogas y cigarrillo debido a que cenaban con su familia tres o más veces a la semana. Cada año esa encuesta del Centro Nacional de Adicción y Abuso de Estupefacientes de la Universidad Columbia, realizada entre los adolescentes de doce a diecisiete años de edad, había demostrado que los que cenaban regularmente con la familia eran menos propensos a fumar y a abusar del alcohol y de estupefacientes. Los adolescentes que comían en compañía de su familia tres veces o menos a la semana corrían más riesgo, mientras que los que comían con sus familiares entre cinco y siete veces a la semana recibían el beneficio máximo: alivio de los factores primordiales del estrés, el aburrimiento y las presiones académicas que provocan los estudios. Joseph Califano, director y fundador del centro, dice que los resultados justifican hacer hincapié en el tiempo de interacción familiar durante las cenas juntos. Por eso sostiene que esta campaña anual no es sólo una oportunidad para recalcar que la familia es algo bueno. «El Día de la Familia es una celebración, un símbolo, para lograr que los padres de familia reflexionen y recuerden lo importantes que son las cenas familiares... en la crianza del niño —explica Califano—.... Ahora tenemos datos científicos sustanciales que demuestran... que si se logra que un menor de edad llegue a cumplir los veintiún años sin fumar, sin consumir drogas ilícitas y sin abusar del alcohol... es casi seguro que no lo hará el resto de su vida.» Califano además recomienda con insistencia que las familias apaguen el televisor durante su tiempo juntos alrededor de la mesa.1 ¿Cómo es posible que haya llegado a ser necesario realizar semejante encuesta en la sociedad actual para lograr que los miembros de la familia se porten tal y como tradicionalmente se han portado en el transcurso de los siglos? ¡Qué decepción se llevarían nuestros abuelos si se descorriera el velo y vieran que en cuestión de una o dos generaciones permitimos que se secaran tantas de nuestras sanas raíces familiares! Tal vez esta triste realidad se deba en parte a que muchos de esos mismos antepasados nuestros dejaron de hacer algo de suma importancia, algo que debemos hacer todos a título personal, para asegurar el futuro de nuestra familia. Debemos abrirle a Jesucristo la puerta de nuestro corazón, y por ese conducto la puerta de nuestro hogar. «Mira que estoy a la puerta y llamo —dice Cristo—. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo.»2 Abramos esa puerta de par en par, y pidámosle que ocupe el puesto que le corresponde a la cabecera de la mesa como nuestro invitado de honor cada vez que, como familia, nos sentemos a cenar. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Ed Thomas, «Family Time Around the Table Good for Teens» (Tiempo con la familia alrededor de la mesa benéfico para adolescentes), AgapePress, 26 sep. 2006 En línea 25 septiembre 2006. 2 Ap 3:20
T02XE35 - Diario de una Amazona - Un Podcast de Celia Blanco para MTVRX Producciones - El Experimento (que no salió) Cuando quise que me quisieran y no lo hicieron Me gustó, que lo primero que hiciera nada más verme fuera besarme. Abrazarme y besarme en una sana proporción que me hizo sentir bien. Querida. Esperada. Mi tren no había podido llegar por culpa de los destrozos de la Dana de turno y, como soy tan exquisita, lo eximí de que fuera a buscarme a la estación, tal y como habíamos quedado. Donde estaba obligado a besarme. Se lo había dicho: “si vienes a la estación tendrás que besarme; tú mismo”. Desde el principio dejamos claro que sería un experimento al mismo tiempo que nos halagábamos y calentábamos. No demandó demasiado desnudo, cosa que agradecí, no porque no me gusten, porque aún me cuesta verme. Recuerden, yo tengo las tetas feas. Pero desde que estoy en el Cuartito Oscuro, mi autoestima va mejorando. Porque en la terapia de grupo nos marcamos un fototetas y hacemos no solo que nos veamos, sino que nos alabemos. Empezamos a gustarnos… Llevamos más de un año. El caso es que me presenté en la casa en la que estaba el susodicho. Apartamento. Una única habitación. Mucha luz. Decoración minimalista muy bonita. Mobiliario todoterreno pero estiloso. Una bendición. Abrió la puesta me abrazó y me besó. Qué bonito, esto, Caballero. Llamaremos caballero a, este, mi último amante, porque es, además, el hombre de más edad con el que he tenido sexo. La primera vez hace diez años. Una cosa esporádica, fortuita y divertida que, por supuesto, ya les he contado en, este mi podcast del alma. Y él lo escuchó. Y le gustó. Y me mandó un mensaje lindísimo agradeciéndome que escribiera tan bonito de nuestro encuentro. — ¿Dónde estás? Voy a Madrid cuatro días. “Por este mes, estaré aquí”, escribió en el chat. — ¡Qué bien!— Pensé. Y decidimos regalarnos esos cuatro días para nosotros. Para vernos. Para contarnos. Para intentarlo. “Solo 4 días. No voy a ser ni tu novia ni tu amante fija”, le dije en un mensaje. “No quiero”, contestó. Era perfecto. Me gustó cómo me recibió y lo fácil que fue todo. Un beso despacio, largo en la puerta de su apartamento,donde llegué con una maleta y una mochila repleta de cosas ricas de Almería para las cenas. La vena de cuidadora que no falte, con lo mona que quedo comiendo en la calle pero deduje que aquel no querría pasearme por Malasaña; que yo supiera, tenía pareja desde hace años. Pero no pregunto. Yo dejo. Y entré en un apartamento en el que vivía solo y en el que no parecía que hubiera necesidad de más cepillos de dientes en el cuarto de baño. A mí me encantó. Me desnudó rápido. Me quiso pronto y me tuvo inmediatamente porque yo venía a eso, a estar 4 días con un amante. Se quitó la camisa, blanca, impecable, y lo vi extremadamente delgado. No lo recordaba tan flaco. El verano no ha sido su mejor momento por el color cerúleo que lucía, contraste con mi moreno cabogatero. Me besó y besó. Hasta comerme todo lo entera que se me puede comer. Abrió mis piernas y lamió con cuidado, sabiendo perfectamente cómo hacerlo y haciéndolo. Este ha estado años con una buena mujer que ha invertido horas en no quedarse a medios. A la que el resto de la humanidad le agradecemos su generosidad. Lo comía bien. Pero yo no me corrí. Disfruté, sí, me lo pasé bien, también. Pero no me corrí. No consiguió que llegara donde llego con otros amantes. Me gustó mucho su polla. Recia. Gorda. Tamaño medio pero potente. Me sorprendió por la edad, siempre he pensado que los sesenta es una edad maldita. Pero no. No lo es. No lo es en absoluto. Me gustaba follar con él, claro que me gustaba. Gemía yo más, porque soy más exagerada. Él murmura, no habla, susurra sus dudas, no las manifiesta. En todas las conversaciones que pudimos tener dejamos constancia de lo poco que nos parecíamos. En pensamiento, palabra y obra. Pero sin culpas. Chupársela fue una delicia. Porque era preciosa, porque estaba dura, porque me cabía entera hasta el fondo y porque era importante sin ser descomunal lo que hacía que apeteciera mucho más. Me gustó su piel, inmaculada ella, me gustó que tuviera un defecto en la nariz y que se lo tocara continuamente, entendí que no estuviera pendiente de mí y que pareciera huir de todas las demostraciones excesivas. Con lo excesiva que soy yo. Pero la frialdad era evidente. Parecía que le costara quererme. Parecía que me quisiera transparente. Él me quiso y me quiso bien. Bebiéndome entera, comiéndomelo muy muy bien. Sin conseguir que me corriera y contemplándose intentarlo con la polla. Que tampoco. Pero me gustó. Me gustó. Me gustó porque era un complemento a lo que había ocurrido diez años antes. Me gustó porque su polla era de esas que son plenas, que mira que es difícil encontrarlas porque a todas les encuentras huecos… Salimos a tomar algo. Yo tenía hambre de Madrid y él se dejó. Me fijé en que, si yo me paraba, él avanzaba unos pasos para que no se nos viera juntos o tuviera que presentarlo. Yo, en Madrid, toda divina y preciosa, paseada por alguien que querría que no me miraran mucho. Llegamos a la taberna de mis amores, pedimos media botella, unas chacinas, cuarenta minutos escasos y regreso. Ni un beso. Ni un gesto de cariño. Una conversación espléndida aunque de verborrea ande escaso, pero yo soy un torrente… más si le pongo ganas. Y ver a este hombre me apetecía. Lo admiraba, cosa mala cuando hablamos de amantes de los que no puedes engancharte… Yo no quería engancharme de él. Solo quería ser su cosa bonita 4 días. Solo. Cenamos en un oriental a dos pasos de su casa, de estos que tienes poca carta y eso los hace especiales. De ahí, directos a su precioso salón. Sin alcohol. Sin nada más que nuestra compañía que helaba cualquier atisbo de deseo. No me deseaba. Se le notaba. — ¿Qué te pasa? ¿Qué hay mal? — Hay que ya no estoy con mi mujer. Desde hace un mes. Me quedé helada. — ¡¿Qué?! No me digas eso, por favor… ¿Soy la primera con la que te acuestas después de ella? — Sí. ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! No me importa nada ser una más de la larga ristra de quienes me gustan. No tengo problema. Pero no quiero ser la primera con la que te acuestas después de que tu relación se acabe por una cosa muy sencilla: estarás frío. Querrás ordenar tu cabeza. Descubrir los sentimientos que te quedan hacia esa persona que fue el epicentro de tu vida. Y no es solo ella. Es su familia. Es sus manías. Es su manera de hacer el pulpo a la gallega, es su alegría en todas las fiestas, son los besos que te dieron por las esquinas y lo bien que asumiste envejecer a su lado… Con ella.. Cuando la persona con la que te has visto vieja desaparece de tu vida, da igual quien lo haya decidido, tu vida explota. Y reconstruirse lleva mucho tiempo y mucha ayuda. Me dio igual que dejaran de quererme; lo entendí. Lo que nunca asimilaré es que quisieran hacerme daño; si la primera persona con la que yo hubiera estado después de mi marido me hubiera hecho lo más mínimo, yo me habría muerto. Ser la primera… No, no quiero. Le dije que me hubiera gustado saberlo antes de ir, me levanté, le di un beso y me fui a la cama. Mi camisón era lo más lencero que pude. La cama, una maravilla de esas que tienen los que tienen dinero, era muy cómoda, pero yo necesité cogerle el punto. De lado, con la esperanza de que me abrazara por detrás y durmiéramos así. Oliéndonos. Vino a la cama, claro que vino. Y hasta me quiso. Me quiso bien. Me quiso tan bien que se puso a tres palmos de mí. Mirando al techo. Completamente quieto. Respirando despacio. Acariciándose la yema de los dedos. Me desperté temprano, debían ser las cinco o así. A mi lado no había nadie. Abrí la puerta del salón y lo vi en la cama del sofá enorme en el que me había comido el coño la tarde anterior. Volví a la cama y me acosté. A las diez estaba arriba para ir a desayunar. Qué bueno vivir en el centro y que haya café en cualquier sitio porque yo, que ni siquiera como ya nada por la mañana, necesité el café con leche enorme para poder despedirme, de nuevo con un beso y desaparecer. Yo tenía una mañana preciosa. Una mañana pidiendo dinero, suplicándolo más bien, para saldar la herida abierta en canal que tengo, esa que no me deja respirar. Yo perdería mi casa a finales de mes a menos que consiguiera 60 mil. Y los conseguí. 60 mil justos. Me los presta mi abogado, un señor empeñado en que el mundo sea menos raro y menos malo. Tuvimos la reunión en madrid, él, de Lisboa, yo de Almería. Aquella era la mejor noticia posible. Me había empeñado en estar con aquel amante por eso. Porque querría celebrar haber conseguido el dinero para devolvérselo a su propietario y que salga de mi vida para siempre jamás. Quitarme la puta losa del chulo al que mantuve y que me traicionó. No por irse con otra, me alegro de que lo quieran. Lo necesita. Quería celebrar que aquel saldría para siempre jamás porque ya nada le uniría a mi vida, ni nuestro hijo, demasiado mayor como para no tomar partido. Y pensé que aquel amante, una botella de Cava Premium, regalo de Navidad de alguien que me quiere a ratos, para querer a alguien a quien no quería más que ese rato. Llegué a casa parándome en todos sitios. Carne para que comas como te gusta, dos botellas de vino y un ramo de girasoles, que me gustan mucho. Así regresé al apartamento de aquel amante que la primera noche se había ido a dormir al sofá. —Te mueves demasiado. —Hasta que me duermo, que entonces muero. — No lo soporté. Llegué contenta y esperanzada. Podíamos hacer una cena chula, brindar por los triunfos y follaríamos, seguro, seguro que sí. Puse los girasoles en un jarrón precioso de diseño nórdico me di la vuelta, lo abracé y lo besé. Y entonces lo dijo: — Tanita, ven. Quiero hablar contigo. Lo escuché sin decir nada. Pudo explicarme bien que no se encontraba bien conmigo cerca. Que no sabía qué echaba de menos tanto como para no poder besarme a mí. Que lo incomodaba cuando estaba en la casa. Lo entendí tan bien. Normal, hijo. Hace mes y medio que te has dejado con la mujer con la que pensaste que morirías. Por muy mona que yo sea, por muy maja, ese sapo lo tienes que tragar tú solo. No con una pululando en pelotas. — Lo entiendo. No te preocupes, lo entiendo. Te incomodo a cada paso. Lo entiendo. Mientras hablaba recogía mis cosas y rehacía la maleta desecha solo el día anterior. Había puesto una lavadora y, con estos sudores, aproveché para lavar lo poco que había usado. Ël recogió toda la ropa tendida, dobló la mía y me la acercó. — Gracias— Musitó. — No te preocupes, lo entiendo. — Yo querría agradecerte todo lo que estás haciendo, que me hayas entendido tan bien y que estés haciendo lo que estás haciendo. Yo tenía que salir de aquel súper apartamento. — No te preocupes, de verdad, entiendo que… — ¡Déjame que te dé las gracias!—clamó— ¡Solo te estoy agradeciendo que hagas esto! Me lo dijo en un tono inapropiado. Le clavé la mirada. Me mordí la lengua. Suspiré. Y seguí recogiendo mis cosas. Imagino que estará acostumbrado a los melodramas. A que ella se mosquee después de haber ido más días a Madrid solo porque dijiste que podía pasar 4 días en tu casa. Supongo que esperabas que me cagara en tu Puta madre o que te obligara a pagarme, qué menos, un hotel. ¿Es eso, Rosarino? ¿En serio? Quiero irme de tu lado porque emanas el mismo sentimiento de fracaso que emanaba yo hace dos años, cuando me dejaron. No sabes qué coño te ha pasado. En qué has fallado. Cómo han podido hacerte esto a ti… ¿Verdad? No, no lo quiero cerca porque escapo de él, apenas. Hace muy poco yo estaba así. Si hubiera sabido que ya no tenías mujer, no habría venido a tu casa. ¿A qué? Me acompañó a la puerta levándome la mochila mientras yo manejaba la maleta. Nos despedimos con un beso bonesto. — SI hay una tercera vez que sea mejor— Le dije al irme. Me pareció una buena frase para poner punto y final a nuestro idilio. Abandoné su calle arrastrando un sentimiento de compasión. Me daba pena, mucha pena. Sabía lo mal que estaba y, lo que no entendía, es qué había querido encontrar en mí; no creo que sea ningún buen bálsamo.. Me senté en la mesa del restaurante chino por inercia. Tenía que pensar. Tenía por delante 3 noches y no tenía dónde dormir. Sí, un hotel, pero yo no tengo dinero para poder ir siempre a hoteles, solo voy a hoteles cuando me los paga la tele y tengo que reconocer, que me mima muchísimo. Mientras comía gyozas y sushi al mismo tiempo hice repaso mental de a quién podía molestar y fui consciente de lo sola que estoy, en realidad. Tengo gente en Madrid que me quiere, pero no me puede hospedar. Hasta que me acordé de él. De Pablo. Uno de los mejores editores que he tenido nunca. Eterno salva culo. Que me acogió en su seno a cambio de medio kilo de azufaifas, unos lomos de sardinas en aceite y unos dátiles madurando aún en su rama, muy almeriense. La morcilla, chorizo y el queso de Serón se había quedado en la otra casa, así que no hubo otra que recoger la botella buena de vino, la que compré. La que me regalaron se la dejé en la casa aquella en la que se sufría. Y llevaba un cava magnífico en la mochila para celebrar lo que yo quería celebrar y que había sido la excusa de que yo quedara con un ex amante que hacía 10 años que no veía. Celebré. Claro que celebré. Celebré con Pablo, con Candela y con Carmencita, celebramos y brindamos por que yo había conseguido los 60 mil euros que le debo a un señor. Nos quisimos y nos cuidamos. Nos dijimos y nos abrazamos. No me sentí sola, que era algo que me daba pavor: conseguir el dinero y no poder brindar con nadie. Llegué a casa con una sensación extraña. Por un lado de decepción porque me hubiera gustado gustarle un poquito más a mi ex amante y haber hecho de esos 4 días juntos un recuerdo precioso. Y por otro de paz por comprobar que se me quiere aunque sea de lejos. Y que siempre podré recurrir a algunos, aunque sean pocos. Aunque pierda un vestido nuevo porque no aparece y no sé en qué casa me lo dejé… Pero, seguro, aparece de nuevo. No volveré a dormir en la calle, como aquella vez que una de mis amigas me dijo que no podía ir a su casa porque estaban todas sus hijas. Hubiera dormido en el suelo. Dormí en el suelo de la puerta de la Estación de Autobuses, así que, mejor con techo. Pero las separaciones, ya lo sabemos, son un motivo más que suficiente para hacer buena limpieza de agenda y de entrañas. He aprendido que quererme no es fácil, tampoco gratuito. Pero no es lo que muchas personas practicaban. Y así, también les he contado el día que mi amante no me quiso y me salvó el que me quería, menos sexo, lo sé. ¿Y qué? Esto no nos va a dejar en el dique seco; somos amazonas: nos levantamos y seguimos.
Agradece a este podcast tantas horas de entretenimiento y disfruta de episodios exclusivos como éste. ¡Apóyale en iVoox! T01XE33 - Diario de una Amazona - Un Podcast de Celia Blanco para MTVRX Producciones - El actor argentino Empezamos a hablar por twitter como hace todo el mundo. Él contestó a una foto que puse de un cenicero mío, comprado en la India y me dijo que tenía uno igual desde hacía 20 años. Así empezó nuestra conversación. Ni siquiera le di mucha importancia a que fuera un actor conocido, con múltiples premios y cierta fama de conquistador. A mí me cayó bien porque ambos teníamos el mismo cenicero de la India. Era argentino, muy guapo y de esos tipos que difícilmente te disgustan. Por las conversaciones por twitter supe que era de River, un equipo de fútbol del que eran muchos de los amigos que tenía mi marido, lo que hizo que no nos faltara de conversación. Entre eso y que a los dos nos gustaba Hanik Kureishi, había días que podíamos hablar durante horas. En julio siempre me he quedado “de Rodríguez”. Mi pareja y mi hijo se iban de vacaciones y yo me quedaba trabajando. Yo iba los fines de semana al pueblo y así formábamos parte de la mayoría de los hogares españoles, solo que, en mi caso, la que trabajaba era yo. Mi marido se dedicaba a tocarse el nardo. Y yo lo consentía. Una tarde, mientras moñeaba por twitter me llegó un mensaje del actor. “¿Dónde estás?”, yo para no explicarle mucho, le mandé mi ubicación: Plaza Mayor. Durante cinco años viví en la Plaza Mayor, no solo fui inmensamente feliz, eso me situó en un lugar privilegiado para poder quedar con cualquiera. “¡No me lo creo! Yo estoy en una bocacalle. ¿Quedamos?”. Aquel “¿Quedamos” me encantó. Claro que quería quedar con él. ¡Quién no querría quedar con él! Nota en un bar de la Calle De la Cruz. Cuando entró él, toda la barra se giró para observar cómo avanzaba hacia mí y me saludaba. Llevábamos tanto tiempo hablando por twitter que era como si nos conociéramos, cuando en realidad, no sabíamos nada el uno del otro. Me dio un abrazo subiéndome en volandas. Era alto, fuerte y muy guapo. Los dos lucíamos sendas sonrisas que demostraban que estábamos disfrutando con aquel encuentro. Me contó que estaba divorciado, que tenía dos hijos ya mayores y que estaba en España rodando una película. Por eso estaba tan cerca de la Plazas Mayor, porque la productora tenía un apartamento en esa zona para los actores que trabajaban con ellos. Era más barato que un hotel y les daba la misma intimidad. A mí me pareció la mejor solución para estos casos. Cenamos en un italiano. No sé por qué, yo que jamás ceno pasta, elegimos un italiano. Yo me conformé con una ensalada de esas que hacen los italianos con bresaola y él se pidió una fuente de espaguetties. Y digo fuente porque avisó al camarero de que, por favor, no le pusiera una única ración, que convenciera al cocinero de que el argentino venía con hambre y no tenía problema en pagar el suplemento. Sus spaghetti alle vongole eran sublimes. Durante la cena nos centramos en nosotros. Ya nos habíamos situado como personas (yo con marido, él divorciado), seguimos hablando de intereses, de política, de cómo estaba el mundo y cómo aspirábamos que estuviera. Reímos y nos acercamos cada vez más el uno al otro. Hasta que llegó las horas de las copas. Su propuesta fue aceptada inmediatamente: quería que nos fuéramos a su casa a tomar un gin tonic. La casa era un apartamento precioso, con cocina americana, dos habitaciones y un salón decorado con un gusto exquisito. — ¡Qué bonito!— dije. — Sí, ya sabes, producción siempre intenta que estés a gusto. Gintonic para dos y música de Pink Martini. Me encantó que eligiera a uno de mis grupos favoritos. Parecía que el actor y yo teníamos en común muchas más cosas además del cenicero de la India. Empezamos a besarnos al segundo sorbo. Sus besos eran perfectos, de esos que se amoldan a tu boca y a tus labios, que te acarician con la lengua, que te muerden tenuemente. Sus manos empezaron rápidamente a moverse por encima de mi vestido de algodón, como intentando hacerse una idea de cómo era mi cuerpo. Yo desabroché su camisa para impregnarme de su olor y su inmensidad. Tenía un peco ancho, recio, con vello alrededor de los pezones y en el centro. Jugué con los pezones con los dedos y con la lengua mientras él me desnudaba por completo. Se quitó la camisa, los pantalones, los calcetines y los calzoncillos quedándonos desnudos ambos en un abrazo. Me acariciaba el cuello, los brazos, me apretaba los antebrazos como dejándome claro que no me dejaría escapar. Me besaba continuamente. Llegó a mis senos. Los besó con cuidado primero, con gusto después para terminar mordiéndome los pezones y excitarme al máximo. Con la mano iba a mi entrepierna como si quisiera comprobar mi humedad y no actuar hasta que no estuviera preparada. Mesaba el vello de mi pubis, dejaba entrar la mano para volverla a sacar. Yo me iba excitanto por momentos y quería más, mucho más. Me cogió en brazos y me subió a la encimera de la cocina para abrirme las piernas y beberme. Su lengua se deslizaba por los rincones de mi vulva como intentando prolongar al máximo la más mínima excitación. Abrió las piernas con las manos para que no las cerrara y mis labios con los dedos para incursionar. Y así, llegó al clítoris que pedía a gritos que lo lamiera. Su lengua fue fantástica. Empezó despacio, como si lamiera un helado. — Me gusta tu coño. Me gusta como sabes. Voy a hacer que te corras como solo tú sabes correrte. Mi clítoris se hinchó poco a poco hasta resplandecer en mi hueco. Siguió lamiendo, ahora con más ahínco, con más fiereza, con más gusto y pasión. Tocaba mis tetas a la vez. Yo estaba chorreando y él se dio cuenta. Metió sus gruesos dedos dentro de mi agujero follándome con ellos. Aquello era la perdición. Por un momento pensé qué pensaría mi madre si yo le contara que me estaba follando a uno de los actores que más le gustaban. Seguro que ni se lo hubiera creído. Pero lo mejor de aquel hombre no era lo famoso que era sino cuánto estaba haciendo por mí en aquella encimera. Lamía mi clítoris, metía los dedos, a veces jugaba con su pulgar que lo pasaba por el clítoris entre lametón y lametón. YO me volvía loca. Yo quería más. Sus dedos, gruesos, perfectos muestrarios de pollas follándome. Su lengua, húmeda, lamiendo mis huecos. MI clítoris enervado y ardiendo…. Fueron los mejores quince minutos de mi vida y, por supuesto, me corrí. Fue correrme e ir inmediatamente hacia su polla. Me bajé de la encimera y me puse de rodillas para chupársela. Tenía una bonita polla recia de actor, de esas que da gusto ver, perfectamente recortado el vello, inmensa y espléndida. Chuparla fue una delicia. Metérmela en la boca entera para saborearla, lamiéndola de arriba abajo,s in dejar un rincón sin mis babas. Desde el culo hasta la punta, desde la punta hasta el culo, apartando con mi mano el cachete para poder llegar a su ano perfectamente limpio y perfumado. Qué polla tan bonita tenía el actor. No podía ser menos. Que bueno comérsela entera, chuparla sin desperdicio, lamerla. Con la mano lo masturbaba al tiempo, notando cómo se le ponía cada vez más gorda. El juego mano-boca se me da bien, puedo hacerte virguerías si te dejas. Aceleré la masturbación porque quería que se corriera. Que se corriera y tragármelo. Que me empapara. Que me llenara. Lamía con más ahínco sin parar de masturbarlo. Me avisó. Tuvo la delicadeza de avisarme. —¡Voy a correrme!— dijo. —Mejor— Contesté. Su lefa entró en mi boca caliente y disparada. Llenó mi boca y yo tragué. Me relamí la comisura de los labios mirándole a la cara y él volvió a besarme. Seguimos acariciándonos mientras él se reponía. Con más tranquilidad, con la mesura de los que ya están satisfechos. Pero mi actor quería más y lo pidió. —Quiero follarte, por favor. Simplemente me puse a cuatro patas sobre el suelo de aquella cocina. Él abrió el frigorífico y cogió un tarro de miel. Sentí la miel caer por el culo y mi coño. Estaba fría. Di un respingón. Y, entonces, él metió la cara en mi culo y empezó lamerme de nuevo pero con la miel de por medio. Su lengua en mi culo me fascinó. Lamía con cuidado cada vez que incluía un poco más de miel. Con los dedos restregaba por mi coño para que no faltara en ningún sitio en el que pudiera acceder con la lengua. Pasaba los dedos con miel y después la lengua, era una sensación increíblemente excitante. Y, en un momento determinado, me la metió. Entró y me dio la sensación de que se podría salir por la boca. Su polla alcanzaba todo mi coño, lo cubría entero. Agarró mis caderas con las manos y empezó a moverme al compás de su empotramiento. Uno, otro, otro más. Yo gemía de placer sintiendo cómo me partía en dos, lo que aumentó cuando, en esa postura empezó a tocar mi clítoris. Tenía su polla dentro y el clítoris entre sus dedos. La combinación perfecta para que yo empujara hacia él, siguiendo el compás que me marcaba. Aquella follada estaba siendo mítica. Me gustó mucho que no dejara de acariciarme por todos lados, que me pasara el dedo por la espalda desde la nuca hasta el culo, que me tocara las tetas, el clítoris, las piernas. Me encantó cuando me dio las cachetadas de cariño en las nalgas, me deshice cuando aceleró….. Me corrí. Volví a correrme con toda aquella, pero seguí, seguí un poco más, esperando que él también lo hiciera. Lo hizo, claro que lo hizo, se corrió dentro de mí y se dejó caer sobre mi espalda. Permanecimos así unos minutos. Él besándome en el cuello, yo disfrutando de su peso sobre mí. Nos quedamos mirándonos a la cara unos minutos y entonces preguntó: —¿Querés quedarte a dormir? —No— le dije yo— NO me gusta dormir con mis amantes esporádicos. —Entiendo. Nos vestimos despacito hablando de nosotros. En pocos días era mi cumpleaños y se lo dije. Me apetecía que viniera. Los días pasaron sin que tuviéramos noticias el uno del otro pero el 12 de julio vio los glóbitos en mi perfil y me dijo que si le daba la dirección, iría. Cuando mi amiga abrió la puerta de mi casa lo dijo con mucha sorpresa: “UY, te lo habrán dicho muchas veces pero eres igual que Mario Passinetti.” Él soltó una carcajada y contestó: — Sí, me lo dice mucho— Y entró. Mi marido no daba crédito a que el actor argentino estuviera en nuestra casa, pero es que, además, era tan forofo del fútbol como él, así que hicieron migas inmediatamente y pasaron horas hablando de su tema favorito. La cierta fue todo un éxito, no por la presencia del actor famoso sino porque el buen rollo que emanábamos todos. MI marido nunca supo que yo me había acostado con él. NO hacía falta; era mi intimidad, no la suya. Mario Passinetti terminó de rodar la película y regresó a Argentina y, aunque al principio mantuvimos la relación por redes sociales, el tiempo nos separó por completo. Hace muchos años de esto. Yo cumplía entonces cuarenta y pocos. Pero sigo teniendo un recuerdo precioso de aquel hombre, forofo del River que me folló como ninguno y que, encima, se hizo colega de mi marido. ¿Quién sabe? Lo mismo rueda algún día en Almería y tengo la mitad del trabajo hecho. Escucha este episodio completo y accede a todo el contenido exclusivo de Diario de una Amazona (con Celia Blanco @latanace). Descubre antes que nadie los nuevos episodios, y participa en la comunidad exclusiva de oyentes en https://go.ivoox.com/sq/1765797
Marixa Balli nos contó miles de anécdotas que no te podés perder. El video de “La chica del ascensor”, romances intensos, el perfume que la conquista y ¡mucho más! --- Send in a voice message: https://podcasters.spotify.com/pod/show/urbanaplayfm/message
Agradece a este podcast tantas horas de entretenimiento y disfruta de episodios exclusivos como éste. ¡Apóyale en iVoox! T01XE10 - Diario de una Amazona - Un Podcast de Celia Blanco (@Latanace) para MTVRX Producciones - Sexo con el inglés en la India La otra tarde casi me da un pasmo. NO abro Facebook desde hace mil, pero sé que mis vídeos en IG terminan, también, por allí. La red social de los amantes de hace años. De los viejos. De los que no cumplimos 50 y nos creímos, algún día, que éramos molones. Donde mejor mostré #MiHecatombe y donde que escoció de verdad… me leyeron todos… todos… todos… Si es que los niñatos no usan Facebook. Lo usamos los viejos. El negocio está en las que les pasa lo mismo que a mí. Que son muchas. El caso es que tenía una contestación en un post de hace mil en el que sale mi casa, frente al mar y yo con la falda levantada con una ventolera… Está en mi IG, es de hace dos años. Cuando creía que estaba cambiando de vida junto a los que quería… “Hi, Ada, your look is great! I want see you again. Glub. No me lo creo… No me lo creo… ¡¡¡El inglés!!!! Yo me enrollé con este tío en la India. Año 1996. Cuando me fui para olvidar a un novio 12 años mayor que yo que me dejó porque era superlativa por naturaleza… En la India nos enrollamos, una noche que nos cayó un aguacero y no pudimos volver desde Gokarna hasta Cuttle Beach. Era un inglés un poco mayor que yo, aunque parecía casi un anciano. Muy delgado. En los huesos. Rubio con ojos azules. Y los dientes… De aquella manera. Estaba en la choza contigua a la mía. Había echado a un alemán de la puerta de mi casa, que se quedaba a dormir porque yo le gustaba. Yo debía salir sí o sí. Cosa bastante complicada cuando hacía mis necesidades donde los indios. No tenía baño. Iba con una escudilla en los bolsillos para llenarla de agua por si me entraban ganas… El alemán me daba miedo y el inglés, se dio cuenta.Así que una mañana aprovechó el pedo de opio del alemán para echarlo de mi casa. — She lives alone. She doesn't like you! Yo también lo había dicho. Pero a mí no me hicieron caso. Siempre estaba puesto de Opio, charras y heroína; venía de Goa de fiesta fiesta fiesta. Justo de lo que yo huía… Bueno, pues el inglés y yo nos fuimos a 200 km para que yo formalizara mi avión de regreso. Me había dejado la vuelta abierta y tenía un visado de 6 meses. Pero decidí regresar y terminar la carrera. 3 asignaturas y me licenciaba en Periodismo. Y regresamos, de noche, lloviendo a cántaros. No sé si han estado en la India cuando llueve. El caso es que no podíamos hacernos los cinco km que hay desde Gokarna hasta nuestras chozas en Cuttle Beach, así que, tiramos para el templo. Lo de dormir en el templo es algo que ocurre mucho. Es un lugar para acoger almas descarriadas. Y turistas que no tienen dónde hospedarse. No sé por qué no recurrimos a ningún hotel; puede que coincidiera con una festividad. Era marzo. Y el templito era un templito, no el inmenso Mahabaleshwar, era una cosa más accesible con un patio en el que, con cuerdas y mosquitera, te hacías una tienda de campaña. Pero llovía. Mucho. Hubo que dormir dentro. El inglés me había quitado de encima al alemán. Pero no habíamos intimado por ello. Él fumaba opio y heorína. Estaba totalmente enganchado. Y yo charras. Una especie de plastilina negra que, fumada mezclada con tabaco era potente. Pero sus pedos eran mucho más fuertes que los míos. Muchísimo. Yo conseguía hablar con él, que me contara cosas de su pueblo, al sur de Reino Unido, no recuerdo el nombre, pesquero. Un lugar sin nada. Sin nada. El inglés se pasaba 6 meses al año en la India. A veces, más. Porque era tan adicto que estar en Europa era un suplicio para él. No tenía pasta. Así que, en la India, cogía charras en la montaña y lo bajaba a la costa. No pasaba por Goa porque para estar allí necesitaba estár mucho más lúcido de lo que lo dejaba el opio. Pero llevaba unas botas de montaña enormes cuyos tacones estaba huecos, que era donde guardaba el charras. Debía de llevar un par de kilos. Siempre. Me gustaba mirar sus huellas en la playa, donde bajaba con las botas y solo se las quitaba para bañarse. No se fiaba de nadie. Yo llevaba el mío propio, así que no necesitaba el suyo. Conmigo, se desnudaba del todo y se metía en el agua. Era Cuttle Beach. El caso es que nos cayó una tormenta de las buenas, no teníamos dónde dormir y terminamos dentro del templito.. En una esquinita, atrás del templo. Llovía demasiado; Necesitábamos protección y cada uno fumó lo suyo para relajarse. Estábamos de cuchara. Él detrás de mí, abrazándome y oliéndome el ámbar gris, fue en la India donde empecé a usarlo. Ni siquiera estábamos del todo encajados. He dormido así con casi todos los hombres de mi vida y de todos recuerdo su polla en el hueco de mi culo. Cuanto más pequeña, mejor entran. Pero el inglés no se pegaba. Se acoplaba. Lo que quería era calor y yo se lo daba. Y le encantaba a lo que olía, ámbar gris. El vómito del cachalote que se seca en las terrazas de las casas hasta quedar convertido en una especie de masa que, licuada, produce el perfume que más me representa. Ámbar gris. Quien me huele se acuerda, para siempre, de mi olor. Estrategías de cada una.. Se escuchaba el ronquido lejano de algún otro turista que, como nosotros, había elegido el templo para guarecerse. No sabía bien cuántos podríamos estar durmiendo dentro ¿4? ¿5? No se oía apenas nada y al mismo tiempo se escuchaba de todo. Yo no podía dormirme y el inglés tampoco. Comenzó metiendo las dos manos entre mis piernas. Yo di un respingo; tenía las manos heladas. Fue moviéndolas lentamente. —You're hot. I need hot Aquellas heladas manos se fueron templando gracias a mi calor. Él se entretenía con los movimientos que yo hacía en respuesta a sus caricias y empezó a haber un poco más cada vez. A jugar, de verdad, conmigo. Sus dedos se acomodaron entre mis labios. Mantuvo agarrado el clítoris, sin presionar, entre dos de sus dedos. Yo llevaba unas mallas, que bajé hasta los tobillos para quitármelas de en medio; bajo las mantas, encima de los sacos, medio desnuda. Cuando vio el camino libre prestó más atención. Eso, en un pedo de opio, es un triunfo. Estaba más acostumbrada a ver cómo caía durmiéndose a la vez que se mecía. Pero mi coño le gustaba. Por cómo lo tocaba, le encantaba. Estuvo mucho tiempo poniéndome cachonda. Tocándome despacio, apenas un roce, con la yema de los dedos, endurecidas de coger leña, de arrear con el agua, de subirse a los árboles. Con esos dedos me tocó todo el cuerpo. Entero. Metía las manos en la entrepierna para abrirla y acaparar mi coño entero. Allí en aquella esquina hincó su cabeza entre las piernas y me lamió. — Love, love, love… Susurraba en cada sorbo de mí. Acompañaba con los dedos, encallecidos.. Sentía en mi agujero los padrastros endurecidos, violentando un run-run que me estaba encantando. Era como si toda la vida la hubiera pasado haciendo dedos a sus amantes. Durante las tres semanas que estuve con él, lo cuidé con esencia de karité que había comprado a un africano en Varanasi. Lo llevaba siempre conmigo y aquellas manos merecieron todas mis atenciones. La primera noche que me tocó fue en un templo a Shiva en Gokarna. Mientras fuera se licuaba el planeta entero. La última noche que me acarició fue en un hotel de Nueva Delhi antes de que yo cogiera el avión de regreso, me acompañó hasta el aeropuerto y me besó para despedirse. Pero la primera vez, su polla no respondía tan bien como me hubiera gustado. El pedo de opio deja el sexo para que cobre otra dimensión. Con ella yo jugaba. Pero no se encabritaba como para que galopara. Yo la tocaba con cuidado. Haciendo que reaccionara pero no que se endureciera del todo. Era un quiero y no puedo constante. PlanB, qué es lo que mejor sabes hacer: ¿Lamer y tocar? Venga, me dejo. A cambio te acariciaré mucho todo el cuerpo, pondré atención a cada respiración. Si paso la mano por la espalda ya sé que te gusta si hundo el dedo en la unión del cuello con el hombro. Ahí, justo ahí, pero prefieres que si te la paso por el culo, quieres caricias, sobeteo. Quieres que vaya despacio, que use un condón y te meta el dedo, con mucho lubricante, inglés, que ya lo sé, has fumado tanto opio que necesitas que todo sea despacio, despacio, despacio… El inglés era como un depredador al que hubieran narcotizado con un dardo. Le brotaba el barrio bajero, llamándome “putita” cuando se la chupaba… Pero no lo habían mimado tanto nunca. Nunca. Estaba acostumbrado a otro tipo de mujeres, ni mejores ni peores, diferentes. A mí la marihuana me hacía pensar, a él el opio, sentir; tuvimos que elegir cómo amarnos siendo tan diferentes. Yo llevaba muchos meses sin sexo. Muchos para una cría de 26 años. Me habían dejado en septiembre. Era finales de febrero, principios de marzo… Seis meses sin sexo era una tortura. Y aquel hombre me tocaba muy rico, aunque follarme apenas pudiera. Y me lo comía así de bien. Así. Gustaba de empezar lamiéndome el culo. Ponía las manos debajo y me alzaba como un plato para meter su cabeza entre las piernas. Sacaba la lengua enorme y jugaba conmigo. Del culo al agujero, después de estar un buen rato, comiéndome el ano. El perineo le gustaba, tocaba con el dedo y lamía, la yema áspera, la lengua tenue, a mí me salía desde la espalda el placer en forma de pálpito… Metía un dedo por el agujero. Dos. Hasta tres. Dedos finos, largos, ágiles con las cosas pequeñas, tenazas con las grandes. Me cogió del cuello para que nuestras bocas se pegasen y dio con la tecla para que yo licuara entera. Con el pulgar hacía círculos alrededor de mi clítoris, con los dos dedos me masturbaba. Haciéndolo así.. Así… Así…. (Ahhhh Ahhh Ahhh) David tenía la cara destrozada por el acné juvenil. Pero se lavaba todos los días y comía bien. Fue una bonita despedida, la última noche en Delhi. Cenamos bien, nos besamos mucho y prometimos escribirnos… Cosa que no hicimos. Seis meses después se presentó en mi casa con una maleta cargada de hachís. Venía desde Marruecos y tenía que llegar a Inglaterra. Le pagué el billete de bus hasta Santander y le di la mitad para el barco. Me robó las dos cosas de valor que tenía, un par de cadenas de oro. No había vuelto a saber de él. Hasta que Facebook me lo ha traído. Y han vuelto a llamarme Ada… Ada… “Ada o el ardor” de Nabokov. Léanlo… Escucha este episodio completo y accede a todo el contenido exclusivo de Diario de una Amazona (con Celia Blanco @latanace). 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Capítulo 1735 del 29 ago 2022 De manera temporal tenemos en Alicante un sitio de comida callejera del chef Daviz Muñoz, y este fin de semana nos hemos pasado a probarlo. Únete al grupo de telegram del podcast en t.me/daytodaypod. Usa el enlace de afiliado de Amazon para ayudar a mantener el podcast. Soy miembro de la Asociación Podcast. Si te registras y usas el codigo SP7F21 tendrás 5€ de descuento el primer año. https://www.asociacionpodcast.es/registrarse/socio/?coupon=SP7F21 Date de alta en Curve con este código y conseguiremos 5£: DO6QR47E Ya sabéis que podéis escribirme a @spascual, spascual@spascual.es el resto de métodos de contacto en https://spascual.es/contacto.
Una de las cuestiones que más me han motivado a la hora de crear este podcast es la posibilidad de conectar con personas como tú y poder ayudarles. Ofrecer una herramienta útil para afrontar la incertidumbre que todos vivimos hoy. Sabía que para poder hacerlo, tendría que aceptar cuestiones como las que vamos tratar hoy. Narrar y compartir mi experiencia y la de las personas que me rodean a través de este formato te permite aportar un plus a lo que compartes. No puedes ocultarte detrás de una máscara. Esto supone en cierto modo desnudarte ante tu audiencia para compartir cuestiones como las que hoy voy a compartir contigo. En el capítulo anterior os traje el momento que supuso un antes y un después para una persona que, gracias a su generosidad y pasión por lo que hacía. El relato que a continuación voy a compartir contigo está basado en un momento que supuso un antes y un después para mi. Un hecho real que me permitió acceder a uno de los mayores aprendizajes que he tenido como empresario, sobre lo que es crear una empresa, tener éxito y sentir la vergüenza del fracaso al mismo tiempo. Como comento, son hechos basados en la realidad. La dura realidad que me tocó vivir hace poco más de 10 años y hoy, por primera vez, tengo la fuerza, seguridad y deseo de compartirlo contigo. La cena Son las diez menos cuarto de una fría noche de noviembre y me encuentro sentado en la cocina, absorto, observando como mis hijos cenan. A mi izquierda se encuentra mi hijo de cinco años edad y justo enfrente de la mesa está sentada mi mujer, que tiene a nuestra bebé de pocos meses en brazos. Me observa con una mirada cómplice y me susurra “tranquilo”. Nuestros ojos brillan, pero no de emoción. La casa está oscura, en un silencio sepulcral. Cenamos a la luz de las velas. -¡Tengo miedo papá! ¿Por qué no tenemos luz? – pregunta mi pequeño. – Será una avería y mañana ya estará solucionado . Anda, termina de cenar y vamos para la cama – Responde mi mujer que es perfectamente consciente de que algo no va bien dentro de mi. Subo con mis hijos y los acompaño a sus respectivos dormitorios. Intento mantener la compostura. Sonrío a mis pequeños y saco fuerzas de no sé donde para contarles historias divertidas para que no pasen miedo. Por dentro, me derrumbo. Siento como una parte de mí se ha roto de forma irreparable. No sé si voy a recuperarme de ello. Tengo miedo, estoy apunto de entrar en pánico. Me cuesta respirar. Como si de una escena de la película “La vida es bella” se tratase, sonrío a mis pequeños. Les digo que los quiero, mi hijo me responde con un «yo te quiero más papá» que me da fuerzas para no derrumbarme ante el. Les doy un beso de buenas noches y mientras se duermen, con lágrimas en los ojos, desde mi interior les pido perdón. Bajo al jardín intentando evitar que mi mujer me vea en este estado. Me siento en una silla, totalmente a oscuras, y en el silencio de la noche, esa fría y oscura noche de noviembre en la que debería estar celebrando que mi empresa cumplía 5 años, rompo a llorar, preguntándome una y otra vez ¿ Por qué?. Las personas que más quiero han cenado a oscuras porque la compañía de electricidad nos ha cortado el suministro por impago. Es en ese año, en 2013, cuando tengo una de las sensaciones más increíbles que una persona empresaria puede sentir: el éxito que lleva al fracaso. Dirijo una micropyme que en poco más de seis meses pasa de 6 a 12 trabajadores. Mi empresa se encuentra a punto de cumplir 5 años y llega a las 6 cifras de facturación en plena crisis económica. Pero no era consciente de que una cosa es facturar, y otra bien diferente es cobrar las facturas, más cuando trabajas con grandes empresas que disponen de departamentos de “compras a proveedores” especializadas en someter a los mismos. Con un grifo de crédito absolutamente cerrado por la banca, después de pagar 10 nóminas (menos la mía y la de mi socia) y miles de euros en seguros sociales; dos de mis tres principales clientes deciden que van a cambiar su forma de pago para abonar sus facturas a “60 días”. El tercero me retiene el pago de las facturas a la espera de una “negociación a la baja porque le hemos facturado un importe muy importante ese año”. La liquidez de mi empresa, que dos meses antes ya había quedado mermada, recibe el golpe de gracia y no soporta tal tensión económica. Me veo obligado a usar todos mis ahorros para afrontar los pagos de la empresa. Y es precisamente esto último, el pagar con mis recursos las necesidades de mi empresa, es uno de los muchos errores que he cometido en mi trayectoria empresarial así como uno de los mayores aprendizajes que tengo marcado a fuego. Estuvimos 4 días sin luz en casa y pasaron meses para poder cobrar las facturas. «A veces se gana, y otras se aprende.» Así fue el quinto aniversario de mi empresa. El 15 de noviembre de 2013, mes en el que facturamos más que nunca, mi empresa se bloquea económicamente por segunda vez en mi corta trayectoria empresarial. Aprendí el precio de no cobrar y el coste y la vergüenza de no pagar mis facturas. También aprendí que, como empresario, sólo tenemos a nuestro cargo a las personas más importantes de nuestra vida, nuestros hijos. Ellos, junto a mi mujer, fueron mi único sostén. Estaba rodeado de personas, pero me sentía más sólo que nunca. La empresa creció de forma desmedida y el miedo a no poder responder a mis clientes me hizo sobrecargar la misma de recursos humanos a los cuáles me costaba un mundo mantener… pero sobre todo, despedir. El desgaste psicológico y emocional que me suponía decirle a una persona que perdía su puesto de trabajo retrasaba esta situación. Hasta que esa noche vi ante mí las consecuencias de mi cobardía. Esa noche, la noche del 15 de noviembre de 2013 murió una parte de mí. Pero lo peor estaba por llegar. No imaginaba lo increíblemente duros que podemos llegar a ser con nosotros mismos. Me convertí en mi principal saboteador. Mi autoestima desapareció, mi relación de pareja se tambaleaba y todo mi mundo se volvió tan oscuro como esa fría noche de noviembre. Desde ese día, tengo el convencimiento de que una persona empresaria tiene un periodo de transición, en el que va muriendo cada día. Esa transformación no es negativa ni positiva, simplemente es. Pero se construye a base de dolor. Un dolor que puede ser insoportable y es la consecuencia de las cicatrices que van marcando tu alma durante el camino hacia el que diriges tus pasos. Muere una parte de ti, pero nace otra más fuerte. La vida misma. Vergüenza Hemos sido criados en la cultura de la vergüenza al fracaso. Una persona empresaria siempre comparte sus éxitos, pero suele ocultar sus tropiezos. A mi me avergonzaba admitir que estaba arruinado. Después de tres años de crecimiento continuo era demasiado duro ver cómo lo que con tanto esfuerzo has creado, se empieza a derrumbar. Comienzas por no poder pagar el alquiler de la oficina, la hipoteca de tu casa, tu coche, la luz… me estrellé el mes en el que mi empresa facturó lo que no había facturado nunca. Sin apoyo económico ni financiero, el día a día se convirtió en un auténtico calvario que, afortunadamente, pude superar gracias a la captación de nuevos clientes y al apoyo de mi pareja. De los 10 compañeros que en aquella dura etapa me acompañaban en mi aventura empresarial, sólo 4 pudieron ayudarme a levantar la situación. Sin embargo, ninguno pudo “ayudarnos” a realizar la mudanza si esta no se realizaba en su jornada laboral. No hay nada como una mudanza para comprobar si las palabras “estoy contigo” y “cuenta conmigo” tienen sentido en la relación que tienes con tus trabajadores. ¿Qué es el éxito? Resulta realmente llamativa la variedad de respuestas que puede generar esta pregunta : ¿Qué es para tí una empresa de éxito? Uno de los grandes objetivos (y errores) que abordamos muchas personas empresarias es la imperiosa necesidad que tenemos de proyectar éxito empresarial. Frases como “El éxito atrae más éxito” es una gran mentira que ponen en el camino de la ruina a muchas personas y proyectos empresariales. Un buen coche alemán de gama alta (para dar mejor imagen), más de 200 m2 de instalaciones de los cuáles usaba poco más de 100. Un aula informática de 20 puestos en la que sólo se impartía una clase a la semana en el mejor de los casos y una carga salarial de profesionales que era incapaz de rentabilizar y que estrangulaban la liquidez de una empresa, que aún así no paraba de crecer. Tuve que despedir a 7 personas en un mes. Trasladar una oficina de 200 metros cuadrados a otra de 60. Lo más duro no fue cargarme la mudanza prácticamente sólo. Fue mucho más duro ver a las personas que más quieres cenar a oscuras porque tu empresa te ha descapitalizado. La cena del 15 de noviembre de 2013 forma parte de lo que considero mi nacimiento empresarial. Una situación que removió dentro de mí todos mis pilares, principios y valores. Un acontecimiento imprevisto que me hizo tener constancia de lo que realmente significaba ser empresario. Ahora sí sabía dónde me había metido. Es complicado replanteartelo todo cuando has traspasado la línea de “no retorno”. La vergüenza de admitir el fracaso. La soledad de la incomprensión de todos los que te rodean ofreciendo “consejos” sin calzar tus zapatos. La ilusión de levantarte y demostrarte a ti mismo que ser empresario es una cuestión de principios. Levantarse, encender las luces y mirarme al espejo; sentirme orgulloso de lo que he sido y lo que soy. El miedo, siempre tan necesario ante el éxito como en el fracaso, me acompaña cada día. Duermo poco, y en muchas ocasiones hablo sólo; mi familia y mis amigos se van alejando, algunos van desapareciendo. O tal vez sea yo el que lo haga. Sea una u otra opción, lo cierto es que en mi adolescencia empresarial, tengo claro que como empresario, siempre caminaré solo. Todo empezó en una cena, a la luz de las velas. Todos los que emprendemos comenzamos a forjar nuestra raza empresarial con el dolor de una situación límite. Como el ganado al que marcan a fuego en una ganadería. Todos tenemos un punto de partida en el que salimos de la plácida autopista sin peajes para elegir el camino de la incertidumbre. Sin embargo, las personas empresarias nos caracterizamos por ser muy optimistas y nos empeñamos en conseguir que, al final, todo salga bien. Para cambiar, tienes que aprender. A veces se gana y otras se aprende.
¡Hola, amigos! Aquí estamos con un nuevo capítulo de Hablamos de esquí, el previo a la Semana Santa. ¡Hay ganas de esquí! En este capítulo hablamos con It's a Powder Day, uno de los blogueros de referencia en Nevasport, sobre la macro encuesta que ha hecho esta temporada para conocer cómo somos los esquiadores, al menos los más acérrimos. ¿Te reconoces? También os contamos la historia del primer equipo privado femenino de esquí en España: el FAST holaluz. Núria Pau, campeona de España de slalom, nos cuenta cómo surgió esta iniciativa y qué necesidades cubre. También hablamos con nuestra dietista-nutricionista de cabecera, Andrea Higuera, sobre las cenas del día de antes de esquiar. ¿Qué tomamos? ¿Lo hacemos bien? Y si no te vas a ningún sitio a esquiar y estás cerca de Madrid, igual te interesa pasarte por Valdesquí. Oscar Vallejo nos cuenta cómo está todo por esta estación del sistema central. ¡Y alguna cosa más! ¡Te esperamos! Si te gusta lo que hacemos, sabes que te puedes hacer mecenas enviando un bizum al 682 73 44 05 y por cada cinco euros tendrás una participación en el sorteo de final de temporada. ¡Tenemos regalitos de Head! Y también puedes comentar lo que quieras mandando notas de audio al mismo número: 682 73 44 05. ¡Pásalo muy bien y esquía mucho estos días!
Por si aún tu mamá, novi@, marid@, yay@, cuñad@, no sabe qué hacer de cena para Nochebuena, aquí os dejamos DOS recetas, con TODOS los DETALLES para que triunféis en Navidad. Ya sabéis que las fotos de las nuestras están en Instagram: @chef.gordillo @chefcarlosruiz Venga a escucharlo y CORREEE al mercado para que no te quiten el mejor pescado. Escucha el episodio completo en la app de iVoox, o descubre todo el catálogo de iVoox Originals
¡Hola! Hoy me apetecía hablaros de los horarios españoles. Si habéis estado en España quizás os haya llamado la atención el horario de las comidas... ¿Sabías a qué se debe? Soy profesora particular de español y de francés. Para contactarme, puedes enviarme un mensaje a través de instagram: https://www.instagram.com/lospodcastdegloria/ También puedes ver escuchar los podcast en formato vídeo en mi canal de Youtube: https://youtu.be/lBIT0HSEsJA ¡Hasta pronto!
Agradece a este podcast tantas horas de entretenimiento y disfruta de episodios exclusivos como éste. ¡Apóyale en iVoox! Programa nº 7. Charlando con Ted Simon, viajando barato y Conexión con Cabo Norte Uno de los sueños acariciados por el responsable de este podcast era conocer a Ted Simon, en autor de, entre otros “Los Viajes de Júpiter”. Y se ha cumplido con creces. Cenamos con Ted, paseamos con él por Valladolid y escuchamos embelesados su voz aterciopelada y sabia. Inútil resulta escribir más sobre Los Viajes de Júpiter o sobre el mismo Ted porque otros han glosado, con más maestría que yo, su vida y obra. Así que, lo mejor, será escucharlo y disfrutar de lo que nos cuenta el más grande entre los grandes. Como la cosa va de viajes y la economía se constriñe cada vez más hablaremos de los viajes Low Cost, pero de los baratos de verdad. De salir de casa con la tienda de campaña y el saco, de cargar con el infernillo y el sopicaldo, de dormir en una viaja cuadra, debajo de un puente o en la tranquilidad de una pradera entre abetos. De esos viajes que convierten la ruta en toda una aventura. ¿Ya has hecho el tuyo? Además conectamos en directo con Carlos Llabrés que está con un grupo de gente por Cabo Norte, donde los días comienzan a ser un poco más cortos y donde en pocas semanas será complicado llegar. y vuelve Esteisi, la de Palo Alto (California) para contarnos las últimas novedades literarias en cuestión de viajes en moto. Escucha el episodio completo en la app de iVoox, o descubre todo el catálogo de iVoox Originals
y tu que acostumbras a cenar en la cena de fin de año, EliudRaam nos da unas ideas, si es que aun no sabes que cenar en la cena de fin de año.
Desde las profundidades de Europa Oriental, la Doctora Kaos dialogó con la médica dermatóloga Caro Castiñeira, quien le compartió su particular método para simplificar la realización de cenas.
Llega la noche y es cuando queremos hacer infinidad de actividades o miramos el celular antes de acostarnos y ¿qué tal si nos ponemos a ver esa serie pendiente en Netflix? Así pasan las horas y continuamos sin conciliar el sueño, cuando menos nos damos cuenta ya pasa más de media noche y al día siguiente tenemos que ir a trabajar muy temprano. ¿Descansamos? Muy poco ¿Cenamos algo antes de ir a la cama? Pues claro, tenía hambre y me comí lo primero que encontré en el refrigerador. Así, podemos continuar con un círculo vicioso, pero ¿Influye la hora en la que voy a dormir? ¿Mi cuerpo se recupera lo suficiente o puede verse alterado mi peso o la manera en la que me alimento? Este episodio será diferente, hemos invitado a Andrés y Adrián de Dr Comadre para platicar del tema. Nos unimos para debatir acerca del sueño y brindarles recomendaciones para mejorar su período de descanso. Disfrútenlo
This episode is the 41st day of your daily dose of español. Take a listen to learn more. Word of the day: después- afterVerb of the day: entrar- to enterPhrases of the day: Puedes hablar más despacio, por favor?- Can you speak slower, please? Cenamos y después miramos una película.- We ate and afterward we watched a movie. Acaba de entrar- He just entered. (came in) Below are the links to the courses (coupons are automatically added at checkout):Beginner CourseAdvanced CourseDental Spanish For BeginnersMedical Spanish For Beginners#LearnSpanish #SpanishMadeSimple #SpanishForBeginners #AdvancedSpanish #DentalSpanish #MedicalSpanish #SpanishPodcast #LearnSpanishPodcast
(Día 1) Bayamón a Ponce(Día 2) Ponce – BayamónLes compartimos la ruta que tomamos para ir desde Bayamón hasta Ponce, una ruta de 66 millas ida 5,948 de elevación según Strava y 63 millas de regreso 6,605 de elevación, según Strava (búscalo bajo Eggie Ayala). Lo retante de esta ruta es que al viajar por el centro de la isla, la ruta es montañosa (esta llena de cuestas). Compartimos lo gastado durante el trayecto para que realicen su presupuesto. El día antes cenamos pasta y tomamos un medio galón de Pedialyte y mucha agua. Entrenamiento: dos corridas con cuestas de 20-30 millas las dos semanas anteriores.Estacionamos en la Urbanización Los Palacios, salimos rumbo al puente Atirantado de Naranjito, doblando a la izquierda para subir al pueblo de Comerío hasta llegar a Cidra bajando por La Plata y subiendo directo hasta las letras de Aibonito. Hicimos una corta parada para tomar Gatorade y un snack, continuamos nuestra ruta bajando por las cuestas que nos llevaron hasta Coamo, salimos a Santa Isabel (por los molinos), pasamos Juana Díaz hasta llegar a Ponce.En Ponce rentamos una habitación en Airbnb por $58.00 con dos baños compartidos, cocina, aire acondicionado, muy limpia y acogedora. Cenamos (saltándonos el almuerzo) en 19 Barrios, pasta, para recargar carbohidratos, gastamos $30.00. Luego a dormir desde temprano.En la mañana nos levantamos a desayuno completo en un Fast Food para ambos $15.00. Comenzamos la aventura por la carretera 14 pasando por los pueblos Juana Díaz y Coamo, subiendo las curvas que nos llevan a Aibonito donde nos detuvimos a tomar un refrescante frappe, ambos por $10.00. Bajamos por las letras de Aibonito y nos esperó la cuesta de La Plata bajo el sol caliente, luego bajamos por Comerío deteniéndonos a comer frituras en La Paloma por $10.00, disfrutamos de tomarnos fotos en la represa para terminar de bajar hasta llegar nuevamente, esta vez, a subir la cuesta del puente Atirantado de Naranjito y llegar a la Urbanización Los Palacios.
(Día 1) Bayamón a Ponce(Día 2) Ponce – BayamónLes compartimos la ruta que tomamos para ir desde Bayamón hasta Ponce, una ruta de 66 millas ida 5,948 de elevación según Strava y 63 millas de regreso 6,605 de elevación, según Strava (búscalo bajo Eggie Ayala). Lo retante de esta ruta es que al viajar por el centro de la isla, la ruta es montañosa (esta llena de cuestas). Compartimos lo gastado durante el trayecto para que realicen su presupuesto. El día antes cenamos pasta y tomamos un medio galón de Pedialyte y mucha agua. Entrenamiento: dos corridas con cuestas de 20-30 millas las dos semanas anteriores.Estacionamos en la Urbanización Los Palacios, salimos rumbo al puente Atirantado de Naranjito, doblando a la izquierda para subir al pueblo de Comerío hasta llegar a Cidra bajando por La Plata y subiendo directo hasta las letras de Aibonito. Hicimos una corta parada para tomar Gatorade y un snack, continuamos nuestra ruta bajando por las cuestas que nos llevaron hasta Coamo, salimos a Santa Isabel (por los molinos), pasamos Juana Díaz hasta llegar a Ponce.En Ponce rentamos una habitación en Airbnb por $58.00 con dos baños compartidos, cocina, aire acondicionado, muy limpia y acogedora. Cenamos (saltándonos el almuerzo) en 19 Barrios, pasta, para recargar carbohidratos, gastamos $30.00. Luego a dormir desde temprano.En la mañana nos levantamos a desayuno completo en un Fast Food para ambos $15.00. Comenzamos la aventura por la carretera 14 pasando por los pueblos Juana Díaz y Coamo, subiendo las curvas que nos llevan a Aibonito donde nos detuvimos a tomar un refrescante frappe, ambos por $10.00. Bajamos por las letras de Aibonito y nos esperó la cuesta de La Plata bajo el sol caliente, luego bajamos por Comerío deteniéndonos a comer frituras en La Paloma por $10.00, disfrutamos de tomarnos fotos en la represa para terminar de bajar hasta llegar nuevamente, esta vez, a subir la cuesta del puente Atirantado de Naranjito y llegar a la Urbanización Los Palacios.
En este episodio hemos analizado el resultado de nuestro tercer monólogo. Hemos hablado de… Cenamos en un restaurante de chinos encubiertos. Roger no tiene huevos y Carles es medio hombre. Por qué Roger no quiere publicar su tercer monólogo. Por qué Carles tampoco. Carles es un monologuista disperso. Carles es un looser, pero tampoco tanto. … Continuar leyendo "89 Impresiones de nuestro tercer monólogo" La entrada 89 Impresiones de nuestro tercer monólogo se publicó primero en Humor en público.
A punto de dar el lunes por terminado y con la alergia de Juanra en su punto más álgido nos tomamos una cerveza y hacemos repaso por lugares en los que estamos comiendo y cenando estos días: -Rosemary. Terra e Sapori (Via Modena 15). Cerca de nuestro hotel, comida natural y casera. Clientela local, buena atención y precio asequible: unos 18 euros por persona. -La Focaccia (Via della Pace 11). Cenamos una pizza y un calzone en la planta de abajo, masa rica pero las hemos probado mejores. Los camareros no estaban demasiado atentos, de hecho tuvimos que levantarnos para pagar porque ni siquiera nos traían la cuenta cuando la pedimos. -Archimede (Piazza Dei Caprettari 63). Allí comimos el lunes después de visitar el Palazzo Doria Pamphilj. Gnocchi con gambas y tomate para los dos y de postre tarta casera y una copa de fresas con panna. Salimos a unos 23 euros por cabeza.
En este episodio vamos a hablar del tema tabú: la cena. Además seguiremos mejorando nuestra forma física y nos introduciremos poco a poco en el mundo del yoga. ¿Cómo llevas esos pequeños cambios hasta ahora?Visita la web para las recetas, los enlaces y más información:www.martarivasrius.comSonríe, las noches serán mejores desde hoyMarta
En este episodio vamos a hablar del tema tabú: la cena. Además seguiremos mejorando nuestra forma física y nos introduciremos poco a poco en el mundo del yoga. ¿Cómo llevas esos pequeños cambios hasta ahora?Visita la web para las recetas, los enlaces y más información:www.martarivasrius.comSonríe, las noches serán mejores desde hoyMarta
Hoy vamos a hablar de cenas, de una actividad deportiva más avanzada y de algo que me apasiona y, espero, te apasione dentro de poco a ti también, el yoga. En mi web os he dejado la revista adjunta al podcast con más recetas, más información y enlaces a diferentes recursos. ¡A disfrutar! www.martarivasrius.com Datos... The post MRR 004. ¿Cenamos? appeared first on Nación Podcast.
Podcast: Día de Cómics Fecha de cómics: 18/Mayo/2016 Host: Elías Co-Host: Fede Invitado: Carlos Notas del show: Tag inicial INTRO MUSICAL Bienvenida al Podcast “Día de Cómics” / Introducciones Alerta de Spoilers **___** ** ___** ** ___** ** ___** _ 1:17 – Superman Wonder Woman #29 4:55 – Aquaman # 52 9:21 – Doctor Fate #12 13:18 – Martian Menhunter #12 16:43 – BREAK – Silva Hound – Cool Friends (Original Mix) 17:13 – Sinestro #23 20:13 – Harley Quinn # 28 21:29 – Poison Ivy: Cycle of Life and Death #5 23:54 – Titans Hunt #8 – Robin: Son of Batman #12 – Wonder Woman #52 **___** ** ___** ** ___** ** ___** _ Libro de la semana Compren estos libros Cómics de la próxima semana Contacto Preguntas y comentarios Despedidas OUTRO MUSICAL
Podcast: Día de Cómics Fecha de cómics: 18/Mayo/2016 Host: Elías Co-Host: Fede Invitado: Carlos Notas del show: Tag inicial INTRO MUSICAL Bienvenida al Podcast “Día de Cómics” / Introducciones Alerta de Spoilers _____________________________ 1:17 – Superman Wonder Woman #29 4:55 – Aquaman #52 9:21 – Doctor Fate #12 13:18 – Martian Menhunter #12 16:43 – BREAK – Silva Hound – Cool Friends (Original Mix) 17:13 – Sinestro #23 20:13 – Harley Quinn #28 21:29 – Poison Ivy: Cycle of Life and Death #5 23:54 – Titans Hunt #8 – Robin: Son of Batman #12 – Wonder Woman #52 _____________________________ Libro de la semana Compren estos libros Cómics de la próxima semana Contacto Preguntas y comentarios Despedidas OUTRO MUSICAL
LA HORA DE WALTER. 4 HORAS DE RADIO EN ESTADO PURO TODOS LOS DIAS A LAS 15h EN CADENA MIX CANTABRIA Y www.waltergarcia.com
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