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La RFEF manipuló, según El Mundo, la valoración de las sedes del Mundial 2030 para que Donosti adelantase a Vigo.
Tocaba hablar del inicio del March Madness, como todos los años. Pero por fin salta una exclusiva que nos pilla a tiempo para poder comentarla en riguroso directo: Boston Celtics tiene nuevo propietario tras una venta que supera los seis mil millones de dólares. Empezamos a normalizar estos números, pero no deberíamos. Aunque si toca arriesgar así por una franquicia de la NBA, desde luego que los Celtics son apuesta segura.
Tocaba porque tocaba, llegó la primera vuelta del año de que hablamos del NUEVO acuerdo con el FMI que saca Caputo, mientras Bullrich reprime jubilados y mientras Trump es presidente…. ¿2019 sos vos? Repasamos con @_mel.alfonso las claves del acuerdo y que significan los nuevos desembolsos de nuestra relación más tóxica de la política económica internacional
¿Has notado que últimamente los animales se comportan de una manera extraña? Gatos que hablan, cabras que actúan como personas. En este episodio te presentamos historias paranormales con animales. Envíanos tus historias al correo amplitudparanormal@gmail.com Telegram: https://t.me/mel_g La ambientación musical usada en este episodio pertenece a: https://freesound.org/people/DrMinky/sounds/166187/ Créditos a él
“En Spotify nos escuchas gracias a SHURE”. Iram Barrón nos comparte sus experiencias de vida y carrera. Los comienzos de la agrupación, la amistad con Ariel Camacho, su experiencia con Rancho Humilde, los peligros de cantar corridos y su gran parecido con el Panter Belico. Gracias Iram.
Agradece a este podcast tantas horas de entretenimiento y disfruta de episodios exclusivos como éste. ¡Apóyale en iVoox! Inteligente, empática, modesta, valiente, ávida investigadora, científica versátil… imparable. Así es como calificaron algunas de las personas que conocieron a nuestra protagonista de hoy, la doctora en bioquímica Maud Menten. Viajamos a los albores del Siglo XX, una difícil época en la que Leonora se dedicó con mucho éxito a campos tan diversos de la ciencia como la enzimología, la oncología, la hematología, la toxicología, la histoquímica y la patología, en tres países distintos. Tocaba el clarinete y pintaba cuadros que se exhibían como anónimos en la Universidad de Pittsburgh, era aficionada al senderismo y la astronomía e incluso se anotó a una expedición al Ártico. Hablaba 6 idiomas: inglés, alemán, francés, italiano, ruso y el Halkomelem, un dialecto nativo americano que le enseñó un compañero en la escuela primaria. Hoy en buscando referentes, y gracias a nuestro compañero profesor de biología, Adrián González, vamos a conocer a la doctora Maud Leonora Menten. Episodio para mecenas, gracias por vuestro apoyo: https://www.ivoox.com/support/3737 www.elabrazodeloso.es www.latostadora.com/elabrazodeloso Canal de Telegram para estar informado: https://t.me/+T6RxUKg_xhk0NzE0 Grupo abierto de Telegram para conversar: https://t.me/+tBHrUSWNbZswNThk Twitch: https://www.twitch.tv/elabrazodeloso Escucha el episodio completo en la app de iVoox, o descubre todo el catálogo de iVoox Originals
Sí, ha llegado la hora, después de hablar de Cómo ejercer el poder de cuarenta-y-ocho formas distintas. Tocaba hablar de cómo destruirlo. El título es autoexplicativo.Disfrutad el programa y si lo disfrutáis mucho, pasad por aquí: www.patreon.com/comopodcast
CARLOS JIMENEZ "C-4" NOS NARRA LA IMPACTANTE HISTORIA DE CASO HEAVEN PARTE 2, NOS CUENTA LA HISTORIA DE UNA NIÑA QUE MURIÓ POR JUGAR CON UNA PISTOLA Y TENEMOS LA IMPACTANTE HISTORIA DE UN NECRÓFILO
¿Recuerdas cuál ha sido la mejor época de tu vida? Esta oyente nos cuenta que tras muchos años encerrada hincando codos mientras estudiaba Derecho, su mejor momento llegó al terminar la carrera. ¡Tocaba disfrutar!
Se decía que Gordio, la antigua capital de Frigia, fue gobernada por el rey Midas. Pero ¿quién fue y de dónde salió la leyenda?
Toque Muchos de nosotros tenemos miedo de tocar a otras personas. Damos algunas monedas a un mendigo, pero nos aseguramos de que no haya contacto entre nosotros, ni siquiera contacto visual. Jesús no se mantenía alejado ni guardaba distancia. No temía tocar a los demás. Tocaba a los leprosos, pecadores, personas enfermas e incluso a los muertos. El contacto físico es precisamente lo que le brinda a las personas, especialmente a aquellas enfermas y heridas, una sensación de calidez y alegría. Al tocar a otra persona, aceptamos a esa persona exactamente como es. Señor, danos un corazón cálido y manos amables.
Se abren los micrófonos de tu podcast favorito de automovilismo porque la F1 ha tirado bombas en la cara a todos. La F1 rechazó la postulación de Andretti Formula Racing con una grosera andanada de argumentos, algunos acaso sesudos. Y para rematar, Mercedes anuncia que Hamilton no sigue en el equipo después de esta temporada y Ferrari anuncia que lo ha fichado a partir del 2025. Por supuesto tenía que grabar porque hay cosas que me parecen y otras que no.Tocaba grabar y ahora debes darle play.-
Pan y Circo NFL | 2x17 - No tocaba grabar pero aquí estamos Análisis de la week 16 de la NFL de la mano de Wane con sus 3 partidos semanales. El emperador Ced afirma no haber visto casi nada de la jornada pero suficiente para irse a la guerra con…. Nos podéis escuchar en todas las plataformas de podcast de Spanish Bowl.
La Peña Madridista de Ronda ha repartido alrededor de 2.500.000 euros después de vender 50 décimos del tercer premio, con el 31.938.Aunque el número ha caído íntegramente en Biar (Alicante), el colectivo rondeño juega el mismo número desde hace tres décadas.Los agraciados en la sede de la Peña ubicadas en calle Infantes
“Fuimos los primeros punks”: Víctor Ronquillo habla sobre su pasado musical desde la #FILZócalo2023Link para hacer donaciones vía PayPal:https://www.paypal.me/julioastilleroCuenta para hacer transferencias a cuenta BBVA a nombre de Julio Hernández López: 1539408017CLABE: 012 320 01539408017 2Tienda:https://julioastillerotienda.com/ Hosted on Acast. See acast.com/privacy for more information.
Agradece a este podcast tantas horas de entretenimiento y disfruta de episodios exclusivos como éste. ¡Apóyale en iVoox! T01XE33 - Diario de una Amazona - Un Podcast de Celia Blanco para MTVRX Producciones - El actor argentino Empezamos a hablar por twitter como hace todo el mundo. Él contestó a una foto que puse de un cenicero mío, comprado en la India y me dijo que tenía uno igual desde hacía 20 años. Así empezó nuestra conversación. Ni siquiera le di mucha importancia a que fuera un actor conocido, con múltiples premios y cierta fama de conquistador. A mí me cayó bien porque ambos teníamos el mismo cenicero de la India. Era argentino, muy guapo y de esos tipos que difícilmente te disgustan. Por las conversaciones por twitter supe que era de River, un equipo de fútbol del que eran muchos de los amigos que tenía mi marido, lo que hizo que no nos faltara de conversación. Entre eso y que a los dos nos gustaba Hanik Kureishi, había días que podíamos hablar durante horas. En julio siempre me he quedado “de Rodríguez”. Mi pareja y mi hijo se iban de vacaciones y yo me quedaba trabajando. Yo iba los fines de semana al pueblo y así formábamos parte de la mayoría de los hogares españoles, solo que, en mi caso, la que trabajaba era yo. Mi marido se dedicaba a tocarse el nardo. Y yo lo consentía. Una tarde, mientras moñeaba por twitter me llegó un mensaje del actor. “¿Dónde estás?”, yo para no explicarle mucho, le mandé mi ubicación: Plaza Mayor. Durante cinco años viví en la Plaza Mayor, no solo fui inmensamente feliz, eso me situó en un lugar privilegiado para poder quedar con cualquiera. “¡No me lo creo! Yo estoy en una bocacalle. ¿Quedamos?”. Aquel “¿Quedamos” me encantó. Claro que quería quedar con él. ¡Quién no querría quedar con él! Nota en un bar de la Calle De la Cruz. Cuando entró él, toda la barra se giró para observar cómo avanzaba hacia mí y me saludaba. Llevábamos tanto tiempo hablando por twitter que era como si nos conociéramos, cuando en realidad, no sabíamos nada el uno del otro. Me dio un abrazo subiéndome en volandas. Era alto, fuerte y muy guapo. Los dos lucíamos sendas sonrisas que demostraban que estábamos disfrutando con aquel encuentro. Me contó que estaba divorciado, que tenía dos hijos ya mayores y que estaba en España rodando una película. Por eso estaba tan cerca de la Plazas Mayor, porque la productora tenía un apartamento en esa zona para los actores que trabajaban con ellos. Era más barato que un hotel y les daba la misma intimidad. A mí me pareció la mejor solución para estos casos. Cenamos en un italiano. No sé por qué, yo que jamás ceno pasta, elegimos un italiano. Yo me conformé con una ensalada de esas que hacen los italianos con bresaola y él se pidió una fuente de espaguetties. Y digo fuente porque avisó al camarero de que, por favor, no le pusiera una única ración, que convenciera al cocinero de que el argentino venía con hambre y no tenía problema en pagar el suplemento. Sus spaghetti alle vongole eran sublimes. Durante la cena nos centramos en nosotros. Ya nos habíamos situado como personas (yo con marido, él divorciado), seguimos hablando de intereses, de política, de cómo estaba el mundo y cómo aspirábamos que estuviera. Reímos y nos acercamos cada vez más el uno al otro. Hasta que llegó las horas de las copas. Su propuesta fue aceptada inmediatamente: quería que nos fuéramos a su casa a tomar un gin tonic. La casa era un apartamento precioso, con cocina americana, dos habitaciones y un salón decorado con un gusto exquisito. — ¡Qué bonito!— dije. — Sí, ya sabes, producción siempre intenta que estés a gusto. Gintonic para dos y música de Pink Martini. Me encantó que eligiera a uno de mis grupos favoritos. Parecía que el actor y yo teníamos en común muchas más cosas además del cenicero de la India. Empezamos a besarnos al segundo sorbo. Sus besos eran perfectos, de esos que se amoldan a tu boca y a tus labios, que te acarician con la lengua, que te muerden tenuemente. Sus manos empezaron rápidamente a moverse por encima de mi vestido de algodón, como intentando hacerse una idea de cómo era mi cuerpo. Yo desabroché su camisa para impregnarme de su olor y su inmensidad. Tenía un peco ancho, recio, con vello alrededor de los pezones y en el centro. Jugué con los pezones con los dedos y con la lengua mientras él me desnudaba por completo. Se quitó la camisa, los pantalones, los calcetines y los calzoncillos quedándonos desnudos ambos en un abrazo. Me acariciaba el cuello, los brazos, me apretaba los antebrazos como dejándome claro que no me dejaría escapar. Me besaba continuamente. Llegó a mis senos. Los besó con cuidado primero, con gusto después para terminar mordiéndome los pezones y excitarme al máximo. Con la mano iba a mi entrepierna como si quisiera comprobar mi humedad y no actuar hasta que no estuviera preparada. Mesaba el vello de mi pubis, dejaba entrar la mano para volverla a sacar. Yo me iba excitanto por momentos y quería más, mucho más. Me cogió en brazos y me subió a la encimera de la cocina para abrirme las piernas y beberme. Su lengua se deslizaba por los rincones de mi vulva como intentando prolongar al máximo la más mínima excitación. Abrió las piernas con las manos para que no las cerrara y mis labios con los dedos para incursionar. Y así, llegó al clítoris que pedía a gritos que lo lamiera. Su lengua fue fantástica. Empezó despacio, como si lamiera un helado. — Me gusta tu coño. Me gusta como sabes. Voy a hacer que te corras como solo tú sabes correrte. Mi clítoris se hinchó poco a poco hasta resplandecer en mi hueco. Siguió lamiendo, ahora con más ahínco, con más fiereza, con más gusto y pasión. Tocaba mis tetas a la vez. Yo estaba chorreando y él se dio cuenta. Metió sus gruesos dedos dentro de mi agujero follándome con ellos. Aquello era la perdición. Por un momento pensé qué pensaría mi madre si yo le contara que me estaba follando a uno de los actores que más le gustaban. Seguro que ni se lo hubiera creído. Pero lo mejor de aquel hombre no era lo famoso que era sino cuánto estaba haciendo por mí en aquella encimera. Lamía mi clítoris, metía los dedos, a veces jugaba con su pulgar que lo pasaba por el clítoris entre lametón y lametón. YO me volvía loca. Yo quería más. Sus dedos, gruesos, perfectos muestrarios de pollas follándome. Su lengua, húmeda, lamiendo mis huecos. MI clítoris enervado y ardiendo…. Fueron los mejores quince minutos de mi vida y, por supuesto, me corrí. Fue correrme e ir inmediatamente hacia su polla. Me bajé de la encimera y me puse de rodillas para chupársela. Tenía una bonita polla recia de actor, de esas que da gusto ver, perfectamente recortado el vello, inmensa y espléndida. Chuparla fue una delicia. Metérmela en la boca entera para saborearla, lamiéndola de arriba abajo,s in dejar un rincón sin mis babas. Desde el culo hasta la punta, desde la punta hasta el culo, apartando con mi mano el cachete para poder llegar a su ano perfectamente limpio y perfumado. Qué polla tan bonita tenía el actor. No podía ser menos. Que bueno comérsela entera, chuparla sin desperdicio, lamerla. Con la mano lo masturbaba al tiempo, notando cómo se le ponía cada vez más gorda. El juego mano-boca se me da bien, puedo hacerte virguerías si te dejas. Aceleré la masturbación porque quería que se corriera. Que se corriera y tragármelo. Que me empapara. Que me llenara. Lamía con más ahínco sin parar de masturbarlo. Me avisó. Tuvo la delicadeza de avisarme. —¡Voy a correrme!— dijo. —Mejor— Contesté. Su lefa entró en mi boca caliente y disparada. Llenó mi boca y yo tragué. Me relamí la comisura de los labios mirándole a la cara y él volvió a besarme. Seguimos acariciándonos mientras él se reponía. Con más tranquilidad, con la mesura de los que ya están satisfechos. Pero mi actor quería más y lo pidió. —Quiero follarte, por favor. Simplemente me puse a cuatro patas sobre el suelo de aquella cocina. Él abrió el frigorífico y cogió un tarro de miel. Sentí la miel caer por el culo y mi coño. Estaba fría. Di un respingón. Y, entonces, él metió la cara en mi culo y empezó lamerme de nuevo pero con la miel de por medio. Su lengua en mi culo me fascinó. Lamía con cuidado cada vez que incluía un poco más de miel. Con los dedos restregaba por mi coño para que no faltara en ningún sitio en el que pudiera acceder con la lengua. Pasaba los dedos con miel y después la lengua, era una sensación increíblemente excitante. Y, en un momento determinado, me la metió. Entró y me dio la sensación de que se podría salir por la boca. Su polla alcanzaba todo mi coño, lo cubría entero. Agarró mis caderas con las manos y empezó a moverme al compás de su empotramiento. Uno, otro, otro más. Yo gemía de placer sintiendo cómo me partía en dos, lo que aumentó cuando, en esa postura empezó a tocar mi clítoris. Tenía su polla dentro y el clítoris entre sus dedos. La combinación perfecta para que yo empujara hacia él, siguiendo el compás que me marcaba. Aquella follada estaba siendo mítica. Me gustó mucho que no dejara de acariciarme por todos lados, que me pasara el dedo por la espalda desde la nuca hasta el culo, que me tocara las tetas, el clítoris, las piernas. Me encantó cuando me dio las cachetadas de cariño en las nalgas, me deshice cuando aceleró….. Me corrí. Volví a correrme con toda aquella, pero seguí, seguí un poco más, esperando que él también lo hiciera. Lo hizo, claro que lo hizo, se corrió dentro de mí y se dejó caer sobre mi espalda. Permanecimos así unos minutos. Él besándome en el cuello, yo disfrutando de su peso sobre mí. Nos quedamos mirándonos a la cara unos minutos y entonces preguntó: —¿Querés quedarte a dormir? —No— le dije yo— NO me gusta dormir con mis amantes esporádicos. —Entiendo. Nos vestimos despacito hablando de nosotros. En pocos días era mi cumpleaños y se lo dije. Me apetecía que viniera. Los días pasaron sin que tuviéramos noticias el uno del otro pero el 12 de julio vio los glóbitos en mi perfil y me dijo que si le daba la dirección, iría. Cuando mi amiga abrió la puerta de mi casa lo dijo con mucha sorpresa: “UY, te lo habrán dicho muchas veces pero eres igual que Mario Passinetti.” Él soltó una carcajada y contestó: — Sí, me lo dice mucho— Y entró. Mi marido no daba crédito a que el actor argentino estuviera en nuestra casa, pero es que, además, era tan forofo del fútbol como él, así que hicieron migas inmediatamente y pasaron horas hablando de su tema favorito. La cierta fue todo un éxito, no por la presencia del actor famoso sino porque el buen rollo que emanábamos todos. MI marido nunca supo que yo me había acostado con él. NO hacía falta; era mi intimidad, no la suya. Mario Passinetti terminó de rodar la película y regresó a Argentina y, aunque al principio mantuvimos la relación por redes sociales, el tiempo nos separó por completo. Hace muchos años de esto. Yo cumplía entonces cuarenta y pocos. Pero sigo teniendo un recuerdo precioso de aquel hombre, forofo del River que me folló como ninguno y que, encima, se hizo colega de mi marido. ¿Quién sabe? Lo mismo rueda algún día en Almería y tengo la mitad del trabajo hecho. Escucha este episodio completo y accede a todo el contenido exclusivo de Diario de una Amazona (con Celia Blanco @latanace). Descubre antes que nadie los nuevos episodios, y participa en la comunidad exclusiva de oyentes en https://go.ivoox.com/sq/1765797
Episodio 231 Una comunista depresiva que no quería flores, come ensaladas de frijoles, cambures, coco, agua, leche echada a perder y comino, que es olor a gente sudada… Sorprendentemente vegano. Hay límites infinitos y estar equivocada no implica que no tengan su propia filosofía… Lástima las leyes. ✅ Follow Up Acerca de la cuenta de ciclos en la batería. https://octavio.net/iphone-battery-cycle-count-in-five-questions-366ed684961d Alfredo ve Oppenheimer
Agradece a este podcast tantas horas de entretenimiento y disfruta de episodios exclusivos como éste. ¡Apóyale en iVoox! T01XE32 - Diario de una Amazona - Un Podcast de Celia Blanco para MTVRX Producciones - Esperando que salga Javier (para follarlo) NO lo vamos a negar, yo soy muy de chiringuito. Si pudiera viviría en verano en uno. Uno en el que hubiera una hamaca, una plancha para cocinar, estuviera en la playa y a las puestas de sol vinieran los vecinos. Por eso parte de la vida que me he construido pasa por tener algún chiringuito que pueda ser de referencia. Y aquel lo era. Sardinas, raya, jureles, cazón y bacalao. Costillas, lomo, salchicha, morcilla y longaniza. 10 tapas. La cena perfecta para dos, fueras con quien fueras. Acostumbraba a ir más sola que acompañada a tomarme dos. Solo dos. No llegaba a los 10€, cenaba y escribía en mi diario, porque al chiringuito me bajaba sin el móvil, solo con mi diario, a exorcizar dolores y a buscar placeres a los que sucumbir. Dos vinos muy fríos y una tapa de pescado y otra de carne, “lo que quieras tú”, le decía al camarero y me dejaba mimar por cualquiera de los cuatro que había. Uno para cada flanco. El dueño era un borde, que no quería líos pero muy torpe. Con un hijo aún más torpe. Aún más. Pero hacían una brasa muy rica y el pescado, aunque escaso, estaba bueno. Lo mejor de este chiringuito es que estabas con los pies en la arena. Aquello era enorme. Me gustaba ir sola al chiringuito. Mucho. Me metía en mi burbuja y disfrutaba de mi vida. Todos los camareros me tuteaban menos uno. Dos eran del pueblo, estaban hartos de verme y otro era de Almería, pero trabajaba desde hacía años en el chiringuito cada temporada. El cuarto era el que me hablaba de usted. “Doña Tana”, sonaba a rancio abolengo. Por más que le dije que bastaba con “Tana”, no paró. “Es mi educación”, me dijo a la tercera que lo intenté. Y lo dejé. Mi vida judicial aceleraba. Tres años de cárcel, diez mil de indemnización y la obligación a no hablar en mi vida de alguien de quien no había pronunciado su nombre. Demasiado complejo para una mente basta como la mía. Pero tenía abogado nuevo, que era un primor, un señor que creía en Dios, se había casado por la iglesia y tenía un hijo bautizado. Conservador. Pero que me dijo que me llevaba el caso porque era un caso lo suficientemente goloso que íbamos a ganar. Y le creí. Con estas, Javier, que así se llamaba el camarero del chiringuito que me llamaba de usted, las noches que iba sola hacía para quedarse hablando dos minutos en mi mesa. Mira que era guapo. De esos guapos que me gustan a mí: grande, ancho, calvo, con barba. No sé por qué me he aficionado a ese modelo y en ese me he quedado. Javier era encantador y me hacía gracia su manera de llevar la bandeja, parecía que ni siquiera estaba sobre sus dedos, pero lo que más me gustaba era como me trataba y lo educado que era. Javier iba ganando puntos. Aquella noche volví sola. Diario en mano y la más firme intención de enterarme a qué hora terminaría Javier. Pedí mis consumiciones, no di nada la plasta y cuando pagué, simplemente, le pregunté. —¿A qué hora sales? Me encantó que saliera a media noche. Porque a media noche ya no hay casi gente por la calle y no tendría que dar muchas explicaciones. Esperé en poyete de la playa, un poco alejada del chiringuito pero lo suficientemente cerca para que todos tuvieran que pasar cerca cuando salieran. Javier se plantó delante de mí. —¿Qué haces aquí? —Pensé que te gustaría que nos tomáramos una. La primera entró deprisa, quizás por los nervios. Pero entró rápida y veloz para animar a la segunda. Yo no acostumbro a beber demasiado, así que no quise seguir con copas. Javier tenía que conducir, tampoco le interesó. La conversación fue deliciosa. Me contó cosas de su hija, a la que no veía desde hacía 9 años porque la madre no quería. Me contó cosas de su familia. Eran gitanos aunque tuvieran la piel clara y él trabajaba en la hostelería desde los 16 años. Yo le conté mi vida, mi divorcio, las maldades de mi ex y su novia y cómo, probablemente, me quedaría sin casa a partir de septiembre. — Qué horror llegar a este punto con tu ex pareja— Contestó cuando le conté todo. — Más que eso, mucho más. Conforme hablábamos más a gusto estábamos. Parecía que Javier y yo nos conocíamos de siempre o que siempre habíamos querido conocernos. Y lo que era evidente era que nos gustábamos. Javier vivía en Las Juaricas, un barrio que está a la entrada del pueblo. Echamos a andar hablando y por inercia, lo acompañé hasta su casa. A él no le extrañó tanto que lo acompañara como que, directamente, se lo soltara. —Oye, Javier, yo estoy en la gloria contigo, así que si alguna noche, cuando salgas, quieres que nos tomemos algo, mándame antes un mensaje para que no me acueste y lo hacemos. — Como hoy. —Como hoy. Me mandas el mensaje y nos vamos conociendo. —Hecho. Allí, en la puerta de su casa nos besamos. El primer beso fue algo muy lúcido y tibio. Simplemente juntamos nuestras bocas y nos dejamos. Nos despedimos con aquel beso sabiendo que solo era el principio y que todo seguiría en cuanto pudiéramos. Y poder, cuando se quiere es pronto. Al día siguiente, a las 6 de la tarde, ya tenía el mensaje para que no me durmiera y lo esperara. En el poyete de la playa estaba cuando salió de trabajar y, directamente, nos dimos la mano y tiramos para el Catrina. No nos dio tiempo ni a tomarnos una. A la media hora estábamos en mi casa. Los besos se sucedían uno tras otro sin descanso. Subimos los dos pisos hasta mi casa entre risas, metiéndonos mano y besándonos. Abría la puerta y, literalmente, me cogió en brazos para llevarme a la cama. Me tumbó y me comió a besos. Yo misma me quité los pantalones cortos y la camiseta, que, al no llevar casi nunca ropa interior me dejaron desnuda sobre la cama. Él se desnudó rápidamente para quedarse en cueros junto a mí. Me acariciaba todo el rato. Sus dedos recorrían mi piel, toda mi piel. Parecía como si supiera por dónde moverse para que yo mi cuerpo fuera enamorándose de él. Cosquillas en las axilas, bajó por mi costado hasta el ombligo, jugó un poco en él, hasta llegar a mi pubis. Nos besábamos sin parar mientras nuestras manos jugaban con el cuerpo del otro, mientras nos olíamos, mientras degustábamos nuestro ser. Javier jugó con mi pubis hasta llegar a la vulva. Yo estaba empapada, esperándolo. Sus dedos fueron aún más virtuosos, delicados, mágicos. Yo gemía de placer envuelta en sus besos. Le agarré la polla con las dos manos para acariciarla. Lo hice despacio, siguiendo el mismo ritmo que había impuesto él, deleitándome en aquella polla pétrea que pedía paso sin imponerse. Sus dedos arrebataron mi clítoris que se hinchó del gusto. Lo guardaba entre dos de sus dedos para repasarlo entero. Tocaba en la punta como si repiqueteara sobre una mesa. Entró por el agujero, empapado, para follarme con sus inmensos dedos… Yo me moría del placer. No podía aguantar más y bajé a comérsela. Él me colocó de tal manera que yo seguía en su radio de acción, de forma que, mientras yo lamía aquella verga erecta, él hacía de las suyas. Me sentía tan bien entre las manos de aquel señor que seguí insitiendo. Metí su polla en mi boca. Lamí desde los huevos hasta el glande, pajeé a aquel caballero con todo el mimo que pude mientras le llenaba la polla de babas y me las comía todas. La polla se hinchaba por momentos amenazando con culminar, pero él respiraba hondo, aguantaba y seguía con sus incursiones en mi coño. Mi excitación iba a más y más. La polla en mi boca me hacía sentirme poderosa. Sus dedos por mi coño me licuaban. Quería más, mucho más. Me puse encima de él aprovechando la erección. Me metí entera. Clavándomela hasta dentro. Fui rápida poniéndolo el condón para que no se le bajara y empecé a follármelo. Él agarró mis caderas y me acompañó en los empujones. Cada vez que entraba la notaba dentro, muy dentro. Parecía que se me iba a salir por la garganta de lo dentro que la sentía. Era una polla pétrea, larga, sublime. Las hincadas hacían explotar mi alma. Gemíamos, decíamos nuestros nombres animándonos a seguir, él marcaba sus dedos en mis caderas moviéndome con ahínco. Más. Más. Más……. Me corrí. No suelo correrme así, pero me corrí con él. Porque estaba encima, porque lo sentía, porque sus manos agarrando mis caderas me excitaban aún más. Me corrí echando la espalda hacia atrás para que su polla estuviera aún más dentro y me quedé parada, en esa postura, dejando que los gemidos apaciguaran. Él dejó que me recompusiera. Cuando caí sobre su pecho, acarició mi pelo y me besó de nuevo. — Quiero seguir— dijo en un susurro. —Yo también— contesté. Javier bajó la cabeza y la metió entre mis piernas. Ahora me tocaba a mí. Abrió las piernas con las manos para que yo no las cerrara y empezó a lamerme. Su lengua era virtuosa. Era capaz de golpear en mi clítoris con fuerza haciendo que se pusiera de punta. La humedad de su saliva, la textura de la lengua por mi coño me derretía. Lamía con delicadeza y fiereza a la vez,como si fuera un bien preciado al que hay que animar para que se ponga en órbita. Su lengua por mi vulva, por mi clítoris… Metió los dedos y ya me quise morir. Sus enormes dedos entraban y salían al tiempo que su lengua lamía y lamía. Una y otra vez. Yo no dejaba de gemir y él no dejaba de decirme cosas bonitas al oído, de esas que se te aturullan y no distingues pero que mesan tu cuerpo y tu mente. Dedos, lengua, dedos lengua…. Ahhhhhhhhhh Volví a correrme. Otra vez. Otra vez volví a correrme. Ël no. Él no se había corrido y yo soy de las que se sienten poderosas cuando se corren. Cogí el lubricante que siempre tengo en mi mesilla, le unté muy bien la polla, me puse a cuatro patas y lo guié, directamente, dentro. Me gusta que me enculen. Y este me gustaba aún más. Su polla entró con dulzura gracias al lubricante. Sentí como ocupaba todo mi interior. Me encantó. Javier fue despacio al principio, como queriendo que mi cuerpo conociera el suyo. Besaba mi espalda, mi cuello, mis hombros mientras su POlla entraba por mi culo y me derretía. Con cuidado, con pasión, con gusto. — Dale, dale— Pude decir en la inmensidad del placer y él le dio, le dio más, más deprisa, más dentro, hasta que se corrió. Su grito fue el mejor regalo para mis oídos. Me sentí la mujer más afortunada del mundo. Javier se dejó caer sobre mí y yo me dejé caer sobre la cama. Permanecimos así unos segundos hasta que se puso a mi lado en la cama y volvió a besarme. — Ha sido precioso, Tana —Sí, lo ha sido. Dormimos abrazados. No tuve el valor de decirle que se fuera,como hago siempre con mis amantes esporádicos. No tuve el valor y tuve la carencia de dormir abrazada, algo que suele ocurrir. A la mañana siguiente tardé en despertar. Cuando lo hice, me di cuenta de que Javier ya no estaba. Debían de ser pasadas las doce de la mañana y mi amante había desaparecido. Me levanté, fui al baño y sonreí al verme desnuda en el espejo porque en mis caderas estaban los vestigios de sus dedos apretándome para que folláramos mejor. Sonreí. Me duché lentamente dejando que el agua influyera en mí. Me sentía tan bien…. Fui a la cocina y allí vi un papel escrito. Siempre tengo libretas por toda la casa, fue fácil encontrar cómo despedirse. “Ha sido una noche preciosa. Recuerda que todas las noches salgo a las doce”, había escrito. Me encantó. Me gustó mucho su despedida y que dejara abierta la puerta para que, si otra noche a las doce quería verlo, supiera cómo hacerlo. Sobra decir que aquel fue “el verano del chiringuito” porque, por supuesto, fueron muchas las noches que a las doce esperé a que saliera Javier. Escucha este episodio completo y accede a todo el contenido exclusivo de Diario de una Amazona (con Celia Blanco @latanace). Descubre antes que nadie los nuevos episodios, y participa en la comunidad exclusiva de oyentes en https://go.ivoox.com/sq/1765797
Detrás de la aparente sofisticación de muchas objeciones a la fe cristiana, lo que hay a menudo es algo tan simple como que esto es un rollo. Digas lo que digas, a la mayoría no le interesa, porque es un aburrimiento. La imagen que Jesús utiliza por eso, más habitualmente para presentar su Reino es la de una gran Fiesta, que no tiene fin. Antes de narrar Marcos la última cena de Jesús con sus discípulos (14:12-25), muestra el contraste entre la extrema declaración de amor de esa mujer que derrama su perfume más preciado sobre la cabeza de Aquel que buscan prender con engaño y matarle, ante el escándalo de los que piensan que se podría haber dado el dinero a los pobres (vv. 1-9). Treinta años después de "El amor después del amor" (1992), el argentino Fito Páez ha vuelto a grabar las canciones de aquel disco, que presenta ahora en conciertos, a la vez que ha publicado sus memorias y Netflix ha hecho una serie sobre ellas. Escuchamos la versión original del descubrimiento del "perfume que lleva al dolor", puesto que "en la esencia de las almas / dice toda religión", que para él es "el amor después del amor". El mundo hispano conoció la canción de Randy Stonehill, "I Love You", en la versión doblada al lenguaje español latino en 1983 de la película de que hizo Billy Graham para conectar con la Revolución por Jesús, "Hora de huir" (1972). Randy la grabó después de que se convirtiera y dejara la droga en la casa de Larry Norman en Hollywood, como parte del álbum que hizo con él, "Nacido dos veces" (1971). La oímos en la versión que hizo Larry al final de su trilogía en "In Another Land" (1976). La traición de Judas (vv. 10-11) nos hace preguntarnos con la canción del músico, escritor y anticuario de Liverpool, Julian Cope, en La Lágrima Estalla (The Teardrop Explodes), si la "Traición, ¿es sólo una historia?" (1980), uno de nuestros muchos cambios en la vida. La película "Silent Night" (2021) lleva el título del famoso cántico de Navidad austriaco, "Noche de Paz", pero la directora británica Camille Griffin nos muestra algo más que una comida festiva, la Última Cena. Ya que este grupo de viejos amigos que se reúne en una idílica casa de campo inglesa se enfrenta al apocalipsis de la destrucción de la humanidad, esa misma noche con supuesta tranquilidad. Escuchamos los diálogos de los personajes que interpretan actores como Mathew Goode o Keira Knightley en la primera media de hora del film, sin revelar lo que ocurre a continuación. José de Segovia comenta la situación y su relación con la Cena del Evangelio, sobre la música de la banda sonora original de Lorne Balfe. John Michael Talbot se crio en una familia metodista de Oklahoma. Tocaba la guitarra con su hermano en un grupo de country-rock desde la adolescencia. Se interesa por la religión nativa americana y el budismo hasta su conversión a Cristo con la Gente de Jesús. Graba dos discos con su hermano Terrry, hasta hacerse franciscano en 1978, que hace un disco sobre "La Cena del Señor" (1979). Tras llegar también a la fe evangélica, el cantante de "La víspera de la destrucción" (1965). Barry McGuire sólo graba temas inspirados por el cristianismo que conoce en 1971 por el evangelista Arthur Blessit, que llevaba una misión entre "hippies" en el bulevar de Sunset y llegó a visitar España con una cruz a cuestas. Una de las más cantadas en iglesias es su "Canción de comunión" (1979), que se conoce también como "Toma este pan". El tema final de nuestra parada en esta Ruta de nuestro viaje por la vida a la luz de los 66 libros de la Biblia es también de un cantautor que ha entrado en el ministerio eclesial, pero anglicano y entre palestinos. José de Segovia le conoció cuando trabajaba con Cliff Richard a finales de los años 70 y organizó un concierto suyo en su antiguo colegio en Madrid. José cuenta en este programa cómo recordará siempre la canción "Qué vivas para bailar sobre tu tumba" (1978), cantada por Garth con veinte mil personas bailando en el culto que dirigió un domingo por la mañana que fue al festival de Greenbelt en el castillo de Ashby (Inglaterra) en 1985 y fue transmitido por la BBC.
Esta semana, en Islas de Robinson, celebramos el nuevo solsticio con un viaje en sesión "náufraga" de latido psicodélico. Se recomienda la escucha con auriculares y mirada hacia dentro. Feliz Verano. Suenan: GOAT - "SOON YOU DIE" ("OH DEATH", 2022)/ HEATHER TROST - "THE DEVIL NEVER SLEEPS" ("DESERT FLOWERS", 2022)/ ABRAXAS - "MAÑANA" ("MONTE CARLO", 2022)/ THE WAEVE - "DROWNING" ("THE WAEVE", 2023)/ ARIMA EDERRA -"AN ORANGE COLORED DAY" ("AN ORANGED COLORED DAY", 2022) / WITCH - "AVALANCHE OF LOVE" ("ZANGO", 2023) / SAULT - "POWER" ("EARTH", 2022) / KARA JACKSON - "FREE" ("WHY DOES THE EARTH GIVE US PEOPLE TO LOVE...", 2023) / MARLENE RIBEIRO - "TOQUEI NO SOL" ("TOQUEI NO SOL", 2023) / TORI - "NORMOSE" ("DESCESE", 2023) / MEG BAIRD - "SHIP CAPTAINS" ("FURLING", 2023) / BOBBIE LOVESONG - "INNER SEA" ("ON THE WIND", 2023) / UNKNOWN MORTAL ORCHESTRA - "NADJA" ("V", 2023) / TORI - "ÁGUA VIVA" ("DESCESE", 2023) / Escuchar audio
Si te gusta lo que escuchas y quieres apoyar esta empresita, ven a ver el programa en directo de lunes a viernes a las 10:30h en Twitch.tv/chiclanafriends
Agradece a este podcast tantas horas de entretenimiento y disfruta de episodios exclusivos como éste. ¡Apóyale en iVoox! T01XE21 - Diario de una Amazona - Un Podcast de Celia Blanco (@Latanace) - La Voz Del episodio debo deciros que para mí es el mejor de todos los que ha hecho. Es el más limpio y, a la vez, más morboso y sexual. Me gustaba su voz. Sí, su voz. Era una de esas voces perfectas, sin maquillaje, sin dudas. De las que entran por el oído para quedársete en la cabeza y, en mi casa, envolvía todo mi cuerpo. Lo conocía de coincidir con él en el autobús para ir a trabajar. Los dos estábamos en la misma televisión y el viaje significaba poder conocerse. Reconozco que su físico ayudaba pero que no era lo importante. Era guapete, sin más. De estos que te hacen gracia pero no sabes por qué. Yo sí lo sabía. A mí lo que me había conquistado había sido su tono de voz. Tuvieron que pasar muchas mañanas hasta que hiciéramos aquel viaje que nos unió. AL principio, solo nos decíamos “buen día” y cada uno se ensimismaba en sus cosas, casi siempre un libro o una revista, lo que hace todo el mundo. Aún no existían las redes sociales y los móviles no daban más que para sms. Pero a nosotros nos mandaron a los dos, a cada uno en nuestro programa, al mismo sitio, por eso cuando coincidimos en el avión camino de Los Ángeles, no nos quedó otra que alegrarnos de la buena suerte. Él iba para hacer un reportaje en el programa en el que estaba. Yo, para lo mismo, pero para informativos. Su Alteza Real el Príncipe de Asturias viajaba a Los Ángeles en uno de sus viajes preparativos para cuando ascendiera a Rey y su simple imagen ya estaba lo suficientemente revalorizada como para que en todos los programas quisieran la noticia. El viaje a Los Ángeles es un suplicio. No hay vuelos directos desde Madrid y se alarga ocupando un día entero. En el avión, nos saludamos y ocupamos nuestros asientos; yo en turista, él en Primera, cosas de la caridad de los productores. Ni nos vimos más que en la sala de espera, donde charlamos un rato y, después, en el autobús que nos llevó a la terminal del aeropuerto. Pero estábamos en el mismo hotel. Un hotelazo de esos de Beverly Hills en el que las habitaciones eran casi más grandes que el estudio en el que yo vivía. El periplo profesional fue de los grandes. Muchos medios de comunicación, al tratarse de un encuentro internacional, yo conexiones en directo con los informativos y él búsqueda fructuosa de novedades y detalles que se nos escaparan al resto. Terminamos agotados todos. Nos cruzamos de vez en cuando en alguno de los puntos de la cobertura, pero de una sonrisa o guiño no pasamos. Cuando terminamos de enviar nuestra respectivas crónicas nos encontramos en el hall del hotel. — Destrozada. Estoy destrozada. — Y yo. Y mañana, otra vez. Van a ser cinco días de espanto. Subíamos ambos en el ascensor cuando se le ocurrió la genial idea: — ¿Por qué no cenamos en la habitación y así no salimos siquiera? A mí me pareció una idea excelente. UN sandwich de esos de súper hotel me vendría de miedo. — Ay, sí. Entonces, nos vemos mañana en el desayuno, ¿no? No. La idea no era esa. La idea era compartir espacio y las habitaciones en las que estábamos tenían esa especie de recibidor de las suites que permite hacer una cena en común. — Te espero en media hora y pedimos.— Dijo cuando llegamos a mi planta y yo salí del ascensor. Me pegué una buena ducha de las largas, eliminando cualquier resquicio de la cobertura, desmaquillándome por completo y terminando con una ducha fría como acostumbro. Me sentí completamente recuperada. Iba a cenar con un compañero de profesión al que conocía, no vi ninguna necesidad de engalanarme para una cena con él y elegí un vestido de algodón de manga corta, muy ajustado en el pecho, con escote de pico y falda por encima de la rodilla. El típico que te pones para ir a casa de tu madre y que le parezca que vas bonita. Por supuesto, no volví a maquillarme. Así, subí hasta su cuarto y, con el pelo aún húmedo, me presenté. Cada uno eligió la cena. Yo uno de esos inmensos sandwiches que solo encuentras en los hoteles más selectos y él una ensalada de pasta con la que podría haber cenado un regimiento. Cuando nos trajeron la comida celebramos la elección porque podíamos compartirla y cenar de vicio. Él se empeñó en elegir una botella de vino blanco para ambos puesto que mi sandwich llevaba salmón ahumado y su ensalada ventresca de atún. Las bromas empezaron comiendo. A mí se me quedó un poco de salsa en la comisura de la boca y él sacó el móvil para hacerme fotos sin decirme que estaba manchada. Cuando las vimos no pudimos más que reír. — ¡Qué pintas! ¡Eres un desgraciado! ¡No voy a poder enseñarlas! __ Claro que puedes. Puedes hasta invertarte que has ligado. Aquello nos hizo soltar una carcajada. Pero fue el inicio de toda una conversación sobre situaciones surrealistas que hubiéramos vivido en nuestras aventuras. — Yo recuerdo el día que me dieron mil euros por. Tres botones de una camisa, en Japón, porque el tipo era fetichista y los botones le recordaban al círculo negro que ponen en las películas porno japonesas. Risas y más risas. No habíamos pedido postre, pero en la habitación había una cafetera, café y detallitos cuquis para hacer deliciosa la estancia, así que yo me encargué de los cafés. Estaba de pie, en la cafetera, introduciendo la cápsula para el primero de ellos cuando él se quedó detrás, muy cerca y me besó en la espalda, cerca del cuello. Sentí un latigazo desde los tobillos hasta mi cabeza. Me encantó. Me dejé hacer como te dejas hacer cuando te gusta lo que sucede. Mi cuerpo se dejó vencer y él siguió. Del cuello fue bajando hasta mi hombro, deslizó con los dedos la hombrera del vestido para que cayera y mi teta derecha quedara al aire. Llevo sujetador muy pocas veces, cosas de tenerlas pequeñas. Él siguió besándome por la espalda, por el cuello, acariciándome la parte trasera de mis brazos. Yo tenía la piel de gallina ante sus caricias. Y, entonces empezó. Empezó a decirme, casi en un murmullo, con su bendita voz toda una ristra de cosas bonitas que a me excitaron una detrás de otra. — Cuando te hablan desde atrás, la voz entra en tu cerebro para quedarse en un rinconcito donde puedas recordarlas. Para que no se te olvide ni el momento ni la persona que se rindió a tus pies y te eligió como diosa. Yo ni me movía. Solo le dejaba hacer. — Si en el sexo, te colocas así y dejas que tu amante se confiese, podrás imaginar mejor todo lo que te hace. Yo, querría tocar tus tetas, acariciarlas, sentir esa piel sin mácula que tienes y hacerte creer cuánto me gustas. Cogí sus manos y las puse sobre mis tetas. Escucharlo y sentir al mismo tiempo era muy excitante. Me acariciaba con cuidado, con gusto, haciendo que no hubiera ni un centímetro de mi piel que no reaccionara. Al tiempo, besaba mi cuello, mi espalda, la parte baja de mi cabello mientras sus manos hacían que mis pezones se pusieran más y más duros. — Tus tetas son perfectas. Pequeñas y duras como las de una deportista. Se pueden esconder en las manos. Puedo dejar de existir si me dejas convertirme en unas manos que solo te quieran. —¡Espera!— Dije yo— Quiero prueba gráfica de esto. Cogí su móvil, le pedí la clave para desbloquearlo y lo coloqué para hacernos una foto. Puse el 10 para remotear la foto y volví a colocarme. A él le dio tiempo que volviera a ponerme cachonda antes de que saltara la foto. Sus manos cogiéndome los dos pechos, su cabeza detrás de mi espalda, lamiéndome el cuello. La foto fue gloriosa. Después de aquello me dio la vuelta para que estuviéramos frente a frente. Nos besamos lentamente, como si quisiéramos que duraran más. Con las manos me bajó las dos hombreras para que el vestido cayera a mis pies mientras yo desabrochaba su camisa y acariciaba su pecho. Tenía un pecho ancho, muy ancho arriba, estrechando conforme llegaba a la cintura. Tenía una línea de vello oscuro en el centro y rodeando los pezones. Yo empecé a lamer uno de sus pezones, mordisqueándolo con los labios mientras con las manos desabrochaba su pantalón. Dejamos que cayeran al suelo y él los apartó con el pie. Estaba empalmado. Muy empalmado. Sobre el calzoncillo acaricié su sexo mientras él hacía lo propio sobre mis bragas. Yo notaba cómo cada vez me excitaba más con aquella liturgia lenta de sexo que sacralizamos. Subía la mano por la cara interna de mis muslos hasta llegar a mi coño y aferrarlo desde abajo, como si fuera un tesoro que protegiera. Enganchó el dedo a uno de los bordes de la braga y me las bajó para tocarme entera. Puso su mano ocultando hasta mi pubis mientras con los dedos acariciaba con cuidado. Yo notaba cómo me derretía, cómo me humedecía, cómo me volvía loca. Lo abrazaba y besaba sin descanso al tiempo que tocaba su perfecto pecho, su polla, su culo, acariciándole la unión de las nalgas, metiendo los dedos para que los sintiera alrededor del ano. Entonces él se arrodilló. Primero abrió mis labios con los dedos con una delicadeza que parecía que descorría levemente las cortinas de mi placer. Metió la cabeza entre las piernas y empezó a lamer. El primer lametón fue casi inocuo, como por encima, el segundo adentró un poco más y el tercero fue de punta a cabo para que sintiera bien su lengua. Yo subí la pierna y la apoyé sobre la mesa del café para dejar que el amigo pudiera incursionar. En esa postura fue fácil. Metía los dedos al tiempo que me lamía. Acompañaba por dentro lo que perpetraba por fuera, haciendo que los dedos, se movieran con gestos curvos hasta acariciar la parte de mi delirio. La lengua cada vez lamía más fuerte. Los dedos cada vez tocaban mejor. YO agarraba su cabeza dejándola hacer sin necesidad de guiarla porque conocía perfectamente el camino a seguir. Lamía, tocaba. Lamía, tocaba. Tocaba, tocaba, tocaba y lamía…. Mi orgasmo fue tan limpio que ni me lo creí. Había sido mucho más rápido de lo que estaba acostumbrada. Yo, que me conozco tan bien, consigo el orgasmo en las duchajas en tres minutos; él sin conocerme de nada, lo consiguió en el mismo tiempo. Cuando me corrí me temblaron las piernas y me dejé caer. Él me cogió en brazos y me llevó hasta la cama. Sobre ella y sin abrirla empezamos a follar. Su polla estaba tan dura que entró con una facilidad pasmosa. Yo estaba empapada entre sus babas y mis flujos. NOs besábamos al tiempo que follábamos y nos tocábamos por todo el cuerpo. Aquello sí que era un buen polvo. De vez en cuando él me besaba el cuello y me decía alguna frase para que me derritiera. — Me gusta tu coño húmedo. Adoro tus tetas pequeñas. Me vuelve loco tu olor a ámbar. Solo quiero follarte… Follarte… Follarte… Yo coloqué mis pies sobre sus hombros, una postura que me vuelve loca. Él entraba hasta el fondo. Cogió los dos pies los juntó, levantó mis piernas y me penetró en un ángulo de 45 grafos perfecto. Aquello me partió en dos… Me hizo volver al paraíso del que no quiero salir cuñado estoy en una cama…. Yo quería comérsela. Quería chuparle la polla a ese tipo de preciosa voz. La cogí con la mano y me la metí entera en la boca. Noté cómo llegaba casi hasta mi campanilla lo que me puso aún más cachonda. Lamí sus huevos, lamí su perineo, me la metí en la boca mientras toqueteaba su ano y todo su miembro. Notaba cómo se hinchaba al máximo mientras él jadeaba soltando alguna que otra frase entre gemido y gemido. — Me gusta esa boca perfecta… Esa que come entero… Me gusta tu lengua en mi polla, mi polla en tu garganta mis huevos llenos de babas… La polla se hinchaba y latigueaba por dentro. El semen se disponía a salir cuando la sacó de mi boca y me puso de espaldas. — Ven, déjame. Prometo cuidarte mucho. De la mesilla cogió un preservativo y se lo puso, untó su miembro con lubricante y empezó a besarme la espalda mientras él mismo se masturbaba para que no se le bajara. Recorrió toda mi espalda hasta llegar al culo donde separó las nalgas y lamió mi ano. Una lametada delicada, de pequeños toques que lo cubrieron entero. Una lametada detrás de otra que hacía que yo me dejara llevar por él. Metió un dedo primero haciendo juego con el lubricante que, cada cierto tiempo, aumentaba. Tenía el culo más que preparado cuando entró. Grité. Grité de placer al tenerlo dentro. Grité aún más cuadno empezó a moverse despacio y con cuidado, haciendo de aquello una delicia. Despacio, despacito, a buen ritmo. Yo quería más, necesitaba más. Me coloqué de tal manera que entrara más cómodamente y se lo pedí: — Dale.. DAle… Por favor, dale. El hombre de la voz más bonita del mundo empezó a darme bien. Cogió mis tetas para obtener la resistencia necesaria que le permitiera encularme. Yo apoyada sobre la cama en perfecta postura animal para permitirle hacerlo todo. Notaba la verga entrando y saliendo con cuidado y mimo por el lubricante y el ritmo, notaba que la sentía tan dentro que pareciera que me saldría por la boca dándome placer en todo el recorrido. Empujaba mientras yo me derretía, empujaba mientras yo apretaba el culo para sentirlo aún más. Empujaba hasta que yo noté que iba a volver a correrme y se lo dije: — Voy a correrme. Voy correrme… Voy a correrme… Ahhhhhh. A mi grito se unió el suyo. Los dos nos corrimos a la vez. Fue un grito magnífico y triunfante de dos personas entregadas al sexo y al placer. Ël se dejó caer sobre mi espalda y yo sobre la cama. Nos quedamos así, callados, algo más de un minuto. Él con la cabeza metida en el ángulo de mi cuello y mi hombro, yo arropándolo con mi mejilla. —Eres la cosa más bonita que me he encontrado en mi vida. Qué suerte habernos conocido mejor. Aquella noche dormimos en su habitación, abrazados y desnudos. A la mañana siguiente nos duchamos juntos y nos acicalamos para seguir con la cobertura que nos había mandado a Los Ángeles. Su Alteza Real visitaría Santa Mónica y ambos tendríamos trabajo. El resto de noches que pasamos en Los Ángeles repetimos nuestro amor. Volvimos en el mismo avión, otra vez en clases diferentes, aunque esta vez, él vino a mi sitio varias veces para traerme prebendas de las que dan en Primera. En un momento del viaje me conminó a que cambiáramos de sitio para que yo pudiera dormir y se lo agradecí mucho. Llegamos a Madrid pletóricos, como dos enamorados que vinieran del viaje de novios. En la parada del taxi nos despedimos. Él cogió el suyo para un barrio alejado del centro, yo otro para el epicentro de la ciudad. NO hablamos si volveríamos a vernos, si quedaríamos, no necesitamos hacer planes porque estábamos pletóricos con lo ocurrido. A la semana siguiente volvimos a coincidir camino del trabajo y, simplemente, hicimos el camino juntos. Dejé de trabajar en aquella televisión poco tiempo después. Una oferta de la competencia me alejó para siempre de los estudios de San Sebastián de los Reyes. Dejamos de vernos y de tener contacto rápidamente. Hasta que un día recibí un mensaje. Era la foto que nos habíamos hecho, con él en mi cuello y sus manos sobre mis senos. “Ojalá repetir”, escribió. “Ojalá pronto”, contesté. Desde entonces, esa foto es la llamada que utilizamos ambos cuando nos echamos de menos. UNa preciosa foto en una hotel de Los Ángeles. Y basta con que nos llegue a uno o a otro para que busquemos hueco y volvamos a querernos. Hay amores que no necesitan más constancia que seguir los parámetros del deseo. Hay aventuras que no terminan nunca. 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Tocaba un episodio de este estilo tras los dos anteriores. Y va de eventos y Japón. Retrobarcelona volverá a mi ciudad este 2023 y estaré presente con un pequeño estand, donde GAIKAN contará con un cierto protagonismo... Pero Retrobarcelona es ante todo un evento de videojuegos retro. Y eso es lo mismo que decir, en gran medida, el país del sol naciente. Habrá múltiples hardwares nipones este fin de semana. 13 y 14 de mayo serán los días donde podréis disfrutar de un montón de arcades, videconsolas, y juegos japoneses. Entre otras muchas cosas... Estaré con mis libros «Pulp Reality», «Retrogaming Tales» y «Viajes en el tiempo low cost». Tendré stock "especial" de mi videojuego «Encuentro no casual» de la Dreamcast. Y además grabaré pódcast... No sé aún de cuál de ellos... ¿De GAIKAN? ¿De Mundo y Micro? ¿De Empezando a escribir? ¿De El pócast de Alfon? ¡Hay donde elegir! Si queréis comprar la entrada todavía podéis aquí: https://www.entrapolis.com/entradas/retrobarcelona-2023 Espero poder veros este fin de semana. ¡Ah! Y recupero en este episodio un fragmento de uno que colgué en Mundo y Micro. Grabado en Japón, en Tottori. Episodio de Mundo y Micro completo: Hoteles cápsula nipones. Me alojo en uno y os cuento la experiencia al completo [JAPÓN] https://go.ivoox.com/rf/104718033 Web de mi pódcast de viajes, Mundo y Micro: https://mundoymicro.blogspot.com Enlaces de todo lo que comento: -Web de Retrobarcelona: https://retrobarcelona.org -Mapa (layout) del evento: https://www.segasaturno.com/portal/iexclvuelve-retrobarcelona-este-2023-vt10435.html?start=7 Arigatooo, como siempre. Músicas CC usadas: -8 Bit Retro Game Level Music Royalty Free Music by Motion Array (no quise registrarme así que sale lo de preview, ja ja) -Playtime de k_jose_: https://modarchive.org/index.php?request=view_by_moduleid&query=187317 https://creativecommons.org/publicdomain/zero/1.0/deed.es -Miyako Japan III by SHW https://youtu.be/1DVjLbzdI-w
Agradece a este podcast tantas horas de entretenimiento y disfruta de episodios exclusivos como éste. ¡Apóyale en iVoox! T01XE19 - Diario de una Amazona - Un Podcast de Celia Blanco (@Latanace) - ¡¡NOS PILLARON!! ¡¡NOS PILLARON!! (de cómo la Policía amargó una follada mítica) La cena era mitad de placer, mitad de trabajo, pero no lo hice aposta. Yo había quedado con un ex amante con el que ya no me acostaba. Nos gustábamos, pero yo no lo deseaba. Sabía que yo lo volvía loco, pero él a mí no. Me encantaba para un rato pero no quería una relación. Y no estaba segura de que él no la quisiera. No era de mucho sentimentalismo. Y yo soy pesada con el tema todo el rato. El caso es que nada más pedir el sashimi y los niguiri alguien habló con voz alta y firme: Era el megaproductor del telediario. El que más sabe de todo eso. Mi ex amante, más educado de lo necesario, lo invitó a cenar con nosotros cuando vio que nos fundíamos en un honesto y sincero abrazo. Lo que zanjó toda posibilidad de que en la cena volviésemos a seducirnos. Estábamos con las risas, con los recuerdos de coberturas periodísticas vividas. Desde Juegos Olímpicos a coronación de su majestad. Ser los mejores en lo suyo. Triunfadores, ambos. Los periodistas somos endogámicos y pesados. De lo que más nos gusta hablar es de nuestro trabajo y de nosotros mismos. Narcisismo, cuando se sale de madre. Orgullo, la mayoría. Hablábamos de lo que más nos gusta salpicado de todo el sexo que mi presencia aporta, cuando vibró mi teléfono. Desde que tomo medicación intento no tener ruidos estridentes en casa. Todo vibra. Todo. Entonces, me llamó. Me llamó el cabrón. Me llamó un productor con el que trabajé hace milenios y al que no dejo de hacerle ojitos en cuanto nos cruzamos. Me llamó el productor de mi vida. Yo no sé ustedes, pero para mí la figura más indispensable es la de productora. Amaré sobre todas las cosas a MH, mi primera productora, recordaré a Jesús y Mónica toda mi vida. Y me alegraré de lo bien que le pueda ir a un buen puñado de conseguidoras. Porque eso es la productora o productor. Quien te consigue todo. — Sé que estás en Madrid. Quiero verte. ¿Dónde? Seguro que muchas otras habrían esquivado la ondonada. Yo no sé. Rogelio es de los que te gustan, por eso mejor lejos. Rogelio es tu amante. El que, en cuanto te ve, lo único que quiere es follarte. Le di las coordenadas exactas. Me moría por verlo. Llegó y acaparó toda la atención. Como siempre. Primero por su físico. Imponente espalda, para variar… Los ingredientes justos para que a mí me gustara y me dejara conquistar cada vez que nos veíamos. Yo soy el caramelito que se toma de vez en cuando y, aunque me ha costado, no necesito más. Claro que me volví loca por él, claro que quise ser su esposa, claro que muero por verlo todos los días pero nos separan 600 km, es un hombre felizmente casado y, así de lejos, soy lo más divertido de su vida. Con verlo cada dos meses me vale. Nos pillamos con ganas. Estaba en Madrid. Mira tú qué suerte. Recién llegado del norte, había comido bien, había hecho ejercicio, habría follado con absoluta seguridad porque este señor folla SEGURO, pero estaba allí, a mi lado. Acompañándome en mi exhibición. Yo, hablando, con un importante productor, un ex amante, estrella de una televisión canadiense… y un amante intermitente de esos que gustan. Y en aquella mesa había tres pedazo de tíos. Educadísimos. De los que puedes hablar de todo porque son feministas, no solo no votan a la derecha. Que machistas de izquierdas, tengo una hermosa lista. El japonés era muy cuqui. Pero no tan bueno como mi favorito, el Musashi, en la calle de las Conchas, El caso es que los caballeros pagaron, yo no, pero no por una cuestión de caballerosidad, sino por una cuestión de principios. Ellos ganan pasta. Yo sobrevivo. Y al salir, el canadiense, me preguntó: Do you want a cup of wine? L live in this street. Lo miré. Lo miré y lo besé en los labios. Quiero a ese hombre, no saben cuánto lo quiero. Desde 2014 sin acostarnos… — No, sorry. Ni al megaproductor de televisión ni a la estrella canadiense les metí mano. Al productor más mindundi de aquella mesa, se la metí en cuanto se sentó a mi lado. Se sentó para eso. Y la tenía dura. El caso es que nos despedimos y dispersamos, cada uno para su refugio, cosa que en mi caso se transformó en agarrar la M-30, ¡Mierda! ¡En obras! Hacia Ciudad Universitaria. Pensé inmediatamente en el parking de Ciencias de la Información. Mítico. Yo solo me enrollé con 3 en la carrera: Luis, Mario, Víctor con quien no follé. Y Rafa, que era mi novio pero no era de la facultad. En mi súper cinco rojo. Hasta sobre eso he follado en ese parking. “Hace años que tiene barreras”. Dijo él. Así que empezó a callejear con la nave espacial, mientras metía su mano derecha en mi braga… Empezó por rodear el clítoris, por intentar meter los dedos pero no poder. — Levanta el culo, repitió en dos ocasiones. Y yo ponía los pies, descalzos, sobre el salpicadero, abriéndome de piernas para que trajinara. Que me tocara. Que me pusiera tan cachonda como para que yo quisiera chupársela mientras conduce. En realidad ya no lo hago. No quiero morir en un accidente y creo que me sale especialmente bien. Metía los dedos. Uno, dos, tres. Hasta el pulgar albergué entre mis labios… Me gusta cómo me toca. Me gusta mucho. Por eso abro las piernas conforme aparece, para que entre. Y sus besos. Sus besos también. Pero conduciendo no puede besarme porque tiene que estar atento a la carretera. Quería llegar donde fuera, pero quería llegar. Parking de los colegios mayores. Nave espacial rodeada de Nissan, Peugeot y utilitarios de universitario. Sobresalía por delante y por detrás en la plaza en la que lo acomodó. Y nos fuimos a los asientos de atrás, él sentado, yo cabalgándolo. Lo follaba yo meciéndome al ritmo que marcaba él con las manos sobre mis caderas. Ahí, ahí, ahí dentro. Mi clítoris se restregaba contra su baja barriga. Seguía tocándome, tocándome entre las piernas, acariciándome el coño, haciendo que yo me derritiera. Tocaba yo misma; estaba empapada, se lo restregaba por el pecho. Oía como chapoteaba… Me gusta este tipo, no lo puedo remediar. Me gusta follar con él. En la postura que estábamos, si hubiera estado con mi ex, me habría destrozado, pero su polla entra sin problema. No puedo evitar pensar en mi vida pasada. Necesito darme cuenta de todo lo que me he librado, de lo bien que me ha venido, de lo bonito que es cuando estoy sola. Y él lo decora alrededor para que no importe que no me la saque por la boca… He de reconocer que aquel hombre, al que llevaba unos cuantos meses follándome, consiguió que no quisiera más polla misiles. El sexo con él era tan divertido que no necesitaba que me partiera en dos, sino que me acompañara. Me hizo reír desde el primer polvo, dándome aquellos besos. No recordaba a nadie que besara tan bien. Qué importantes son los besos, qué bién besa este hombre. Tanto como para que no quiera dejar de hacerlo mientras estoy con él. Y de repente saltó la alarma. MEEEEC MEEEEC MEEEEEC. No era una alarma cualquiera. Aquello parecía la alarma del ZARA. La nave espacial gritaba y se iluminaba como si los extraterrestres hubieran bajado a iluminarnos con su presencia. — ¡La llave! ¿Dónde está la llave? Gritó mi hombre. Y yo solo pude levantarme para que comprobara que no estaba bajo mi culo. Salí del coche desnuda mientras las luces iluminaban mi contorno. Unos tres o cuatro minutos después las llaves aparecieron y callamos al monstruo.. — Qué discreta nave espacial. Casi nadie se da cuenta del raca que tienes. Raca es coche. No recuerdo de dónde viene, pero viví con un malasañero bastante callejero que lo usaba mucho. El dueño de la nave espacial no sabía bien lo que le había dicho; su bendito coche era perfecto para todo lo que él quisiera. Hasta follarme a mí. Seguimos. Volví a ponerme encima y seguí restregándome. Me gustaba por el restregón, pero no estaba tan cachonda como para correrme y me apetecía guarrear. Yo lo que quería era chuparle la polla. Reconozco que me siento poderosa cuando la chupo. Me gusta mucho. Metérmela en la boca, lamerla, saber que le encanta que me quepa entera y que la rodee con la lengua. Que vuelva a metérmela de nuevo. Otra vez. A veces, pienso en el sumiso para quien el sumun del placer es chupar pollas de señores que se le corran encima… Me cae tan bien mi sumiso por reconocerme todo esto… Aprendo más del placer, lo quiero saber todo. Si mis amantes me contaran más cosas de cómo les gusta hacerlo conmigo, yo perfeccionaría todas las técnicas, pero aún no he encontrado amante capaz de seguirme el ritmo de intimidad.. Siempre dejan de mirarme a la cara y cambian de tema. El caso es que yo se la chupaba. Prestando atención a sus gemidos, sabiendo que si me la meto entera le gusta más, si la cupo con gusto lo derrito y le encanta que la amarre y guíe la bocanada… de polla… que tengo. Me gusta chuparte la polla, productor. Me gusta mucho. De repente vi una luz muy diminuta moviéndose mucho… Y unas voces. Yo con la polla de, aquí, mi primo en la boca y unos focos minúsculos iluminándome. — ¡Están dos follando! Era la voz de un hombre que rodeaba la nave espacial enfocando hacia nuestros cuerpos desnudos. —¡Dos follando!— Corroboró el compañero en cuanto apareció. El productor abrió la puerta y preguntó. — Nos vamos, ¿no? — ¡No!— Gritó el policía— Pero cierra el coche, chaval… ¡Creíamos que era un coche robado! Y abandonado junto a los coches de los estudiantes que, desde sus cuartos debieron disfrutar de lo lindo del numerito. Me vieron a mí desnuda, a él, acercarse a la policía… La alarma habría puesto en alerta a toda la chavalería… Y, espero, grabaran el acontecimiento, para poder pasarme las imágenes… Este señor y yo solo somos amantes pero en cuanto nos vemos, nos liamos, nos reímos mucho, nos contamos las epicidades y nos besamos. Nos besamos mucho. No quiero ser nada más porque ya lo soy todo en cuanto estoy con él. Y lo de la exclusividad, discúlpenme, me parece una imbecilidad. Yo quiero que me comparen todo el rato. Escucha este episodio completo y accede a todo el contenido exclusivo de Diario de una Amazona (con Celia Blanco @latanace). Descubre antes que nadie los nuevos episodios, y participa en la comunidad exclusiva de oyentes en https://go.ivoox.com/sq/1765797
Agradece a este podcast tantas horas de entretenimiento y disfruta de episodios exclusivos como éste. ¡Apóyale en iVoox! T01XE14 - Diario de una Amazona - Un Podcast de Celia Blanco (@Latanace) - La vez que me follé a una mujer A mí me gustan las mujeres desde que tengo uso de razón. Cuando era pequeña, me gustaba una niña de mi clase, pero no lo podía decir porque a las niñas nos gustaban los niños. Conforme fui creciendo me fueron gustando otras pero siempre tuve que ocultarlo porque la reacción hubiera sido peor. Tuve que tener más de 40 años y sentirme protegida por mi entorno y mi trabajo para reconocer, frente a unos micros que, además de los señores, me vuelven loca las señoras. Supe que ella era especial desde el primer momento que la vi. Por su discurso, contundente, veraz y crítico. Empezó en mí una admiración real hacia su persona que, con El Paso de los años no se mitigó, sino que se acrecentó. Sabía de ella porque trabajábamos en lo mismo y nuestras agendas profesionales nos situaban en idénticos escenarios, hasta que el estreno de una película nos llevó a las dos hasta París. Y allí todo fue precioso. Las entrevistas con los actores y el director de la película se organizaron en uno de los mejores hoteles de la ciudad. Me hacía gracia asistir a estas citas en las que tú eres, simplemente, una luminaria de toda la vía láctea. Pero te sientes una auténtica estrella. Ella lo era. La conocía de otras citas y, confieso, había buscado por internet todo lo referente a su persona. Es lo bueno de ser periodista, que dejamos rastro. Alta, casi como yo. Grande. Con el gesto serio, la mueca torcida y la ceja en alto. Tengo que reconocer que me vi a mí misma en otro cuerpo. Un cuerpo que no llama la atención más que por lo que abulta. Siempre dijeron que yo soy aparatosa, aquella mujer lo era. Los Yankets son un suplicio. Horas y horas para cuatro minutos de entrevista con cada estrella, con una persona cronómetro en mano controlando el tiempo para que no te pases ni un milímetro. Son, literalmente, un suplicio. Y por ahí pegamos hebra. Me contó que para ella eran insoportables, después de más de diez años haciéndolos y que ni siquiera entrevistar a George Clooney le merecía la pena. Al elegir al actor presupuse, inmediatamente, que era heterosexual y, supongo que por eso, tardé más en darme cuenta de que si ella me había gustado a mí, yo a ella también. Tuvimos que terminar el doloroso parto de entrevistas para empezar a bromear y de las bromas pasamos a querer cenar juntas y de la cena pasamos al turrón. En la cena empecé a darme cuenta de que se confirmaban todas mis sospechas: aquella mujer era un coquito. Sabía de cine, sabía de historia, sabía de ciencia… Me confesó que leía todo lo que caía en sus manos porque siempre sacaba algo nuevo. Y en un ataque de risas por una broma nos quedamos mirándonos la una a la otra y sucedió: Amanda, simplemente me apartó un mechón de la cara y me besó. El beso fue sencillo, cálido, algo que sucedió despacio. Me acarició la mejilla mientras me besaba; yo estaba paralizada de la emoción. Aquella señora me gustaba y me gustaba mucho. Quería estar con ella y me parecía valiente por besarme en público, algo que yo tardaría en hacer muchos años. — Vamos a mi hotel— Dijo. Y yo asentí. Su habitación era parecida a la mía, de las más baratas posibles en el centro de París, solo que en la suya había un hervidor de agua y té. Nos hicimos dos tés de desayuno por hacer algo. Tés que se quedaron helados en la mesa porque en cuanto pegamos el primer sorbo volvimos a besarnos. Pasó sus manos sobre mis pechos por encima de la ropa mientras yo solo acertaba a abrazarla, uno a uno fue desabrochando los botones de mi camisa hasta que la abrió del todo y pude sentir sus dulces manos sobre mi piel. Sabía lo que hacía y yo era una pazguata nerviosa. Sentir las manos de ella sobre mí me excitó muchísimo. Era Amanda, la gran Amanda, la mejor periodista de cine que he conocido en mucho tiempo. La que hacía bromas con los entrevistados y no se limitaba a hacer las preguntas que hacíamos la mayoría. Ella misma se desabrochó la blusa y se quitó la falda. Verla en ropa interior me excitó muchísimo. Llevaba unas bragas negras y un sujetador rosa. Me encantó que no fuera un conjunto, sino que hubiera cogido las prensas que le apetecieron. Ahora sí, yo misma me quité toda la ropa para quedarme como ella. Me guió hasta la cama de la mano donde nos acomodamos y seguimos besándonos. Sus manos parecían reconocerme sin haberme explorado antes, pasando por encima de mis senos y de mi pubis resguardados bajo la ropa interior. Así acercó la boca hasta mi braga y la mordió levemente. “Me gustas mucho” dijo mientras apartaba la tela para sacar su lengua y lamerme. Aquella caricia me partió en dos. Su lengua recorrió mis labios, primero, para, una vez que fueron apartados con sus dedos, centrarse en mi clítoris. Parecía saber que era justo en la punta del iceberg donde más sentía. Metió dos dedos a la vez y haciendo que yo empezara a chorrear. Podíamos escuchar el sonido de mis flujos expandiéndose. Jugó con el pulgar y la lengua por encima del clítoris mientras metía y sacaba los dos dedos en movimientos rápidos y certeros que, simplemente, me embriagaba. Me corrí. Grité tan fuerte que, seguro, me oyó medio hotel. Amanda soltó una carcajada igual de sonora y me abrazó. La besé inmediatamente y empecé a explorarla a ella. Tenía los pechos mcuho más grandes que los míos, con un pezón marcado, oscuro, grande. Lamí aquellas delicias al tiempo que las tocaba, pasé mi mano a su entrepierna para sentir que ella también estaba húmeda. Aquello me animó. Metí los dedos en su agujero, intentando darle el mismo placer que ella me había dado a mí, pero mi inexperiencia era mayor y Amanda, amablemente, me guió con su mano. Manejaba mis dedos mejor que yo, enseñándome el camino. Ella me besaba en el cuello, en la boca, en la cara. Pasaba la lengua entera por mi mejilla hasta alcanzar la boca y perderse en ella. Yo tocaba su sexo, su culo, repasaba toda la carne con la yema de los dedos para perderme en su agujero y notar su humedad. Las dos gemíamos en una sonata de placer que me estaba volviendo loca. “Date la vuelta”, me dijo en un susurro. “Ponte a cuatro patas, por favor”. Me coloqué en esa posición sin dudarlo. Ella empezó a acariciar mis nalgas y a besarlas. Las juntaba para acercar la boca y lamer en el centro de ellas. Tocaba con los dedos despacio, con cuidado, provocándome cosquillas donde nunca imaginé que las tuviera. Sonaba un músico en la calle, un guitarrista cantando temas de Neil Young que nos acompañaba en aquella sesión de sexo lésbico, la primera para mí, que tanto embriagaba. Amanda lamía y besaba mi cuerpo, haciendo que su lengua paseara por lugares por lo que jamás nadie había incursionado. Sentir su lengua en mi ano me encantó. Lo hizo con cuidado, dando por hecho que no estaba acostumbrada. Lo hizo después de lamer mi coño por detrás una y otra vez, haciendo de su lengua una alfombra de placer. Lamía y metía los dedos por mis agujeros. Entonces cogió lubricante de su mesilla y un dildo vibrador. “Déjame follarte, cariño”. No cambié de posición. Apretaba las sábanas de la excitación y pegaba la cara a ellas para poner en mejor disposición mi trasero. Y entonces, entró. Sentí el dildo en mi coño, ocupándolo entero, entrando fácilmente por la eficacia del gel con el que lo había cubierto. Accionó la velocidad más calma, primero, para ir subiendo conforme mis gemidos anunciaban más y más excitación. Al tiempo lamía los labios, el culo, las nalgas. Jamás había sentido tanto placer al tiempo. El sonido sordo del motor vibrador era apagado por mis gemidos, cada vez más ostentosos y volví a correrme. Dejó que me calmara sobre las sábanas para volver a la batalla. Colocamos nuestras piernas de tal manera que nuestros sexos se pegaron y empezamos a restregarnos. Nos besábamos, nos tocábamos las tetas, nos mordíamos el cuello… aquellos frotamiento eran tan placenteros y desconocidos que yo no sabía bien qué hacer pero me dejaba llevar por Amanda que parecía controlarlo todo. Yo deseaba comerme su coño, así que la tumbé en la cama y abrí sus piernas para tenerlo ante mí. Separé los labios y empecé, entreteniéndome en el perineo, el tramo entre el coño y el ano, que parecía la pista perfecta para el aterrizaje de mi lengua. Metí dos dedos para sentirla del todo, para que me sintiera más. Para que le gustara. Ella gemía mientras mesaba mis cabellos en su entrepierna. Yo lamía queriendo beberla entera, prestando atención a cada gesto que ella manifestaba, reteniendo entre mis labios su clítoris, follándola con los dedos, haciendo la mejor de mis coreografías en la que mi lengua y mis dedos actuaban en perfecta sintonía, queriendo que disfrutara. Amanda se corrió tanto como yo. Y cuando lo hizo, abrazó mi cabeza con sus manos entre sus piernas para que descansara. Me quedé unos minutos así. Oliendo su perfume femenino, sintiendo su calor por el placer, mesándome con su respiración entrecortada. Nos abrazamos, desnudas, ella no dejó de darme besos en el cuello hasta que caí dormida. Amanecer en la misma postura, sintiendo su piel pegada a la mía me reconcilió con el mundo. Acababa de tener sexo, por primera vez, con una mujer. Y no una mujer cualquiera. Con una Amanda a la que llevaba siguiendo la pista profesional años. Aquella mañana me alegré muchísimo de haber elegido ser periodista. Escucha este episodio completo y accede a todo el contenido exclusivo de Diario de una Amazona (con Celia Blanco @latanace). Descubre antes que nadie los nuevos episodios, y participa en la comunidad exclusiva de oyentes en https://go.ivoox.com/sq/1765797
Agradece a este podcast tantas horas de entretenimiento y disfruta de episodios exclusivos como éste. ¡Apóyale en iVoox! T01XE11 - Diario de una Amazona - Un Podcast de Celia Blanco (@Latanace) - Me corrí en su mano Tenía un no sé qué que a mí me volvía loca. Debía de ser su envergadura, más de dos metros, debía de ser que jugara al baloncesto, debía de ser lo que fuera que a mí, aquel crítico de cine, me volvía loca. Habíamos coincidido en todos los festivales posibles y en todos nos habíamos hecho ojitos, pero tuvo que ser una película china del año 2000 la que nos hiciera enredar. Yo no tenía ni idea de quién era Won Kar Wai, a mí me sacas de los estrenos famosos y me pierdo, pero él dio por hecho que me encantaría aquella película rodada en Hong Kong donde un periodista y su vecina se enteran de que sus respectivas parejas están liados y solo se tienen el uno al otro para soportar el dolor. Y no duele la infidelidad, resquebrajan las mentidas. Cada vez que sonaba Nat King Cole, el crítico me apretaba la mano o me la acariciaba, dependiendo de los compases. Yo estaba embobada con el color, la música, la relación entre cornudos y la relación que tejíamos nosotros dos. Yo me casaba en unos meses. El verano siguiente. Él acaba de dejar a su última pareja. Vivía en una de las plazas más bonitas de Madrid, en plena Vistillas. Y nos veíamos todas las semanas en los estrenos de cine; yo para un informátivo, él para un gran periódico. Pero fue Wong Kar Wai el que nos lio. La pusieron en los cines Alphaville, una sala en la que había asientos de parejas. Para que nos metiéramos mano. El crítico y yo nos abrazamos nada más sentarnos y nos acariciamos siguiendo la historia de amor de aquellos dos que se contenían todo lo que nosotros nos desbordábamos. Siempre llevo falda. O al menos lo intento. Por muchos motivos, pero entre ellos porque así me meten mano. Y soy de medias, no de panties. Las calzas me vuelven loca y dejo que el enemigo incursione. Pocas cosas me gustan tanto como que me metan mano. Fue eso lo que mantuvo a uno durante años a mi lado. Que con solo rozarme se le ponía dura y no podía dejar de meterme mano. También fue lo que lo delató. Sé perfectamente cuando se enamoró de la otra. Solo le deseo que la sobe tanto como a mí. Y que sean felices.. felices… Felices pero lejos. El caso es que tres meses antes de casarme con el que fue mi primer marido, yo fui a los Alphaville a ver In the Mood for Love, Deseando amar, un peliculón de esos que se te graban. Nunca he vuelto a ver un culo como aquel subiendo unas escaleras. Nunca. Y he tenido árbol de los secretos desde entonces. El crítico era más tímido que yo. Tenía una magnífica verborrea y el conocimiento suficiente de cine como para que me quedara embelesada escuchando. “¿Te puedo masturbar?” Me preguntó la primera vez que pudo hacerlo. Y yo me quedé tan noqueada que contesté que no. Cuando a partir de aquel momento lo único que queríamos era liarnos. Y nos liamos. Pero tuvimos que empezarlo viendo una película tan bonita como para que no la olvidáramos jamás. El asiento para dos fue perfecto para que cupiéramos, a pesar de nuestras dimensiones, 2.03 él, 1'74, yo. Me sentía tan pequeñita entre sus brazos que fue fácil sucumbir. Tenía todo grande, todo… todo. Menos la polla; eso no. Y lo agradecí. Si hubiera tenido la polla en proporción a su fémur no habría entrado por tantos huecos como entró la suya. El crítico era tan bonito que me comparaba con las grandes del cine italiano. “Eres una Ana Magniani entre mis brazos” y aquello le daba el título que quería conmigo. Sonaba Yumeji cuando el crítico empezó a masturbarme, tal y como había pedido semanas antes. Tocaba con los dedos despacio, recreándose, dibujando. Llegaba al clítoris y hacía círculos rápidos, que acompañaba de toques secos… Me encantaba… En la oscuridad de la sala, con los colores ocre de la película, el crítico humedecía sus labios para pasearlos por mi estertor. Yo, que no sé sentir sin gemir, callaba los gritos de placer por que no nos pillaran. Nos conocían en todos los cines. Éramos periodistas que iban a los pases de prensa. Entrevistábamos a las mismas estrellas.. Nos metíamos mano viendo a dos que se contienen ante el deseo. Nosotros no. El crítico chupaba sus dedos antes de metérmelos por los agujeros… Por todos los agujeros… Me corrí en su mano. Se le empapó entera. La lamió mirándome a la cara y diciéndome “bonita” con la mirada. Me gustaba aquel hombre con rasgos de adulto pero intenciones de adolescente en el parque del barrio. Me gustó porque éramos muy parecidos; dos barriobajeros venidos a bien, que habían cambiado el extrarradio por el centro de la ciudad. Él en las Vistillas; yo en el Barrio de Las Letras. Veíamos los partidos de la NBA enredándonos las piernas comiéndonos a la vez el sexo. Me gustaba sentirme tan pequeña con él. Nunca había estado con un hombre tan alto. Nunca parecí insignificante junto a nadie. Yo le gustaba muchísimo, muchísimo. Y yo a él, lo admiraba… El día que fuimos a ver la peli, estaba claro lo que iba a pasar. Lo que no teníamos previsto es que fuera tan evidente hasta dónde podríamos llegar de la mano. Aquella tarde fue una de las primeras. Aún no nos habíamos acostado. Pero Won Kan Wai obligaba a los protagonistas a que desearan amarse y nosotros parecimos aspirarlo. En cuanto salimos quisimos más. Y queríamos que fuera con el recuerdo de aquel amor que nos había tenido sin respiración. Justo enfrente del cine estaba la librería especializada en cine de 8 y medio, con Jesús Robles y María Silveyro, maravillosos alma mater del cine madrileño, español y europeo. En su librería he visto a los más grandes y he presentado mis libros… En su librería he sido feliz. Y espero seguir siéndolo. Queríamos contarles el impacto de la película, era el mejor lugar. El crítico y yo parecíamos una pareja de película francesa, obnubilados con In the mood for love, excitados por nuestra atracción. Fue divertidísimo. Maria y Jesús supieron que estábamos liados inmediatamente y nos dejaron huir en cuanto no pudimos contenernos más. Salimos a Martín de los Heros, cuando aún no estaban puestas las estrellas pero nos dio pie a escenificar el vía crucis de nuestro propio deseo. A los dos pasos yo estaba de rodillas, entre dos coches, bajándole la bragueta para chupársela entera. Me encantaba aquella polla tan clarita, del hombre sin una mácula en la piel. Tenía un desnudo muy infantil, parecía más joven de lo que era, primero por el deporte, después por la piel. Tenía piel de niño pequeño. Siempre me lo pareció. Y la polla, cubierta de vello más claro al que yo estaba acostumbrada… la primera vez que se la chupé se la chupé en la calle del cine. Eso se recuerda para toda la vida, no queda otra. Y pocas cosas me gustan tanto como que me recuerden bonito. Tengo que reconocer que no es el único al que se la he chupado en la calle. Soy muy dada a hincar rodilla como me guste. Y no me importa que sea en la calle Martín de los Heros, Libertad, ventura De la Vega o Zurbano. En todas ellas he rezado al santo padre para que el tipo al que se la chupaba devolviera la querencia comiéndome entera. Me da que al crítico no se la habían chupado en la calle en la vida. Por la impresión que causé. Para mí fue una delicia chupársela hasta que se corrió. A mí me gusta que se corran. Que se corran en mi boca… y a él, me lo demostró esa noche en las Vistillas, lo que más le gustaba era que yo me corriera en la suya. Follábamos por inercia. Era vernos y desearnos. Vernos y besarnos. No podíamos hacerlo en público, yo me casaba en tres meses, todos conocían a mi novio, pero nos escondíamos en el Honky Tonk tentando un poco la suerte de que me pillaran. Yo ya vivía con el que sería mi esposo, así que decía que salía a cualquier cosa y terminaba en las Vistillas. Preparábamos cenas juntos, metiéndonos mano en la encimera. “Pepinillos”, cebollas, harina, cualquier alimento era perfecto para que termináramos metiéndonos mano. Me subía a la encimera y me abría de piernas. Yo, a veces, iba directamente sin bragas a su casa. Y untaba cualquiera de los alimentos que fuera a llevar el b. menú por mi coño para mordisquearlo él. —Sabe mejor, mucho mejor. Me gusta más tu salsa que cualquier mezcla de chef. A mí me encantaba que hiciera eso. Me sentía, de verdad, Ana Magniani. Me quería como si lo fuera. El crítico masturbaba mejor que nadie. Se recreaba. Gustaba de hacerlo despacio para acelerar justo en el clítoris siguiendo el compás de la respiración. Se le notaban los años con pareja fija. Los que mejor follan son los casados enamorados; lo tengo comprobado. Y lamía, lamía muy bien, lamía como si fuera un helado de vainilla y nuez… Me gustaba tanto que me bebiera… era precioso ver una película en su casa y terminar follando al margen de lo que los protagonistas hicieran. Estuvimos liados hasta el mismo día que me casé. Estando yo en la playa, me casé en Almería, resacosa después de una despedida de soltera mítica, me llamó. — ¿Quieres que coja un avión y te rescate, princesa? Me reí. Me encantó que me dijera aquello. Que hiciera una secuencia preciosa para una película romántica. — No… Me voy a casar con él. — Qué pena, Celia. Qué pena. Escucha este episodio completo y accede a todo el contenido exclusivo de Diario de una Amazona (con Celia Blanco @latanace). Descubre antes que nadie los nuevos episodios, y participa en la comunidad exclusiva de oyentes en https://go.ivoox.com/sq/1765797
Ya es oficial: Outlander llegará al final en televisión con la temporada 8. Y como esta noticia hay que comentarla, desahogarse y hacer cábalas sobre cómo acabará la serie cuando aún no ha terminado la saga... Tocaba hacer un nuevo lallypodcast improvisado! ¿Cómo lleváis vosotros la noticia, lallybrochers? ¿Cómo creéis que terminará la serie? ¿Dará tiempo a que se publique el libro 10? DISCLAIMER: Música y fragmentos de la serie propiedad de Sony, Starz y Bear McCreary Este podcast está grabado íntegramente con mi teléfono móvil, siento si hay algo que no suena como debe... ***** Blog: clanlallybroch.wordpress.com Instagram: https://www.instagram.com/clanlallybroch/ Twitter: https://twitter.com/ClanLallybroch
En entrevista con Juan Manuel Jiménez en ausencia de Manuel López San Martín en MVS, Sergio "Checo" Barrera, diputado de Movimiento Ciudadano, habló sobre la reforma a la Ley Federal del Trabajo, mejor conocida como la iniciativa de las vacaciones.
Dios nos muestra su presencia en nuestra vida. 1) Los milagros: La otra vez veía la vida de Tony Meléndez, un ganador, cantante y guitarrista, que tenía una particularidad: no tenía brazos. Tocaba la guitarra con los dedos de sus pies. Lo que me tocó fue una frase que él dijo dentro del reportaje: “cuando viene alguien a decirme que no cree en los milagros, yo lo miro y al verle los brazos le digo: ¡ese es un milagro!” 2) El valor: Creo que es claro, valoramos las cosas cuando no las tenemos, pero recordá que vos para muchos ya eres un milagro. Vos con tu vida sos un milagro. 3) Dios está en lo ordinario: Dios no está en las cosas extraordinarias, sino que aparece en lo ordinario para hacer de tu vida algo extraordinario. Búscalo a Dios en lo cotidiano de tu día, en lo simple, en lo sencillo. Encontrate con Jesús, búscalo y enamórate. Pensá en qué cosas cotidianas aparece Dios en tu vida. Hasta el cielo no paramos. --- Support this podcast: https://anchor.fm/misioneros-digitales-catlicos/support
Retomamos nuestra ya mítica tradición, sin fecha concreta, de los ‘Sin avisarnos a Naide'. Donde, improvisamos buena parte de los comentarios, noticias, secciones o conversaciones del programa. Con Fernando Nieto y Juan Vázquez.
Charlamos con el vitoriano, tras su victoria de ayer en copa frente al Cádiz.
Nos actualizamos con los 3 últimos episodios de La casa de los dragones y nos aventamos nuestros lagrimones.
Juancho, Gerbass y Ruly, de Sidecars, se han acercado al estudio de Onda Madrid para presentarnos su nuevo trabajo ‘Trece', “un puñado de buenas canciones”, que la banda de Alameda de Osuna defenderá en una gira por todo lo alto, Wizink Center incluido el 28 de diciembre, algo a lo que no están acostumbrados, a pesar de su veteranía. “No nos hemos saltado ningún escalón y ahora hemos dado el paso. Nos da mucho vértigo, pero tocaba hacerlo ya”, confiesa Juancho, que, además nos regala un acústico de ‘Caballos salvajes', uno de los temas de su último álbum. Juandy y Madrid, un flechazo musical: "Se respira amor en cada esquina" La pandemia postergó los planes de Sidecars y ahora llega el momento de “dar el salto”. “Estamos totalmente atacados, pero deseando empezar”, asegura Ruly. Merino presentan 'Bomba de humo': “somos poperos de alto voltaje emocional” A pesar de subir un escalón en su carrera, el modelo de éxito de la banda madrileña “no tiene que ver con la fama, sino con poder dedicarnos solo a hacer música: ahí tocamos un techo que no necesitamos ampliar”, aseguran.
Benedetti le dio el gol de la victoria a su equipo en una nueva fecha de la Liga MX.See omnystudio.com/listener for privacy information.
Declaraciones de Guillermo Fernández Romo tras el Tenerife 1-0 Racing
En diálogo con La W, Óscar Darío Pérez, congresista del Centro Democrático, hace un análisis de la reforma tributaria presentada ante el Congreso por el Gobierno del presidente Gustavo Petro.
Tocaba programa fresquito de la versión veraniega de Hablemos de Hockey. En este caso tratamos de no matarnos entre nosotros para clasificar a los gollies activos esta última temporada en la NHL. Ya podéis hacer vuestras críticas, sugerencias o comentarios. Aquí tenéis el enlace para el tiermaker https://tiermaker.com/create/best-gol... Para estar al día de todas las novedades puedes seguirnos en nuestro Twitter @Hablemoshockey o pedirnos entrar en el grupo de Telegram NHL en Español. Además, cada semana tenemos directo en Twitch https://www.twitch.tv/hablemoshockey y el programa disponible en YouTube https://www.youtube.com/channel/UCvyB...
Regresamos con nuevo contenido. En este episodio indagamos un poco en la biografía de Juan Morel Campos sus experiencias como instrumentista, compositor y su historia en el pueblo de Ponce.
Tocaba desmontar el mito de que hablar solo es cosa de locos. Y no, es muy habitual y muy sano. Es más, nos ha apuntado la psicóloga Rosana Pereira, de Haztúa psicología positiva, que hay estudios que concluyen que las personas que hablan solas tienen un coeficiente intelectual más alto. La clave para desmontar este mito han sido las experiencias de los oyentes.
Este episodio se titula: ¡Yo creo que era un karma que te tocaba pagar! ¡Te escuchamos! Síguenos en @mariposahablante. ¡Te esperamos! –––––––––––––––––––––––––––––– Track: Driver — Broke in Summer [Audio Library Release] Music provided by Audio Library Plus Watch: https://youtu.be/Ud32AfKhtAY Free Download / Stream: https://alplus.io/driver –––––––––––––––––––––––––––––– Track: When You Feel Most Alive — Broke in Summer [Audio Library Release] Music provided by Audio Library Plus Watch: https://youtu.be/fyliOSVRtcA Free Download / Stream: https://alplus.io/when-you-feel-most-...
Agradece a este podcast tantas horas de entretenimiento y disfruta de episodios exclusivos como éste. ¡Apóyale en iVoox! ¡Hola, fans*! Aquí os traemos un nuevo Confidencial, con mucho ADN TBP... A raíz de la clasificación del Madrid para la final de la Champions, Juanma y Sergi divagan sobre vasos comunicantes, estilos de juego, el cómo y el qué, identidades y complejos. Tocaba terapia extra 😅 Y en la segunda parte, os contamos cómo está en estos momentos el estado de salud del proyecto de TBP y os explicamos, sin entrar en demasiado detalle, cuáles son las diferentes vías de ingresos que estamos teniendo. Vuestro apoyo es clave ❤️ ¡Esperamos que os guste! 🔵🔴 *Y ya sabes que si quieres escuchar estos contenidos exclusivos, tan sencillo como pulsar 'Apoyar' y desde 1,49€ al mes tendrás acceso a todo lo que publiquemos con la etiqueta azul o hazte iVoox Plus y ten acceso a TODO el contenido de pago de la plataforma: https://www.ivoox.com/plus?affiliate-code=236d35e4316992d5d03c081f654c1e77 Ayúdanos a conocerte mejor respondiendo nuestra Encuesta de 2022 de Team Barça Podcast: https://bit.ly/EncuestaTBP ⚽ Fantasy de TBP: https://bit.ly/FantasyTBP ⚽ Porra de TBP: https://www.kicktipp.es/teambarcapod/ Y uniros a nuestra Comunidad de Discord: https://bit.ly/DiscordTBP --- Twitter: twitter.com/TeamBarcaPod Youtube: youtube.com/c/TeamBarçaPodcast Twitch: twitch.tv/teambarcapod Facebook: facebook.com/teambarcapodcast Medium: teambarcapod.medium.com 📩 teambarcapodcast@gmail.com Música www.jamendo.com Escucha el episodio completo en la app de iVoox, o descubre todo el catálogo de iVoox Originals
Tocaba sentarse a comentar un partido en el que el Real Madrid ha ganado algo más que tres puntos y una victoria clara que, por muy poco, pudo acabar en tragedia por culpa de una desmedida violencia por parte de algunos jugadores mallorquinistas. Analizamos el cómodo pero trabajado triunfo de los de Carletto por 0-3 ante el Mallorca en Son Moix pero del que volvemos a Madrid con tres lesionados (Rodrygo, Mendy y Benzema) que son seria duda para el Clásico. Por último, comentamos las indecentes palabras de Maíllo, el jugador del equipo balear que pudo lesionar gravemente a Rodrygo y que han tenido debida respuesta por nuestro selecto equipo de comentaristas, integrado esta noche por: @DiegoJMontero2 @patergongora @VictorDebate @LosSublimes @alpr97 *Meritocracia Blanca no se hace responsable de las opiniones de sus colaboradores Nos podéis seguir en: Web: https://meritocraciablanca.com/ Twitter/Facebook: @MeritoRMCF Twitch: www.twitch.tv/meritocraciablanca
Aerovía entrevista a Rubén Tapia, piloto español de la compañía Wizzair afectado por la guerra de Ucrania. Escucha la entrevista completa en el capítulo 71 de Aerovía.
El precandidato presidencial recordó algunas anécdotas cuando era niño y vivió en Medellín. “Una vez mi mamá me dijo: pobre Alejandro, toda la vida responsable”. See omnystudio.com/listener for privacy information.
Mole y Moroco te dan su punto de las cosas que puedes encontrar en plazas comerciales piteras, como perritos muertos en una tienda de mascotas, o un señor tocando la pianola en el cine.
Estamos en una de las semanas más importantes del calendario ciclista. La semana del Mundial. Tocaba analizar las pruebas que se están disputando en Yorkshire desde el pasado viernes. Por supuesto, nos paramos a analizar con atención la prueba del domingo, sus favoritos y recorrido. Para cerrar abrimos #ElPinganillo para escuchar vuestras opiniones. Participan Fran Alarcón, Sergio Rodríguez y Albert Rivera. Twitter: @ACDPeloton Instagram: https://www.instagram.com/acdpeloton/ Facebook: https://www.facebook.com/alacoladelpe... Strava: https://www.strava.com/clubs/ACDpeloton Whatsapp: https://bit.ly/2lyQWGS Escucha el episodio completo en la app de iVoox, o descubre todo el catálogo de iVoox Originals
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