Populares programas de 4 minutos que comienzan con una anécdota o historia y terminan con una aplicación moral y espiritual. Se han transmitido de lunes a sábado durante más de 40 años. Actualmente se difunden más de 4 mil veces al día en 30 países en la radio, la televisión y la prensa, y ahora via…
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The Un Mensaje a la Conciencia podcast is truly a blessing. It provides us with the opportunity to hear God speaking to us through these messages, and it is amazing that we have the means to access them. However, I would suggest that they should give more visibility to this podcast on their website. Thank you again and may God bless you.
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Another great aspect of this podcast is the delivery style employed by the hosts. They have a calm and soothing voice that immediately puts you at ease while listening. The pacing is perfect, allowing each message to be fully absorbed without rushing through it. The hosts also incorporate personal anecdotes and experiences which add authenticity and relatability to the messages being conveyed.
On the downside, one aspect that could be improved upon is the visibility of this podcast on their website. Although it exists, it does not seem to be prominently featured or easily accessible for new visitors. Providing more visibility through banners or links on their homepage would definitely attract more listeners who can benefit from these inspiring messages.
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Hace cuatro siglos había en la ciudad de Cartagena de Indias una hechicera llamada Assenet, oriunda de Luruaco, que afirmaba tener el poder de pronosticar el futuro valiéndose de signos celestiales. De los secretos que tenía fama de poseer, el único verdadero era que sacaba sus predicciones de horóscopos publicados en revistas españolas. La consultaban muchas señoras de la sociedad, incluso esposas de virreyes. Sin embargo, a pesar de que acudían a ella de manera clandestina, el Inquisidor Mayor se enteró de la existencia de la bruja y, debido a que consideraba que todas las cosas que ella predecía eran mentiras heréticas inspiradas por el sistema pagano de augurios basados en los planetas, ordenó que le quemaran el brazo derecho a modo de castigo. Un día la bruja, cumpliendo el juramento que hizo de vengarse, mandó llamar con gran reserva a la esposa del Inquisidor con el pretexto de que tenía algo importante que anunciarle. Cuando la mujer, muerta de la curiosidad, fue a verla, Assenet le echó las cartas y le dijo: —Tu esposo tiene una amante. «Las cartas, justamente, eran de la amante del Inquisidor —aclara Daniel Samper Pizano en su obra titulada Lecciones de histeria de Colombia—. En ellas se leían frases de amor de una tal Betty..... »La mujer regresó a casa preguntando a gritos: “¿Dónde está ese sinvergüenza?” —sigue narrando el ingenioso escritor colombiano—. Tan pronto como asomó el Inquisidor, lo levantó a cachetadas. Este juró que todo era mentira y ordenó que la bruja fuese quemada por mendaz. »Esa misma tarde del 31 de octubre de 1648... en la Plaza de los Coches, Assenet fue conducida al pie de una pila de leña. Acusada formalmente de impía, sacrílega, de tener pactos con el diablo y, sobre todo, de mentirosa y embustera, la bruja se defendió así: »—Soy inocente y digo verdad, pues tengo el poder de predecir acertadamente el futuro. Para demostraros que ello es así, vaticino aquí mismo que la Santa Inquisición hará que me quemen en una hoguera que arderá en esta plaza. »Un rumor popular acogió sus palabras. El Inquisidor tragó saliva. Sabía que había quedado metido en un lío. Si ordenaba que quemaran a la bruja, se cumpliría el pronóstico de Assenet y, con ello, quedaría demostrado que la bruja decía verdad y había sido injusto quemarla. Pero si disponía que la liberasen, el pronóstico de la hechicera se volvería automáticamente mentira y, siéndolo, le tocaba a la Inquisición procesarla y quemarla. »El Inquisidor pidió un breve receso para meditar la sentencia.... Cuando fue abolida la represiva institución, el Inquisidor aún no había llegado a una fórmula para salir del [dilema].»1 Si bien la astucia de aquella bruja le salvó la vida temporalmente, la única manera de que se salvara eternamente hubiera sido que dejara de practicar la brujería, que es una de las obras de la naturaleza pecaminosa, y que comenzara a dejar más bien que la guiara el Espíritu de Dios y no el del diablo. Pues Dios sí ha llegado a una fórmula, y su sentencia es que todo el que practique tales obras no formará parte de su reino.2 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Daniel Samper Pizano, Lecciones de histeria de Colombia (Bogotá: El Áncora Editores, 1993), pp. 104-6. 2 Gá 5:19-21
«Llegaban. Desde lejos Martín miró el Caserón con su Mirador allá arriba, resto fantasmal de un mundo que ya no existía. »Entraron, atravesando el jardín, y bordearon la casa.... »Subieron por la escalera de caracol y nuevamente volvió Martín a experimentar el hechizo de aquella terraza en la noche de verano. Todo podía suceder en aquella atmósfera que parecía colocada fuera del tiempo y del espacio. »Entraron al Mirador y Alejandra dijo: »—Sentate en la cama. Ya sabés que acá las sillas son peligrosas. »Mientras Martín se sentaba, ella arrojó su cartera y puso a calentar agua. Luego colocó un disco: los sones dramáticos del bandoneón empezaron a configurar una sombría melodía. »—Oí qué letra: Yo quiero morir conmigo, sin confesión y sin Dios, crucificao en mis penas, como abrazao a un rencor. »Después que tomaron el café salieron a la terraza y se acodaron sobre la balaustrada.... La noche era profunda y cálida. »—Bruno siempre dice que, por desgracia, la vida la hacemos en borrador. Un escritor puede rehacer algo imperfecto o tirarlo a la basura. La vida, no: lo que se ha vivido no hay forma de arreglarlo, ni de limpiarlo, ni de tirarlo. ¿Te das cuenta qué tremendo?»1 En esta primera parte de su novela Sobre héroes y tumbas titulada «El dragón y la princesa», el escritor argentino Ernesto Sábato se vale de su personaje Alejandra para llevarnos a una profunda reflexión sobre la vida humana. Bruno, amigo de Alejandra, tiene razón... en parte. A diferencia de los escritores, que tienen la opción de rehacer lo que no les ha salido bien como si lo hubieran hecho perfectamente desde el principio sin haberse equivocado en momento alguno, nosotros no podemos darnos ese lujo. Tenemos que tragarnos nuestras imperfecciones, ya que la vida no la podemos volver a vivir. En lo que no tiene razón Bruno es que sí hay forma de arreglar, de limpiar y de tirar a la basura todo lo malo de nuestra vida pasada. No es cuestión de hacer caso omiso de nuestras faltas, como si jamás hubiéramos errado, sino todo lo contrario. Podemos arrepentirnos de nuestras faltas y pedirle perdón a Dios por ellas, confiados en lo que afirma el apóstol Juan: que «si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad».2 Pero ¿qué de nuestra vida futura? ¿Acaso no hay forma de mejorar lo que nos falta por vivir? Claro que sí. Con la ayuda de Dios, todos tenemos la opción de cambiar los patrones de conducta que han malogrado nuestra vida. A esa transformación Jesucristo la llama «nacer de nuevo».3 Se trata de permitir que Él nos transforme mediante la renovación de nuestra mente.4 Cuando dejamos que Cristo nos cambie de ese modo, llegamos a ser lo que el apóstol Pablo llama «una nueva creación», y tenemos por qué exclamar, junto con él: «¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!»5 ¿Nos damos cuenta qué tremendo? Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Ernesto Sábato, El dragón y la princesa, Colección Alianza Cien (Madrid: Alianza Editorial, 1995), pp. 81‑82. 2 1Jn 1:9 3 Jn 3:3‑7 4 Ro 12:2 5 2Co 5:17
En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos: «Nunca me casé ni tuve hijos, pero cuido a mis sobrinos como si fueran hijos míos. Las condiciones se dieron porque a sus padres les gusta la vida de fiestas. El uno es alcohólico, y la otra no siente el mínimo cariño por los niños. Ninguno de los dos responde por las necesidades básicas como educación, vivienda y alimentación.... Legalmente siguen siendo los tutores y, cuando quieren aparentar que son buenos padres, se los llevan. »Los niños [se divierten cuando están] con sus padres... pero de pronto ellos me los traen, y desaparecen por varios días.... Eso me frustra... porque deseo salir, viajar y conocer el mundo, pero con esos niños a mi cargo, no puedo, y tampoco podría dejarlos, pues todos me dicen que sería una mala tía si los abandono.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimada amiga: »... Estamos seguros de que usted inicialmente ayudaba porque ama a sus sobrinos y no quería que fueran víctimas de negligencia. Usted es una persona considerada y generosa que deseaba hacer lo que podía para ayudar. Pero con el paso del tiempo parece que los padres comenzaron a tener expectativas de que usted hiciera cada vez más, de modo que ahora se están aprovechando de usted por completo. »La primera carta del apóstol Pablo a Timoteo, su alumno y discípulo, contiene varias pautas en cuanto a cómo los miembros de una familia tienen la responsabilidad de cuidarse mutuamente.1 San Pablo deja en claro que Dios espera que ayudemos a los que están necesitados, comenzando con los miembros de nuestra propia familia. »Sin embargo, San Pablo también enseña que “el que no quiera trabajar, que tampoco coma”.2 Esa es otra manera de decir que los adultos tienen la responsabilidad de trabajar y de proveer para sí mismos. No pueden simplemente optar por ver televisión todo el tiempo y esperar que otras personas compren, preparen y les traigan la comida. En otras palabras, no se espera que los miembros de una familia provean para quienes puedan proveer para sí mismos. »De igual manera, no se espera que las tías provean para los niños cuando los padres mismos de esos niños pueden hacerlo. Tal vez los padres prefieran salir de fiesta y descuidar a sus hijos, pero eso no quiere decir que otro miembro de la familia sea responsable de los niños. »Usted dice que desea viajar, así que haga algunos planes. Haga reservaciones y compre boletos. Luego infórmele a su familia que estará de viaje durante ese tiempo.... »Cuando usted regrese, haga planes con sus amistades. Salga de viaje en fines de semana, forme parte de un equipo deportivo o de un club, y simplemente informe a los padres que usted no estará disponible en esas ocasiones. »Siempre que haga un plan, es muy importante que no permita que nadie la disuada de llevarlo a cabo. El darle la más alta prioridad a sus propias esperanzas y a sus propios deseos no quiere decir que usted sea una mala tía.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo puede leerse con sólo ingresar en el sitio www.conciencia.net y pulsar la pestaña que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 706. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 1Ti 5:3-8 2 2Ts 3:10
Un tripulante era francés; el otro, italiano. El barco era de matrícula yugoslava y el cargamento procedía de Egipto. El mar era el Adriático y la lancha patrullera era de Italia. Y el reflector de la lancha patrullera apuntó al barco, y el francés y el italiano decidieron hundirlo. Llevaban dos toneladas de hachís, en setenta y nueve bolsas plásticas. Los dos hombres se lanzaron al mar, con la esperanza de que el hundimiento borrara toda evidencia. Sin embargo, para su sorpresa, todas las bolsas flotaron. La lancha patrullera los rescató del mar a ellos y a cada una de las bolsas. Fueron condenados por contrabando de drogas. Es algo terrible cuando se comete un delito pensando que pueden borrarse todas las pruebas, y éstas aparecen al poco tiempo brillando como luceros. El asesino queda anonadado; el ladrón queda estupefacto; el estafador queda confundido. ¿Y qué del marido? Hay esposos que piensan que pueden engañar impunemente a su esposa, y quizá lo hagan varias veces sin ser descubiertos. Pero a la postre los delata un cabello rubio en la solapa, o una carta que queda olvidada en un bolsillo, o una factura por joyas que no han sido regalo para la esposa, o una llamada telefónica anónima. Y comienza la tragedia familiar. Un antiguo proverbio español dice: «El diablo hace las ollas, pero no las tapas.» Tarde o temprano, el delito se descubre; la falta se evidencia; el pecado se delata solo. Y entonces vienen la confusión, la vergüenza, el hundimiento del prestigio, la ruina de la felicidad. Antes de que las bolsas de evidencia salgan a flote en la superficie, dejemos de hacer lo malo. Esos votos de amor y de fidelidad que se hicieron ante los testigos, ante el clérigo, ante la novia y ante Dios todavía están vigentes. Además, nadie puede detener el reloj del tiempo, y de aquí a veinte o treinta años será cuando más necesidad habrá del refugio de una compañera que haya sido el deleite de la vida desde el día del matrimonio. No echemos a perder esos últimos años por descuidar los primeros. Ahora es el tiempo de edificar un hogar sólido. Todo matrimonio puede lograrlo. Sólo hay que dedicar algún tiempo del día para hablar los dos con Dios, haciendo de Él el huésped permanente del hogar. Hermano PabloUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net
En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos: « Tengo veintiséis años, y he sostenido una relación de dos años de noviazgo (en secreto) con un hombre once años mayor que yo.... »Mi madre... en su afán de protegerme, no me deja tomar mis decisiones.... Ella no acepta que yo quiera tener novio e independizarme. Mi novio me propuso matrimonio... pero mi madre no acepta que yo me vaya de la casa. Me intimida diciéndome que Dios va a castigarme severamente, que nunca seré feliz.... Hasta ha llegado a agredirme físicamente.... ¿Qué puedo hacer si yo deseo casarme para estar en gracia con Dios, sin tener que hacerlo a escondidas de mi madre?» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimada amiga: »Lamentamos la situación difícil que está afrontando. Su caso es complicado porque en realidad tiene que ver con dos problemas diferentes. Uno es la diferencia de edad entre usted y su novio. Para saber más acerca del tema, le recomendamos que consulte los Casos 184 y 738 en www.conciencia.net y lea el consejo que le dimos a otras mujeres con relación a la diferencia de edades en el noviazgo. »El otro problema que usted afronta es la actitud y el comportamiento de su mamá. Usted quiere honrarla para así cumplir con los Diez Mandamientos, pero ella le ha hecho creer que el honrarla significa hacer todo de la manera como ella piensa que es mejor. Ella hasta ha llegado al extremo de decirle que Dios la castigará a usted por no hacer lo que ella quiere. Y, por si eso fuera poco, la ha agredido físicamente. »Los adultos que agreden físicamente a los demás demuestran que no son capaces de controlarse ni de palabra ni de hecho. La agresión física de su mamá junto con las mentiras que le está diciendo nos llevan a suponer que ella padece de un trastorno de la personalidad o de una enfermedad mental. Sin embargo, no somos psiquiatras, así que no estamos facultados para hacer diagnósticos médicos. »De cualquier manera, su mamá la está engañando.... No es saludable que una mamá trate de hacer que su hija se sienta culpable por querer vivir su propia vida. »Las Sagradas Escrituras enseñan que los hijos adultos que son independientes de sus padres no están obligados a vivir con ellos y ya no están sujetos a ellos. A tales padres se les honra, que quiere decir tratarlos con respeto, durante toda la vida, mientras que se les obedece sólo durante la niñez. »Usted dice que quiere experimentar la gracia de Dios. La gracia se recibe mediante bendiciones de parte de Él que nunca podríamos obtener por nuestros propios esfuerzos.... Así que la animamos a que reconozca que [su Hijo Jesucristo] ya ha pagado por los pecados que usted ha cometido.1 Luego esfuércese al máximo por dejar atrás las palabras erróneas y el comportamiento equivocado de su mamá.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo se puede leer si se ingresa en el sitio www.conciencia.net y se pulsa la pestaña que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 825. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Hch 15:11
«Mi madre, viuda, al verse sin marido y sin amparo, decidió arrimarse a los buenos por ser uno de ellos, y se fue a vivir a la ciudad, alquiló una casita y se puso a cocinar para algunos estudiantes y a lavar ropa de ciertos mozos de caballería del comendador de la Magdalena, así que había razón para visitar las pesebreras. En ésas se relacionó con un negro de ésos que cuidaban las bestias. Unas veces este hombre venía de noche a casa y salía por la mañana. Otras ocasiones tocaba a la puerta con el pretexto de comprar huevos, y entraba en la habitación. En un principio me molestaba su presencia, y le tenía miedo por el color de la piel y mal semblante; pero cuando vi que con sus visitas mejoraba el condumio, fui cobrándole algún afecto, pues siempre traía pan, trozos de carne y, en el invierno, leña con que calentarnos. »De suerte que, sin pausa en la posada ni en las relaciones, mi madre acabó por darme un negrito muy lindo al que yo hacía brincar por darle algún calor. Recuerdo que un día el negro de mi padrastro retozaba con el mozuelo y, viendo que mi madre y yo éramos blancos y él no, se dio a correr con miedo hacia mi madre y, señalando con el dedo, decía: »—¡Madre, coco!... »... Niño todavía, me llamó la atención esa palabra de mi hermanico, y dije para mis adentros: “¡Cuántos habrá en el mundo que, porque no se ven a sí mismos, huyen de los demás!”»1 Este relato del protagonista principal de La vida de Lazarillo de Tormes, que da inicio en España al género de la novela picaresca, nos revela el pensamiento del llamado «pícaro» en aquel entonces. «Del pícaro puede decirse que toma la vida como viene —explica Jaime García Maffla—, que no la juzga pero sí la escruta, aun le da tonalidades especiales al mirarla desde su alma trágica y vacía.» Ese es el caso de Lazarillo. Muerto su padre, su madre tiene relaciones con un morisco cuando Lázaro ya ha cumplido los ocho años. Por conveniencia, Lázaro acepta las visitas del moro como también al hermanito mulato que nace de las tales «relaciones». Luego, como quien escruta sin juzgar, medita en el término «coco» que le oye decir al pequeño, cuando éste descubre que su padre no se parece ni a la madre ni al hermano. El coco era un fantasma con que se asustaba a los niños.2 De ahí que a Lázaro se le prenda la chispa y se pregunte: «¿Así como se asustó el inocentón de mi hermano, será que también los demás les tienen miedo a todos los que no se parecen a ellos? ¿Acaso el racismo se origine en el temor a lo desconocido?» Si bien acertó en su juicio el autor anónimo del Lazarillo a mediados del siglo dieciséis, con mayor razón debemos nosotros acertar en el nuestro en pleno siglo veintiuno. Determinemos que cuanto más diferente sea nuestro prójimo, más nos esforzaremos por llegar a conocerlo. Sigamos el consejo y el ejemplo de Aquel que nos hizo tal como somos: juzguemos a los demás así como queremos que ellos nos juzguen a nosotros, fijándonos en el corazón y no en las apariencias.3 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Lazarillo de Tormes, Anónimo (Bogotá: Editorial Norma, 1994), pp. 12‑13. 2 Ángel del Río y Amelia A. de del Río, Antología general de la literatura española, Tomo 1: Desde los orígenes hasta 1700, ed. corregida y aumentada (New York: Holt, Rinehart and Winston, 1960), p. 338. 3 Mt 7:12; 1S 16:7
En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Desde hace cuatro años me casé con una joven... de manera rápida.... Comenzaron... [los] problemas de incomprensión, y con irregularidad insinuaba con quitarse la vida. Al ser una persona que tiene pocos familiares, y ellos son tan indiferentes, siempre traté de comprenderla y aceptarla. Pero nunca supe por qué [manifestaba] ese comportamiento.... »Ahora tenemos una bebé de dos años, y el problema sigue y no sé qué hacer. [Ella] es una persona que no se valora. Me siento atrapado. No sé si dejarla y perder a mi bebé y sentirme culpable por cualquier cosa que pueda ocurrir.... Me estoy volviendo loco: ¡ayúdenme!» Este es el consejo que le dimos: «Estimado amigo: »Lo felicitamos por comprender y aceptar a su esposa. El hecho de que ella amenace con suicidarse prueba que tiene graves problemas emocionales.... »Cualquiera que amenace con suicidarse necesita un tratamiento médico. Sólo un profesional está capacitado para saber si corre peligro la vida de su esposa. Le recomendamos que haga esa cita con el médico usted mismo y que la acompañe tanto la primera vez como a las consultas posteriores. »También nos preocupa el estado de su hija de dos años. A los niños no se les debe exponer a ese extremo de inestabilidad emocional que usted ha descrito. Así que le recomendamos que consulte al médico acerca de eso. »No creemos que usted deba dejar a su esposa. En los votos que hizo cuando se casó con ella, usted prometió amarla en enfermedad y en salud, y es obvio que ella no está emocionalmente saludable.... »Además, usted tiene también como padre la responsabilidad del bienestar de su hija, y no debiera jamás considerar el dejarla en un ambiente con una madre inestable. No comprendemos cómo es que hay padres que son capaces de abandonar a esos hijos a quienes dicen amar. Usted empleó la expresión “perder a mi bebé”. ¡El dejar a una criatura no es lo mismo que perderla! Más bien, ¡el dejar a su hija, cualquiera que sea la razón, es lo mismo que tomar la decisión de abandonarla! »Usted dice que se siente atrapado. Eso implica que usted cree que no tiene opciones. En realidad, hay muchos pasos positivos que puede dar para mejorar su propia vida así como la de su hija. El médico al que consulte puede recomendarle a un consejero profesional que podrá a su vez ayudarles a usted y a su esposa a afrontar los problemas emocionales de los que ella padece. »¡Estamos de acuerdo en que usted necesita ayuda! ¿Sabía que puede recibir las fuerzas que necesita para afrontar cada día por medio de una relación personal con Dios? Al hablar con Él mediante la oración, Él calmará su corazón.... Le recomendamos que busque a un grupo de personas que también tengan una relación personal con Dios, y comience a reunirse con ellas para estudiar la Biblia. Esos pasos positivos le darán mucha de la ayuda que necesita para seguir adelante. »Concéntrese cada día en dar los pasos recomendados, »Linda y Carlos Rey.» El consejo completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, se puede leer si se pulsa el enlace que dice: «Caso 115» dentro del enlace en www.conciencia.net que dice: «Casos». Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net
¿Cómo era posible que su padre legara a su hermana tan valiosa plaza, pasándolo por alto a él? Ahora no le quedaba más remedio que tomar las medidas necesarias para arrebatársela a ella. Era lo único que le faltaba para enseñorearse de España. Su padre, Fernando el Grande, se arrepentiría de habérsela dado a Urraca. Esos eran los pensamientos que impulsaron al rey Sancho de Castilla a sitiar la ciudad de Zamora. Fernando habría de arrepentirse de sus acciones, porque con ellas desencadenó una serie de eventos que culminarían en la muerte de su hijo. «Teniendo yo Zamora —diría Sancho en Sahagún mientras alistaba sus tropas— bien me podré llamar señor de España.» Pero a los siete meses de asedio lo sorprendió el puñal regicida de Bellido Delfos. Muerto Sancho, Alfonso VI, su otro hermano, acudió en auxilio de doña Urraca, y al fin Zamora se vio libre de amenazas. De este dilatado período de la historia de España procede el dicho: «No se ganó Zamora en una hora.» Con este dicho, «luego venido a refrán —concluye el escritor español Luis Junceda—, se pondera la paciencia que por lo común es preciso gastar en cualquier empeño dificultoso».1 Tanto al rey Sancho de Castilla como a los pobres zamoranos les hubiera servido de mucho tomar a pecho las palabras del rey David, que con el fin de legarnos a nosotros el fruto de su extraordinaria vivencia, compuso poemas acrósticos como el siguiente: Confía en el Señor y haz el bien; establécete en la tierra y mantente fiel. ... Guarda silencio ante el Señor, y espera en él con paciencia; no te irrites ante el éxito de otros, de los que maquinan planes malvados. ... Porque los impíos serán exterminados, pero los que esperan en el Señor heredarán la tierra. Dentro de poco los malvados dejarán de existir; por más que los busques, no los encontrarás. Pero los desposeídos heredarán la tierra y disfrutarán de gran bienestar. ... Apártate del mal y haz el bien, y siempre tendrás dónde vivir. Porque el Señor ama la justicia y no abandona a quienes le son fieles. ... Los malvados acechan a los justos con la intención de matarlos, pero el Señor no los dejará caer en sus manos... Pero tú, espera en el Señor, y vive según su voluntad, que él te exaltará para que heredes la tierra.2 Si vale la pena perseverar para ganarse una corona efímera como la de Zamora, ¡cuánto más no valdrá todo empeño por ganarse una corona eterna como la que se le ofrece a la Iglesia de Esmirna en el Apocalipsis! Más vale que acatemos el consejo que le da el Rey de reyes y Señor de señores, «el Primero y el Último, el que murió y volvió a vivir», de ser fieles hasta la muerte, para así recibir la corona de la vida.3 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Luis Junceda, Del dicho al hecho (Barcelona: Ediciones Obelisco, 1991), p. 186. 2 Sal 37:3-34 (NVI CST) 3 Ap 2:8,10
En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos: «Hace como dos meses y medio conocí a mi novio, y todo era muy lindo. Pero su actitud cambió repentinamente, y desde entonces me ha tratado muy mal. Me dijo que iba a cambiar, pero ahora... me echa la culpa de todo lo que pasa, aun cuando yo considero que no he hecho nada malo. Quiero entenderlo porque lo quiero.... Quisiera que me dieran un consejo de cómo actuar para hacerle entender a él que está procediendo mal.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimada amiga: »Lamentamos lo que le está sucediendo. Sin embargo, usted nos está pidiendo algo imposible.... No hay palabras mágicas, ni estrategias ni fórmulas secretas que consigan que su novio cambie, a menos que y hasta que sea él quien esté pidiendo el consejo. Cada vez que usted le diga que él necesita cambiar, él rechazará la sugerencia y le echará la culpa por no aceptarlo tal como él es. A juicio de él, usted tendrá la culpa de que él no es feliz. »En nuestro cerebro, inconscientemente sostenemos un diálogo con nosotros mismos acerca de todo lo que ocurre. En realidad, algunas cosas simplemente suceden, y nadie tiene la culpa, pero los que tienen una frágil autoestima culpan a los demás antes de que alguien pueda culparlos a ellos. En todo lo que ocurre, determinan si ellos mismos tienen o no tienen la culpa, y no conciben que a veces nadie la tenga. Con frecuencia no están dispuestos a reconocer que la culpa la tienen ellos sino hasta después de un conflicto de monto mayor, y aun cuando eso suceda, no hacen más que sentir lástima de sí mismos. Por consiguiente, alguna otra persona debe tener la culpa de todo lo que les sucede. »Dicen: “Me resbalé y caí; es obvio que alguien dejó algo resbaladizo en el piso.” “Se me olvidó que tenía una reunión importante; alguien me distrajo.” ... “Se me perdió mi teléfono móvil; alguien debió de habérmelo quitado.”... »En sólo diez semanas, usted ha llegado a ser la responsable de todo lo malo que le sucede a su novio. Para él es muy conveniente siempre saber que usted tiene la culpa de todo. Eso a él le está dando buenos resultados, así que no espere que cambie. »¿Recuerda a Adán y Eva, las primeras personas a las que Dios creó? Cuando Dios le preguntó a Adán por qué comió la fruta prohibida, Adán estaba listo con la respuesta. Dijo: “La mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí.”1 Con eso Adán estaba diciendo: “Señor, si tú no me hubieras dado por compañera a esta mujer, yo no habría pecado. En realidad, la culpa la tienes tú, Señor.” »Usted dice que ama a su novio, pero él hace que se sienta infeliz y frustrada en vez de hacer que se sienta feliz y apreciada. Si usted opta por quedarse con él, debe esperar sentirse infeliz y frustrada por el resto de su vida.» Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo se puede leer si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 705. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Gn 3:12 (NVI)
(Antevíspera del Aniversario 101 de La Sonora Matancera) «Parecía como si el cielo me estuviera bendiciendo con tantos premios y reconocimientos que se me dieron. Cada vez que recibía un honor, me preguntaba lo mismo que me pregunté la primera vez que subí al escenario del teatro Olympia en París», declara Celia Cruz en su autobiografía titulada Celia: Mi vida.1 Pero, antes de dar a conocer lo que la famosísima cantante se preguntó en aquella ocasión, ¿por qué no hacemos un breve repaso de los premios y reconocimientos que recibió en el transcurso de su carrera artística? Comencemos con aquellos denominados premios: Premio de Honor del Alcalde de Nueva York por Artes y Cultura; Premio Mujeres Hispanas Triunfadoras del gobernador de Nueva York; Premio Don Quijote del Consejo de la Herencia Hispana en Miami; Premio por Logros en su Trayectoria Artística de parte de la Institución Smithsonian; Premio a la Excelencia de parte de la cadena Univisión y Billboard; Premio Éxito de Vida de la Universidad de Panamá con beca artística en nombre suyo; Premio Gaviota de Plata en el Festival de Viña del Mar, Chile; y por si todos esos premios fueran poco, 3 Premios Grammy y 11 nominaciones más para el Grammy; y 4 Grammys Latino y 3 nominaciones más para el Grammy Latino. Pasemos ahora a los reconocimientos, que constan de medallas, condecoraciones, estrellas, doctorados, nombramientos, membresías, homenajes, honores y logros: Medalla Presidencial de las Artes del presidente Bill Clinton; Medalla de Honor de la presidencia de la República de Colombia; Medalla de Sebastián de Belalcázar en Cali, Colombia; Condecoración Pewter Apple de la Ciudad de Nueva York; Estrella en la Calle Ocho de Miami; Estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood; Doctorado de Honor de la Universidad Internacional de la Florida; Doctorado de Honor de la Universidad de Miami; Doctorado de Honor de la Universidad Yale; calle nombrada Celia Cruz Way en el Festival de la Calle Ocho en Miami; nombre grabado en la pared del Madison Square Garden en Nueva York; Reconocimiento Camino de la Fama del Teatro Jackie Gleason de Artes Escénicas en Miami Beach; Día de Celia Cruz celebrado en Nueva York y en San Francisco, California; reproducción de cera en el Museo de Cera en Hollywood; Salón de la Fama de la Revista Billboard; primera afrolatina en aparecer en una moneda estadounidense; y, para completar, el 3 de marzo de 1987, en Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias, ¡impuso récord mundial con 240 mil personas en un concierto al aire libre!2 Ante semejante lista, lo que se preguntaba Celia era: «¿Cómo hizo una negrita de Santos Suárez [en La Habana] para llegar tan lejos?» A lo que respondía: «Dios es el que hace que todo sea posible. Todo esto ha sido cosa suya, no mía.»3 Ahora bien, si la diva Celia Cruz tuvo en su corazón responder con tal modestia, con mayor razón cada uno de nosotros debe pensar de sí mismo con moderación, como recomienda San Pablo, y reconocer que Dios «brinda su ayuda a los humildes», como afirma Santiago. Pues él luego nos aconseja: «Sean humildes delante del Señor, y Él los premiará.»4 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Celia Cruz con Ana Cristina Reymundo, Celia: Mi vida (New York: HarperCollins, 2004), p. 166. 2 Ibíd., pp. 151,154-59,166-67,176,188,191,205,219; «Artist: Celia Cruz», Grammy Awards [Premios Grammy] En línea 2 agosto 2024; «Artista: Celia Cruz», Latin Grammys [Grammys Latino], Latin Recording Academy [La Academia Latina de la Grabación] En línea 2 agosto 2024; «Celia Cruz y su grito “¡Azúcar!” inmortalizados en una moneda de 25 centavos de dólar», The San Diego Union-Tribune, 24 julio 2023 En línea 2 agosto 2024. 3 Ibíd., pp. 166-67. 4 Ro 12:3 (NVI); Stg 4:6,10 (TLA)
(12 de enero: Aniversario 101 de La Sonora Matancera) «Los últimos días de una vida suelen ser los más dramáticos y desconcertantes. La gente no sólo piensa en la partida final como algo que sella la cronología, sino como algo que [le] permite comprender los múltiples milagros que se manifiestan en el transcurso de una vida. Y así es cuando se trata de Celia Cruz.» Con esa reflexión comienza la escritora mexicana Ana Cristina Reymundo el prólogo a la autobiografía titulada Celia: Mi vida, que es el fruto de más de 500 horas de entrevistas que le hizo a la famosa cantante. «Celia nació en la isla de Cuba, donde la música es tan necesaria como el aire que se respira, pero nada en sus antecedentes vislumbraba su grandeza —continúa Reymundo—. Sin embargo, en el seno de ese hogar, en ese rincón de La Habana de antaño, [se forjó] su destino estelar. Su canto fue su pasaporte al mundo, y con él le llevó al mundo el cariñoso abrazo de su querida Cuba natal.... »... Nuestros caminos se [cruzaron en el año 2002] en Nueva York —cuenta la coautora mexicana—. Para entonces, yo era una escritora con entrevista pautada con la legendaria cantante. Llegó la hora de la entrevista y la Reina de la Salsa no llegaba. La puntualidad es una de las muchas cualidades que distinguen a Celia Cruz.... De repente llegó la diva, acompañada por su esposo —de quien nunca se separaba—, y su representante, Omer Pardillo. “Chica, perdóname por haber llegado tan tarde [—se disculpó—]. Yo sé que tu tiempo es tan valioso como el mío. A pesar de que he tenido un día complicado, decidí mejor llegar tarde que no llegar.” ... »... [Más tarde,] tras un par de cortinas... Omer me [explicó] que Celia estaba enferma... que la demora se debía a una serie de análisis que le habían hecho a Celia ese mismo día, y que a las seis de la mañana del próximo día ingresaría en el hospital... [y] me pidió que orara por ella.... En sólo doce horas Celia estaría en el quirófano, luchando por su vida, lo cual [ninguno de nosotros] hubiera adivinado.... »... Conforme la fui conociendo... [en los momentos en que se despedía de su vida mortal, su corazón] se fue abriendo [ante mí] como los pétalos de una flor... mientras me contaba la historia de su vida.»1 En enero de 2012, el historiador y bloguero mexicano Ramón Carrillo entrevistó a Ana Cristina Reymundo y le preguntó acerca de la experiencia de haber pasado más de 500 horas conociendo a fondo a Celia Cruz. Ella respondió: «Aprendí de [Celia] mucho sobre cómo puede ser de cercana y tierna una vida entre un hombre y una mujer. Aprendí también cómo debe ser un artista de agradecido con su público sin permitir que... le robe su vida interior o personal. Finalmente... pude ver lo que es en verdad [vivir] el momento... presente.... Fue una mujer llena de gracia y sabiduría.»2 Quiera Dios que también nosotros aprendamos de Celia a poner en práctica las enseñanzas de Jesucristo de no preocuparnos por el mañana y de ser agradecidos con quien le debemos gratitud, como también a esforzarnos por seguir el ejemplo que Él nos dejó, desde su niñez, de crecer en gracia y sabiduría.3 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Celia Cruz con Ana Cristina Reymundo, Celia: Mi vida (New York: HarperCollins, 2004), pp. 3-7. 2 Ramón Carrillo, «Ana Cristina Reymundo» Mis Entrevistas, 21 enero 2012 En línea 1 agosto 2024. 3 Mt 6:34; Lc 2:52; 17:11-17
En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: « Soy un joven de veinticuatro años. Hace aproximadamente dos años y medio empecé a seguir a Jesucristo, pero no he podido dejar de pecar. Me siento muy triste porque no quiero ser más una persona inconstante. Me siento deprimido, y no sé qué hacer porque cada vez que peco me siento muy mal. Quiero saber cómo acercarme más a Dios. Quiero ser honesto, ser una persona intachable. No quiero ser más una mala persona.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »... Lo felicitamos por reconocer su pecado y desear ser libre del control que ejerce sobre su vida. Lo cierto es que todos somos tentados y todos pecamos.1 De modo que usted no es muy diferente a los demás.... »La Biblia contiene tantas referencias al pecado que sería imposible citarlas todas. Por eso nos limitaremos a sólo una cita bíblica. Dice así: “Si afirmamos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso y su palabra no está en nosotros.”2 La persona a la que se refiere esta cita es Dios. Así que afirmar que no hemos pecado es lo mismo que llamar mentiroso a Dios.... » Todos los seguidores de Cristo tenemos que confesar a Dios continuamente el pecado que hemos cometido, ya sea en el pensamiento o en la acción.... Sin embargo, hay diferencias notables en los tipos de confesiones que hacen las personas. Nuestras pequeñas nietas están dispuestas a decir rápidamente: “¡Perdón!” aunque no sea sino sólo porque esperan que esa palabra las saque del problema. Si le confesamos algo a Dios de esa manera, con la motivación de salir del problema, es probable que volvamos a pecar porque nuestra confesión no ha sido acompañada de arrepentimiento sincero. »Por el contrario, hay una confesión que sí procede de un arrepentimiento sincero. Cuando Dios ve que estamos genuinamente arrepentidos, no sólo nos perdona sino que también nos acerca más a su presencia. Y cuando disfrutamos de esa relación más estrecha, eso nos impulsa a estar más resueltos a evitar los desvíos que nos llevan hacia el pecado. »Usted ha sido creado a la imagen de Dios, así que el tomar malas decisiones no lo convierte en una mala persona. Si usted piensa que lo es, está negando la eficacia de lo que Dios ya ha hecho en su vida y negando también que Dios lo ha perdonado del pecado cometido en el pasado. El ser seguidor de Cristo significa que la meta es seguirlo activamente, acercándose cada vez más a Él con el paso de los días, las semanas, los meses y los años.» Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo puede leerse con sólo pulsar la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 824. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 1Jn 1:10 2 1Co 10:13; Ro 3:23
Era la noche del 9 de marzo de 1687. Acababan de recogerse en sus lechos los moradores de Santafé de Bogotá. De repente los hizo saltar de la cama un sonido retumbante que salía de las entrañas de la tierra. Cundió el pánico. Volvió a rugir el suelo subterráneo y los santafereños salieron a los patios. Cuando bramó por tercera vez, se volcaron en masa a la calle, lanzando alaridos y suplicándole a Dios misericordia. Tan seguros estaban de que se trataba de la ira divina que buscaron asilo en la iglesia más cercana, rogaron por el perdón de sus pecados y prometieron lealtad incondicional con tal de salir de allí con vida. Los gemidos de los aterrorizados feligreses no hicieron sino provocar el llanto de los niños y los aullidos de los perros. Cuando por fin cesó el estruendo, los espantados habitantes de Santafé volvieron en fúnebre procesión a sus hogares, como cadáveres que se dirigen al féretro, pero no volvieron a descansar en paz. Al contrario, pasaron largos meses en los que cualquier ruido nocturno les ponía los pelos de punta. Si bien fue desmedida la reacción del pueblo, la de su máximo dirigente fue descomedida. A la hora de la verdad, el presidente Don Gil de Cabrera y Dávalos no titubeó en atribuir aquel aparatoso ruido a una temible invasión extranjera que constaba de bombas, obuses y otras piezas de artillería, intensificadas por disparos de arcabuces y mosquetes y el redoble de tambores. Convencido de que iba a librarse una batalla campal, movilizó a la guarnición de la ciudad bajo la luz de las antorchas. Afortunadamente, no hubo que disparar ni un solo proyectil. No fue sino hasta que se había calmado del todo el temor colectivo, que se supo que aquello que los súbditos consideraron la manifestación de la ira de Dios, y el máximo mandatario una aplastante invasión luterana, no era más que el eco de un terremoto cuyo epicentro estuvo en el sur, a gran distancia de la tranquila ciudad colonial de Santafé.1 Este capítulo de la obra Sucedió en una calle, escrita por el cronista colombiano Alfredo Iriarte, nos lleva a reflexionar sobre el origen de las calamidades. Lo cierto es que los fenómenos naturales, como los terremotos, no provienen necesariamente ni de Dios ni del diablo. Más bien, Dios permite que se desaten esas fuerzas naturales —que tienen explicaciones científicas— para que concentremos nuestra atención en las cosas de arriba y no en las de abajo.2 Él sabe que si nos concentramos en la tierra, que es inestable y temporal, no descansaremos en paz ni en ella ni en el cielo eterno que nos ha preparado.3 En cambio, si nos concentramos en el cielo, no tendremos nada que temer, aunque se desmorone la tierra, porque Dios será «nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia.»4 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Alfredo Iriarte, Sucedió en una calle (Bogotá: Editorial Espasa Calpe, 1996), pp. 33-35. 2 Col 3:2 3 Heb 4:9-11; Jn 14:1-3 4 Sal 46:1-3
(Día de los Reyes) Cuenta la historia, a modo de leyenda, que sucedió en las cercanías del Castillo de Montiel, en la Ciudad Real de España, el 23 de marzo de 1369. Dentro de la tienda de campaña del capitán francés Beltrán du Guesclin se encontraron Pedro I el Cruel (también llamado el Justiciero) y su hermanastro Enrique de Trastámara, conocido como el Bastardo. El encuentro entre los dos pretendientes al trono de Castilla culminó cuerpo a cuerpo, trabados en una lucha a muerte. En el curso de la pelea Pedro derribó a Enrique y desenfundó su espada para matarlo, pero en eso intervino Beltrán, que era comandante en jefe de las llamadas Compañías Blancas que servían los intereses de Enrique. Sin más ni más aquel mercenario francés sujetó a don Pedro para que su rival Enrique pudiera apuñalarlo, no sin antes pronunciar las palabras que llegarían a ser famosas: «Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor.» Gracias a la ayuda del francés Beltrán du Guesclin, Enrique de Trastámara degolló a su hermanastro y así llegó a ser nombrado rey con el nombre de Enrique II. La historia habría de recordarlo como «el de las Mercedes» debido a los muchos favores que les concedió a los miembros de su camarilla. De ahí el refrán que dice: «Ni quito ni pongo rey», que se limita a la primera parte de la frase histórica de la que procede. En tono cínico, el dicho se emplea para expresar la necesidad que se tiene para ayudar o favorecer a una persona, cualesquiera que sean el motivo y las consecuencias de tal ayuda.1 Eso mismo pudo haberle dicho al rey Herodes cualquiera de los tres sabios del Oriente, a quienes la tradición llama reyes magos, si hubiera tenido que explicarle sus acciones al malvado monarca después de adorar al Niño Dios. Lo cierto es que los sabios llegaron a Jerusalén y se enteraron en la corte de Herodes de que el futuro rey de los judíos había de nacer en Belén de Judea. Pero los reyes magos no volvieron a Jerusalén para avisarle a Herodes que habían encontrado al niño Jesús, tal como él les había pedido, porque se les había advertido en sueños de que no lo hicieran, sino que regresaran a su tierra por otro camino.2 Cuando Herodes se dio cuenta de lo sucedido, mandó matar a todos los niños menores de dos años en Belén y en sus alrededores, a fin de asegurarse de eliminar al tal aspirante al trono. Pero un ángel del Señor ya se le había aparecido en sueños a José, el padre de Jesús, y le había advertido que debía huir a Egipto porque Herodes iba a buscar al niño para matarlo.3 Fue así como se frustraron los planes del rey de Judea, y se llevaron a cabo los planes del Rey del universo. Los sabios del Oriente ni quitaron ni pusieron rey, pero ayudaron a su señor, el Señor de señores. Tal parece que ellos contemplaron lo que no llegaron a comprender ni Herodes al principio ni Pilato al final de la vida de ese niño: que el reino de aquel rey de los judíos no era de este mundo,4 ya que Jesucristo no había venido al mundo para imponer su voluntad y reinar sobre un trono, sino para reinar en el corazón de todo el que voluntariamente lo coronara rey de su vida. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Gregorio Doval, Del hecho al dicho (Madrid: Ediciones del Prado, 1995), p. 282‑83; Alberto Buitrago Jiménez, Dichos y frases hechas (Madrid: Espasa Calpe, 1997), pp. 269‑70; y Luis Junceda, Del dicho al hecho (Barcelona: Ediciones Obelisco, 1991), pp. 52‑53. 2 Mt 2:1‑12 3 Mt 2:13‑18 4 Jn 18:33‑38
En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Siendo divorciado, me casé con una mujer viuda, con dos hijos que acepté como si fueran míos.... Ella había sido maltratada por su madre y su antiguo esposo, y ese maltrato lo repitió con sus hijos.... También a mí comenzó a tratarme como si yo fuera su tercer hijo, hasta el punto de llegar al maltrato físico y verbal.... »Siempre me amenazaba que se iba a ir de la casa, y lo hizo finalmente llevándose todo.... Se fue junto con sus hijos. »A pesar de todo, la sigo amando.... ¿Qué debo hacer?» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »Muchas personas no están al tanto de casos de mujeres que maltratan al esposo, así que el caso suyo pudiera llevarlas a preguntarse si usted está contándonos acertadamente todo lo que sucedió. Bien pudieran pensar que los hombres siempre son más grandes y más fuertes que las mujeres, o que usted está exagerando la seriedad de lo ocurrido. Sin embargo, para lograr nuestro objetivo vamos a dar por sentado que todo lo que nos está contando es acertado. »Siempre les aconsejamos a quienes nos consultan que tomen medidas para protegerse, sea quien sea la persona que les causa peligro.... El hecho de que ella se fue pudo haberle salvado a usted la vida. »Cuando a un hombre lo maltrata físicamente una mujer, él tiene que esforzarse por practicar el dominio propio. Si contraataca, cualquiera, por lo general, supondrá que él es el agresor. Pero si no se defiende, pudiera sufrir heridas. Si sujeta con fuerza a la mujer a fin de protegerse, bien pudiera causarle moretones que darían la impresión de que él es el agresor. »Cuando yo era niña, vi a mi mamá, que era una mujer pequeña, atacar a mi papá, que era mucho más grande que ella, en ocasiones en que los dos estaban ebrios. Ella se volvía muy agresiva, mientras que él sólo quería dormirse. Los efectos del alcohol anulaban del todo el hecho de que él era mucho más grande y fuerte. Afortunadamente, ella nunca llegó a herirlo de gravedad, pero sí se divorciaron cuando yo tenía diez años. »Usted pregunta qué debe hacer ahora. Basados en los principios bíblicos que sostenemos, preferimos aconsejarle lo que no debe hacer. No suponga que su esposa se ha ido para siempre. Y ni siquiera considere tener relaciones sentimentales con otras mujeres. Recuerde que prometió serle fiel a su esposa, y a no ser o hasta que ella se divorcie de usted, esos votos siguen vigentes. »En vez de rumiar sobre sus propios problemas, entréguele su situación a Dios y pídale que lo guíe en esta nueva etapa de su vida. Permita que su amor divino lo colme y le dé un nuevo propósito en la vida.» Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo se puede leer si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 704. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net
El fin de semana llegó como siempre, alegre y bullicioso, al poblado de Baroda, estado de Gujarat, India. Las prostitutas salieron a ejercer su oficio, y los salones de bailes se llenaron de bailarines. Gujarat es el único estado de la India donde se prohíbe la venta de bebidas alcohólicas. Ese sábado por la tarde 251 personas habían sido hospitalizadas, y de ellas murieron paralizadas cien. Otras veinticinco quedaron ciegas, y el resto gravemente enfermas. ¿Cuál era la causa? Tres irresponsables habían vendido clandestinamente licor hecho en las casas con alcohol metílico, un veneno mortal. El fin de semana dejó de ser alegre para volverse trágico. Los habitantes de Baroda, India, pueblo que ya había tenido tres veces tragedias de esta clase, habían bebido licor hecho con veneno. En realidad, toda bebida alcohólica es veneno. No todas están hechas con alcohol metílico, pero todas tienen su pequeña o gran dosis de tóxico, que va adormeciendo y entorpeciendo la mente, y convirtiendo al bebedor en un individuo de capacidad disminuida. La propaganda comercial de licores puede ser muy elegante, muy bien preparada, realizada por expertos del arte; pero los hospitales, las cárceles, los manicomios y los cementerios cuentan una historia muy distinta. Allí no hay placer ni delicias como las mencionadas por la propaganda, sino vómito, sangre, locura, idiotez y muerte. ¿Somos víctimas del alcohol? No tratemos de ocultar nuestra esclavitud. ¿Podemos pasar una semana sin beber? ¿Lo hemos tratado? Muchas veces lo que decimos poder hacer es una cosa y lo que realmente podemos hacer es otra. Seamos sinceros. ¿Podemos de veras pasar una semana sin beber alcohol? Si la respuesta es negativa, necesitamos ayuda. Hay un grupo llamado Alcohólicos Anónimos que ayuda a las personas esclavizadas por el alcohol. Para reforzar esa ayuda con algo que puede cambiar todo nuestro ser, tenemos que invitar a Cristo a que sea el Rey y Señor de nuestra vida. Hermano PabloUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net
En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos: « Tengo tres años y nueve meses de casada. Mi esposo tiene dos hijas de una relación... [anterior]. La mamá de él le ayudaba con la hija mayor y[, antes de casarnos,] la hija pequeña se la dejó a la mamá de la niña. Pero cuando nos casamos, él se llevó [a la menor] a vivir con nosotros. La niña tenía nueve años. »[Esa hija que vive con nosotros] es mal educada y hace lo que quiere, y él no la corrige. Ya no puedo más con esta situación.... No quiero seguir con el matrimonio.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimada amiga: »Su situación nos entristece mucho. Si antes de casarse nos hubiera contado sus planes, le habríamos dado el mismo consejo que les hemos ofrecido a muchas otras personas. Casarse con alguien que tiene hijos viviendo consigo es como firmar un contrato para realizar el trabajo más difícil del mundo.... »... Es obvio que es mejor para el hijo o la hija que tenga una relación con ambos de sus padres biológicos a no ser que haya abuso o adopción de por medio. Pero la existencia del otro padre o de la otra madre crea una dinámica en la relación que al nuevo cónyuge casi siempre le resultará difícil de manejar. »La mayoría de los niños percibirán que el nuevo cónyuge es un intruso culpable de destruir a su familia biológica. Un hijo o una hija bien puede hacerle la vida imposible al cónyuge a propósito, o hacerlo sin ninguna mala intención. Y el conflicto con frecuencia se torna en una competencia para probar si el padre o la madre ama más al cónyuge o al hijo o a la hija. »Los adultos que tienen madurez saben que el amor sentimental y el amor paterno o materno no son mutuamente excluyentes. Es posible amar al cónyuge plenamente y amar de igual manera al hijo o a la hija. Pero esto no tiene sentido para el hijo o la hija. Cada cual preside en el hogar como un pequeño juez que nunca deja de emitir juicios a su favor. De modo que el nuevo cónyuge siempre tiene todas las de perder. »Los hijos se sienten totalmente justificados cuando tratan mal al cónyuge o cuando se niegan a obedecer las reglas de la casa. Se la pasan diciendo cosas para hacer que el padre o la madre que tiene la custodia se sienta culpable por haberlos puesto en semejante situación, así que, a su vez, esa culpabilidad hace que el padre o la madre no discipline a los hijos como lo haría en otras circunstancias. »No hay ninguna solución fácil. Lo que sí recomendamos es consejería profesional para tratar de salvar el matrimonio. Además, le aconsejamos que cultive una relación personal con Dios. Él puede darle la fortaleza, la perseverancia y la sabiduría que usted necesita.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo puede leerse con sólo ingresar en el sitio www.conciencia.net y pulsar la pestaña que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 823. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net
¿Ha visto a los niños dando vueltas en un carrusel? ¿O ha escuchado a la lluvia salpicando en el andén? ¿Ha seguido el vuelo de las mariposas, o ha contemplado el sol en su ocaso y en su gloria? ¿Por qué no afloja el paso y aminora la marcha? El tiempo es corto, ¿para qué tanta prisa? ¿Se pregunta por qué siempre anda apresurado y por qué nunca escucha respuesta a sus saludos? Y al final del día en la cama acostado, ¿piensa en mil tareas que acabar no ha logrado? ¿Por qué no afloja el paso y aminora la marcha? El tiempo es corto, ¿para qué tanta prisa? ¿Le ha dicho a su hijo: «Lo haremos mañana», sin haber advertido su innegable tristeza? ¿Ha dejado que cese una hermosa amistad por no dedicarle tiempo y cordialidad? ¿Por qué no afloja el paso y aminora la marcha? El tiempo es corto, ¿para qué tanta prisa? Cuando aprieta el paso para llegar más pronto, no es tan divertido como ir poco a poco. Si su vida es tan sólo un constante ajetreo, resulta un buen regalo tirado al basurero. La vida no se debe llevar a toda prisa. Hay que oler el perfume de la flor y la brisa Este poema, traducido y adaptado del inglés, fue compuesto por el psicólogo David Weatherford y publicado originalmente en 1991.1 Lamentablemente se le ha enviado por correo electrónico a millares de personas alrededor del mundo como si fuera de un autor desconocido. Según el mensaje que ha acompañado al poema, así se había de cumplir el último deseo de una niña que estaba muriendo de cáncer. Presuntamente ella había pedido que se le enviara a cuantos fuera posible, para motivarlos a que aprovecharan la vida al máximo, ya que ella no podría hacerlo. Con el transcurso del tiempo, al final del mensaje comenzó a aparecer el nombre y el teléfono de un profesor de una universidad de Nueva York. ¡Cuál no sería la sorpresa de los que llamaron a ese teléfono y escucharon un mensaje grabado que decía: «Si usted está llamando con relación al mensaje por correo electrónico, sepa que es falso y que el nombre del profesor se adjuntó inadvertidamente a dicho mensaje»! La verdad es que, aunque ese mensaje preciso careciera de fundamento, hay miles de niños como la niña del mensaje, inocentes víctimas mortales de un mal que los aflige que, si les fuera posible, harían circular tal poema. Porque a pesar de la mentira, el poema no deja de ser cierto, y hoy más que nunca necesitamos seguir el consejo que nos da. Al fin y al cabo, como dijo Jesucristo, por mucho que nos afanemos no podemos añadir una sola hora al curso de nuestra vida.2 En cambio, si nos afanamos mucho, se hará realidad en nosotros la sentencia del refrán que dice: «Quien de prisa vive, de prisa muere.»3 Por eso más vale que sigamos el consejo del poema, que se resume en este último refrán: «Vete al monte algún buen día, que Dios da de balde su perfumería.»4 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 En línea 25 julio 2008. 2 Mt 6:27 3 Refranero general ideológico español, compilado por Luis Martínez Kleiser (Madrid: Editorial Hernando, 1989), p. 597. 4 Ibíd., p. 570.
Esta sería la última oportunidad, así que había que aprovecharla. Uno de ellos derrochó en una sola parranda corrida los ahorros de varias generaciones de su familia. Otros insultaron a quienes hacía tiempo habían querido ofender, y besaron a quienes por muchos años habían deseado manifestarles su amor. Pero todos acabaron confesándose. Tantos hubo que el sacerdote del pueblo tuvo que atenderlos por orden de prioridad. Primero confesó a las embarazadas, porque contaban por dos, luego a las que acababan de dar a luz, y así sucesivamente. El pobre párroco pasó tres días y tres noches clavado en el confesionario, hasta que cayó desmayado bajo el peso de los pecados de su pueblo. Después de mucho hacerse esperar, llegó la medianoche del último día del siglo diecinueve y la gente se dispuso a bien morir. Nadie dudó de que había llegado el fin del mundo. Sin respirar, con los ojos cerrados y los dientes apretados, todos los habitantes del pueblo de San José de Gracia escucharon, una tras otra, las doce campanadas de la iglesia, convencidos de que la última anunciaría el fin.1 ¿A qué se debió la exagerada actitud de aquellas personas? El historiador uruguayo Eduardo Galeano nos da a entender que era porque creían en la ira de Dios, que se había ido acumulando desde la fundación del mundo. Pero luego comenta que «los habitantes de San José de Gracia continúan en las mismas casas, viviendo o sobreviviendo entre las mismas montañas del centro de México, para desilusión de las beatas, que esperaban el Paraíso, y para alivio de los pecadores, que encuentran que este pueblito no está tan mal, al fin y al cabo, si se compara» con otros.2 Lo triste es que, si comparáramos a nuestros pueblos en la actualidad, concluiríamos que abundan las personas que andan mal porque le temen a Dios sin conocerlo. San Juan afirma que Dios es amor, y que nos ha manifestado ese amor precisamente para que en el día del juicio podamos comparecer ante Él con toda confianza. Y luego nos explica que en el amor no hay temor, sino que el amor de Dios echa fuera el temor. De modo que, para evitar temerle a su castigo, hace falta que nos apropiemos de su amor.3 ¿No será por ese amor que Dios no ha acabado con el mundo pecador de una vez por todas? Después de citar a los que se burlan de Dios alegando que nada ha cambiado desde el principio de la creación, San Pedro nos explica que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. Por lo tanto, no es que Él se esté tardando, sino que tiene paciencia con nosotros, «porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan».4 Más vale que aprovechemos esa paciencia y nos arrepintamos. Mientras haya tiempo, correspondámosle a su amor para que así, venga cuando venga, estemos preparados para el fin del mundo. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Luis González, Pueblo en vilo: microhistoria de San José de Gracia (Zamora, Michoacán: El Colegio de Michoacán, 1995), pp. 100-03. 2 Eduardo Galeano, Memoria del fuego III: El siglo del viento, 5a ed. (Madrid: Siglo XXI Editores, 1987), p. 3. 3 1Jn 4:16-18 4 2P 3:4‑9
En este mensaje tratamos el caso de una mujer que «descargó su conciencia» en nuestro sitio www.conciencia.net. Lo hizo de manera anónima, como pedimos que se haga; así que, a pesar de que nunca se lo había contado a nadie, nos autorizó a que la citáramos, como sigue: «Cuando conocí a mi esposo..., él era un hombre divorciado, por causa de que su esposa anterior le fue infiel. De ese matrimonio nació un niño, que actualmente tiene quince años. Ahora nosotros tenemos... dos niños. »Hemos sido muy felices; sin embargo, a mí me preocupa la situación de mi hijastro.... Recientemente dejó la escuela, y pienso que necesita del amor y de la dirección de su padre. Pero... por más que le pido que lo busque, me dice que ya se [acostumbraron] a estar alejados y que es difícil tratarse. El niño va a la casa de vez en cuando, principalmente cuando [necesita] dinero. Aconséjenme cómo puedo ayudar a que sane esta relación de padre e hijo.» Este es el consejo que le dimos: «Estimada amiga: »Usted es una persona amorosa muy especial, ¡y una verdadera bendición para su esposo! La felicitamos por darle más importancia al bienestar de su hijastro que a los sentimientos que usted misma pueda tener con relación a la madre del muchacho. Lamentablemente, muchas de las mujeres que nos cuentan su caso, si se encontraran en la situación en que está usted, se quejarían acerca del muchacho en lugar de preocuparse por él. En cambio, usted tiene la madurez necesaria como para reconocer que la relación de su esposo con su ex esposa no tiene nada que ver con la relación de él con su hijo. En otras palabras, usted sabe que él puede mantener una relación con su hijo sin que eso ponga en peligro su matrimonio actual. »Usted está siguiendo el ejemplo que nos dio Cristo de preocuparse por los pequeños. Quisiéramos que toda madrastra y todo padrastro siguieran su ejemplo. »Tiene usted razón al creer que el muchacho necesita del amor y del cuidado del padre. A su esposo le resulta más fácil evitarlo que encarar los problemas emocionales evidentes en la vida de su hijo. Por lo general, los hombres pueden justificar el estar ausentes de la vida de sus hijos con un pretexto parecido al que le ha presentado su esposo. Esos hijos crecen con un gran vacío emocional en el corazón.... »Quisiéramos poder ayudarla a convencer a su esposo, pero es difícil convencer a alguien que ni siquiera reconoce que hay un problema. Le recomendamos que haga una búsqueda, en los «Casos» en nuestro sitio en la red conciencia.net, de casos de niños que han sido víctimas de abandono o descuido de parte de sus padres. En esos casos es evidente que los niños han sufrido emocionalmente, y que el sufrimiento a veces dura toda la vida. »¡Nuestro Padre celestial nos ama a todos muchísimo y le interesa nuestro bienestar! Él debe ser nuestro ejemplo de cómo tratar a nuestros propios hijos. Siempre está atento cuando acudimos a Él en oración. Tal vez en ocasiones no nos conceda lo que le pedimos, pero siempre nos dará lo que más nos conviene.1 Y aunque quebrantemos sus reglas vez tras vez, Él nos perdona y nos da una nueva oportunidad cada vez que se lo pedimos. »Le deseamos éxito, »Linda y Carlos Rey.» El consejo completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, se puede leer si se pulsa el enlace en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego el enlace que dice: «Caso 114». Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Ro 8:28
En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos: «Tengo treinta y tres años, soy soltera y vivo con mis papás y una hermana menor.... [Como] soy la única que tiene un ingreso estable... [ayudo con casi todos los gastos de la casa]. El ingreso que reciben mis padres sólo alcanza básicamente para pagar el alquiler. »Hace años solicité un préstamo para solventar una necesidad de la familia, el cual sigo pagando. Les he dado a mis padres ciertos consejos sobre lo que creo que debemos hacer para mejorar nuestra situación, pero ellos no lo creen necesario. ¿Soy mala persona porque en ocasiones no doy más dinero a la casa debido a que quiero salir con mis amigos? ... Si hay una necesidad de veras grande, sí lo doy.... Es que siento que mis padres podrían hacer algo para buscar más ingresos.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimada amiga: »La felicitamos por la manera en que está honrando a sus padres al ayudar con casi todos los gastos de la casa. Usted no dice cuántos años tienen ni por qué carecen de un ingreso estable, pero sí dice que siente que ellos podrían hacer algo para buscar más ingresos. »Lamentablemente en su caso, el mandamiento bíblico de honrar a sus padres no vino con información específica sobre si debiera vivir con ellos, ni cuánto dinero debe aportar para ayudarles.... Eso depende completamente de cada situación en particular. »Al parecer, usted sospecha que está permitiendo que sus padres sean imprudentes e irresponsables en cuanto al trabajo que hacen. Como no conocemos a sus padres, no hay manera de que sepamos si eso es cierto, ya sea del todo o siquiera en parte. Pero, de cualquier manera, no creemos que debiera esperarse que ningún hijo adulto provea recursos económicos para ayudar a padres que bien pueden proveer para sí mismos. »Como usted ya sabe que tiene la responsabilidad de ayudar con parte de los gastos debido a que vive en la casa de ellos, sugerimos que calcule cuánto le costaría vivir de manera independiente, y que esa cifra represente la mínima cantidad de dinero que debe aportar. Luego añada un poco más en señal de honra a sus padres, y el dinero que sobre después de sus otros gastos puede ser el dinero que le queda para diversión y actividades sociales. »Creemos que es importante que usted tenga amistades y disfrute de una vida social, y sabemos que cuesta dinero comer fuera de casa y asistir a actividades sociales. Sin embargo, como ha sido responsable con su trabajo y ha logrado tener un ingreso estable, puede dedicar una parte razonable de su sueldo para cubrir gastos de diversión. »Ojalá que no sean sus padres quienes han hecho que se sienta culpable en cuanto a su vida social. Si bien usted es la hija de ellos, no es una niña.... Para honrar a sus padres debe tratarlos con respeto, pero no tiene la obligación de obedecerles.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo se puede leer si se ingresa en el sitio www.conciencia.net y se pulsa la pestaña que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 703. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net
(Antevíspera del Aniversario de la Muerte de Pelé) No había cumplido aún los dieciséis años cuando debutó en el club Santos del Brasil y marcó su primer gol como profesional. A diferencia de otros jugadores de renombre a escala mundial, permaneció en el mismo club casi toda su carrera, con el que ganó dos Copas Libertadores de América y dos Copas Intercontinentales. Pero sus triunfos más satisfactorios los obtuvo Pelé con su Selección Nacional, con la que conquistó tres títulos mundiales jugando al lado de los gigantes del fútbol brasileño de su época, entre ellos Mario Zagallo, Garrincha, Didí, Vavá y Zito. En sus primeros dos mundiales, Suecia 1958 y Chile 1962, Pelé tuvo la distinción de ser el jugador más joven en llegar a ser campeón y bicampeón del mundo. A lo largo de su carrera fue un prodigioso goleador, marcando 1282 goles en 1366 partidos jugados, 77 de éstos representando a su país: más que ningún otro en la historia de la Seleção brasileira. Con razón a Edson Arantes do Nascimento, «O Rei» Pelé, se le ha considerado indiscutiblemente, durante casi toda su vida profesional, como el mejor jugador de fútbol de la historia. Pelé se despidió del fútbol internacional en el mítico Estadio Azteca en la final de México 1970. Cerrando su participación con broche de oro, tuvo una actuación incomparable contra Italia. En el minuto 18 marcó de cabeza uno de los goles más memorables de todos los mundiales, rematando, raso y potente, un pase letal de Rivelino, que venía con efecto. A la postre, los hábiles cariocas, que de paso se robaron el corazón de los mexicanos, golearon 4 a 1 a la cuasi-infranqueable defensa italiana, y se convirtieron en el primer seleccionado en coronarse campeón en tres copas del mundo. Pelé y sus compañeros del scratch du oro se dieron el lujo de pasear la Copa Jules Rimet por el césped del Azteca, sin imaginarse jamás que lo que no logró ese día la escuadra azzurri, lo conseguiría otro enemigo, años más tarde, en su propia casa. Un contrario desconocido habría de arrebatarle la copa al equipo campeón, robando el codiciado trofeo de la sede de la Confederación Brasileña de Fútbol en Río de Janeiro, de modo que desaparecería por completo. Gracias a Dios, en el campo de juego espiritual, los que somos seguidores de Cristo, cuales trofeos que Él ganó como resultado del juego decisivo en que venció a su archienemigo Satanás, no tenemos que temer que ni el diablo ni ningún otro contrario desconocido algún día pudieran arrebatarnos de nuestro dueño. Porque esa victoria que Cristo obtuvo mediante su muerte y resurrección lo acredita como nuestro pastor, y a los que somos de su rebaño, Él nos asegura que nunca pereceremos, y que, a diferencia de lo que pasó con la Copa en manos de la Confederación Brasileña de Fútbol, nadie jamás podrá arrebatarnos de su mano.1 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Jn 10:10‑14,25‑29; 16:33; Heb 2:14‑17
En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Siempre había esperado que mi futura esposa amara a mis papás, y así fue cuando me comprometí con mi esposa. Pero desde el día de los preparativos de nuestra boda, las cosas se fueron a la deriva. Mis papás tuvieron desacuerdos con mis suegros, por lo que mi esposa comenzó a sentir rencor hacia mis padres... y las cosas fueron de mal en peor el día de la boda.... »Las veces que peleo con mi esposa es por razón de mis padres. Me gustaría honrarlos y apoyarlos de alguna manera, pero mi esposa ha cerrado su corazón para ellos, al punto de que no deja que abracen a mis hijos ni se acerquen a ellos.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »... Muchas mujeres crecen idealizando su futura boda con el hombre de sus sueños. Pero con frecuencia los padres del novio (especialmente la mamá) tienen sus propios sueños para la vida del hijo. No nos sorprende que los desacuerdos en su familia hayan comenzado el día de los preparativos de la boda porque ese fue el momento en que los sueños de su novia chocaron de frente con los de la mamá (y tal vez también con los del padre) de usted. Seguramente discutieron sobre algunos detalles. Y, como era de esperarse, sus suegros defendieron a la hija. »Todos los desacuerdos de ahí en adelante han girado en torno a quién está tratando de proteger los intereses de quién. Los padres de usted quieren protegerlo de una esposa que ellos sin duda piensan que debiera tratarlo mejor. Pero cuando ellos tratan de protegerlo a usted, ofenden a su esposa. Entonces los padres de ella, viendo que ha sido ofendida, tratan de protegerla, y su esposa a su vez trata de proteger a sus hijos y a los padres de ella. Su esposa no necesita protegerlo a usted porque los padres suyos ya lo están protegiendo muy bien. »La Biblia deja en claro que, desde el principio de la creación, Dios previno que esto sucedería. Él puso el instinto materno consciente de que era necesario que las madres protegieran ferozmente a sus hijos. Pero luego le puso un límite de tiempo al decir: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y los dos llegarán a ser uno solo.”1 »El dejar a padre y madre es una acción física, económica y emocional. Significa que el hombre forma una nueva familia junto con su esposa, y que su presencia y lealtad se traspasan de sus padres a su esposa. Él tiene la responsabilidad de honrar a sus padres, y al mismo tiempo dejarles en claro que, de ahí en adelante, su esposa debe tener la prioridad. »Suponemos que usted se encuentra atrapado entre sus padres y su esposa debido a que ha tratado de complacerlos a ambos. No ha “dejado” a sus padres emocionalmente tal como enseña la Biblia. Una vez que lo haga y que haya pasado suficiente tiempo para que su esposa se sienta apoyada emocionalmente por usted, juntos pueden decidir en cuanto al contacto que han de tener con sus padres.» Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo se puede leer si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 822. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Gn 2:24 (NVI)
Cuentan que un hombre recibió de parte de su hermano un automóvil como regalo de Navidad. Cuando salió de su oficina esa Nochebuena, vio que un niño desamparado estaba caminando alrededor del brillante auto nuevo y que lo contemplaba con admiración. —¿Este es su auto, señor? —preguntó el niño. El hombre afirmó con la cabeza. —Mi hermano me lo dio como regalo de Navidad. El niño se quedó asombrado. —¿Quiere decir que su hermano se lo regaló y a usted no le costó nada? A mí sí que me gustaría... —titubeó el niño. El hombre se imaginó lo que iba a decir el niño: que le gustaría tener un hermano así. Pero lo que el muchacho realmente dijo estremeció al hombre de pies a cabeza: —Me gustaría poder ser un hermano así. El hombre miró al muchacho con asombro, y se le ocurrió preguntarle: —¿Te gustaría dar una vuelta en el auto? —¡Claro que sí! ¡Me encantaría! Después de un corto paseo, el niño se volvió y, con los ojos chispeantes, le dijo al hombre: —Señor, ¿sería mucho pedirle que pasáramos frente a mi casa? El hombre sonrió. Creía saber lo que el muchacho quería. Seguramente deseaba mostrarles a sus vecinos que podía llegar a su casa en un gran automóvil. Pero, de nuevo, el hombre estaba equivocado. —¿Se puede detener donde están esos dos escalones? El niño subió corriendo, y al rato el hombre oyó que regresaba, pero no tan rápido como había salido. Era que traía a su hermanito lisiado. Tan pronto como lo acomodó en el primer escalón, le señaló el automóvil. —¿Lo ves? Allí está, tal como te lo dije, allí arriba. Su hermano se lo dio como regalo de Navidad, y a él no le costó ni un centavo. Algún día yo te voy a regalar uno igualito... Entonces podrás ver tú mismo todas las cosas bonitas que hay en los escaparates de Navidad, de las que he estado tratando de contarte. El hombre se bajó del auto y subió al hermanito enfermo al asiento delantero. El hermano mayor, con los ojos radiantes, subió detrás de él, y los tres comenzaron a dar un paseo navideño inolvidable.1 Esa Nochebuena, aquel hombre comprendió el verdadero significado de las palabras del apóstol Pablo, que a su vez recordaba las palabras de nuestro Señor Jesucristo: «Ahora los encomiendo a Dios y al mensaje de su gracia, mensaje que tiene poder para edificarlos y darles herencia entre todos los santificados. No he codiciado ni la plata ni el oro ni la ropa de nadie. Ustedes mismos saben bien que estas manos se han ocupado de mis propias necesidades y de las de mis compañeros. Con mi ejemplo les he mostrado que es preciso trabajar duro para ayudar a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús: “Hay más dicha en dar que en recibir.”»2 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Dan Clark, Soul Food [Alimento para el alma], Vol. 2 (CFI: Springfield, Utah, 2007), pp. 7-8 Online 26 October 2015. 2 Hch 20:32-35
La iglesia era muy antigua; su pastor, muy joven. Había sido una de las iglesias más bellas en su apariencia externa; ahora estaba en decadencia. Pero el pastor y su joven esposa creían que con pintura, con un martillo y con fe podrían restaurarla a su gloria pasada. Así que se pusieron a trabajar. Para colmo de males, una tormenta azotó aquella región, y la iglesia no escapó a su furia. Un enorme pedazo de revoque mojado se desprendió de la pared interior detrás del altar. El pastor y su esposa barrieron el piso, pero no pudieron ocultar la antiestética irregularidad en la pared. —¡Faltan sólo dos días para la Nochebuena! —exclamó la esposa del pastor. Esa tarde la desanimada pareja asistió a una subasta en beneficio de un grupo de jóvenes. El subastador abrió una caja y sacó de allí un hermoso mantel de encaje de oro y de marfil, que tenía cinco metros de largo. Pocos hicieron ofertas por el mantel debido a lo poco práctico y anticuado que era. Pero de pronto el pastor tuvo una idea. Ofreció sólo seis dólares con cincuenta centavos e hizo suyo el magnífico mantel. De vuelta a la iglesia, sujetó el mantel a la pared detrás del altar, logrando así tapar por completo el hueco antiestético. Al mediodía de la Nochebuena, mientras abría la iglesia notó a una mujer pasando frío en el paradero de autobuses, así que alzó la voz y le dijo: —El próximo autobús se demora otros cuarenta minutos, señora. ¿Por qué no entra a la iglesia un rato y aprovecha nuestro sistema de calefacción? La mujer aceptó su atenta invitación y le contó que había viajado desde la ciudad esa mañana a ver si conseguía el puesto de niñera de una familia rica del pueblo, pero no la habían aceptado. Cuando el pastor se levantó para arreglar el mantel en la pared, la mujer clavó los ojos en el fino encaje de oro y de marfil. Luego se acercó y lo frotó con los dedos. —¡Es mío! —exclamó—. ¡Este es mi mantel para banquetes! Y se lo comprobó al asombrado pastor mostrándole sus iniciales bordadas con monograma. —Mi esposo me lo mandó a hacer en Bruselas. ¡No hay otro igual! Dicho esto, la emocionada mujer le contó al pastor que ella era vienesa, que junto con su esposo se había opuesto a los nazis de Alemania y se les había aconsejado que abandonaran el país por separado. Fue así como su esposo la embarcó en un tren que iba para Suiza. Tan pronto como pudiera, él se reuniría con ella... pero jamás volvieron a verse. Posteriormente le informaron que él había muerto en un campo de concentración. El pastor procuró consolarla e insistió en que se llevara el mantel, pero ella rechazó la oferta y se fue. Esa noche, después de la reunión, el relojero del pueblo se le acercó y le dijo extrañado que ese mantel era idéntico a uno que él le había mandado a hacer a su esposa en Viena. Cuando el pastor le contó lo sucedido al mediodía, el hombre exclamó: —¡No lo puedo creer! ¡Mi esposa aún vive! Con la ayuda de la familia rica que había entrevistado a la mujer, lograron ponerse en contacto con ella y salieron de inmediato a su encuentro. Esa noche realmente fue buena, pues fue testigo de un reencuentro extraordinario, tal como lo fue la primera Nochebuena, que presenció el trascendental reencuentro entre Dios y la humanidad perdida. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net
Era la víspera de Navidad. «¿Cómo no pasar con alegría esa fiesta de la intimidad, esa fiesta del corazón, en unión de las personas queridas que iban a quedarse bien pronto abandonadas tal vez para no volverse a ver nunca? »Después de la Navidad estaban la guerra, las montañas, las privaciones, la derrota, tal vez la muerte.... Era preciso celebrar el último banquete de la familia con entusiasmo.... »Clemencia dijo a [Enrique] Flores, a [Fernando] Valle y a sus compañeros: »—La Navidad se celebrará aquí en casa, haremos un gran baile, tendremos una agradable cena, nos alegraremos por última vez con los nuestros, y después, que vengan los franceses y nos degüellen.... »La noche del 24... la casa de Clemencia... era un palacio de hadas. Se iluminaron el patio y los corredores, se pusieron por todas partes gigantescos ramilletes de flores y ramas de árboles cubiertas de heno y de escarcha. Se dio, en fin, a la casa el aspecto tradicional de las fiestas de Nochebuena.... »En el salón se había colocado... el árbol de Navidad, precioso capricho [alemán] no introducido todavía en México, y que es el objeto de la ansiedad de la infancia, de la alegría de la juventud y de la meditación de la vejez en esos países del Norte donde aún se mantiene vivo con el calor del hogar el amor de la familia. »Había sido un capricho de Clemencia poner ese árbol, en cuyas frescas ramas había colocado algunas de sus más queridas alhajas, pañuelos, y pequeños juguetes que habían de repartirse entre sus afortunados amigos, con entero arreglo al estilo alemán: sólo que aquí en vez de niños eran valientes oficiales republicanos los que iban a obtener esos preciosos obsequios, como una muestra de eterno recuerdo. »A la medianoche debía hacerse este reparto, como es [de] costumbre.... »... El reloj dio las doce de la noche, y todo el mundo vino a agruparse en derredor del árbol de Navidad. »Comenzóse la rifa. Cada uno sacó su número, y Clemencia fue distribuyendo la alhaja o el juguete que correspondía a aquel número. »Llegó su turno a Fernando. Sacó el número 13.... Clemencia bajó de una rama del árbol un lindo pañuelo de batista que tenía este número. »—Valle —dijo la joven alargando el pañuelo a Fernando—, Isabel y yo hemos bordado juntas este pañuelo... por esto debe serle a usted doblemente querido. »—Lo guardaré como una reliquia sagrada —respondió Fernando. »—Y cuando reciba usted alguna herida, empápelo usted en sangre generosa; esa será la mejor manera de honrarlo. »—Yo lo prometo —murmuró Fernando.1 Esa «sangre generosa» que a la postre derramó Fernando Valle en la clásica novela romántica Clemencia, escrita por el autor mexicano Ignacio Manuel Altamirano, nos recuerda la sangre que a la postre derramó el Niño Dios. Porque así como Fernando murió voluntariamente en lugar de su amigo Enrique, también Jesucristo, Dios hecho hombre, murió en nuestro lugar. Aquel cuyo cumpleaños celebramos cada Navidad murió por cada uno de nosotros. Y no hay sangre alguna en este mundo más generosa que esa.2 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Ignacio Manuel Altamirano, Clemencia (Bogotá: Editorial Norma, 1990), pp. 119-22. 2 Jn 15:13
En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Hace ya más de ocho años que viví una unión libre con una mujer... Me separé de ella y volví con mi esposa, pero fui tan miserable que dejé embarazada a esa otra mujer.... Y hace más de cuatro años la mujer murió de muerte repentina.... Ahora reconozco que, aparte de que soy un miserable, no merezco vivir. Hasta he contemplado el suicidio como una opción.... »Hoy mi hija que es fruto de ese amor está viviendo con su abuela y, a pesar de que inicié unas acciones legales para tenerla a mi lado, decidí quizá renunciar a ella. Tengo demasiada vergüenza con sus familiares.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »[Comprendemos] que usted reconoce que no hay manera alguna de volver atrás y enmendar sus errores, y que debido a eso ha contemplado el suicidio. [Por eso le] parece más fácil morir que vivir consciente de lo que... ha hecho. »¿Ha oído hablar del apóstol llamado Judas Iscariote? Él era uno de los seguidores más cercanos de Jesucristo antes de traicionarlo. Cuando Judas reflexionó sobre lo que había hecho, se suicidó. No tuvo suficiente valor para volver a verse con los otros apóstoles, así que optó por la vía de escape más fácil. »Cuando Cristo murió en la cruz, Él pagó el castigo por todos los pecados, no apenas por los pecados más pequeños o más socialmente aceptables. Sin embargo, para que seamos perdonados tenemos no sólo que lamentar haber cometido esos pecados y pedirle perdón a Dios nuestro Padre, sino también demostrar ese arrepentimiento viviendo de una manera diferente en el futuro. Si esperamos que Dios perdone nuestro pasado, tenemos que estar dispuestos a aprender y seguir sus enseñanzas.... »Su hija nunca podrá tener una relación con la mamá, y ahora usted quiere negarle que tenga una relación con usted también. Siendo una niña pequeña, tal vez parezca que no lo echa de menos a usted, pero a medida que crezca ella se preguntará cada vez más qué mal hizo para que perdiera a la mamá y también al papá. »En vez de tratar de obtener la custodia legal, le recomendamos que primero comience a aportar ayuda económica mensual a la abuela para contribuir a sufragar los gastos de la niña. Luego asegúrese de que el nombre suyo aparece en el certificado de nacimiento de ella. Si no aparece, entonces haga lo necesario para probar que usted es el padre biológico a fin de que se enmiende esa falta. »El siguiente paso es pedir que se le permita visitarla bajo supervisión.... Si la abuela no lo permite, entonces será necesario pedirle a un juez que le conceda tales visitas. De cualquier manera, le recomendamos que consulte a un abogado a fin de que lo ayude.» Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo puede leerse con sólo pulsar la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 702. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net
Un profesor de psicología les dio a sus estudiantes un examen de asociación de palabras. Les dijo que escribieran lo primero que les viniera a la mente tan pronto como él dijera cada palabra. Por ejemplo, si decía «conversación», podían escribir «teléfono» o «diálogo». Una de las palabras de ese día causó diversas reacciones y asociaciones sumamente interesantes. La palabra era «Navidad». Estas fueron algunas de las palabras que asociaron con la Navidad: cohetes, fiesta, lechón asado, baile, licor, regalos, árbol y luces. Entre todas las asociaciones no hubo ninguna referencia a Jesucristo, ni siquiera a su nacimiento. La verdad es que muy poco de lo que hacemos hoy día se asocia con lo espiritual. Muy pocas de nuestras actividades tienen alguna relación con lo divino. Muy pocos de nuestros pensamientos abordan lo religioso. Hablamos con vehemencia en contra del materialismo. Nos sorprendemos cuando alguien afirma que es ateo. Nos enojamos cuando alguna persona ridiculiza las cosas religiosas. Y sin embargo guardamos muy poca relación con lo espiritual. Claro que de cuando en cuando vamos a la iglesia, quizás una vez al mes o hasta una vez a la semana. Pero muchas veces lo hacemos para salir de una exigencia social. Desde luego que buscamos a Dios en los momentos de tragedia, pero esto también viene a ser un acto de último recurso, cuando no nos queda otra esperanza en la vida. Mientras tenemos buena salud y disfrutamos de popularidad, mientras nuestros amigos nos acogen y todo nos va bien, no buscamos seriamente a Dios. Así que aquellas asociaciones con la palabra «Navidad» revelan algo que se expresa en todas las facetas de nuestra vida. Si aquel profesor les hubiera dicho la palabra que pusimos como ejemplo, «conversación», habría escogido una de las palabras que más debiéramos asociar con la Navidad. Porque a los ojos de Dios, lejos de representar cohetes, fiestas, lechón asado, baile, licor, regalos, árbol y luces, la Navidad fue el principio de un nuevo diálogo que entabló Él con nosotros. Esa primera Nochebuena, Dios el Padre, mediante el nacimiento de su Hijo Jesucristo, reparó la línea de comunicación con nosotros que se había cortado a fin de que pudiéramos restablecer con Él la comunión que habíamos perdido. De modo que ahora todos podemos tener comunión íntima y constante con Dios. Él está esperando que respondamos a la llamada celestial que nos hizo por medio de su Hijo. Pues es mediante esa conversación que restablecemos la conexión y mostramos que comprendemos el verdadero sentido de la Navidad. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net
En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos: «Tuve una relación abierta con un hombre divorciado.... Estuve saliendo con él durante dos años, pero debido a que la relación no se formalizó, decidí terminarla. El hombre siguió con otras mujeres... [y luego] volvió a buscarme; pero ante mi negativa, decidió tomarme contra mi voluntad... [e] intentó matarme.... »Desde entonces, tengo miedo de salir de casa.... Como la situación ha afectado mi salud, he tratado de irme de la ciudad donde vivo, pero por la situación económica no he podido.... Interpuse una denuncia, de la que salió absuelto por falta de evidencias.... Me volvió a escribir hace poco y quiere verme, y eso me da mucho miedo.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimada amiga: »¡Cuánto sentimos lo que ha estado sufriendo y el continuo trauma que afronta! ... Con razón que se siente ansiosa y con miedo. »Mudarse a otra ciudad, tal como ha tratado de hacer, hubiera sido una buena solución. Y tratar de obtener una orden de restricción fue también una medida prudente de su parte. »Afortunadamente hoy en día hay dispositivos económicos a la venta que pueden ayudarle a mitigar el miedo que tiene. Uno de ellos es una alarma de seguridad personal que usted puede llevar en la mano cuando esté fuera de casa. Si cree que está en peligro, simplemente hale la clavija y la alarma sonará fuerte y estridente, llamando la atención de todos los que estén alrededor. La mayoría de los perpetradores huirán cuando vean que hay otras personas mirando. El otro dispositivo es una cámara inalámbrica que puede configurarse con su teléfono móvil y colocarse dentro de una ventana de su casa que dé al exterior. El sensor de movimiento puede notificar a su teléfono cuando hay movimiento afuera. »Dios quiere que seamos sabios y nos protejamos de la mejor manera posible, pero también podemos aprender de personas en la Biblia que afrontaron peligro y tuvieron miedo. Uno de los mejores ejemplos es David, antes de que llegara a ser rey de Israel. Huyó del rey Saúl y tuvo temor por su vida.1 Mientras se encontraba huyendo, David compuso algunas de las oraciones que podemos ahora encontrar en el libro de los Salmos en la Biblia. En uno de esos salmos, David ruega desesperadamente a Dios, describiendo su situación y su temor. Pero termina diciendo: “Tú eres el Dios que me protege; tú eres el Dios que me ama. Por eso te cantaré himnos, porque eres mi fortaleza, porque has sido mi refugio en momentos de angustia.”2 »De modo que después de protegerse lo mejor posible, lea los Salmos en voz alta y cante alabanzas a Dios tal como hizo David. Permita que Dios la consuele a medida que se comunica con Él y aprende a confiar en Él. ¡Dios la ama muchísimo!» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo se puede leer si se ingresa en el sitio www.conciencia.net y se pulsa la pestaña que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 821. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 1S 23 2 Sal 59:16b-17
Cuando salió a andar en busca de agua, no estaba comprometida con nada ni con nadie. No intentaba otra cosa que encontrar agua aquella encantadora muchacha del pueblo de los nivaklé. Pero se encontró más bien con un árbol robusto, llamado Nasuk. Fue tan grande la atracción del árbol, que ella sintió que la estaba llamando. No pudo ni quiso resistirlo, sino que lo abrazó apretando el tronco con todo el cuerpo, y clavó las uñas en la corteza, hasta que sangró. Cuando por fin lo soltó, se despidió de él, desconsolada, con estas palabras: «¡Cómo quisiera, Nasuk, que fueras hombre!» Cuentan los indígenas de esa región que Nasuk, el guayacán, se hizo hombre y salió en busca de ella. Y no se dio por vencido hasta que la encontró, le mostró la marca de las uñas en la espalda y se tendió a su lado.1 Si hay algo que «nos suena» de esta ingeniosa leyenda de los nivaklé, no será por nada. Lo que hizo aquel guapo guayacán se asemeja bastante a lo que nos narra la historia sagrada que hizo el admirable Hijo de Dios. Ambos se encarnaron —se hicieron hombres— porque sólo así podrían identificarse con el objeto de su amor. Sólo así podrían probarle su amor y estar a su lado para siempre. Pero hay algo sumamente importante que distingue al uno del otro. El guayacán no parece haber tenido otra intención que la de pasar el resto de su vida aquí en la tierra con su amada, mientras que el Hijo de Dios vino para dar su vida por la suya aquí en la tierra, y así poder estar con ella en el cielo por toda la eternidad. Nuestro Nasuk divino recibió el nombre de Emanuel, es decir, «Dios con nosotros», precisamente porque vino para eso: para estar con nosotros, que somos su amada. Si Jesucristo no se hubiera hecho Hijo del hombre, no habría podido cumplir su misión de buscar y salvar lo que se había perdido.2 Una vez que nos encuentra, nosotros, que estamos perdidos buscando agua que sacie nuestra sed espiritual, encontramos en Él una fuente inagotable de agua. Si bebemos de esa agua, no volvemos a tener sed jamás, sino que dentro de nosotros esa agua se convierte en un manantial del que brota vida eterna.3 Sabemos que la vida que nos ofrece es eterna porque Él no sólo sangró y murió por nosotros, sino que resucitó para estar con nosotros hasta el fin del mundo.4 Y sabemos que resucitó porque, mediante los ojos de la fe que le faltó al apóstol Tomás, podemos ver la marca de los clavos en sus manos.5 Y no podemos dejar de exclamar agradecidos: «¡Cuánto me alegro, Emanuel, que te hiciste hombre!» Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Eduardo Galeano, Memoria del fuego I: Los nacimientos, 18a ed. (Madrid: Siglo XXI Editores, 1991), p. 15. 2 Lc 19:10 3 Jn 4:14 4 Mt 28:20 5 Jn 20:24-29
(Aniversario de la Muerte de Simón Bolívar) Intentaron matarlo más de treinta veces, pero jamás lograron siquiera herirlo. A cualquier otro hombre lo hubiera hecho desistir de su magna empresa lo ocurrido la noche del 10 de diciembre de 1815. Pero a él lo sostuvo su férrea resolución, su valeroso empeño en luchar hasta obtener la victoria. Acababa de renunciar voluntariamente a la jefatura del ejército libertador de su patria, y se encontraba refugiado en Kingston, Jamaica. Las aventajadas tropas del español Morillo habían reconquistado el territorio colonial perdido y habían vuelto a adueñarse de la recién libertada Venezuela. Aquella noche el desilusionado galán volvió a desahogar sus penas en compañía de una dama, la dominicana Julia Crober. Pero se quedó en la casa de ella más tiempo de lo acostumbrado, totalmente inconsciente de que Morillo había tramado asesinarlo. A su esclavo, el negro Pío, lo había contratado un catalán, a quien Morillo había comprometido por la suma de cinco mil pesos. Cobijado por la más densa oscuridad, el esclavo penetró sigilosamente en la habitación de su amo. Sabía cuál era la hamaca en que dormía el caudillo americano, así que se deslizó hacia ella y, sin vacilar un solo instante, hundió el puñal en el pecho del dormido. ¡Misión cumplida! A la mañana siguiente, ¡cuál no sería su consternación al enterarse de que no se estaba practicando el levantamiento del cadáver del general Simón Bolívar sino el de don Félix Amestoy, fiel amigo del Libertador! Esa noche en la casa de huéspedes de Rafael Poisce, don Félix había aprovechado la ausencia de su compañero caraqueño y se había acostado en la hamaca de él a fin de descansar mejor.1 ¿Cómo iba a saber que esa infeliz decisión lo llevaría a un descanso permanente? Al igual que Bolívar, el celebrado hijo de la patria, también Jesucristo, el Hijo de Dios, renunció voluntariamente a la jefatura de un ejército, pero no terrenal sino celestial. Y a diferencia de Bolívar, a Cristo sí lo hirieron y lo mataron, pero sólo porque Él así lo dispuso.2 Teniendo el poder para salvarse, Cristo no se salvó a sí mismo, sino que nos salvó a todos nosotros,3 incluso a Bolívar. Pero no nos salvó de una muerte inesperada sino de la muerte segura, y no de forma temporal sino eternamente. Don Félix murió sin proponérselo en el lugar de su amigo Bolívar, sin saber que su decisión lo conduciría a un inesperado descanso permanente. En cambio, nuestro amigo Jesucristo se propuso morir en nuestro lugar, consciente de que su decisión nos llevará a un anhelado descanso eterno... si lo reconocemos a Él como nuestro Libertador espiritual. Porque si bien es cierto que Bolívar libertó a muchos al lograr escapar hasta inconscientemente de la muerte, y así obtuvo la victoria con que consumó la libertad temporal, Cristo nos libertó a todos al entregarse conscientemente a la muerte, y así obtuvo la victoria con que consumó nuestra libertad eterna.4 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Alfonso Rumazo González, Manuela Sáenz: la Libertadora del Libertador, 6a ed. (Caracas: Ediciones EDIME, 1962), p. 60. 2 Is 53:4-5 3 Lc 23:33-43 4 Jn 8:32; 19:30
La niña, bien vestida, contemplaba con gran entusiasmo las muñecas que había en la tienda. En una de sus manitas tenía un rollo de billetes. Al ver una muñeca que le gustaba, se daba vuelta y le preguntaba a su padre si tenía suficiente dinero para comprarla. A pesar de que él le contestaba que sí, ella seguía buscando hasta encontrar otra que le llamaba la atención, y volvía a preguntarle: —Papi, ¿tengo suficiente dinero para comprar ésta? Mientras la niña se entretenía buscando la muñeca perfecta, un niño entró en la tienda y comenzó a observar los juguetes que había al otro lado del pasillo. Su ropa estaba bien cuidada pero gastada, y su abriguito le quedaba muy apretado. Al igual que la niña, él llevaba dinero en la mano, pero no pasaba de unos cinco dólares. A él también lo acompañaba su padre. Cada vez que lo cautivaba uno de los juegos de video, su padre meneaba la cabeza, dándole a entender que no le convenía eso. Al fin la niña escogió la muñeca que más le gustó, una que se veía tan elegante que seguramente sería la envidia de todas las niñas de la cuadra. En eso se dio cuenta de la conversación que sostenían el otro padre y su hijo. El niño, cabizbajo y desilusionado porque no podía comprar ninguno de los juegos de video, había escogido un álbum de colección de postales. Luego se encaminó con su padre a otro pasillo, alejándose así de la niña, que había visto lo ocurrido. La niña volvió a poner la muñeca selecta en el estante y corrió adonde estaban los juegos de video. Con renovado entusiasmo escogió uno que estaba encima de los demás, le dijo algo a su padre y se dirigió a toda prisa hacia la caja registradora para hacer su compra. Cuando el niño y su padre hicieron cola detrás de ella, la niña no pudo disimular el placer que sentía. Tan pronto como la cajera le entregó el paquete de la compra, la niña se lo devolvió y le dijo algo al oído. La cajera sonrió y colocó el paquete debajo del mostrador. Luego atendió al niño y le dijo: —¡Felicitaciones! ¡Eres mi cliente número cien y te has ganado un premio! Dicho esto, le entregó el juego de video al niño, quien no pudo hacer más que mirarlo incrédulo. —¡Es precisamente lo que quería! —exclamó. La niña y su padre fueron testigos de esta emocionante escena desde la puerta de la tienda. En el rostro de la pequeña se dibujaba una sonrisa de oreja a oreja. Al salir del almacén, su padre le preguntó por qué lo había hecho. —¿No es cierto, papi, que mi abuelito y mi abuelita me dijeron que comprara algo que me hiciera muy feliz? —le contestó la niña. —¡Claro que sí, hija mía! —Bueno, ¡pues eso es lo que acabo de hacer!1 Así como aquella niña, todos tenemos suficiente como para darle a alguna persona necesitada, aunque no sea más que comprensión y cariño. Ese es el espíritu que agrada a Dios en toda ocasión en que damos y recibimos regalos. Más vale que aprendamos de su Hijo Jesucristo, el autor del refrán que es la moraleja de esta historia, que de veras «Hay más dicha en dar que en recibir.»2 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Sharon Palmer, Tennessee, EE.UU., Mensaje divulgado vía correo electrónico, 1999. 2 Hch 20:35
En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Hace dieciocho años mi esposa me fue infiel... con alguien que decía ser amigo.... Pero debido a que yo le era infiel a ella... decidí perdonarla.... Siempre ha sido una excelente madre, y ahora es una gran abuela para dos nietos que tenemos. »Hemos sido muy felices desde la reconciliación hasta hace dos meses, cuando el tipo con quien me fue infiel le escribió al Facebook. Ella le contestó e intercambiaron algunos mensajes —nada fuera de lo común—; pero a mí me hizo sentir como si clavaran una puñalada en mi corazón, y siempre me vienen recuerdos de su infidelidad.... Ella está arrepentida, y dice que sólo le contestó porque necesitaba sanar su corazón y perdonar, pero yo desde ese día no puedo estar en paz.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »¡Lo felicitamos por superar una crisis en su relación conyugal y resolver sus diferencias! El hecho de que han sido felices durante todos estos años es prueba de que los problemas matrimoniales pueden resolverse cuando ambos cónyuges consienten en perdonar y olvidar. Usted les ha dado algo maravilloso a sus hijos al proveerles un hogar estable. Los dos deben sentirse orgullosos por resolver sus problemas en beneficio de toda la familia. »Usted no menciona cómo es que supo acerca de los mensajes recientes de su esposa en Facebook, pero parece como si de común acuerdo han tomado la sana decisión de compartir su actividad en las redes sociales. Menos mal que no son como los esposos imprudentes que se ocultan el uno al otro lo que escriben en las redes. Como su esposa no mantuvo secretos sus mensajes en Facebook, usted pudo ver por sí mismo que no había nada fuera de lo común en esos mensajes en particular. »Si bien estamos muy de acuerdo con que su esposa debe bloquear a ese tipo como su amigo en Facebook, concordamos con usted en que no sucedió nada fuera de lo común. Un breve intercambio por Internet del que usted tiene conocimiento no es, en definitiva, suficiente como para haberle quitado la paz y haberlo atrapado en un ciclo de pensamiento constante acerca de la infidelidad de su esposa.... »Hace mucho tiempo usted perdonó a su esposa y borró del registro lo que ella hizo, y luego vivió felizmente durante todos los años que siguieron. Al hacerlo, estaba siguiendo el ejemplo de Dios de perdonar y olvidar. Pues una vez que le pedimos a Dios perdón por nuestros pecados, Él los borra del registro y no vuelve jamás a recordárnoslos. Como nuestro Juez celestial, Él nos declara “inocentes” y ya no nos pide cuentas de esos pecados. Siga el ejemplo de Dios y recobre la felicidad.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo puede leerse con sólo ingresar en el sitio www.conciencia.net y pulsar la pestaña que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 701. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net
El diagnóstico: leucemia. El pronóstico, no menos funesto: tal vez un año más de vida. Acababa de recibir esa terrible noticia Simón Bird, muchacho de catorce años, cuando salió del hospital acompañado por su padre. ¡Sólo un año más para vivir! En la flor de la adolescencia, vendría la muerte inexorable a segar su vida. El valiente muchacho de Yeovil, Inglaterra encaró con firmeza su destino y aprovechó la oferta que le hizo una institución benéfica llamada «Los sueños se hacen realidad». Esa entidad ofrecía regalos a los adolescentes moribundos. Pero Simón no pidió nada para él mismo sino para su padre. Pidió que a su progenitor le regalaran un pequeño tractor de jardín para que éste pudiera ganarse la vida. Ese fue el supremo don del hijo al padre. Esta tierna historia levanta el espíritu de quienes todos los días tienen que hacer la crónica de todo lo malo que ocurre en el mundo. El chico moribundo pudo haber pedido cualquier cosa para él mismo —un auto, una moto, un viaje, un equipo de sonido, un televisor—, pero cuando más razón tenía para pensar en sí mismo, pensó más bien en su padre. Hay acciones generosas que debemos destacar. No todo en este mundo es drogadicción, narcotráfico, asalto, robo, asesinato, guerrilla y terrorismo. También hay gestos nobles, acciones generosas y sentido humanitario. Simón pasó a la presencia de Dios. Cuando sus padres y hermanos contemplaron el espléndido tractor que les había conseguido como recurso económico para la familia, comentaron: «En la última hora de su vida, Simón pensó en nuestro bienestar. No vivió en vano ni murió en vano. En su corta existencia tuvo tiempo de dejarnos lo que nos ayudaría a vivir.» La Biblia dice: «No son los hijos los que deben ahorrar para los padres, sino los padres para los hijos» (2 Corintios 12:14). Esa es la norma sana de vida. Los padres deben dejarles a sus hijos la mejor herencia. Pero en este caso se produjo la bendición a la inversa: el hijo le dejó una herencia al padre. Dios, que inspiró al escritor del texto Bíblico anterior, hizo lo que ese texto manda. Nos dejó a nosotros los seres humanos la mejor, la más grande, pura y perfecta de las herencias: nada menos que a su propio Hijo Jesucristo. Y junto con Cristo nos dejó todo: el perdón, la regeneración, la paz y, para el final, la vida eterna. Hay, pues, un regalo, un don gratuito y grandioso, que Dios nos ofrece. Y nosotros no tenemos que hacer más que aceptarlo. Hermano PabloUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net
En este mensaje tratamos de manera anónima la siguiente petición que nos hizo un hombre: «Me gustaría recibir información acerca de cómo librarme de la adicción a las redes sociales.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »... Por lo general se cree que la mayoría de las personas que usan en exceso las redes sociales no son, en realidad, adictas a ellas.... Así que para efectos de este consejo nos limitaremos a ofrecer información sobre cómo valerse de las redes sociales de una manera sana. »Es importante señalar que la mayoría de esas personas que usan en exceso las redes sociales no pueden simplemente dejar de usarlas, tal como pueden hacer las que abusan de las drogas y del alcohol. Vivimos en una época en la que el uso de la Internet es prácticamente obligatorio.... »Por lo tanto, el dilema consiste en cómo usar la Internet y las redes sociales de diversas maneras que tengan un efecto positivo en nuestra vida sin caer en las trampas diseñadas con el fin de que hagamos lo contrario. Ya muchos saben que las redes sociales se valen de complicadas fórmulas estadísticas llamadas algoritmos a fin de impulsarnos a mantenernos conectados más tiempo. Cuando interactuamos comentando o indicando que nos gusta, ese obvio interés de nuestra parte hace que el algoritmo de la plataforma de la red social nos ofrezca más contenido que es muy similar. »El aceptar y seguir tales ofrecimientos hace que la sustancia química llamada dopamina sea emitida en nuestro cerebro. Y la dopamina hace que tengamos sensaciones de placer que nos impulsan a hacer lo que sea necesario para tener más de esas sensaciones. Con el tiempo, se necesita cada vez más interacción con las redes sociales para liberar la misma cantidad de dopamina, por lo que gradualmente aumentamos el tiempo que pasamos en las redes sociales. »Además, ciertas personas se sienten complacidas consigo mismas cuando lo que publican, incluso sus fotos, generan muchos comentarios y reacciones de “Me gusta”. En otras personas, a la inversa, se desata un dañino ciclo de autocondenación al comparar su propia vida con la vida pública, y frecuentemente alterada, de los demás. Diversos estudios han demostrado que el uso excesivo de las redes sociales contribuye a la baja autoestima, el aislamiento y soledad, la ansiedad y la depresión.1 »El primer paso que deben dar todos sin falta es habilitar las funciones en sus teléfonos inteligentes para controlar el tiempo que pasan a diario usando cada una de las aplicaciones de sus redes sociales. Esas funciones se encuentran en Settings o Ajustes, y pueden llamarse Screen Time o “Bienestar digital y controles parentales”.... Es muy recomendable que las familias hablen entre sí y se pongan de acuerdo en cuanto a límites de tiempo para todos. El padre y la madre deben asegurarse de usar la contraseña parental cuando establezcan esos límites en el teléfono de cada niño, niña y adolescente.» Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo puede leerse con sólo pulsar la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 820. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Bruce Goldman, “Addictive potential of social media, explained [Explicación del potencial de adicción a las redes sociales],” Stanford Medicine, Scope: Beyond the Headlines [Alcance: Más allá de los titulares], Interview of [Entrevista a] Anna Lembke, MD, Dopamine Nation: Finding Balance in the Age of Indulgence [Nación de dopamina: Encontrar el equilibrio en la era de la indulgencia] (New York: Dutton, 2021) En línea 26 enero 2024.
(Aniversario de la Publicación de la Adopción Oficial del Himno Nacional de El Salvador) (Himno cantado por Carlos Rey en audio y en video) El 11 de diciembre de 1953 la Asamblea Legislativa de El Salvador publicó un decreto que invalidaba los dos himnos nacionales reconocidos como oficiales por acuerdos ejecutivos en 1866 y 1891. En su lugar, el decreto reconocía oficialmente como Himno Nacional el que comisionó el Presidente Doctor Rafael Zaldívar y se estrenó en el antiguo Palacio Nacional de la Capital de la República el 15 de septiembre de 1879. El compositor del himno fue el maestro italiano Juan Aberle, que llegó a El Salvador a fines del siglo diecinueve y la convirtió en su segunda patria al casarse con una salvadoreña. El autor de la letra fue el general Juan José Cañas, poeta y militar distinguido, oriundo de San Miguel, que hizo armas en la campaña nacional contra los filibusteros en 1856.1 Estas son las palabras del coro y de la primera estrofa que se cantan actualmente: //Saludemos la patria orgullosos de hijos suyos podernos llamar; y juremos la vida animosos, sin descanso a su bien consagrar.// De la paz en la dicha suprema, siempre noble soñó El Salvador; fue obtenerla su eterno problema, conservarla es su gloria mayor. Y con fe inquebrantable el camino del progreso se afana //en seguir//, por llenar su grandioso destino, conquistarse un feliz porvenir. Le protege una férrea barrera contra el choque de ruin deslealtad, desde el día que en su alta bandera con su sangre ///escribió: ¡Libertad!/// Entre los deberes cívicos que reafirma la Ley de Símbolos Patrios de 1972 se encuentra el Decreto Legislativo de 1936 que ordena que al final de toda correspondencia oficial se incluya el lema «Dios, Unión, Libertad» que aparece en el Escudo de Armas y en la Bandera Nacional. Es que si bien, según la letra del Himno Nacional, el pu