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Un podcast donde damos rienda suelta al triángulo de nuestras cosas favoritas: la política, la cultura pop y la actualidad. @podcastpol Política en serio en tiempos de memes, whatsapp y gifs de gatitos. www.polypop.es Twitter: https://twitter.com/podcastpol Telegram: https://t.me/PolAndPop

Pol&Pop Podcast


    • May 2, 2025 LATEST EPISODE
    • monthly NEW EPISODES
    • 54m AVG DURATION
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    Comunismo y civilización: excavaciones contra la ideología de la historia inevitable

    Play Episode Listen Later May 2, 2025 57:02


    Nuestras sociedades son desiguales. Las invocaciones solemnes a una dignidad universal contrastan con pruebas indiscutibles de lo contrario: vidas que se protegen, vidas que se desprecian. Se apela al esfuerzo y a la virtud como tácticas para contener la incertidumbre, al tiempo que la riqueza se concentra en una minoría de clanes que legarán su poder y ampliarán esa brecha en las generaciones futuras. Los procesos de decisión e incluso de simple deliberación nos involucran en una proporción mínima de los asuntos cotidianos. De este modo, cuando nos tomamos la resistencia de pensar sin naturalizarlo el presente de concentración de la riqueza, castas más o menos explícitas e inercias tecnocráticas, suele aparecer la cuestión del origen ¿cómo hemos acabado aquí? La cuestión del origen es crítica para la manera en que las comunidades se narran a sí mismas. Como ocurre en los arcos del héroe, en el origen está el destino de esas comunidades, a través de un sentido teleológico y unidireccional del cambio en los grupos humanos. Es decir, cuando la historia se entiende como un tobogán que lleva a que cualquier grupo, conforme alcanza cierta complejidad, adquiera formas jerarquizadas y bastante fijas. Por este tobogán se llega al primado de una minoría que te dice qué hacer y con cuánto de tu dinero y trabajo se va a hacer, mientras se acompaña de algunos seguidores que te explican que nada resulta más conveniente para evitar una violencia masiva y ubicua y de otros que te dan de hostias de forma igualmente masiva y ubicua si cuestionas cualquiera de las posiciones anteriores. Se ha construido, así, un relato de la evolución humana como un núcleo gravitacional que nos arrastra a la equivalencia entre complejidad y desigualdad y, frente a ella, una historia cada vez más trufada de datos, restos e indicios que muestran caminos hacia la urbanización, con especialización pero con menos jerarquías, episodios ganaderos y agrícolas que se intercalan con el nomadeo y la búsqueda de forraje, comunidades excedentarias que agotan gran parte de sus provisiones en festivales para satisfacción y solidaridad de la comunidad y otras enormemente “subproductivas” en tanto la presión demográfica no apriete. Es decir, de una complejidad que obtura, más allá de un puñado de mecánicas reiteradas, la idea de la historia como un tobogán desde el origen primitivo a esta distopía cyberpunk en beige que nos rodea. No deja de ser curioso, entonces, que cuanto más peso tiene la divulgación histórica, menos circulen estos relatos. Por eso, contamos en este episodio con Rodrigo Villalobos, que acaba de reeditar “Hoces de piedra, martillos de bronce. Comunismo originario y lucha de clases en la prehistoria”, en Ático de los libros. Villalobos hace un enorme esfuerzo de divulgación para trasladar los últimos métodos y hallazgos de la prehistoria reciente (10.000 a.C. - escritura) al público no especialista, a través de ejemplos de sociedades complejas y (que no pero) igualitarias en la Península Ibérica. Esta mirada descarta hacer comparaciones, al modo de los enfoques leviatanescos del mal menor sobre todas las libertades y horizontalidades perdidas para mantener a raya la violencia y la escasez. En cambio muestra que nuestro presente no es inevitable y si la historia ha sido de muchas formas, puede ser aún de muchas otras. Os esperamos.

    Pol&Pop 06x09 Del 15M al funcionariado: un relato generacional

    Play Episode Listen Later Apr 4, 2025 61:22


    En la última novela de Sara Mesa, Oposiciones (Anagrama, 2025), la protagonista expone los consejos de su mentora en el empleo al que acaba de acceder en estos términos: “[su mentora] entendía que aquel, el de las oposiciones, no era el plan más apasionante del mundo, que a lo mejor a mí, una chica en la flor de la vida, me tentaban más otros caminos, pero que lo que había ahí fuera era muy hostil, muy inestable, mientras que allí dentro, al menos, tenía una tranquilidad, eso era innegable. Yo se lo digo a la gente que aprecio, dijo, y por eso también te lo digo a ti, que lo importante en el trabajo es la seguridad y que luego, en el tiempo libre, vienen las aficiones, las distracciones y las pasiones, que normalmente no te dan de comer” (p. 62). Lo interesante de este intercambio confesional, que revela una clave sobre la decisión de vida es que se ha desplazado desde hitos que fueron parteaguas de otras trayectorias (la estrategia matrimonial, trabajar o estudiar, qué en ese segundo caso, cuándo tener hijos...) a la decisión de ponerse con las oposiciones. La protagonista de la novela ha accedido a un puesto eventual en una Administración autonómica que encaja con la definición de “trabajos de mierda” de Graeber (https://www.ivoox.com/pol-pop-01-politica-tiempos-de-audios-mp3_rf_49163362_1.html). No un trabajo precario, sino un trabajo sin sentido. Como toda persona que accede a un empleo de este tipo desde una clase inferior, la prota de nuestra novela no sabe si le ha caído el gordo o una condena. Duda de que, en cualquiera de los dos casos, lo merezca. Por otra parte, no ha adquirido experiencia alguna en el dinámico sector privado español y, como suele pasar con las protagonistas de Mesa, tampoco es la mejor campeona de su propia causa, así que encuentra pocos incentivos para querer perpetuarse en la función pública. En nuestra generación, nadie necesita cocinarse al fuego de las oposiciones por inducción. Más bien la gente se tira en largas filas y con toda fe a la olla, por lo general saltando de otra en ebullición desde el empleo privado. Al último lloro de clickbait liberal destacando que 7 de cada 10 trabajadores del sector privado cambiarían su puesto por uno en el público, Raimundo Viejo señalaba una evidencia: “¡los esclavos de las pirámides quieren ser escribas del Faraón!”. Si esta es una descripción fiable de las trayectorias vitales de nuestra generación, al menos en provincias y con todos las líneas de desigualdad de clase, género y situación administrativa que vertebran este campo, la cuestión es qué lectura política cabe. Si la expansión del empleo público es la única política socialdemócrata posible ¿cómo nos pensamos? La expansión del empleo público es parte de un conflicto central por la desmercantilización de espacios fundamentales para la vida. No cabe pensar en una mínima efectividad de nuestros derechos sin esa tendencia, como tampoco puede decirse nada malo de las estrategias de cada cual para reconquistar nuestra propia vida y producir algo con valor social. Sin embargo, a la buena salud de estas políticas contribuye también su alineamiento con la subjetividad neoliberal hegemónica, que sigue caminando sin descanso, una vez se ha bloqueado el afán globalista del neoliberalismo económico. Piensa la protagonista de la novela de este episodio: “Ahora entendía por qué quienes se presentaban a una oposición no hablaban de aprobar, sino de alcanzar una cima y ganar. Una oposición es una competición donde hay vencedores y vencidos, como una carrera de obstáculos, como una guerra. Solo ganan los más rápidos, los más listos, los más eficientes, los más disciplinados, los más obedientes, los que no se distraen, ni dudan, ni se entretienen ni se equivocan, los que nunca dan rodeos y ni jamás se entregan a ninguna flaqueza” (p. 116) Una política socialdemócrata consagrada a la responsabilidad individual, la competitividad, el sacrificio y la derrota de sí como puerta para la derrota de otros. Un compromiso entre conquistar espacios al mercado, garantizar derechos, cuidarse y cuidar, salvar la posición de las clases medias, sortear algún pase VIP entre las clases populares y mantener alta la valoración de activos como el mérito y la capacidad en tiempos de poder imperial. Entre el cierre de ciclo y el posicionamiento de piezas para el siguiente. Del que se vayan todos al que nos saquen la plaza. Ánimos sinceros con el estudio.

    Pol&Pop 06x08 Osos y miserias en la utopía anarcocapitalista

    Play Episode Listen Later Mar 14, 2025 69:28


    ¿Qué pasa si juntas, en un espacio de difícil acceso y escasamente dotado de recursos, a una población ya reacia a las instituciones públicas, a libertarians llegados de todo Estados Unidos y a un grupo creciente de osos más hechos a los humanos que Yogi? En este episodio, hablamos de actualidad, pero también de las crónicas que Mathhew Hongoltz-Hetling ha juntado en “Un libertario se encuentra con un oso”, que ha traducido Carolina Santano para Capitán Swing (2024), y que puedes escuchar pinchando en la cajita de arriba. Como experimento ancap, cuenta con condiciones bastante difíciles de reproducir. El lugar en cuestión, Grafton, el pueblo de New Hampshire, de apenas 1300 habitantes, en el que se mezclan estas vidas, contaba con una tradición anti-impuestos y de bajo desarrollo de servicios públicos que ya era excepcional en un Estado que, según cuenta el periodista, carece de impuesto sobre la renta. O sobre los beneficios empresariales. O de impuestos al consumo. O, ya puestos, e incluso de la obligación de tener un seguro de responsabilidad civil ante terceros en el coche. Sin contar con la cantidad de gente con amplias licencias de armas que te puedes encontrar al otro lado del coche sin seguro. Y a disfrutar de la convivencia. Este Grafton de la desregulación urbanística y ambiental, de casas dispersas sin civilización entre ellas, es disneylandia para los osos que combinan sus formas de vida con los humanos, con sus sobras, sus gallineros o con el mero entretenimiento de echarles rosquillas. Si esta situación adquiere el tono tragicómico que recoge Hongoltz-Hetling es porque, además, el lugar es seleccionado como el espacio de creación de una ideal free town, modelo de reino ancap, por parte de los elementos más activos del singular ecosistema de foros anarco-capitalistas del internet de la primera década del siglo XXI. La mudanza de decenas de estos sujetos a Grafton, algunos enriquecidos y propietarios de pleno derecho, otros moradores de campamentos al borde de la indigencia y pequeños empresarios del comercio minorista de cosas con las que el Estado te impide comerciar a ninguna escala porque you know, acelera un círculo vicioso de deterioro de los servicios locales, erosión de la cohesión social y un constante ponerse pocha la libertad que se buscaba y que se descubre imposible en tal escenario. Si a un podcast de provincias como este le interesa discurrir sobre las utopías ancap al otro lado del mundo es por la manera en que esta racionalidad también ha reconfigurado nuestro espacio político. No nos parece que la dirección política de la derecha sea realmente ancap, principalmente porque las élites que sobredeterminan el escenario adoptan más bien posiciones de un neoliberalismo pasado de rosca, con una puesta al servicio de sus intereses monopolísticos más intensa si cabe de los Estados, incluido el plus autoritario o iliberal si llega el caso; caso que, por cierto, suele llegar porque no hay otra manera de mantener la aceptación social con esa distribución tan desigual de los pesos. Sin embargo, los enfoques libertarian, esas formas andro-capacitistas de hiper-racionalismo del corto plazo, que identifican libertad con no ser tocado, mucho más que con poder hacer, sí son una fuente mucho más transversal -tan poco elitizada como la audiencia de cuarto milenio o de cualquier medio “crítico”- y, por lo tanto, un motor de renovación y agitación de las bases populares de los proyectos de derechas. Más allá de la capacidad de negociación que alcancen con sus jefes dentro de esa gran familia de la derecha (ver nuestro primer episodio de la temporada), introducen una racionalidad sobre qué es la libertad, cómo afrontar los problemas sociales o las relaciones con las normas, las instituciones y las decisiones democráticas que desplazan el sentido común. Esas percepciones acerca de los impuestos, de las agencias públicas de control de los mercados o de regulación de la vida social o incluso conceptos de amplía circulación en nuestro contexto político, como “chiringuito”, “paguita” o la caricaturización del funcionariado de primera línea -sobre todo de las funcionarias- no se entienden sin esta fuerza de tracción política popular. Al mismo tiempo, entre esos ancaps que protagonizan el libro, no podemos dejar de reconocer rasgos de todo movimiento social incipiente más allá de la intersección entre maldad y estupidez que caracteriza a estas historias. Rasgos de ingenuidad, de buenas intenciones, mala gestión de las emociones, formas de intensidad que escapan a toda estrategia, de escalada súbita de popularidad que acaba de un día para otro y, en general, de amplia distancia entre el maximalismo del discurso y lo mínimo de las prácticas concretas, de la traducción de las intenciones políticas a los asuntos de la vida cotidiana. Esa escala mucho más puñetera. Porque toda intervención del estado o lo colectivo es opresión pero, mira tú, un día puedes necesitar a los bomberos voluntarios pero que están en su horario de oficina o tener que lidiar con el oso enganchado al azúcar que te espera en la cocina.

    ¿Cancelar la cancelación?

    Play Episode Listen Later Feb 21, 2025 53:47


    En un tiempo y un contexto lejanos, donde el neoliberalismo progresista, el multiculturalismo y las políticas de la identidad tuvieron mayor peso, la derecha construyó un concepto, la cultura de la cancelación, con el que dar la vuelta a uno de sus principales problemas: la democratización de la esfera pública, es decir, la incómoda tendencia a que otras voces aparezcan en el espacio público con un estatuto más o menos equiparado al de quienes han manejado de forma tradicional los límites y el contenido del decir político. Con el asunto se ha hecho mucha carrera (también desde tribunas de izquierda), se han inventado ejércitos de enemigos de paja con LAS que no se podía ni hablar porque todo era hiper-sensibilidad y escándalo y se ha abierto una pipeline de radicalización, desde el yanosepuededecirnada hacia la autocracia tecnobro, al tiempo que la verdadera supresión del discurso tenía forma de tipos penales, querellas y exclusiones de instituciones privadas que solo cortaban por uno de los filos del campo político. Sin embargo, y a pesar de lo efectivo de esta distorsión ofendidita (Lucía Lijtmaer, 2019), la cancelación se ha incorporado al catálogo de técnicas de intervención en la esfera pública de forma transversal. En un campo que se constituye desde la disputa, el término es sonoro pero también exagerado. Se trata de la pretensión de expulsar de esa esfera a enunciados, y a quienes los detentan de forma más reconocible, que lesionan el reconocimiento legítimo de un grupo de participantes en ese campo. La cuestión es, entonces, trágica porque esa comunidad debe encontrar formas de hacer efectivas unas reglas básicas de funcionamiento de la esfera pública, al tiempo que las condiciones materiales de ésta incentivan cada vez más las conductas incendiarias, polarizantes y capaces de acumular atención sobre perfiles individuales. En este contexto, hemos invitado a Antonio Gómez Villar porque su libro (Transformar no es cancelar, Verso, 2024) propone un debate centrado en los efectos de la expansión de esta técnica. Por una parte, la ubica como un síntoma del contexto de impotencia política, en el que la ilusión de cancelar ofrece una vía de reacción cierta hacia lo indeseable, pero también delimita el malestar final de esa estrategia, que no puede hacer retroceder con la misma facilidad a las fuerzas que alimentan al discurso o al objeto cancelado. Esta insatisfacción contrasta con la efectividad de otras prácticas, como los escarches o el me too, que sí arañan los límites de la acción política en contextos que se encontraban varados y alteran del campo de lo decretado como “normal” hasta entonces. No se trata, por lo tanto, de eliminar herramientas de la caja, de, digamos, cancelar la cancelación, sino de mirar más allá de “lo que nos sale” dentro de un campo político diseñado para esas formas fijadoras de acción – reacción. Propone, en cambio, pensar en cómo puede operar una potencia plebeya capaz de ganar el sentido común no a través de la reducción de la política a un único campo, identidad o lucha central que define lo político, sino de singularidades valientes que amplían el campo de lo posible para todas las formas de vida. No es el paseo más cómodo, pero merece la pena recorrerlo.

    Pol&Pop 6x6 Disputar la nostalgia

    Play Episode Listen Later Jan 24, 2025 51:23


    Disputar la nostalgia Resulta que algo tan viejo como echar de menos lo que no volverá se inventó un día. Un aspirante a médico suizo la encapsuló, en 1688, en el campo de las enfermedades atribuidas a los soldados que habían sido arrancados de sus casas para pelear las guerras de otros. Desde ahí, cuenta Grafton Tanner, en “Las horas han perdido su reloj” (Alpha Decay, 2022), que la noción ha seguido dos caminos hasta llegar a lo que nos parece obvio hoy. De una parte, su objeto de añoranza ha pasado de ser, de forma principal, un lugar a un objeto poliédrico. Sobre todo, a ser un asunto pasado que no se puede recuperar, pero no solo relativo a un momento o a una ubicación, sino a una identidad y a una forma de estar en el mundo. De otra parte, el problema de la nostalgia ha ido dando saltos del registro médico más fisiológico al emocional, con paradas en todas las ciencias de la conducta positivistas que han buscado que una cantidad creciente de personas entregaran sus cuerpos y sus almas a los intereses de otros pocos con las menores fricciones posibles. Está de más señalar que, hoy en día, la nostalgia no cuenta con la mejor prensa entre la izquierda por implicaciones reaccionarias sobre las que hemos dado recurrente matraca también aquí (por ejemplo, a propósito de Neorrancios, editado por Begoña Gomez Urzáiz, Península, 2021: https://www.ivoox.com/3xe16-neorrancios-la-seduccion-nostalgia-y-audios-mp3_rf_86738406_1.html), pero este sentimiento de desacople con la espacialidad y la temporalidad civilizadas, industriales y, en definitiva, capitalistas ha sido también un problema para los agentes de la modernidad desde su invención. Esto ha cambiado, como destaca Tanner en el ensayo que da continuidad a Las horas han perdido su reloj, “Porsiemprismo” (Caja Negra, 2024): “¿Qué ocurrió con la nostalgia? ¿Cómo pasó de ser una condición de anormalidad, incluso de criminalidad, a comienzos del siglo XX, a constituir una táctica de marketing en la actualidad?” (p. 35). Cualquiera percibe hoy la ubicuidad de las industrias de la nostalgia, sobre todo en los medios culturales. El título del libro, ese porsiemprismo, habla de esa estrategia de mantener siempre vivos, abiertos, en beta, en un chorreo de reboots, remakes, secuelas, precuelas, spin-offs y sagas inspiradas en, los productos reconocidos del pasado. Algo que tiene poco que ver con la recuperación o conservación de una cosa de otro tiempo y más con saturar el presente y obturar otros futuros posibles con ejercicios de congelación y deshielo de momentos e imaginaciones de nuestro pasado. Tanto en la cultura como, añadimos, en la política, esto ocurre, nichos comerciales aparte, por la cancelación de cualquier línea de progreso, la intuición de que la siguiente tirada de dados será peor y otras formas de conservadurismo virgencita virgencita más o menos realistas o inducidas. Ahora bien ¿todo anhelo de emancipación y transformación debe ser antinostálgico o hay una historia distinta posible de la modernidad y del progresismo? Una mirada más larga a la historia común del despojo muestra cómo, en la nostalgia, también laten reinvindicaciones de lo que se fue y recuperaciones de lo perdido que alimentan movimientos por un lo que se será distinto, capaces de interrumpir el presente continuo del marketing. Por supuesto y aunque tendamos a comprar una idea de nostalgia abstracta y desclasada de la cultura popular, cada grupo tiene sus nostalgias. Conviene distinguir esas pulsiones y sus proyectos para señalar bien los perniciosos y no regalar, en cambio, el conjunto de un campo tan importante como el pasado. Feliz primer programa del año.

    Ciencia ficción capitalista. Investir al pirómano como jefe de bomberos

    Play Episode Listen Later Dec 13, 2024 51:18


    Cuenta Michel Nieva, en “Ciencia ficción capitalista”, que es de lo que va este episodio (la verdad por delante) que los trajes de los turistas espaciales de Musk se han alejado mucho de los primeros trajes espaciales para aproximarse, bienvenidos a la tecnocracia sensata, a los de los superhéroes de Marvel. Como la pasará a tu sobrino el 6 de enero, si no puedo ir vestido de Iron Man, no es mi revolución. Hubo un tiempo en el que se llamaba hiperstición a ese evento creado por la imaginación que la realidad imitaba después. En los tiempos del capitalismo crepuscular, la producción tecnológica no imita al arte, sino que lo satura, le ocupa todos los posibles y lo depone, como continuación intensificada y delirante de las prácticas que mejor cotizan ya en el Nasdaq. En realidad, en esto, no hay desvío o anomalía de la ciencia ficción. Al contrario, la tradición canónica de la scifi, la scifi de caño gordo era la hard-scifi. No te ponen hard por ser particularmente divertida. Eso es algo que te ganas por ser verdad o, al menos, una especie de anticipación de verdad, una forma de creación que no está allí solo para hacer bonito o ampliar nuestras posibilidades sensibles (el terreno de lo soft, que ya se ve por dónde vamos), sino que está ahí para servir al avance técnico, abrir camino, darle al héroe del capitalismo (el emprendedor) un héroe a su medida, enfrentado al Estado (es decir, a las mayorías) para encontrar una solución imposible que salve al mundo. Verne lo decía en francés pero con tono de bebida polaca hecha de huevo crudo: se trata de escribir en papel lo que otros esculpirán en acero. El problema es qué imagina la ciencia ficción de un capitalismo que llega al final de la carretera. Pues, claro, más carretera. Al final, dice Nieva, si este puñado de superricos os hemos traído hasta aquí, si somos los 12 terminators del zodiaco, pues os vamos a llevar de la mano al otro lado de la supervivencia. Es obvio, que este tipo de procesos rupturistas guiados por las élites producen monstruos: el canon de la scifi contemporánea está preñado de estas reduplicaciones morbosas. Las mismas prácticas carbono-expansivas del capitaloceno llevadas ahora a Marte para proporcionar ahí una pequeña atmósfera habitable. Los mismos colonos blancos conquistando otros planetas… o temiendo ser el objeto de conquista ufológico en aquel. Como siempre y llegados a este punto cabe preguntarse si toda la imaginación científico-ficcional está agotada por el capitalismo. En otros episodios, hemos llenado esto de propuestas de scifi latina, feminista o de hopepunk, el gemelo guapo del primo cyberpunk. Hay de sobra. De hecho, si nuestras instituciones tecnológicas tuvieran la consistencia de nuestra imaginación, otro gallo rojo cantaría.

    Actualidad. Todas las elecciones hablan de mí

    Play Episode Listen Later Nov 22, 2024 56:34


    A la victoria de Trump le siguieron un torrente de columnas y análisis del género forense. Actividad de esfuerzo extraño, que ni evita el daño ni resucita a al muerto. Sirve, bien hecho, y mucho, para quienes vendrán. En general no fue el caso. Se hizo en su modalidad quién es el culpable y, en concreto, en la submodalidad “ya lo decía yo”, que permite expresar una misma hipótesis que ya se traía de casa con la excusa de nuevos cuerpos a examinar. Por aquí, presentistas y localistas como somos, la cosa nos resonaba a un problema próximo. Todas las elecciones hablan de mí. Por eso nos ha gustado comentar qué dicen de nuestro contexto los análisis enfocados a un qué ha pasado amplio y un qué vendrá abierto. Es recomendable escuchar la charla de Keeanga-Yamahtta Taylor y Daniel Denvir en el podcast The Dig y traer a nuestro terreno algunas explicaciones: 1. Ese pueblo del que usted me habla. El problema de desconexión y distancia de las élites ha invadido el mundo de lo sensible. Se ha acelerado, intensificado, y con ello todos los problemas que supone. No somos ingenuos: en la base del mecanismo de representación hay un proceso de extrañamiento implícito. Pero cuando la distancia se hace tal los equipos de las capas altas no pueden prever el efecto de sus gestos en la población ni anticipar sus reacciones porque no participan de ellas. ¿Cómo, si no, puede parecer buena idea ese macroconcierto en las escaleras del Museo de Philadelphia, acto central de la campaña de Harris, con todos los rockybalboas que te tienen que votar en otro sitio, enfrentando la mayor crisis de vivienda y salud pública de su historia? ¿Cómo se puede enmarcar la campaña en la última oportunidad de la democracia y regodearse en facilitar una transición modélica cuando esta se pierde? Es la ilusión, es la emoción, pero también es hacerse cargo. Si no te lo crees ni tú, ¿a quién estás convocando a creerselo? 2. Cabalgar la interseccionalidad. Algunas interpretaciones eran repasos de las carpetas de fotos de los sospechosos habituales: Los blancos pobres se han pasado al trumpismo, las latinas han sido poco feministas, etc. Es lo propio de una política que debe segmentarse para movilizar al máximo. La cuestión es si se entiende la singularidad de cada uno de esos segmentos o, al hacer política con esas líneas de desigualdad, no producimos rechazo (o alienación) antes que movilización ¿Qué sentido tiene hablar de privilegio blanco respecto al primer grupo? ¿Que impele a mujeres de tradiciones políticas muy diversas a sentirse afectadas y defendidas por un perfil como el de Harris? Si la intención era una movilización de minorías sin hablar de racismo o de la última línea de defensa de las libertades mientras se sigue esa política interna y externa con la cuestión palestina, algo falla. 3. Horizontes y el marco coalición. Sorprende de la conversación que citamos cómo se mantienen de la mano a) radicalidad y b) futuras coaliciones de carácter amplio. Existen muchas sospechas sobre la posibilidad de reorientar el Partido Demócrata y algunas más sobre la viabilidad de un tercer partido USA. Pero se ha producido un giro respecto a la percepción del momento como un estadio límite de las cosas y, por lo tanto, también respecto a que la forma lógica de tratar el presente es a través de amplias alianzas. En una paradoja que aproxima la discusión a nuestro contexto: la debilidad de los actores fomenta un ensanchamiento de las coaliciones. De estas cosas “lejanas” y de otras más mundanas, como la migración a Bluesky (sígannos en @polandpop.bsky.social) o la retirada de Nadal, ese hilo que ha unido generaciones en una forma de entender la subjetividad España, hemos estado hablando la hora larga que tenéis por aquí arriba. Pasarse.

    Reconquistar internet. Contrahistoria digital vs. la internacional del odio

    Play Episode Listen Later Nov 1, 2024 62:12


    Volveremos a las redes. La reconquista de la vida y la política digital Hemos creado el mundo digital tres veces. Hicimos funcionar internet en la última parte del siglo XX. Lo llenamos de mundos otros y espacios colaborativos en el cambio de siglo. Y lo dispusimos como una máquina política formidable en las primeras décadas del XXI: conectamos, creamos, transformamos. La nostalgia puede ser añoranza del futuro que pudo ser. Ni la venganza en diferido de quien auguraba que toda innovación era inútil, ni la medalla de quien tuiteó delante de los grises, desgastada ya en sus efectos. Hablamos con Marta G. Franco, autora de Las redes son nuestras. Una historia popular de internet (y un mapa para volver a habitarla), ed. Consonni, 2024, sobre esas tres creaciones y esas tres derrotas de internet: de las redes colaborativas al monopolio de las infraestructuras, del multiverso digital a las big tech, de la autocomunicación de masas libre de escala a la hegemonía de la internacional del odio. Pero, como dice Francco, esa historia es una fuente de conocimiento y de amor para las nuevas rupturas: “Repasar esta historia de victorias ‒porque si nos robaron y perdimos tres veces es porque un rato antes, tres veces, íbamos ganando‒ no es un ejercicio de nostalgia impotente, es una herramienta para recordar que se puede ganar. Que internet puede ser un territorio donde aprender, colaborar y avanzar hacia algo que se parezca mucho más al mundo en el que nos gustaría vivir” (p. 13). Para ello existe un doble obstáculo que la obra busca superar. Un problema, primero, de memoria. En tanto se ha perdido ese hilo de nuestra historia instituyente en lo digital (diversa en los cuerpos y culturas que la han protagonizado), parecemos poca cosa, y una cosa pasiva en todo caso, frente a los chicos listos de Silicon Valley. Así, como gente a la que internet le ha pasado en lugar de la gente que lo ha hecho, nada sustancioso podemos conocer y mucho menos decidir sobre su funcionamiento. A este obstáculo cognitivo se le suma el político. No se valora de forma suficiente lo que se ha perdido o lo que nos jugamos. La esfera digital no es un añadido a la realidad donde matar la espera y los trayectos en bus. Es un espacio político y de politización predominante. Es el medio de transmisión del bulo de las represas y un espacio conversacional que ya no tiene sustituto. La forja de las subjetividades que postceden al neoliberalismo. Es decir, un asunto basal de la democracia que no se agota en la toxicidad de tal o cual red social y del que no hay una desconexión productiva posible. Es cierto que, frente a esos obstáculos, Marta G. Franco expone un programa de reformas profundo y levanta acta del malestar digital: un clima de desafección, deterioro de la atención, depreciación de sus mecanismos de captura, deserciones y colapso de la esfera social digital aquí y allá que coincide con una aceleración en la inauguración y recreación de mundos que podría ser la cuarta victoria en internet. Los medios para ésta son desiguales, pero la partida continúa y hay sitio para que entréis.

    El estado feroz: manual de instrucciones (con Pablo Elorduy)

    Play Episode Listen Later Oct 11, 2024 60:43


    De la lectura de “El Estado feroz”(Verso, 2024) y de la conversación Pablo Elorduy, no se desprenden los conceptos más trendy de la politología patria ni de la internacional tertulianista -¿Ha dicho uted “inquiocupa? ¿inqué?-. Se sigue, más bien, una fascinación por la reciente ubicuidad de algunos conceptos -¿de verdad está el señor ministro hablando de lawfare en la Ser? ¿a partir de qué número de podcast de éxito las cloacas pasan a ser vertederos a cielo abierto?- junto con el temor a que se despoliticen por completo en el mercado de las ideas. Donde hay más mercado que ideas y cotizaciones sobre todo a la baja. Jugar a la antropología del Estado es bajarlo del pedestal de héroes y santos para ponerlo en tierra. A pie de lobby, de cultura profesional y de familia extensa -Enhorabuena, después de dos abogadas de Estado, por fin han tenido ustedes el técnico de comercio que tanto buscaban-. Implica tomar el Estado no como lo que debería ser, sino como lo que es. Y el Estado es primero una organización estable, y, ya luego si eso, democrática. El “ya si eso” es el artista anteriormente conocido como política, donde nos jugamos ciclo a ciclo, si gana a) la tendencia democratizadora que subordina el estado a la soberania popular y nutre el circuito virtuoso de derechos, garantías y ampliaciones de la vida o b) el sentido patrimonialista y censitario de quienes ponen orden cuando la cosa se desmadra. Estado feliz y Estado feroz, dice Elorduy. En España ha habido mucho del segundo y menos del primero. Sin licenciarse nunca, el Estado feroz sale a pasear sobre todo cuando la tensión entre esas dos tendencias se desborda y la democracia amenaza la continuidad en la dirección política del Estado y el poder de los dueños de las cosas. Que seamos sinceras/os: se asustan con cualquier cosa. Con cositas muy pequeñas. Con cualquier cosa que se considere una amenza o una posibilidad, quién lo hubiera dicho, de que la dirección se aleje de la influencia exclusiva de los viejos grupos titulares de la administración (ya sea del estado o de las empresas) y ese poder se derrame de forma más distribuida. Por eso los tiempos de crisis son tiempos de Estado feroz. Y crisis no nos faltan. Si usted lleva algunas décadas con los pies en algún territorio del Sur, incluso del Sur de Europa, no le resultarán extrañas las últimas actualizaciones del sistema operativo del Estado, especialmente diseñadas para poder implementar una decisión política dura “venida de arriba a la derecha”, es decir, indeseada. Para estas funcionalidades de excepción, de traducción y regular administración de un dolor cíclico, el ingrediente democracia debe limitarse. El golpe de realismo al leer este manual de instrucciones sobre el Estado Feroz tiene, como muchas discusiones sobre lo real, un efecto ambivalente: ilumina pero asusta, esclarece pero puede paralizar. La amenaza de un shock impolítico por exceso de verdad. Si esto es así, no debe extrañar que la digestión masiva de todo esto se haga más en los programas del corazón y en el true crime que en las tertulias políticas, pero si lo primero le sabe a poco aquí dejamos que nos apriete la manita cuando vengan los sustos.

    40 maneras de nombrar la nieve. Sobre las familias de la derecha

    Play Episode Listen Later Sep 20, 2024 58:30


    Estamos de vuelta. 6ª temporada. De las cosas que empezaron durante la pandemia porque, recordarán, confinamiento, pocas subsisten. El podcasting ha devenido mainstream y nosotros hemos visto pasar ese tren como lo hace una vaca o un olivo. A lo suyo. Este verano, el particular lo suyo en el que interseccionan la cultura pop y lo político ha sido la conversación pública: el despliegue plaza en internet ahora reconquistada por lo tóxico y lo privado. Así que, a este lo suyo, le vamos a dedicar algún tiempo. Primera parada, un texto canónico de la lectura contemporánea sobre las nuevas derechas y su impacto sobre las viejas. El conocido ¿La rebeldía se volvió de derechas? De Pablo Stefanoni, editado por Siglo XXI y Clave Intelectual. Texto útil porque incorpora la perspectiva latinoamericana del asunto, siempre demasiado norteña. Y texto premonitorio, que en 2021 ya se preguntaba si esos tertulianos paleolibertarios, como Milei, minoría en la política de masas, pero buenos animadores del share, no serían algo más algo pronto. La premisa del libro es de una aceptación extendida: existe una debilidad en la familia conservadora tradicional (old right, tories del mundo, democristianos, conservadores en lo social y neoliberales en lo económico, en definitiva) que da oportunidad a y se aviva por la acción de derechas periféricas pero agitadas que mueven el tablero e incluso acaban por llevarse las piezas a casa. Desde ahí, hemos querido jugar con el motor del libro, que opera a partir de una paradoja fundamental en el funcionamiento de esta constelación. Esta es, una enorme variedad de familias, con planteamientos y fobias fundantes contradictorias que, sin embargo, produce efectos con una unidad y consistencia de sentido intensas. Si una leyenda-¿cuñadez? urbana dice que los inuit usan 40 palabras para designar 40 tipos de nieve, nos vemos en la necesidad de adaptarnos al entorno y manejar un reguero de nombres para identificar -y explotar- las diferencias de estos grupos. Etnonacionalistas del gran reemplazo contra el islam. Derecha populista de las élites globales me quitan el bocadillo, siendo las élites personas que se mueven para trabajar y siendo lo global una sucesión infinita de fronteras. Neofascistas que se pasaron al posfascismo porque el primer disco se vendió fatal. Paleolibertarios que combinan sin atragantarse un control natalista del cuerpo con el estímulo de los mercados de órganos. Anti-progres de todo tipo, masculinismos rancios y nazis del misterio que hacen match en la crisis occidental de la mediana edad. Es decir, un paseo de impacto por las estanterías del mercado de las ideas. Estando así la cosa y siendo la cosa nuestra continuidad más o menos alegre en el plantea, surgen muchos comentarios. Empezaremos la temporada con uno: ¿cómo es posible que estas alianzas contra natura conserven una cierta unidad estratégica que modifica el campo incluso de sus adversarios y enemigos? ¿Cómo contrasta con esto nuestra metáfora estructurante de la pureza ideológica y su rebaje pragmático? Bien, pasen, disfruten y discutan, que viene fuerte la temporada.

    Turismo y lucha de clases. Hacer España yéndote de vacaciones. Fin de temporada 5

    Play Episode Listen Later Jul 19, 2024 54:33


    Lleva unos meses rondándonos la teoría de los tres estados. Como cuando se cuenta en el cole la Edad Media, la teoría explica que hay tres sociedades superpuestas: gente que maneja lana para comprar a mucha otra gente y aún le sobra; gente que es comprada y con esfuerzo puede comprar a alguna otra de vez en cuando; y gente que es comprada y solo le queda apretar los dientes pa tirar palante. Esta imagen contiene muchas incógnitas. En el programa con Emmanuel Rodríguez a propósito de su libro sobre la clase media (https://www.ivoox.com/3x17-en-este-pais-todo-mundo-es-audios-mp3_rf_87316776_1.html) nos preguntábamos ¿ cómo es posible que ese segundo estado identifique al 60% de la población y a casi a la totalidad de la esfera política? Cuando Anna Pacheco retoma el problema de la clase en el trabajo contemporáneo en “Estuve aquí y me acordé de vosotros” (Anagrama, 2024), libro al que dedicamos este último programa de la temporada, se pregunta cómo esas personas -casi clase media, media media, media baja, media bajita, casi pobres- que dispensan sus servicios en la hotelería de lujo no desarrollan, al servicio de la clase alta global, las formas más depuradas de rencor. La imagen de los tres estados devuelve también la incógnita de las alianzas ¿con qué clase es más probable el acuerdo estratégico? ¿con aquella a la que hay más posibilidad de volver o caer o con aquella a la que se aspira a llegar? En el contexto español el turismo -en otros lugares una actividad excepcional y residual en el ámbito productivo, aquí eje vertebrador del modelo de país- resulta ser bien explicativa del estado de las cosas. En ella se refleja con precisión la teoría de los tres estados: el 33,1% que no puede irse de vacaciones al menos una semana (ECV 2023), el 60% que trabaja aspirando a la vida-vacaciones y el 7% que se forra con todo esto. El problema de esta imagen, icono del clasemedismo español, es cómo se mueve. El turismo ha vivido la transición desde un sector servicios-industrial que coquetea con las grandes constructoras y financieras a un sector devorado, al igual que el conjunto de la producción social, por estas últimas. De hecho, la conflictividad social creciente, como hemos visto en las últimas manifestaciones contra la turistificación de nuestras ciudades y territorios, uno de los movimientos populares más vivos hoy, no estalla solo por la captura territorial y laboral del sector clásico ho(s)telero, sino por el giro rentista que incorpora la vivienda turística y agota todas las formas de vida urbana e insular. Si situamos el turismo en esta esfera productiva y sistémica, más que en una esfera de gustos, consumos y estilos de vida, el marco de críticas y de alternativas se desplaza también ¿es lo mismo un sector turístico que el otro?, al igual que cabe preguntarse ¿es lo mismo la explotación laboral que la expropiación rentista?. ¿Cabe alguna forma de nuevo pacto social por el turismo, que incluya su desmercantilización, decrecimiento y profesionalización? ¿Será posible otro turismo mientras sea imposible otro trabajo? Nos vemos en septiembre y, mientras tanto, en las piscinas. Un abrazo.

    Por qué no hay influencers de izquierdas y otras malas preguntas - Acceso anticipado

    Play Episode Listen Later Jul 4, 2024 59:59


    Agradece a este podcast tantas horas de entretenimiento y disfruta de episodios exclusivos como éste. ¡Apóyale en iVoox! Acceso anticipado para Fans - En la escala europea, el resultado de las elecciones ha señalado una tendencia de agitación y sustitución en las derechas y un argumento más para la desorientación entre las izquierdas. Es el momento de renovar tesis y conocer el campo. Tesis 1. Alcanzado el momento álgido de dispersión en el campo progresista, se ha iniciado un proceso de integración, que no nos está dado decidir si sucederá o no, sino cómo sucederá. Será de manera orgánica y pluralista, es decir, frenteamplista, para organizar, integrar y dar agenda a esta pluralidad que somos, o será en la forma contraria. En el segundo caso, la autonomía respecto al PSOE y la viabilidad del espacio son muy complicadas. Tesis 2. La capacidad de interpretación e intervención de las dirigencias de los partidos es secundaria ahora. Tienen enormes incentivos para realizar esa tarea en el marco de una nueva batalla por un espacio político decreciente. Así, solo se problematiza aquello que les sitúa en mejor posición ahora. En cambio, el debate por abajo, dentro y fuera de esos espacios políticos, tiene mayor vocación de verdad y capacidad para construir un nuevo sentido común o cultura política compartida en el orden pluralista. De este modo, cuando lleguen las discusiones sobre la materialidad institucional y partidista, discusiones importantes pero ulteriores, ese enfoque se impondrá a los de arriba; y no al revés, como sucede en este todos contra todos digital que nos rodea. Tesis 3. Si es una discusión centrada en la cultura política, en cómo convivimos y nos reproducimos en un plano político, los matices en los temas sustantivos deben ceder en favor de ese principio de amistad. Y ese principio debe encontrar la forma de defender la pluralidad del espacio frente a la tentación de reducirlo. Tesis 4. Es el mejor momento, quizá el único, para hacer esto. Ahora bien, el método no es suficiente. Conviene conocer el campo. Para ello hemos invitado a les amigues de Proyecto UNA, referentes en la comunicación digital y popular. Nuestra intuición era que la percepción del campo politíco-digital está más condicionada por experiencias y aversiones generacionales que por un conocimiento decente del entorno digital. Eso provoca bastantes malentendidos, como que la derecha no para de crecer entre la juventud o que es el nuevo punk o que la comunicación digital es un mercado abierto o un campo plano regido por el mérito, cuando lo que sabemos es que existen montañas de dinero en la liberación de influencers y tertulianos inviables de otro modo, tsunamis de hate para las amplias minorías que se exponen y enormes costes de vida por todos lados, que no se pueden rentabilizar sino en un régimen hiperjerarquizado por el que solo puede quedar uno, y no hay garantía de que conserve la cordura. Ahora bien, dentro de este régimen hay otra circulación de ideas posible, siempre que se entienda que no cabe espejar directamente la derechista que produce tanta fascinación ahora. Aunque cualquiera que asuma las consecuencias de esa exposición y extreme sus performances puede hacerse con atención y un nicho, no son esas las comunidades que más nos interesan, ni podremos repetirles en cuotas de poder, a esos/as líderes mediáticos/as, el coste de su expedición. Penúltimo programa de la temporada.Escucha este episodio completo y accede a todo el contenido exclusivo de Pol&Pop. Descubre antes que nadie los nuevos episodios, y participa en la comunidad exclusiva de oyentes en https://go.ivoox.com/sq/874890

    Ciencia ficción latina: la técnica y su reverso

    Play Episode Listen Later Jun 14, 2024 42:30


    Un género es una estrategia o, dirán sus destractores/as, una artimaña. Consiste en parametrizar la ficción conforme a un determinado código, manejar un conjunto de referencias, arquetipos y conflictos por los que usted ha pasado muchas veces, tantas, de hecho, que puede dejarse llevar y disfrutar. Es entonces -zas- cuando le meten de rondón la reflexión profunda sobre ese mundo inexistente que viene muy al caso del suyo, pero que para ratos se leía usted un ladrillo sobre los límites de la técnica, la socialidad o los problemas del poder de otro modo. Y menos uno de 500 páginas… en tres volúmenes y precuela. Por eso, no pasamos temporada sin nuestro especial de sci-fi o ficción especulativa favorita. Floridas todas estas ventajas, pero ¿qué ocurre cuando el código del género es código del otro? ¿cuando las estanterías se llenan de soft power anglonorteño? De eso va este episodio, de charlar con Juan Francisco Soto Hoyos de los problemas de la sci-fi ajena y de las regularidades de un género dentro del género, es decir, de una eventual ciencia ficción latinoamericana. Lo primero que se viene en la charla son los abigarramientos entre códigos. La definición de ciencia ficción se escapa hacia el terror o hacia lo fantástico o hacia, vaya, ya apareció, lo mágico. Si un topos de la ciencia ficción son los excesos de la racionalidad técnica, un empacho del árbol de la ciencia del bien y del mal, sea como advertencia de colapso o como límite reaccionario a alguna fiesta, ¿qué forma puede tener esto en los contextos donde el desarrollo es tan excepcional que se les pone su nombre a las escasas épocas en que prevalece? Hay que pensar, entonces, en una sci-fi de cola, de reimplante y donde el hackeo no es la acción individual del héroe, sino la creación de la comunidad, como en los kentukis modificados, liberados o revendidos (Schweblin, 2018). Después viene la historia. En el sur los adelantos técnicos no empiezan la trama de cero, no son productos de la natural evolución humana, sino artificios y dispositivos políticos de ciertas derrotas de clase, como pasa en Sin fin (Caparrós, 2020) o, por conjugar otras latitudes, en El Gurja (Hossain, 2023). Y con la historia viene el espejo. Ese espejo del mismo desarrollo capitalista donde las utopías de un lado son las distopías del otro, donde es la derecha global la principal productora de utopías y fantasías escapistas. Por eso, se puede leer Mugre rosa (Trías, 2021) sin distinguir muy bien qué parte del colapso es catástrofe epocal y qué parte el plan A de la gestión institucionalizada del desastre en la periferia capitalista. Por eso, también, aparece la magia, porque donde no se ha atribuido la capacidad de la técnica se han asignado cualidades para la magia. Y porque, en determinadas ocasiones, el realismo debe maridarse con magia para poder escribirse y debe etiquetarse desde cánones asimilables para poder distribuirse legalmente en el norte. De hecho, no otra cosa hacemos aquí, meter en la salchichita del entretenimiento de género la pastilla de una honda preocupación por el presente. ¡A ver si cuela! Nota explicativa: • Caparrós, Martín(2020). Sinfín. Random House Mondadori • Hossain, Saad Z. (2023). El Gurja y el Señor de los martes (R. Cardeñoso, Trad.). Duermevela; • Schweblin, Samanta (2018). Kentukis. Random House • Trías, Fernanda (2021). Mugre rosa. Random House. Juan Francisco Soto Hoyos es profesor de filosofía del derecho en la Universidad del Rosario, de Colombia. Parte del contenido de este post y del programa proviene del seminario anual que realiza con sus estudiantes y que este año se ha ocupado de obras de ciencia ficción escritas desde América Latina. Escuchamos este enfoque por primera vez en el congreso “Ciencia jurídica y ciencia ficción”, organizado en Málaga en abril de este año, que pronto se publicará en un libro colectivo. Otras reflexiones proceden del grupo de lectura regular sobre ciencia ficción que se celebra en la librería La Montonera, de Zaragoza, que este curso ha tratado también estas ficciones.

    Cuándo fue la última vez que votaste en unas primarias. Especial europeas, con Pablo Elorduy

    Play Episode Listen Later May 31, 2024 52:46


    Europa es difícil, tecnocrática y cruel. O, según se mire, el peluche al que abrazarnos para no quedarnos por completo solos con nosotros mismos -es decir, en la urba España- cuando se apagan las luces. Aquí Europa nos interesa como un indicador de nuestra imaginación política. Básicamente por aquí abajo Europa significa sobre todo modernidad, y la modernidad ser europeos. O sea, un país homologado a nuestros vecinos del piso de arriba y no, por ejemplo, a los del piso de abajo. Sí, una metáfora preñada de racismo, pero perfectamente operativa en los últimos 60 años de nuestra historia. Algo que explica que en España funcione un europeísmo mucho más ferviente de lo que casi nadie está dispuesto/a a confesar y al mismo tiempo no se sepa mucho de cómo funciona la cosa Parlamento-Consejo-Comisión. No se sienta culpable. Tampoco es que en los demás países la gente lo entienda muy bien o lo entienda. Se diseñó así. Con un puntito de misterio. El misterio en los libros, las series y los/as amantes es guay y seductor. En las instituciones de gobierno inquieta un poco. A esta Europa a veces se le mira arriba como a un dios, al que se le reza o se le maldice cada cinco años, pero sin saber muy bien cómo esa pieza de fe funciona luego en los trílogos por venir. En el ciclo anterior se disputaba Europa -y a eso se adaptó- mientras que en este se mira como un afuera relevante, como una excusa para practicar lo infame, como un campo de proyección de las cuitas vecinales o como al juez no necesariamente imparcial en el que resolver el empate doméstico. El robot de cocina de las instituciones, vamos. Por nuestra parte, hemos invitado a Pablo Elorduy, coordinador de política de El Salto, para acompañarnos en este camino de ida y vuelta que son la arena estatal y la europea. En la arena europea se juegan muchas cosas, pero la mayoría ya las hemos inventado en el sur, como la homologación de la extrema derecha con una posición fiable -liberal en lo de la mantequilla, atlantista en lo de los cañones- y la gobernabilidad de las dos derechas Estado-de-Derecho approved. Así que quizá tengamos tiempo de profundizar en un debate que es estratégico sobre la alternativa a la UE y las alternativas en la UE que considere los problemas coloniales y ecológicos del aparato, pero también los ambages de una renacionalización de la política. Dicho esto, aquí se quiere practicar el no contarse cuentos y se sabe que, en momentos de baja potencia, Europa se votará en local. En la arena local la cosa está en empate. Pero no en un empate de 3 a 3 y cómo lo estamos pasando, sino en uno de esos 0 a 0 donde no hay presupuestos, leyes ya veremos si pasa alguna que no venga con el embudo del decreto-ley y todo queda al partido de vuelta. Eso son las siguientes elecciones. Mientras tanto, como Sánchez poco puede hacer con los asuntos mundanos se ha pasado a los transcendentales, que es la forma de animar un 0-0, como la lucha por el amor o por la democracia, una manera de poner ojitos a todo socialdemócrata para que se venga a la casa-Estado de la “izquierda” cuando haya que convocar elecciones. Esta agitación afectiva en la izquierda del tablero proviene de un impasse que la derecha cerró en las últimas locales y autonómicas de hace un año: la existencia de cuatro papeletas colindantes que, como trío, compusieron un bloque de gobernabilidad estable en el 2020-2023, pero que, como cuarteto, se quitan el aire de una habitación en la que nadie piensa abrir las ventanas. En realidad, puede que el espacio menos movilizado sea el que más se juegue. También, que mucha gente vote en estas europeas como a unas primarias de ese espacio que ahora tiene una composición imposible para alcanzar la estabilidad de 1) la hibernación de Podemos, 2) un empate con Sumar que obligue a una suerte de fusión fría, al modo de las generales, o 3) la acumulación en un gran partido laborista -o macronista, según el día-, adaptado a la flexibilidad y polivalencia que exigen estos tiempos. Queda menos para saberlo.

    El retorno del Estado, con Paolo Gerbaudo

    Play Episode Listen Later May 10, 2024 57:45


    Hay utopías o distopías, según el rincón en el que te tocara, que han sido. ¿Recuerdan la globalización? Un mundo sin fronteras (ejem), con una integración de sus economías tendente al infinito que iba a convertir la violencia en comercio (nótese que esto era un adelanto). Un mundo sin política y sin historia. Dicho así parece un cuento, pero algunos de sus mandatos principales han resistido décadas, así que era un buen cuento; o se contó con una mano muy firme, tanto da. Uno de esos mandatos que se volvió ley en nuestro contexto de hegemonía neoliberal fue que el Estado no tenía mayor interés en y por lo tanto no debía organizar ningún sector productivo o alcanzar algún objetivo social. Es verdad que se trataba de un planteamiento discursivo, es decir, de otro cuento, pero esta interdicción de la intervención pública (¿han oído lo de los efectos perversos del control de precios, por ejemplo, de la vivienda?), unida al vigor de sus alternativas de mercado (¿recuerdan la eses que iba haciendo Laffer por las páginas salmón?), formaban parte del canon de la política de masas. Hemos dedicado este Pol&Pop a hablar con Paolo Gerbaudo (“Controlar y proteger. El retorno del Estado”, ed. Verso) sobre qué sustituye o se disputa con el neoliberalismo el liderazgo de los signos, ahora que estamos de acuerdo en que el neoliberalismo está en crisis y en que, vaya, no tenemos mucha idea sobre lo que está pasando en el hueco de esta crisis. Gerbaudo mantiene que, pasada la década populista que postcedió al crack de 2008, se ha consolidado un neoestatismo. Es decir, se ha renovado cierto consenso sobre la necesidad de incrementar la intervención estatal en asuntos, sobre todo económicos y de seguridad, respecto a los que, al menos discursivamente, aquella se había proscrito. Esta interpretación, que rivaliza y también se encabalga con otras a las que hemos estado dando vueltas estas temporadas, tiene al menos dos aspectos muy significativos. En primer lugar, esa hegemonía neoestatista no implica que todos los sectores políticos la declinen y la implementen del mismo modo. Poca sorpresa si volvemos aquí sobre la condensación de fuerzas sociales ambivalente que es lo estatal. Enfoques reaccionarios y socialistas agrupan un conjunto de problemas y soluciones antgaónicas respecto a este paso al frente del Estado: Proteger ¿el planeta o las fronteras? ¿la vida o el territorio? ¿la libertad real o el linaje?. Controlar ¿a los de las plantas altas o a quienes limpian los cristales? ¿a los vigilados o a los vigilantes? Por eso, este neoestatismo no viene acompañado de optimismo ni de pesimismo, sino de la constatación de un cambio en el terreno de juego. En segundo lugar ¿qué terreno? El discursivo. Pensar en este terreno no deja de ser resbaladizo. Que los gobiernos socialdemócratas digan que algo les resulta prioritario ¿significa que se va a hacer algo en ese terreno? Qué les vamos a contar. Pero que se consuma de forma masiva la idea de que “no hay mejor política industrial que la que no existe” ¿es, de verdad, lo mismo que exteriorizar como proyecto de país la transición verde? Se trata de una ambivalencia que no solo atañe a la distancia entre lo que se dice y lo que se hace, sino también a los espacios del decir y del hacer que permanecen intangibles (como la estructura de los grandes beneficios y los ingresos del Estado) y los que se encuentran en el prime time de la comunicación política (las políticas sociales o territoriales). Además, tanto el decir como el hacer son poca cosa sin las bases suficientes sobre las que sostener esas posturas, lo que nos lleva, en los finales de este post y del capítulo, a la cuestión de los bloques y las alianzas. Anímense a este paseo con nosotros.

    True crime o el placer de ver culpables

    Play Episode Listen Later Apr 26, 2024 47:11


    La descripción detallada de los pormenores de esa investigación son, al final del día, un baño con burbujas. Las referencias a las costumbres de aquella secta amenizan las cenas de amigos. Sin militar aquí precisamente en la cultura de la literalidad, no son éstas las pasiones más sencillas de explicar y por eso hemos convocado a Mar García Puig a que nos ayude. Nuestro interés por el true crime es ambivalente: viejo y nuevo, vergonzante y transformador. Por una parte, toda época de frenesí político o esplendor cultural ha guardado agazapado un predominio del interés por los sucesos. Las propias investigaciones policiales ganan legitimidad al calor de las narraciones sobres los crímenes. Existe una tematización popular de los excesos de la criminalidad que es coetánea a la categoría misma de delincuencia: No piense en un ladrón ni en un contrabandista, en esa gente que no son sino su yo menos disciplinado; estremézcase mejor ante el asesino en serie. La persistencia de las novelas policíacas y las secciones de sucesos no eclipsa la gravedad que ha ganado el género. Desprestigiado pero en continuo multiformato, cualquiera puede presentar hoy sus proyectos de showrunner mientras ve las noticias: esta historia contiene un buen podcast, dos miniseries y el documental crítico con la inflación mediática del asunto. Ahora bien, lo particular de este reinado contemporáneo del true crime es que se funda además en el consumo y en la creciente producción femenina. Y hay quien discute si feminista. La ambivalencia no solo reside en que la mayor parte de las víctimas sean también mujeres, sino en que, como bien mostró Nerea Barjola en la Microfísica sexista del poder, la exposición de estos crímenes ha funcionado como dispositivo disciplinario del cuerpo femenino y más allá. Si, para cada generación, se ha dispuesto un crimen de Alcasser, de Marta del Castillo, de Diana Quer que ha pretendido aterrorizar a distintas minorías con las consecuencias de su autonomía, ¿de dónde proviene este enganche? ¿puede convertirse el sufrimiento de las demás, como evocaba Mar, en fuente de entretenimiento o de crítica? Por nuestra parte, tenemos algunas hipótesis, muchas inconsistencias y, lo que es peor, bastantes recomendaciones, así que bienvenides.

    La ciudadanía es un cuento, de los que importan

    Play Episode Listen Later Apr 12, 2024 57:41


    Usted no es “de aquí”. Vive aquí, coge el bus aquí, una cantidad creciente de las personas a las que quiere o los asuntos en los que piensa, puede que incluso la totalidad de ellos, están aquí pero usted no es de aquí. Entre el aquí y usted media un viejo dispositivo jurídico de funcionamiento asimétrico que permite que le abarquen todas las obligaciones del aquí pero no todos los derechos. Lo que le pasa es que usted carece de la ciudadanía del aquí en el que vive. En torno a la serie de puertas que separan lo nacional de lo extranjero se estructuran millones de vidas y, sin embargo, este asunto, que alguien pueda ser, pero sin ser ciudadana apenas ocupa atención. Hemos querido mitigar esta carencia al invitar a Irene Ortiz Gala para hablar de su libro “El mito de la ciudadanía” (Herder). Su referencia al mito, no se confundan, alude al especial arraigo y permanencia de algunos relatos sobre el origen de nuestras ideas de la ciudadanía, que han persistido hasta nuestra forma “naturalísima” de entender la distribución política del mundo. No alude, es importante aclararlo porque si no, usted, que “no es de aquí” va a empezar a torcer el gesto con razón; no alude a que la ciudadanía sea una cosa frágil y ornamental que el Estado pasea en las fiestas de guardar. Al contrario, ni siquiera una vida social crecientemente plural en lo nacional y en lo cultural provoca que se allane ese dispositivo jurídico que estructura la forma de ser en nuestra vida política. El libro de Ortiz plantea que hemos llegado aquí por una limitación de la vida (que merece garantía) política respecto al conjunto de la vida y que esa exclusión opera conforme a dos características que ya regían en nuestros antecedentes clásicos. La idea ateniense de que solo los propietarios iguales en sangre y tierra, nacidos y muertos en la polis, podían formar parte de la comunidad política con plenos derechos y la idea romana imperial de que distintos grados de ciudadanía podían extenderse a nuevas poblaciones, a condición de subordinarlas a los ciudadanos pata negra y ponerlos a servir a su interés. Si usted sí “es de aquí” y esto le parece muy alejado, piense en las coordenadas de cualquier Estado moderno: en su dimensión mecánica, fría y administrativa en pos del aumento y conducción de las fuerzas productivas, pero también en la dimensión orgánica, caliente e identitaria del proyecto nacional, con sus héroes y sus villanos. O piense, mucho más cerca, en la semana política. Piense en lo que cuesta juntar 700.000 firmas (de ciudadanía en su cenit) para que en el Congreso tengan a bien discutir que medio millón de vecinas tengan algún derecho de residencia y de trabajo, aunque sea temporal. Manéjese con los buenos argumentos en términos de impuestos, pensiones, universalidad de los derechos sociales e incluso de pura justicia que encontrará, pero también piense en el alto grado de identidad, de origen, de clase, de piel, que se sigue exigiendo para formar parte de las comunidades políticas. Traemos de ponerle un pensamiento al asunto porque por ahí aflora un componente de la ciudadanía, de una naturaleza excluyente tal que resulta inagotable por mucho que se pretenda extender su alcance. De algo de todo esto hemos querido hablar. Que aproveche.

    Actualidad: vuelven los 2000s

    Play Episode Listen Later Mar 28, 2024 57:59


    Vuelve el estampado militar, el tiro bajo y los bolsillos por todos lados. Vuelven los 2000s Bonus track: homenaje a La Isla de las Tentaciones y análisis de Dune II. Leyes de suelo mejor engrasadas, vuelta al macroproyecto como horizonte de realización regional, mordidas, comisiones y otras innovaciones político-empresariales de la boyante economía española. Otra vez polarización para comer y consenso para cenar sobre las cosas importantes. Otra vez bipartidismo del y tú más. Quizá es optimista llamar a esto restauración, por lo que presupone acerca de la solidez de lo restaurado y de la estabilidad del presente. Revival es, en cambio, un uso extemporáneo y con conciencia de un elemento de otro tiempo, que se hace jugar de forma coyuntural en una composición abigarrada junto a otros elementos. La actualidad nos manda señales de que esto ya se llevó y acabamos hartos. Hasta que las izquierdas del PSOE no reconcilien sus dos almas y con la excepción de algunas posiciones inexpugnables de Vox, el bipartidismo lo abarca todo. Tiene sus perfiles polarizadores en los flancos y sus perfiles centristas en la cúspide porque puede permitirse el todo incluido y porque, en esta fase del bipartidismo, la polarización es la superficie conocida del consenso básico en que no puede pasar otra cosa. Signo de revival es la economía del macroproyecto, icono del clímax de nuestro ciclo inmobiliario donde se pelean los puntos del maillot de la montaña por resucitar terrenos condenados e itinerarios turísticos de antiguas temporadas bajas. El macroproyecto es, como el shock de una pandemia, la época dorada en la que se forjan las historias de esos paladines del yo te lo arreglo que serán, en las ruedas de prensa del futuro, esa personas de la que usted me habla. El macroproyecto es hoy un motivo para convocar elecciones, por ejemplo en Cataluña. Los episodios de poderes del Estado pegándose de leches con internet para mayor gloria de la propiedad (intelectual), derecho must de las democracias liberales, no están tampoco tan lejos de las escaramuzas de la ley Sinde. Sin embargo, y contra todos los chistes que se pueden hacer sobre el episodio Telegram y la reactivación de las comunidades de aprendizaje sobre proxies, las autoridades conocen mucho mejor el terreno que pisan. Que, además, el grueso de esta guerra se esté librando en el frente del fútbol, espacio de politización atípica de masas, las debe hacer mucho más responsables de no alimentar marcos como el de censura y otras nostalgias del ya no se puede hacer nada. Y signo definitivo del revival es ver asomar la patita a la austeridad en cuanto se viene las primeras curvas. El semestre de presidencia española de la UE se cerró con un “compromiso fiscal” que se hará carne en 2025 pero que empieza a cerrar el grifo del neoliberalismo progresista abierto en 2018 y ampliado en la pandemia. La ausencia de mayor duelo por los presupuestos de 2024 es coherente también con esa condición. Sin embargo, si hay algo distintivo del momento, que hace inviable cerrar el ciclo en los términos plácidos de la restauración, es la ruptura de la “paz” comercial globalista y su sustitución por una competencia de bloques explícitamente bélica. En las últimas semanas, las principales cabeceras progresistas han buscado divulgar entre la opinión pública española, esa planta de interior, la naturalidad de la guerra y de la reindustrialización armamentística europea. La combinación de ese esfuerzo de guerra con el horizonte de austeridad puede producir monstruos, como recordaba Manel Pérez, adjunto a la dirección de La Vanguardia, hace 15 días, cuando señalaba el ejemplo de la socialdemócrata Mette Frederksen, prime danesa, que recorta en bienestar y estira impuestos para honrar la factura militar (https://www.lavanguardia.com/economia/20240310/9548225/tambores-guerra-austeridad.html). Esto también sería un revival de algo, mucho menos presentable aún.

    La ira azul. Las revoluciones que son y serán

    Play Episode Listen Later Mar 15, 2024 60:20


    En nuestro sentido común de la historia, un sentido lineal compuesto de hitos, días señalados y capítulos, las revoluciones son el acontecimiento que crea el nuevo mundo, el big ban de una era que concentra toda la energía como un puerto especial revienta la carrera al final de una etapa del Tour y dota de sentido a todos los kilómetros anteriores. En la contemporaneidad, la revolución se ha convertido en un elemento esencial de nuestra gramática política, de modo que nuestra manera de pensarla arrastra a nuestra forma de leer el presente. Al menos, eso late tras el libro de Pablo Batalla Cueto, “La ira azul. El sueño milenario de la Revolución”, ed. Trea, con quien hablamos en este episodio en términos como los que siguen. Primera premisa: la revolución no es un acontecimiento, sino una época. Por lo tanto, no hay que pensarla como una intervención puntual, desde arriba, desde abajo o en comunión fugaz, sino como un proceso de corrupción general e inadaptación institucional, cultural y económica del viejo orden que despierta propuestas de solución entre los grupos que lo sufren. Segunda premisa: hay muchas revoluciones dentro de la revolución. Es decir, esas propuestas y esos grupos serán distintos y mantendrán conflictos, pero podrán formar parte del mismo proceso. Al menos un tiempo. Hasta que se traicionen e impulsen procesos imposibles de componer ya, como la clásica disputa entre el bando de la revolución-ha-sido-completada y el bando de esto-no-ha-hecho-más-que-empezar. Pero también la contrarrevolución está habitada por muchas revoluciones. Los elementos más díscolos del régimen se ven a menudo alineados con éste cuando la revolución amenaza con un orden peor, sea la amortización de las tierras comunales, la industrialización o la integración en la competencia europea y global. Tercera premisa: si la revolución es un proceso largo, animado por fuerzas móviles y plurales, todos sus elementos de época se encuentran ahí, sobre la mesa del presente, para quien sea capaz de componerlos en una estrategia. Miremos a nuestra época ¿qué distancia hay entre la percepción de agotamiento de las fuerzas, interpersonales y planetarias, que fundamenta el ecosocialismo y la percepción de mundo desbocado que fundamenta la nostalgia fascista de las jerarquías? Quizá la capacidad de articularlos con un sentido o con su contrario, hacia una revolución o hacia otra antitética. Una hipótesis. Si todo esto es así, propone Batalla que la nuestra es una época revolucionaria (“No estamos en un final. Estamos en un principio”). Y esta época nos pilla, contranatura, del lado de la conservación de régimen: “Nos hemos vuelto conservadores al tiempo que la derecha se ha hecho revolucionaria y tal vez no haya que avergonzarse de ello, sino abrazarlo con desahogo y, contraintuitivo como pueda ser, devolver el golpe volcándose a extraer lecciones (tácticas, no ideológicas), no —no solo— de la literatura revolucionaria, sino de la contrarrevolucionaria, y no de la progresista, sino de la conservadora. Leer desprejuiciadamente a los reaccionarios y conservadores lúcidos de las últimas dos centurias y aprender de sus intuiciones sobre cómo se hace frente a una revolución” (p. 164). Y una duda. Entonces, si nos resignamos al lado frío de la política de seguridad, racional y prudente ¿no queda todo el descontento propio de una época revolucionaria a la mano de la revolución de derechas, con la atracción de su épica y su vehemencia? ¿No se sitúa en esta región parte del cortocircuito entre ese conjunto de intereses que vemos como compartidos en su mayoría y esa imposibilidad de componerse cultural y políticamente con los sujetos que los encarnan? ¿no ha acabado confundida, de tanto estudiar solo el temario recomendado, la política con unas oposiciones?

    Bienvenidos al MUNDO BRO. En el laboratorio de las nuevas masculinidades reaccionarias

    Play Episode Listen Later Feb 23, 2024 70:22


    Productivismo más allá de toda producción. Ayuno intermitente. Ayuno de dopamina. Ayuno de redes. Snacks de movimiento. Píldoras de conductismo testadas en las mejores celdas para opositores. Nostalgia de autoridad. Si hace unos cuantos programas vinimos al mundo bro por las risas (https://www.elsaltodiario.com/pol-pop-podcast/filosofia-criptobros-marco-aurelio-te-echa-bronca-no-ir-al-gimnasio) hoy nos quedamos por su alocado catálogo de prácticas sobre el sujeto. Y, para ello, nos sumergimos de lleno en uno de sus sectores más pujante: los coachers de productividad. Al mismo tiempo boyante subsector de la autoayuda para chicos y laboratorio puntero de las nuevas maculinidades reaccionarias. Cómo da miedo ir sólito y con amigos es mejor hemos convocado a Mozo Yefimovich, una de las personas que mejor ha profundizado en sus vericuetos en su canal de youtube (https://www.youtube.com/@MozoYefimovich) Hablemos claro. Ser yo es complicado. No ser este yo concreto podcaster. Que también. Sino ser cualquier yo sometido a las presiones y miserias de la vida contemporánea. Es tan complicado que hay siglos de saberes y prácticas humanas dedicados al asunto. Lo más significativo de este fenómeno del mundobro que nos fascina es, precisamente, que son señores muy señores -mucho muchísimo- los más enganchados a estas cosas de ocuparse de uno mismo. Porque aceptémoslo: los chicos no hemos querido ocuparnos demasiado de esto. La masculinidad oldschooler implica un activo rechazo a estas cositas de las que se sospecha pueden producir que tu pito se desprenda de tu cuerpo. Pero el mundo bro si participa de esa preocupación por uno mismo y nos ofrece sus propuestas. Lo que pasa es que el mundo bro también está enredado en el revival nostálgico de la masculinidad oldschooler, así que la cosa se pone complicada y barroca como película de Nolan. Porque todo esto -toda esta ansiedad, toda esta complejidad de llegar a ser uno mismo en la sociedad despersonalizante y competitiva hasta la extenuación del capitalismo tardío- podría ser pensado desde la interdependencia, por ejemplo. O los cuidados. Cosas sobre las que parece cernirse el conocido pánico atávico al desprendimiento de pito. Así que, vedadas todas esas otras opciones que abrirían mundos distintos, bajo pena de emasculación, lo que queda es pensarlo desde el individualismo, la competición darwinista y el asco por la feminización del mundo contemporáneo. Lo cual aderezado con unas citas bien instrumentalizadas de estoicismo romano aquí y allá, unas notas de conductismo para dummies, productivismo golden age y little big magufismos, componen este aroma inconfundible: the new brummel. La propuesta para una nueva masculinidad reaccionaria que nos ofrecen estos señores como respuesta a la ansiedad que a todos nos ocupa. La cuestión es que crear y esculpir un yo supone también proponer un mundo. En este caso el mundo bro, que es un mundo que traduce a un lenguaje popular y a un set de prácticas accesibles el vínculo contemporáneo entre una racionalidad neoliberal y una jerarquía social neocon. Esto, que fue motivo de hasta dos programas, sobre Wendy Brown (https://www.ivoox.com/pol-amp-pop-4x01-en-ruinas-del-neoliberalismo-audios-mp3_rf_92222423_1.html) y Melinda Cooper (https://www.elsaltodiario.com/pol-pop-podcast/valores-familia), y de una larga cantinela la temporada pasada, vuelve ahora en formato 5 consejos para tener el cuerpo que siempre has querido, invertir desde 0 o concentrarte para estudiar de una puta vez. Hay que trabajarse como un yo disciplinado, productivo y alfa porque ese yo se instala en una naturalización de la jerarquía social, el darwinismo y la guerra de todos contra todos. De hecho, es el mundo resultante de su sujeto (invisibilizado en esta creación de contenido) el que da prueba del delirio del conjunto. Pero eso es materia de otros programas. En todo caso, a este cuadro le queda por explicar la creciente afición juvenil por adentrarse en esta cueva. Podría ser que nuestras composiciones de mundo carecieran de propuestas para ese sujeto que se agobia y lo que tiene más a mano es el tubo de individualismo de internet. Es decir, no tenemos una propuesta de sujeto que acompañe a nuestra propuesta de transformación política, cuando es obvio que se la necesita si quiere activar cualquier impugnación realista del mundo.

    Pol&Pop 5x09. Pescar el salmón. Esa ideología llamada economía

    Play Episode Listen Later Feb 9, 2024 58:43


    La prensa salmón no miente. Mucho peor, te dice la verdad Es 2010. Es 2011. Tienes un trabajo a tiempo parcial que no le impide, you know, extenderse durante todo el día. Parte de esa parte del trabajo la dedicas a buscar otros trabajos porque el proyecto del que dependes tiende, como todo en la vida, ay, a extinguirse. Los días no tienen demasiada consistencia. Son días improvisados. Pero sí existe un pulso que los hilvana. Es un numerito que, hasta hace unos meses, no habías oído y que ahora marca las constante vitales del país. Lo que permanece o, por mejor decir, baila hacia arriba día a día es la prima de riesgo. Al país le pasan otras cosas, claro. Y esas otras cosas se cuentan, salen a la calle, la lían pero no tienen la consistencia y el empaste con la realidad que tiene la prima de riesgo. Esas otras cosas van y vienen sin que la realidad se altere. Pero ojo si sube la prima de riesgo. Nuestra realidad depende y es ese indicador. Podría ser tal recorte, tal desahucio, las masas de retornades o emigrades, pero ninguna de esas variables, que son la vida, afectan tanto a tu vida como esa otra que en realidad es un número. Un indicador económico que mide lo cerca que estás del barranco pero de una forma lo bastante abstracta y farragosa como para que no puedas identificar bien quién te está empujando. Al mismo tiempo es una coartada para cualquier cosa. No deja de ser curioso que, cuando elegimos coartadas para hacernos daño, estas provengan de la jerga económica o jurídica, no de cosas respecto a las que está bien distribuida una experiencia sensible. Hemos querido hablar con Yago Álbarez Barba, de El Salmón Contracorriente, en El Salto, y autor de “Pescar el salmón. Bulos, narrativas y poder en la prensa económica”, en Capitán Swing, porque en un programa sobre política y cultura popular, nada concilia mejor esos dos mundo que los discursos económicos. Una política pública a un cuento pegada. Como todo cuento, el de la prensa económica tiene personajes que se ven, los viejos medios en papel y los nuevos digitales (¿qué tiene la prensa económica que todo el mundo quiere su web salmón? Y tiene sus detalles aburridos a los que nadie le presta atención, como ¿de qué vive esta gente? ¿cuál es su modelo de negocio? Asunto no menor entre un grupo de voces, casi todas con el mismo tono, que configuran lo de las cosas del comer en sus palabras en inglés, cifras sin contexto y metáforas de lo más granado, desde las meteorológicas a las familiares: un niño que nazca ahora en España leerá, a lo largo de su vida, más de 300 titulares sobre el trozo de deuda pública que debe ya un niño que nazca ahora en España. En la prensa económica hay bulos, por supuesto, pero sobre todo hay verdades o, mejor, hay regímenes de verdad acerca de cómo funciona la economía, de cómo debemos comportarnos y de qué es posible y qué es un delirio en términos políticos. El discurso económico es un muro alto y brillante, para que se sepa que dentro hay algo importante, pero también para que los bárbaros no lo escalen. Los bárbaros somos nosotros, por si el muro no te lo había dejado claro. Nadie en su sano juicio se metería a escalar esa pared de marcos, predicciones, infoxticación y desayunos informativos, pero cada época tiene sus ficciones y a nosotros nos gusta disfrutarlas. Adelante.

    Pocos contra muchos. La política del siglo XXI

    Play Episode Listen Later Jan 25, 2024 49:51


    Los pocos contra los muchos. ¿Con quién vamos? No es difícil elegir bando. Elegir bando es de hecho imposible. El bando es, más bien, una banda que te ponen cuando naces. De la cuna a la tumba, salvadas sean algunas experiencias welfaristas. Los locos años 70 del punk y de la movilidad social. Lo de elegir bando, en concreto. Con la plebe contra el patriciado. Con les cualquieres frente a la gente de buen nombre. Con los jornaleros contra los señoritos. Con las camareras de piso frente a los magnates hoteleros. En principio la cosa está clara. Por eso decidimos acudir a Nadia Urbinati, autora de Pocos Contra Muchos. El Conflicto Político en El Siglo XXI, publicado este año pasado por la editorial Katz. Sospechamos no obstante que Nadia torcería el gesto si viera esta introducción: estos muchachos no han entendido nada. Para esta politóloga italiana, la conveniente forma republicana de gobierno no funciona mal en esa contraposición entre los pocos y los muchos. En virtud de la que los pocos gobiernan y los muchos se preocupan de sus cosas, de estar tranquilos. Esos muchos que siempre han estado ahí, y unos pocos se los elige entre los más poderosos y los mejores de los muchos. Con todo, aunque los pocos son obviamente pocos, la ficción funcional de la representación de los muchos y la cosa política funciona razonablemente mientras existan: a) una cierta fluidez en la circulación del poder y b) caminos estructurados entre ese conflicto social basal y su conversión última en los cambios sociales, normas o políticas que dan una salida pragmática a ese conflicto. “¿Ha dicho usted huelga, deserción, contracultura? Llévese lo que quiera”. Y, si la cosa más o menos funciona, ¿cuál es el problema? El principal es un viejo conocido de este espacio: el egoísmo de los ricos y su renovadointerés en librarse de todos nosotros. ¿La secesión de los ricos otra vez en Pol&Pop? Sí, la secesión de los ricos otra vez. Va a ser que el aumento de la desigualdad, el desprecio a las condiciones de vida de los muchos y de la acumulación de los pocos ha ido rompiendo, laminan o, en plata, haciendo mierda esa comunidad elitista de intereses comunes que añora Urbinati. “Señora ministra de trabajo, suélteme el brazo, que mi reino no es de este mundo. Que, cuanto quiera, me desterritorializo al mejor postor y, si te he visto haciendo fortuna en los años de trabajo esclavo y monopolios franquistas, no me acuerdo”. Pero hay más. Rota esa comunidad política republicana, comunidad segregada y vertical, pero comunidad al fin y al cabo (llámese nación para que no se le vean mucho las costuras al invento), ¿qué cauce tienen las demandas y malestares de los muchos, por otra parte, crecientes? Pues reliarse un chaleco amarillo, plantar la tienda en la plaza más grande a la vista y abjurar de toda representación y vías de estructuración de esas demandas en medidas normativas o políticas concretas. La virtud principal de este libro es tomar en serio estos y otros problemas contemporáneos. La elitización y captura de los pocos que salen de los muchos a través mitologías como el gobierno de los mejores, por ejemplo. La inestabilidad de los liderazgos políticos en la democracia de audiencias, por poner otro. Se evita así este gesto que salvaría todos los defectos de nuestros sistemas políticos, proponiendo reconfiguraciones democráticas, igualitaristas o populistas que hacen abstracción de esta cesura material que divide de forma cada vez más evidente nuestras sociedades en patricios y plebeyos… El problema está, así, bien delimitado. Al mismo tiempo, la lectura de la historia y de las disrupciones políticas en curso de una politóloga asentada en la Universidad de Columbia incorporan los sesgos nostálgicos y funcionalistas propios de la cátedra. Si algo así como el Estado de Bienestar corporativo y tripartito, con esa capacidad de negociación colectiva en tiempo real existía, ocurrió, lo hizo sobre un sustrato de movilización y alternativas, nada enmoquetado y sobre todo nada ceñido a los pocos más presentables elegidos de entre los muchos. Del mismo modo, las movilizaciones actuales contienen esa ambivalencia que señala Urbinati, pero esta es mayor en el jardín europeo que en otras partes del mundo. Es fácil leer en otros movimientos, desde el 15M a la revuelta chilena, un programa de reformas que, con las tiranteces internas, mutaciones y capturas, se declina en fórmulas apartidistas pero también en el articulado completo de una nueva constitución. Es decir, que ni la república iba tan liviana ni los muchos el pirómano de este incendio.

    2023. El año en el que fuimos psoeizados. Especial año nuevo ft. Sororitrap - Acceso anticipado

    Play Episode Listen Later Jan 4, 2024 64:05


    Agradece a este podcast tantas horas de entretenimiento y disfruta de episodios exclusivos como éste. ¡Apóyale en iVoox! Acceso anticipado para Fans - Recordarán las elecciones. Julio. Calor. Memes de perro sanxe. Un gobierno con mayoria absoluta full-fachaleco PP-VOX avanzando como una bala a velocidad supersónica en dirección a nuestra cabeza. Esquivamos la bala. Ha hecho falta una contorsión digna de Neo en Matrix y los mejores efectos especiales. Pero esquivamos la bala. Incredulidad. Épica. Remontada. Nuevo gobierno de coalición. Lo distinguirá usted en su entorno, entre sus amigas/os, antiguas compañeras de militancia, tertulianos y otras relaciones parasociales. Incluso en usted mismo/a. Es una sensación que oscila entre el entusiasmo, la impostura y la resignación cínica. Divierte pero envejece. Si reconoce los síntomas, efectivamente usted ha sido psoizado. Este término, molesto a primera vista, es también un síntoma de época. Otro término también molesto a primera vista. Indica la normalización definitiva de la lógica de coalición a escala gobierno nacional en Españá -hasta el momento la mutación/innovación política más profunda de nuestra generación- y la consolidación de un bloque de gobierno progresista. Lo que significa también un bloque más allá del propio gobierno. Para ello Sanchez ha dado pasos, movidos básicamente por el pragmatismo -que nadie se flipe tampoco demasiado- impensables en los rígidos límites del Régimen del 78. Indica que esto -dar pasos pragmáticos, consolidar bloques progresistas- resulta que inspira una épica y algo sexy en esa parte del pueblo español que no trabaja el fachaleco con entusiasmo. O que lleva fachaleco pero es del PNV o vota en Sant Gervasi. Esas derechas Km0 que la estupidez integrista del nacionalismo español es incapaz de integrar. En todo caso más épica y sexyness al menos que, por ejemplo, dar vergüenza ajena en cada ocasión que se te presenta. También coloca al PSOE -o mejor dicho, a Sánchez- como la única dirección estratégica del bloque, con sus oportunidades y, sobre todo fragilidades. Especialmente en lo que implica, a la izquierda, la dependencia estratégica y comunicativa. Tanto es así, que la construcción de aquello que es ajeno al ámbito institucional, que en este año también hemos visto proliferar este 2023, opera subrayando cada vez más su disposición antagónica -no-ser-institución/no-ser-inserte-aquí-su-crítica- favorita-. Lo cual, paradójicamente supone operar en una lógica de subalternidad tanto igual dependiente de ese diapasón Sánchez-Prisa, Algo muy lejos de la autonomía en cuanto a creación de nuevos mundos políticos. Sobre los problemas de la vergüenza ajena tendremos ocasión de hablar en el futuro. En ese sentido si les gusto 2023 les encantará 2024. Otra novedad que nos deja 2023, esta vez por la otra vertiente, es la creciente alienación de la derecha del tradicional marco del R78. Lanzamos esta intuición: la lógica destituyente en la que opera de manera cada vez más radical y convencida la derecha no puede dejar de tener efectos corrosivos sobre el R78, profundizando de forma inédita y cada vez mayor la crisis de régimen. Este fenómeno se manifiesta claramente en la consolidación del ayusismo madrileño. Las recientes manifestaciones en Ferraz y los señalamientos hacia figuras como el monarca o la policía, acusados de traicionar la constitución material de España, son tanto más indicativos del fenómeno. En definitiva, 2023 nos ha dejado el contexto de un nuevo punto de equilibrio inestable. Un año un poco meh, como las bolitas de coco. Con una derecha crecientemente separada del impulso a la gran restauración que le caracterizaba y con un PSOE-Sánchez como último hilo que conecta el presente con los últimos 40 años se abren muchas incógnitas que no se van a resolver en la escala interna, sino , con toda probabilidad, en las tendencias electorales y políticas más allá de la provincia España. El año que viene más 70 países, aka el 50% de la población mundial tiene elecciones. Asi que a) la turra de promete épica y 2) veremos consolidarse las tendencias de manera quizás más clara. En todo caso, si 2023 ha sido un año un poco meh también nos ha dejado un montón de series, películas, libros y podcast que hemos disfrutado y que compartimos con vosotros y vosotras este episodio. Como con amigas es mejor siempre, hemos invitado a las compañeras de Sororitrap podcast antysistem a compartir con nosotros las sensaciones que les deja 2023, sus momentos trash favoritos del año y todas sus recomendaciones culturales. Escucha este episodio completo y accede a todo el contenido exclusivo de Pol&Pop. Descubre antes que nadie los nuevos episodios, y participa en la comunidad exclusiva de oyentes en https://go.ivoox.com/sq/874890

    La política de cualquiera. Microdosis de Jacques Rancière para superar la bajona

    Play Episode Listen Later Dec 15, 2023 70:57


    Terminábamos el episodio anterior un poco mohínos (https://www.elsaltodiario.com/pol-pop-podcast/filosofia-criptobros-marco-aurelio-te-echa-bronca-no-ir-al-gimnasio). Si la hipótesis que elaboramos es cierta —que el renovado éxito en estos días de los estoicos romanos, y su propuesta de huida hacia el interior de nuestro yo, es el resultado de que entre ellos, chusma imperial, y nosotres, chusma contemporánea, compartimos una impotencia política que hace rimar nuestras experiencias— la cosa no está, ciertamente, para tirar cohetes. Pero la política tiene mucho de ambiente. No ciertamente de ese tipo de ambiente externo e inamovible, sino más bien como corrientes de aire que pueden hacerse circular de otros modos. Si se sabe cómo, claro. Por cierto, que aquí no se sabe. Pero, inasequibles al desaliento, hemos querido pensar de la mano de alguien, Jacques Rancière, que a sus 83 años está en condiciones de ofrecernos una visión de la política de largo alcance. Del ciclo largo que une y separa la segunda mitad del siglo XX y este tercio del siglo XXI, con sus altas y sus bajas, sus momentos de efervescencia, sus mayos del 68, sus 15M, y sus momentos de bajón. Un autor que a lo largo de su vida y su obra ha pensado, como decíamos, en la política de largo alcance (El odio a la democracia), en las relaciones humanas desde la igualdad (El maestro ignorante) y en la desnaturalización de los ciclos de explotación de la vida (La noche de los proletarios). Así que hemos aprovechado la traducción de este compendio de artículos de Jacques Rancière, “Los Treinta Ingloriosos. Escenas políticas 1991-2021”, de Katakrak, para aprender algo sobre nuestro futuro a partir del pasado más plano que recordamos en esas décadas de consenso, clausura de la historia y paranoia securitaria. Aprovechamos esta pausa (respira) para recordarte que puedes escuchar nuestro capítulo en la cajita de enlace justo encima de este artículo. Fin de la publicidad. Si un concepto se encuentra tergiversado en nuestro mundo es la igualdad. Noción abstracta, casi rutinaria. Casi como un objetivo al que, con todo cinismo, se hace ver como que nos dirigimos porque se sabe que apenas se da un paso por cada dos que se desandan. En Rancière, por el contrario, la igualdad no es el punto de llegada, sino la premisa de la relación —política, educativa, etc.— que puede provocar otra distribución de lo sensible. Es decir, una realidad donde cualquiera pueda participar en su composición efectiva. Dicho así, puede parecer bonito, pero se entiende mucho peor que si se invierte la fórmula y se mira a unas sociedades que condicionan ese formar parte de la ciudadanía al mérito. Que llevan al fondo de la habitación —si no a la cola que se forma fuera de la puerta— la palabra o la presencia de quienes no han pasado las pruebas del “merecer” nacional, educativo o estético. En estas sociedades, cada vez más, las condiciones de una vida decente se garantizan a los grupos de ciudadanos, cada vez menos, que “lo merecen” y se cierran a todas las demás. No es difícil ver aquí ya cómo tal jerarquización de la vida social va de la mano de una elitización de la democracia. Se consolida así una política en la que la masa de los y las cualesquiera es un peligro para la propia democracia, que se reduce a gestionar desde arriba los asuntos públicos y a representar a un pueblo estrecho y prefijado. Rancière opone a esto una política de la imaginación, pero no como el carnaval constante y callejero, sino como la producción de acontecimientos que interrumpen esa naturalización de la jerarquía y la exclusión que es el pasar de los días y del business as usual. Como aporte personal conclusivo, algo que no deja de sorprendernos es cómo el sentido común político va oscilando década a década entre los extremos de la política institucional a la movimentista y de vuelta a la primera. Como si el único menú de las opciones posibles fueran la alternativa entre el empacho y el ayuno. En este bamboleo del que no somos capaces de escapar, Rancière se sitúa del lado de la afirmación expresiva de la autonomía política que, a nosotros, nos deja con la pregunta de cómo, como masa de los cualquiera que somos, somos capaces también de hacer saltar de escala los procesos políticos más potentes. En todo caso, el problema y la pregunta, parece muchas, muchas y muches nos hacemos en la izquierda estos días. ¡Comenzamos! Puedes escuchar el programa completo aquí

    Filosofía para criptobros: cuando Marco Aurelio te echa la bronca por no ir al gimnasio

    Play Episode Listen Later Dec 2, 2023 57:23


    Levantarse pronto (más pronto), tirar burpees, vigilar lo que comes, vigilar lo que tocas, no masturbarte, alejarte del tabaco, del alcohol y de las grasas saturadas, pensar en el Imperio Romano, tener éxito. Apretar los dientes. Reiniciar el ciclo. Bajo el epígrafe de recetas para el triunfo, hemos visto crecer en los últimos años una amalgama de discursos que exponen una comprensión/forma de habitar y crear el mundo para el joven hombre blanco que empieza a asomar su cabeza a la adultez, con más temor a que se la corten que ganas de disfrutarla. En el mundo posterior al Estado del bienestar de los años 1990s esa sucesión se percibiría como una condena. Un eslabón más de la larga cadena disciplinaria que iba de los ejércitos decimonónicos a la escuela, de la escuela a la fábrica, pasando por sus variaciones en la oficina o en la cárcel -tanto da- y de vuelta a la casa, donde ni la disciplina ni el simulacro cesan. De ahí huye, por ejemplo, Ewan McGregor al inicio de Trainspotting como de una maldición. Pero son los 90. En los 2020s la propuesta bro es abrazar esa disciplina y configurar la propia vida como un entrenamiento sacrificial para el éxito. O, mejor dicho, como un marcador del éxito. Es cierto también que salvo en los estratos más altos de las pirámides brocoachingueras, nadie percibe una relación muy fiable entre hacer abdominales y el éxito, ni siquiera en su reducción a dinero. ¿Cuál es, entonces, el porqué, el malestar o el deseo de esta gente? Vimos que Adriá Porta Caballé también andaba ocupado con la filosofía lladiana (https://catalunyaplural.cat/es/fuck-tienes-panza-llados-o-por-que-vivimos-en-una-epoca-estoica-imperial/) y hemos empezado junto a él una indagación sobre nuestro momento imperial, la pulsión por coleccionar medallas y ser hombre (vie)joven reactivo a esa cosa que te pasa por delante que es el feminismo, en esta tercera década de un siglo que está teniendo de to. Así le hemos dado forma a algunas hipótesis iniciales. 1. Tiempos de guerra. Si el estoicismo u otras declinaciones de la filosofía clásica en tiempos imperiales tenía sentido era por su capacidad de ofrecer una salida a la incertidumbre de un pueblo que había perdido su capacidad de influir sobre el mundo. De antiguos ciudadanos convertidos en súdbitos. Un pueblo de esclavos, muchos de estricta titularidad de otros, todos, de las decisiones de una minoría que dirigía un mundo inabarcable. El estoicismo, como el escepticismo, el epicureísmo o el cinismo, son planteamientos que ajustan bien, y performan, la posición de esclavos y soldados que proliferan en tiempos donde todos somos esclavos y soldados. Donde grandes porciones de la vida pública han sido amputadas de la participación política ¿Te suenan de algo esos tiempos? 2. Tokenización de la vida: el fin es la medalla. En un mundo en el que nada garantiza el éxito y nuestras posibilidades de controlar la propia vida se reducen, adoptar una rutina sacrificial sirve para encauzar ese excedente de energías en un ciclo improductivo, nihilista en cuanto a que su objetivo solo es la repetición y el propio sacrificio. En todo caso, si bien el ciclo no conduce al éxito por sí, sí puede conducir a medallas (relojes), marcadores (six-pack) y trofeos (coches, mujeres… así está la cosa) que nos eleven un tanto en la jerarquía interna de los esclavos y nos ofrezcan cierta certeza de que somos o seremos elegidos. Si algo está claro es que a esta vida no se viene por los loles. 3. Lo personal es político, pero en versión refugio en los confines de la política. Lo personal es político modo bunker anti-zombies. Buscar cobijo en el trabajo de sí infinito, sin objetivo, sin producción, sin agenciamiento, como trayectoria alternativa al cansancio de la política, ese juego abierto de quienes pueden y no pueden a la vez. Retirada del mundo, hacia la soberanía del yo y del cuerpo como refugio ante la impotencia. Frente al juego infinito de la política, el juego infinito sobre sí mismo/a. Que al menos ofrece algún tipo de validación inmediata cuando te miras al espejo y tremendo biceps mi pana. 4. La cosa es que este no es solo un problema bro, aunque el mundo bro haya presentado su candidatura para interpretarlo y ofrecer así un modo de vida adaptado. Nuestro reto no puede ser, por lo tanto, más pequeño que eso y, con ese fin, empezamos la conversación. Hoy en Pol&Pop, socialismo o criptomoneda.

    Capitalismo canibal

    Play Episode Listen Later Nov 18, 2023 57:22


    No es pintoresco, no es exótico ni decorativo y, desde luego, no permite versiones de bisuteria como las que se pueden hacer con esa culebrilla alquímica tan mona que se muerde la cola hasta que se devora. No es un anillo, es el capitalismo, que también se devora a sí mismo. Y tú vas dentro. Este párrafo podría ser un buen resumen del libro que nos ocupa hoy: “Capitalismo caníbal. Cómo nuestro sistema está devorando la democracia y el cuidado y el planeta, y qué podemos hacer con eso” (Nancy Fraser, Siglo XXI editores, 2023). Pero si a ti, como a nosotros, te apasiona Nancy Fraser puedes seguir leyendo. Los libros de Fraser tienen la virtud de ser directos, hacer partir la teoría crítica del sentido común, del realismo que llevamos dentro, porque nadie necesita una ristra de demostraciones para desvelar la crisis y los efectos del capitalismo. Basta con experimentos simples, que cualquiera puede hacer en casa: querer respirar, querer comer, querer dormir en una cama calentita, querer tener tiempo. Otra de las grandes contribuciones de Fraser, que reaparece aquí y allá en este libro, es su visión integral de la justicia, ese asunto del que no se discute en la política de izquierdas porque la moral es una enorme fuente de pasiones políticas, pero hemos convenido en que sea un asunto extra-político. Por supuesto, el texto de Fraser no necesita meter estas pullitas, se basta con recordar que una idea de justicia sin la adecuada articulación de los valores de redistribución, reconocimiento y representación produce monstruos. Ahora bien, este escenario de crisis constante, estructural, policéntrica no es suficiente para afectar de forma sería la legitimidad sistémica. Como una decena de marksfisheres nos han recordado, casi nadie cree que el capitalismo sea la mejor idea. De hecho, existe un entero sector de negocios basado sobre la premisa de que los más ricos se van a cargar el mundo y la gente les va a perder el cariño, de modo que tienen años para dar con un cohete de escape, construir un búnker, diseñar la varita mágica para que su jefe de seguridad no les esclavice. Si la perspectiva de la crisis de Fraser es brillante es porque descansa en una concepción ampliada del capitalismo y de su crisis: no se trata de un sistema económico, sino de una institucionalización extensa de un determinado orden social. En su estricta versión económica, el capitalismo tampoco era la pera, sino más bien ese régimen irracional y poco cercano a la libertad y a la buena vida de quien debe trabajar bajo el mismo. Pero esta perspectiva ampliada sube al máximo la apuesta. Así, a lo largo de las últimas décadas, Fraser ha identificado e historiado distintas esferas de la realidad social que el capitalismo se ha empeñado en excluir, como un medio para que las cuentas económicas y políticas le cuadren. En este ámbito de los pilares ¿no-económicos? Fraser sitúa a todos los pueblos, personas, territorios y riquezas que las economías centrales extraen sin compensación o con una compensación menor, debido a que existe un entramado colonial y racista, hacia fuera y hacia dentro, que permite esta expropiación acumulada. Entre estos pilares ¿no-económicos?, esta, por ejemplo, la esfera de la reproducción social. Esa conocida actividad de dar cuerda al mundo y a sus vivientes que se paga, cuando se hace, en peores condiciones que otras producciones, porque para eso está la virtud femenina, el amor, el contrato matrimonial, los linajes y la posibilidad de encalomar el ajuste de nuestros horarios imposibles a otras mujeres más pobres y con menos opciones. Otro tanto ocurre con las relaciones que el capitalismo adopta con la naturaleza: grifo o vertedero. Pozo sin fondo de materias primas (que es como se dice en económico “te voy a pagar un mojón y ya te lo devolveré caro como coche o barato como residuo”). Un otro constitutivo del nosotros prometeico. Y, por supuesto, existe toda una institucionalidad pública y común que lo protege, sostiene y amplía con distintos servicios públicos, saberes jurídicos y prácticas comunales estas actividades. En este contexto, crisis política no significa otra cosa que el viejo “no se os puede dejar solos”. Es decir, una necesidad creciente de romper el pacto social del bienestar y erosionar las bases de la democracia para poder orientar esas instituciones hacia el beneficio cortoplacista. Una perspectiva ampliada del capitalismo implica la inclusión de todos estos elementos en su análisis. Asimismo, entender que esas distintas esferas cuya subordinación hace posible que la institucionalidad capitalista profundice esa crisis estructural se alimentan y se constituyen de forma inescindible, como bien saben las resistencias a esas formas de injusticia. Encontramos aquí, al final del programa, este otro gran aporte de Fraser: la mejor forma de comprender el funcionamiento sistémico la han alcanzado las resistencias, cuando defienden la naturaleza y con eso su modo de vida y continuidad en el mundo, o cuando explican de qué manera la regulación de la extranjería es un producto de la misoginia tan intenso como el patriarcado intra-hogares. De este modo, la manera que propone la autora de diseñar una estrategia socialista, desde esa misma ambición sistémica, debe contar también con una noción ampliada de las alternativas, no solo economicista, y que se haga cargo de todas estas esferas. Es decir, un reto del volumen de nuestros problemas. Nos escuchamos. Imagen: Imagen de Freepik

    Argentina, elecciones y giros de guión

    Play Episode Listen Later Nov 4, 2023 49:16


    La vida política argentina ha vivido en estado de plot twist en los últimos meses. La situación económica y la tematización política de la seguridad daban por cantado una recuperación del gobierno de derechas. La elevación mediática de un influencer contradictorio, pero útil a muchas facciones, irrumpió con fuerza al ganar las PASO, unas primarias abiertas que delimitan la contienda electoral de la primera vuelta. Una presidencia, tres votaciones. No está mal para un país que se dice cansado de la política. Y cuando todo parecía perdido, cuando, como dicen en Acepto ofertas, tienes a una oponente superada -Bulrrich- y a otro que es el ministro de economía de un país con la inflación al 150%, ocurre el gol del cojo y ese ministro -Massa- te gana la primera vuelta. Como ya hicimos para entender las presidenciales colombianas que ganaron Gustavo Petro y Francia Márquez (https://www.ivoox.com/pol-amp-pop-s03xe19-colombia-mas-alla-elecciones-audios-mp3_rf_88611824_1.html), invitamos a Luciana Cadahia, filósofa política de la Universidad Católica de Chile y miembro del IECCS (https://www.ieccs.es/), para poder seguir este guión endiablado. Uno de los principales puntos de interés de estos meses es el levantamiento del perfil de Javier Milei, a partir de una exposición continuada en distintos formatos de televisión, una sucesión de mensajes epatantes, por lo demás incompatibles entre sí, y muchos apoyos confiados en que la derecha debía contar con un plan B. En las presidenciales latinoamericanas, con las diferencias entre Hernández en Colombia, Katz en Chile o, antes, Bolsonaro en Brasil, se ha consolidado el surgimiento del outsider, cuya gestualidad rupturista no esconde mayor novedades respecto a la política tradicional de la derecha pero que permite movilizar unas fuerzas desencantadas con las recetas neoliberales, austeras y de mayor dependencia exterior. Por otro lado, la remontada de Massa y la posibilidad de que pueda superar este round de todos contra él descansa en su capacidad para, distanciándose del kichnerismo, volver a encarnar la lucha argentina por su soberanía, frente al dominio de la deuda externa y la subordinación de la vida hacia el interior. Sería mucho adelantar qué va a pasar, en una historia que ha dado ya muchas vueltas de campana, pero este buen tino pundonor con el que darle la vuelta a lo que las encuestas dan por perdido se está convirtiendo en una tradición transcontinental. Hablamos.

    La supervivencia de los más ricos

    Play Episode Listen Later Oct 21, 2023 56:09


    Ver post en El Salto: https://www.elsaltodiario.com/pol-pop-podcast/supervivencia-ricos En tu calidad de gurú tecnológico y de medios digitales, te trasladan por medio mundo hasta un misterioso y lujoso lugar del desierto. Te ponen delante de un reducido grupo de milmillonarios. Te pagan una pasta, claro. Si no, de qué. Todo para preguntarte…. bueno, pues si tienes alguna brillante idea para evitar que, tras el colapso, su equipo de seguridad no decida pegarles un empentón y hacerse con el poder. Por supuesto, se da por descontado tanto el colapso como el impulso saqueador de los congéneres expulsados al otro lado de cada valla. Resulta que “Cómo demonios hemos llegado hasta aquí” es una premisa excelente para explorar en un libro. Y esa persona, convocada por los milillonarios a resolver el viejo problema de la movilidad de las relaciones de poder, a cerrar el juego eterno de la política como se parchea un bug, es Douglas Rushkoff. Y el libro en el que indaga cómo hemos llegado a esto La supervivencia de los más ricos: Fantasías escapistas de los milmillonarios tecnológicos (Capitán Swing, 2023). Como habrá adivinado, querido lector, estimada lectora, es, además, el libro que reseñamos en este capítulo. Para referirse a esta forma segregacionista de ver el mundo —capaz de que a señores blancos de entre 40 y 60 años les parezca más verosímil instalarse en Marte que mejorar las relaciones con sus vecinos— Rushkoff acuña el término de la Mentalidad. Es verdad que, aunque hemos leído el libro con atención, nosotros no sabemos muy bien cuando esa Mentalidad es una creación específica de Silicon Valley y cuando la racionalidad capitalista instrumental de toda la vida ecualizada al modo California. En todo casó pensamos que lo primero es más interesante y permite al autor recorrer las ideas escapistas de los milmillonarios más locas y las formas más singularmente dañinas de leer el presente y diseñar nuestro futuro. Oscilando entre una especie de survivalismo full luxury high-tech y el aceleracionismo místico, frente a esas ideas de colapso y guerra civil no hay —porque la Mentalidad no aprende ni propiamente piensa— una solución distinta a las mismas que se han aplicado hasta el colapso. Intensificar una solución desde la tecnología que disuelva el problema. Aplicarla en un campo nuevo de las relaciones sociales o el espacio-tiempo recién conquistado para que no exista competencia. Colonizar ese campo hasta que sea natural esa forma de entenderlo. Proteger esta metodología de las tendencias de la masa a querer ocuparse de estas cosas a partir de otros parámetros, como el parámetro democracia o el parámetro poder-respirar. Repetir el proceso. Lo interesante es cuánto de esta forma de entender e intervenir sobre el mundo al modo de una charla TED ha invadido nuestros imaginarios políticos. La confianza en que una minoría de los mejores -véase también los expertos-, con una mayor capacidad para establecer prioridades y desenredar los nudos de las decisiones, va a adelantar soluciones de consenso capaces de resolver nuestros problemas es frecuente. Y todo ello al margen de la política, del conflicto, el esfuerzo de ponerse de acuerdo o implicar a la naturaleza obtusa de la masa y surfear la complejidad de los procesos sociales. Como es obvio, la tecnopolítica no se agota aquí. Por una parte, lo digital tiene ya una participación tan alta en nuestra vida como lo familiar, lo estatal o lo propio de la economía de mercado, de modo que no puede extraerse de nuestros análisis ni herramientas. Por otra parte, los avances en cibernética o teoría de sistemas que dieron lugar al salto computacional y al predominio de lo digital, no tienen una única declinación en este modo abstracto, unidireccional y, en ese sentido, totalizante, de hacer, sino que son origen también de formas complejas, sostenibles y autorrecurrentes de completar ciclos, identificar patrones, enfrentar la entropía y conectarnos como parte de un sistema nervioso, mucho más que de un delirio individualizante que se sube al cohete de los elegidos. ¡Disfrutadlo!

    De la España de las piscinas al malestar en las ciudades

    Play Episode Listen Later Oct 7, 2023 60:00


    ¿Alguien puede creer que se están vaciando las ciudades cuando todo está lleno? Cuando es imposible alquilar un piso —de comprar, ni hablamos— o improvisar un plan que incluya alguna entrada. Pues parece que sí, que hasta 30 capitales de provincia han perdido población en la última década y que esa gente que usted ve ahí ocupando el hueco en el que querría ubicarse no vive allí. Sean turistas, teletrabajadores del norte de Europa o familias que se han ido a vivir a una urba, PAU, torre, casa, masía, parcela, etc. A Jorge Dioni López, autor de «La España de las piscinas» (Arpa), con quien inauguramos este inicio de temporada, le sorprendió en 2019 que no se prestara demasiada atención a ese éxodo de familias treinta y cuarentañeras con niños/as hacia localidades suburbiales porque era el sitio que podían pagar o porque querían vivir una vida supuestamente más tranquila en un lugar a más/menos media horita de coche del centro. Querer y poder —o querer, basicamente, lo único que puedes— son, en el fondo, las dos caras de nuestra manera ideologizada de vivir las ciudades. Por eso, Jorge Dioni indagó algo más en este fenómeno y publicó este mismo año «El malestar en las ciudades» (Arpa) para explicar cómo han cambiado nuestra manera de habitar y sentir como nuestra la ciudad. Lo que identifica al respecto es un modelo neoliberal que no rehabilita y hace más accesible los barrios consolidados, sino que insta a la dispersión de las nuevas generaciones hacia barrios alejados, a veces como penínsulas de las antiguas ciudades, solo vinculadas a ellas por carreteras, a veces en nuevas o viejas localidades, ahora agigantadas. La ciudad ya no es sobre todo el espacio de producción, como tampoco de habitación. La ciudad es la marca-agencia que pretende capturar inversores y atraer turistas. Es decir, mira paradójicamente primero a los de fuera: los no-habitantes marcan el ritmo de la ciudad. En ello hay mucho de neoliberalismo, pero también de neoconservadurismo. Se sigue que esa otra gente para la que se hace la ciudad es mejor que nosotros. Por eso se queda con los mejores sitios. Por eso nuestras formas de vida, tal como proliferaron durante el Estado del bienestar en los barrios obreros y/o en estilos de vida y familias plurales, quedan subordinados en favor de la única forma familiar compatible con cierto bienestar: 2 personas, 2 sueldos, 2 coches, quizá 2 hijos/as. Esa forma de vida que cada vez más se identifica también con un lugar de vida —la periferia de las urbanizaciones— prescribe y proscribe formas de vida y produce formas de pensar. Sobre la relación de lo individual y lo colectivo. De lo público y lo privado. Es decir, sobre la sanidad, la educación, el transporte, las relaciones de clase y la democracia. El chiste del neoliberalismo es hacer pasar todo esto por una aspiración individual de vivir tranquilitos, con los tuyos, ir donde quieras y echar una cervecita de vez en cuando. Es decir, hacerlo pasar por alegría. Y a nosotros nos pierden los chistes. Volvimos.

    Contra el mito del colapso ecológico. Entrevista a Emilio Santiago

    Play Episode Listen Later Jul 15, 2023 73:27


    ¿Qué intuición tienen sobre el futuro —climático, político, existencial— las personas que, nacidas en las últimas décadas, se han socializado en la hegemonía política neoliberal y en el dominio cultural de las distopías? El colapso, claro. Explica Emilio Santiago, con quien charlamos en este episodio sobre su libro “Contra el mito del colapso ecológico”, que aquel se caracteriza por ser un cambio abrupto en las condiciones de funcionamiento de nuestras sociedades. Disrupción que se expresa de forma singular en el cortocircuito de servicios infraestructurales y en su garantía por parte del estado, y que se produce como resultado de crisis sucesivas y relacionadas de los sistemas energéticos, climáticos, alimentarios o biológicos. También por la inevitabilidad del colapso como suceso principal. De este modo no conviene tanto dirigir la acción política a evitarlo, sino a mitigar sus efectos. A adaptar nuestras formas de vida a una realidad que conoceremos la mayoría de quienes leemos este texto. A colapsar mejor. Poco sorprendente que, en tiempos de atención escasa, dominio tecnocrático y aislamiento y espirales radicalistas, este sea un marco creciente para leer el presente y una perspectiva dominante dentro del movimiento ecologista. No se trata solo de impugnar esa predicción sobre la fatalidad del colapso, sino de analizar, comprender y denunciar sus sesgos. Su encabalgamiento con los deseos y las fustraciones políticas. Los principios y las consecuencias de este tipo de discursos, sus límites como vector de organización de una política ecologista de masas. Que es, por otra parte, algo distinto a no advertir de los enormes riesgos e incertidumbres a las que nos enfrentamos en muchos campos. O lo que es lo mismo, si no se entiende que tanto los volúmenes de la crisis ambiental como sus efectos políticos son materia de la virtud, de la fuerza y de la fortuna humanas, la consecuencia es una desbandada comunitarista, en el mejor de los casos, y lo más probable una salida individualista, prepper y madmaxiana en busca de sombra, huerto y búnker. Al contrario, aquí hemos venido a jugar.

    Hace 150 años todo esto era república

    Play Episode Listen Later Jun 30, 2023 63:10


    ¿Cómo un evento de nuestra historia merecedor de admiración por las vanguardias internacionales y cuna de las más avanzadas innovaciones democráticas puede ser, siglo y medio después, sinónimo de caos, extremismo y ridículo en la plaza de la opinión pública? En este episodio, nos cogemos de la mano de Gerardo Pisarello y de su último libro “La República inesperada”, ed. Escritos contextatarios, para adentrarnos, junto con otras investigaciones recientes, en la apoteosis del XIX español. En su vertiente de historiador constitucional, Pisarello empieza recordando la aversión del franquismo no solo a la experimentación republicana, sino al conjunto de un siglo XIX que desmiente la idea de la excepcionalidad española, mostrando en cambio a nutridos sectores democratizadores y modernizadores y centrando la singularidad española, más bien, en el vigor de unas fuerzas reaccionarias que, por ejemplo, conservaban una composición esclavista y tradicionalista fuerte incluso en el final de siglo. Frente a estas, la I República no es, por inesperada ante la espantada de Amadeo de Saboya, un acontecimiento aleatorio, sino el resultado de una larga tradición que aunaba las reivindicaciones sociales y democráticas en las juntas locales y los clubes que habían protagonizado todos los éxitos de la resistencia y los avances democráticos del siglo. La tragedia del primer proyecto republicano, pinzada entre una reacción inaccesible a las reformas y unas bases democráticas en el extra-cortesanas impacientes de reformas, no le resta valor como fuente de innovación y aprendizajes políticos que llegan hasta hoy. Hoy resuena el vínculo entre mayores cotas de igualdad material y de profundidad democrática, no por la virtud moral de lo segundo, sino por la necesidad de que grupos concretos encarne, implementen y defiendan las reformas frente al inmovilismo y la reacción. Hacen eco las limitaciones de los partidos de notables y de la dinámica cortesana, así como del propio derecho constitucional y social de trayectoria descendente para confiar, conectar y aliarse en sentido fuerte con una bases populares que tiene por exteriores y que operan con una pluralidad difícil de procesar en el conmutador de Madrid. Se filtra en el presente la necesidad de aprovechar los momentos de desorientación y debilidad de la reaccón para introducir las reformas sistémicas y de, en momentos de reflujo, no erosionar las propias bases en honor de concesiones que no ofrecen avances, sino que solo hacen más fuertes a los oponentes en detrimento de los propios. Quizá sea por todo eso que, en plena precampaña, diga más de nuestro presente un libro sobre los caminos alternativos de la historia decimonónica que las entrevistas en prime time y a nosotros nos guste enmarcar la actualidad que os lleváis de editorial en esta conjugacióndel futuro anterior.

    Sumar 2077

    Play Episode Listen Later Jun 23, 2023 9:58


    Nuestro editorial quincenal. Somos famosos en Pol&Pop por nuestro lema “no extender la bajona”. Pero -aih- ¿por qué me duele la tripa? ¿Qué es esa sequedad que me atraviesa la garganta? No extender la bajona no significa que los malestares no deban ser explicados y formar parte del debate público. A nadie se le escapa que SUMAR no está siendo exactamente la divertidísima fiesta que anunciaba el flyer. Sensación de deja vú ¿Cuando había sentido esto antes? Durante dos años levantaron el hype. Prometieron un juego no sólo guapísimo sino revolucionario. Una narrativa espectacular, una jugabilidad inédita, graficazos. Lo cierto es que el curriculum previo del equipo de desarrollo no podía ser mejor y lo que vimos en las demos y los eventos francamente prometía. Es cierto que la cosa iba teniendo retrasos pero desde el equipo se insistía en que aquí no iba a haber crunch: que un proyecto como este no podía hacerse con prisas sino con amor. Al final hubo prisas. Vaya si hubo prisas. Y muchísimo crunch. El producto, al día del estreno, estaba lleno de bugs. Lo más jodido, para todas las que estuvimos esperando tanto tiempo, es que suponía un downgrade brutal respecto a las demos. Podía ser majo, pero estaba lejos de ser revolucionario o innovador de ninguno de los aspectos que prometía serlo. Estoy hablando por supuesto de Ciberpunk 2077, pero lo cierto es que todo lo dicho vale, también, de metáfora para hablar de SUMAR, Si se quiere un poco más en serio triunfan estos días analisis y explicaciones del tipo “la izquierda pierda cuando…”. Preferimos sin embargo hacer la explicación en positivo. La izquierda es más potente, audaz y masiva cuando consigue encarnar, representar y canalizar la potencia popular. Esa cosa compleja, plural y contradictoria. Ojo, he dicho “encarnar” y “representar” y “canalizar”. Cada uno de estos verbos refiere a un conjunto de mecanismos diferentes de relación e interpenetración entre la base social y la estructura política institucional, entre el campo popular y la representación partidaria. No operan como sinónimos y es necesaria la concurrencia simultánea de casi todos ellos. Nadie dijo que esto fuera fácil. Dicho de otro, cuando a la capacidad de la conducción política de interpretar la voluntad, las pasiones, las preocupaciones y los estados de ánimo del país, se suma la acumulación, superposición y composición virtuosa de una multitud de dispositivos por los que permea, discurre y se distribuye (a veces en forma de ideas, a veces de propuestas, a veces en forma de personas) la inteligencia adquirida en las prácticas y los conflictos que tienen lugar, en una metáfora malísima, a pie de calle. De estos mecanismos algunos son sutiles, incluso abstractos, como la conformación de esferas de opinión , flujos de estados de ánimo, accesibles a veces sólo mediante la demoscopia incluso la pura genialidad; otros de tipo formal, como las primarias abiertas, los programas colaborativos; y otros intermedios; procesos de escucha, interpenetración y apertura entre movimientos sociales, mundo asociativo y estructura partido; por poner algunos ejemplos. Son estos mecanismos los que aportan, no sólo legitimidad, sino también densidad, alegría e, insistimos, una forma de inteligencia distribuida a los procesos políticos. Es difícil encontrar una definición precisa de en qué consiste la democracia. Aquí vamos a optar por esta: en el sentido plebeyo que le conferimos, la democracia consiste en la “desconstitución de la autocracia”. Una forma, necesariamente compleja, de decir lo siguiente: todo sistema político tiende a cerrarse sobre sí mismo, los actores que ocupan los puestos centrales de un proceso político están sometidos a la permanente tentación de forzar los mecanismos para excluir a los que se encuentran fuera. Es decir, tienden de manera casi necesaria -por gravedad- a constituirse como un grupo separado, que opera cada vez más en lógicas auto-recursivas,a responder a sus propios intereses (cada vez más separados) y a impermeabilizarse a la influencia externa. Esto no es una desviación o una corrupción del sistema. Es la lógica de su propia dinámica. La democracia se identifica con una serie de mecanismos formales (el sufragio, la participación) en cuanto constituyen los dispositivos de apertura o quiebre (al menos poner palitos en las ruedas) de esa lógica de cierre oligárquico presente en el sistema político. PD: es esto, precisamente, lo que significa, “desconstitución”. No somos aquí ajenos a las legítimas demandas, de autopreservación, reproducción, visibilidad, de las organizaciones políticas en los procesos de confluencia (muchos menos a las ilegítimas, también es verdad). Ni siquiera a lo que los procesos políticos tienen de pura y desnuda relación de fuerzas y enfrentamiento. Incluso a los problemas derivados que tienen muchos de estos mecanismos que plantemos como necesarios, que introducen tanta riqueza y pluralidad como complejidad. No somos ajenos, por ejemplo, a los efectos de las primarias abiertas, en lo que tienen de constitución de facciones a la interna de las organizaciones, de agonismo y enfrentamiento entre compañeros y compañeras, los desgarros y heridas emocionales que pueden llegar a producirse, muchas veces a las puertas de procesos electorales. Cualquiera que haya estado atento o mínimamente participado en Podemos en el último ciclo es perfectamente consciente de lo letal que ha resultado en muchos territorios (y al conjunto del partido en los sucesivos Vistalegres). También es cierto que esto ha sido así quizás no sólo por la concurrencia de primarias abiertas y otras formas de sufragio, sino por una extraña estructura (“mucha” democracia por abajo y muy poca por arriba) por la cual los órganos salidos de los mismos, por diseño, no eran permeables a esa lógica democrática, y donde la facción ganadora en los órganos tenía plena capacidad de minorizar, excluir, incluso expulsar al resto. En todo caso somos tanto o más conscientes de las dinámicas que resultan cuando estos mecanismos están ausentes. Constitución de partidos de cuadros, lógicas políticas dirigidas por el oportunismo, subordinación a los proyectos oligárquicos, relación con los movimientos sociales de abducción y no de interpenetración, etc. Triunfo de una forma de inteligencia centralizada que, como hemos comprobado en el reciente ciclo político, demuestra escasa resiliencia a la fatiga, el acoso y el fallo. No somos demócratas por vicio, o por fetiche, sino por necesidad. El hecho de que en SUMAR, el actual proceso político en curso, no se encuentren, por diseño, desinterés o incapacidad no encuentren, a priori o de momento, casi ninguno de estos elementos resulta difícil de digerir. Lejos de la ilusión que podíamos proyectar. La razón de estado o de excepción, de unas elecciones generales repentinas, con las que se justifica un acuerdo de cúpulas al que sólo podemos asistir como espectadores, no se compadece con la memoria de dos años donde se dibujaba otra cosa y otra cosa podría haberse construido. Igualmente conscientes de que, en el esquema que hemos dibujado al principio, no sólo es necesario que concurra una estructura partidaria abierta, distribuida y permeable a la pluralidad. riqueza y potencia del campo popular sino, propiamente, también un campo popular activo y potente. Es más bien constatar que estamos ante el encuentro de los dos negativos de este modelo lo que produce la desazón de una situación de casi jaque mate. En este punto, como en otras muchas ocasiones, las dinámicas institucionales y populares se han dislocado. Conviene ahora aprovechar los avances y aprendizajes en cada terreno para no empezar de cero y volver a los mismas aporías: institución vs. calle, representación vs. activismo que comenzamos a deshilachar hace una década. Nuestros aciertos y errores han desplazado esas preguntas hacia terrenos más difíciles de transitar pero también mapas interesantes. Ante todo ninguna de las cuestiones abiertas con la primera gran crisis del siglo se ha clausurado con un "no hay alternativa", También es cierto que con los últimos updates el Ciberpunk ha quedado guapo, así que esperamos con ansiedad las próximas actualizaciones.

    Pol&Pop 4x19. Vivir peor que nuestros padres

    Play Episode Listen Later Jun 17, 2023 47:42


    La generación mejor preparada, más tolerante, viajada. Con más idiomas que las instrucciones de un microondas. Quienes han ampliado las fronteras de la imaginación familiar hacia sitios, ocupaciones y formas de convivencia desconocidas hasta entonces. O, también, la generación que se planta en los 30, que se planta en los 40 tirando del acumulado familiar, aprendiéndose las obligaciones del RETA o reciclando temarios de oposiciones de las colegas. La crisis de 2008 rompió las aspiraciones de mejora social de los descendientes de unas clases que empezaron los 70 como populares y acabaron el siglo como medias. Casi 20 años después de esa rutpura, en reuniones de amigos, vueltas al hogar familiar y grupos de wasap se empieza a amasar esa sospecha: vivimos y vamos a vivir - tampoco queda tanto, a no engañarnos – peor que nuestros padres. Azahara Palomeque, en el librito del mismo nombre editado por Anagrama, asume esta premisa de quien pertenece a la generación que es “un callo en al teleología del progreso”. Los análisis generacionales son problemáticos por cuanto que invitan a igualar en una misma situación a grupos que, de edad pareja, provienen de trayectorias e historias inasimilables. Se critican porque disuelven la conflictividad intrageneracional en un vínculo interclasista sazonado por algunas referencias culturales. Y, sin embargo, sigue siendo una variable fundamental en la manera de explicarnos nuestras vidas y un trampolín hacia distintas formas de politización, no todas ellas felices. Al coquetear con el marco del vivir peor, el primer campo de efectos adquiere forma de renta y tiempo: ausencia de tiempo y de renta para la vida, la hipoteca o el alquiler. Si a sus 30, los boomers de US acumulaban un 21% de la riqueza nacional, los treintañeros contemporáneos apenas alcanzan un 4%. ¿Cómo ha podido formarse, aun así, el espejismo de una vida mejor? El segundo campo de efectos del vivir peor es ambiental o del género propio del vivir. Vivir peor en 2023 atañe al respirar y al reproducirse. Es un campo de efectos fundamental porque obtura los atajos reaccionarios al malestar anterior. No se puede volver a quemar el mundo, ni el inmediato ni el que está al otro lado del globo, en el altar de ningún alto horno o de una nueva promoción urbanística. Combinados, estos dos campos de efectos conforman un sujeto que, al tiempo que digiere esa idea de que vivirá peor que sus padres, hilvana nuevas formas de vida colectivas que pueden, con una mano, buscar mejores jugadas, mientras que, con la otra, barajan de nuevo las cartas. No es una tarea pequeña ni que deba asumirse en solitario, así que allá vamos.

    Review de campaña: lo cuqui y lo fruncido

    Play Episode Listen Later May 31, 2023 66:03


    La conversación pública no tira a golpe de originalidad, sino de testar y refinar explicaciones y soluciones que, si explican y solucionan algo, lo hacen por habitar en muchas cabezas y en muchos pies al mismo tiempo. Respecto al 28M han aparecido algunas claves explicativas que queremos descartar, afinar o asumir. Los logros. Una cuestión preliminar, en la que nos adentramos en el último post, (https://www.elsaltodiario.com/pol-pop-podcast/contrastes-elecciones-municipales-mayo-2023) es la dimensión estatal de la campaña, en todos los lugares que carecen de un ecosistema de medios y opinión pública singular. Anticipábamos que, en esos lugares, las alternativas de políticas públicas transformadoras apenas habían podido escapar de la casilla técnica, en contraste con la orientación populista y movilizadora de la derecha. Cuando el bloque de gobierno pretendía contrarrestar esto, se enfrentaba a una paradoja: que una mayoría supiera que el Gobierno había valido la pena, no implicaba que lo fueran a revalidar activamente. Caducado el escudo social frente a la pandemia, los logros deberían ser contra el alza de precios básicos, vivienda al frente, y la depreciación salarial y ahí la gestión no es tan brillante. En las campañas solo caben dos momentos: hoy y mañana. La ola reaccionaria. Se señala que la derecha se encuentra mejor adaptada a la crisis sistémica, incluso en su composición partidista, en la que, eliminada Ciudadanos, el reparto de roles PP-Vox está bien engrasado y suma por ambos flancos sin hacerse daño ni tirar votos. Este topos requiere, no obstante, algún matiz. La derecha se ha enfrentado a las incertidumbres del presente -desigualdad, calentamiento global, régimen de guerra -, a partir de una vieja síntesis nostálgica, los enemigos de España, o de un delirio turbo-trumpista, el pucherazo. El efecto de esto no es sustituir a una verdadera propuesta política, que existe, en forma de individualización y privatización de las relaciones políticas y sociales, conforme al contractualismo neoliberal, sino conseguir los apoyos populares que esta última nunca tendría. El problema es que la inoperancia de esta última no es una cuestión técnica o evidente, sino política y, para hacerla visible, es imprescindible contrastarla con una propuesta política verdaderamente distinta. Si ese es el terreno donde se puede ganar, es momento de apostar ahí. La cuestión es cómo, lo que nos lleva al siguiente punto. El PSOE está atrapado entre una identidad que lo ata al régimen del 78 y unas condiciones de victoria que pasan desde hace años por desbordarlo y que languidecen al mismo ritmo que lo hacen estas últimas. No es un problema menor para la transición pero no es en sentido estrico el nuestro. Lo cuqui y lo fruncido. Estas dos metáforas han caricaturizado las dos grandes tendencias a la izquierda del PSOE. Aunque han servido como lanzaderas de fuego amigo, en realidad, pueden describir bien una tensión del presente: entre hacer propuestas que encajen bien en mentalidades mayoritarias aquí y ahora, y otras que desplacen esas mentalidades hacia contextos mejores. Disputar elecciones y avanzar estratégicamente, ofrecer gestión pero también imágenes e identidades de futuro movilizadoras. Pensar más allá de la remontada para hacer posible y a condición de hacer posible una remontada que no puede pasar de hoy. No hay presente sin futuro porque tampoco lo hay a la inversa. Cuando a este episodio le siga el próximo, ya habrá pasado el tiempo de la coalición electoral. Nosotros creemos que será, no porque quieran más o menos, sino porque lo habremos hecho obligatorio, pero creemos que debe ser en esta última clave. Es una clave que alude además a las personas que la harán funcionar porque solo una inteligencia colectiva más amplia que las familias internas de los partidos puede surfear esta doble naturaleza de la incertidumbre sin agotarla en el canjeador de marcas internas y perfiles mediáticos. No es una tarea fácil pero el premio merece la pena.

    Crónica acelerada de actualidad (extracto)

    Play Episode Listen Later May 22, 2023 5:55


    Contrastes de mayo En el último programa celebrábamos nuestra inclusión en El Salto Radio intentábamos tomarnos con humor la actualidad prelectoral. La risa reflejaba una incomodidad entre la relevancia y las oportunidades de estas elecciones, por una parte, y su percepción, lastrada por una conversación pública principalmente defensiva o incluso reaccionaria. Es reaccionaria la vuelta del debate a parámetros anteriores a la crisis de 2008 y al acontecimiento 15M. Esto no solo afecta a las referencias a bandas terroristas extintas, sino en general a la clasemedianización y tecnocratización del debate, al que se le ha sustraído la expectativa de que las ciudades o las Comunidades Autónomas pudieran ser punta de lanza de un cambio profundo, en el qué pero también en el cómo, al aprovechar una escala más próxima de la política para su democratización. Es defensiva, al definir como principal vector de movilización evitar ceder terreno ante peores fuerzas o mayorías absolutas o, en su caso, desafilar las propuestas para que ganen amplitud. Lo cierto es que todas ellas pueden ser adaptaciones sensatas al campo de batalla pero no encuentran posible hoy definirlo. Gran parte de lo incierto de estas elecciones depende de cuál se considere el campo de juego. La derecha ha elegido orientarlas como un plebiscito sobre el Gobierno de España, mientras que la izquierda ha preferido declinarlas en regional-local. En lugares donde el imaginario político puede singularizarse hasta este último punto, como Valencia o Barcelona, la última estrategia parece funcionar. Mientras que en otros, que no alcanzan este punto, como Madrid, Zaragoza o muchas grandes ciudades andaluzas, el arrastre de lo nacional puede evaluar con dureza la decisión de la izquierda del PSOE de diferir la batalla relevante hasta las generales de final de año o de los barones socialistas de apartarse de ese Gobierno. Como dijimos hace una semana, estas elecciones que parece no le vienen bien a nadie contrastan con la oportunidad que surge de la incapacidad del régimen del 78 (o como usted prefiera llamarlo) de cerrar las vías de agua abiertas en 2015. En particular, la falta de tracción del PSOE en las grandes ciudades, a excepción de Sevilla o Coruña, da buena muestra de que la crisis política de 2010 no se ha cerrado y que las políticas de progreso dependen de la fortaleza de la alternativa a su izquierda que, en muchos sitios, se consolida como prevalente. Esta última sería buena sinopsis para tener el culo pegado a la butaca si no pareciera que este inicio de 2023 todo el mundo había quedado para hacer cosas mejores. A ver si el domingo sacamos un rato para esto.

    Hopepunk. Ciencia ficción contra la distopía

    Play Episode Listen Later May 13, 2023 56:17


    Algo falla ahí fuera. Un poder absoluto se ha erigido sobre el equilibrio que regía el mundo. La escasez y la polución han convertido en excepcional el acto de disfrute más simple. Por supuesto, no todo está corrompido ni todo está dado en esta historia porque, de otro modo, no habría ni tensión ni conflicto y nadie continuaría con la lectura de lo que sigue, pero la manera en que se despliegan las ficciones dice mucho sobre cómo pensamos nuestra capacidad de transformar la realidad. Y nada nos interesa más que estos puentes entre la representación y la acción. Esta semana hablamos con una vieja amiga del programa, Mariana Rubio Albizu, sobre ficción y hopepunk Para resolver la distopía que presentamos al inicio, en nuestras elucubraciones fantásticas empezamos confiando en un héroe puro, en que su ingenuidad y ausencia de poder escondían un secreto o una cualidad única que le llevaría a iniciar un viaje para lbrarnos del mal. El viaje sería tortuoso -es decir, con varios volúmenes o secuelas- pero nuestro héroe llegaría a buen puerto guiado por una pulsión hacia el bien que sería... ¿cómo decirlo? heroica. Auque tal esquema nobelbright es tranquilizador y ha llenado tardes de palomitas resulta poco verosímil en un contexto como el nuestro, en el que resulta más fácil aceptar una guerra civil en mitad de una invasión de zombies congelados que seguir a un par de señores descalzos y ajenos a cualquier ejercicio físico saliendo de la campiña para salvar el mundo. Por eso, en los tiempos del realismo capitalista brotó el grimdark, un segundo itinerario de la historia inicial: el mundo va mal. Ok. Recibido. Pero eso no es más que el escenario en el que nuestros personajes van a tratar de satisfacer sus ambiciones. ¿Qué le pasa al mundo? Que yo no voy ganando. Poca motivación literaria más hace falta para desencadenar la acción y no sorprende que estas ficciones crudas, “realistas” y cínicas proliferen en la larga estela de la austeridad de la segunda década del siglo XXI. Es fascinante, sí. ¿Nos tragaremos la segunda temporada de The House of the Dragon? Sin pensarlo. Pero es asqueroso. Y por eso algunas autoras como Alexandra Rowland y una legión de lectoras se han empeñado en marcar un camino distinto para ese escenario inicial. ¿Todo va mal? Claro, ¿y qué vamos a hacer? ¿Esperar al héroe salvífico tocado por la gracia de dios? ¿consumirnos en la guerra sin fin de nuestras ambiciones personales? He aquí el espacio para el hopepunk, una especulación colectiva, tan tierna como afilada, de lidiar con las distopías del mundo, es decir, con el día a día. En el programa de esta semana, señalamos algunas de las referencias más interesantes del género, como Charlie Jane Anders, Cory Doctorow, Becky Chambers o Kim Stanley.Cory Doctorow, Becky Chambers o Kim Stanley Robinson.

    Memeceno. La era del meme en internet.

    Play Episode Listen Later Apr 29, 2023 57:08


    “¿Cómo es posible que un meme tenga el potencial de contar una experiencia histórica siendo una estructura tan antinarrativa?”. El meme es la forma singular y mínima de comunicación por internet. O de obturar la comunicación, según se quiera. Nadie que nos conozca un poco tiene dudas de que, cuando cae en nuestras manos un libro como este del que entresacamos la primera frase del post (“Memeceno. La era del meme en internet”. Alvaro Lopez Pajares. coord; La Caja Books), se nos hace la boca agua entre el revival de los tiempos salvajes de internet, la sobreinterpretación de nuestro entretenimiento en redes y la búsqueda de las formas de intervención comunicativo-política más eficaces. El meme – y lo que es más, el memmaker, la hacedora de memes, la persona encargada de esparcir esas píldoras – ha exigido a sus productoras y usuarias, más que sentido del humor, más que postgrados en diseño gráfico, una sincronía con su tiempo y sus conversaciones que constituyen una forma virtuosa de estar e intervenir en internet. Y una forma agotadora, full full time y con una promesa de remuneración difusa, a criterio de las secciones de marketing de las multinacionales o de la visibilidad otorgada por la plataforma. De este destello anti-narrativo se puede entresacar, por supuesto, un arco dramático. Una era del proto-meme forero, inaccesible a la descodificación desde fuera. Una fase de ascenso y esplendor, de destilado de ironía, troleo y distancia todo aquel - casi todo el mundo, vamos – que no conocía o no podía usar esa baraja de sentidos, que hacían alusión a otros sentidos, en mitad de conversaciones globales. Por supuesto, el meme contó con una fase límite, en la que el acontecimiento pandemia – confinamiento hacía poco pertinente la ética distante del meme-maker y del meme-adicto. Hasta hoy, la época del hipermeme. No de personas sobre las que se hacen memes, sino de personas que son memes, que matarían por ser memes y llegar hasta el último móvil del planeta porque este es ya, valoraciones aparte, un nuevo idioma. En este capítulo hablamos con Álvaro Pajares sobre sus relaciones con el meme y sus tesis al respecto. De hecho, el libro en cuestión, como nuestra práctica cotidiana, está marcada por la pregunta sobre los límites de esta forma de acción para intervenir sobre nuestra realidad. ¿Qué significa compartir memes cuando las propias marcas se personifican en esas interacciones “graciosas”, extraen y agotan en pocas horas alguna idea genial? ¿Qué nuevos sentidos críticos o políticos se pueden articular con estas técnicas en mitad de una competición global por la atención que suspende la política en una hiperpolitización tan constante como banal? Pero, claro, si decir, si memear tiene estos efectos, es susceptible de estas capturas, ¿cabe callar, en mitad de una guerra de maquinarias lingüísticas? Como es algo que solo puede pensarse juntes, subimos el archivo y seguimos juntas la conversación.

    Crónica sentimental de la actualidad política

    Play Episode Listen Later Apr 15, 2023 48:48


    La ilusión, el miedo, la esperanza, el cansancio. Los sentimientos son tan parte de la política como el interés y los valores, como las estrategias y las jugadas de ajedrez. En una crónica sentimental del ciclo político abierto en 2011, hablaríamos de autoestima, de ambición e incluso de adicciones pero también hay momentos de fango y de desafección. En los últimos años se ha iniciado un periodo de inflación prolongada de estos sentimientos que no termina de concluir y que explica cada vez más proporciones de nuestra relación con la política. Si toda política tiene dos horizontes, uno estratégico y objetivo hacia el que caminar y otro energético y subjetivo con el que hacer el camino, el sentimentalismo político habla de un desacople entre los dos horizontes. Las expectativas del gobierno de coalición de 2019 se han cumplido, el bloque progresista en que descansa parece sólido y, aunque la propia expresión de “la izquierda del PSOE” señala la subordinación simbólica en que nos movemos, tal espacio, ni existía antes con la densidad con la que existe ahora ni disfrutaba de una mala salud de hierro electoral, con proporciones de entre el 16 y el 19% en las encuestas, que no pueden exhibir otros espacios. Y, a pesar de eso o en mitad de eso, la desafección. El marco mental e histórico del desencanto sigue pensando sobre nuestras concepciones política, como una pasión reactiva a la normalización de la fuerza popular acumulada durante los 60 y 70 del siglo pasado pero también como una desembocadura trágica de los ciclos de transformación, que se ha exhibido desde los agentes encantados con ese desencanto, hasta formar lo que llamaba Mar Padilla en nuestro episodio sobre el asalto al Banco Central como El Desencanto TM. Estamos a un paso, por lo tanto, de que el peso de ese marco histórico, unido al interés de la resistente cultura de la transición y a la búsqueda de nuevos nichos políticos, pacten el El Desencanto. Remake y se disuelva el ciclo institucional en la miseria del 10% y una generación de cuarentañeros en busca de nuevas cosas por ilusionar. La desafección no puede proceder, entonces, de esa situación electoral, sino más bien del alejamiento del horizonte ético-democrático del 15M, entendido no como técnica de participación concreta, sino como devenir mayoría plural que no suma sino mezcla a las partes; a la postre la única garantía de que la Troika de turno no pueda torcer el brazo a unas pocas personas, por bien que representen la pasión de las muchas. En este sentido, las diferencias programáticas, metodológicas o identitarias que se exhiben en el espacio de nuevas y viejas marcas, al recibirse como ejercicios coyunturales de segmentación de mercados, no pueden afectar, sino en la polaridad de hooligan o de persona callada-responsable que es consciente de la relevancia y la fragilidad del momento. Por eso nos hemos tenido que poner sentimentales.

    Asalto al Banco Central

    Play Episode Listen Later Mar 31, 2023 48:50


    En 1981, tres meses después de que se diera el golpe de Estado del 23F, el atraco a un banco pudo desembocar en la disolución de la Guardia Civil. Esto, junto a muchas otras cosas, lo cuenta Mar Padilla en su libro “Asalto al Banco Central”, de la editorial Libros del K.O. y, si nos parece extraño o materia de la mejor conspiranoia es porque el ambiente de aquel año es inverosímil y, por ello, imposible de reproducir 40 años después. Hablamos con Mar Padilla para que nos explique cómo se recuerda desde el archivo y la entrevista un país en el que el Ministerio de Defensa no tenía un edificio, sino que era una delegación transhumante por las sedes de las regiones militares; una mañana normal de sábado en Barcelona, salías a 20 atracos; algunos butroneros eran financiadores de movimientos revolucionarios, confidentes de la policía y bastante amiguis de facciones involucionistas, a veces a lo largo de un mismo par de años y, finalmente, un grupo de asaltantes tenían que fingir que pretendían liberar a Tejero sublevando a parte de la Guardia Civil para escaparse con la pasta por las alcantarillas, mientras el país que estaba afuera no podía sino creérselo. Queríamos recuperar la historia del asalto a la sede del Banco Central en Barcelona el 23 de mayo de 1981 porque es una de esas historias que si las proponen en una serie, como en La Casa de Papel, te lanzan el guión a la cara por inverosímil. Un grupo de atracadores deja abierta la puerta a que las autoridades políticas, los medios y el país crean que continúan el golpe del 23F para ganar, 200 rehenes mediante, el tiempo, la atención mediática y su hija, la delicadeza policial, que les permita hacer un túnel hacia las alcantarillas y, de ahí, a su base. Con el dinero entre las manos y la ejecución de uno de los tocomochos de mayores dimensiones de la historia. Todo lo que nos permite hablar de conspiraciones y de los motivos para creer en ellas. La clase política, porque no dudaba de que algo se cocía en todos los frentes; los medios, porque el clickbait no se inventó ayer y el conjunto social, porque para quien tiene un martillo en la cabeza todo son clavos y la historia de la transición fue mucho más abierta y bamboleante que la sucesión de astucias que nos vendió Victoria Prego en 13 VHS negros de señores que fumaban en habitaciones tapizadas. Esa distancia nos ha permitido entender el material del que están hechas las conspiraciones, las que llevaban gafas de concha y las que empiezan por Q, y percibir un resto de esa velocidad de época TransiciónTm que desembocó en un - no menos TM - Desencanto, la primera gran resaca antes de las resacas por excelencia de los 90. Como no sabemos explicarlo mejor, nos gustaría, en fin, que nos acompañaráis en este viaje.

    Antifeminismos

    Play Episode Listen Later Mar 18, 2023 45:41


    La atención mediática sobre el 8M de este 2023 mosquea. Ahora que se ha reposado el polvo de los especiales y las campañas, puede verse en crudo la presentación de los hechos: un relato de meses de luchas intestinas, devenir partido de las reivindicaciones y declinar en la fuerza “real” del movimiento feminista desde el pico de 2018. El hecho es que la realidad de las calles en el 8M desmintió todo ese trabajo de construcción de marco y bajada de línea durante meses. Así que fin del foco mediático, apaguen la luz morada y a otra cosa. Pero en Pol&Pop no queremos dejarlo pasar, así que hemos invitado a Maria Medina-Vicent, profesora de la Universitat Jaume I, de Castelló, y experta en discursos y éticas feministas, para hablar de esta cuestión. No tanto del feminismo como de sus antagonistas: los enfoques antifeministas. A nadie se le escapa la proliferación reciente de títulos y discusiones sobre este tema. Estas semanas cumple 4 años el libro de nuestras amigas de Proyecto UNA, “Leia, Rihanna y Trump. De cómo el feminismo ha transformado la cultura pop y de cómo el machismo reacciona con terror”, (Descontrol, 2019) y a este se han sumado referencias sobre todo anglosajonas, como “Hombres (blancos) cabreados: La masculinidad al final de una era” (Michael Kimmel, Barlin, 2019); el reciente “Los hombres que odian a las mujeres Incels, artistas de la seducción y otras subculturas misóginas online” de Laura Bates (Capitán Swing, 2023) u “Odio a las mujeres. Incels, malfollaos y machistas modernos” de Susanne Kaiser (Katakrak, 2022). Estos títulos describen y critican la formación de una cultura política de hombres blancos agraviados y autoenunciados como víctimas por el avance del feminismo y de otros grupos subordinados. Pero también por la crisis del modelo de bienestar y del neoliberalismo. Es decir: de sus propias expectativas de ser los primeros de la fila, como lo habían sido algunos de sus padres y sus ídolos cinematográficos. Sin embargo, si podemos elegir – y podemos elegir porque para eso el pódcast es nuestro – lo interesante es menos ese sentimiento de agravio que la manera como intentar legitimarse. Y sobre todo hacer de él una elección política. El antifeminismo no es interesante por ser un sentimiento, sino por haberse convertido en el pegamento principal de todo tipo de grupo reaccionarios, mezclado en dosis variables con aportes fundamentalistas, nacionalistas, raciales o incluso obreristas. Es esta elección política la que ha impactado sobre nuestra realidad en los últimos años y sobre la que conviene centrarse si queremos comprender los efectos de los feminismos más allá de la pura reacción y abrir las posibilidades de algo más feliz, creativo y libre que el antifeminismo. Una cadena de alianzas de los grupos recientemente desplazados del centro del tablero con los desplazados de forma tradicional en vez con los de arriba para venderse como la primera línea de defensa a cambio de parar un poco el reloj. Comenzamos.

    Democracia de propietarios y rentismo popular

    Play Episode Listen Later Mar 4, 2023 56:36


    El aumento del parque de vivienda en alquiler está llevándonos a una situación inédita en España, donde, a nadie se le escapa, la vivienda es un pilar económico y un problema político de primer orden. Aprovechamos la visita de Pablo Carmona Pascual, quien recientemente ha publicado “La democracia de propietarios. Fondos de inversión, rentismo popular y la lucha por la vivienda” (Traficantes de Sueños) para discutir con él sobre este tema urgente, sobre el que muchas cosas están cambiando muy rápido y de forma difícil de revertir. Aquí hay dos asuntos que morder: qué está pasando?, y ¿qué consecuencias políticas y estratégicas tiene?. En cuanto a qué está pasando, Carmona insiste en que mucho ha cambiado respecto a la fotografía que sigue fijada en nuestra retina del crack de 2008. Desde entonces, la construcción de vivienda ha perdido peso, pero lo han ganado la de hoteles, pisos turísticos, locales comerciales, etc. Y también se han incorporado nuevos agentes: más fondos buitres, servicios inmobiliarios de bancos y otros monstruos alimentados con el despiece de la Sareb (o banco malo). Pero sobre todo, la realidad habla de una cosa: la centralidad y el liderazgo de un sujeto a quien nadie quiere mirar: el casero-pequeño propietario. Conforme menos gente puede pagar una casa, más gente se ve obligada a entrar por el embudo del alquiler y, así, esto ha dejado de ser un refugio para los tiempos de ajuste a un sector ultra-rentable cuyos precios están fuera de cualquier control. El otro tema es el que tiene – aún – mayores consecuencias políticas. Mientras las luchas por la vivienda se hacen, bajo el signo hipotecario, contra bancos y fondos de inversión, la polaridad del 99% contra el 1% funciona como un tiro, pero, conforme quienes aprietan las tuercas del alquiler son pequeños propietarios – la mayoría entre 2 y 5 en alquiler – el consenso del 99% se rompe y se abre una brecha en las reivindicaciones de derecho a techo frente al derecho a especular. Una división social que impide que el tema sea transversal y tenga así representación política entre una política centrada en la agenda de las clases medias. Y un muro que no deja de crecer en torno a maximizar la protección a la propiedad sin que la acción del Estado sea capaz de proveer toda la vivienda asequible necesaria. En este contexto de fortalecimiento del patrimonialismo familiar, se abren dos tendencias posibles: la consolidación de un pacto de defensa de la propiedad entre propietarios/as de clases medias y agentes financieros, por una parte, o, por otra, de las clases propietarias y las no propietarias en torno a mejoras en el empleo, en la seguridad de bienestar más allá de las rentas inmobiliarias y en la emancipación respecto a la disciplina familiar (tal como discutimos a propósito del libro de Emmanuel Rodríguez, “La sociedad de clases medias”). Cualquiera de estas dos opciones depende, en la práctica, del impulso de los movimientos de vivienda en la autotutela de sus derechos - tomar el derecho a la vivienda por la propia mano, más allá de los apoyos públicos -, como principal vía del sindicalismo de inquilinos/as; algo que, a juicio de Carmona, cambia las estrategias diseñadas desde 2008. En cualquier caso, se trata de un cambio radical del panorama de la década anterior: un fantasma dentro de la casa encantada de nuestra imaginación política, cuando nos habíamos acostumbrado a la idea de que todo el problema estaba ahí fuera. EPISODIOS RELACIONADOS 👉“Los valores de familia” https://www.ivoox.com/pol-amp-pop-los-valores-familia-audios-mp3_rf_103259064_1.html 👉 “La sociedad de clases medias”: https://www.ivoox.com/3x17-en-este-pais-todo-mundo-es-audios-mp3_rf_87316776_1.html

    Pol&Pop. Los valores de familia

    Play Episode Listen Later Feb 18, 2023 42:03


    La contrarrevolución de los ahorradores, las herencias y la disciplina familiar. En el inicio de esta temporada, nos propusimos tratar asuntos clave de nuestro presente. En un contexto en el que nuestras alternativas políticas se encuentran algo estancadas, tiene sentido indagar acerca de cómo mutan las racionalidades políticas dominantes. En este episodio, lo haremos de la mano del libro de Melinda Cooper, “Los valores de la familia. Entre el neoliberalismo y el nuevo social-conservadurismo”, E. Fernández-Renau, trad., Traficantes de Sueños, 2022. La hipótesis central de Cooper es que entre el neoliberalismo y el neoconservadurismo existe una relación intensa y constitutiva del capitalismo. Esto descarta distintas perspectivas políticas y estratégicas que, aunque cómodas, yerran el tiro. En primer lugar que haya contradicción entre los dos modelos. Es decir, que por ejemplo, el neoliberalismo quisiera disolver todo vínculo social en la dinámica de mercado, mientras que el neoconservadurismo quisiera reconstituirlo o protegerlo. En segundo lugar, que sobre estos asuntos se pueda hacer una mirada material o económica, que tendría como principal enemigo al neoliberalismo, o, por otro lado, una mirada afectiva, cultural o identitaria, que tendría como principal oponente al neoconservadurismo. Y, por último, que los avances en asuntos propios del conservadurismo – enaltecimiento de las relaciones familiares, por ejemplo – tengan un componente anti-capitalista. Para contrastar esta hipótesis Cooper desarrolla una mirada mixta – económica de asuntos familiares-afectivos y afectiva de asuntos económicos – sobre distintos aspectos del conflicto social. Muestra cómo el punto de partida del Estado del Bienestar ya contaba con ese cóctel liberal-conservador, del que fue clave de bóveda el salario familiar: un ingreso familiar proveniente del empleo masculino y del trabajo doméstico femenino, completado por prestaciones, seguros sociales y aumentos salariales progresivos, pero desplegado en el interior del espacio iliberal-patriarcal de la familia. Desde los años 1970, neoliberalismo y neoconservadurismo identifican aquí además un enemigo común, puesto que la libertad económica y afectiva introducida por las mejoras sociales – salariales y prestacionales – pone en riesgo la doble coacción – laboral y heteropatriarcal –, con la correspondiente amenaza del orden social capitalista. En concreto, Cooper despliega esta argumentación a propósito de distintas realidades sociales que permiten estructurar esas estrategias conjuntas. En este episodio, nos hemos ocupado del algunas, como la inflación, las herencias y el rigor en las obligaciones parentales. A partir de la década de los 1980s, todas ellas delimitan un nuevo pacto social entre las élites y las clases medias por la protección de las rentas financieras y del perímetro de transmisión familiar de la riqueza y del status frente a los riesgos económicos y morales de la inflación - cancelación del futuro de los ahorradores – y la necesidad creciente de endeudamiento para acceder a bienes básicos como la vivienda, la educación superior o la sanidad. Todo ello en mitad de un deterioro inducido en la capacidad redistributiva del Estado social. En síntesis, es impresionante cómo discusiones y conflictos políticos que tienen casi 50 años de antigüedad siguen vehiculando los principales problemas y reivindicaciones de nuestras sociedades. Anímense a este paseo.

    El odio a la democracia. De la mentira al golpe de estado (y otras cosas que pasan en medio)

    Play Episode Listen Later Feb 4, 2023 44:07


    A partir de lo que se ha calificado como un intento de golpe en Brasil, al inicio de 2023, para tratar de revertir la toma de posesión del nuevo gobierno de Lula da Silva, nos preguntamos qué tienen en común estos movimientos, capaces de generar una enorme cantidad de información política estándar pero también largos metrajes de producción audiovisual desde Estados Unidos o Brasil. Se trata de ver cómo dialogan los casos más conocidos de lawfare en América Latina, el bloqueo a las políticas transformadoras en Europa o Estados Unidos y diferentes formulaciones golpistas. Desde el contexto español, el interés es identificar qué tienen que ver estas tendencias globales con la lluvia fina del debate político y las promesas de tormenta en año electoral. Al inicio del programa, proponemos algunas hipótesis de partida. La primera es que se trata de movimientos de oposición o destituyentes. En términos clásicos, diríamos reaccionarios, en contraste con simples movimientos conservadores. Este es un color de la política que nuestra generación ha conocido, habituada como estaba a una sintonía de despolitización neoliberal, a los marcos del fin de la historia y del no hay alternativa. La segunda es que son movimientos que optimistas o al menos que performan un enorme optimismo en sus acciones. Sin presentarse como mayoritarios, ni como herederos de la normalidad y el sentido común de las cosas, alardean de acumular las suficientes palancas marketinianas, comunicacionales, judiciales o de pura fuerza como para triunfar. Podríamos hablar de ilusión o de flipadismo, pero lo interesante es presentarse con esa proyección. En contraste, es necesario hablar del débil afán constituyente en el lado del progresismo. Cerrado el proceso constituyente chileno en su versión más genuina y dentro del impasse del peruano, si ponemos todo esto a la luz de los marcos desde los que se está enunciando el Gobierno de España, por ejemplo, estos oscilan entre el hemos aguantado en las peores circunstancias, a nociones como el escudo social o una inflexión tan significativa como realista: “estamos mal, pero menos mal que estamos”. No cabe prejuzgar que no existan momentos de reflujo en los que esto sea lo más oportuno. Si la política no es una simple autonomía de la voluntad y de la invención de las batallas culturales, si está ligada de alguna manera a un contexto, hay que concederle espacio a la hipótesis de que haya periodos de reflujo y estancamiento. Sobre lo que nos interesa pensar es sobre la debilidad de un deseo constituyente en el contexto una política de las clases medias. Con la excepción, si se quiere, de las luchas por el derecho a la vivienda. En resumen, vamos a explorar hoy algunas aristas de un deseo destituyente, intenso, quizá por encima de sus posibilidades y compensaremos esto con la búsqueda de afectos más instituyentes en futuros programas. Comenzamos.

    Pol&Pop & Party. Todas las series que odiamos y amamos en 2022

    Play Episode Listen Later Jan 14, 2023 73:50


    Empezamos el año en Pop&Pol con nuestro primer programa en directo. Celebramos 90 programas en triangulación entre la política, la actualidad y la cultura pop. Vamos a repasar las tendencias principales en las ficciones que vimos el año pasado. Y lo hacemos con dos especialistas en narrativas contemporáneas, como Marina Patrón, investigadora en literatura, y Raúl Asencio, editor y profesor de escritura creativa. En particular, repasamos tres: la hegemonía consolidada de las sagas y repeticiones, la moral de las series de superrricos y la contraposición entre relatos de buenos y de malos. La primera se observa en el aluvión de remakes, reboots, secuales, precuelas, remasterizaciones, sagas y crossovers que nos inundan. No es solo que la repetición sea la base de la narración, sino que las ficciones han dejado de ser un libro o una película para ser una marca reconocible – una IP – en torno a la que acumular público, desde el mundo de Tolkien, al de Harry Potter, Juego de Tronos o las novelas de Jane Austen. Esa insistencia nos puede atraer o abrumar pero la clave es qué tipo de re-elaboraciones se hace y cómo el contexto de reproducción de esas ficciones lo influye. La segunda es la emergencia de las series de ricos y cómo nos relacionamos con ellas. Al hilo de Succession y de White Lotus analizamos cómo estas ficciones castigan o son indulgentes frente a las transgresiones morales de los ricos y de sus cortes, si ahí surge un nuevo orden moral o solo se pasa factura a quienes pretenden borrar los límites de su categoría social. Parece también que la única guía ética que prevalece en una sociedad crecientemente desigual es mantener el control de las propias pasiones y otras formas de auto-gobierno ascético y austero. Esto resulta especialmente chocante en series que se tienen como críticas y en el contexto actual de fuerte deslegitimación de la meritocracia, tal como nos la han vendido. Por último, analizamos la batalla final entre Juego de Tronos y el Señor de los Anillos como las dos grandes producciones audiovisuales del año. Una lucha entre los arquetipos morales estrictos e inamovibles y los flexibles, adaptados a las circunstancias y a las propias pasiones. Dos maneras de entender la mezcla entre entretenimiento y enganche, entre utopismo y realismo que se han entrecruzado en las producciones del año.

    Pol&Pop. Metaverso, mentiras y devenir marca del deseo

    Play Episode Listen Later Dec 17, 2022 65:20


    Desde noviembre, Proyecto UNA ha publicado en este mismo medio (https://www.elsaltodiario.com/internet/el-metaverso-como-distopia-necesitamos-construir-utopias) una serie de artículos sobre algunas tendencias del pensamiento tecnológico y sus implicaciones para la esfera pública y nuestros cuerpos. En este capítulo han querido estar con nosotros para profundizar sobre algunas de estas ideas. El metaverso es una creación clásica ya de la ciencia ficción pero, si nos interesa aquí, es por el reboot que Facebook ha querido darle presentándolo como una utopía de espacialización de nuestra vida en internet. Una vida sin cuerpo en la que, sin embargo, subsiste el deseo de encontrarse. Aunque a todas luces parece que el proyecto empresarial se trata más de un seueñelo para inversores o una excusa para coloquen su dinero en tiempos de inflación e incertidumbre, el proyecto es significativo por varias cuestiones. La primera porque muestra cómo la innovación es cada vez menos tecnológica que marquetiniana y laboral. La segunda porque señala cómo los mundos por colonizar son menos los externos – las fronteras de nuevos planetas o de una vejez sin sufrimiento – que los internos, como los deseos de corporeidad y encuentro que internet no puede satisfacer aún. Esta segunda vida capitalista de la noción de metaverso también constituye una buena prueba sobre la evolución de las tecnologías de la comunicación. Si internet podía ser un lugar de encuentro libre de escala, una plaza sin límites, el metaverso lo confirma como un centro comercial sin hora de cierre, de conexión-trabajo infinito. Pero, más allá del deseo de encontrarse, ¿a qué imaginario apela esta propuesta? Quizá a la posibilidad de desplegar en la máquina una realidad mejor que la realidad misma, una realidad sin límites biofísicos. A estas alturas de siglo ya poca gente duda de los tintes pesadillescos de esa fantasía suburbial de lo real: caídas de internet, agotamiento de minerales, cortes de luz, gráficos deficientes, necesidad de monetirzar nuestras intervenciones o taylorismo del click. Lo que se ha producido aquí es una bifurcación de la experiencia de las crisis convergentes que vivimos – del sujeto, del planeta, de la economía – y por tanto de la solución, desde la huida hacia delante transhumanista y colonizadora al repliegue de la vulnerabilidad de la vida y los cuidados. Mejor discutir sobre todo esto en la mejor compañía.

    Pol&Pop Actualidad. El minuto de descuento: de medios, gobiernos y coaliciones

    Play Episode Listen Later Dec 3, 2022 57:04


    En este episodio, volvemos al programa de actualidad, la tercera pata pol&popera entre la revisión de ensayos y los comentarios de la cultura popular. Lo hacemos con Pablo Elorduy, coordinador de política de El Salto y uno de los analistas más sagaces a la otra orilla del Grupo Prisa. Discutimos sobre cómo ha cambiado el ecosistema mediático del país y, en particular, cómo los sectores más activos de la acción polítia han ido virando desde la calle y los espacios profesionales a las instituciones públicas y ahora al terreno mediático, donde esos actores se han desvelado como verdaderos agentes políticos, lejos de cualquier retórica liberal sobre la simple mediación entre la ciudadanía y el poder político. En este sentido, registramos tendencias virtuosas como el fortalecimiento de un área mediática con capacidad discursiva, de federación y de resistencia frente a las terminales mediáticas del status quo, pero también cierto riesgo de balcanización del espacio que traslade las pugnas intra-partidos al campo de un ecosistema mediático, en general, autónomo y frágil. Todo ello nos permite aterrizar en la coyuntura política, marcada por la entrada en su recta final del proyecto de gobierno de 2020 entre algunos sectores reformistas del PSOE, la decantación institucional del 15M y elementos plurinacionales. Aprobados los terceros presupuestos generales del Estado, Sánchez se debate entre continuar la estrategia económico-social de defensa frente a la crisis global - que no de todas las reformas pactadas al inicio de la legislatura - o guarecerse bajo el alero centro-izquierda de un edificio político que contribuye a desplazar hacia la derecha, confiando en la división del voto entre los planetas limítrofes de ese campo, como ya hizo en la repetición electoral de 2019. El repliegue de la última semana, paralizando las leyes trans y de familia, sosteniendo a Fernando G. Marlaska y dando vía libre al sentido común mediático, esto es patriarcal, frente a Irene Montero, pueden tomarse por indicios de lo segundo. En cualquier caso, todo queda pendiente de La Cosa, aquello situado a la izquierda del sanchismo, y cuyas bases sociales parecen cada vez más sólidas, encuentre una formulación electoral e institucional decente y con una ambición a la altura de esta crisis. Al final, adelantamos el guión del último episodio de dicho culebrón. No se lo pierdan.

    Pol&Pop 04x07. El minuto de descuento. De medios, gobiernos y coaliciones (actualidad)

    Play Episode Listen Later Dec 3, 2022 57:04


    En este episodio, volvemos al programa de actualidad, la tercera pata pol&popera entre la revisión de ensayos y los comentarios de la cultura popular. Lo hacemos con Pablo Elorduy, coordinador de política de El Salto y uno de los analistas más sagaces a la otra orilla del Grupo Prisa. Discutimos sobre cómo ha cambiado el ecosistema mediático del país y, en particular, cómo los sectores más activos de la acción polítia han ido virando desde la calle y los espacios profesionales a las instituciones públicas y ahora al terreno mediático, donde esos actores se han desvelado como verdaderos agentes políticos, lejos de cualquier retórica liberal sobre la simple mediación entre la ciudadanía y el poder político. En este sentido, registramos tendencias virtuosas como el fortalecimiento de un área mediática con capacidad discursiva, de federación y de resistencia frente a las terminales mediáticas del status quo, pero también cierto riesgo de balcanización del espacio que traslade las pugnas intra-partidos al campo de un ecosistema mediático, en general, autónomo y frágil. Todo ello nos permite aterrizar en la coyuntura política, marcada por la entrada en su recta final del proyecto de gobierno de 2020 entre algunos sectores reformistas del PSOE, la decantación institucional del 15M y elementos plurinacionales. Aprobados los terceros presupuestos generales del Estado, Sánchez se debate entre continuar la estrategia económico-social de defensa frente a la crisis global - que no de todas las reformas pactadas al inicio de la legislatura - o guarecerse bajo el alero centro-izquierda de un edificio político que contribuye a desplazar hacia la derecha, confiando en la división del voto entre los planetas limítrofes de ese campo, como ya hizo en la repetición electoral de 2019. El repliegue de la última semana, paralizando las leyes trans y de familia, sosteniendo a Fernando G. Marlaska y dando vía libre al sentido común mediático, esto es patriarcal, frente a Irene Montero, pueden tomarse por indicios de lo segundo. En cualquier caso, todo queda pendiente de La Cosa, aquello situado a la izquierda del sanchismo, y cuyas bases sociales parecen cada vez más sólidas, encuentre una formulación electoral e institucional decente y con una ambición a la altura de esta crisis. Al final, adelantamos el guión del último episodio de dicho culebrón. No se lo pierdan.

    La Isla de las Tentaciones. Trabajo, vergüenza y placer en el paraíso

    Play Episode Listen Later Nov 19, 2022 64:09


    Hace ya 25 años que los realities forman parte de nuestro menú televisivo. No es el tiempo suficiente para elevarlos a la categoría de plato tradicional pero sí para que nuestros paladares se hayan acostumbrado, para que hayan surgido distintas escuelas en la ejecución de las recetas y para que sus principios se hayan mezclado con el resto de nuestra cocina. El reality quizá sea el último producto genuino que la televisión de antena legó al mundo y uno de los paradigmáticos de la cultura posmoderna. En este episodio de Pol&Pop hemos querido abordar un producto cultural recurrente en nuestras conversaciones y que ha moldeado la forma de entender las relaciones laborales, de pareja, de normativización social y las propias industrias culturales y de comunicación durante el último cuarto de siglo. Para ello hemos invitado a la periodista Lucía Márquez (@Lululonciens) y a la experta en relaciones de género, Elena Pilcher (@EhhPilcher), ambas, junto a nosotros, ávidas consumidoras de telerrealidad para analizar el fenómeno. Aprovechamos que la joya de la corona de Mediaset, la “Isla de las Tentaciones”, llega a su punto álgido para darle una vuelta atropellada a algunas de nuestras preocupaciones. Analizamos, en primer lugar, cómo ha evolucionado el género, cómo ha pasado de una pretensión de realidad que hacía palanca con la ingenuidad de los primeros grandes hermanos y triunfitos a una maquinaria autoconsciente, que les espectadores conocen en sus guiones y arcos argumentales y les concursantes ubican en el cursus honorum de su salto a la fama, junto al bolo de discoteca, la publi en instagram y la silla en Sálvame. De hecho, la manera de considerar el de participante en reality como el paradigma del trabajo contemporáneo dice menos de nuestros gustos que del funcionamiento actual del capitalismo. El concursante tiene que exponerse, estar disponible, trabajar con su pareja pero sobre todo consigo misme, elevarse sobre sus propios estándares, cumplir las reglas por absurdas o contrarias a su bienestar que sean, explicarse a sí misme en los totales y, por encima de todo, convencer a sus jefes y a la audiencia de que lo hacen por vocación, porque quieren vivir la experiencia. En definitiva, el concursante somos nosotres. En ocasiones el concursante hace méritos en relación con un marco normativo externo, como en todos los talent show que destilan, en una declinación derechista del reality, los peores elementos de la cultura del esfuerzo, la meritocracia y la confusión entre inteligencia y bullyng. En otras ocasiones, es inmanente a la propia pareja, a los límites que se ponen, o a la lucha del héroe frente a sus propios miedos – celos, inseguridad, timidez – pero no hay lugar para el disfrute plano, ni encima del escenario ni en el paraíso. Por último, contrastamos nuestra ética en cuanto a las relaciones de pareja y de género con los modos de relación que ensalza y castigan los realities. Nos preguntamos qué dice de nosotres este disfrute, ya no culpable ni irónico, con la exhibición de la toxicidad ajena y la estitización más o menos burda de las peores dicotomías y exclusiones en las formas de ser hombre y mujer. Recordemos que se trata de escenarios cishetero-normativos y blancos inexistentes con esa abstracción del mundo más allá de las fantasías distópicas de la telerrealidad. En resumen, teníamos ganas de hacer este programa, de compartirlo y discutirlo.

    Los olvidados. Mentiras que nos contamos (y dan aire a la derecha)

    Play Episode Listen Later Nov 5, 2022 65:37


    En este capítulo de Pol&Pop charlamos con Antonio Gómez Villar, a propósito de su libro de 2022, “Los olvidados. Ficción de un proletariado reaccionario”, ed. Bellaterra. El autor discute una de las premisas fundantes de los enfoques reaccionarios contemporáneos, cual es que la emergencia de los movimientos feministas, ecologistas o contra distintas vías de discriminación han orillado a la clase obrera – los “olvidados” del título – hasta llevarla a manos de la derecha. Gómez Villar entiende que esta perspectiva se sostiene sobre la persistencia de una distinción que, aunque falaz, se encuentra bien asentada en nuestra cultura política. Se trata de la distinción entre el eje de lo material, fundado en la distinción principal de la clase y abordado conforme a estrategias conflictivas dirigidas hacia la redistribución y lo cultural, fundado en otras características socio-culturales, subordinadas ontológicamente a la distinción de clase pero que se han inflado de forma artificial mediante políticas de identidad, que se agotan en el reconocimiento por parte del orden neoliberal, a quien legitiman así, al tiempo que no le exigen mayores esfuerzos redistributivos. A lo largo de la discusión recorremos distintas falacias que afectan a esta distinción, apoyándonos en particular en las evidencias históricas que muestran cómo las luchas se han servido de las identidades, por minoritarias que fuesen en términos cuantitativos – el proletariado – para superarlas – la sociedad sin clases –. Otro de los asuntos que nos ha invitado a pensar este libro es la identificación de qué supone un éxito y qué, en cambio, una captura para cada pensamiento político. Es interesante como Gómez Villar liga los enfoques resentidos de los movimientos reaccionarios contemporáneos con los momentos de derrota política en los años 30, en el 68 y en el más reciente ciclo neoliberal – 15M. Por nuestra parte, identificamos desde el 68 diferentes momentos de incorporación de las reivindicaciones plebeyas al sentido común o a los ordenamientos jurídicos, con un doble sentido de victoria-captura que los enfoques reaccionarios disuelven y refieren solo, como dice Gómez Villar, a un momento de captura sin historia. En contraste por esta fijación en la captura y la derrota, dedicamos la última parte del programa a entender cómo solo esas alianzas inter-conflicto o interseccionales pueden componer una base robusta para los movimientos populares, lo que no obsta para que algunas de estas identidades y conjuntos de reivindicaciones sinteticen desde una posición más preclara situaciones sistémicas. Esta ha sido la virtud del movimiento obrero, de las huelgas feministas, del movimiento por la vivienda o, puede ser, la del ecologismo popular de esta década. Esperamos que sirva a nuestras discusiones cotidianas.

    Pol&Pop 4x04|EDITORIAL. La vergüenza de nuestros chistes de gangosos

    Play Episode Listen Later Nov 2, 2022 3:52


    Editorial del programa 4x04 sobre la orientación de nuestro sentido del humor, a pesar de sus buenas intenciones.

    Pol&Pop 04x04. Hipocondría moral. ¿Por qué nos sentimos culpables todo el tiempo?

    Play Episode Listen Later Oct 22, 2022 59:23


    En este episodio de Pol&Pop (aka polypop) indagamos en ese fenómeno de adecuada orientación moral envuelta de puro narcisismo que es la hipocondría moral. Es decir, sentirse culpable por situaciones o eventos respecto a los que no se tiene una verdadera responsabilidad. Para ello, discutiremos con Natalia Carrillo y Pau Luque su libro “Hipocondría moral”, publicado en Anagrama este 2022. ¿Qué dice de nosotros/as esta culpa expandida? ¿exteriorizamos más una culpa sin límites cuanto más impotentes somos en nuestra intervención sobre el mundo? ¿cómo se construye en cambio un buen sistema de responsabilización social que se haga cargo del mal que sí produce y que puede remediar? ¿aprovechan los enfoques reaccionarios esta pose culpable? A todo esto le daremos vueltas en un programa muy completo. Venirse.

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