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En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Soy un hombre de sesenta y siete años, con más de cuarenta de casado. He cometido muchos errores de los que me arrepiento, sobre todo de haber sido infiel en varias ocasiones. Estoy consciente del daño que he causado y de haber lastimado a mi esposa, a mis hijas y a mi hijo. No quiero perder a mi familia, ni mucho menos perderme yo. Espero en la misericordia de mi Señor Jesucristo.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »Debe de haber alguna razón por la que actualmente teme perder a su familia, y la única causa posible que usted nos ofrece es su infidelidad a su esposa. Por eso suponemos que usted volvió a serle infiel hace muy poco.... »Usted dice que espera en la misericordia de su Señor Jesucristo, pero parece que no está seguro si Él le tendrá misericordia una vez más, sobre todo porque esta no es la única vez que usted ha sido infiel, pues admite que ha sido infiel varias veces.... »En definitiva, cualquier cónyuge que ha sido víctima de engaño “en varias ocasiones” tiene motivo para desconfiar de su pareja infiel. No podemos ni imaginarnos lo devastada que ha de sentirse su esposa después de darle a usted tantas oportunidades de enmendarse y comenzar de nuevo. ¿Acaso hay algo que pudiera darle a ella motivo para pensar que usted no volverá jamás a serle infiel? »Jesucristo enseñó que la inmoralidad sexual es razón suficiente para divorciarse del cónyuge.1 Por eso creemos que su esposa tiene una razón válida para separarse e incluso divorciarse de usted. Sin embargo, eso no quiere decir que le aconsejaríamos a ella que lo haga, sino más bien que le pida a Dios que la ayude a decidir qué hacer ahora. »El caso suyo es particularmente inquietante debido a que usted se refiere a Jesucristo como si lo conociera, y espera que Él siga mostrándole su misericordia divina. Sin embargo, a pesar de llamarlo su Señor, usted sigue cometiendo el mismo pecado vez tras vez. »Usted ha sido la clase de persona a la que otros tildan de hipócrita. Dice las palabras debidas, pero su conducta no las respalda.... »No se espera que el que ama a Cristo y tiene una relación personal con Él sea perfecto o que nunca peque. Sin embargo, con el tiempo el verdadero seguidor de Cristo peca cada vez menos a medida que se esfuerza por obedecer los Diez Mandamientos. Conforme habla regularmente con Dios al orar y escucha a Dios al leer la Biblia, el verdadero seguidor de Cristo progresa en el dominio propio y en la obediencia a lo que ésta dice.... »Tan pronto como usted esté de veras dispuesto a cambiar, Dios lo perdonará si se lo pide. Pero no espere que Él quite las consecuencias naturales de lo que usted ha hecho.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo se puede leer si se ingresa en el sitio www.conciencia.net y se pulsa la pestaña que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 740. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Mt 19:9
(15 de septiembre: Aniversario del Acta de Independencia Centroamericana) Era el 14 de septiembre de 1821, víspera del día en que se había convocado a una reunión en el Palacio de Gobierno de Guatemala entre autoridades de las provincias y representantes de la universidad, de la Iglesia y de las autoridades civiles a fin de decidir si Centroamérica habría de separarse de España. Uno de ellos, que apoyaba decididamente las aspiraciones independentistas, era el guatemalteco Pedro Molina. Esa víspera, su esposa, María Dolores Bedoya, mostrando lo solidaria que era con él en sus convicciones políticas, visitó los barrios más habitados de la ciudad, invitó a su vez al pueblo a una reunión frente al palacio con el propósito de llenar la plaza en apoyo a la independencia, y se encargó de que hubiera música y fuegos artificiales para festejar la esperada proclama. Durante la histórica reunión del día siguiente, mientras los cincuenta y seis miembros de la junta presentaban sus argumentos a favor y en contra de la declaración de independencia, Bedoya arengaba al pueblo en la plaza. Pero al comenzar a repetirse los argumentos para retrasar la proclama de independencia, comenzaron también a oírse en el recinto explosiones de pólvora, cohetes y música. Fue tal la algarabía que los opositores a la independencia creyeron que había estallado la revolución y se apresuraron a proclamarla.1 En el prólogo del acta misma de independencia redactada por José Cecilio del Valle consta que llegaron al acuerdo «congregados todos en el mismo salón; leídos los oficios expresados; discutido y meditado detenidamente el asunto, y oído el clamor de “¡Viva la independencia!” que repetía lleno de entusiasmo el pueblo que se veía reunido en las calles, plaza, patio, corredores y antesala de este palacio...»2 Por eso algunos historiadores sostienen que la agitación del pueblo de parte de María Dolores Bedoya contribuyó a que se proclamara la independencia centroamericana. Y por eso en algunas ciudades centroamericanas en la víspera del 15 de septiembre los niños celebran un desfile con faroles iluminados.3 Entre otras cosas, en el acta «se acordó... que siendo la Independencia del Gobierno Español la voluntad general del pueblo..., el Señor Jefe Político la mande publicar para prevenir las consecuencias, que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo.... [y] que [siendo] la paz y sosiego... la primera necesidad de los pueblos cuando pasan de un gobierno a otro,... los que estando unidos en el sentimiento general de la independencia deben estarlo también en todo lo demás, sofocando pasiones individuales que dividen los ánimos y producen funestas consecuencias.»4 Quiera Dios que así como en el siglo diecinueve el aludido Jefe Político Gabino Gaínza, último gobernador español en Centroamérica, no sólo firmó el acta sino que logró que las autoridades españolas aceptaran la nueva situación pacíficamente sin que tuviera que derramarse sangre en batalla alguna,5 también nosotros en el siglo veintiuno sofoquemos pasiones individuales y busquemos la paz. Pues si buscamos la paz y la seguimos, sostiene San Pedro, podremos «gozar de días felices».6 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 «Independencia de Centroamérica», La Nación En línea 6 septiembre 2008; Luis Arritola, «Mujeres insurgentes», La Opinión En línea 10 abril 2009. 2 «Acta de Independencia del 15 de septiembre de 1821» En línea 10 febrero 2009. 3 «México y América Central festejan casi dos siglos de independencia», La Opinión En línea 10 abril 2009; Wikipedia, s.v. «María Dolores Bedoya» En línea 10 abril 2009. 4 «Acta de Independencia del 15 de septiembre de 1821». 5 «Independencia de Centroamérica», La Nación. 6 1P 3:10-11
En los días posteriores al 11 de septiembre de 2001, hubo dirigentes religiosos en los Estados Unidos que emitieron el juicio de que el ataque terrorista ocurrido en aquel nefasto día representaba el castigo de Dios infligido a una nación en extremo pecaminosa. Así Dios, de manera inequívoca, le llamaba la atención a aquella superpotencia mundial. Según esos líderes eclesiásticos, Dios no tuvo que hacer más que valerse del odio que albergan en el corazón tantos individuos contra el país que consideran culpable del deterioro moral que cunde en todo el mundo. Contra ese juicio tajante se pronunció con firmeza el periodista estadounidense Cal Thomas el 19 de septiembre ante su público nacional. A su columna escrita como respuesta a semejante concepto de Dios, le puso por título «Cuando se juzga que la calamidad viene de Dios». En la primera parte de su exposición bíblica, Thomas cita varios pasajes del Nuevo Testamento. De ahí pasa al Antiguo Testamento, del que se vale con maestría para desarrollar el siguiente argumento teológico con el que le pone punto final al asunto: «Dios no habría destruido las antiguas ciudades de Sodoma y Gomorra si allí se hubieran encontrado sólo diez justos (Génesis 18:32). ¿Acaso los que creen que el ataque terrorista representaba el juicio de Dios piensan que había menos de diez personas justas en Nueva York y en el Pentágono cuando se estrellaron esos aviones contra aquellos edificios? »Dios permite que ocurran cosas malas a pesar de que Él, por naturaleza, sólo hace el bien y saca de lo malo algo bueno. ¿Cómo sabemos esto? ... El Salmo 5 dice: “Tú no eres un Dios que se complazca en lo malo.” José, a quien sus hermanos habían vendido como esclavo y sin embargo llegó a ser el brazo derecho del faraón y el proveedor de alimento a los hambrientos, les dijo a sus hermanos: “Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente” (Génesis 50:20). »En Génesis 18:25, Abraham intercede por la vida de los habitantes de Sodoma. En sus esfuerzos por lograr que Dios perdone a esa gran ciudad, Abraham dice algo importante acerca del carácter de Dios que tal vez debieran considerar aquellos que creen que Dios ha castigado a los Estados Unidos de América mediante un ataque terrorista: “¡Lejos de ti el hacer tal cosa! ¿Matar al justo junto con el malvado, y que ambos sean tratados de la misma manera? ¡Jamás hagas tal cosa! Tú, que eres el Juez de toda la tierra, ¿no harás justicia?” »Claro que sí hará justicia. El mal existe, pero su autor no es Dios. El mundo está perdido y ocurren cosas malas. Pero Dios ha provisto la forma de que nosotros, simples seres humanos, seamos restaurados si le prestamos atención.»1 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Cal Thomas, “When calamity is deemed divine,” The Washington Times, 19 septiembre 2001.
El 19 de septiembre de 2001, apenas una semana después del ataque terrorista contra las torres gemelas de Nueva York y el Pentágono de Washington, el periodista estadounidense Cal Thomas, en su columna publicada a nivel nacional, se pronunció acerca del tema en un artículo titulado «Cuando se juzga que la calamidad viene de Dios». He aquí la primera parte de su comentario: «... Dos dirigentes religiosos... dieron a entender que los ataques terroristas de la semana pasada se debieron al juicio de Dios.... »Pero... no son ellos los primeros en vincular el castigo divino a acontecimientos temporales. Abraham Lincoln dijo que la Guerra Civil estadounidense se debió a la esclavitud y a que los Estados Unidos de América se habían olvidado de Dios y estaban intoxicados de un éxito ininterrumpido, y se sentían demasiado orgullosos como para orar al Dios que nos creó. Alejandro Soljenitsyn dijo que el comunismo ahogó a la Unión Soviética durante siete décadas porque su pueblo se había olvidado de Dios. »En la medida en que las calamidades, ya sean naturales o provocadas por los seres humanos, nos llevan a la reflexión y a reorganizar la vida de tal modo que ese mal nos impulsa a hacer el bien, hasta el horror [del 11 de septiembre] puede tener efectos redentores y de ese modo personas inocentes no habrán muerto en vano.... »Hay quienes creen que los Estados Unidos de América es una nación especial, escogida por Dios para recibir una bendición excepcional. Eso es idolatría.... En Isaías 40, Dios dice que a sus ojos todas las naciones son como “una gota de agua en un balde, como una brizna de polvo en una balanza”, pues “no son nada”. Esta afirmación es motivo de humildad y no de fanatismo religioso. »Hay otros interrogantes. Cuando el apóstol Pablo visitó la antigua ciudad de Corinto, prevalecía una inmoralidad desenfrenada. El culto a Afrodita fomentó la prostitución en nombre de la religión. En determinado momento, según [la edición de estudio de] la Nueva Versión Internacional de la Biblia, “mil prostitutas servían en su templo”. ¿Acaso no bastaba ese estilo de vida para que Dios enviara un meteorito que arrasara la ciudad? Sin embargo, a pesar de semejante maldad, Dios no envió su juicio sino que envió a su Hijo en el acto de amor más grande que jamás se haya visto. “Cuando todavía éramos pecadores”, dice la Sagrada Escritura, Dios envió a Jesucristo a morir por nosotros (Romanos 5:8). »Si bien ese mismo Libro sagrado trata acerca de un juicio final en el que todo el mundo tendrá que comparecer ante Dios, así como advierte sobre las consecuencias inmediatas del pecado —desde la enfermedad física hasta la angustia emocional y la muerte—, también dice que Dios “no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan” (2 Pedro 3:9).»1 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Cal Thomas, “When calamity is deemed divine,” The Washington Times, 19 septiembre 2001.
(2o. domingo de septiembre: Día de los Abuelos en Puerto Rico) Era una tarde nublada del 19 de octubre de 2019. Habían transcurrido veintiocho años desde que adoptamos a nuestro hijo Josué a los once años de edad. Su madre biológica era puertorriqueña. Si no hubiera sido por eso, es probable que no lo habríamos adoptado, ya que habíamos puesto la condición de que tuviera sangre hispanoamericana. Ahora yo tenía la dicha de acompañar a su hijo Zachary, nuestro nieto, a un partido de fútbol estadounidense. Es que esa tarde de octubre jugaba como local la Universidad de Miami, donde estudiaba él, becado por haber prestado el servicio militar durante cinco años. Antes de abordar el autobús que lleva a los estudiantes al estadio, mi nieto Zach me mostró con merecido orgullo el hermoso plantel de la universidad. Cuando llegamos al estadio, aprovechamos una merienda típica que se les sirve gratis a los estudiantes antes del partido. A mediados del juego, el doctor Julio Frenk, rector de la universidad, comenzó a subir por los escalones precisamente por el pasillo donde estábamos sentados nosotros. Zach no se dio cuenta, y yo no habría reconocido al doctor Frenk de no haber sido por una mujer amable que nos informó que él estaba por pasar y ofreció sacarnos una foto con él, asegurándonos de que él se detendría para tomar la foto si se lo pedíamos. Zach sí lo conocía y lo tenía en alta estima, así que se lo agradecimos mucho a la mujer. En efecto, el rector Frenk se detuvo, nos saludó muy cordialmente luego de que Zach me presentó como su abuelo que estaba de visita, y permitió que la mujer nos tomara la foto. Perdimos el partido, pero nos divertimos mucho, creando un recuerdo que conservaré como un tesoro el resto de mi vida. Y por si todo eso fuera poco, esa noche los dos tuvimos el gusto de disfrutar de una rica cena cubana con Luis Bernal Lumpuy, mi gran amigo y colega desde hace treinta y cinco años. Tengo que confesar que, cuando eso sucedió, yo no estaba enterado de las impresionantes credenciales del doctor Frenk: eminente médico cirujano; ex Decano de la Facultad de Salud Pública de la Universidad Harvard; ex Asociado Principal en el Programa de Salud Global de la Fundación Bill y Melinda Gates; ex Secretario de Salud de México; ex Director Ejecutivo encargado de Pruebas Científicas e Información para las Políticas en la Organización Mundial de la Salud con sede en Ginebra, Suiza; y ex Director General Fundador del Instituto Nacional de Salud Pública de México, entre muchos otros logros y títulos que ostenta. Cuatro de los veintitrés libros que ha escrito hasta la fecha son novelas para niños y jóvenes que explican el funcionamiento del cuerpo humano. Gracias a Dios, al igual que el doctor Frenk, al subir por el pasillo de nuestra vida Él, como nuestro Médico Cirujano divino, está dispuesto a detenerse y a tomarse una foto con nosotros. Pero conste que luego de ese momento trascendental en que llegamos a conocerlo personalmente, Dios, quien nos creó a todos, está también dispuesto a caminar a nuestro lado el resto de nuestra vida. Sólo que, para que eso suceda, somos nosotros a quienes corresponde dar el permiso.1 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Mi 6:8; Mt 28:20; Jn 1:35-51; Ap 3:20
«Gustavo, mi querido Gustavo... ¡qué cosas tan tristes y desgarradoras han pasado desde que no estás tú...! »Escribo esto para ti, con el corazón enlutado, presa de una tristeza angustiosa, inmensa, indecible,... y quiero que sepas todo, todo lo que ella me dejó dicho para ti. »He llorado y sufrido tanto, Gustavo, que secos, casi sin lágrimas, están mis ojos, y mi corazón marchito... »¡Ay, Dios mío! ¡Ay, nuestra Blanca, nuestra adorada Blanca para siempre ida... a quien tanto amamos y que tanto nos amó! ¡Cómo me duele el corazón al acordarme de mi inolvidable amiga!... »Con fiebre, y ya gravemente enferma, [Blanca] llegó a casa de su aya, la viejita Mauricia, que tú conoces. El doctor Gámez fue a verla y a prestarle sus servicios como médico y como amigo.... »El pesar que le causó tu separación, los ultrajes recibidos y el aire frío y húmedo que azotó su rostro después de haber sufrido y llorado tanto, agravaron a Blanca.... »[Su] estado... empeoraba cada vez más.... El doctor Gámez no ocultaba su desesperación, viendo que las medicinas no hacían el efecto [deseado] y que ella se agravaba de manera alarmante. »Un día la encontré más triste que nunca; había llorado mucho…. La estreché [entre] mis brazos largamente y... lloré con llanto inconsolable... »“¡Cuán desgraciada soy! —me dijo—. Aun en mi soledad me persigue la calumnia... ¡Al borde del sepulcro, soy mancillada!... »... ”¡Ah, Gustavo [—exclamó Blanca—], si supieras hasta dónde han perseguido y lastimado a la que no tiene más crimen que amarte, que haberse conservado pura entre tanta inmundicia...! ... He preferido el sacrificio de mi vida al de mi honor;... porque antes que el vicio dorado he querido la pobreza humilde, pura, consagrada a mi amor, a mi corazón y a mi conciencia; a ti, Gustavo... ¡Oh, religión...! ¡Oh, justicia...! ¡Oh, caridad...! Y el Cristo,... ese Cristo que ensalzan como modelo de caridad y de justicia, ¿por qué permite que pasen cosas tan abominables en este mundo? ¿Por qué deja que muera mancillada la inocencia y que viva, triunfante, la maldad...? ¡Oh, misterio, impenetrable misterio...! ¡Oh, caos, profundo caos!...” »Y como si ella misma sintiera ese caos que invocaba, dobló su cabeza y cerró los ojos.»1 Con esta carta que lee Gustavo, escrita por su prima, termina el trágico romance entre Blanca y Gustavo creado por la novelista hondureña Lucila Gamero de Medina en su obra clásica titulada Blanca Olmedo. Pero ya que, al parecer, las interrogaciones retóricas de Blanca Olmedo al final de su vida reflejan una válida inquietud personal de la autora misma,2 con mayor razón merecen respuesta. ¿Por qué permite Cristo que pasen cosas tan abominables en este mundo? Porque si hubiera decidido no permitir que tales cosas pasen, habría tenido que crearnos sin la libertad de tomar decisiones propias, tanto las que nos ocasionaran la mayor dicha como las que nos causaran la más dura pena. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Lucila Gamero de Medina, Blanca Olmedo (Tegucigalpa: Editorial Guaymuras, 2008), pp. 326-29. 2 Ibíd., Prólogo, pp. 9,16. Según lo que escribió la autora en su Autobiografía en 1949 y en una página previa al inicio de la novela misma, podemos deducir que Blanca Olmedo contiene un marcado elemento autobiográfico, hasta en lo que atañe a sus inquietudes de carácter religioso.
«Mi tía Rogelia vive en la calle del Olvido No. 101. Regordeta y rellenota de carnes y de ideas tétricas y apocalípticas, es sin embargo una de las madres modelos en esta sucia y dichosa ciudad de San José. Siete veces bendijo Dios su matrimonio, y mis siete primas representan esas siete bendiciones. »¡Qué lástima que la juventud no sea eterna! Por desgracia, mis primitas fueron jóvenes, y la menor (veintisiete años) es ya una juventud en conserva. La mayor colea los cuarenta, y entra en los helados confines de la vejez: y a todo esto, ni un marido que se presente.... »¡Pobre tía Rogelia, presidiendo semejante regimiento de solteronas! Sí, la palabra es dura, pero exacta. Mis primas representan en sus dolorosos extremos las tres clases conocidas hasta aquí de solteronas. En ese calvario hay tres estaciones. En la primera, la paciente es aún amiga de la humanidad, porque aún conserva alguna esperanza de un matrimonio in extremis. En la segunda, adiós a los hombres y sus engaños. El fuego sagrado del corazón es empleado y consumido en una lora, un gato o un perrito. Los efluvios de su alma, no comprendidos ni aun quizás apercibidos por ese animal sin plumas que se llama el hombre, han encontrado un ser peludo, emplumado o escamado, que las comprenda, las quiera y las acaricie. En la tercera época solteril, ya no son bastantes los cariños de Coscolina, ni los brincos del [perrito] Cook. Las monerías de la gatilla Filis no hacen ya sonreír a su desventurada dueña. El amor que es reconcentrado y abstracto en la solterona de tercer grado es, pues, esencialmente devoto y religioso. »Para mis primas, todo joven que visita una casa, es o novio o seductor de alguna hija de la misma. Para ellas ningún matrimonio se hace por amor, sino por interés, u obligados por las circunstancias. Toda mujer bella o graciosa es tonta o coqueta; los hombres que no las atienden son mal educados, y si esos mismos hombres atienden a otras, es con malos fines. En una palabra: son mis primas las siete plagas de Egipto; las siete peores vecinas; y aunque en cada familia se encuentran tipos semejantes o parecidos, es de esperarse, para la tranquilidad pública, que no todos tengan las abundantes dotes que adornan a las hijas de mi tía Rogelia.»1 ¿Quién hubiera pensado que un estadista y magistrado de la talla de don Manuel Argüello Mora de Costa Rica fuera capaz de describir por escrito, de una forma tan transparente, a miembros de su propia familia? Tal vez se deba a que lo hizo bajo el seudónimo de Simplicio Cucufate. Fue así como publicó una serie de ocho cuadros en la revista «Costa Rica Ilustrada» en 1887, poniéndole por título general «Mi familia».2 Menos mal que Dios no juzga así a las solteronas del mundo, generalizando y exagerando a propósito al referirse a ellas. Más bien, «el Señor es compasivo y justo —dice el salmista—; nuestro Dios es todo ternura».3 De ahí que a toda mujer considerada solterona, Dios le dice, al igual que a las viudas y a los huérfanos: «Si te quejas ante mí, yo atenderé a tu clamor, pues soy un Dios compasivo.»4 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Manuel Argüello Mora, Obras literarias e históricas, 1a. ed. (San José, Costa Rica: Editorial Costa Rica, 1963), pp. 408‑10. 2 Ibíd., p. 405; Simplicio Cucufate, «Mi familia, Parte 2a.: Los hijos de doña Rogelia», Costa Rica Ilustrada, San José, 22 octubre 1887, pp. 133-35. 3 Sal 116:5 4 Éx 22:22,27
(Natalicio de Luis Bernal Lumpuy) Los siguientes versos compuestos por un autor desconocido, y que tradujo del inglés el poeta cubano Luis Bernal Lumpuy, llevan por título Historia de una oveja perdida: Mucho amaba el pastor a su ovejita, y siempre la cuidaba con ternura... Con mirada amorosa la seguía mientras ella saltaba en la llanura. Al sentarse junto al rebaño que cuidaba que dócilmente su voz obedecía, pensaba con tristeza en su ovejita, la que una y otra vez se le perdía. Es cierto que la ovejita cariñosa adoraba a su pastor sin una queja, pero a veces se apartaba del camino como a menudo hacen las ovejas. A su amada ovejita extraviada llamábala el pastor con tierna voz: “Vuelve, pequeñita, porque no estás segura a menos que estés donde estoy yo.” Pero pronto la ovejita se olvidaba y se le descarriaba irreflexiva, y sin darse cuenta de sus actos, del lado del pastor pronto se iba. Hasta que un día, con bondad y tino, tomó el pastor su vara con firmeza, y lo que Él hizo entonces parecía algo cruel a los ojos de la oveja. Tan fuerte fue el golpe de la vara que le quebró una pata a la ovejita, y la dejó cojeando por el prado donde antes saltaba espigadita. Entonces, extenuada, adolorida, de rodillas cayó, y en la quietud contempló a su pastor como diciendo: “¿Quisieras explicarme tu actitud?” Vio el amor en los ojos del pastor que bañaban de lágrimas el rostro, mientras con ternura le sanaba las fracturas de su hueso roto. Al sentirse desamparada por completo, sin poder siquiera levantarse, se entregó sin reservas en los brazos de su pastor, donde podía arrobarse. Después, día tras día, hasta que fue sanada, se mantuvo alejada del rebaño, llevada en los brazos del pastor y acunada y protegida como antaño. El pastor con cariño susurraba palabras a su ahora atento oído... Estaba escuchando la dulzura que las otras ovejas no han sentido. Sintió el afecto del cordial abrazo que le dio el pastor de corazón sincero... Y fue para su debilidad y su quebranto como una nueva bendición del cielo. El pastor satisfizo plenamente cada necesidad de la ovejita, que aprendió al fin en su dolor y angustia una enseñanza que nunca olvidaría. Por fin su hueso roto fue sanado, y una vez más anduvo saltarina... Adondequiera que el pastor guiaba, la ovejita alegre lo seguía. . . . . . . . . . . Las cuerdas del amor la ataron tanto en su hora de dolor y de amargura que ya no quiso apartarse de los brazos que una vez la sanaron con ternura. Tal vez te sientas quebrantado hoy, y no entiendas por qué fuiste golpeado por la vara de un Pastor tan amoroso. ¿Será que no crees que vino de su mano? Él sólo trata, con ese tierno golpe, de apartarte del bullicio por un tiempo, acunarte en sus brazos amorosos y acercarte a su regazo con su ejemplo. Observa la mirada del Pastor amante, y busca su rostro con amor y anhelo... Prueba en la hora del quebranto el poder de su gracia y su consuelo. Cuando en sus brazos tiernos te refugies y sientas cada día su mano fuerte, ¡con sus cuerdas de amor te atará el alma para que nunca vuelvas a perderte!1 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Autor desconocido, «Historia de una oveja perdida», traducción del inglés «Story of a Straying Lamb» de Luis Bernal Lumpuy, 1998.
«Ella nunca pudo recordar la discusión ni su propio alegato. La voz de él, de eso sí estaba segura, la invadió con [insultos, llamándola] depresiva, repulsiva, compulsiva, negativa... egoísta, individualista, materialista, majadera [y] aventurera.... [Y] recordaba... el portazo con que se fue para siempre.... »Empezó a recuperarse lentamente porque [junto con] los ejercicios de autoconfianza, afirmación y “yo puedo salir adelante sola”, se [manifestaban] muy fuertes los otros de rencor, de revancha, de desdén y de «a mí no me puede hacer esto». La fueron aliviando las pastillas de... la dulzura con que contaba las atrocidades del monstruo, a quien, después de darle todo, se largó con una cualquiera. Pronto se dio cuenta de que su historia era idéntica a la de miles de mujeres [con] caras ajadas y tristes.... »Un día contó que él había vuelto humilde y arrepentido, seguro de que ella era la única. Inventó salidas y encuentros... acercamientos y cortejos. Compró ropa nueva, apareció con regalos, cambió de peinado, acentuó el maquillaje [y] adquirió un lenguaje pintoresco.... Dejó definitivamente de quejarse de los hombres. Tenía tanta suerte: el suyo era ideal. »Después de que lo instaló de nuevo en la casa, pasó por una larga etapa de aprendizaje para ser habilidosa y amable... para ser feliz... y desalojar todo lo amargo. »... Sólo hubo cabida para lo perfecto: la sonrisa sincera, el regocijo de la compañía, la conversación afirmativa, la mirada directa y profunda. »... Lejos [quedaron] el pleito, la llamada de atención, el gesto brusco, el reproche.... Logró establecer una comunicación perfecta, ese adivinar [de] los gestos de que hablan las recetas del amor.... Los gastos se redujeron, las comidas se simplificaron... la limpieza se facilitó y desaparecieron las largas jornadas de sospechas [e] indagaciones.... Él simplemente estaba ahí y no se iría jamás.... »Todo iba perfecto porque... estaban juntos con su mejor y más brillante sonrisa de espejo, aunque a ella le preocupaba la insignificancia de ese hombre feo, sin la menor gracia, carente de ingenio... poco emocional, salvo cuando se enfurecía y la insultaba.... Ahora ella no le permitía enojo, ni furia ni resentimiento alguno porque [ella] dirigía la escena, era capaz de embellecerlo y amarlo, de cortejarlo... manipuladora de lo ya ajeno, encerrada dentro de sus hábitos y manías de crear un edén para el desdén.»1 Así resuelve su difícil situación la mujer anónima del cuento «El edén del desdén», publicado por la escritora costarricense Carmen Naranjo en su obra de cuentos titulada Otro rumbo para la rumba. Lamentablemente es propio del caso el que aquella protagonista de la historia se diera cuenta de que «su historia era idéntica a la de miles de mujeres». Pero ¿acaso hay alguna solución aparte de «crear un edén para el desdén»? Sí, la hay. La clave es que cada hombre que vive con una de esas mujeres descubra que el plan divino es que él se case y llegue a ser un solo cuerpo con su esposa, y que ella lo respete, consciente de que él la ama al extremo de estar dispuesto a dar la vida por ella.2 Así, juntos crearán un paraíso en su hogar, en el que florezcan el cariño y el aprecio mutuo. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Carmen Naranjo, «El edén del desdén», Otro rumbo para la rumba (San José, Costa Rica: EDUCA, 1989), pp. 167-71. 2 Ef 5:25-33
«Sólo conocía a los hombres en su momento más deshumanizado.... [en] que no tomaban de ella sino el instante de su sed, como un jarro de agua de la laguna.... »Pero, en un momento imprevisible para todos, la inconcebible regeneración comenzó.... Nadie volvió a traspasar la estera. Pero nadie creyó en su voluntad de purificación. De nada le valió. El pasado impuro y cercano la tenía presa en su jaula como a una cotorra.... Salu’í seguía siendo para todos la [prostituta] de la laguna.... La iban a expulsar del campo.... [Pero] en eso cayó la guerra, y la evacuación de la población civil salvó [del destierro] a la pecadora.... »Al día siguiente entró a trabajar en el hospital.... Y ahora estaba allí... en medio de repentinos fogonazos. »Todo el convoy se ponía en movimiento con un apuro ciego y desordenado.... »[Algún tiempo después], a media mañana, los camiones llegaban a un nuevo cañadón.... »—La entrada [al temido paso] Garganta de Tigre.... »Ahora se escuchaba más cercano el intermitente cañoneo... »—¡Avión enemigo!... »Un júnker..., al descubrir el convoy, [bajó en picada] sobre él con un poderoso rugido ametrallándolo a quemarropa.... Un aguatero y el furgón sanitario forcejeaban para desprenderse de las huellas, pero ya el avión volvía en una pasada rasante escupiendo fuego, y lanzando ahora también una bomba, que cayó sin explotar cerca del sanitario. Sus tripulantes saltaron enloquecidos y huyeron hacia el boscaje. El camillero cayó tumbado por la ráfaga. El camión aguador estaba inmóvil en la cuneta. A través del parabrisas hecho añicos, se veía al conductor caído de bruces sobre el volante, la cabeza empapada por la sangre.... »Aquino tendió de repente su brazo hacia el sanitario. »—¡Miren eso! »Entre las ruedas se veía un bulto oscuro y cilíndrico. Era la bomba que había caído sin estallar. »—¡Puede reventar en cualquier momento!... »En un súbito impulso, Salu’í salió [disparada] hacia el furgón. Su decisión fue tan rápida, que Aquino nada pudo hacer para impedirla. Sólo alcanzó a gritarle: »—¡No vayas! ¡Es peligroso! »Ella siguió corriendo sin hacerle caso y llegó al vehículo.... Rebuscó en el interior... Sacó un botiquín de primeros auxilios, cargó en un brazo medicamentos, paquetes de venda, todo lo que pudo, y regresó a escape hacia el bosque, en momentos en que el avión hacía una nueva pasada ametrallando el abra. La rápida estela de nubecitas de polvo cruzó mordiendo el camino muy cerca de ella.... »Los camioneros estaban asombrados.... »—No acaba uno de conocer a la gente —dijo... Silvestre [más tarde]...— Creí que lo tuyo era un capricho no más.... ¡Estás naciendo de nuevo, Salu’í!1 Así narra el autor paraguayo Augusto Roa Bastos, en su novela Hijo de hombre, uno de los episodios de la Guerra del Chaco con Bolivia, guerra en la que él mismo participó como voluntario a la edad de catorce años. Gracias a Dios, a Él no le tenemos que comprobar que nos hemos regenerado para tener su aprobación. Al contrario, como Dios no envió a su Hijo Jesucristo al mundo para condenarnos sino para salvarnos, nos trata como trató a la mujer sorprendida en adulterio a quien los fariseos querían apedrear. Al pecador arrepentido Dios lo acepta tal como es, lo regenera Él mismo mediante el nuevo nacimiento espiritual y le dice que no vuelva a pecar.2 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Augusto Roa Bastos, Hijo de hombre (New York: Penguin Books, 1996), pp. 228-43. 2 Jn 3:3-17; 8:1-11
«En la estación había mucha gente esperando.... »[Ana y José] subieron [al autobús]... ante el grupo de gente que entre gritos y empujones trataban de subirse.... »—¿Qué se le va a hacer? —[dijo] José... —. Nunca he podido irme sentado; siempre que pasa por aquí viene lleno. »Por una ventanilla del autobús, que aún seguía detenido, apareció el ayudante que, mientras señalaba, gritó: »—¡Hey! Ese chavo de camisa azul, ¡córrase... córrase!... »Un señor trataba de irse al fondo. Caminó por donde Ana y José, luego donde una señora, a la que sin intención machucó. La señora dio un brinco y, en voz muy alta, dijo: »—...El de abajo es el mío, fíjese... »—Disculpe, no fue mi intención —respondió el señor, muy apenado.... »—¡Vámonos, que ya es tarde! —gritó alguien desde los últimos asientos. »—Si se quieren ir, ¡córranse, pues! —gritó el ayudante desde afuera.... »[Luego, dirigiéndose al conductor, dijo:] »—¡Hey, apagá... que esta gente no se quiere correr!... »Éste apagó el bus y, [mientras miraba por el retrovisor y encendía un cigarrillo, amenazó]: »—¡Se corren... o aquí vamos a amanecer!... Yo no tengo urgencia.... »La gente iba muy apretada; algunos colgaban de la puerta del autobús. El conductor dio unas instrucciones más, luego encendió el motor. »—Vaya, dale, vos, ponele que ahí viene la siete cuarenta y cinco —gritó el cobrador. »Empezaron a avanzar lentamente. Otro autobús se aproximaba a la estación.... »... Un joven de camisa blanca y corbata negra..., muy asustado, miró a la señora que iba a la par, y dijo: »—Por favor, doña, agarre esa gallina, que me va picoteando. »La señora, sin decir palabra, cumplió la petición.... »—¡Próxima, próxima! —gritaba un señor que venía al fondo—. ¡Próxima! ¿Para dónde... me llevas? »El autobús se detuvo tres cuadras después de la estación. »—¡Bájele... bájele: Pasaje, pasaje en mano el que baja! »—... ¿Querés que pague? ¿Acaso yo me bajaba aquí?... »El cobrador sonaba unas monedas. »—¡Pasaje! —dijo a uno que venía colgado de la puerta. »—...Esperate... ¡Vos querés que me mate por veinte centavos!... »—¡Pasaje! —dijo a una señora que venía de pie. »—No... te debería... pagar —[contestó] ella—; ¡tanto que se tardan y una aquí como idiota viene parada! »—¿Y acaso es el asiento el que paga? Se paga el viaje, pero no el asiento —contestó algo molesto. »[En eso] llegaron a la siguiente estación....»1 ¡Con ese viaje en autobús sí que nos identificamos muchos de nosotros, sobre todo los que vivimos en una de las metrópolis de nuestra querida Iberoamérica! Quien la relata es el autor hondureño Roberto Quesada, en su obra de cuentos titulada El desertor. Menos mal que Jesucristo, el Conductor divino, al morir en la cruz por nuestros pecados, pagó tanto el viaje como el asiento de cada uno de los pasajeros que vamos con Él rumbo a la vida eterna por el camino de la vida plena.2 Pero conste que Él nos advierte en la Biblia, su Guía de Transporte, que es angosto el camino que conduce a esa vida, y que son pocos los que la encuentran.3 Más vale, entonces, que abordemos ese autobús cuanto antes, para que podamos comenzar de una vez a disfrutar de ese viaje sin igual con destino a la estación final. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Roberto Quesada, El desertor (Cuentos), «El loco de la calle Herrera» (Tegucigalpa, Honduras: Litografía López, 2008). pp. 119-24. 2 1P 1:18-19; Jn 10:10 3 Mt 7:14
En este mensaje tratamos el caso de una adolescente que «descargó su conciencia» en nuestro sitio www.conciencia.net. Lo hizo de manera anónima, como pedimos que se haga; así que, a pesar de que nunca se lo había contado a nadie, nos autorizó a que la citáramos, como sigue: «Tengo quince años. A mí me gusta entrar al chat. En una de esas, conocí a un chico que me pidió que fuera su novia, y yo acepté. Ese mismo día nos conocimos. Él me pidió tener relaciones íntimas, y yo accedí. Esto lo hice porque me sentía sola. Luego de eso, me sentí mal. Había fallado a Dios y a mi familia. »Creo que Dios jamás me perdonará y que no merezco el amor que Él me da. No sé cómo alcanzar el perdón de Dios.» Este es el consejo que le dimos: «Estimada amiga: »¡Cuánto lamentamos tu situación! Aprendiste demasiado tarde que hay algunas decisiones a las que no se les puede dar marcha atrás. Jamás podrás volver a ser virgen, y por eso estás tan apenada. »A pesar de las imágenes sexuales que nos rodean, los programas de televisión y las películas, la pornografía en la Internet, y la proliferación de actividad sexual entre adolescentes, en lo profundo de tu ser ahora reconoces que entregaste algo muy valioso. Y como no hubo sentimientos de amor de por medio, no pasó mucho tiempo sin que te dieras cuenta del terrible error que cometiste.... »Sin embargo, ¡tenemos buenas noticias para ti! Dijiste que les fallaste a Dios y a tu familia, y que ya no mereces el amor de Dios. Tienes razón. Pero es igual para todo ser humano. Todos les hemos fallado a Dios y a nuestra familia, y ninguno de nosotros merece el perdón.1 Es por eso precisamente que Dios el Padre tuvo que entregar a su único Hijo Jesucristo para pagar el precio por lo que hemos hecho. Por eso Cristo tuvo que morir en la cruz. ¡No lo merecemos! ¡Pero Él lo hizo por nosotros porque nos ama!2 Cuando le pidas perdón, Él te perdonará. Quedarás completamente limpia y sin pecado.3 »... Te recomendamos que nunca más chatees con desconocidos por Internet. Con todo y el gran error que cometiste, debes estar agradecida de que aquel tipo no resultó ser un homicida. Chatear por Internet es una actividad muy peligrosa. Casi a diario sabemos de casos en los que alguien fingió ser otra persona a fin de cometer un delito, incluso un asesinato. Te rogamos que te comuniques únicamente con personas a las que conozcas, y que nunca accedas a encontrarte con un desconocido por ninguna razón. Con el tiempo, comprenderás que hay hombres perversos que están al acecho en la Internet, a fin de aprovecharse de la ingenuidad de muchachos y de jovencitas como tú. »En cuanto a la soledad que sientes, has aprendido que puede llevarte a tomar malas decisiones. Haz planes para reunirte con otras personas en un ambiente seguro. Hazte miembro de un club o de un equipo deportivo o de un grupo de jóvenes. Dona tu tiempo como voluntaria en una obra de caridad o en un hospital. Tal vez no suceda de inmediato, pero tarde o temprano conocerás a personas como tú con las que podrás cultivar una amistad confiable. »¡Mantente a salvo y protegida! »Linda y Carlos Rey.» El consejo completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, puede leerse con sólo pulsar el enlace que dice: «Caso 131» dentro del enlace en www.conciencia.net que dice: «Casos». Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Ro 3:23 2 Jn 3:16 3 1Jn 1:9
En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Cuando tenía seis años, mi hermano y yo sufrimos abuso sexual [por parte de un tío]. Otros muchachos nos incitaron a abusar sexualmente de nuestra hermana, pero no lo hicimos. »Luego, cuando tenía diez años y mi hermano entre ocho y nueve, caímos en una práctica de incesto, pero al tener uso de razón nos dimos cuenta de lo grave que fue lo que hicimos. ¿Creen que Dios pueda perdonarnos? Este pecado ha traído mucho dolor y vergüenza.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »Cuando su tío abusó de usted, lo expuso a algo que no debió haber aprendido a tan temprana edad. No obstante, después que usted fue víctima de esa terrible conducta, fue casi inevitable que la imitara o simulara repetirla usted mismo.... »Sin embargo, cuando a niños inocentes se les expone a la actividad sexual, ya sea como víctimas de abuso o viéndola en la vida real o en las películas, con frecuencia esos niños comienzan a simular lo que han visto. No se debe a que tales niños sean malvados; se debe a que esa es la naturaleza del desarrollo infantil.... »Dios, quien nos creó, también planeó que tuviéramos una década, más o menos, para poder practicar la vida antes de llegar a ser eternamente responsables de los errores que cometiéramos. Durante ese lapso de tiempo, el cerebro se desarrolla por etapas, según el acreditado psicólogo del desarrollo humano Jean Piaget. Antes de los siete años aproximadamente, los niños no tienen la capacidad de distinguir por completo entre lo verdadero y lo imaginario. A partir de los siete años hasta más o menos los once, los niños son capaces de comprender las cosas que pueden tocar y ver, pero sólo gradualmente comenzarán a desarrollar la capacidad de comprender lo abstracto, tal como las consecuencias del bien y del mal. »¿Acaso el Dios que lo creó a usted, el mismo que creó el proceso del desarrollo del cerebro, no comprendería cuando usted simuló lo que había aprendido? Claro que sí comprendió, y por eso no lo considera a usted responsable de lo que su cerebro no podía asimilar. »El apóstol Juan escribió que si confesamos nuestros pecados, Dios nos perdonará esos pecados.1 Desde luego, la confesión requiere sentir verdadero remordimiento por lo que hemos hecho. Usted ha manifestado que siente mucha vergüenza por lo que hizo, aunque ahora sepa que Dios no lo consideró responsable durante esa etapa del desarrollo de su cerebro. De modo que la respuesta a su pregunta es que sí, yo sé que Dios lo ha perdonado por cualquier cosa de la que pudo considerársele responsable.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo se puede leer si se ingresa en el sitio www.conciencia.net y se pulsa la pestaña que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 856. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 1Jn 1:9
(Antevíspera del Día del Abuelo en Argentina) «Esta mañana iba sentado en el autobús que me lleva de Alajuela a San José, cuando entró una jovencita acompañada de un campesino que, al parecer, era su abuelo. Ella ocupó un asiento vacío detrás del mío, y le dijo a su acompañante que se sentara en el que estaba a mi lado.... »Este campesino era sumamente rústico.... Su rostro revelaba una vida de trabajo rudo bajo el sol, y su fisonomía no era nada agradable. Andaba sin afeitarse, con las uñas sucias, aunque con ropa aseada. Llevaba un sombrero que acentuaba su origen. Miraba nervioso a todas partes y se agarraba del asiento como el que nunca ha montado en autobús.... Huyéndoles a las personas del pasillo, se acercaba demasiado a mí, y casi me tocaba la cabeza con el ala de su sombrero. Me sentí molesto. »En medio de mi desagrado, sentí un toque del cielo.... Se me ocurrió que aquel campesino bien pudiera haber sido uno de mis abuelos, a quienes nunca conocí, y que eran campesinos como él, y tal vez igualmente rústicos. Antonio y Rafael, que así se llamaban, nunca salieron del campo, y allí murieron relativamente jóvenes sin haber conocido a casi ninguno de sus nietos. Gastaron su vida bajo el sol, tras las yuntas de bueyes, y doblados al surco a fin de mantener a su familia. »Ese campesino también podía ser yo mismo si mis padres no se hubieran ido a la ciudad antes de yo nacer. Si hubieran seguido viviendo en el campo, ahora yo sería un rústico guajiro cubano.... »En ese momento el autobús pasó frente a un pequeño cementerio cerca del aeropuerto. Contemplé las cruces y pensé en la muerte. Me di cuenta de que, al final, tanto el cuerpo de ese rústico campesino costarricense como el de este guajiro cubano pulido por las circunstancias de la vida y bendecido por la misericordia de Dios van a ir al mismo sitio. Allí los gusanos no van a preguntar si sabíamos historia, literatura o psicología. A ellos no les importa si uno cultiva la tierra o si escribe versos. Se lo comen a uno de todos modos. Allí terminan el desprecio de los ricos por los pobres y la envidia de los pobres por los ricos. »Volví a mirar el rostro del campesino.... Lo vi un poco diferente. Era un ser humano a quien Dios ama. Era un hombre tan valioso como yo ante los ojos del Creador.... »Llegamos a la capital de Costa Rica. El autobús se detuvo.... ¡Qué bueno si me hubiera atrevido a saludar a aquel hombre de campo! Me hubiera gustado decirle aunque fuera: “Me llamo Luis. ¿Cómo se llama usted?” ... El campesino, sumamente nervioso, trató de ponerse de pie.... La jovencita que lo acompañaba lo sujetó y le dijo: “Espérese, don Luis.” »Y don Luis bajó casi de la mano por quien parecía su nieta. El otro Luis lo contempló por última vez, pidiéndole a Dios que bendijera a su tocayo....»1 Si bien muchos nos identificamos con el trasfondo y la experiencia que nos cuenta Luis Bernal Lumpuy en estas reflexiones, lo que más nos hace falta es tener esa actitud ante la vida, que lo lleva a concluir: «Volví a pensar en Dios, agradecido. Volví a darle gracias porque me ha permitido ver, tener y disfrutar de cosas que no vieron, ni tuvieron ni disfrutaron mis abuelos ni mis padres.»2 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Luis Bernal Lumpuy, «Hoy me acordé de mis abuelos», artículo inédito enviado al autor por correo electrónico en 1998 a modo de archivo adjunto, publicado en 2010 por Luis Bernal Lumpuy como uno de los capítulos de su libro Crónicas breves de un viajero cualquiera, pp. 13-14. 2 Ibíd.
(Aniversario de la Caída de Tenochtitlan) Hace más de cinco siglos, el conquistador español Hernán Cortés «mandó hacer un banquete... en señal de alegrías de... haber ganado» en la toma de Tenochtitlan, la antigua capital del Imperio Azteca ubicada en la actual Ciudad de México. «Y para hacer la fiesta mandó convidar a todos los capitanes y soldados que le pareció que era bien tener [en] cuenta.... [Después] que habían alzado las mesas, salieron a danzar las damas que había, con los galanes cargados con sus armas, que era para reír...» Así describe en parte Bernal Díaz del Castillo, en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, aquella cena celebratoria que se dio el 13 de agosto de 1521. A continuación el acreditado cronista español nombra a las mujeres selectas invitadas, entre ellas María de Estrada, Beatriz Bermúdez de Velasco e Isabel Rodríguez.1 Aunque Isabel, al igual que María y Beatriz, sin duda tuvo que tomar las armas y combatir en las batallas en las que participó, particularmente durante el Sitio de Tenochtitlan, lo que la distinguió a ella fue el rol de médica que desempeñó. En 1520, Isabel y su esposo Miguel Rodríguez de Guadalupe se unieron a la expedición de Hernán Cortés y, después de las bajas sufridas durante la Noche Triste y de la victoria obtenida en la Batalla de Otumba, ella comenzó a coordinar y a entrenar a voluntarias entre las mujeres, tanto españolas como indígenas aliadas, con las que creó un cuerpo de enfermería para acompañar de continuo a los combatientes. Según el catedrático castellano Francisco Cervantes de Salazar en su Crónica de la Nueva España, «como eran tan continuas las refriegas, salían de la una parte y de la otra muchos heridos, de tal manera que no había día que, especialmente de los indios amigos, no saliesen cientos heridos, a los cuales una mujer española, que se decía Isabel Rodríguez, lo mejor que ella podía les ataba las heridas y se las santiguaba “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, un solo Dios verdadero, el cual te cure y sane”, y esto no lo hacía más de dos veces, y muchas veces no más de una, y acontecía que aunque tuviesen pasados los muslos, iban sanos otro día a pelear... pues por mano de aquella mujer [Dios] daba salud y esfuerzo a tantos heridos...»2 ¡Con razón que doña Isabel tenía tanto éxito en la sanidad de sus pacientes! No pretendía que era la mano de ella la que sanaba sino la mano de Dios, a quien ella invocaba y atribuía toda cura y sanidad. Aquella médica abnegada sin duda recordaba cada vez lo mismo que recordaba el apóstol Pedro al referirse a la profecía de Isaías unos 700 años antes de la muerte de Jesucristo, el Hijo de Dios, en la cruz del Calvario: que Cristo fue herido por nuestras rebeliones y maldades, que hizo suyos nuestros pecados al sufrir y morir en nuestro lugar, y que sufrió esas heridas para que nosotros pudiéramos ser sanados. Sólo hace falta que clamemos a Él pidiéndole que perdone nuestros pecados y nos sane por completo, tanto física como espiritualmente.3 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, 1632, Manuscrito Remón, Crónicas de América-2 (Editor Digital: Himali, Conversión a pdf: 2018), pp. 849-50 En línea 23 febrero 2025. 2 Francisco Cervantes de Salazar, Crónicas de la Nueva España, Libro quinto, Cap. CLXV, Edición digital (de Manuel Magallón) basada en la de Madrid, Atlas, 1971, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes En línea 23 febrero 2025; Manuel Orozco y Berra, Historia antigua y de la conquista de México, Tomo Cuarto, (México: Tipografía de Gonzalo A. Esteva, 1880), pp. 619-20 En línea 23 febrero 2025. 3 Is 53:5; 1P 2:24; 1Jn 1:9
(Víspera del Aniversario de la Caída de Tenochtitlan) En el año 2012, el Museo Naval en Madrid, España, montó una exposición sobre las «Mujeres en la conquista y colonización de América». Según su propia presentación, la emprendió a fin de abordar «por primera vez la presencia y participación activa de la mujer en la conformación del Nuevo Mundo, un tema poco estudiado y mucho menos conocido. La mujer ocupó puestos destacados en la conquista de América.... Treinta mujeres acompañaron a Colón en su tercer viaje [y] más de 300 llegaron a Santo Domingo en el primer cuarto del siglo XVI.... »La mujer española del siglo XVI vivía supeditada a la tutela del varón y desprovista de toda relevancia intelectual. Su lugar era el hogar, donde ejercía de buena esposa y madre cristiana. Pero las españolas que emigraron a América escaparon a este rol femenino sobreponiéndose a un destino marcado. Arrancaron sus raíces para replantarlas en un mundo desconocido.»1 Una de esas mujeres era Beatriz Bermúdez de Velasco, conocida también como La Bermuda. Junto con su esposo, Francisco de Olmos, se unió al conquistador español Hernán Cortés después de llegar a México con la expedición de Pánfilo de Narváez en 1520. El catedrático castellano Francisco Cervantes de Salazar, en su Crónica de la Nueva España, describe textualmente cómo fue que La Bermuda ganó su reputación durante el asedio de Tenochtitlan: «Beatriz Bermúdez, que acababa de llegar de otro real, viendo así españoles como indios amigos todos revueltos, que venían huyendo, saliendo a ellos en medio de la calzada con una rodela de indios y una espada española y una celada en la cabeza... les dijo: “¡Vergüenza [de] españoles...! ¿Qué es esto que vengáis huyendo de una gente tan vil, a quien tantas veces habéis vencido? Volved... a ayudar y socorrer a vuestros compañeros que quedan peleando, haciendo lo que deben; y si no, por Dios os prometo de no dejar pasar [vivo a ninguno] de vosotros; que los que de tan ruin gente vienen huyendo merecen que mueran a manos de una flaca mujer como yo.” »Fue tal la vergüenza que sintieron los soldados españoles y el efecto de las palabras de Beatriz, que volvieron, hacia los enemigos, ya victoriosos, dando lugar a la batalla más sangrienta y reñida que jamás hasta entonces se había visto.... Finalmente, los españoles vencieron, poniendo en huida a los enemigos, siguiendo el alcance hasta donde los compañeros estaban peleando, a los cuales ayudaron de tal manera que todos salieron aquel día vencedores... de donde se entenderá lo mucho que una mujer tan valerosa como esta hizo y puede hacer con hombres que tienen más cuenta con la honra que con la vida, cuales entre todas las naciones suelen ser los españoles», concluye el cronista castellano.2 ¿Será posible que, en el fragor de aquella batalla, La Bermuda tuviera fresca en la memoria el relato bíblico en que el muchacho David hubiera querido así mismo arengar a los soldados israelitas amedrentados por el gigante Goliat?3 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Museo Naval. Armada Española, «No fueron solos: Mujeres en la conquista y colonización de América», julio 2012 En línea 20 febrero 2025. 2 Francisco Cervantes de Salazar, Cronica de la Nueva España, Libro quinto, Cap. CLXIX, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (Edición Digital de Manuel Magallón basada en la de Madrid: Atlas, 1971) En línea 2 marzo 2025; Hispanopedia, s.v. «Beatriz Bermúdez de Velasco» En línea 20 febrero 2025. 3 1S 17
(Antevíspera del Aniversario de la Caída de Tenochtitlan) «Para quienes consideren que los hechos de armas son y han sido tarea exclusiva de hombres... el caso de la andaluza (o quizás cántabra) María [de] Estrada reviste especial interés.» Así comienza Manuel Lucena Giraldo, reconocido historiador español especialista en la Historia de América, un artículo publicado en el Diario ABC sobre aquella mujer aguerrida.1 El conquistador Francisco de Estrada, hermano de María, había acompañado a Cristóbal Colón como grumete, de modo que es probable que en 1509, cuando Francisco regresó al Nuevo Mundo para instalarse de forma permanente, María haya viajado con él.2 Como por entonces ella tenía ya entre treinta y cuarenta años, sus compañeros le habrían de poner el sobrenombre de «La vieja». Después de llegar a Cuba y de casarse con Pedro Sánchez Farfán, María participó en combates en la actual Matanzas y, según el doctor Lucena Giraldo, «hasta es posible que su hermosura la salvara de morir, pues un cacique la tomó para sí... hasta que los españoles se recuperaron de la derrota y volvió con su marido a Trinidad, al sur de la isla.» De Cuba a Veracruz, y de ahí a la sangrienta batalla de Otumba y al asalto final de Tenochtitlan, hay varios testigos oculares que constatan el papel que jugó María de Estrada en la conquista de México, mostrando desde el principio una capacidad guerrera que incluía hasta la invocación del apóstol Santiago en los asaltos. Por ejemplo, el cronista español-tlaxcalteca Diego Muñoz Camargo describe a María «con una espada y una rodela en las manos, peleando valerosamente con tanta furia y ánimo que excedía al esfuerzo de cualquier varón, por esforzado y animoso que fuera, que a los propios nuestros ponía espanto». Así mismo, el catedrático castellano Francisco Cervantes de Salazar recuerda que, después de la mortífera «Noche Triste» en la que murieron cientos de españoles e indígenas aliados, cuando el conquistador español Hernán Cortés ordenó que las mujeres que formaban parte de sus tropas se quedaran a descansar en la ciudad de Tlaxcala, María le reclamó: «No es bien, señor capitán, que mujeres dejen a sus maridos yendo a la guerra. Donde ellos murieren, moriremos nosotras, y es razón que los indios entiendan que somos tan valientes los españoles que hasta las mujeres saben pelear.»3 En lugar de sorprendernos, lo justo es que reconozcamos que, con ese arrojo, María de Estrada estaba siguiendo cabalmente el ejemplo de dos mujeres protagonistas del libro de los Jueces en la Biblia: la jueza Débora, que en calidad de comandante militar ordenó a su comandante Barac que atacara las tropas del general cananeo Sísara y lo acompañó porque él insistió que no iría sin ella; y Jael, la valerosa mujer que engañó a Sísara luego de vencido todo su ejército, y lo mató atravesándole la sien con una estaca, llevándose así la gloria de la victoria tal y como Débora había predicho que sucedería.4 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Manuel Lucena Giraldo, «María Estrada conquista México», Diario ABC, 4 agosto 2009 En línea 19 febrero 2025. 2 Wikipedia, s.v. «María de Estrada» En línea 19 febrero 2025. 3 Lucena Giraldo; Francisco Cervantes de Salazar, Cronica de la Nueva España, Libro quinto, Cap. CLXVI, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (Edición Digital de Manuel Magallón basada en la de Madrid: Atlas, 1971) En línea 2 marzo 2025. 4 Jue 4-5
En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos: «Tengo un hermano a quien su esposa abandonó por maltrato físico y psicológico.... Ahora vive con otra mujer.... Él es machista y manipulador.... »Actualmente vivo en la casa de mis padres con él. Toda la vida él me ha maltratado verbalmente.... La última vez me agredió físicamente. He optado por mantenerlo siempre a distancia.... [Para mí es muy difícil] que él viva bajo el mismo techo, y por esa razón quiero irme muy pronto de casa, [aunque signifique] que debo dejar de cuidar a mi madre. No lo soporto.... ¿Será que no lo he perdonado?» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimada amiga: »Sentimos mucho lo que ha estado sufriendo. Ha sido herida emocional y físicamente por su hermano, y tiene pocas esperanzas de que él intente cambiar su actitud y su conducta. Vivir bajo el mismo techo está impidiendo que usted tenga paz en su propio hogar. Usted no lo menciona, pero sería normal que también hubiera sentido ansiedad en cuanto a lo que su hermano hará la próxima vez. »Creemos que es una buena idea que se mude de esa casa. Tal vez pueda elaborar un horario para visitar y ayudar a su mamá cuando su hermano no se encuentre, de modo que no tenga que lidiar con él. »Es obvio que usted reconoce que el no perdonarlo le haría más daño a usted que a él. Así que se pregunta si el deseo que tiene de alejarse de su hermano es señal de que no lo ha perdonado, a pesar de haberlo intentado. ¿Cree usted que el perdón genuino hubiera hecho que el comportamiento de su hermano fuera más tolerable? Si usted de veras lo hubiera perdonado, ¿cree que consentiría entonces con que él la maltratara? ¡No, claro que no! Perdonar sinceramente a una persona no significa que pudiera llegar a gustarle o a tolerar su comportamiento. Perdonar a su hermano no requiere que mantenga una relación con él. »Consideremos lo que enseñó el apóstol Pablo. Algunas de las enseñanzas de San Pablo se encuentran en las cartas que él le escribió a su discípulo Timoteo. Dos de esas cartas forman parte de la Biblia. En la segunda carta, Pablo le advirtió a Timoteo que se cuidara de un hombre llamado Alejandro. Al parecer, Alejandro había perjudicado de alguna manera a Pablo, y Pablo estaba preocupado de que Alejandro trataría también de perjudicar a Timoteo. Así que Pablo le advirtió a Timoteo que tuviera cuidado y que se protegiera de Alejandro.1 »San Pablo no dijo nada en cuanto a perdonar a Alejandro porque ese asunto no tenía nada que ver. Simplemente le advirtió a Timoteo que se alejara del peligro. »Eso mismo le aconsejamos a usted. Para su propia protección y seguridad, le recomendamos que haga todo lo que pueda para mantenerse alejada de su hermano.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. Este caso y este consejo pueden leerse e imprimirse si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 735. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 2Ti 4:15
(Víspera del Día Internacional de las Poblaciones Indígenas) Entre los indios chocóes, cuando fallece un niño los padres creen que su espíritu regresará. En vez de serles motivo de aliento o de consuelo, les infunde temor el regreso de esa indefensa criatura porque suponen que viene a llevarse a uno de sus hermanos. Y como si eso fuera poco, la presencia del espíritu de ese inocente ser querido implica que morirán, uno tras otro, los próximos hijos que nazcan. A esto se debe que le lleven a la tumba todos los objetos que han formado parte de su vida, tales como sus juguetes, utensilios y asientos. Además de pintarse todo el cuerpo, los trastornados padres cambian los vestidos que llevan puestos: la madre los cambia con una amiga y el padre con un pariente. Piensan que así el espíritu del pequeño no podrá reconocerlos, y por lo tanto no les hará daño. No pueden cambiar vestidos con cualquiera, porque las personas con las que cambian podrían sufrir personalmente o en su familia las consecuencias que los padres procuran evitar. Según los antropólogos Roberto Pineda Giraldo y Virginia Gutiérrez de Pineda, es por esa razón que la madre cambia su faldellín con el de una mujer que ya no concibe o es estéril, y el padre su taparrabo con el de un anciano.1 ¡Qué triste es sumarle a la desgracia de la pérdida de un hijo el espanto de su reaparición con malas intenciones! La vida es cruel, ¡pero eso es el colmo! Es particularmente infeliz cuando se reconoce que Dios nuestro Creador nos desea todo lo contrario en semejantes circunstancias. Él envió al mundo a una indefensa criatura a que naciera en un pesebre, para que posteriormente muriera como nuestro inocente ser querido, clavado en una cruenta cruz. Ése que se hizo pequeño y murió por nosotros es su único Hijo, Jesucristo. Y los únicos hermanos que tiene somos los que por la fe aceptamos ser adoptados como hijos de su Padre, que sólo así llega a ser «el Padre nuestro que está en el cielo». Mediante su muerte ese Hijo de Dios nos salva de la muerte eterna. Viene otra vez a llevarse a sus hermanos, pero lo hace con el fin de darnos vida eterna a nosotros y a futuros hermanos que nazcan de nuevo al aceptarlo como su Salvador personal. Así queda enterrada la vieja naturaleza de nuestra vida pasada. A Dios no lo engañamos con cualquier cambio de indumentaria. Más vale que sigamos el consejo de San Pablo: que nos quitemos el ropaje de la vieja naturaleza y nos pongamos el de la nueva.2 Así cuando Cristo regrese, nos reconocerá y nos llevará a estar con Él y con nuestros seres queridos que ya estén con Él en gloria. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Javier Ocampo López, Supersticiones y agüeros colombianos (Bogotá: El Áncora Editores, 1989), p. 147, tomado de Roberto Pineda Giraldo y Virginia Gutiérrez de Pineda, «Ciclo vital y chamanismo entre los indios del Chocó», Revista colombiana de antropología (Bogotá: Vol. XXV, 1984-85), pp. 114-15. 2 Col 3:5-11
(Aniversario de la Muerte de Rosario Castellanos en el Centenario de su Nacimiento) En la letra de la canción de Gabino Palomares titulada «La maldición de Malinche» —[la] «de brindar al extranjero nuestra fe, nuestra cultura, nuestro pan, nuestro dinero»—, el cantautor mexicano utiliza a la Malinche «como metáfora de la traición a la patria.... La canción remite, por supuesto, al personaje histórico de la Malinche, la mujer que sirvió de traductora [al conquistador español Hernán] Cortés, y presenta el malinchismo como una enfermedad que sufre el mexicano de ver al enemigo como amigo, de no prestar atención a la posible traición de la que se hace partícipe....» Así comienza la comunicadora social colombiana Natalia Roldán Rueda su tesis de Maestría en Literatura en 2012 de la Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá, titulada: «Maldición de Malinche». «Pero al mismo tiempo — señala más adelante—, la Malinche ha sido identificada como la primera madre del mestizaje, con lo cual se hace imposible separarla de la descendencia actual.... »[En] El laberinto de la soledad, de Octavio Paz... la traidora se transforma... en la mujer violada, pero... responsable de las desgracias del pueblo que habita el antiguo territorio azteca.... Carlos Fuentes, [a su vez,] revisa la propuesta de [Octavio Paz] e intenta renovar la interpretación que se hace de la Malinche, pero... al final vuelve a responsabilizar a la indígena del surgimiento del mestizaje y de la destrucción del pueblo azteca. »[En cambio, la escritora mexicana Rosario Castellanos, en] la obra de teatro El eterno femenino... y su poema “Malinche”... plantea que la atribución de rasgos negativos a la Malinche no se debe simplemente a su papel como traductora, informante, amante o madre, sino a su posición como mujer.... »Mientras que Paz y Fuentes se instalan cómodamente en las interpretaciones tradicionales de la indígena, Castellanos revisa, con ironía, de dónde vienen esas interpretaciones y cómo estas señalan la posición [machista] del mexicano frente a la mujer.... La Malinche... deja de ser considerada la responsable de todas las desgracias del pueblo mexicano.... [Ella] no sólo piensa, actúa y es capaz de contradecir al hombre, sino que tiene un pasado que oculta una historia dramática en la que esa mujer conocida como la traidora de México en realidad fue traicionada y, en esa medida, ella es la víctima de la historia, no la victimaria», concluye la periodista colombiana.1 Gracias a Dios, si bien todos, sin excepción, nacimos bajo la maldición del pecado y vivimos actualmente bajo esa maldición y su consecuencia, que es la muerte misma, tenemos la esperanza de vida plena y eterna si clamamos a Dios pidiéndole perdón por nuestros pecados y ponemos nuestra fe en su Hijo Jesucristo.2 Pues según el apóstol Pablo, cuando Cristo murió en la cruz por nosotros, «nos rescató de la maldición de la ley haciéndose maldición por causa nuestra, porque la Escritura dice: “Maldito todo el que muere colgado de un madero.”»3 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Natalia Roldán Rueda, «Maldición de Malinche: Visiones y reivindicaciones de la Malinche en la obra de Octavio Paz, Carlos Fuentes y Rosario Castellanos», Tesis de Maestría en Literatura en la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia, 6 agosto 2012, pp. 1,3,16,17,18,107 En línea 19 febrero 2025. 2 Dt 21:23; Sal 51:5; Jn 3:16; 10:10; Ro 3:23; 6:23; 1Jn 1:9 3 Gá 3:13 (DHH)
En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Papá tiene setenta y dos años. Está perseguido por la justicia debido a tocamientos indebidos que cometió... en contra de una chica de dieciséis años. Lo ayudamos porque no sabíamos todo lo que había ocurrido, pero lo condenaron a diez años de cárcel y anda escondido.... »Ahora papá quiere prácticamente... que nos hagamos cargo de él. Yo ya tengo cuarenta y seis años. Ya no soy el niño que él antes manipulaba, pero mi amor por Cristo me tiene en un dilema en cuanto a cómo proceder. Él abusaba de mí y me golpeaba mucho, pero yo lo perdoné.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »Por una parte, sentimos mucho el cruel abuso que sufrió durante su niñez y las dificultades que está afrontando actualmente con su padre. Por otra parte, nos alivia saber que ha sentido la paz perfecta debido a que ama a Jesucristo, el Hijo de Dios, y es seguidor de Él. »De hecho, por ser seguidor de Cristo usted se preocupa en cuanto a quebrantar uno de los Diez Mandamientos, el que nos manda que honremos a padre y madre. »Su caso es uno de esos en los que parece imposible obedecer dos o más leyes de Dios al mismo tiempo. Usted quiere honrar a su padre conforme al mandamiento bíblico, y sin embargo vive en un país que tiene leyes y autoridades establecidas para hacer cumplir esas órdenes judiciales. Con relación a esas leyes, el apóstol Pablo enseñó que los que se oponen a la autoridad se rebelan contra lo que Dios ha ordenado, y serán castigados.1 ¿Entonces cómo es posible honrar al padre y someterse a las leyes del gobierno al mismo tiempo? ... »Honrar no significa que los hijos tienen la obligación de cubrir los gastos irresponsables o la conducta delictiva de los padres. Se nos han contado muchos casos en los que padres imprudentes e irresponsables han tratado de valerse de ese mandamiento para exigirles a sus hijos que los sostengan económicamente e incluso que paguen sus deudas. En el caso suyo, su padre está tratando de tergiversarlo a propósito a fin de exigirles que lo oculten de las autoridades. ¡Eso no es honrar! »Las leyes difieren de un país a otro, pero en muchos países usted estaría infringiendo la ley al respaldar de esa manera a su padre. Le recomendamos que le advierta que la próxima vez que lo vea, usted tendrá que llamar a la policía e informarle dónde se encuentra. Él se enojará mucho y lo atacará verbalmente con todas las armas de manipulación que tiene en su arsenal, así que usted debe determinar de antemano que ninguna de las palabras que él le lance tienen poder para hacerle daño.» Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo puede leerse con sólo pulsar la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 854. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Ro 13:2
«Creció muy cerca del mar, en Chiquimulilla, en la costa sur [de Guatemala], pero no fue hasta que cumplió dieciocho años de edad que se atrevió a desafiarlo. Jorge Marroquín se fue con sus amigos, Ernesto Ramos y Macario Salguero, en una tiburonera de veinticinco pies que lucía más imponente en tierra que rodeada [por el] mar. Salieron por dos días y dos noches a navegar por las aguas donde... a veces las mantarrayas, que parecían pesar una tonelada, se acercaban perezosamente a la pequeña embarcación; donde súbitamente comenzaban a soplar vientos que en tierra jamás se habían sentido. »Los tres muchachos no llevaban más que un viejo pedazo de plástico para resguardarse de los chubascos y lluvias que aparecían de la nada. No lo usaban para protegerse del sol porque su oscura piel, aunque aún joven, ya estaba curtida por el sol. »Iban a cazar tiburones como lo han hecho los pescadores de la costa sur durante siglos. Con un gran anzuelo agarraban al tiburón y con su propia fuerza los tres luchaban con [el fiero pez] para subirlo al barco. Llevaban su amansalocos, un enorme garrote para pegarle al tiburón y someterlo para que lentamente muriera fuera del agua. »Aún fuera de su elemento, el tiburón podía ser peligroso. Habían escuchado las historias y visto los resultados de lo que sucede cuando un hombre se enfrenta a un tiburón sin el amansalocos. Viejos pescadores que deambulaban por las calles del pueblo sin un brazo o sin una pierna, que fueron agarrados, desprevenidos, por el animal que ya en sus últimas aún lograba abrir su enorme boca y clavar sus enfilados dientes en el cuerpo del hombre que se había atrevido a sacarlo de su mar.... »Una vez Jorge se perdió por seis días en el mar abierto. Estaba pescando [—cuenta Jorge—], cuando de repente se armó un chubasco con vientos y lluvias tan intensos que él y sus compañeros no podían hacer más que esconderse bajo su pedazo de plástico.... »... Vio que las costas de su tierra se iban acercando después de días en alta mar, conforme las corrientes lo acercaron... a tierra [Jorge aún no sabe por qué, pero invoca el dulce nombre de Jesucristo para agradecérselo]. Cuenta cómo se tiró al agua para nadar hacia tierra y preguntarle a alguien en la playa dónde estaban.... Un niño en la playa le dijo [que había llegado a la frontera con El Salvador], pero le preguntó cómo no se lo comieron los tiburones que nadaban en la zona cuando se arrojó al agua. [Jorge] recuerda el terror que sintió al meterse al agua para nadar de nuevo porque tenía que llegar a su tiburonera y sus compañeros. Cuando llegó al barco, le preguntaron dónde estaba. Les dijo que les diría, pero que antes lo sacaran del agua. »El tiburón se acercaba.»1 Así termina de contar el corresponsal de origen guatemalteco Harris Whitbeck, en la pintoresca obra titulada Guatemala inédita, la historia del intrépido pescador Jorge Marroquín. Hizo bien Jorge al agradecerle a Jesucristo su salvación en alta mar. Es que a su pueblo Dios le dice, por medio del profeta Isaías: «No temas.... Porque el que te hizo... es el Señor Todopoderoso.... El terror se apartará de ti, y no se te acercará.»2 Pero conste que Dios espera de nosotros que invoquemos su nombre y le demos las gracias en toda situación, tanto en las buenas como en las malas circunstancias de la vida.3 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Harris Whitbeck, «Mar abierto», Guatemala inédita (Bogotá, D.C.: Villegas Editores, 2006), pp. 88-89. 2 Is 54:4,5,14 3 Is 55:6; 1Ts 5:18
«No es posible dejar de hablar de las Cataratas [del Iguazú] sin apuntar algunos datos numéricos, sobre todo si se atiende a que la gran mayoría de los lectores iberoamericanos desconoce la existencia de estas grandes reservas de fuerza y de riqueza.... »La zona de las cataratas comprende una superficie de setenta y cinco mil hectáreas.... La línea de los torrentes mide en conjunto dos mil setecientos metros. Corresponden seiscientos metros de saltos al Brasil y dos mil cien a la Argentina. La altura máxima de las caídas es de ochenta metros y la mínima de cincuenta y seis. Las potencias son: máxima, de 6.985.170 caballos de vapor; la media, 1.214.807, y la mínima, 132.400. El volumen medio de agua es de 6.300.000 metros cúbicos por hora. El cauce del río nace a novecientos metros sobre el nivel del mar, y al desembocar en Paraná tiene noventa metros de altura sobre el mar, repartido ese desnivel en una extensión de 1.320 kilómetros. Además de los grandes saltos, que son doce o quince, se cuentan hasta setenta saltos o chorros relativamente pequeños. »Sólo la caída central del salto Unión, ligada al Floriano, tiene una línea de caídas casi el doble de la del Niágara y una altura también doble. Se calcula que el volumen de agua es tres veces mayor que el del Niágara. También la caída africana de Victoria en el Zambeze es menor en volumen de altura, aunque aquel salto tiene una altura de ciento diecisiete metros.... A simple vista se observa en el Iguazú una grandiosidad de proporciones que supera desde luego al Niágara.»1 Así resume José Vasconcelos, autor y Ministro de Educación de México, los extraordinarios atributos de las Cataratas del Iguazú con motivo de su viaje a la región a fines de octubre de 1922.2 «De regreso... llegamos a Concordia —cuenta Vasconcelos luego de haberlas visto—... y allí nos recibieron de una manera triunfal; parecía que veníamos de descubrir las cataratas. Los periodistas nos pedían impresiones para transmitirlas por telégrafo a Buenos Aires; la prensa local nos dedicaba saludos; un diario de la región afirmó que antes que diplomáticos éramos artistas, puesto que abandonábamos las comodidades de Buenos Aires para ir a gozar con la contemplación de la naturaleza. En la Escuela Normal hubo una de esas fiestas en las que se siente pasar el soplo arrebatado del entusiasmo; canciones patrióticas, discursos vehementes... Pellicer leyendo entre grandes y calurosos aplausos la poesía que acababa de componer al Iguazú...»3 No hay duda alguna: hizo bien Vasconcelos al dedicarle tiempo a la contemplación de la naturaleza. Y si bien, según el famoso escritor mexicano, «no es posible dejar de hablar de las cataratas sin apuntar algunos datos numéricos», tampoco debiera ser posible hacerlo sin aludir a algunos conceptos teológicos al respecto. Es que, según San Pablo, lo que se puede conocer acerca del Artista Divino que las creó es evidente al contemplarlas. «Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó».4 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 José Vasconcelos, Textos: Una antología general, De la raza cósmica, «El Iguazú» (México: SEP/UNAM, 1982), pp. 172‑73. 2 Claude Fell, José Vasconcelos, los años del águila, 1920-1925: educación, cultura e iberoamericanismo en el México postrevolucionario, «Argentina» (México, D.F.: UNAM, 1989) pp. 606-16, nota 190. 3 Ibíd, pp. 174-75. 4 Ro 1:19,20
En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Hace dos años me casé. Estamos en un proceso de separación. Mi esposa me dijo que me dejaba por la situación económica. Me aclaró que me amaba, pero sólo en tiempos buenos en que hubiera dinero. Ella insiste en el divorcio. ¿Qué puedo hacer?» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »Sentimos mucho que su matrimonio se esté disolviendo. Sin embargo, lo que nos cuenta suscita más preguntas que respuestas. »Si bien usted sostiene que ella quiere irse debido a su situación económica, no dice por qué su situación es peor que antes. Ella le dijo que lo amaba cuando había dinero. ¿A qué se debió, entonces, que se acabara el dinero o dejara de haberlo? ¿Perdió uno de los dos su empleo? ¿Está uno de los dos demasiado enfermo para trabajar? ¿Ha estado alguno gastando dinero sin prudencia? ¿Han tenido que saldar deudas del pasado? ¿Acaso uno de los dos es adicto al juego? »Sus respuestas a esas preguntas tal vez no tengan nada que ver con la razón por la que su esposa quiere el divorcio, y sin embargo, por otra parte, es posible que aclaren sus verdaderos móviles. Como usted no ofrece ninguna otra explicación, parece que cree que a su esposa le importa más el dinero que cualquier otra cosa. ¿Es esa la clase de mujer con la que usted pensó que se estaba casando, o piensa más bien que ella ha cambiado en apenas dos años? »Nosotros no lo conocemos a usted ni conocemos a su esposa, pero nos parece que hay aspectos de su caso que no nos está contando. A pesar de eso, usted quiere que le digamos lo que puede hacer, y sí tenemos algunas sugerencias. »Sus opciones legales dependen del país en que vive. Si su país exige que las dos partes consientan para poder divorciarse, entonces no consienta sino hasta que usted y su esposa hayan acudido a la consejería o a la conciliación. Un consejero o mediador puede ayudarles a los dos a que aprendan a manejar un presupuesto de sus ingresos con mayor eficiencia y a resolver sus diferencias de un modo más positivo. Es posible que el sistema judicial de su país ofrezca servicios de conciliación gratuitos o a un costo reducido. »Para salvar su matrimonio, ambos van a tener que empeñarse en lograrlo. Le recomendamos que se esfuerce ahora, incluso mientras ella sigue convencida de la ruptura del matrimonio, porque si usted no está dispuesto a hacer su parte primero, entonces es probable que ella nunca se disponga a hacer la suya. »La mejor manera de tener la sabiduría para determinar qué hacer es consultar a Dios, nuestro Padre celestial. Él sabe precisamente los pasos que usted debe dar. Santiago el apóstol enseñó: “Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie.”1 Eso quiere decir que cuando usted le pida a Dios sinceramente que tome control de su vida, que perdone sus pecados y que le dé sabiduría, Él lo hará.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. Este caso y este consejo pueden leerse e imprimirse si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 734. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Stg 1:5
«Salimos de Buenos Aires por la tarde... con Carlos Pellicer y Julio Torri, los poetas, [a fines de octubre de 19221]. Nunca hubo excursión más hermosa.... »La mañana del tercer día estuvo dominada por esa emoción que precede a los grandes sucesos. Se nos había dicho que a la una atracaríamos en Puerto Aguirre, para llegar, después de una hora [en] automóvil, delante de las cataratas [del Iguazú].... El barco tuerce para internarse en la corriente del Iguazú, y a poco andar atraca [en] un pequeño muelle de descarga. No podría seguir muy adelante, río arriba, porque ya cerca de las cataratas la corriente es torrencial y el lecho del río pedregoso. Serían las dos de la tarde cuando pisamos la tierra colorada y húmeda de la margen derecha.... Apresuradamente trepamos a un Ford.... Una hora, tal vez menos, saltamos por un camino que se abre paso entre la maraña de los árboles. »A cada instante creemos percibir el ruido de las aguas.... Nos apeamos del coche.... Llevando la vista hacia el fondo distante, la vimos; allí está siempre, no hace ruido; nos deja suspensos; es como una larga loma azulosa y nevada que se desmoronara sin cesar y armoniosamente sobre otro volumen líquido que rueda con silenciosa majestad hasta perderse en el abismo. Hierven las espumas, primero blancas y hacia el fondo amarillentas; son como dos o tres planos de agua que caen; por encima está la claridad de los cielos, por todo alrededor los verdes de la selva. Sólo después de un instante de mirar se da uno cuenta de que hay algo inmenso que se está cayendo, que lleva siglos de estar cayendo, y se tiene la impresión de una continua y melodiosa catástrofe.... »Pasado el primer asombro, los guías nos aconsejan que aprovechemos la luz de la tarde para dar un paseo a pie por una especie de parque natural y agreste que queda, barranco abajo, por enfrente de las caídas.... Comenzamos a cruzar por entre árboles de talla, entre bambúes, palmeras y arbustos. Saltando sobre el cauce de un sinnúmero de pequeñas corrientes, atravesando otras más anchas en puentes improvisados con maderas, vemos correr chorros, canales y ríos de aguas que se disgregan un tanto para verterse por los desfiladeros de la gran barranca, en donde cada cuerda líquida agrega su trino y su iris a la sinfonía de las masas que caen. »... Faldeamos el barranco en descenso, hasta que llegamos a la base misma del salto Bossetti.... Más allá... se miran las aguas del San Martín, partidas en una sucesión de cascadas que se quiebran en dos niveles y caen a plomo alrededor de un vasto anfiteatro. Los chorros remedan en determinados sitios un inmenso órgano de tubos líquidos y de armonías celestiales.»2 ¡No cabe duda de que esta magistral descripción de José Vasconcelos, eximio prosista y Ministro de Educación de México, es una de las más hermosas que jamás se haya escrito acerca de una de las maravillas de la naturaleza creadas por Dios! De veras vale la pena leer la crónica completa del viaje en su obra La raza cósmica. ¿Acaso cuando publicó esas elocuentes palabras en 1925 pudo haberse imaginado que sus herederos culturales aún disfrutaríamos de ellas en pleno siglo veintiuno? «Hay momentos en que se siente que todo es palabrerío —reflexionó Vasconcelos luego de haber visto las Cataratas del Iguazú—... Sin embargo, hay dentro de mí una dicha infinita por haber contemplado en su esencia las grandes palabras sagradas: naturaleza, virtud, fuerza, belleza, amor.»3 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Claude Fell, José Vasconcelos, los años del águila, 1920-1925: educación, cultura e iberoamericanismo en el México postrevolucionario, «Argentina» (México, D.F.: UNAM, 1989) pp. 606-16, nota 190. 2 José Vasconcelos, Textos: Una antología general, De la raza cósmica, «El Iguazú» (México: SEP/UNAM, 1982), pp. 148‑61. 3 Ibíd., p. 171.
En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos: «Tengo veintinueve años. Llevaba varios meses en un noviazgo y teníamos planes de casarnos... pero mi novio confesó que ya ha tenido relaciones sexuales. Eso es algo muy importante para mí porque siempre me guardé, así que decidí terminar la relación. ¿Cómo puedo saber si tomé una buena decisión?» Este es el consejo que le dio mi esposa: »Estimada amiga: »Antes que nada, la felicitamos por mantener su pureza. Sabemos que no debe haber sido fácil y que ha tenido que estar muy decidida para lograrlo. Usted no lo dice, pero suponemos que su relación con Dios es lo que ha influido en que se haya mantenido firme. »Nos resulta imposible contestar su pregunta en cuanto a si tomó la decisión acertada o no debido a que no hay pautas bíblicas que corresponden a su situación en particular. Por supuesto, no hay duda de que usted ha seguido el plan de Dios sobre la pureza antes del matrimonio, a diferencia de su exnovio. Pero ese no es el único factor pertinente para considerar. »Es encomiable que su exnovio haya sido sincero con usted a pesar de saber que el serlo pudiera poner en peligro el noviazgo. El valor y la franqueza que él demostró bien pudieran ser señales de que ha cambiado desde que sostuvo relaciones con esa otra mujer. Es posible que él haya reconocido ese pecado y le haya pedido a Dios que lo perdonara. De ser así, entonces sabemos que Dios lo perdonó, pues el apóstol Juan nos enseñó que si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos perdonará y nos limpiará de toda maldad, como si nunca hubiéramos pecado.1 »Si su exnovio en realidad fue sincero al pedir y recibir el perdón de Dios, entonces ese es un ejemplo de cómo puede usted perdonarlo también. Sin embargo, el hecho de perdonarlo no quiere decir que deba casarse con él. Si usted se da cuenta de que es capaz de perdonar pero no de olvidar, entonces es mejor no seguir con el noviazgo. »¿Cómo puede usted entonces saber si él está sinceramente arrepentido y ha cambiado de modo que no es el mismo de antes? Afortunadamente, hay una manera fácil de comprobarlo. Cuando estaban ustedes juntos, ¿alguna vez trató él de mostrarle afecto de una manera que usted consideró inapropiada o dudosa? ¿Alguna vez tuvo usted que decirle que dejara de hacer algo que la hacía sentirse molesta? Si no fue así, eso indica que se portó como un caballero, por lo que puede estar segura de que sí cambió como resultado del perdón que recibió de parte de Dios, y que él resolvió no volver a cometer el mismo error. »Por el contrario, si usted siempre tenía que mantenerse en guardia cuando estaba con él, y si parecía que él no valoraba su pureza, entonces es posible que él se arrepintió momentáneamente y que en realidad no cambió. De ser así, eso tendría mucha importancia.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. Este caso y este consejo pueden leerse e imprimirse si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 853. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 1Jn 1:9
«El 31 de enero de 1542, el gobernador llegó con su gente a un río que se llama Iguazú, luego de andar ocho jornadas... sin hallar ningún lugar poblado de indígenas. El río Iguazú, que corre del este al oeste, es el primero que pasaron al principio... cuando salieron de la costa del Brasil.... Allí le informaron al gobernador que a los portugueses que Martín Alfonso de Sosa había enviado a descubrir aquella tierra, algunos indígenas los habían matado mientras cruzaban en canoas entre el río Paraná y el río Iguazú. Y le avisaron que ahora los estaban aguardando a ellos para atacarlos y matarlos también cuando cruzaran el río. »Por eso el gobernador... se embarcó con ochenta hombres en unas canoas que compró de los indígenas de la región, y navegó río abajo por el Iguazú hasta el Paraná, habiendo mandado que el resto de la gente y los caballos se fueran por tierra y que se encontraran con él en la ribera del río Paraná. Resultó que la corriente del río Iguazú comenzó a arrastrar las canoas con mucha furia, ya que muy cerca de donde se embarcó, el río da un salto por unas rocas muy altas, y el agua cae con tanta fuerza que el sonido del golpe se oye desde muy lejos y la espuma del agua se eleva a una altura de más de dos lanzas. Por eso el gobernador juzgó necesario que salieran de las canoas, las sacaran del agua y las llevaran por tierra hasta pasar el salto. Les tocó llevarlas en hombros más de media legua, pasando muy grandes trabajos. »Salvado aquel mal paso, volvieron a meter en el agua las canoas y siguieron río abajo hasta que llegaron al río Paraná. Gracias a Dios, la gente y los caballos que iban por tierra, así como el gobernador y la gente que iba con él en las canoas, llegaron al mismo tiempo. En la ribera del río estaba esperándolos un gran número de indígenas guaraníes. Pintados de muchas maneras y colores, estaban cubiertos de plumas de papagayos y almagrados. Parecían todo un escuadrón con sus arcos y sus flechas en las manos.... El modo en que llegó el gobernador con su gente les infundió temor... y muchos de los indígenas les ayudaron a cruzar el río. A pesar de lo ancho, lo profundo y lo torrentoso que era el río Paraná por la parte en que lo cruzaron, toda la gente y sus caballos, en balsas hechas juntando las canoas de dos en dos, lograron cruzarlo en el espacio de dos horas, salvo un hombre que se ahogó cuando se volcó la canoa en que iba y se lo llevó la corriente.»1 Fue así como el gobernador de Río de la Plata, el explorador español Álvar Núñez Cabeza de Vaca, descubrió aquel día esa maravilla de la naturaleza que son las Cataratas del Iguazú. Pero ¿por qué se le honra a don Álvar Núñez como el descubridor de las cataratas? ¿Será porque quienes ya las conocían no estaban en condiciones de darlas a conocer al mundo, como lo hizo el escribano español Pero Hernández, secretario del explorador? ¿O será más bien porque aquellos indígenas temían que otros las explotarían y arruinarían si supieran de su esplendor y su grandeza? No dejemos que nos suceda lo mismo a nosotros con relación al Creador de aquellas cataratas. Aclamemos a Dios a oídos del mundo, como lo hicieron los salmistas de Israel: «Señor mi Dios, tú eres grandioso; te has revestido de gloria y majestad.... Tú haces que los manantiales viertan sus aguas en las cañadas, y que fluyan entre las montañas.»2 «Un abismo llama a otro abismo, con el estruendo de tus cataratas...»3 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Álvar Núñez Cabeza de Vaca, Comentarios [adaptado al español contemporáneo] (México, D.F.: Editorial Océano de México, 2001), pp. 174-77. 2 Sal 104:1,10 (NVI) 3 Sal 42:7 (El Libro del Pueblo de Dios)
(Día de la Proclama de Independencia del Perú) Tan pronto como ocupó Lima, el General en Jefe del Ejército Libertador del Perú, don José de San Martín, reunió a Cabildo Abierto. Los notables de la ciudad allí presentes suscribieron el Acta de la Independencia del Perú que, en resumen, decía: «En la Ciudad de los Reyes, el quince de julio de mil ochocientos veintiuno... Todos los señores concurrentes, por sí y satisfechos de la opinión de los habitantes de la capital, dijeron: Que la voluntad general está decidida por la independencia del Perú de la dominación española y de cualquiera otra extranjera....» Trece días después, el 28 de julio de 1821, convocado el pueblo peruano [aquí] en la Plaza Mayor de Lima, que desde aquel entonces se conoce también como la Plaza de Armas, don José de San Martín pronunció las siguientes palabras con las que proclamó la independencia del Perú: «El Perú es, desde este momento, libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa, que Dios defiende. ¡Viva la patria! ¡Viva la libertad! ¡Viva la independencia!» El 6 de agosto, un patriota argentino que llegó al grado de brigadier, amigo y paisano de San Martín, reseñó los acontecimientos de ese histórico día. En una carta a su esposa Pilar Spano, don Tomás Guido escribió: «El 28 del mes anterior se juró en esta capital la Independencia del Perú. No he visto en América un concurso ni más lucido ni más numeroso. Las aclamaciones eran un eco continuado de todo el pueblo.... Yo fui uno de los que pasearon ese día el estandarte del Perú independiente.... Jamás podría premio alguno ser más lisonjero para mí, que ver enarbolado el estandarte de la libertad en el centro de la ciudad más importante de esta parte de América, cumpliendo el objeto de nuestros trabajos en la campaña....» Según el historiador peruano Jorge Basadre, el objetivo de la campaña por la independencia al que se refiere Guido se resume en las palabras simbólicas de San Martín, palabras que marcan un hito histórico, pues anuncian el principio de «la voluntad de los pueblos».1 San Martín, el libertador que luchó por nuestra libertad física temporal, tenía toda la razón: los pueblos, en general, quieren ser libres. Y Dios defiende la justicia de esa causa porque nos creó con libre albedrío. Pero eso quiere decir que podemos optar por rechazar la independencia del dominio del pecado que ganó para nosotros su Hijo Jesucristo, el Libertador que luchó por nuestra libertad espiritual eterna. Más vale que, por los méritos de Cristo, hagamos nuestra esa victoria, de modo que podamos proclamar con la misma convicción que tenía San Martín al proclamar la independencia peruana: «Yo, desde este momento, soy libre espiritualmente por mi propia voluntad y por la voluntad de Dios. ¡Viva la independencia del dominio del pecado! ¡Viva la libertad espiritual! ¡Viva la patria celestial!» Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 ADONDE.COM: BUSCADOR PERUANO, «San Martín y la independencia del Perú», 30 octubre 2003 ; Francisco Loyúdice, «Influencia italiana en la sociedad argentina» En línea 30 oct 2003.
«Yo maldije a mi hija mayor» En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos: «Hace veinte años mi esposo se quedó sin trabajo, y estábamos pasando mucha necesidad. Teníamos tres hijos. La mayor tenía dos años, la segunda uno, y el bebé recién nacido. Yo entré en una etapa depresiva. Mis hijos eran muy inquietos y [exigentes], y en un momento de ira yo maldije a mi hija mayor. »Desde entonces me he sentido atormentada porque pienso que no hay perdón para mí y que mi hija va a estar bajo maldición toda su vida. ¡Por favor, necesito saber qué hacer!» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimada amiga: »Su hija mayor debe ya tener veintidós años, y sin embargo usted no se refiere a ella como una mujer adulta. ¿Acaso está sufriendo ella problemas en su vida que le han hecho pensar a usted que es a causa de haberla maldecido hace dos décadas? Suponemos que esto es lo que usted cree, ya que nos ha pedido ayuda. »Es importante que comprenda que hay distintas clases de maldiciones. Hay un tipo de maldición que se da cuando una persona insulta a otra. Las palabras sólo tienen poder al recibirlas la persona. Por ejemplo, si una persona insulta a otra, pero la otra no habla el mismo idioma, entonces esas palabras no tienen poder. En cambio, si la otra persona sí habla el mismo idioma, entonces las palabras pueden hacer que sienta temor o se sienta ofendida. »Hay una segunda clase de maldición que se daba comúnmente en los tiempos bíblicos del Antiguo Testamento. Esa clase de maldición equivalía por lo general a un castigo. Cuando Dios maldijo a Caín, el hijo de Adán y Eva, por haber matado a su hermano Abel, era lo mismo que decir que Dios castigó a Caín por el homicidio que había cometido.1 »Hay un tercer tipo de maldición que se encuentra también en el Antiguo Testamento. Es el deseo de que le vaya mal a otra persona. Puede incluso ser un deseo que forma parte de una oración dirigida a Dios. Todas las oraciones imprecatorias que hizo el rey David contra sus enemigos en el libro de los Salmos en la Biblia corresponden a esa clase de maldición. Sin embargo, Dios no está obligado a hacer que se cumplan esos deseos, aun cuando se hayan pedido en oración. »Hay un cuarto tipo de maldición que invoca el poder sobrenatural de Satanás. Las religiones que derivan su poder de Satanás tienen seguidores que acostumbran maldecir a los demás. En la Biblia, con frecuencia a esas personas se les llamaba hechiceras, brujas, pitonisas y adivinas. Quienes han dedicado su vida a Dios no tienen que preocuparse de ser maldecidas por tales personas, ya que a su familia Dios la protege de malvados poderes sobrenaturales. »Cuando usted dice que maldijo a su hija hace veinte años, ¿estaba invocando a Satanás para maldecirla sobrenaturalmente? ¿O estaba usted simplemente abrumada por el estrés de tener tres hijos pequeños y las palabras que pronunció se debían más bien al enojo y a la frustración que estaba sintiendo? Dios la perdonará por esa ira y por las palabras que dijo estando enojada. Y a no ser que haya invocado a Satanás, esas palabras no han ejercido poder sobrenatural alguno sobre su hija.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. Este caso y este consejo pueden leerse e imprimirse si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 733. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Gn 4:10-16
(Antevíspera del Día del Padre en la República Dominicana) ¡Qué imponente se veía él en el horizonte! Desde su envidiable posición en el cielo, divisó el hermoso cuerpo de una mujer. Como se le antojó hacerlo, dejó que cayera una gota de agua sobre aquel cuerpo femenino, y se alejó flotando en busca de otras aventuras. Pasaron nueve meses, y la mujer dio a luz mellizos. Éstos no le ofrecieron mayor problema hasta que crecieron y le preguntaron quién era su padre. —Mañana por la mañana —les dijo ella—, miren hacia el oriente. Allá lo verán, erguido en el cielo como una torre. Una vez que creyeron haberlo reconocido en la distancia, los mellizos atravesaron tierra y cielo hasta llegar al lugar donde se encontraba. Pero él, acostumbrado a tales peregrinaciones, les exigió pruebas de que eran hijos suyos. Uno de ellos lanzó a la tierra un relámpago, y el otro un trueno, pero no lograron convencerlo hasta que atravesaron una inundación y salieron intactos. Eso era para él prueba concluyente de su paternidad, así que les hizo un lugar a su lado, acomodándolos entre sus numerosos hermanos y sobrinos.1 Y a partir de ese día Nube permitió que los mellizos lo llamaran papá. Con esa leyenda indígena del Nuevo Mundo se identificaban plenamente los conquistadores españoles que lo descubrieron. ¡Quién sabe cuántos hijos ilegítimos habrán dejado abandonados ellos en las muchas tierras a las que su sed de aventura los había llevado! Esos hijos también crecerían, y llegarían a saber que eran los primeros niños mestizos abandonados de América. Sobra decir que sus egoístas padres españoles debieron haberlos criado y cristianizado, sobre todo si se tiene en cuenta que ésa era una de las razones más contundentes que daban para justificar la Conquista. De haber sido así, a esos niños se les pudiera haber instruido en cuanto a lo que la Biblia dice acerca del Creador. «Dios hizo la tierra con su poder, afirmó el mundo con su sabiduría, ¡extendió los cielos con su inteligencia! —exclama el profeta Jeremías—. Cuando él deja oír su voz, rugen las aguas en los cielos; hace que vengan las nubes desde los confines de la tierra.»2 De haber conocido ese pasaje bíblico, cualquiera de aquellos niños abandonados hubiera anhelado que Dios tratara a los padres de familia con el mismo rigor con que trata el firmamento, es decir, que los obligara a ser hombres responsables, caballeros de honor, con entereza de carácter. Pero, de haber conocido el resto de las Sagradas Escrituras, esos niños desamparados habrían sabido que, si bien Dios jamás nos obliga a que nos portemos como es debido, Él ha hecho lo máximo por acercarse a nosotros. Por eso el nombre con que se dio a conocer cuando vino al mundo para salvarnos es Emanuel, que quiere decir: «Dios con nosotros».3 Y por eso, como última medida antes de volver al cielo, prometió estar con nosotros siempre, ¡hasta el fin del mundo!4 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Eduardo Galeano, Memoria del fuego I: Los nacimientos, 18a ed. (Madrid: Siglo XXI Editores, 1991), p. 6. 2 Jer 10:11-13 3 Mt 1:23 4 Mt 28:20
(Aniversario de la Inducción de Orestes «Minnie» Miñoso al Salón de la Fama del Béisbol) Saturnino Orestes Armas Arrieta Miñoso, «conocido por Minnie y El Cometa Cubano, nació... en la finca La Lonja, de Perico, Matanzas [en Cuba]... donde... aprendió a jugar pelota... [pues allí]... se jugaba fuerte al béisbol —escribe el avezado cronista deportivo pinareño Juan Antonio Martínez de Osaba y Goenaga en un artículo titulado “Minnie Miñoso... un cometa incapturable”—. En el estadio del Cerro [en La Habana]... en la radio se oía este estribillo por la orquesta de Enrique Jorrín: “Cuando Miñoso batea, verdad, la bola baila [hasta] el cha-cha-chá.”» El profesor Osaba luego relata: «Mi tío Ramón Goenaga me contó: “Más de seis décadas atrás, cuando nadie sabía quién era, lo veía [yo] cortando caña y marabú, descalzo, para el central España. Como... muchacho... [Miñoso] soñó que un día sería estelar, y lo logró. Pocos cubanos llevaron tan alto el deporte de las bolas y los strikes antes de 1959. Quizás ninguno haya sido más popular ni longevo.”» De ahí que uno de los lectores de ese artículo en Internet comentara que su papá, que siempre hablaba de Miñoso, le había contado esta anécdota de la década de 1950: “En un partido [en La Habana cuando] su equipo estaba perdiendo... y [le] tocaba batear a Miñoso... el dueño de la agencia de autos ‘Ambar Motors’... gritó [desde las gradas]: ‘¡Miñoso, si la botas y ganas el juego, ve por Ambar Motors y llévate el carro que más te guste!’... y así fue. Al otro día, antes de comenzar el partido, ¡Orestes Miñoso entró al terreno de juego en un flamante convertible, dándole vueltas al terreno entre el aplauso cerrado del público!” »... En 1976, en la doble función de mánager-jugador con [el equipo mexicano] Puerto Vallarta, se produjo un hecho sin precedentes en la pelota organizada cuando él y su hijo Orestes Jr. dispararon jonrones consecutivos en el juego final del playoff para la victoria del conjunto. »... Su nombre está en el Salón de la Fama del equipo [de los Medias Blancas de Chicago], su número se encuentra retirado, y en el estadio aparece una estatua con su figura.... En el 2005 lo exaltaron al [Pabellón] de la Fama del Caribe.»1 Por fin electo póstumamente al Salón de la Fama del Béisbol en 2022, su placa lo describe así: «Electrizante jardinero izquierdo de Cuba que abrió el camino a seguir para generaciones de peloteros latinos como el primer afroamericano hispano que logró jugar en la Liga Americana o la Liga Nacional. Elevó al equipo de los Cubanos de Nueva York de la Liga Negra Nacional al Campeonato de 1947 antes de encender los ánimos de la Liga Americana como corredor de base y bateador oportuno por los Medias Blancas “Go-Go” [de Chicago].... Fue líder de la Liga Americana tres veces en bases robadas y en triples, a la vez que seleccionado en nueve Juegos de Estrellas y ganador de tres Guantes de Oro. Volvió a jugar con los Medias Blancas y así prolongó por cinco décadas su carrera en las Grandes Ligas. A lo largo de 20 temporadas en las Ligas Mayores, acumuló un promedio de bateo de .299 con 195 cuadrangulares, 216 bases robadas y un porcentaje de embasamiento de .387.»2 Quiera Dios que cada uno de nosotros pueda decir al final de nuestra carrera, al igual que Miñoso cuando su número 9 fue retirado por los Medias Blancas en Chicago: «Entiendo que he cumplido bien mi misión con la ayuda de Dios.»3 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga, «Minnie Miñoso... un cometa incapturable», Periódico Cubadebate, 4 enero 2015 En línea 23 enero 2025. 2 «Minnie Miñoso: Left Fielder, 2022», National Baseball Hall of Fame, Cooperstown, N.Y. En línea 23 enero 2025. 3 Martínez de Osaba; 2Ti 4:7-8
(Aniversario de la Inducción de Tony Pérez al Salón de la Fama del Béisbol) Atanasio Pérez Rigal nació en el antiguo Central Violeta en la provincia de Camagüey, Cuba. En 1960, ya cumplidos los diecisiete años, dejó su trabajo en una fábrica de azúcar de La Habana para jugar por los Sugar Kings (Reyes del Azúcar) de la Liga Internacional de Béisbol. Como el dueño de aquel equipo, Bobby Maduro, tenía vínculos con los Rojos de Cincinnati, el cazatalentos de los Rojos, Tony Pacheco, logró que Pérez firmara un contrato de ligas menores con ellos que sólo incluía el costo de la visa y del vuelo a los Estados Unidos. Resultó ser un negocio más que sustancioso para los Rojos, ya que Tony Pérez llegaría a ser uno de los peloteros más diestros en hacer contacto con el punto dulce del bate, es decir, una de las estrellas que más carreras produciría para la «Gran Maquinaria Roja» de Cincinnati en la década de 1970. Por su parte, Pérez se sintió más que satisfecho cuando pegó el cuadrangular con que desempató el Juego de Estrellas de 1967 en la decimoquinta entrada. Ese batazo, que lo convirtió en el Jugador más Valioso de aquel Juego de Estrellas más largo hasta entonces, no sólo le dio la victoria a la Liga Nacional por 2-1 sobre la Liga Americana, sino también fue contra el lanzador Jim «Catfish» Hunter, futuro miembro del Salón de la Fama del Béisbol, y frente a los grandes jugadores puertorriqueños Roberto Clemente y Orlando «Peruchín» Cepeda, dos de los primeros seis hispanos que llegarían a ser así mismo miembros del Salón de la Fama. «No hay nada mejor que eso para un pelotero latino —comentó posteriormente Tony Pérez, quien estaba entonces jugando en su tercera temporada completa en las Grandes Ligas—. Ese jonrón... [con] Clemente y Cepeda felicitándome... es el momento en que sentí que de verdad había llegado.» Lo cierto es que Pérez mismo, en el año 2000, habría de ser el séptimo hispano en ingresar al Salón de la Fama. Sus 1652 carreras impulsadas en el transcurso de sus 20 años en las Grandes Ligas, con más de cien en siete de esas temporadas; sus nueve temporadas en que pegó al menos 20 cuadrangulares de sus 379 en total; sus siete intervenciones en Juegos de Estrellas; y sus cinco participaciones en la Serie Mundial con dos victorias, y con tres cuadrangulares contra los Medias Rojas de Boston en 1975, entre ellos un jonrón de dos carreras en la victoria de los Rojos por 4-3 en el Juego 7, lo habían hecho más que merecedor de semejante honor. «No puede uno determinar su destino —declaró Pérez en una entrevista sobre su carrera—. Pero estoy muy feliz de que todo haya sucedido de esta manera.»1 Gracias a Dios, es Él quien determina nuestro destino. Pues para quienes lo amamos, Él no sólo dispone todo para nuestro bien, sino también ya ha decidido que seamos semejantes a su Hijo Jesucristo, porque desde el principio Dios ha querido que su Hijo sea el mayor entre muchos hermanos. Más vale entonces que determinemos nosotros formar parte de su familia, permitiendo que nos adopte como hijos suyos.2 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Aidan Shephard, «Pérez Signing Sets Foundation for Big Red Machine» [La contratación de Pérez establece el fundamento para la Gran Maquinaria Roja], National Baseball Hall of Fame, Cooperstown, N.Y. En línea 17 enero 2025; Philip A. Cola, «Tony Pérez», Society for American Baseball Research (SABR), 1 mayo 2014 En línea 17 enero 2025; Chris Haft, «Los mejores 10 momentos de Tany Pérez», MLB.com, 7 septiembre 2020 En línea 17 enero 2025; Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga, «La semblanza mítica de Tany-Tony Pérez», Periódico Cubadebate, 15 junio 2015 En línea 17 enero 2025. 2 Jn 1:12; Ro 8:28-29; Ef 1:5
Estaba ardiendo una casa. Todos se habían salvado, excepto un niño que se encontraba en el segundo piso. La escalera estaba en llamas y llena de humo. No había salida sino por la ventana. —¡Papá, papá! ¿Cómo voy a escapar? —gritó el niño. —¡Aquí estoy —le gritó a su vez el padre—; déjate caer, que te recibiré en mis brazos! ¡Tírate, Carlitos, que yo te recibiré! Carlos salió a gatas por la ventana, pero allí quedó atrapado porque tenía miedo. Sabía que era muy largo el trecho hasta la calle. —¡Suéltate, déjate caer! —le gritó el padre. —No puedo verte, papá. —Pero yo sí te veo. Aquí estoy. Ten confianza. Suéltate, que yo te salvaré. —Tengo miedo de caer. —¡Suéltate, tírate! —gritaban otras voces—. Tu padre te recibirá con toda seguridad. No tengas miedo. Al fin, acordándose de la fuerza y del amor de su padre, el niño recobró la confianza y se dejó caer. Segundos después, se halló sano y salvo en los brazos de su padre.1 En el Sermón del Monte, después del padrenuestro en que nos enseña a orar, Jesucristo, el Hijo de Dios, refuerza con una comparación esa relación de padre e hijo que tenemos con el Padre celestial. «¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pescado, le da una serpiente? —dice a modo de interrogación retórica—. Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos —concluye Cristo—, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!»2 Ese poder y ese deseo de Dios de darnos a nosotros sus hijos lo que le pidamos con tal que nos convenga se remonta a los tiempos en que los salmistas de Israel representaban implícitamente al Señor su Dios como el Padre celestial que, en los momentos de mayor ansiedad, sabe cuidar perfectamente a sus hijos. Uno de los más citados de esos salmos, que bien pudo haberle infundido aliento tanto a Carlos como a su padre en la anécdota, es el Salmo 121. Dice así: A las montañas levanto mis ojos; ¿de dónde ha de venir mi ayuda? Mi ayuda proviene del Señor, creador del cielo y de la tierra. No permitirá que tu pie resbale; jamás duerme el que te cuida. Jamás duerme ni se adormece el que cuida de Israel. El Señor es quien te cuida, el Señor es tu sombra protectora. De día el sol no te hará daño, ni la luna de noche. El Señor te protegerá; de todo mal protegerá tu vida. El Señor te cuidará en el hogar y en el camino, desde ahora y para siempre. Gracias a Dios, cuando estamos pasando por una prueba, ya sea una calamidad como un incendio, o una crisis moral o financiera, o una enfermedad grave o mortal, podemos acudir a Él como nuestro Padre celestial al igual que el salmista de Israel, confiados de que Él sí nos ve aunque nosotros no podamos verlo a Él, y que nos protegerá y nos cuidará «desde ahora y para siempre». Amén. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 En línea 20 junio 2007. 2 Mt 6:5‑13; 7:9‑10
(Día Mundial del Perro) «“Lo protagonizó un perro que, durante la batalla, esquivó las embestidas de los caballos y los sablazos de los combatientes, pero siempre se mantuvo [detrás] de quien era su amo.”» Así comienza a contar el Arequipeño Ilustre del Bicentenario Gabriel Valdivia1 —en su artículo sobre la «Batalla de Junín: 199 años después» publicado en El Peruano, Diario Oficial del Bicentenario— una de las anécdotas del historiador y capitán del Ejército Peruano Jaime M. Taype Castillo. «“Al finalizar la batalla, [el general patriota William] Miller se percató de que a varios metros aullaba el perro junto al cadáver de un oficial español. Apenado por la tristeza del animal, ordenó a sus soldados que lo atraparan, pero el can siempre lograba escapar para luego volver al lado de su amo”», sigue relatando el historiador Taype. «Fue un grupo de húsares peruanos el que logró atraparlo, convirtiéndolo luego en la mascota del regimiento, tarea que lograron con alimentos y muestras de cariño. Así culminó la [Batalla de Junín] que, junto con la Batalla de Ayacucho, confirmaron la Independencia del Perú y del resto de América», concluye el doctor Valdivia. Esos mismos soldados del regimiento «Húsares del Perú» eran los que habían sorprendido la caballería virreinal y habían hecho que se retiraran atropelladamente los jinetes del general español José de Canterac, logrando así la victoria para los patriotas, por lo que el general Simón Bolívar decidió cambiar su nombre por el de regimiento «Húsares de Junín».2 «¿Qué sirviente está más apegado a su dueño que un perro? ¿Qué compañero más fiel? ¿Qué guardián más insobornable? ¿Qué vigilante nocturno más desvelado? Y ¿qué vengador o defensor más perseverante?» Eso lo escribió el escritor agronómico hispano de la Antigua Roma llamado Columela con relación a los perros mascotas del primer siglo. Y por si eso fuera poco, el profesor e investigador Justin David Strong declara que, además de los conocidos roles de cazador, ovejero, pastor, guardián y compañero doméstico, el perro tenía fama de ser el médico del reino animal. Por ejemplo, los escritores de antaño observaron que el perro sabe que debe elevar la pierna si está herida, sabe qué plantas comer para inducir el vómito si ha comido algo que le ha hecho daño, sabe que debe sacarse del cuerpo las espinas, y sabe lamerse las heridas para que permanezcan limpias y así se sanen más rápido. De ahí que el doctor Strong afirme que los oyentes de Jesucristo en el primer siglo, al escucharle decir, en la famosa parábola del rico y Lázaro, que los perros le lamían las llagas al pobre Lázaro,3 percibieron ese acto como una señal de compasión de parte de los perros. Es decir, comprendieron que aquellos perros lo habían estado cuidando como si fueran sus enfermeros. Si bien el rol del perro como médico principal del reino animal pudiera parecernos novedoso, los diversos roles del perro en el mundo actual tienen un pedigrí muy antiguo —concluye el profesor Strong—, mostrándonos mediante este ejemplo que tenemos más en común con los oyentes de aquella época que lo que nos habíamos imaginado.4 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 «Docente de la UNSA es reconocido como Arequipeño Ilustre del Bicentenario», Oficina Universitaria de Imagen Institucional de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa, 7 diciembre 2021 En línea 24 enero 2025. 2 Gabriel Valdivia, «Batalla de Junín: 199 años después, la historia conserva un sitio especial para esta victoria», El Peruano (Diario Oficial del Bicentenario), 5 agosto 2023 En línea 24 enero 2025. 3 Lc 16:21 4 Justin David Strong, «From Pets to Physicians: Dogs in the Biblical World» [Desde las mascotas hasta los médicos: Los perros en el mundo bíblico], Biblical Archaeological Society [Revista de la Sociedad de Arqueología Bíblica], mayo/junio 2019 En línea 24 enero 2025; Justin David Strong, PhD, «About Me» En línea 24 enero 2025.
En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «A veces siento que debiera terminar con mi vida. Cuando era niño, mi papá siempre me decía que no servía para nada.... Cada vez que intentaba estar cerca de él, terminaba yéndome a llorar porque se enojaba mucho conmigo. Sentía que me odiaba. »Ahora tengo veinticinco años, y él ya cambió... pero no puedo borrar de mi mente su mirada enojada.... »Estudié y me gradué, pero aun así siento que no valgo nada.... Sé que soy mayor de edad, pero a veces quisiera un consuelo, o que alguien me diga que sí sirvo para algo y que sí sé hacer cosas importantes.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »¡Mentiras! ¡Puras mentiras! ¡Usted ha escuchado esas mentiras tantas veces que ha llegado a creerlas! Y se han apoderado de sus pensamientos y han estropeado sus emociones. Usted está atrapado en una prisión de mentiras, y no ha logrado salir de ella. »Esto no es culpa suya. Usted no hizo nada para merecerlo. No podemos decirle por qué su papá le hizo esto, pero sí podemos decirle que no tuvo nada que ver con el hombre que es usted. Tenía que ver más bien con el hombre que es él. Las palabras y las miradas enojadas que él le dirigió demostraban fallas en él y no ninguna falla de parte de usted. »Sería maravilloso si pudiéramos simplemente entregarle a usted la llave de la prisión en que se encuentra y decirle que abra la puerta y salga. Sin embargo, su padre trastornó la imagen fundamental que usted tiene de sí mismo, y no hay llave alguna que pueda abrir ese cerrojo. Usted necesita un terapeuta profesional que lo ayude a llegar al fondo de todas las mentiras y examinarlas una a una. »Mientras tanto, sí le tenemos buenas noticias para ayudarle a comenzar. El apóstol Pablo enseñó que “somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica”.1 ¿Se da cuenta? Usted no es como una colección de huesos y piel producidos en masa que no sirven para nada. Por el contrario, es como un valioso tesoro que Dios hizo a mano para que haga cosas buenas en calidad de representante suyo en este mundo. »El padre de usted era todo lo opuesto a nuestro Padre celestial. “Yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma nuestro Padre celestial—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.” Y luego nuestro Padre celestial nos dice cómo tener esa esperanza y ese futuro. “Ustedes me invocarán, y vendrán a suplicarme, y yo los escucharé —nos asegura—. Me buscarán y me encontrarán cuando me busquen de todo corazón.”2 »¡Dios lo ama! A los ojos de Él, usted es un tesoro. Pídale en oración que le muestre cómo reconocer todas las mentiras que usted ha creído y que le enseñe la verdad.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. Este caso y este consejo pueden leerse e imprimirse si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 732. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Ef 2:10 2 Jer 29:11-13
(Aniversario de la Muerte de Celia Cruz) El 16 de julio de 2003, «Celia dejó para siempre su lucha contra el tumor canceroso que le invadió el cerebro.... Dios fue con Celia como ella fue con el mundo. Le concedió una muerte como si fuera la bella durmiente», atestigua Omer Pardillo-Cid en su epílogo a la autobiografía de Celia Cruz titulada: Celia: Mi vida. «Celia salió de su casa rumbo a la funeraria... escoltada por la policía de Nueva York.... En el barrio Washington Heights, en el cual la mayoría de la población es de procedencia dominicana... se extendía... una multitud, con flores en mano, llorando y tratando de tocar el carro mientras pasaba.... Lo mismo sucedió al pasar por el barrio de Harlem. De igual manera, los afroamericanos rindieron sus respetos y su propio homenaje a la diva cubana.... »Mientras tanto, en Miami todo se preparaba para recibir por última vez a su reina.... [quien] el viernes 18 arribó al Aeropuerto Internacional de Miami.... [Desde allí] su cortejo fúnebre la transportó... hasta la Torre de la Libertad.... [Las autoridades municipales determinaron que el día siguiente] el sistema de transporte público [transportaría]... a cualquier persona... hasta la Torre sin costo alguno.... »Para las tres de la tarde [del sábado] la cantidad de personas en fila para despedirse de Celia había superado las 250 mil.... Miles [no pudieron] entrar.... La cantidad de gente que se congregó [a lo largo de la calle Biscayne Boulevard para verla pasar] fue tan grande que el tráfico se paralizó por todo el centro de Miami y sus alrededores.... [En la Torre, se preparó el cadáver] para su partida final hacia Nueva York, donde sería sepultado.... »Llegó la mañana del 22, con lluvias y un fuerte calor. Sin embargo... la gente comenzó a llegar a la funeraria [neoyorquina]... desde las cinco de la madrugada y siguió de esa manera hasta las once de la noche [por orden del gobernador].... [La funeraria calculó que por sus puertas pasaron más de cien mil personas.] »Al día siguiente... una carroza blanca tirada por un par de caballos blancos... la [transportaron]... por toda la Quinta Avenida, [donde] miles y miles de personas congregadas en las aceras... fueron testigos de la solemne marcha [a pesar de] la lluvia [que] volvió a caer... acompañada por truenos y relámpagos... hasta la Catedral de San Patricio.... »[En la homilía de la misa] se nos recordó a todos los congregados —sigue narrando Omer Pardillo— que el “azúcar” [de Celia] “quedó derretida en el café de su pueblo”.... [En el cementerio] más de diez mil personas esperaban para despedirla [en] la lluvia, [que] continuó con fuerza.... »¿Quién iba a pensar —pregunta Omer retóricamente— que esa pobre negrita, nacida en el humilde barrio de Santos Suárez [en La Habana], llegaría, al fin de su vida, a andar en una carroza tirada por caballos blancos, como si fuera un cuento de hadas, y paralizar a la capital del mundo?»1 Tal vez lo único que valga la pena añadir a este fabuloso cuento sea que, para los que hayan envidiado a Celia, el apóstol Pedro aconseja que seamos humildes y nos sometamos al poder de Dios para que, a su debido tiempo, Dios mismo nos exalte, tratándonos como a gente importante.2 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Celia Cruz con Ana Cristina Reymundo, Celia: Mi vida (New York: HarperCollins, 2004), pp. 236-42. 2 1P 5:6
En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos: «Traje a vivir conmigo a mi madre, a un hermano y a un sobrino, con la condición de que estos últimos debían trabajar. No iban a pagar arriendo por un tiempo, pero debían ser productivos. Mi sobrino estudia..., pero descubrimos que... tenía malas amistades, y por último lo vimos consumiendo drogas. Tomé la decisión de sacarlo de la casa, pues supe que no era la primera vez que lo hacía.... Mi hermano también debe irse, pues no trabaja ni quiere hacer nada. »¿Estoy obrando mal? ¿Qué debo hacer ante esta situación familiar?» Este es el consejo que le dimos: »Estimada amiga: «La situación en la que se encuentra usted la tienen familias de todas las comunidades, ciudades y naciones del mundo. Las familias se componen de personas que se aman, y hay muchas maneras que hallan para poner a prueba esa relación afectuosa. »La mayoría de los padres les enseñan a sus hijos a cuidar y a proteger a sus hermanos. Muchos niños crecen sabiendo que son sus hermanos quienes los comprenden mejor que nadie, ya que han vivido juntos. Cuando hay vicios o maltrato de parte de los padres, los hermanos a veces forman vínculos aún más fuertes debido a que tienen que cooperar para sobrevivir. »Sin embargo, cuando los hermanos crecen y llegan a la edad adulta, las reglas de conducta son diferentes. Los hermanos no tienen la responsabilidad de hacerse cargo los unos de los otros cuando todos están sanos y tienen una capacidad intelectual normal. Si bien es amable y amoroso ayudar a un hermano necesitado, no es una obligación hacerlo. Es más, cuando los hermanos se ayudan demasiado, eso puede resultar en una dependencia poco saludable y puede fomentar una conducta irresponsable. »Usted ha tratado bondadosamente de ayudar a su hermano y a su sobrino. Y usted estableció pautas prudentes con relación a su futura participación y ayuda en la vida de ellos. Pero ninguno de ellos ha correspondido debidamente, así que ya es hora de despedirse de ellos sin nada de sentimiento de culpa ni remordimiento alguno. Usted hizo lo que le correspondía y mucho más. »Es probable que su hermano trate de hacer que usted se sienta culpable por sacarlo de la casa. Tal vez su mamá esté de acuerdo con él o la presione a usted para que cambie de parecer. Y los tres pudieran hasta confabularse contra usted. Sin embargo, debe tener presente que, aunque usted esté en la minoría, eso no quiere decir que ellos tengan razón. »El sabio Salomón nos puso el ejemplo de la hormiga1 para describir lo diligentes que debemos ser al esforzarnos por proveer para nosotros mismos y prepararnos para el futuro. Su hermano y su sobrino deben hacerle caso y seguir ese consejo. Al tener que salir de su casa, (tarde o temprano) pudieran verse obligados a ser más responsables. »La felicitamos por su corazón amoroso y su conducta generosa. Recuerde que el obligar a su hermano y a su sobrino a que sean más responsables es también un acto de amor y de bondad. »Le deseamos lo mejor, »Linda y Carlos Rey.» Este caso y este consejo pueden leerse e imprimirse si se pulsa el enlace en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego el enlace que dice: «Caso 128». Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Pr 6:6‑11
«Quince días de furioso temporal.... »Llueve.... el aguacero arrecia y golpea con furia los techos de zinc. »Se han paralizado todos los trabajos de la hacienda. Los hombres dormitan el día entero acurrucados en sus camastros, o se agrupan en los corredores, muy encogidos, envueltos en sus gangoches y cobijas, y conversan.... »—Esto va pa’ largo, ¿saben? Y los ríos se van a botar ajuera... »Jacinto se entretiene contando cuentos, que arregla a su manera.... Los muchachos... pasan las horas pendientes de los labios de Jacinto que, acurrucado sobre un banco, arrollado hasta las orejas en su cobija colorada... va hilvanando sus fantasías... »—¿Por ónde iba? Ah, sí, güeno... Entonces Tatica Dios le dijo a su pariente: “Así es que ya sabés, Nué: lloverá cuarenta mil días y cuarenta mil noches, contadas con la mano. Te hacés el Arca y te me metés allí con sólo una pareja’e cada animal. ¡Cuidao con la cuenta!”... Y el hombre Güeno y Justo contrató a todos los carpinteros de la vecindá y’hicieron un Arca’e puro cedro amargo, que era como un barco grandísimo, como todas estas casas juntas. Y ya comenzaron a llegar, una tras de la otra, todas las parejas de animales habidos y por haber: hormiguitas, caballos, tigres, liones, elefantes.... »—Yo que Nué hubiera dejao a los [insetos] malos por fuera, pa que se’hogaran —apunta uno de los oyentes. »—¡Ahí sí que no! Esos jueron los primeros que entraron. El Hombre Güeno y Justo no podía matar a sus nigüitas, ni sus piojitos, ni sus pulguitas, ni sus alepaticos... »Ríe el auditorio y se rascan algunos como si estuvieran tirados en sus camastros soportando, como siempre, a los [insectos] que el Hombre Bueno y Justo se empeñó en salvar.»1 «Y en ese tono continúa la historia en labios de Jacinto, uno de los hermanos marimberos, que ameniza las largas horas de interminable temporal —comenta el doctor Víctor Manuel Arroyo en su prólogo a Gentes y gentecillas, que es la segunda novela del popular autor costarricense Carlos Luis Fallas—. Dios pierde en el relato la terrible imagen de juez inmisericorde que algunos chantajistas han forjado, para humanizarse, usando el habla popular y haciendo buenos chistes. Es un Dios que está más cerca de nosotros, indudablemente.»2 El doctor Arroyo tiene toda la razón. En su relato Carlos Luis Fallas humaniza a Dios en el contexto más difícil: el diluvio con el que castiga por su impiedad a la humanidad entera. Pero conste que ese mismo Dios, que prometió no volver a castigarnos con un diluvio,3 se humanizó Él mismo más de dos mil años después.4 Al hacerse hombre nos mostró que quiere estar más cerca de nosotros, y al morir en la cruz por nuestra impiedad nos mostró que no vino como Juez sin misericordia sino como Salvador compasivo.5 Y para completar, nos dejó constancia de todo esto en el Nuevo Testamento, que se escribió en el habla popular de aquel entonces. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Carlos Luis Fallas, Gentes y gentecillas (San José: Editorial Costa Rica, 1994), pp. 181,82. 2 Ibíd., p. 8. 3 Gn 6:1—9:17 4 Jn 1:14 5 Fil 2:5-8
(Antevíspera del Día del Padre en Uruguay) «Hasta hace cosa de un siglo... el padre era la autoridad suprema —escribe el columnista colombiano Daniel Samper Pizano en el periódico El Tiempo—. Cuando el padre miraba fijamente a la hija, ésta abandonaba al novio, volvía a vestir falda larga y se metía de monja. A una orden suya, los hijos varones cortaban leña, alzaban bultos o se hacían matar en la guerra.... «Todo empezó a cambiar cuando el padre dejó de ser el padre y se convirtió en el papá —continúa Samper Pizano—. El mero sustantivo era una derrota. Padre es palabra sólida, rocosa; papá es apelativo para oso de felpa o perro faldero. Demasiada confiancita.... Con el uso de “papá” el hijo se sintió autorizado para protestar, cosa que nunca había ocurrido cuando el padre era el padre: »—¡Pero, papá, me parece el colmo que no me prestes el carro...! »A diferencia del padre, el papá era tolerante.... Los hijos empezaron a comer en la sala mirando el televisor, mientras papá y mamá lo hacían solos en la mesa. Y a [hablar por] teléfono sin permiso, y a sustraer billetes de la cartera de papá, y a usar sus mejores camisas. La hija, a salir con pretendientes sin chaperón y a exigirle al papá que no hiciera mala cara al insoportable novio.... »Papá seguía siendo la autoridad de la casa, pero bastante [menoscabada].... Era, en fin, un tipo querido... a quien acudir en busca de consejo o plata prestada. »Y entonces vino papi. »... Descendiente menguado y raquítico de padre y de papá, ya ni siquiera se le consulta o se le solicita, sino que se le notifica. »—Papi, me llevo el carro. Dame para gasolina... »A papi lo sacan de todo. Le ordenan que se vaya al cine con mami cuando los niños tienen fiesta y que entren en silencio por la puerta de atrás.... A papi le quitan todo: la tarjeta de crédito, la ropa, el turno para ducharse, la rasuradora eléctrica, el computador, las llaves... »Lo tutean, pero siempre en plan de regaño: »...—¡Papi, no me vuelvas a llamar “chiquita” delante de Jonathan! »Aquel respeto que inspiraba padre, con papá se transformó en confiancita y se ha vuelto franco abuso con papi.... »No sé qué seguirá de papi hacia abajo. Supongo que la esclavitud o el destierro. Yo estoy aterrado porque, después de haber sido nieto de padre, hijo de papá y papi de hijos, mis nietas han empezado a llamarme “bebé”.»1 Con razón que Samper Pizano suene esta alarma, aunque atenuada, eso sí, con su característico tono jocoso, y aunque se sobreentienda que estas formas de dirigirse al padre y la decadencia del respeto que le muestran sus hijos no se aplican a todos los países ni mucho menos a todas las familias. Es que, antes de 1940 —comenta el periodista colombiano— los hijos obedecían el mandamiento de honrar a los padres como si fuera reglamento de la Federación de Fútbol.2 Lo cierto es que a todos nos conviene tomar a pecho ese mandamiento, respetando y valorando a los maltratados papás y papis que hay en nuestras familias. De hacerlo así, redundará no sólo en beneficio de ellos sino también en beneficio nuestro, ya que es el único mandamiento en las Sagradas Escrituras que nos promete a quienes lo obedecemos que nos irá bien y que disfrutaremos de una larga vida.3 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Daniel Samper Pizano, «Padre, papá, papi: ¡Cómo era de bueno ser padre!», El Tiempo, Bogotá, 10 junio 2009 En línea 16 agosto 2018. 2 Ibíd. 3 Éx 20:12; Dt 5:16; Pr 1:8; 13:1; Mt 15:4; 19:19; Mr 7:10; 10:19; Lc 18:20; Ef 6:1-3
En la ciudad de Lieja, en Bélgica, un policía detuvo a un niño que andaba solo por las calles, cabizbajo y sin rumbo. El agente dedujo que se trataba de un pequeño delincuente. —¿Qué haces aquí? —le preguntó. —Nada —contestó el niño con desgano. —¿Dónde vives? —En el infierno. Ante esa respuesta, el policía se sorprendió, pero continuó el interrogatorio. —¿Quién es tu padre? —El diablo —contestó el niño. —¡Vamos! ¿Qué estás diciendo, muchacho? ¿Y tu madre? —Ella es un demonio. El policía, creyendo aún más que el muchacho era un vago, le dijo que lo llevara a su casa. Así que el niño lo condujo por calles y avenidas que pasaban por sectores oscuros y sucios hasta que llegaron a una casa de mal aspecto. Desde afuera se podía oír que peleaban un hombre y una mujer. —¡Eres el diablo en persona! —gritaba la mujer. —¡Y tú —respondió el hombre— eres un demonio! ¡Este no es un hogar sino un infierno! El policía se apartó un poco con el niño. —¿Son tus padres? —preguntó. —Sí, lo son —contestó el niño—. Yo no tengo ni para qué llegar a mi casa. Odio a mis padres. Odio la casa. Odio todo este barrio. ¡No quiero estar aquí! Desde ese día en adelante, aquel policía ya no podría desentenderse de la triste situación en que vivía aquel muchacho porque ahora sabía por qué andaba solo por las calles. Pero el policía belga también sabía, como debiéramos saberlo nosotros, que escenas como esta se ven no sólo en los barrios pobres de nuestros pueblos sino también en los sectores ricos de nuestras metrópolis. Porque la violencia de palabra no es exclusiva de los indigentes, los desconocidos y los marginados de la sociedad. Es también patrimonio de los adinerados, los famosos y los poderosos de este mundo. Esto se debe a que todos tenemos la tendencia a hacer lo malo, y una de las cosas malas que hacemos es agredir de palabra a nuestros más allegados. Nos escudamos en que no maltratamos físicamente a nuestros seres queridos, lo que consideramos un daño mayor, para no tener que afrontar el mal que infligimos verbalmente, lo que consideramos un daño menor. El apóstol Santiago procura hacernos ver el tremendo daño que podemos causar con las palabras. Describe a la lengua como un fuego encendido por el infierno mismo, que a su vez prende fuego a todo el curso de la vida.1 Más vale que le demos a este mal la importancia que tiene. A fin de que nuestro hogar disfrute de la paz que nuestros hijos merecen, pidámosle a Dios que nos ayude a llevar a la práctica los proverbios de Salomón que dicen: «El sabio de corazón controla su boca.... el entendido refrena su lengua.»2 De hacerlo así, todos ganamos, pues como dice otro de sus proverbios: «El que refrena su boca y su lengua se libra de muchas angustias.»3 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Stg 3:6 2 Pr 11:12; 16:23 3 Pr 21:23
(Día Mundial de los Deportes Acuáticos) Nació en Cuba en 1915, y tuvo una extraordinaria carrera en la natación internacional. Sin embargo, antes de su muerte en 1969, también en su tierra natal, Juan José Cortiñas sabía que en 1949 había fracasado dos veces al tratar de atravesar el Canal de la Mancha entre Francia e Inglaterra, y que el primero de julio de 1950 había fracasado en el intento de atravesar el Estrecho de la Florida desde Bahía Honda, en Pinar del Río, Cuba, hasta Cayo Hueso en los Estados Unidos para celebrar el Centenario de la Bandera Cubana. Pero gracias a Dios, también estaba consciente de sus grandes logros, pues su carrera fue tan sobresaliente que en 1967 fue incluido como el número 60 en la lista de los Nadadores de Honor del Salón de la Fama de Natación de Maratón Internacional, siendo hasta entonces el único cubano en recibir tal honor. En septiembre de 1949, sin traje de neopreno, Cortiñas completó una travesía de 14 kilómetros y medio en 10 horas y 45 minutos desde el Estrecho de Gibraltar en España hasta la Punta Almanza en la costa de Marruecos; y en octubre de 1953 fue el primero en nadar desde la costa de Los Ángeles, California, hasta la isla de Santa Catalina, ya que los catorce que lo habían logrado hasta esa fecha habían hecho la travesía en sentido contrario, desde la isla hasta el continente, incluso él mismo. Tal vez su hazaña más sensacional la realizó Cortiñas el 22 de agosto de 1955, en que nadó desde la isla de Alcatraz hasta la costa de San Francisco, California, en una hora y 14 minutos... ¡con las manos esposadas y los pies atados! Es que antes de saltar del bote junto a la isla de Alcatraz y comenzar a nadar hasta la costa californiana, los dos hombres que lo acompañaban en el bote le colocaron esposas en las muñecas y le amarraron las piernas por los tobillos. Una gran multitud y la prensa lo estaban esperando en el Muelle del Pescador en San Francisco, y cuando salió del agua, todos lo recibieron entre aplausos y vítores.1 Si bien consideramos una hazaña el nadar atado de pies y manos, y sobre todo el lograrla durante una larga travesía, debiéramos juzgar como una insensatez, y no como una proeza de la cual jactarnos, el vivir atado por las cadenas del pecado, y más aún durante toda la vida. A eso se refería Jesucristo cuando dijo que todo el que persista en el pecado es esclavo del pecado. Pero para los que recapacitamos y reconocemos que esa manera de vivir sólo nos acarrea problemas y conflictos con todo el mundo y con Dios, Cristo afirmó que si Él, siendo el Hijo de Dios, nos perdona nuestros pecados, entonces seremos verdaderamente libres.2 Gracias a Dios, para obtener ese perdón y esa libertad sólo hace falta que se lo pidamos, y así algún día los ángeles del cielo podrán aplaudir y vitorearnos al vernos llegar a la meta final.3 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Demetrio J. Pérez, «Juan José Cortiñas, un nadador cubano en aguas abiertas», Periódico Libre Online, Miami, Florida, 30 julio 2024 En línea 9 enero 2025; «Más curiosidades desconocidas: Juan José Cortiñas, el atleta cubano que nadó desde Alcatraz hasta San Francisco en una hora y 14 minutos – con las manos esposadas y los pies atados... en el año 1955», Nostalgia Cuba, 13 abril 2021 En línea 9 enero 2025. 2 Jn 8:34-36 3 Lc 15:10
En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Me encuentro con mi esposa en proceso de restauración por una infidelidad que cometí con una colega de trabajo.... A la hora de elegir entre las dos, lo hice por mi esposa, y la otra chica[, por despecho,] le envió fotos y audios.... »Mi esposa y yo estamos casados por lo civil, somos padres de una niñita de siete años, y tenemos planes de casarnos por la iglesia.... Sin embargo, en estos días no puedo evitar sentirme perdido emocionalmente, muy nervioso por la decisión de casarme por la iglesia y sentir que extraño a la otra mujer.... Me imagino que, si la hubiera escogido a ella, estaría más tranquilo. ¿Qué es esto que siento, y cómo hago para vivir tranquilo?» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »Usted dice que se siente perdido y nervioso, y quisiera más bien sentirse tranquilo. Algunos estudios científicos recientes demuestran que los sentimientos, conocidos también como las emociones, se crean en el cerebro cuando los pensamientos, las experiencias pasadas y la cultura se entrelazan.1 Por eso, para cambiar esos sentimientos creados tenemos que cambiar las partes que los crean, es decir, cambiar nuestros pensamientos sobre nosotros mismos y sobre nuestras experiencias pasadas. »Según lo que usted dice, está pensando con frecuencia en la otra mujer y la relación que tiene con ella. Usted se imagina que estaría más tranquilo si la hubiera escogido a ella en lugar de su esposa y su hija. »Hasta que no deje de cuestionar esa decisión y de tener fantasías sobre esa otra mujer y la felicidad que ella le dio, no tendrá paz alguna. Mientras que no deje de convencerse de que está perdido sin ella, tendrá cada vez más dudas acerca de su matrimonio, y esas dudas impedirán que llegue a hallar la paz. »El matrimonio es un compromiso mutuo. Cuando usted y su esposa se casaron por lo civil, usted se estaba comprometiendo con ella. Aunque no se encontraban en una iglesia, el compromiso lo hicieron en la presencia de Dios, y ante Él usted tiene la responsabilidad de cumplir esas promesas. Su Hijo Jesucristo enseñó que nadie debe separar lo que Dios ha unido.2 »Sin embargo, al parecer usted cree que casarse por la iglesia tiene más validez que casarse por lo civil. Lo cierto es que la ceremonia religiosa es igual que la ceremonia civil tanto legal como moralmente. De cualquier manera, el hombre y la mujer quedan cabalmente casados. La ceremonia en una iglesia añade una bendición formal, pero no hace que la pareja esté más casada que lo que estaba por lo civil. De modo que aun si usted y su esposa nunca llegaran a casarse por la iglesia, no dejarán de ser completamente responsables delante de Dios por el compromiso que ya hicieron.» Para leer el resto del consejo que dio Linda, mi esposa, pulse la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego busque el Caso 849. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Lisa Feldman Barrett, How Emotions are Made: The Secret Life of the Brain [Cómo se crean las emociones: La vida secreta del cerebro] (New York: Houghton Mifflin Harcourt, 2017). 2 Mt 19:6
(Aniversario de la Declaratoria de Independencia Absoluta Centroamericana) Luego de la abdicación de Agustín de Iturbide en México, volvieron a reunirse en el palacio de la capital de Guatemala los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente centroamericana, es decir, los representantes de los pueblos que ocupaban el territorio que hoy abarcan Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Después de examinar el Acta de Independencia que firmaron allí mismo el 15 de septiembre de 1821 junto con los demás documentos afines posteriores, firmaron una nueva «Declaratoria de Independencia Absoluta y Definitiva» el primero de julio de 1823 en la que ponían de manifiesto lo siguiente: «Tomando en consideración: »Que la independencia del Gobierno Español ha sido y es necesaria en las circunstancias de aquella Nación y las de toda la América: que era y es justa en sí misma y esencialmente conforme a los derechos sagrados de la naturaleza.... »Que la experiencia de más de trescientos años manifestó a la América que su felicidad era del todo incompatible con la nulidad a que la reducía la triste condición de colonia de una pequeña parte de Europa. »Que la arbitrariedad con que fue gobernada por la Nación Española, y la conducta que ésta observó constantemente desde la conquista, excitaron en los pueblos el más ardiente deseo de recobrar sus derechos usurpados. »Que, a impulsos de tan justos sentimientos, todas las Provincias de América sacudieron el yugo que las oprimió por espacio de tres siglos: que las que pueblan el antiguo Reino de Guatemala proclamaron gloriosamente su independencia en los últimos meses del año de 1821; y que la resolución de conservarla y sostenerla es el voto general y uniforme de todos sus habitantes.... »Nosotros, por tanto,... declaramos solemnemente: »Que las expresadas Provincias, representadas en esta Asamblea, son libres e independientes de la antigua España, de México y de cualquiera otra potencia, así del Antiguo como del Nuevo Mundo; y que no son ni deben ser el patrimonio de persona ni de familia alguna. »[Que] en consecuencia, son y forman Nación Soberana, con derechos y aptitudes de ejercer y celebrar cuantos actos, contratos y funciones ejercen y celebran los otros pueblos libres de la tierra. »Que... se llamarán por ahora, sin prejuicio de lo que se resuelva en la Constitución que ha de formarse, “PROVINCIAS UNIDAS DEL CENTRO DE AMÉRICA”.» »Y mandamos que esta declaratoria... se comunique a las Provincias de León, Granada, Costa Rica y Chiapas; [como]... también a los Gobiernos de España, México y de todos los demás Estados independientes de ambas Américas.»1 Ahora a los habitantes de esas cinco naciones centroamericanas solamente les queda seguir el consejo de San Pablo, quien reconoció que Dios, que los creó con libre albedrío, siempre quiso que fueran libres. «Ustedes han sido llamados a ser libres; pero no se valgan de esa libertad para dar rienda suelta a sus pasiones —advirtió el sufrido apóstol—. Más bien sírvanse unos a otros con amor. En efecto, toda la ley se resume en un solo mandamiento: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” Pero si siguen mordiéndose y devorándose, tengan cuidado, no sea que acaben por destruirse unos a otros.»2 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Sarbelio Navarrete, La verdadera fecha de nuestra independencia (San Salvador: Corte Suprema de Justicia, 1996) En línea 10 febrero 2009. 2 Gá 5:13-15
En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos: «El dolor traspasa mi corazón como un cuchillo. Me casé en el año 1987, y al poco tiempo quedé embarazada y tomé la horrible decisión de abortar. Crecí en una familia violenta en la que mis padres se peleaban y se pegaban todo el tiempo. Mi mamá siempre me dijo que, desde que yo nací, ella se empezó a llevar mal con mi padre, y que los hijos arruinaban el matrimonio.... Ni bien salí del lugar donde me practiqué el aborto, me sentí sucia, una basura; nunca más volví a ser la misma.... Siempre recuerdo lo que hice, y me llena de tristeza.» Este es el consejo que le dimos: «Estimada amiga: »Si bien la culpa de lo que usted hizo no le corresponde a su mamá, lo que ella le dijo le hizo mucho daño a usted durante su infancia y su vida adulta. Su mamá hizo que usted se sintiera culpable de los problemas matrimoniales que tenía ella, y le dio a entender que la vida de ella habría sido mejor si usted no hubiera nacido. Ese tipo de declaración tiene el poder de infligir en un niño un daño emocional tan grave que dura muchos años o hasta toda la vida. »Los padres que culpan a sus hijos por sus propios problemas tienen poca visión de futuro y son inmaduros, egoístas y crueles.... Al parecer no tienen idea de que con eso los están maltratando. Tales padres se encuentran tan centrados en sus propios deseos y necesidades que sus hijos se vuelven las inocentes víctimas que sufren las consecuencias emocionales y terminan con una idea tergiversada de lo que son la realidad y su propia identidad. Eso afecta gravemente la capacidad que tienen de tomar buenas decisiones. De modo que el hijo con frecuencia oye mentalmente la condenación del padre por el resto de su vida. Y la hija oye las palabras acusadoras de la madre, tal como las oye usted. »Usted tomó la horrible decisión de abortar a su criatura. Sin embargo, usted ha aceptado la responsabilidad de su conducta, aunque da a entender que sin duda influyeron en esa decisión los mensajes negativos que oyó de labios de su mamá. La culpa que siente se agudiza por la profunda tristeza de haber perdido a un hijo, del cual no tiene fotos ni recuerdos que le sirvan de consuelo. Ni siquiera puede hablar con otros acerca de esa pérdida, ya que desconocen su secreto. Más bien, usted llora en silencio y se pregunta constantemente cómo habría sido si a él o a ella se le hubiera dado la oportunidad de vivir.... »El perdón es un regalo de Dios, pero usted tiene que aceptarlo. Jesucristo murió a fin de pagar por lo que usted hizo. Él recibió el castigo del pecado que usted cometió para que usted recibiera el perdón.1 Así que pídale perdón a Dios, acéptelo, y luego perdónese a sí misma. »Le deseamos lo mejor, »Linda y Carlos Rey.» El consejo completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, se puede leer si se pulsa el enlace en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego el enlace que dice: «Caso 127». Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Ro 5:8
En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos: «Necesito ayuda, pues no sé cómo encontrar a Dios de nuevo. Siempre he conocido de Dios, pero debido a muchas situaciones que han pasado en mi vida, me he apartado. Ahora siento que he perdido mi espiritualidad. Oro y no siento lo mismo que antes. Es como si no me conectara con Dios. Antes era muy fácil, y me llenaba de paz. Pero ahora es como si Dios ya no quisiera saber de mí. He tenido ansiedad y depresión, y siento que no hay respuesta para mí.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimada amiga: »Lamentamos que se sienta tan sola y perdida, pero le tenemos muy buenas noticias: ¡Dios no la ha abandonado! Lo cierto es que Él “está cerca de quienes lo invocan, de quienes lo invocan de verdad.”1 Esas palabras del Rey David implican que quienes invocan a Dios pueden estar haciéndolo de verdad o con falsedad. »¿Qué querrá decir invocar a Dios con falsedad? Pongámoslo en el contexto de comunicarse con una amistad cercana. Si usted llama a una amistad cercana y le pide que le preste dinero para comprar comida para sus hijos, pero tiene más bien la intención de gastarlo comprando un collar de oro, con eso está llamando con falsedad a esa amistad. O si le dice a esa amistad que ella es su mejor amiga, pero usted solamente la llama cuando necesita ayuda, entonces la está llamando con falsedad. O si la amiga ha tratado de ayudarla a sobreponerse a la adicción al alcohol, pero usted no deja de engañarla al ocultarle su consumo de alcohol, entonces nuevamente la está llamando con falsedad. »Una de las diferencias entre su amiga y Dios es que a Dios no se le puede engañar. Él sabe lo que de veras estamos pensando, así como lo que de veras nos está motivando. Quienes invocan a Dios con falsedad no lo están engañando a Él, sino que se están engañando a sí mismos. Creen que, como Dios es amor, Él tiene la obligación de darles cualquier cosa que le pidan. Y creen que, si Dios se niega a hacerlo, es porque no está interesado en ellos y los ha abandonado. »Nosotros no tenemos ninguna manera de saber si usted ha estado invocando a Dios con falsedad o de verdad. Así que hágase estas preguntas: ¿Me estoy esforzando al máximo por basar mis hechos y mi actitud en los principios de la Palabra de Dios (la Biblia)? ¿Hay algo que estoy tratando de ocultarle a Dios? ¿Me comunico con Dios con regularidad, o sólo oro cuando hay algo que deseo? ¿Qué estoy haciendo para llegar a conocer mejor a Dios? »Usted menciona que ha tenido ansiedad y depresión. Lamentablemente, esas condiciones pueden ofuscar sus pensamientos y desviar sus sentimientos. En otras palabras, es posible que Dios esté muy cerca de usted, pero la ansiedad y la depresión están impidiendo que sienta su presencia divina. Le rogamos que haga una cita con su médica y que le pida que la evalúe para recibir servicios de salud mental.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. Este caso y este consejo pueden leerse e imprimirse si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 729. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Sal 145:18 (CST)
(Antevíspera del Aniversario de la Muerte de José Olaya) Si bien el 28 de julio de 1821 se proclamó la independencia del Perú en la Plaza de Armas de Lima, las fuerzas españolas no se retiraron hasta ser derrotadas en Junín y Ayacucho en 1824. En ese intervalo ocuparon gran parte del territorio peruano bajo el mando del virrey La Serna, mientras que el ejército libertador sólo ocupaba los departamentos del norte y del centro. Incapaces de ofrecer resistencia a las tropas españolas, los patriotas sufrieron serios reveses en las Batallas de Torata y Moquegua a fines de enero de 1823. El 19 de junio el ejército español, aprovechando que aún no habían llegado las tropas al mando de Simón Bolívar, volvió a apoderarse de la ciudad de Lima, no sin antes obligar la retirada del gobierno peruano independentista, junto con el Congreso, que se refugiaron en los castillos del Real Felipe en el Callao. Ya desde 1820 un humilde pescador de San Pedro de los Chorrillos, José Olaya Balandra, había servido a la patria llevando a la escuadra libertadora correspondencia de los patriotas de Lima. Así que no era de extrañarse que en junio de 1823 Olaya volviera a ofrecerse para llevar, desde el centro de Lima, mensajes que comunicaran los movimientos del ejército español al mariscal Sucre, que se hallaba en el Callao. Pero lo extraordinario del caso es la forma en que Olaya entregaría esos mensajes: cruzando a nado, una y otra vez, el trecho entre Chorrillos y el Callao. El 27 de junio el gobernador español en Lima, don Ramón Rodil, enterado de los movimientos de Olaya, mandó detenerlo. Una vez que condujeron a Olaya a Palacio, lo torturaron por negarse a revelar los nombres de los patriotas que remitían las cartas. Primero le aplicaron doscientos palos de castigo, luego le arrancaron las uñas de las manos, y finalmente lo colgaron de los pulgares y lo atormentaron con las llaves de un fusil. Pero todo ese martirio fue en vano: no confesó nada. Dicen que, al comunicársele su sentencia de muerte por fusilamiento, Olaya respondió: «Si tuviera mil vidas, todas ellas las daría por mi patria.» El 29 de junio de 1823 condujeron a José Olaya a la Plaza de Armas para ser ejecutado. La pena se cumplió a las once de la mañana en el Callejón de Petateros, actualmente el Pasaje Olaya, ubicado al costado de la plaza.1 Vale la pena notar que la inmolación de José Olaya, héroe de la historia peruana, se parece en varios aspectos a la de Jesucristo, Héroe de la historia universal. Pues Jesucristo se hizo hombre y murió ejecutado, colgado en una cruz como un vil criminal, pero no sin antes sufrir el martirio de golpes, azotes y espinas. «Maltratado y humillado, ni siquiera abrió su boca —profetizó Isaías—; como cordero, fue llevado al matadero.»2 No tenía mil vidas que dar, pero la que dio valía por millares de millares, pues era la vida del unigénito Hijo de Dios entregada por todos los seres humanos. Y la dio por la promesa de una patria libre: la patria celestial que no tiene igual. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 ADONDE.COM: BUSCADOR PERUANO, «José Olaya (1782‑1823)», En Línea 3 nov. 2003; Calendario Cívico Escolar, Mes de junio, 29 de junio, «Día del heroico sacrificio del mártir José Olaya Balandra» En línea 3 nov. 2003. 2 Is 53:7
En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Hace aproximadamente seis años conocí a una mujer... y terminé embarazándola.... De ahí para adelante, todo ha sido una tormenta para mí.... No sé qué hacer. Pienso que el dejarla es la mejor opción. »Ahora mi hija tiene cinco años, y me duele abandonarla, pero sé cómo es su mamá, y estoy seguro de que no me la pondrá fácil. Siempre está molesta, no me habla por días.... No tengo el valor de abandonar a mi hija, pero es difícil construir un futuro a su lado en esta relación.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »Cuando pasamos tiempos difíciles, es contraproducente tratar de imaginar el futuro. Ya que el presente viene antes del futuro, lo que más le conviene es concentrarse en el presente, es decir, en el hoy y tal vez en el mañana. Jesucristo mismo dijo: “No se preocupen por lo que pasará mañana. Ya tendrán tiempo para eso. Recuerden que ya tenemos bastante con los problemas de cada día.”1 Así que siga el consejo de Cristo y concéntrese en cómo hacer que el día de hoy sea mejor.... »Hay mucho que no sabemos acerca del futuro de su hija, pero lo que sí podemos asegurar es que será una niña muy diferente si su padre decide quedarse en casa en lugar de abandonarla. Muchos estudios han demostrado que las niñas sin padre en el hogar corren un mayor riesgo de problemas en la escuela, de consumo de drogas y de quedar embarazadas en la adolescencia.2 A veces tienen que afrontar las consecuencias del abandono por el resto de su vida. »Considere esta analogía: Hay casos verídicos de muchos hombres que han buscado algún tesoro, con frecuencia asumiendo un enorme riesgo personal y económico. Con tan solo una pequeña parte de un mapa o el rumor de hallar oro lo han arriesgado todo por la mínima posibilidad de encontrar ese tesoro. En cambio, ¡usted ya tiene un tesoro en sus brazos! No tiene que ir en busca del tal tesoro ni arriesgar nada para encontrarlo. Su preciosa hijita es el tesoro por el que vale la pena que usted dé su vida misma. »Tendrá que ejercer determinación y dominio propio para cambiar su enfoque de modo que ya no se trate de lo que necesita usted sino de lo que necesita su hija. Usted ha cometido errores en el pasado, pero no por eso debe seguir tomando malas decisiones. Tiene un Padre Celestial que lo ama y quiere ayudarle a cambiar su vida. Él está dispuesto a perdonarlo por todas las maneras en que le ha fallado, y a darle sabiduría y fuerza para hacer lo correcto hoy, y luego para seguir adelante día tras día. Hable con Él en oración hoy mismo, pidiéndole perdón y su ayuda divina.»3 Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo puede leerse con sólo pulsar la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 848. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Mt 6:34 2 National Fatherhood Initiative [Iniciativa Nacional sobre la Paternidad], «La crisis por la ausencia del padre en Estados Unidos» 2022 En línea 24 noviembre 2024. 3 1Jn 1:9
Había en cierta granja un mulo viejo que dio un paso en falso y fue a dar al fondo de un pozo. El pobre campesino, que era su dueño, oyó el desesperado y resonante rebuzno y se acercó al pozo. Sintió lástima de su mulo, pero después de pensarlo bien, decidió que no valía la pena tratar de salvar ni el mulo ni el pozo. Así que llamó a sus vecinos, les contó lo sucedido y les pidió que le ayudaran a llenar de tierra el pozo. De ese modo el pozo serviría por lo menos como tumba, y el mulo no sufriría más. Cuando comenzaron a lloverle los primeros montones de tierra, el mulo casi se muere del susto. Pero al sentir el golpe de la cuarta y la quinta palada, se le ocurrió una idea. Cayó en la cuenta de que cada vez que le caía encima un montón de tierra, debía quitársela de encima sacudiéndose, y dar un paso hacia arriba, pisoteando la tierra que caía. En efecto, eso es lo que hizo, golpe tras golpe, palada tras palada, montón tras montón. «¡Sacúdete y sube! ¡Sacúdete y sube! ¡Sacúdete y sube!», se repetía en voz alta para no perder el ánimo. Aguantó el dolor de los golpes de la tierra que caía y sofocó la angustia que sentía, y así, sacudiéndose y subiendo, venció el pánico que lo invadía. Después de mucho sacudirse y pisotear, y ante el asombro general, el viejo mulo, exhausto y maltratado, dio el último paso hacia arriba, por encima de la orilla del pozo, ¡y pisoteó triunfante la tierra firme del campo! Lo que pudo haberlo enterrado, a la postre lo desenterró. Había logrado convertir en bendición esa segura maldición, y todo porque supo enfrentarse a la adversidad. He aquí la moraleja en verso: Si al fondo llegas, y te echan tierra, en lugar de desesperarte, ¡anímate, mira hacia arriba y usa la tierra para desenterrarte! Esta simpática fábula ilustra el siguiente refrán: «Nadar río abajo no cuesta trabajo; nadar río arriba: ¡eso sí que cuesta fatiga!»1 Pensémoslo bien. Si con la sola fuerza de voluntad somos capaces de nadar contra la corriente, ¿cuánto más podremos hacer en tiempos de angustia si acudimos a Dios? Con el Señor a nuestro lado, podemos vencer los obstáculos más imponentes de la vida. Esa fue precisamente la conclusión a la que llegó David cuando el Señor lo libró del rey Saúl y de todos sus enemigos. De ahí que el salmista de Israel le dedicara al Señor los siguientes versos: Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. En mi angustia... clamé a mi Dios, y... ¡mi clamor llegó a sus oídos!... Me sacó a un amplio espacio; ... contigo, Dios mío, podré asaltar murallas.2 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Refranero general ideológico español, compilado por Luis Martínez Kleiser (Madrid: Editorial Hernando, 1989), p. 198. 2 Sal 18:5,6,19,29
En este mensaje tratamos el caso de una mujer que «descargó su conciencia» en nuestro sitio www.conciencia.net. Lo hizo de manera anónima, como pedimos que se haga; así que, a pesar de que nunca se lo había contado a nadie, nos autorizó a que la citáramos, como sigue: «Mi esposo se fue con otra mujer, a la que ya dejó porque lo engañó. Luché muchísimo por la sanación de nuestro matrimonio porque lo amo y porque nuestro hijo nos reclama [a los dos] juntos, pero [mi esposo] sólo me rechaza. Mi hijo lo necesita, [pero] yo no puedo hacer que su papá vuelva a casa. Ambos se necesitan, y yo... quiero morirme. Ellos podrían estar juntos si desapareciera yo, que soy quien los separa. »Dios sabe cuánto luché y lo cansada que estoy. [Por eso] sé que no va a juzgarme.» Este es el consejo que le dimos: «Estimada amiga: »¡Lamentamos mucho la situación en que usted se encuentra! El dolor emocional que sufre es intenso, y necesita consuelo y apoyo de parte de quienes la aman.... Haga lo posible por encontrar hoy mismo a una persona que la estime, y pídale su ayuda. »La gran angustia que está sintiendo le impide pensar con claridad. Su esposo la ha dejado, y ha dejado así mismo a otra mujer. ¿Acaso no pudiera algún día abandonar también a su hijo? ... ¿Qué tal si él decidiera que... otra mujer es más importante que el niño? ¿Quién cuidaría a su hijo en ese caso, siendo que usted habría “desaparecido”? ¡Es muy importante que usted reconozca lo mucho que su hijo la necesita! ¡No se le ocurra quitarse la vida! Si los pensamientos de suicidio persisten, le rogamos que consulte con un médico de inmediato y le diga lo que usted ha estado pensando.... »Usted dice que Dios no la juzgaría por suicidarse debido al esfuerzo que ha hecho por hacer lo correcto. Muchos creen, como usted, que se ganarán el favor de Dios y la entrada al cielo con su conducta positiva, su trabajo esforzado y sus decisiones acertadas. Creen que Dios comparará lo bueno con lo malo que hayan hecho. Como lo bueno tendrá más peso que lo malo, están convencidos de que Dios pasará por alto lo malo y no los juzgará por eso. »Esa lógica parece razonable, pero no es lo que enseña la Biblia acerca del perdón de Dios. El apóstol Pablo enseñó que “todos han pecado y están privados de la gloria de Dios”.1 Y también enseñó que “la paga del pecado es muerte”.2 Ya que el castigo por cualquier pecado, sea cual sea, es la muerte eterna, y que todos hemos pecado, entonces es lógico deducir que todos merecemos el castigo de la muerte a causa de nuestros pecados, no obstante todo el bien que hayamos hecho. »Pero esa es sólo una parte de la historia. La parte mejor es que Dios nos amó tanto que dispuso que su propio Hijo pagara el castigo de nuestro pecado, para que nosotros no tuviéramos que pagarlo. Jesucristo murió por todos los pecados que usted y que nosotros hemos cometido. »Sin embargo, tenemos que aceptar lo que hizo Cristo por nosotros. En oración, podemos pedirle a Dios que perdone nuestros pecados y que acepte la muerte de su Hijo en la cruz como la paga por todo lo malo que hayamos hecho. De hacerlo así, Dios nos perdonará, no por lo bueno que hayamos hecho, sino por la muerte de Cristo en nuestro lugar. »Recuerde que Dios la ama mucho y que su hijo la necesita, »Linda y Carlos Rey.» El consejo completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, puede leerse con sólo pulsar el enlace que dice: «Caso 126» dentro del enlace en www.conciencia.net que dice: «Casos». Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Ro 3:23 2 Ro 6:23
En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Mi esposa es muy vanidosa. Se la pasa publicando fotos de ella en las redes sociales, y a mí no me gusta. Obviamente recibe muchos “Me gusta” de hombres amigos de ella, y la verdad es que no sé qué hacer. ¿Me pueden dar un consejo?» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »Al parecer, usted piensa que su esposa está buscando la atención de otros hombres... [y] cree que ella publica esas fotos porque es vanidosa, pero nosotros creemos que hay otras explicaciones posibles. »Las redes sociales son un foro de interacción relativamente nuevo, pero ya hay muchas teorías que intentan clasificar a sus diferentes tipos de usuarios (sin incluir a los usuarios comerciales y los que anuncian productos). Hay además estudios diseñados para descubrir si hay una correlación entre ciertos comportamientos y tipos o trastornos de la personalidad de los usuarios en las redes sociales. »Se ha especulado que el narcisismo puede identificarse conforme a los tipos de selfies que la persona publica. ¿Son selfies de ella misma principalmente, o son más que nada de ella como parte de un grupo? Es posible que los narcisistas, que desean ser el centro de atención, sean propensos a publicar más selfies solos que formando parte de un grupo. »Si bien el deseo de acaparar la atención puede ser causado por el ensimismamiento y la vanidad,1 también puede resultar de la inseguridad y la ansiedad. Los que están muy interesados en el número de seguidores que tienen y en cuántos “Me gusta” reciben tal vez dependan de esos números para evitar sentir que están solos y que nadie los quiere. »... Lo que más le conviene a usted es ser quien [estimula a su esposa] de manera positiva. Dígale que le gusta su peinado o que le encanta su mirada. Ayúdela a sentirse segura en el amor que le muestra y en la relación que tiene con ella. Demuéstrele con palabras y con los hechos lo mucho que la valora. »Ofrezca sacar fotos de su esposa, tanto con usted como con otras personas. Asegúrese de que ella siempre tenga a mano una buena cantidad de nuevas fotos que incluyan a otros. »Quien depende de la belleza física para atraer la atención y admiración tendrá que afrontar, tarde o temprano, el paso del tiempo. Es que el tiempo pasa y con frecuencia la belleza se pierde. Hay un proverbio bíblico muy conocido que dice así: “Los encantos pueden engañar y la belleza no dura, pero la mujer que honra al Señor es digna de alabanza.”2 En otras palabras, el honrar a Dios y ver la vida desde el punto de vista de Él es lo que de veras hace hermosa a una mujer, aunque sea anciana y tenga arrugas. »A su esposa le hace falta que usted perciba y admire su belleza interna. Cuando observe que ella está siendo amable o generosa, dígaselo. Ayúdela a enfocarse en sus propias cualidades internas y no tanto en su belleza externa.» Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo puede leerse con sólo pulsar la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 728. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Aleksandra Atanasova, “How to Spot a Narcissist on Social Media [Cómo saber identificar a un narcisista en las redes sociales],” Social Media Today [Las redes sociales hoy], 26 noviembre 2016 En línea 24 abril 2022. 2 Pr 31:30 (NBV)