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En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Soy un joven soltero y estudiante.... Lamentablemente, en la adolescencia caí en el vicio de la pornografía y la masturbación.... »Comencé a asistir a una iglesia. Pensé que sería fácil dejar el vicio. He intentado abandonarlo, pero luego recaigo. La culpabilidad y el remordimiento me atormentan.... Fui hombre de oración y de estudio de la Biblia, e incluso predicador y líder de mi iglesia, y sin embargo mi conciencia me condenaba al punto que renuncié. »Ya no puedo más. He perdido la fuerza de voluntad. El vicio del pecado me derrotó.... Siento que Dios no me oye, y que me aborrece por ser un mísero fracasado e hipócrita.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »¡Cuánto nos alegra que tenga el valor de contarnos acerca de sus luchas! Usted es valiente y sincero, y digno de respeto por haber renunciado a los puestos que ocupaba en su iglesia. Al dar ese paso difícil, usted se negó a ser hipócrita. »Muchas personas creen que, si uno asiste a la iglesia, con eso da a entender que está libre de pecado. Piensan que la iglesia es un club para personas que afirman que son santas. Por eso, si alguien que es conocido como un pecador asiste a la iglesia, lo tildan de hipócrita. »Sin embargo, esa manera de pensar no tiene validez alguna. La iglesia no es un club para santos; es más bien una clínica para pecadores. Todos los que asistimos a la iglesia somos pecadores. El asistir a la iglesia y estudiar la Biblia juntos nos ayuda a reconocer que somos pecadores y que Jesucristo, el Hijo de Dios, es el único que cumple los requisitos para perdonarnos y liberarnos del pecado. Todos oramos y adoramos a Dios, no porque cumplamos los requisitos para hacerlo, sino precisamente porque Cristo acepta a cualquier pecador que quiere dejar de pecar.... »... Por eso le recomendamos que busque a un líder con madurez espiritual conocido por ser sabio y digno de confianza. Pregúntele si es capaz de mantener en privado las conversaciones entre los dos. Confiese que usted está luchando con el pecado y que necesita un compañero a quien pueda rendirle cuentas. Pueda que sí, o pueda que no, quiera revelar los pormenores de su pecado, pero determine ser del todo sincero acerca de cuántos días han pasado desde la última vez que pecó. »La próxima vez que peque, pídale perdón a Cristo y luego cuénteselo al compañero ese mismo día. El tenerlo a él acompañándolo en esta lucha hará que salga de su cerebro y quede al descubierto. Reconozca que le llevará bastante tiempo vencer este problema, y que lo que de veras importa es que cada vez no deje de volver a comenzar, negándose a revolcarse en la vergüenza de haber vuelto a caer.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo puede leerse con sólo ingresar en el sitio www.conciencia.net y pulsar la pestaña que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 746. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net
(4o. domingo de octubre: Día de la Suegra) «A mi suegra la conocí una tarde en Piedecuesta, el pueblo natal de mi esposa, mientras llegaba de la plaza de mercado luego de vender tamales —cuenta el humorista colombiano José Ordóñez en su obra titulada Primer libro de José Ordóñez a los aburridos—. La conocían en el pueblo como “la Tamalera”. Cuando la vi, me asusté, pues tenía un rostro austero, fuerte, como las mujeres de mi tierra santandereana. Conforme pasaron los días, me di cuenta de que sólo era un asunto de “fachada”, pues la Tamalera era una mujer de campo sencilla y humilde, y con una gran capacidad de servir a los demás, cosa que admiré toda su vida.... »Así pues, ando por la vida subiéndome a los escenarios de todo el mundo para hablar mal de una “supuesta” suegra; porque la real, la que conocí, nunca fue motivo de inspiración de todas las divertidas historias [que he contado] acerca de las suegras —aclara el ingenioso cómico, que ha batido varias veces su propio récord mundial de chistes—. [Esta es] la carta que escribí para ella un día después de su muerte: »“¡Me parece estar observándote con el canasto! Esa fue la primera vez que te vi, recia, fuerte, con la vitalidad de las campesinas que sólo se dan en mi tierra. Tu cabellera, como siempre, alborotada, y el cansancio reflejando tu diaria jornada vendiendo tamales en la plaza de Piedecuesta. »”¡Quién pensaría que robándote una de tus joyas más preciadas me habrías de regalar tu presencia durante tanto tiempo! Robé el amor de una hermosa joven, y Dios me añadió la presencia de una mamá; devolviste con una caricia lo que fue un abuso de confianza. ¡Gracias! Cuando pocos creyeron en mí, respaldaste la idea de hacer que un vendedor ambulante se convirtiera en un campeón mundial del humor. Supiste ver lo que nadie vio, y me ayudaste a sembrar con lágrimas lo que luego recogimos con risas. No es que te lleves parte de nuestra vida. Es que dejaste toda la tuya con nosotros. »”¡Qué contrariedad! Tú me acompañaste en todos mis momentos de dolor, sufrimiento y esfuerzo, y no pude acompañar a tu cuerpo sin vida a su morada; pero creo que es mejor así, porque me quedo con la imagen de la nona callada y servicial, amorosa... que siempre a las seis de la mañana me despertaba con un café. Fue hermoso abrir los ojos y verte allí tantas veces. ¡Gracias! »”... Hoy, cuando te despido, me alegra saber que cambiaste el futuro de tu familia con un canasto lleno de tamales, mientras la gente decía: ‘Ahí va la Tamalera’.... »”Si en el paraíso se prueban los mejores manjares, sin duda Papá Dios te permitirá salir con tu canasto a repartir tamales. Desamárrale uno a Jesucristo por mi cuenta... Y espéranos, porque allí en la presencia de Dios, tu familia... los niños que criaste, te dirán gracias por haber sabido vivir para Dios, por marcar la ruta que conduce al reino que hoy disfrutas. Y dile al Hijo que prepara morada para nosotros que coloque en el patio un fogón grande con unas cuantas hojas de plátano para que en el cielo también se escuche: ‘Ahí va la Tamalera.’ »”Un beso del que te quiere, »”El yerno, »”José.”»1 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 José Ordóñez, Primer libro de José Ordóñez a los aburridos (Miami, Florida: Editorial Vida, 2009), pp. 56-64.
En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Estoy muy mal emocionalmente.... Tengo veintiocho años y me siento muy triste porque me he dado cuenta de que desperdicié toda mi juventud en nada.... »Muchas personas tienen vidas exitosas a esta edad; en cambio, yo no tengo ningún don ni talento. Tengo complicaciones de salud. Temo que es un tumor o un cáncer, pero debido al miedo y a la vergüenza no pienso ir a un hospital.... »He pensado que quizá todas estas situaciones sean un castigo de Dios, porque realmente yo soy una persona que no vale para nada. La mayoría de las noches lloro de tristeza por mi situación, y expreso mis sentimientos en oración. »¿Cree usted que Jesucristo escucha lo que yo digo en oración? He pensado mucho acabar con mi existencia, porque pienso que al morir no tendré que sufrir.... No sé por qué nací.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »Nos entristece mucho lo que ha estado sufriendo. También sabemos con certeza que Dios no sólo escucha sus oraciones sino también está muy interesado en su bienestar. Su Hijo Jesucristo enseñó: “¿No se venden dos gorriones por una monedita? Sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin que lo permita el Padre. Él les tiene contados aun los cabellos de la cabeza. Así que no tengan miedo, ustedes valen más que muchos gorriones.”1 »¡Es increíble pensar que Dios se interesa a tal grado por cada uno de nosotros! Él nos ama sin que importen nuestros talentos, triunfos o logros, porque somos su creación divina, planeados antes de la fundación del mundo. »Usted nació como una expresión del amor de Dios. Ahora el propósito por el que fue creado es amarlo y estar dispuesto a permitir que Él lo guíe y le muestre el camino hacia el futuro que ha planeado para su vida.2 »Sin embargo, sospechamos que usted padece de un desequilibrio en las sustancias químicas de su cerebro para el que hay medicamentos que pudieran ayudarlo. Nosotros no somos médicos, y ni siquiera un médico podría diagnosticar ninguna irregularidad basado simplemente en el breve caso que nos ha contado, pero usted en definitiva tiene síntomas que requieren atención médica. El temor que siente de encontrar una grave enfermedad es en realidad un síntoma común de los trastornos de ansiedad, a la vez que sus pensamientos de causarse daño pudieran ser el resultado de una depresión clínica. En cualquier caso, usted necesita consultar a un médico. »Por otra parte, su tendencia a compararse con los demás es contraproducente. Usted no tiene conocimiento alguno de las luchas que tienen los demás, así que no se compare con ellos. En vez de pensar en la manera como usted no está a la altura de los demás, concéntrese en la bendición de tener a Dios de su parte. Piense en lo que Dios sí puede hacer en lugar de lamentarse por lo que usted no puede hacer.... ¡Dios lo sabe todo! ¡No hay nada imposible para Él!3 Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo se puede leer si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 865. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Mt 10:29-31 2 Ef 2:10 3 Mt 19:26; Lc 1:37
Es uno de los fotógrafos más populares de la historia. Casi todo el mundo conoce alguna de sus fotos. Entre las más famosas se encuentran «La muerte de un miliciano», tomada durante la Guerra Civil Española, y once fotos excepcionales tomadas el Día D. Sin embargo, resulta que todas aquellas fotos no las tomó una sola persona, sino que las tomaron dos: Endre Ernö, un húngaro nacido en 1913, y Gerda Taro, una alemana nacida con el nombre Gerta Pohorylle en 1910. Los dos se conocieron en Francia durante la década de 1930, y cultivaron una relación tanto romántica como profesional. Con el fin de poder ganarse la vida como fotorreporteros, Taro tuvo la idea de que, si usaban un nombre anglosajón, era posible que se les abrieran algunas puertas cada vez que publicaran sus fotos. Así que en 1936 ella le propuso a Ernö que usara el nombre Robert Capa para firmarlas. Es imposible saber con certeza hasta qué punto influyó aquel seudónimo en el éxito que tuvo Ernö, pero es indiscutible que con ese nombre tanto él como su compañera de trabajo sobresalieron en el mundo fotográfico. Debido a que durante un tiempo usaron el nombre de Robert Capa para vender las fotos que ambos sacaban, hasta la fecha se desconoce cuáles de esas fotos son de Ernö y cuáles de Taro. Sin embargo, fue Ernö quien dijo: «Si tus fotografías no son lo suficientemente buenas, es que no te has acercado lo suficiente.» Y lo cierto es que seguir esa famosa máxima de la fotografía lamentablemente habría de costarles muy caro a los dos. Demasiado cerca de la acción, los dos murieron en el frente de batalla: ella en 1937 durante la Guerra Civil Española, al acompañar al ejército republicano en un momento de repliegue y caer del estribo del coche en el que iba subida y ser aplastada por un tanque; y él en 1954 durante la primera Guerra de Indochina, al movilizarse con un pelotón francés y pisar una mina terrestre.1 Gracias a Dios, aunque sin duda también a Él le agradaron mucho las fotos que en vida tomaron aquellos dos que se hicieron pasar por Robert Capa, en el momento de la muerte de cada uno de ellos a Él no le importó su edad, ni su nacionalidad, ni su género ni su estado civil. Más bien, debido a que quería darles franca entrada al cielo, lo que a Dios le importó era el estado de su alma, que Él podía ver como un fiel retrato de ellos en calidad de seres humanos a quienes Él había creado con los talentos que ellos se habían esforzado por desarrollar. Es que Dios sabía que, para poder darles esa vida eterna por la que murió su Hijo Jesucristo, era necesario que reconocieran a Cristo como su Salvador y Señor, y que se acercaran a Él lo suficiente como para conocerlo íntimamente y así llegar a amarlo de todo corazón.2 Al igual que ellos, el requisito que tenemos que haber cumplido nosotros para vivir con Dios por toda la eternidad no será el haber cambiado nuestro nombre, sino sólo el habernos asegurado de que nuestro nombre, a la hora de la verdad, esté escrito en el libro de la vida.3 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Manuel J. Prieto, «Robert Capa eran dos personas, Enre Ernö y Gerda Taro», octubre 2019 En línea 13 diciembre 2019; Wikipedia, s.v. «Robert Capa» En línea 13 diciembre 2019. 2 Dt 6:5; Mt 22:37; Mr 12:30; Lc 10:27; Stg 4:8 3 Ap 3:5; 20:12; 21:27
(Centenario del Nacimiento de Celia Cruz) «Además del gran tesoro de grabaciones que realizó en tantísimos años que vivió en el escenario, Celia dejó establecida La Fundación Celia Cruz... cuyo propósito es ayudar a los niños de bajos recursos a estudiar música y [apoyar] a las instituciones que se dedican a combatir el [cáncer, ese] terrible mal que lamentablemente le dio fin a su vida y a la de su mamá.» Así comienza Omer Pardillo-Cid su reflexión sobre el legado que dejó la famosa «guarachera de Cuba» en su epílogo a la autobiografía de Celia Cruz titulada: Celia: Mi vida. «Aparte de la fundación, Celia Cruz dejó un ejemplo a seguir de lo que debe ser el comportamiento de un artista o un famoso —continúa Pardillo—. Ella daba sus consejos, cuando se le solicitaban, con la misma generosidad y sinceridad que daba su cariño.... [A los] muchos artistas jóvenes y a aquellos que ya habían hecho su nombre sonar por todas partes... Celia les decía: »“No se olviden nunca que ese público que está ahí es el que nos paga.... Los empresarios y los sellos viven del artista, pero el artista vive de su público. Entonces, lo más importante en la vida de un artista siempre debe ser el amor y el respeto al público. Sin esas dos cosas, no se puede ser agradecido con ellos, y si no se les agradece, no se quedan con nosotros. »”¿Cómo le demuestra un artista respeto a su público? Tratándolo de la misma manera que el artista quiere que se le trate.... [Es que] cuando uno se hace famoso, es muy fácil pensar que lo hizo uno sólo o que se lo merecía por su talento, o su belleza o cualquier otra cosa por el estilo. Pero eso no es verdad.... Por eso digo yo que el que no pueda ni quiera hacerlo de esta manera, mejor que ni se meta.” »Celia era enemiga de los guardaespaldas que golpean o maltratan a la gente que trata de acercársele a un artista.... Nunca tuvo guardaespaldas porque nunca los necesitó. Ella se hacía respetar y se dejaba querer. Y donde hay un verdadero amor, no hay temor…1 »[Esa] filosofía... vino a reflejarse maravillosamente en la pompa y serenidad de su velorio», concluye Omer Pardillo.2 Durante treinta y dos de los mismos años en que Celia estaba cobrando cada vez más fama por su música llamativa, el Hermano Pablo llegó a ser también famoso en todo el mundo hispanohablante por sus más de diez mil Mensajes a la Conciencia difundidos por radio y televisión. Y para este servidor que lo sucedió y lo observó de cerca durante los últimos diecisiete años de su vida ejemplar, es muy interesante comparar la filosofía del Hermano Pablo sobre su público con la filosofía de Celia. Puedo asegurar, como testigo ocular, que él mostraba— sin falta— amor, cariño y respeto por su público, fuera cual fuera su condición social. Sin necesidad de guardaespaldas, él escuchaba, mirándole a los ojos, a cada uno que se le acercaba, como si esa persona fuera la más importante del mundo. Es que practicaba lo que predicaba, que es precisamente lo que aconseja Celia y que tanta falta hace que hagamos los demás: vivir conforme a la regla de oro que estableció Jesucristo, el Hijo de Dios, de tratar a los demás de la misma manera como queremos que nos traten a nosotros.3 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 1Jn 4:18 2 Celia Cruz con Ana Cristina Reymundo, Celia: Mi vida (New York: HarperCollins, 2004), pp. 242-45. 3 Mt 7:12
(Día del Estreno del Himno Nacional de Cuba) (Himno cantado por Carlos Rey en audio y en video) Si bien fue el 13 de agosto de 1867 que Francisco Vicente Aguilera y Francisco Maceo Osorio, reunidos clandestinamente en Bayamo para preparar un levantamiento armado en pro de la independencia del imperio español, le pidieron a Pedro Felipe Perucho Figueredo Cisneros que compusiera un himno que «fuese como La Marsellesa de los revolucionarios cubanos», no fue sino hasta el 20 de octubre de 1868 que se estrenó. Al lado del Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes en el marco de la toma de Bayamo —que fue la primera victoria del Ejército Libertador— Perucho, sentado en la montura de su caballo, al escuchar entonar su marcha instrumentada por el maestro Manuel Muñoz Cedeño, escribió la letra del Himno de Bayamo, que el pueblo cantó jubiloso al pasar de mano en mano la hoja escrita. El 12 de agosto de 1870, el Mayor General Perucho Figueredo murió fusilado en Santiago de Cuba, cantando La Bayamesa, el Himno Nacional Cubano, con la frente erguida. Esta es la versión de La Bayamesa que publicó el prócer José Martí el 25 de junio de 1892 en su periódico Patria, que armonizó el musicógrafo Emilio Agramonte por encargo de Martí, y que fue revisada en 1898 por el compositor Antonio Rodríguez Ferrer,1 tal como se canta actualmente: Al combate corred, bayameses, que la patria os contempla orgullosa. No temáis una muerte gloriosa, que morir por la patria es vivir. En cadenas vivir es vivir en afrenta y oprobio sumido. Del clarín escuchad el sonido. ¡A las armas, valientes, corred! El apóstol Pablo, consciente de las batallas que se libran por la libertad física, que es temporal, le instó a su discípulo Timoteo a que peleara la buena batalla de la fe e hiciera suya la vida eterna.2 Es que San Pablo sabía que esa es la única manera de obtener la libertad espiritual, que dura para siempre. Y Timoteo probablemente ya sabía que el requisito de aquel apóstol para pelear esa «buena batalla de la fe» era ponerse la armadura de Dios, que consiste no sólo en el escudo de la fe, sino también en el cinturón de la verdad, la coraza de justicia, el calzado dispuesto para anunciar la buena noticia de la paz, el casco de la salvación y la espada del Espíritu Santo, que es la palabra de Dios.3 De ahí que yo mismo como hijo de esta patria, consciente de que tenemos a nuestra disposición esas armas espirituales que pueden librarnos de las cadenas del pecado,4 interprete también la segunda estrofa de nuestro Himno de Bayamo como un llamado urgente a pelear sin tregua esa buena batalla espiritual: En cadenas vivir es vivir en afrenta y oprobio sumido. Del clarín escuchad el sonido. ¡A las armas, valientes, corred! Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Jesús Gómez Cairo, «Breve historia del Himno Nacional de Cuba», La Jiribilla: Revista de cultura cubana, 20 octubre 2021 En línea 22 abril 2025. 2 1Ti 6:12 3 Ef 6:11-17 4 Jn 8:34-36; Ro 6:15-23
En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos: «Hace veinte años vivía con mis padres. Ellos no se llevaban bien. Mi madre estaba enferma, y yo la cuidaba. »Mi padre tenía otra familia, y me dijo que me fuera de la casa porque, si no me iba yo, se iría él. Como yo no quería que mi madre sufriera si se iba mi padre, [regresé inmediatamente al país] natal de ella.... »[Mi madre murió hace catorce años, y] ahora mi padre y su nueva y joven mujer quieren venir a vivir conmigo... debido a la situación actual [en su país]. »¿Debo recibirlos en mi apartamento? Ellos nunca han querido que yo vaya a pasar vacaciones [en su casa]... ya que yo no me llevo bien con esa nueva mujer.... [Ella y mi padre aún odian] a mi madre, [catorce años después de] su fallecimiento.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimada amiga: »... Usted no menciona por qué desea un consejo de nuestra parte... pero suponemos que es porque le importa el mandamiento bíblico que nos enseña a honrar a padre y madre.1 De ahí que quiera saber si el honrar a su padre significa que tiene que permitir que él la trate a usted como a él le plazca y luego aún poder obtener los beneficios de ser un padre digno de honra. »Nosotros creemos que el mandamiento bíblico de honrar a nuestros padres se refiere a mucho más que una relación biológica. Por ejemplo, en algunas familias los que crían a los niños son los abuelos. En otras familias, los niños han sido adoptados, por lo que sus padres no tienen ninguna relación biológica con ellos. En muchos hogares el padre biológico está ausente del todo, y la madre biológica cría sola a los niños. Por eso, el honrar a padre y madre quiere decir honrar a quienes fueron responsables de cuidarlo a uno hasta ser mayor de edad. »La Biblia también enseña que debemos ayudar en lo posible a nuestros familiares ancianos desvalidos.2 Sin embargo, no hay ninguna enseñanza que diga que tenemos que permitir que vivan con nosotros. »Para algunas personas y en algunas culturas, parece natural que un padre necesitado o enfermo sea atendido por un hijo adulto en la casa del padre o en la del hijo. Pero la responsabilidad primaria de un hijo adulto que está casado es su cónyuge y su propia familia, tal como enseñó el apóstol Pablo. El hijo adulto debe dejar a su padre y a su madre, y unirse a su esposa.3 Esa enseñanza deja en claro que el dejar a sus padres y vivir por su propia cuenta no es una forma de deshonrarlos. »Le recomendamos que honre a su padre tratándolo con respeto cuando se comunique con él. Si él necesita ayuda económica, y usted tiene los recursos para ayudarlo, envíele determinada cantidad mensualmente. A lo mejor, la otra familia de él ayudará de la misma manera.» Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo se puede leer si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 745. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Éx 20:12 2 1Ti 5:8 3 Ef 5:31
(Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza) Dice la historia que, cuando el rey Jorge VI de Inglaterra cumplió seis años de edad, recibió muchísimos regalos. Sus padres, sus tíos, sus amiguitos y todos sus súbditos se esforzaron por mostrarle al pequeño su cariño y devoción. Casi todos los regalos eran importados de Francia, España, Italia y otros países. A los criados encargados de cuidar al entonces príncipe Jorge les costó mucho trabajo desempacar, armar y mostrarle a su pequeño señor los lindos obsequios que le habían sido enviados. La verdad es que el modelo de algunos de los juguetes era para el uso exclusivo del simpático chiquitín, pues todavía no se había construido un juguete igual para lanzar al mercado. Una mañana en que los criados del palacio estaban jugando con el príncipe, notaron que había perdido interés en aquella montaña de juguetes. Lo había cautivado una escena callejera que podía ver desde una ventana de su habitación. Pasaban frente al palacio un limpiabotas y su hijo de seis años. A falta de juguetes, el hombre había atrapado una rata viva, le había atado un cordel al pescuezo y se la había dado a su hijo para que jugara con ella. El niño se sentía feliz con su juguete vivo. Cuando el pequeño príncipe, tras las rejas del palacio, vio esto, se le olvidó todo lo que él tenía. Perdió interés en todos sus juguetes y en las demás cosas del mundo entero. Lo único que quería era una rata viva como esa. ¿Qué tiene que ver con nosotros esta anécdota? Que todos somos como el pequeño príncipe de Inglaterra. Aunque tengamos todo lo habido y por haber, y hasta más de lo que necesitemos, siempre habrá algo nuevo que desearán nuestros ávidos ojos. Ponemos todo nuestro afecto en algún objeto de esta vida y, una vez que lo hemos obtenido y disfrutado, lo tiramos a un lado porque queremos otro diferente. Nunca quedamos satisfechos. Siempre queremos algo más o mejor. Jesucristo conocía este defecto humano. Por eso dijo que la vida de una persona no depende de la abundancia de los bienes que posee.1 No importa cuánto tengamos. Las cosas materiales no satisfacen como las que son espirituales. Sólo Cristo satisface la sed del alma. Por eso le dijo a la samaritana a la que le pidió agua de un pozo: «Si supieras lo que Dios puede dar, y conocieras al que te está pidiendo agua, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua que da vida.... Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.»2 Si realmente deseamos saciar nuestra sed espiritual, basta con que respondamos como la samaritana: «Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed.»3 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Lc 12:15 2 Jn 4:13‑14 3 Jn 4:15
En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos: «Cuando planeaba dejar a mi pareja por sus actitudes con otras mujeres en las redes sociales, descubrí que estaba embarazada. »Busqué dirección de parte de Dios, los dos hablamos con nuestros mentores, y a él le aconsejaron que, si realmente me amaba, necesitaba cambiar. Así que se comprometió, y planeamos casarnos. Pero nuevamente lo descubrí enviando solicitudes a otras mujeres, y ahora me están humillando por su culpa. ¡No sé qué hacer!» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimada amiga: »Fue una idea magnífica buscar la dirección de Dios así como el consejo de mentores de confianza. Cuando usted y su pareja hablaron con ellos, los dos estuvieron de acuerdo en que seguirían el consejo que les dieran. Pero su pareja estaba mintiéndole cuando dijo que aceptaba, o cambió de parecer después y decidió romper el acuerdo, o tal vez tenía buenas intenciones pero poco a poco volvió a sus viejas costumbres sin siquiera haberse decidido a hacerlo. Pudo deberse a cualquiera de estas tres posibilidades. »La primera posibilidad es que su pareja mintió, así que puede esperar que él siga mintiendo si usted decide permanecer a su lado. La segunda es que él dijo que estaba dispuesto a serle fiel, pero luego cambió de parecer, dejándole ese vivo ejemplo de lo poco que puede confiar en lo que él dice. Y la tercera posibilidad es que él fue sincero cuando dijo que cambiaría, pero poco a poco volvió a sus viejas costumbres sin siquiera estar consciente de haber tomado esa decisión.... »Lamentablemente, todas estas tres posibilidades llevan a la misma conclusión: de que no se puede confiar en su pareja, y es irracional pensar que él va a cambiar. Por eso le aconsejamos que lo deje hoy mismo y que ni siquiera considere casarse con él. »Esperamos que tenga parientes que le ofrezcan un lugar donde usted y su bebé puedan vivir. Tan pronto como el bebé nazca, haga una solicitud de manutención dentro de su sistema judicial. Si bien ese proceso legal puede diferir de un país a otro, en todos los países los hijos deben ser la responsabilidad tanto del padre como de la madre biológicos. Así que debe exigírsele al padre que aporte a los gastos de cada uno de los hijos que tenga. »Comprendemos que va a sentirse devastada al perder a su pareja y tener que afrontar el futuro sola. Pero usted dice que ha buscado la dirección de Dios, así que es hora de que confíe en que Él va a ayudarle. Pídale que le dé las fuerzas y la paz que necesitará para criar sola a su bebé. Participe en las actividades de su iglesia y su comunidad, y determine que nunca volverá a tener relaciones íntimas con ningún hombre sino hasta que esté legalmente casada.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo se puede leer si se ingresa en el sitio www.conciencia.net y se pulsa la pestaña que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 864. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net
«¿Se ha imaginado lo que podría ser una celebración de despedida cuando muera? ... ¿Qué tal si de la misma forma en que se anuncia la llegada de un bebé a la familia, también se nos anunciara la partida del abuelo nueve meses antes? —pregunta el humorista colombiano José Ordóñez en su obra titulada Primer libro de José Ordóñez a los aburridos—. Lo primero que harían las mujeres de la familia, incluso la esposa, las hijas y las nietas, sería organizar una “fiesta de despedida”», responde el talentoso cómico, que ha batido repetidas veces su propio récord mundial de chistes. Y luego describe la fiesta, dando vuelo a su fecunda imaginación: «Para la ocasión, el lugar se vería lleno de letreros alusivos a la celebración, como por ejemplo: “¡Que te vaya [bien]!” “¿Vuelves?” “¡Nos vemos al otro lado!”... Globos y serpentinas colgarían para la alegre celebración, mientras que algunos gladiolos se repartirían con buen gusto por toda la casa. Una torta grande de pasas y ciruelas negras se encontraría sobre el ataúd.... Se cambiaría el gélido minuto de silencio por la música preferida del futuro finado; él podría escuchar lo que siempre le encantó mientras espera la muerte.» Si supiéramos el día de nuestra muerte, «se verían entierros con orquestas, grupos de vallenatos [y] mariachis... cantando alegres... —continúa Ordóñez—. En lo más álgido de la fiesta entrarían de sorpresa los mariachis cantando: »Estas son las mortajitas que le dieron a David el día, que de estar tan viejo, a él se le dio por morir. »¡Morite, viejo, morite! Mira que ya anocheció. Y ya los grillos se aprestan a cantarte en tu panteón.... »Otra de las ventajas de saber la fecha en que vamos a fallecer es que podríamos escoger el lugar. Si los papás nos escogen dónde es que nacemos, nosotros decidimos dónde moriremos.... »... Si supiera que hoy es el día de mi muerte, llamaría a esos que sé que he ofendido y les pediría que me perdonaran, pues me daría tristeza saber que no me podrían recordar con agrado. »Si hoy fuera el día de mi muerte, dejaría todas mis cuentas canceladas, pues no me gustaría que mis hijos tuvieran que responder por las mismas, [y] miraría a mi esposa a los ojos y con un sonoro beso le diría: “¡Gracias, ha sido un placer compartir la vida contigo!” »Querido Dios... si hoy vinieras por mí, te agradecería por haberme enviado aquí a conocer a gente maravillosa, a beber con sed, a comer con hambre, a besar con entusiasmo, a sentir arrepentimiento, a luchar sin fuerzas, a vivir con pasión. Te pediría que me dejaras ver por última vez a mi familia de pie en la puerta de mi casa, para que se despidieran con la mano mientras admiro que el sol está en el poniente y refleja la cruz sobre mi casa. »¡Quizá éste no sea el día de mi muerte, quizá haya muchos más, pero hoy viviré como si fuera el último de mis días! »¿Y tú qué harás?»1 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 José Ordóñez, Primer libro de José Ordóñez a los aburridos (Miami, Florida: Editorial Vida, 2009), pp. 47-50.
En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» en nuestro sitio www.conciencia.net. Lo hizo de manera anónima, como pedimos que se haga; así que, a pesar de que nunca se lo había contado a nadie, nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Desde hace unos tres años tengo [deseos] de quitarme la vida, ya que desde niño mi vida fue muy dura. Salí a trabajar de mi casa a los siete años. Ahí me trataban como si fuera un animal. A los diez años fui a otro lugar. Ahí quisieron abusar de mí. Entonces escapé de mi ciudad. Tuve que viajar en camión treinta y seis horas sin comer, con frío.… Luego me dediqué a robar, pero después de dos años pude superar ese vicio. Aún me acuerdo [de] todo mi pasado, y cada vez que me acuerdo, quiero quitarme la vida.… »Prefiero estar aislado y solo, sin que nadie me diga nada. ¡Por favor, ayúdenme!» Este es el consejo que le dimos: «Estimado amigo: »Gracias por haber tenido la confianza de escribirnos. Sabemos que es probable que le haya costado trabajo contarnos su caso, pero nos alegra de que se haya animado a hacerlo. El hecho de que haya pedido ayuda es el primer paso para recuperarse de la manera desastrosa en que se le trató cuando era niño. »Tenga la seguridad de que Dios no quiso que a usted se le tratara así. No fue esa su voluntad, ni le agradó en absoluto. Es más, cuando su Hijo Jesucristo anduvo en esta tierra, solía emplear como ejemplo a un niño, y dijo que a cualquiera que hiciera tropezar a un pequeño, más le valdría que lo arrojaran a lo profundo del mar para que se ahogara.1 Con eso Jesús daba a entender que el hacerles daño a los niños es un pecado que Dios castigará con la mayor severidad. »El plan de Dios es que cada niño tenga una madre y un padre amorosos que lo cuiden, lo críen y lo amen. Sin embargo, los padres de usted no siguieron ese plan de Dios para la vida de ellos.... Así que lo trataron como no debiera jamás tratarse a un niño. Sus problemas pasados y presentes son la consecuencia natural de los pecados que cometieron sus padres. »¿Es justo que usted sufra por los pecados de ellos? ¡No, de ninguna manera! Pero la vida no es justa. Siempre que las personas puedan tomar sus propias decisiones, escogerán mal con frecuencia, y sus decisiones tarde o temprano harán que otros sufran.... »Usted no puede cambiar su pasado, pero sí puede cambiar su futuro. No puede escapar de lo que ya ha sufrido, pero sí puede comenzar una nueva vida. En primer lugar, acepte el hecho de que Dios lo ama y tiene un plan maravilloso para usted. Luego pídale que le perdone sus pecados y que lo acompañe todos los días por el resto de su vida. Cuando hable con Él en oración, sentirá que Él lo estrecha entre sus tiernos brazos, y sentirá también su amor profundo. »Le sugerimos que consulte a un médico y le hable de sus pensamientos acerca del suicidio. Es probable que usted necesite algún medicamento que lo ayude a regular cualquier desequilibrio químico que pudiera haber en su cuerpo. »Le deseamos lo mejor, »Linda y Carlos Rey.» El consejo completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, se puede leer si se pulsa el enlace en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego el enlace que dice: «Caso 134». Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Mt 18:2-6; Lc 17:1-2
En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Soy amigo de una joven de veintisiete años. Ella tiene dos niñas. Acordamos vivir en sociedad, compartiendo el hogar sólo como amigos, pero me arrepentí porque no somos pareja. Me preocupa ver que llegue con sus amigos porque ella me gusta mucho, pero ya me rechazó [por ser mucho mayor que ella].» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »Comprendemos por qué lamenta la decisión que tomó de vivir en sociedad con una mujer mucho más joven que usted. De hecho, hay por lo menos tres razones por las que nunca le aconsejaríamos a nadie que consintiera a tal arreglo. »La primera razón es que, a pesar de que usted quisiera creer que la diferencia de edad no tiene mayor importancia, lo cierto es que sí tiene muchísima importancia. Es más, si usted consintiera vivir en la misma casa con un hombre mucho menor, incluso con un hermano, sobrino o primo, aun así es probable que le resultara difícil vivir con él. La edad de los que viven juntos es importante, por mucho que usted trate de convencerse de que no es así.... »La segunda razón es que usted obviamente tenía la esperanza de que, tarde o temprano, la mujer se enamorara de usted y los dos pudieran llegar a formar una pareja. Esa ilusión era muy poco realista, y agregó un plan secreto al acuerdo.... »La tercera razón es que su amiga bien pudo haber consentido al arreglo porque usted asumió la mayor parte de las obligaciones económicas o tal vez todas. Ella pudo incluso haberle dado esperanzas de un futuro romance a fin de que usted pagara las cuentas y la sustentara. En lo que a usted respecta, gracias a Dios ella no fingió que lo amaba únicamente para que usted asumiera la responsabilidad económica. A diferencia de algunas otras mujeres, ella decidió ser sincera con usted. »Dice usted que ella lo rechazó debido a la edad suya. Esa es una manera interesante de verlo, pero nosotros lo vemos de otro modo. A nuestro juicio, ella discernió que ustedes no son compatibles, y esa es una cualidad que Dios quiere que cultivemos. »Quisiéramos mucho que las mujeres y los hombres en todas partes tuvieran más discernimiento al considerar sus noviazgos. La probabilidad de que fueran felices sería mucho mayor si practicaran el discernimiento con relación a cualidades del carácter, personalidades adictivas e integridad económica. Por lo general, quienes no disciernen al tener en cuenta esos factores basan su decisión en la atracción física y las emociones, en busca de fuegos artificiales en vez de energía eléctrica. »En cambio, los que hemos optado por seguir a Jesucristo y vivir conforme a sus enseñanzas disfrutamos de más discernimiento de lo común y corriente. Cuando oramos, podemos pedirle a Dios no sólo que nos dé su sabiduría divina sino también que nos ayude a tomar las decisiones que tengan que ver con nuestras relaciones con los demás.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo se puede leer si se ingresa en el sitio www.conciencia.net y se pulsa la pestaña que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 744. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net
(Día Mundial contra la Pena de Muerte) «... Fidel Murillo... se unió a nuestro grupo en los Llanos de Río Grande.... El hombre venía con una fama de ladrón, salteador de caminos y haciendas, incluso se rumoraba que debía ya varias vidas. Al parecer, andaba huyendo de la columna que comandaba el Coronel Sotomayor, quien tenía orden de capturarlo. »Este Coronel Sotomayor fue el que había tratado de apresarme; y al no dar conmigo mandó a quemar mis ranchos en El Cacao, y guindar por los cabellos a mi viejita, tal como también había hecho con la madre de Murillo.... »El Capitán Sotomayor, a cargo de treinta hombres, tiene la misión de capturar[me] a [mí,] Victoriano Lorenzo, indio montaraz que anda alzado por las montañas de Penonomé... y su cholada.... Según informes fidedignos, no son muchos y andan mal armados, por lo que será fácil someterlos. »A eso de las cuatro de la tarde de ese mismo día, nos dio alcance la “Columna Campo Serrano”, comandada por el Coronel Sotomayor, y ahí mismo, en los Llanos de Río Grande, trabamos combate.... Un fuego nutrido, intenso, empezó a salir de ambos bandos, causando bajas y heridos de lado y lado.... Uno de los tiros dio directamente en el ojo izquierdo del Coronel Sotomayor, quien cayó muerto al instante, produciendo la rendición total de la tropa enemiga. »Una vez que llegamos hasta donde estaban los veinte soldados con las manos en alto (algunos agitaban pañuelitos blancos), Fidel Murillo se adelantó con un machete y de un tajo le cortó la cabeza al Coronel Sotomayor. »Enseguida di orden de que se le pusiera bajo arresto, por irrespeto al cadáver de un militar caído en combate.... »Finalmente decidí soltar a Murillo, después de hacerle dar unos azotes y advertirle que no volviera a decir que pertenecía a mi ejército o que actuaba en su nombre. »Él siguió cometiendo sus fechorías, cada vez más graves.... Por el General Heliodoro Vernaza me enteré [de] la última «hazaña» del malhechor...: »“[Abusó] carnalmente de una niña, sobrina mía, General Lorenzo —declaró Vernaza—, y yo le pido encarecidamente que se le dé a este forajido el castigo que se merece. De no ser así, no sé con qué cara voy a presentarme ante mi familia, principalmente mi pobre hermana, quienes esperan que el Ejército de la Revolución, bajo cuyo nombre se ampara este sinvergüenza, le dé un castigo ejemplar.” »—No se preocupe, General Vernaza, enseguida reuniremos al Estado Mayor, para considerar la denuncia presentada por usted.... »La decisión del Estado Mayor, y no mía... fue la de fusilar a Fidel Murillo, allí mismo, en la Plaza Pública de Santa Fe... a las cinco de la tarde.»1 En medio de la injusticia de haber sido acusado el General Victoriano Lorenzo del homicidio de Fidel Murillo, en este cuento histórico escrito por el profesor panameño Juan Antonio Gómez, en su obra titulada Del tiempo y la memoria, sobresale la justicia pronta y severa que se hace en el caso de una niña víctima de abuso sexual. Menos mal que, si bien la justicia actual suele ser muy lenta y tolerante comparada con aquella de hace ya más de un siglo, Dios hará justicia en el juicio final. Pues Jesucristo mismo advirtió que al que hace tropezar siquiera a un solo niño, «más le valdría ser arrojado al mar con una piedra de molino atada al cuello».2 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Juan Antonio Gómez P., Del tiempo y la memoria (Cuentos históricos) (Panamá: Editorial Portobelo, 2005), pp. 79,80,81. 2 Lc 17:2; Mt 18:1-5; Mr 9:36-42
(30 Aniversario de la Inauguración del Monumento El Huevo de Colón en Sevilla, España) «Estando Cristóbal Colón a la mesa con muchos nobles españoles, uno de ellos le dijo: “Sr. Colón, incluso si vuestra merced no hubiese encontrado las Indias Occidentales, no nos habría faltado una persona que hubiese emprendido una aventura similar a la vuestra aquí en España, que es tierra pródiga en grandes hombres muy entendidos en cosmografía y literatura.” Colón no respondió a estas palabras, pero luego de pedir que le trajeran un huevo, lo puso sobre la mesa y dijo: “Señores, apuesto con cualquiera de ustedes a que no serán capaces de poner este huevo de pie como yo lo haré... sin ayuda alguna.” Todos lo intentaron sin éxito. Cuando el huevo volvió a Colón, éste lo golpeó sutilmente contra la mesa aplastando la curvatura de su base, lo que permitió dejarlo de pie. [Entonces] todos los presentes... entendieron lo que quería decirles: que después de hecha y vista la hazaña, cualquiera sabe cómo hacerla.»1 De esta historia legendaria que cuenta Girolamo Benzoni en su controvertida obra titulada Historia del Nuevo Mundo, publicada en Venecia en 1565, procede la expresión popular «como el huevo de Colón», que el Diccionario de la Real Academia Española define como «cosa que aparenta tener mucha dificultad, pero resulta ser fácil al conocer su artificio».2 Aun en el caso de quienes no conozcan la expresión, es probable que alguna vez se les haya mostrado la solución a un problema mucho más fácil de lo que se imaginaban, y hayan exclamado: «¡Ahhhh! ¡Veeee!» El mismo día en que Jesucristo resucitó, dos de sus seguidores iban camino a un pueblo cerca de Jerusalén. Mientras conversaban acerca de lo ocurrido en los últimos días, Jesús se les acercó, comenzó a caminar con ellos y, como no lo reconocieron, le contaron: «A Jesús, el profeta de Nazaret... los sacerdotes principales y nuestros líderes lograron que los romanos lo mataran, clavándolo en una cruz. Nosotros esperábamos que él fuera el libertador de Israel. Pero ya hace tres días que murió. »Esta mañana, algunas de las mujeres de nuestro grupo... fueron muy temprano a la tumba, [pero] no encontraron el cuerpo de Jesús.... [Entonces] unos ángeles se les aparecieron y les dijeron que Jesús está vivo. [Después] algunos hombres del grupo fueron a la tumba... pero ellos tampoco vieron a Jesús. »“[Es que] no pueden entender? [—les dijo Jesús—.] ... ¿No sabían ustedes que el Mesías tenía que sufrir antes de subir al cielo para reinar?” Luego Jesús les explicó todo lo que la Biblia decía acerca de él.... [Más tarde,] cuando se sentaron a comer, Jesús tomó el pan, dio gracias a Dios, lo partió y se lo dio a ellos. Entonces los dos discípulos pudieron reconocerlo, ¡pero Jesús desapareció!»3 Fue así como por fin entendieron, y lo que se dijeron el uno al otro bien pudiera resumirse como si hubieran exclamado: «¡Ahhhh! ¡Veeee!» Gracias a Dios, ahora cada uno de los que creemos en su Hijo Jesucristo podemos disfrutar actualmente de un renacimiento espiritual y gozar eternamente de un renacimiento físico «como la resurrección de Cristo».4 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Wikipedia, s.v. «Huevo de Colón» En línea 22 marzo 2025. 2 Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española En línea 4 abril 2025. 3 Lc 24:13-32 (TLA) 4 Jn 3:1-16; 10:10; 1Co 15:12-23; 1Ts 4:13-18
(12 de octubre: Día del Encuentro entre dos Culturas — República Dominicana) «En 1508, cuando las autoridades [españolas] realizaron el primer censo de indios, apenas quedaban sesenta mil indios de los cuatrocientos mil que había cuando [Cristóbal] Colón pisó por primera vez la isla [Española, hoy República Dominicana] —señala el reconocido historiador dominicano Frank Moya Pons—.... Durante todo ese tiempo, los españoles creyeron que la población indígena nunca se extinguiría, y la manejaron como si fuera un recurso natural inagotable, como animales de caza de los que se podía disponer a su antojo, y matar por placer para satisfacer sus instintos más primitivos.... »En otro censo tomado en 1510 sólo se registraron treinta y tres mil quinientos veintitrés indios —continúa Moya Pons—. Familias enteras desaparecían día tras día. Muchas se suicidaban en masa, y en numerosos casos mataban a sus propios hijos. Aquellos que huían a los montes morían de hambre y de frío en las montañas. Entretanto, los españoles acentuaban las mudanzas de comunidades enteras para suplir con mano de obra a las minas que perdían sus trabajadores de la noche a la mañana.... »En 1517 solamente quedaban once mil taínos vivos. En diciembre de 1518 se desató una epidemia de viruelas, la primera en el Nuevo Mundo, que hizo morir más de ocho mil indios, quedando unos dos mil quinientos sobrevivientes en toda la isla. La mayoría de estos últimos indios también murió en los años siguientes, con excepción de unos quinientos individuos que huyeron a las montañas en 1519 encabezados por el cacique Enriquillo, un joven nitaíno educado por los frailes franciscanos en Santo Domingo. »Enriquillo y su grupo se mantuvieron alzados en las serranías del suroeste de la Española, haciendo una guerra de guerrillas a los españoles hasta que convinieron en firmar las paces en 1533 y fueron asentados en un lugar llamado Boyá después de haber forzado a las autoridades a reconocerles su libertad y a dejarlos tranquilos para siempre. Sin embargo, este tardío triunfo les sirvió de muy poco, pues hacía mucho tiempo que los indios de la Española habían perdido su capacidad para reproducirse, y poco tiempo después quedaron extinguidos para siempre.... »[Así como preguntaron los] frailes dominicos... Pedro de Córdoba... Antonio Montesinos y... Bartolomé de las Casas [a partir de 1511,] ... todavía [hoy debiéramos sentir la obligación de preguntarnos nosotros]: ¿Es que no eran seres humanos? ¿Es que no tenían almas? ¿Es que no eran también hijos de Dios?»1 No nos queda más que señalar lo mejor que pudiera resultar de esas increpantes interrogaciones retóricas del historiador Moya Pons al final de su conferencia titulada «El choque del descubrimiento del Nuevo Mundo»: ¡que sería eternamente valioso si nos llevaran a cada uno a descubrir que, sin excepción alguna, a todos los que recibimos a Jesucristo el Hijo de Dios y creemos en Él, nos concede el privilegio de llegar a ser hijos de Dios y de disfrutar de una nueva vida ahora y de un nuevo mundo incomparable por la eternidad!2 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Frank Moya Pons, «El choque del descubrimiento», Revista Ciencia y Sociedad, Vol. XVII, Núm. 3, Julio-Septiembre 1992, pp. 230-33,238-39,241. 2 Jn 1:12; 3:1-16; 10:10
En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Tengo veintiséis años, y mi esposa, treinta. Estos años han sido difíciles debido a problemas económicos. A mí varias veces me ha costado conseguir empleo porque aún no tengo una carrera universitaria, y eso ha sido muy problemático en nuestra relación. Mi esposa es licenciada, por lo que le ha sido más fácil obtener empleo y ha tenido muchas veces que hacerse cargo de lo que me corresponde a mí.... Tenemos un hermoso bebé de tres años.... »Ella no quiere estar conmigo por todo lo que ha pasado, y la entiendo. Sé que me odia porque ya me lo ha dicho con sus palabras.... Ella me repite que busque otra mujer, que ella quiere tener nuevas experiencias. Pero mientras estemos casados, para mí la única mujer que debo mirar es a ella porque la sigo amando aunque ella no sienta lo mismo por mí, y también porque temo a Dios.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »Cuando usted dice que teme a Dios, creemos que se está refiriendo al debido respeto que le tiene. Es decir, usted respeta a Dios y sus Diez Mandamientos, y jamás quisiera quebrantar el mandamiento que nos advierte que no cometamos adulterio. »Usted está optando por intentar salvar su matrimonio porque no quiere quebrantar el mandamiento, pero también porque ama a su familia. Quiere que su bebé tenga la ventaja y la seguridad de crecer en un hogar con padre y madre. Esa es una prioridad muy importante. »Ahora bien, la idea de que es necesario haber hecho una carrera universitaria para encontrar un empleo estable es infundada. En todos los países la mayoría de la población no tiene un título universitario y sin embargo esas personas logran encontrar empleos que no lo requieren. Usted dice que varias veces le ha costado conseguir empleo, dando a entender que ha tenido varios empleos pero ninguno por mucho tiempo. »¿Por qué dejó esos empleos que tenía? ¿Renunció, o lo despidieron? Nosotros conocemos a personas que con frecuencia cambian de empleo, y usualmente se debe a que no han podido llevarse bien con sus patrones, o no les gusta obedecer órdenes, o piensan que el trabajo que están haciendo es demasiado insignificante para ellas. Si usted ha renunciado a trabajos o ha sido despedido por cualesquiera de esas razones, entonces podemos comprender por qué su esposa está frustrada con usted. »Es muy bueno el respeto que siente hacia Dios y el deseo que tiene de obedecer los Diez Mandamientos, pero Dios quiere que sepa que lo ama y desea lo mejor para usted y su familia. Él no es un Dios distante que está esperando castigarlo por los pecados que usted ha cometido, sino más bien un Dios cercano que lo ama más de lo que usted es capaz de comprender. De hecho, Él lo ama a usted, y nos ama a nosotros, a tal grado que estuvo dispuesto a sacrificar a su único Hijo para pagar el castigo por todos nuestros pecados. Pídale directamente en oración que lo ayude y que le dé sabiduría para saber cómo proceder.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. Este caso y este consejo pueden leerse e imprimirse si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 863. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net
(Día del Arquitecto en España) En la undécima carta de las veintiuna que conforman la biografía novelada que se titula Yo, Gaudí —escrita por el productor musical barcelonés Xavier Güell, tataranieto de Eusebio Güell, quien financió la mayoría de los proyectos del famoso arquitecto catalán— Antoni Gaudí le escribe a su joven amigo Alfonso Trías acerca del obispo Grau. Gaudí conocía a Alfonso desde su niñez, ya que Alfonso era hijo del abogado Martí Trías, su vecino del Parque Güell. «El obispo Grau fue mi consejero espiritual, además de mi amigo — escribe Gaudí—. Tenía un corazón de oro, y... en cualquier situación, por difícil que fuera, podías confiar en él.... »[Cuando yo me encontraba trabajando en el palacio Güell, Grau me dijo:] “El palacio episcopal de Astorga ha sido reducido a escombros.... Quiero construir un nuevo palacio cuanto antes.... Una vez le oí [a usted] decir que para edificar el templo de la Sagrada Familia se proponía seguir la tradición mediterránea.... Eso es justamente lo que me propongo hacer....” »Acepté el encargo... [y] meses más tarde le envié los planos.... [Pero los] expertos en arquitectura en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid... [consideraron] que en el proyecto había muchos defectos.... Viajé a Astorga bastante enfadado... [pero] a mi llegada... quedé sorprendido al descubrir sobre el terreno que mis cálculos iniciales, llevados a cabo a través de fotografías, estaban equivocados. No me costó reconocerlo, [así que] le dije que haría las rectificaciones oportunas. »Grau me miró complacido [y respondió:] “Compruebo que, además de tener gran talento, es usted humilde. ¡Alabado sea Dios por ello! ... Con [la humildad] la vida se ve de otra manera.... Lo contrario de la humildad no es la soberbia, como se piensa, sino el empecinamiento. ¡Hay tantos tercos en este mundo! ...” »[Yo] no estaba de acuerdo con la última parte de su reflexión —aclara Gaudí—.... Para mí, lo opuesto a la humildad sí es la soberbia. Esta es siempre gratuita y no reporta satisfacción alguna; cuando uno tiene la desgracia de creerse superior es que no lo es en absoluto. Por el contrario, la obstinación, cualidad si no igual al menos parecida a la de la terquedad, en múltiples ocasiones procura beneficios. »Mi vida es un claro ejemplo de ello.... He luchado por ir más allá de lo permitido.... Todo eso habría sido imposible sin obstinación. Te diré algo más: estoy convencido de que sin ella no se puede crear. No enfrentarse a las cosas con obstinación implica pereza, falta de carácter. Cuando uno sabe lo que quiere, se [llena de] entusiasmo; en cambio, cuando duda, no encuentra nunca la hora de empezar.»1 Quiera Dios que aprendamos, tanto de Grau como de Gaudí, que si queremos alcanzar metas grandes y maravillosas, más vale que seamos humildes, poniendo todo nuestro empeño con obstinación pero sin que importen nuestros propios intereses, pues la Biblia dice que «Dios se opone a los orgullosos, pero brinda su ayuda a los humildes».2 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Xavier Güell, Yo, Gaudí (Narrativa) (Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2019), pp. 135-46. 2 Stg 4:6 (TLA); cf. Pr 3:34 (TLA) y Fil 2:3-11
En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Hace cuatro meses conocí a una mujer de veintisiete años, y me gusta mucho. Ella ha sufrido demasiado. Mataron a su papá, y tuvo noviazgos que destrozaron más su corazón. Ella dice que tiene el corazón lleno de amargura y enojo, un corazón duro. Dice que me quiere, pero no puede [demostrármelo] porque su corazón no se lo permite. A mí me duele verla así, y ruego a Dios todos los días por ella. »El único medio por el que nos comunicamos es WhatsApp. Hoy ya no me permite verla. Yo la amo. ¡Me duele verla sufrir, y no sé qué hacer!» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »El tener compasión de los demás y mostrar empatía por ellos es una virtud admirable. La compasión y la empatía siempre son cualidades positivas. »Sin embargo, aunque usted hace bien al tener compasión, corre peligro al creer que es quien puede rescatar a esta mujer de su situación actual y lograr que deje de sufrir. Es cierto que una amistosa relación afectiva con usted la ayudará a comprender que no todos los hombres son como los que la hicieron sufrir antes.... Pero no es aconsejable que usted considere tener un noviazgo con ella. No está lista, y tal vez no lo esté por algunos años. »Usted ha conocido a esta mujer sólo por cuatro meses, y ahora se está comunicando con ella únicamente por mensajes de texto, sin la posibilidad de verla ni de hablar con ella en persona. Por eso, lo más probable es que el decir que la ama significa que usted quiere rescatarla y lograr que ella deje de sufrir. Sin embargo, no significa que usted la conoce lo bastante bien como para haber descubierto cuáles son las cualidades del carácter, los valores, las prioridades ni las creencias de ella. »Comprendo por qué se siente desesperado por ayudar a esta mujer. Yo he sentido lo mismo muchas veces al ser confrontada con personas que están sufriendo. Y al igual que las personas en todas partes que tienen un buen corazón, me encantaría poder ponerle fin a todo el sufrimiento en el mundo. Dios también quisiera, y Él sí podría lograrlo. Pero como Él es sabio y bondadoso, sabe que con frecuencia lo que más nos conviene es afrontar las consecuencias naturales de nuestra conducta pasada. Si Dios eliminara esas consecuencias naturales, no dejaríamos de cometer los mismos errores vez tras vez, hiriendo a muchas otras personas en el proceso. »Esta mujer no hizo nada para causar la trágica muerte del padre de ella, así que obviamente no fue una consecuencia natural que ella sufriera esa pérdida. Pero es posible que ella haya tomado decisiones que le acarrearon los otros problemas que está afrontando, y usted debe permitir que los resuelva sin presionarla de manera alguna.» Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo puede leerse con sólo pulsar la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 743. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net
La encomienda sólo decía «La Oroya», así que la terminal de autobuses de Huancayo, Perú, remitió la caja a esa localidad. Era una caja de cartón, bien envuelta. Pero como permaneció dos días en La Oroya sin que nadie la reclamara, la devolvieron a Huancayo. Tampoco la reclamó nadie en Huancayo, así que, como olía mal, dieron aviso a la policía. Cuando por fin abrieron la caja, descubrieron que adentro estaba el cadáver descompuesto de un joven, muerto de un balazo en el rostro. Luego de considerar las opciones, decidieron publicar el siguiente aviso: «Encomienda con un muerto adentro se halla en la estación de policía. Quien se crea con derecho a ella, puede venir a reclamarla.» He aquí uno de esos muertos pobres e ignorados que permanecerán en el anonimato, quizá para siempre, hasta que en el día final se aclaren todas las cosas. Sólo podía deducirse que aquel joven desconocido había sido asesinado, envuelto en una frazada y colocado de cuclillas en una caja de cartón, y que lo habían despachado a La Oroya porque tal vez era de esa localidad. ¿Quién lo mató? ¿Quién envolvió su cuerpo en el paquete? ¿Quién lo despachó en Huancayo? ¿Quiénes eran su padre y su madre? ¿Tenía amigos, esposa, novia? Nada de esto llegó a saberse. Sólo se sabía que estaba muerto, y que tendría que ser enterrado en alguna tumba de misericordia. Hay personas que pasan toda la vida solas, ignoradas, abandonadas, tristes, como si no tuvieran nombre ni destino que no fuera trágico. Forman parte de una gran compañía de seres humanos casi invisibles —entre ellos hombres, mujeres y niños— pobres, ignorantes, desvalidos, indefensos. Sufren viviendo porque viven sufriendo física, social y emocionalmente, y mueren en el misterio del anonimato. ¿Habrá alguien que tenga compasión de ellos? Sí, lo hay. Se trata de Jesucristo, el Hijo de Dios. Nadie los comprende como Él. Fue precisamente para identificarse con ellos que se hizo hombre y nació de la forma más humilde posible, en un pesebre, y murió de la forma más humillante posible, colgado semidesnudo en una cruz. Sintiéndose abandonado tanto por su Padre como por sus mejores amigos, dio su vida por todo el que alguna vez habría de sentirse abandonado. Uno de esos amigos, Mateo, escribió en su biografía acerca de Cristo: «Jesús recorría todos los pueblos y aldeas... sanando toda enfermedad y toda dolencia. Al ver a las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban agobiadas y desamparadas, como ovejas sin pastor.»1 En el capítulo anterior Jesús se había identificado con esas multitudes desatendidas como Hijo del hombre: «Las zorras tienen madrigueras y las aves tienen nidos —había declarado—, pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza.»2 De ahí que posteriormente nos hiciera la invitación a todos, y en particular a los que difícilmente soportan la vida que llevan: «Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso.... Aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma.»3 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Mt 9:36 2 Mt 8:20 3 Mt 11:28-29
En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos: «Tengo dieciocho años de casada. Lo que motivó el matrimonio fue un embarazo. Yo tenía veinticinco años. »Durante los primeros cuatro años, mi marido salía de fiesta los fines de semana y llegaba tarde y con tragos de más. Él ha sido muy irresponsable en lo económico. Es una persona grosera. Me trata con malas palabras y me dice gorda, fea.... Siento que estoy llevando una carga y que ya no lo quiero. »Estoy buscando a Dios y visitando una iglesia cristiana, pero mi esposo no quiere asistir. Espero un consejo.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimada amiga: »Sentimos mucho que su esposo la haya tratado de tal manera que usted sienta que está llevando una carga pesada. Los insultos de él la han debilitado, haciendo que esa carga sea aún más pesada. Así que no es de extrañarse que usted ya no sienta el amor que tuvo por él. »La razón que usted aduce para haberse casado con su esposo da a entender que no lo habría elegido a él si no hubiera quedado embarazada. Lamentablemente, eso es lo que suele ocurrir cuando se concibe a un bebé antes de que la pareja se case. El embarazo da como resultado un matrimonio que no está basado en amor y respeto mutuos. Por supuesto, esa es una opción muchísimo mejor que la de matar al bebé mediante el aborto, pero un matrimonio desigual conduce, por lo general, a décadas de infelicidad. A eso se debe que aboguemos con firmeza por abstenerse de la intimidad sexual hasta después de la boda. »Como obviamente no puede volver atrás y cambiar lo sucedido ni las decisiones que tomó, es hora de que piense en lo que más les conviene a su hijo y a usted. »Nosotros no sólo creemos que el asistir a una iglesia cristiana, tal como ha estado haciendo, es un paso positivo, sino también le recomendamos que asista a clases especiales sólo para mujeres, así como a los grupos pequeños de estudio bíblico. Sin embargo, tenga presente que no todo el que asiste a una iglesia cristiana es un seguidor de Cristo, y que no todo seguidor de Cristo ha estudiado la Biblia lo suficiente como para darle buenos consejos.... »Si usted es seguidora de Cristo y comienza a obedecer sus enseñanzas, puede pedirle sabiduría en cuanto a cómo obtener ayuda para su matrimonio, y pedirle que le dé discernimiento, que es la capacidad de percibir si una persona es lo que parece ser. Él puede ayudarle a encontrar recursos disponibles donde usted vive, pero también le recomendamos que busque consejería profesional. »Además, como seguidora de Cristo, cuando comience a poner en práctica las enseñanzas de Él, usted se convierte en una nueva persona. Cuanto más su esposo la vea como esa nueva persona, más se interesará en conocer lo que ha producido ese cambio en su vida.»1 Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo puede leerse con sólo pulsar la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 862. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 2Co 5:17; 1Co 7:12-16; 1P 2:12
(Día Internacional de las Personas de Edad) «Fue a la vuelta de la esquina de aquella calle, que ni él ni ella habían recorrido nunca con frecuencia en pasados tiempos; menos aún en los últimos años.... Se encontraron de pronto frente a frente, y se vieron y se detuvieron, a la par, de golpe; y se miraron.... Se vieron sonriéndose el uno al otro con una sonrisa que se dilataba y demoraba sin que ellos lo pensaran. »—¡María!... »—¡Joaquín!... »Y se miraron un momento —un siglo— tal como no creyeron nunca verse. Eso ha hecho el tiempo con nosotros. El paño amarillento de sol, de mal dormir, de mal comer, y de los amaneceres sin esperanza, tuyo, María. El rostro como empequeñecido y con tajos en las mejillas, tuyo, Joaquín. Unos tajos que estuvieron siempre ahí como golpes de gubia, pero que ahora lo parecían de veras. Las ropas raídas y las uñas gastadas de animal que escarba para comer, de ella. Los hombros encorvados, las arrugas plisándole, aviejándole, los párpados, en las comisuras, de él.... »Luego vendrían las preguntas, y la imagen presente se iría diluyendo en una creciente lejanía, de días desperdiciados.... »—¿Te casaste? »—No; ¿y tú? »—Tampoco. »Pausa. »—¿Trabajas? »—Sí... Soy sereno en los sótanos de un almacén. Entro a las diez de la noche; a las seis de la mañana dejo mi turno. Recién apagué mi farol. ¿Y tú? »—Trabajo por horas en varias casas. No me falta trabajo, no creas. Y me tratan bien siempre. Casi siempre.... »—¿Dónde vas?... »—Al mercado. Me desvié un poco de mi camino, esta mañana. Me cansé de ir siempre por el mismo. Se me ocurrió cambiar, hoy; Y ya ves. Dios quería juntarnos. »—Sí. Dios seguramente. »—¡Tengo tantas cosas de que hablarte! »—Y yo. Ahora iba a la pensión a desayunar y dormir; pero puedo dejar de ir. Hablar. Hablar contigo. Hablarnos. »—Pero yo no puedo. Voy al mercado. Tengo que volver a la casa pronto —con pánico—. No puedo tardar. Tengo que estar a punto en la cocina.... »—Nos vemos luego, entonces. »—¿Dónde?... »—Donde tú digas. »—La plaza aquella, ¿ves? Seis cuadras de aquí. Llevo a los niños a pasear por la tarde. Entonces sí, tengo tiempo. Tendremos tiempo. »—Estaré allí. »Pero no se movían.... »Fue ella quien tuvo que romper el encanto: »—Hasta luego. »Le sonrió y echó a andar... canasta al brazo, volviéndose a veces. El quedó aún en el sitio, viéndola irse. Hasta que dobló la esquina tras volverse una vez más y dirigirle un saludo que él respondió apenas porque le sonreía, y sonriendo siguió, sin pensar que ella ya no podía ver su sonrisa. »Ahora él también echó a andar. Con los pies aligerados, con todo el cuerpo aligerado: no sabía cómo; pero le costaba menos caminar.... Es verdad lo que decía la vieja. Dios aprieta, pero no ahoga. Algún día nos sonríe la felicidad. »... María.»1 Con este cuento titulado «El nombre de María», la escritora hispano-paraguaya Josefina Plá nos hace vivir la experiencia del afortunado reencuentro de dos seres sencillos que, a pesar de haber sido maltratados por los años, era como si se hubieran conservado el uno para la otra, la una para el otro, toda la vida, sin saberlo. Y Dios sí quería juntarlos. «Sí. Dios seguramente.» Porque el Padre celestial desea dar cosas buenas a sus hijos aún más que los que somos padres deseamos dárselas a los nuestros.2 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Josefina Plá, Cuentos completos, Ed. Miguel Ángel Fernández (Editorial El Lector, 1996), pp. 421-23. 2 Mt 7:11
(Víspera del Día Internacional de las Personas de Edad) «Hace poco... se me ocurrió que me tenía que casar con un viejo —escribe Hebe Uhart en su relato titulado «Un posible marido viejo»—. Fue por unos días no más. Yo me imaginaba un viejo redondo, sólido, de más de sesenta años, no un hombre medio viejo. El viejo tendría lo que se llama experiencia de la vida, y yo haría lo que se me antojara. Él me querría, me protegería, me acompañaría cuando yo lo precisara, y se iría enseguida cuando viera que importunaba. »Y en los momentos en que no supiera qué hacer, recurriría a la experiencia del viejo para que me distrajera, para que inventara en qué pasar el tiempo... Es decir, en la experiencia de la vida nunca creí demasiado; más bien, esperaba del viejo la falta de ansiedad y eficacia. No se me ocurría ni por un momento que yo podría ser malísima con él y rencorosa, tan mala como para hacerlo enfermar o morir; o que el viejo fuera maniático, y yo tuviera que decirle siempre qué hora era o si hacía buen o mal tiempo. »Ya casi me había olvidado de todo eso cuando una tarde, en un bar, nos encontrábamos un grupo de gente conocida.... Apareció entonces un viejo de unos sesenta años.... »... Noté que... se encontraba lúcido, lo cual era conveniente.... »Empezamos a hablar del mundo y de la vida.... »... El viejo empezó a contarme la muerte de su padre, que, según yo imaginaba, debía haber sucedido como cuarenta años atrás, pero había sucedido hacía sólo dos años, y él me dijo: »—No te imaginás cómo me quebrantó, che. »Yo pensé: “El padre debía de tener noventa y ocho años”. Y me contó cómo le quería prolongar la vida a toda costa. Me contó que el padre se quería morir porque sufría mucho, y él le prolongaba la vida con inyecciones, con consejos, etc. Y el padre le decía: »—Dejame morir, por favor.»1 ¡Qué transparencia la que muestra la escritora argentina Hebe Uhart, con la que tantos podemos identificarnos! ¡Y qué difícil es aceptar la muerte de un ser querido, incluso cuando éste ha vivido largos años y ha llegado la hora de su partida de este mundo! Pero tanto o más difícil aún es aceptar que la vida se prolongue cuando se está sufriendo y la muerte representa el alivio anhelado. Gracias a Dios, lo que puede ayudarnos a aceptar la muerte o la prolongación de la vida es la relación que hemos cultivado con su Hijo Jesucristo, tal como se valió de ella el apóstol Pablo. Al escribirles a los filipenses sobre el tema, San Pablo les dijo: «Para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia.... Me siento presionado por dos posibilidades: deseo partir y estar con Cristo, que es muchísimo mejor, pero por el bien de ustedes es preferible que yo permanezca en este mundo.»2 Quiera Dios que, al igual que el sufrido apóstol, cuando a nosotros nos llegue la hora, podamos decir lo mismo que él le escribió a Timoteo, su «hijo en la fe»3: «El tiempo de mi partida ha llegado. He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe. Por lo demás me espera la corona de justicia que el Señor, el juez justo, me otorgará en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que con amor hayan esperado su venida.»4 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Hebe Uhart, «Un posible marido viejo», Relatos reunidos (Buenos Aires: Alfaguara, 2010), pp. 179-81. 2 Fil 1:21,23-24 3 1Ti 1:2 4 2Ti 4:6b-8
En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos: «En mis casi treinta años de vida he tenido dos novios, pero en ambas relaciones me fue bastante mal. Sufrí humillaciones, burlas, mentiras y engaños. Después de mi última relación, acudí a terapia psicológica un par de veces. »Los dos hombres rehicieron su vida, y... no puedo dejar de sentirme enojada al ver que son aparentemente felices con alguien más. »Soy una mujer profesional, independiente, honesta y amable; pero esto me ha llevado a cuestionarme a mí misma y mi valor.... ¿Cómo puedo sanar el dolor de sentir que no fui lo suficiente valiosa para que me amaran o respetaran?» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimada amiga: »... Al parecer, las humillaciones y los engaños que sufrió sucedieron durante un lapso de tiempo en su primer noviazgo, y luego sucedieron durante otro lapso de tiempo en su segundo noviazgo. Ese largo proceso pudiera asemejarse a un lavado de cerebro. Esos hombres poco a poco hicieron que usted comenzara a cuestionarse a sí misma y a preguntarse si merecía que la trataran de ese modo.... »Lo que usted sufrió fue horrible. Sin embargo, las lecciones que aprendió pueden prepararla para un futuro mejor. Este es el momento de mirar hacia adelante y no al pasado. ¿Cómo puede evitar que esto vuelva a suceder? »En primer lugar, le servirá saber que Dios la ama y la valora como hija de Él. Es más, Él la ama tanto que no esperó hasta que usted se arrepintiera de cualquier pecado en su vida. Más bien, se adelantó y dio a su único Hijo para que muriera en una cruz y así pagara por los pecados que usted y yo hemos cometido, todo porque nos ama. Él es nuestro Padre celestial que se preocupa mucho por el trato que estamos recibiendo. »En segundo lugar, comprenda que es mejor no tener ninguna relación sentimental que tener una abusiva. Muchas mujeres permiten que se les maltrate porque creen erróneamente que es mejor quedarse con cualquier hombre que con ninguno. Esa manera de pensar es peligrosa, como usted ya ha descubierto. »En tercer lugar, preste atención a las señales de advertencia. Si un tipo trata mal a la mamá, a la hermana, a los amigos o incluso a desconocidos, es probable que la trate así también a usted. Si él arremete contra cualquiera, es probable que arremeta así mismo contra usted. Y si les miente a los demás, sin duda le mentirá a usted también. »Por último, determine ponerle fin a cualquier relación sentimental —por buena que le parezca— después de la primerísima vez que un tipo le falte al respeto o le mienta. ¡Corra, y no mire atrás!» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo puede leerse con sólo ingresar en el sitio www.conciencia.net y pulsar la pestaña que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 742. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net
(Último domingo de septiembre: Día Internacional de la Biblia) «Para mí —escribió Pablo Neruda en 1954— los libros fueron como la misma selva en que me perdía, en que continuaba perdiéndome. Eran otras flores deslumbradoras, otros altos follajes sombríos, misterioso silencio, sonidos celestiales, pero también la vida de los hombres más allá de los cerros, más allá de los helechos, más allá de la lluvia. »Por ese tiempo —continúa narrando Neruda— llegó a Temuco una señora alta, con vestidos muy largos, y zapatos de tacón bajo.... Era la directora del liceo. Venía de nuestra ciudad austral, de las nieves de Magallanes.... La vi muy pocas veces, porque yo temía el contacto de los extraños a mi mundo. »... Tenía una sonrisa ancha y blanca en su rostro moreno por la sangre y la intemperie... sonrisa entre pícara y fraternal y... ojos que se fruncían picados por la nieve o la luz de la pampa. »No me extrañó cuando de entre sus ropas sacerdotales sacaba libros que me entregaba y que fui devorando. Ella me hizo leer los primeros grandes nombres de la literatura rusa que tanta influencia tuvieron sobre mí. »Luego se vino al Norte. No la eché de menos porque ya tenía miles de compañeros, las vidas atormentadas de los libros. Ya sabía dónde buscarlos.»1 Ese amor a los libros del que habla el poeta chileno Pablo Neruda, que le inculcó aquella maestra de escuela a temprana edad en Temuco, culminó en 1971 cuando se le concedió el Premio Nobel de Literatura. Pero Neruda no fue el primer poeta chileno en obtener el ansiado premio; fue el segundo. Ya hacía un cuarto de siglo, en 1945, que había obtenido el Premio Nobel su antigua mentora, que fuera por un tiempo directora de aquel liceo en Temuco, Gabriela Mistral. A propósito del amor a los libros, Gabriela misma lo practicó a lo largo y ancho de su ilustre carrera literaria y diplomática. Pero hubo un libro en particular que mereció su más alto aprecio. En el año 1919 la Mistral le regaló un hermoso ejemplar de ese magistral libro, la Santa Biblia, al Liceo No. 6 de Santiago de Chile, donde ejerció como directora. En sus páginas dejó escrita esta confesión de fe, a modo de dedicatoria, respecto al Libro Sagrado: Libro mío, libro en cualquier tiempo y en cualquier hora. Bueno y amigo para mi corazón, fuerte, poderoso compañero. Tú me has enseñado la inmensa belleza y el sencillo candor, la verdad terrible y sencilla en breves cantos. Mis mejores amigos no han sido gentes de mis tiempos; han sido los que tú me diste: David, Rut, Job, Raquel y María. Con los míos éstos son mis gentes, los que rondan en mi corazón y en mis oraciones, los que me ayudan a amar y a bien padecer... Siempre eres fresco, recién conocido... Yo te amo todo, desde el nardo de la parábola hasta el adjetivo crudo de los Números.2 Así como Pablo Neruda aprendió de Gabriela Mistral a buscar la grata compañía de los libros, aprendamos también nosotros de aquella poetisa de América a buscar la grata compañía del Libro por excelencia que ella tanto amaba. En cualquier tiempo y a cualquier hora, podemos acudir a él como fuerte y poderoso compañero. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Pablo Neruda (Isla Negra, 1954), Infancia y poesía, reproducido en Pablo Neruda, Veinte poemas de amor y una canción desesperada (Bogotá: Editorial Norma, 1990), pp. 25-26, tomado del diario El Tiempo, Lecturas Dominicales, Bogotá, octubre 31 de 1971. 2 Bruno Rosario Candelier, «El lenguaje bíblico en la lírica americana», TeoLiterária, Vol. 4, No. 7, 2014, pp. 113-14 En línea 13 mayo 2020.
En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos: «Mi esposo es un hombre muy trabajador. A lo largo de los años ha logrado tener su propia empresa y varias propiedades hermosas. Me casé con él por amor, pero me siento muy lastimada porque antes de casarnos firmamos un acuerdo donde yo renuncié a todos mis derechos como esposa. »Él tiene una niña de cinco años, fruto de su exesposa. Hace poco tiempo hablamos del tema, y me hizo saber que todo lo que posee le pertenece a su hija. Yo comprendo que es lo correcto, pero me preocupa un día llegar a mi vejez y no tener nada propio.... »Actualmente soy ama de casa, y también lo apoyo medio tiempo en su empresa.» Este es el consejo que le dio mi esposa: »Estimada amiga: »Es evidente que su esposo contrató a un abogado para formular el acuerdo prematrimonial, pero al parecer usted no tuvo ningún abogado que representara sus propios intereses legales. De ser así, no hubo nadie que le advirtiera sobre las consecuencias de firmar ese documento. »El mejor consejo que podemos darle es que haga el sacrificio que sea necesario para poder contratar a su propio abogado. Usted necesita asesoría legal propia de su país en particular. Como nos ha contado su caso de manera anónima, no sabemos en qué país vive, y aunque lo supiéramos, eso no quiere decir que conoceríamos sus leyes. »Sin embargo, sí estamos de acuerdo con el deseo que tiene su esposo de proveer para la hija. Ojalá que todos los padres asumieran la responsabilidad de proveer para los hijos, tanto emocional como económicamente. Por el contrario, como usted probablemente sabe, los hombres suelen abandonar a los hijos al mismo tiempo, o poco después, que se separan de la madre de ellos. El esposo suyo ha demostrado que es un hombre honorable en este sentido. »Podemos comprender su preocupación en cuanto a no tener nada propio en su vejez. ¿Está usted recibiendo algún sueldo de la empresa de su esposo por el trabajo que desempeña allí? Debido a que la empresa no le pertenece a usted, lo justo es que se le pague por separado por esas horas de trabajo. Si fuera así, usted podría ahorrar parte de ese dinero para su futuro. Ese es otro asunto que puede consultar con un abogado. »No hay ningún caso como el suyo en la Biblia, pero hay principios bíblicos que nos pueden servir de guía en casi toda situación. El apóstol Pablo enseñó que los hombres deben proveer económicamente para sus familias,1 pero usted al parecer optó por firmar un documento que la priva de esa provisión. Renunciar a sus derechos legales también se menciona en la Biblia,2 y es una práctica aceptable. »Además de recibir algún sueldo por su trabajo fuera del hogar y de consultar a un abogado, le instamos a que le pida a Dios que la guíe y le dé sabiduría en cuanto a los planes para su futuro. Puede confiar en Él como su guía si se dispone a seguirlo.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. Este caso y este consejo pueden leerse e imprimirse si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 861. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 1Ti 5:8 2 Gn 25:31-33
En este mensaje tratamos el caso de una mujer que «descargó su conciencia» en nuestro sitio www.conciencia.net. Lo hizo de manera anónima, como pedimos que se haga; así que, a pesar de que nunca se lo había contado a nadie, nos autorizó a que la citáramos, como sigue: «Mi madre... se quedó embarazada de mí hace treinta y siete años. Mi padre es casado y tiene cuatro hijos. Él engañó [a mi madre diciéndole] que era divorciado. »Nunca he contado con él. Suele verme cuando tiene cargos de conciencia. Él piensa que yo debo aceptar la situación, y punto. El que me oculte ante el mundo no piensa que está mal. »Actualmente estoy felizmente casada. Tengo tres hijos hermosos, y abrí las puertas de mi casa a mi padre, tratando de mejorar la relación y limpiar mi corazón; pero él es muy frío. A mis hijos los conoció porque yo [se lo pedí]. Realmente no veo verdadero amor en él hacia mí, y mucho menos hacia mis hijos.... »Quiero saber cuál debe ser mi comportamiento y relación con mi padre que no ofendan a Dios, pues actualmente he preferido alejarme de él para no seguir sufriendo y no seguir sintiendo su frialdad y fingido cariño.» Este es el consejo que le dimos: «Estimada amiga: »Nos entristece que a usted le haya tocado soportar tanto. No es justo que ningún hijo sienta que carece de amor y de aceptación, cualquiera que sea su edad. El hecho de que usted tenga treinta y siete años no quiere decir que el dolor deje de sentirse. »Al parecer usted es una mujer atenta y amorosa que se preocupa por hacer lo correcto con relación a su padre biológico y lo correcto a los ojos de Dios. La felicitamos por su actitud a pesar del dolor que siente. Usted es una persona que tiene la madurez necesaria para evitar que sus emociones determinen su conducta. »Sin embargo, hay algo en que está equivocada. Usted nos ha dado la impresión de que cree que su padre biológico debiera formar parte de su vida a pesar de la manera en que la trata. En eso no estamos de acuerdo con usted. Ese hombre aportó el elemento biológico que le dio a usted la vida, pero de ninguna manera la ha tratado como lo hace un verdadero padre. Usted no tiene ninguna obligación ni razón para volver a verlo, ni seguir siendo objeto de su frialdad. Y en definitiva no debe exponer a sus hijos a su indiferencia. »Sin embargo, no va a ganar nada con enojarse, tratarlo mal o guardarle rencor. No hay duda de que a usted le sobran motivos para sentir enojo y resentimiento, pero bien sabe que esas emociones son negativas y no agradan a Dios. De modo que así como Dios está dispuesto a perdonarnos a nosotros por todas las cosas horribles y malvadas que hemos hecho, también usted debe perdonar a su padre biológico. »Pero tenga por seguro que el perdonarlo de ninguna manera quiere decir que usted debe permitir que él la hiera a usted o lastime a su familia una y otra vez. Usted puede tomar la decisión de perdonar, y luego recordarse a sí misma, cada vez que piensa en él, que usted ha optado por perdonarlo. Pídale a Dios que la perdone por cualquier pensamiento pecaminoso y que haga que sus malos recuerdos se vayan desvaneciendo.... »Le deseamos lo mejor, »Linda y Carlos Rey.» El consejo completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, puede leerse con sólo pulsar el enlace que dice: «Caso 133» dentro del enlace en www.conciencia.net que dice: «Casos». Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net
En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Cuando yo tenía veinte años, iba a la iglesia y me emocionaba con las alabanzas, pero llevaba una vida de espaldas a Dios.... Empecé a hablar con una mujer casada que iba a la iglesia y, en conversaciones no debidas, me mandó una foto seductora.... »Aun cuando le pedí perdón a Dios [y han pasado ya seis años], mi conciencia me hace sentir aún culpable. »No sé si tengo la responsabilidad de hablar sobre ese hecho. No quisiera hablar con el esposo, y no sé si su esposa se arrepintió. »Hoy en día estoy felizmente casado con la novia que tuve en ese tiempo. A ella le confesé todo, y ella me perdonó.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »Nos alegra mucho que haya comprendido la importancia de confesarle su falta a la que ahora es su esposa y que, a causa de eso, no tenga nada que ocultarle. Si más personas siguieran ese ejemplo, habría muchos más matrimonios felices. »También es maravilloso que le haya confesado sus pecados a Dios y le haya pedido perdón por la doble vida que estaba llevando. Muchas personas, al igual que usted, asisten a la iglesia y disfrutan de los cantos y de los amigos, pero tan pronto como salen de la iglesia, viven conforme a sus propias reglas. No están siguiendo a Jesucristo, el Hijo de Dios, ni están viviendo como Dios ha diseñado que vivamos. »Al parecer, la mujer que le envió la foto estaba llevando también una doble vida, asistiendo a la iglesia y viviendo a la vez conforme a sus propios deseos. Esperamos que ella se lo haya confesado posteriormente a Dios y al esposo, pero de cualquier manera usted no es responsable por la decisión que ella haya tomado al respecto. »El hecho de que usted aún se sienta culpable no significa que deba contarle a nadie más acerca de lo que ocurrió. Era importante que se lo contara a su esposa, tal como hizo, pero nadie necesita saberlo. Lo que hizo la otra mujer es algo entre ella y Dios. »Lo que indican sus sentimientos de culpabilidad es que tiene un corazón sensible ante Dios. Usted pecó (tal como pecamos todos) y pidió perdón. Y sabemos que Dios lo ha perdonado porque el apóstol Juan escribió que «si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad».1 »Así que, como le pidió perdón a Dios, usted ya no es culpable. Los sentimientos de culpa no han desaparecido, pero no se puede fiar de esos sentimientos. Los sabios prestan atención y optan por obedecer las Sagradas Escrituras incluso cuando sus sentimientos pudieran impulsarlos a hacer lo contrario.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. Este caso y este consejo pueden leerse e imprimirse si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 860. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 1Jn 1:9 (NVI)
(Día Mundial sin Automóvil) En vez de ser un día común y corriente, el 28 de enero de 1896 resultó ser todo lo contrario —un día descomunal y sorprendente— para un agente de policía del pueblo de Paddock Wood en el condado de Kent, Inglaterra. Mientras hacía su recorrido habitual en bicicleta, lo pasó velozmente —¡a casi 13 kilómetros por hora, cuatro veces la velocidad máxima permitida!— un conductor llamado Walter Arnold, que tampoco llevaba la escolta de banderas exigida en esos casos para desplazarse en una zona urbana en un vehículo motorizado. Y por si eso fuera poco, estaba conduciendo él solo un vehículo no tirado por animales, y en el que no aparecía su nombre y dirección, siendo que la ley también exigía que hubiera por lo menos tres personas al mando debidamente identificadas. El policía desventajado no logró alcanzarlo para detenerlo y multarlo sino hasta después de perseguirlo durante unos 8 kilómetros, sin ocurrírsele jamás que el señor Arnold, a quien por fin había logrado cazar, habría de ser el primero en la historia de la automoción en ser multado por exceso de velocidad: ¡a 8 raudas millas por hora! Lo que no debió haber sorprendido a nadie es que Walter Arnold no era un conductor común y corriente, sino uno de los primeros vendedores de vehículos de Inglaterra, y que aprovechó al máximo la publicidad que generó esa multa por exceso de velocidad manejando «un carruaje sin caballos».1 Tanto es así que tampoco habría sido sorprendente si Arnold, en el lugar donde otros ponían su nombre y dirección, hubiera puesto más bien una leyenda que rezara: «Si algún día la velocidad me mata, no llores porque estaba sonriendo», o que en tal caso hubiera pedido que en su lápida pusieran una placa con la inscripción jocosa: «Lo multaron tantas veces por exceso de velocidad que por fin le ofrecieron un pase de temporada.» Sin embargo, por algo será que se haya popularizado el refrán que dice: «Más corre un galgo que un mastín, pero si el camino es largo, más corre el mastín que el galgo.»2 Es que, en realidad, nuestra carrera no es de velocidad sino de resistencia. A eso se debe que el sabio Maestro del libro de Eclesiastés afirme que ha observado que «en esta vida no son los más veloces los que ganan la carrera», y que el autor de la Carta bíblica a los Hebreos sostenga que «debemos dejar de lado el pecado, que es un estorbo, pues la vida es una carrera que exige resistencia».3 Por último, hay otro dicho sabio que reza: «Si quieres andar y llegar rápido, anda solo; si quieres andar y llegar lejos, anda acompañado.» Más vale, entonces, que le pidamos a Dios no sólo que nos perdone y nos limpie de todo pecado, sino también que su Hijo Jesucristo nos acompañe durante todo el recorrido, tal como ha prometido hacerlo, para que al final de nuestros días podamos declarar al igual que el apóstol Pablo: «¡He terminado la carrera y me he mantenido fiel!»4 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Eleonora Pilastro, «Bizarre story of the horseless carriage charged with first speeding offence», Guiness World Records [Récords Mundiales Guiness], 29 enero 2024 En línea 5 abril 2025; «First person charged with a speeding offence» [La primera persona multada por exceso de velocidad], Guiness World Records [Récords Mundiales Guiness] En línea 5 abril 2025; Miriam Bibby, «Walter Arnold and the World’s First Ever Speeding Ticket» [Walter Arnold y la primera multa por exceso de velocidad en el mundo], Historic UK [El Reino Unido Histórico] En línea 5 abril 2025. 2 José Luis Álvarez Martínez, Saber y sabor de los refranes españoles, Boletín de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, Tomo XXVIII, Año 2020, pp. 78-79 En línea 5 abril 2025. 3 Ec 9:11; Heb 12:1 (TLA) 4 Mt 28:20; 2Ti 4:7; 1Jn 1:9
En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos: «Últimamente me he sentido muy deprimida. Tengo un empleo que paga bien, pero no me queda tiempo para mí. Quisiera tener tiempo para salir, tener novio y formar una familia, pero tengo miedo porque ya no hay hombres buenos. »Me hace falta tener mi propia familia. Quisiera ser madre y no quedarme sola, pero tampoco quiero tener que conformarme con un hombre que no me valore. Siempre he deseado un matrimonio estable.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimada amiga: »¡Felicitaciones! Usted es una de las pocas personas que tienen sus prioridades en el orden correcto. La mayoría piensa que es mejor conformarse con una persona que no les conviene, que no tener a nadie a su lado. »Miles de mujeres nos han escrito pidiendo consejo sobre cómo ser felices con un hombre que no las valora. Han comenzado a convivir, o se han casado, con un hombre debido a la atracción física, la estabilidad económica, la soledad o el embarazo. Muy tarde han llegado a comprender que tienen sus prioridades invertidas. El hombre con quien se conformaron las ha maltratado, siendo infiel, abusivo y adicto, o las ha abandonado del todo. ¡Con razón que usted piensa que ya no hay hombres buenos! ... »Nuestra primera sugerencia para hallar a un hombre “bueno” es que usted determine por adelantado que no tendrá una relación íntima con ningún hombre sino hasta después de casarse. Los hombres que la presionen para que tengan relaciones sexuales antes del amor mutuo y del compromiso no son los “buenos” que usted quiere hallar. En cambio, el hombre que la valore comprenderá y aceptará esa decisión que usted ha tomado. »En segundo lugar, cuando usted vea a un hombre que le parezca interesante, propóngase conversar con él informalmente. Hágale preguntas acerca de su trabajo, su familia, sus sueños y sus creencias. Fíjese si él muestra interés en el trabajo, la familia, los sueños y las creencias de usted, y si le hace preguntas al respecto. »El peor ambiente para conocer a un hombre “bueno” es en un club o en una fiesta. Esos entornos no contribuyen a llegar a conocer a una persona. Al contrario, se prestan para las emociones eufóricas y la comunicación superficial. »Los mejores ambientes para conocer a los hombres buenos son las actividades de las organizaciones con los mismos valores y las mismas creencias que tiene usted. Algunos ejemplos son los grupos comunitarios, las bellas artes y los albergues para animales. Un magnífico lugar para conocer a alguien pudiera ser una iglesia cristiana, pero tenga presente que no todo el que asiste a una iglesia cristiana es seguidor de Cristo. De hecho, algunas de las personas más engañosas frecuentan iglesias y otras organizaciones con el fin de asechar a los ingenuos.» Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo se puede leer si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 741. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net
(Víspera del Día de los Novios en Argentina) «Soy una ladrona de joyas, reclamada por la justicia —fueron las palabras de Elizabeth Noon, una joven británica, dirigidas a su novio Roberto Stevens—. No puedo casarme con esta mancha en la conciencia. Voy a entregarme a la justicia.» Roberto amaba mucho a Elizabeth, y no quería perderla. No podía concebir que esa mujer bella y tierna, que se había ganado su amor y respeto, fuera una ladrona. Cuando la joven se presentó en el juzgado, Roberto pidió la palabra. «Estoy dispuesto a casarme con Elizabeth tan pronto acabe esto —le dijo al juez—. Ella es muy trabajadora; le aseguro que formaremos una familia respetable.» El juez y el jurado se conmovieron tanto que condenaron a Elizabeth a pagar una suma de libras esterlinas de multa por cada delito cometido, y la dejaron en libertad para ir a casarse. El amor del novio había hecho el milagro. Arrepentida y renovada, Elizabeth, del brazo de su novio, salió de aquel tribunal rumbo a su boda. Anécdotas como esta refrescan un poco el ambiente sofocante en que vivimos. He aquí un novio que ama a su novia al extremo de que la perdona y quiere darle su nombre y sacarla del tribunal en el que se le condena para poder llevarla al hogar que le tiene preparado. Así es la historia de Cristo y su amor por su novia, que es la iglesia, el núcleo de personas a quienes Él redimió. La Biblia emplea los símbolos del novio y la novia para describir la relación que tienen Cristo y los creyentes en Él. Cristo es el prometido que ama entrañablemente a cada uno de esos creyentes que conforman su futura esposa, al extremo de que los perdona, los redime y quiere sacarlos de la cárcel del pecado para llevarlos al hogar que les tiene preparado. Sólo que Cristo hace mucho más que cualquier novio ejemplar de esta tierra. Él ofrece su vida misma al derramar su sangre para comprar la libertad y la vida de su novia cuando está muerta en delitos y pecados. Al igual que el novio de Elizabeth, Cristo le tiene preparado a su novia, la iglesia compuesta por sus redimidos, un hogar maravilloso. Es una mansión construida a prueba del tiempo, pues ha de permanecer en pie toda la eternidad, perfecta, limpia y pura. En ella no puede entrar, ni entrará jamás, nada sucio. Sólo entrarán los que hayan permitido que la sangre de Cristo los purifique simbólicamente de sus pecados. A diferencia del amor de Roberto, los amores de este mundo suelen fallar. En cambio, el amor de Cristo nunca falla. Cualquiera pensaría que solamente las personas más privilegiadas tienen acceso a él, y sin embargo está a disposición de todos. Basta con que invitemos a Cristo a que nos muestre su amor, para que Él nos perdone, nos redima y nos saque de la cárcel del pecado rumbo a las bodas que ha planeado antes de llevarnos a la mansión que nos ha preparado en el cielo. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net
(Antevíspera del Día del Amor y de la Amistad en Colombia) Amanecía en el desolado desierto de Atacama, en la frontera entre Perú y Chile. El viento helado de la cordillera batía las dunas y los cactos, arremolinando el polvo implacable. El sol salía detrás de las montañas, sobrepasando una faja de pesadas nubes enrojecidas. En un pequeño hotel de la frontera, los huéspedes se preparaban para ir a sus trabajos, a sus oficinas, a sus compras y negocios. Las empleadas del hotel abrían los cuartos desocupados para hacer las tareas de limpieza y tender las camas, y las cocineras preparaban el desayuno. Uno de los cuartos permanecía cerrado. Lo ocupaba una pareja de adolescentes que había llegado la noche anterior: Nora Mamaní, de quince años, y José Turpo, de dieciséis. No habían salido del cuarto desde que lo alquilaron a eso de la medianoche. Al mediodía los llamaron para almorzar, pero nadie contestó. Llamaron más fuerte, y no hubo respuesta alguna. Entonces forzaron la puerta y hallaron a los dos jóvenes tendidos en la cama. Ambos habían bebido medio litro de insecticida fosforado, y habían muerto. ¿A qué se debió aquel trágico desenlace? Es una historia que no deja de repetirse, siguiendo los mismos patrones de la tragedia de Romeo y Julieta. Una pareja de adolescentes se enamora. Sus padres se oponen a que se casen debido a su edad y su falta de madurez. Así que los jóvenes huyen juntos, resueltos a ponerle punto final al drama. En algunos casos, como el de Nora y José, su destino es un hotel en la frontera, donde toman la funesta determinación de suicidarse. Es una decisión trágica, que no resuelve nada, sino que hunde a dos tiernas almas en el abismo de una noche sin aurora. La ironía del caso del que se suicida por amor es que bien pudiera canalizar ese amor hacia el Ser Supremo que es la personificación misma del amor. De hacerlo así, comprobaría lo que afirma la Biblia: que Dios es amor, y que como prueba de su amor envió al mundo a su Hijo Jesucristo a dar su vida por nosotros. Y por si eso fuera poco, Cristo se identifica perfectamente con el que siente que sus padres o amigos íntimos lo han abandonado y que el mundo no lo comprende,1 pues eso fue lo que sintió Él mientras agonizaba en la cruz.2 Más vale que cada uno le entreguemos nuestra vida a Aquel que entregó la suya por nosotros.3 Pidámosle que nos dé sabiduría, y que nos ayude a tener paciencia y a confiar en Él y en el porvenir incomparable que nos tiene preparado.4 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Mt 26:31,56; Mr 14:27,29,30,50; Jn 1:11; 6:66‑68; 10:6; 12:16; 13:7; 20:9 2 Mt 27:46; Mr 15:34; Lc 23:34 3 Jn 3:16 4 Jn 14:1‑3
En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» en nuestro sitio www.conciencia.net. Lo hizo de manera anónima, como pedimos que se haga; así que, a pesar de que nunca se lo había contado a nadie, nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Hace quince años dejé embarazada a una mujer que me amaba. Yo estaba casado y separado. Me comentaron un chisme acerca de ella, y tal vez lo conveniente para mí en ese momento fue dejarla a su suerte y regresar con mi esposa. Nunca traté de hacer ningún acercamiento a ella ni a mi hija, pero tenía ese dolor en mi corazón.... Nunca me ocupé de por lo menos sus necesidades económicas. »Al cabo de este tiempo, la he buscado. Su madre me ha perdonado, pero mi hija no quiere saber de mí.... Yo comprendo que todo lo que hacemos tiene un precio, pero de verdad este es muy doloroso. Por favor, ¿qué debo hacer?» Este es el consejo que le dimos: «Estimado amigo: »Usted dice que comprende que nuestra conducta tiene consecuencias, pero pensamos que usted en realidad no lo comprende. ¡Es increíble que al parecer usted crea que esta jovencita (que si bien es su hija biológica, no puede considerársele en realidad como su hija) debiera no sólo comprender lo que usted le ha hecho, sino también perdonarlo! ¿De veras ha meditado en su conducta y ha aceptado la responsabilidad de sus hechos? No es esa la impresión que nos ha dado. »En primer lugar, usted tuvo relaciones íntimas con una mujer que no era su esposa. Nunca hay nada bueno que pueda resultar de semejante conducta irresponsable e inmoral.... »Luego, cuando esa relación dejó de ser conveniente, usted abandonó a la mujer embarazada y regresó con su esposa. ¿Acaso le dijo a su esposa que le había sido infiel? ¿Fue sincero con ella, o la usó tal y como usó a la otra mujer, sin jamás ser sincero y honrado? No sabemos si usted aún está casado, pero no nos sorprendería que su matrimonio al fin hubiera fracasado y que ahora, una vez más, le es conveniente comenzar a pensar en su hija biológica y en cómo lo que usted ha hecho ha afectado la vida de ella. »¿Ha pensado acerca de lo que siente alguien que no sabe quién es su padre biológico, pero que sí crece sabiendo que su padre biológico se aprovechó de su mamá y luego la abandonó para que afrontara la vida en total desamparo como una madre soltera? ¿No le parece que una niña crecería con enojo y rencor en el corazón hacia tal hombre? ¿Acaso no es obvio que un individuo capaz de hacer tales cosas no es el hombre que una jovencita quisiera como padre? »Dios está dispuesto a perdonarnos a pesar de las cosas despreciables que hayamos hecho.1 Pero no espere que esta jovencita lo perdone en el futuro próximo. Tal vez algún día ella llegue a tener una relación personal con Dios y entonces cuente con la ayuda de Él para afrontar el rencor y el resentimiento. De ser así, a la postre ella pudiera perdonarlo. Es probable que esa sea la única esperanza para usted.... »Ojalá hubiéramos podido darle un consejo más agradable, »Linda y Carlos Rey.» El consejo completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, puede leerse con sólo pulsar el enlace en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego el enlace que dice: «Caso 132». Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 1Jn 1:9
En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos: «Mi hija menor de dieciséis años empezó a tener relaciones sexuales con su novio. Yo antes le había aconsejado que protegiera su pureza.... Pero en su teléfono pude ver los mensajes con su novio, y me enteré de que me mentía cuando me pedía permiso. En vez de hacer lo que me decía, se iba con su novio de veintiún años y tenía relaciones íntimas con él.... »Quiero prohibirle el uso del teléfono o las salidas. ¿Qué puedo hacer... para que ella [no vuelva a caer en ese error]? No quiero que me siga engañando y siga en pecado.» Este es el consejo que le dio mi esposa: »Estimada amiga: »¡Cuánto sentimos su situación y lo que su hija ha optado por hacer! Tristemente, el cerebro de ella aún está en desarrollo, así que, como usted bien lo sabe, ella no tiene la capacidad de comprender del todo las consecuencias de sus acciones. »Antes que nada, todos tenemos que aceptar el hecho de que es imposible proteger completamente a nuestros hijos.... Tienen influencia sobre ellos sus maestros, sus compañeros de estudio, la literatura a la que están expuestos, la Internet, y la televisión, las películas, los podcasts y la música. Lamentablemente, la cultura que nos rodea ejerce mucha más influencia sobre los adolescentes que la que tienen sus padres.... »La Biblia no trata sobre los métodos de disciplina de los hijos, pero dice con claridad que las relaciones sexuales deben reservarse para después del matrimonio.1 También enseña que los padres tienen la responsabilidad de disciplinar a sus hijos.2 A partir de estos dos principios podemos determinar que usted en definitiva debe disciplinar a su hija y tratar de evitar que ella siga teniendo relaciones sexuales. »Sin embargo, es muy delicado mantener el equilibrio en este asunto. Nosotros tuvimos esa experiencia con un hijo que se fugó de la casa cuando era adolescente. Lo hizo como su manera de negarse a obedecer nuestra disciplina. A otros padres les ha sucedido que sus hijos han amenazado con hacerse daño. Por esas razones no podemos decirle específicamente cómo proteger a su hija mediante la disciplina. Le recomendamos encarecidamente que acuda a consejería profesional de parte de una persona que tenga un punto de vista bíblico. »Sería prudente de su parte que se abstenga de culpar al novio o de hablarle mal de él a su hija. De lo contrario, ella se sentirá obligada a protegerlo de usted y a favorecerlo a él y no a usted. En lugar de causar que eso suceda, invítelo a su casa para que pueda llegar a conocerlo. Permita que su hija reciba la visita de él en la casa cuando usted esté allí también, y que sea en un lugar público de la casa y no en la habitación de ella. Trate de descubrir cualidades buenas en él.... Cuando usted diga cosas buenas acerca del novio, será más probable que ella se dé cuenta de los defectos que él tenga.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo puede leerse con sólo ingresar en el sitio www.conciencia.net y pulsar la pestaña que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 859. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 1Co 7:2, Heb 13:4 2 Pr 19:18
(Día de la Independencia de Guatemala) (Himno cantado por Carlos Rey en audio y en video) Si bien Guatemala se independizó de España oficialmente el 15 de septiembre de 1821, no fue sino hasta 1896, setenta y cinco años después, que se juzgó necesario que tuviera un himno nacional. Ese año, durante el gobierno del general José María Reyna Barrios, se convocó a un certamen en el que resultó premiada la música de un compositor guatemalteco y la letra de un poeta anónimo. El compositor era Rafael Álvarez Ovalle, oriundo de San Juan Comalapa, Chimaltenango. Pero no se conocía aún la identidad del autor de esa letra del Himno Nacional de Guatemala cuando se estrenó el 14 de marzo de 1897 en el Teatro Colón. No fue sino hasta 1910 que se descubrió que era el poeta cubano José Joaquín Palma, originario de San Salvador de Bayamo, quien había formado parte del jurado que premió su composición literaria. En julio de 1911, el gobierno guatemalteco le rindió tributo al poeta Palma con un desfile que partió del teatro Colón hacia su residencia poco antes de su muerte, y el 15 de septiembre de ese mismo año le rindió homenaje al maestro Álvarez condecorándolo con corona de plata, medallas y ofrendas florales. En 1934, se aprobaron ligeras modificaciones en algunos de los versos del poema original de José Joaquín Palma, según las anotaciones hechas por el gramático jalapaneco José María Bonilla Ruano.1 He aquí la primera estrofa y el primer coro del himno como se cantan actualmente: ¡Guatemala feliz...! que tus aras no profane jamás el verdugo; ni haya esclavos que laman el yugo ni tiranos que escupan tu faz. Si mañana tu suelo sagrado lo amenaza invasión extranjera, libre al viento tu hermosa bandera a vencer o a morir llamará. Libre al viento tu hermosa bandera a vencer o a morir llamará; que tu pueblo con ánima fiera antes muerto que esclavo será. Gracias a Dios, a Él le importa lo mismo o aún más que al pueblo guatemalteco que se cumpla el deseo del poeta: que Guatemala sea feliz porque sus gobernantes se dediquen a hacer felices a sus conciudadanos; que sus altares no se manchen jamás con la sangre de sus hijos ni con actos indignos que empañen la gloria de su nombre; y que nadie sea humillado, sino que se respete la vida, la integridad física y la libertad de cada uno, cualquiera que sea su condición social.2 Porque Dios envió a su Hijo Jesucristo al mundo a ser humillado en una cruz y a morir por nuestros pecados, pagando así el precio de nuestro rescate, para que nosotros no tengamos que ser esclavos de nada ni de nadie, sino que seamos verdaderamente libres.3 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Luis Alfredo Arango, Análisis de la letra del Himno Nacional de Guatemala (Guatemala: Editorial Piedra Santa, 2002). pp. 1-3,8; «109 Aniversario del Himno Nacional de Guatemala», deGUATE.com (Directorio Electrónico de Guatemala), 14 marzo 2006 En línea 30 octubre 2008. 2 Arango, p. 9. 3 Is 53:7; Mt 20:28; Mr 10:45; Fil 2:6-8; 1Ti 2:5-6; Heb 9:11-12
En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Soy un hombre de sesenta y siete años, con más de cuarenta de casado. He cometido muchos errores de los que me arrepiento, sobre todo de haber sido infiel en varias ocasiones. Estoy consciente del daño que he causado y de haber lastimado a mi esposa, a mis hijas y a mi hijo. No quiero perder a mi familia, ni mucho menos perderme yo. Espero en la misericordia de mi Señor Jesucristo.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »Debe de haber alguna razón por la que actualmente teme perder a su familia, y la única causa posible que usted nos ofrece es su infidelidad a su esposa. Por eso suponemos que usted volvió a serle infiel hace muy poco.... »Usted dice que espera en la misericordia de su Señor Jesucristo, pero parece que no está seguro si Él le tendrá misericordia una vez más, sobre todo porque esta no es la única vez que usted ha sido infiel, pues admite que ha sido infiel varias veces.... »En definitiva, cualquier cónyuge que ha sido víctima de engaño “en varias ocasiones” tiene motivo para desconfiar de su pareja infiel. No podemos ni imaginarnos lo devastada que ha de sentirse su esposa después de darle a usted tantas oportunidades de enmendarse y comenzar de nuevo. ¿Acaso hay algo que pudiera darle a ella motivo para pensar que usted no volverá jamás a serle infiel? »Jesucristo enseñó que la inmoralidad sexual es razón suficiente para divorciarse del cónyuge.1 Por eso creemos que su esposa tiene una razón válida para separarse e incluso divorciarse de usted. Sin embargo, eso no quiere decir que le aconsejaríamos a ella que lo haga, sino más bien que le pida a Dios que la ayude a decidir qué hacer ahora. »El caso suyo es particularmente inquietante debido a que usted se refiere a Jesucristo como si lo conociera, y espera que Él siga mostrándole su misericordia divina. Sin embargo, a pesar de llamarlo su Señor, usted sigue cometiendo el mismo pecado vez tras vez. »Usted ha sido la clase de persona a la que otros tildan de hipócrita. Dice las palabras debidas, pero su conducta no las respalda.... »No se espera que el que ama a Cristo y tiene una relación personal con Él sea perfecto o que nunca peque. Sin embargo, con el tiempo el verdadero seguidor de Cristo peca cada vez menos a medida que se esfuerza por obedecer los Diez Mandamientos. Conforme habla regularmente con Dios al orar y escucha a Dios al leer la Biblia, el verdadero seguidor de Cristo progresa en el dominio propio y en la obediencia a lo que ésta dice.... »Tan pronto como usted esté de veras dispuesto a cambiar, Dios lo perdonará si se lo pide. Pero no espere que Él quite las consecuencias naturales de lo que usted ha hecho.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo se puede leer si se ingresa en el sitio www.conciencia.net y se pulsa la pestaña que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 740. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Mt 19:9
(15 de septiembre: Aniversario del Acta de Independencia Centroamericana) Era el 14 de septiembre de 1821, víspera del día en que se había convocado a una reunión en el Palacio de Gobierno de Guatemala entre autoridades de las provincias y representantes de la universidad, de la Iglesia y de las autoridades civiles a fin de decidir si Centroamérica habría de separarse de España. Uno de ellos, que apoyaba decididamente las aspiraciones independentistas, era el guatemalteco Pedro Molina. Esa víspera, su esposa, María Dolores Bedoya, mostrando lo solidaria que era con él en sus convicciones políticas, visitó los barrios más habitados de la ciudad, invitó a su vez al pueblo a una reunión frente al palacio con el propósito de llenar la plaza en apoyo a la independencia, y se encargó de que hubiera música y fuegos artificiales para festejar la esperada proclama. Durante la histórica reunión del día siguiente, mientras los cincuenta y seis miembros de la junta presentaban sus argumentos a favor y en contra de la declaración de independencia, Bedoya arengaba al pueblo en la plaza. Pero al comenzar a repetirse los argumentos para retrasar la proclama de independencia, comenzaron también a oírse en el recinto explosiones de pólvora, cohetes y música. Fue tal la algarabía que los opositores a la independencia creyeron que había estallado la revolución y se apresuraron a proclamarla.1 En el prólogo del acta misma de independencia redactada por José Cecilio del Valle consta que llegaron al acuerdo «congregados todos en el mismo salón; leídos los oficios expresados; discutido y meditado detenidamente el asunto, y oído el clamor de “¡Viva la independencia!” que repetía lleno de entusiasmo el pueblo que se veía reunido en las calles, plaza, patio, corredores y antesala de este palacio...»2 Por eso algunos historiadores sostienen que la agitación del pueblo de parte de María Dolores Bedoya contribuyó a que se proclamara la independencia centroamericana. Y por eso en algunas ciudades centroamericanas en la víspera del 15 de septiembre los niños celebran un desfile con faroles iluminados.3 Entre otras cosas, en el acta «se acordó... que siendo la Independencia del Gobierno Español la voluntad general del pueblo..., el Señor Jefe Político la mande publicar para prevenir las consecuencias, que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo.... [y] que [siendo] la paz y sosiego... la primera necesidad de los pueblos cuando pasan de un gobierno a otro,... los que estando unidos en el sentimiento general de la independencia deben estarlo también en todo lo demás, sofocando pasiones individuales que dividen los ánimos y producen funestas consecuencias.»4 Quiera Dios que así como en el siglo diecinueve el aludido Jefe Político Gabino Gaínza, último gobernador español en Centroamérica, no sólo firmó el acta sino que logró que las autoridades españolas aceptaran la nueva situación pacíficamente sin que tuviera que derramarse sangre en batalla alguna,5 también nosotros en el siglo veintiuno sofoquemos pasiones individuales y busquemos la paz. Pues si buscamos la paz y la seguimos, sostiene San Pedro, podremos «gozar de días felices».6 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 «Independencia de Centroamérica», La Nación En línea 6 septiembre 2008; Luis Arritola, «Mujeres insurgentes», La Opinión En línea 10 abril 2009. 2 «Acta de Independencia del 15 de septiembre de 1821» En línea 10 febrero 2009. 3 «México y América Central festejan casi dos siglos de independencia», La Opinión En línea 10 abril 2009; Wikipedia, s.v. «María Dolores Bedoya» En línea 10 abril 2009. 4 «Acta de Independencia del 15 de septiembre de 1821». 5 «Independencia de Centroamérica», La Nación. 6 1P 3:10-11
En los días posteriores al 11 de septiembre de 2001, hubo dirigentes religiosos en los Estados Unidos que emitieron el juicio de que el ataque terrorista ocurrido en aquel nefasto día representaba el castigo de Dios infligido a una nación en extremo pecaminosa. Así Dios, de manera inequívoca, le llamaba la atención a aquella superpotencia mundial. Según esos líderes eclesiásticos, Dios no tuvo que hacer más que valerse del odio que albergan en el corazón tantos individuos contra el país que consideran culpable del deterioro moral que cunde en todo el mundo. Contra ese juicio tajante se pronunció con firmeza el periodista estadounidense Cal Thomas el 19 de septiembre ante su público nacional. A su columna escrita como respuesta a semejante concepto de Dios, le puso por título «Cuando se juzga que la calamidad viene de Dios». En la primera parte de su exposición bíblica, Thomas cita varios pasajes del Nuevo Testamento. De ahí pasa al Antiguo Testamento, del que se vale con maestría para desarrollar el siguiente argumento teológico con el que le pone punto final al asunto: «Dios no habría destruido las antiguas ciudades de Sodoma y Gomorra si allí se hubieran encontrado sólo diez justos (Génesis 18:32). ¿Acaso los que creen que el ataque terrorista representaba el juicio de Dios piensan que había menos de diez personas justas en Nueva York y en el Pentágono cuando se estrellaron esos aviones contra aquellos edificios? »Dios permite que ocurran cosas malas a pesar de que Él, por naturaleza, sólo hace el bien y saca de lo malo algo bueno. ¿Cómo sabemos esto? ... El Salmo 5 dice: “Tú no eres un Dios que se complazca en lo malo.” José, a quien sus hermanos habían vendido como esclavo y sin embargo llegó a ser el brazo derecho del faraón y el proveedor de alimento a los hambrientos, les dijo a sus hermanos: “Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente” (Génesis 50:20). »En Génesis 18:25, Abraham intercede por la vida de los habitantes de Sodoma. En sus esfuerzos por lograr que Dios perdone a esa gran ciudad, Abraham dice algo importante acerca del carácter de Dios que tal vez debieran considerar aquellos que creen que Dios ha castigado a los Estados Unidos de América mediante un ataque terrorista: “¡Lejos de ti el hacer tal cosa! ¿Matar al justo junto con el malvado, y que ambos sean tratados de la misma manera? ¡Jamás hagas tal cosa! Tú, que eres el Juez de toda la tierra, ¿no harás justicia?” »Claro que sí hará justicia. El mal existe, pero su autor no es Dios. El mundo está perdido y ocurren cosas malas. Pero Dios ha provisto la forma de que nosotros, simples seres humanos, seamos restaurados si le prestamos atención.»1 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Cal Thomas, “When calamity is deemed divine,” The Washington Times, 19 septiembre 2001.
El 19 de septiembre de 2001, apenas una semana después del ataque terrorista contra las torres gemelas de Nueva York y el Pentágono de Washington, el periodista estadounidense Cal Thomas, en su columna publicada a nivel nacional, se pronunció acerca del tema en un artículo titulado «Cuando se juzga que la calamidad viene de Dios». He aquí la primera parte de su comentario: «... Dos dirigentes religiosos... dieron a entender que los ataques terroristas de la semana pasada se debieron al juicio de Dios.... »Pero... no son ellos los primeros en vincular el castigo divino a acontecimientos temporales. Abraham Lincoln dijo que la Guerra Civil estadounidense se debió a la esclavitud y a que los Estados Unidos de América se habían olvidado de Dios y estaban intoxicados de un éxito ininterrumpido, y se sentían demasiado orgullosos como para orar al Dios que nos creó. Alejandro Soljenitsyn dijo que el comunismo ahogó a la Unión Soviética durante siete décadas porque su pueblo se había olvidado de Dios. »En la medida en que las calamidades, ya sean naturales o provocadas por los seres humanos, nos llevan a la reflexión y a reorganizar la vida de tal modo que ese mal nos impulsa a hacer el bien, hasta el horror [del 11 de septiembre] puede tener efectos redentores y de ese modo personas inocentes no habrán muerto en vano.... »Hay quienes creen que los Estados Unidos de América es una nación especial, escogida por Dios para recibir una bendición excepcional. Eso es idolatría.... En Isaías 40, Dios dice que a sus ojos todas las naciones son como “una gota de agua en un balde, como una brizna de polvo en una balanza”, pues “no son nada”. Esta afirmación es motivo de humildad y no de fanatismo religioso. »Hay otros interrogantes. Cuando el apóstol Pablo visitó la antigua ciudad de Corinto, prevalecía una inmoralidad desenfrenada. El culto a Afrodita fomentó la prostitución en nombre de la religión. En determinado momento, según [la edición de estudio de] la Nueva Versión Internacional de la Biblia, “mil prostitutas servían en su templo”. ¿Acaso no bastaba ese estilo de vida para que Dios enviara un meteorito que arrasara la ciudad? Sin embargo, a pesar de semejante maldad, Dios no envió su juicio sino que envió a su Hijo en el acto de amor más grande que jamás se haya visto. “Cuando todavía éramos pecadores”, dice la Sagrada Escritura, Dios envió a Jesucristo a morir por nosotros (Romanos 5:8). »Si bien ese mismo Libro sagrado trata acerca de un juicio final en el que todo el mundo tendrá que comparecer ante Dios, así como advierte sobre las consecuencias inmediatas del pecado —desde la enfermedad física hasta la angustia emocional y la muerte—, también dice que Dios “no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan” (2 Pedro 3:9).»1 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Cal Thomas, “When calamity is deemed divine,” The Washington Times, 19 septiembre 2001.
(2o. domingo de septiembre: Día de los Abuelos en Puerto Rico) Era una tarde nublada del 19 de octubre de 2019. Habían transcurrido veintiocho años desde que adoptamos a nuestro hijo Josué a los once años de edad. Su madre biológica era puertorriqueña. Si no hubiera sido por eso, es probable que no lo habríamos adoptado, ya que habíamos puesto la condición de que tuviera sangre hispanoamericana. Ahora yo tenía la dicha de acompañar a su hijo Zachary, nuestro nieto, a un partido de fútbol estadounidense. Es que esa tarde de octubre jugaba como local la Universidad de Miami, donde estudiaba él, becado por haber prestado el servicio militar durante cinco años. Antes de abordar el autobús que lleva a los estudiantes al estadio, mi nieto Zach me mostró con merecido orgullo el hermoso plantel de la universidad. Cuando llegamos al estadio, aprovechamos una merienda típica que se les sirve gratis a los estudiantes antes del partido. A mediados del juego, el doctor Julio Frenk, rector de la universidad, comenzó a subir por los escalones precisamente por el pasillo donde estábamos sentados nosotros. Zach no se dio cuenta, y yo no habría reconocido al doctor Frenk de no haber sido por una mujer amable que nos informó que él estaba por pasar y ofreció sacarnos una foto con él, asegurándonos de que él se detendría para tomar la foto si se lo pedíamos. Zach sí lo conocía y lo tenía en alta estima, así que se lo agradecimos mucho a la mujer. En efecto, el rector Frenk se detuvo, nos saludó muy cordialmente luego de que Zach me presentó como su abuelo que estaba de visita, y permitió que la mujer nos tomara la foto. Perdimos el partido, pero nos divertimos mucho, creando un recuerdo que conservaré como un tesoro el resto de mi vida. Y por si todo eso fuera poco, esa noche los dos tuvimos el gusto de disfrutar de una rica cena cubana con Luis Bernal Lumpuy, mi gran amigo y colega desde hace treinta y cinco años. Tengo que confesar que, cuando eso sucedió, yo no estaba enterado de las impresionantes credenciales del doctor Frenk: eminente médico cirujano; ex Decano de la Facultad de Salud Pública de la Universidad Harvard; ex Asociado Principal en el Programa de Salud Global de la Fundación Bill y Melinda Gates; ex Secretario de Salud de México; ex Director Ejecutivo encargado de Pruebas Científicas e Información para las Políticas en la Organización Mundial de la Salud con sede en Ginebra, Suiza; y ex Director General Fundador del Instituto Nacional de Salud Pública de México, entre muchos otros logros y títulos que ostenta. Cuatro de los veintitrés libros que ha escrito hasta la fecha son novelas para niños y jóvenes que explican el funcionamiento del cuerpo humano. Gracias a Dios, al igual que el doctor Frenk, al subir por el pasillo de nuestra vida Él, como nuestro Médico Cirujano divino, está dispuesto a detenerse y a tomarse una foto con nosotros. Pero conste que luego de ese momento trascendental en que llegamos a conocerlo personalmente, Dios, quien nos creó a todos, está también dispuesto a caminar a nuestro lado el resto de nuestra vida. Sólo que, para que eso suceda, somos nosotros a quienes corresponde dar el permiso.1 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Mi 6:8; Mt 28:20; Jn 1:35-51; Ap 3:20
En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Mi madre ha ido perdiendo la memoria. Cuido de ella veinticuatro horas al día los siete días de la semana. Ahora se mantiene en cama. Mi padre falleció [hace unos años, y ella me confunde con] él.... »Las pocas veces que mi tía la puede cuidar para que yo salga, me pongo melancólico porque vienen recuerdos de cuando la podía llevar de paseo. »Quisiera continuar haciéndolo, pero es difícil. Ella pesa bastante, y yo padezco de la espalda. Además, no siempre se anima para que la ayudemos entre varios a llevarla de paseo. Me da tristeza no poder pasearla ni sacarla al patio.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »¡Qué buen hijo ha sido usted! Ninguna madre pudiera pedir más de parte de su hijo. Usted se ha dedicado a cuidar de ella de la mejor manera posible y de proveerle una vida buena. Con eso de veras está cumpliendo con el mandamiento de honrar a padre y madre. De hecho, son pocos los hijos adultos capaces de hacer lo que usted ha hecho. »El envejecer no es fácil para quien está envejeciendo, como tampoco lo es para quienes le rodean. Los hijos varones a quienes antes su padre o madre cargaban en brazos, ahora deben cargar ellos mismos a papá o mamá. Hijos e hijas que antes recibían alimentos de parte de sus padres, ahora tienen que ser quienes los proveen. A los hijos a quienes antes se les llevaba de paseo, ahora les toca planear las salidas ellos mismos. Es como si todas las cosas estuvieran invertidas. »Nos alegra saber que su tía a veces ofrece su ayuda para que usted pueda salir y atender sus asuntos. Es muy importante que usted forme una red de parientes y amigos que puedan ayudar, aunque sólo sea por una hora, para que usted pueda disfrutar de algún tiempo para sí mismo. Por mucho que desee lo mejor para su mamá, debe tener presente que, tarde o temprano, ella ha de morir. (Lamentablemente, a todos nos espera eso mismo.) ¿Qué hará usted cuando su mamá ya no esté? ¿Será como si todo en la vida de usted estuviera volviendo a invertirse? »Con frecuencia los que cuidan de un ser querido descuidan su propia salud física y mental al hacerlo. Por eso le instamos a que busque servicios sociales en su comunidad que puedan brindarle ayuda. Pídale a su médico que le recomiende a un consejero o un programa para los que cuidan a otros como lo hace usted. Sin ayuda profesional, usted pudiera llegar a sufrir de depresión clínica. »Le rogamos que recuerde que, si bien es cierto que su papá murió hace algunos años, usted todavía tiene a un Padre celestial que lo ama y desea lo mejor para usted. Él no quiere que usted se queme como una bombilla por cuidar a otros sin cesar. Quiere más bien que usted mantenga la mente sana en un cuerpo sano.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. Este caso y este consejo pueden leerse e imprimirse si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 739. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net
«Gustavo, mi querido Gustavo... ¡qué cosas tan tristes y desgarradoras han pasado desde que no estás tú...! »Escribo esto para ti, con el corazón enlutado, presa de una tristeza angustiosa, inmensa, indecible,... y quiero que sepas todo, todo lo que ella me dejó dicho para ti. »He llorado y sufrido tanto, Gustavo, que secos, casi sin lágrimas, están mis ojos, y mi corazón marchito... »¡Ay, Dios mío! ¡Ay, nuestra Blanca, nuestra adorada Blanca para siempre ida... a quien tanto amamos y que tanto nos amó! ¡Cómo me duele el corazón al acordarme de mi inolvidable amiga!... »Con fiebre, y ya gravemente enferma, [Blanca] llegó a casa de su aya, la viejita Mauricia, que tú conoces. El doctor Gámez fue a verla y a prestarle sus servicios como médico y como amigo.... »El pesar que le causó tu separación, los ultrajes recibidos y el aire frío y húmedo que azotó su rostro después de haber sufrido y llorado tanto, agravaron a Blanca.... »[Su] estado... empeoraba cada vez más.... El doctor Gámez no ocultaba su desesperación, viendo que las medicinas no hacían el efecto [deseado] y que ella se agravaba de manera alarmante. »Un día la encontré más triste que nunca; había llorado mucho…. La estreché [entre] mis brazos largamente y... lloré con llanto inconsolable... »“¡Cuán desgraciada soy! —me dijo—. Aun en mi soledad me persigue la calumnia... ¡Al borde del sepulcro, soy mancillada!... »... ”¡Ah, Gustavo [—exclamó Blanca—], si supieras hasta dónde han perseguido y lastimado a la que no tiene más crimen que amarte, que haberse conservado pura entre tanta inmundicia...! ... He preferido el sacrificio de mi vida al de mi honor;... porque antes que el vicio dorado he querido la pobreza humilde, pura, consagrada a mi amor, a mi corazón y a mi conciencia; a ti, Gustavo... ¡Oh, religión...! ¡Oh, justicia...! ¡Oh, caridad...! Y el Cristo,... ese Cristo que ensalzan como modelo de caridad y de justicia, ¿por qué permite que pasen cosas tan abominables en este mundo? ¿Por qué deja que muera mancillada la inocencia y que viva, triunfante, la maldad...? ¡Oh, misterio, impenetrable misterio...! ¡Oh, caos, profundo caos!...” »Y como si ella misma sintiera ese caos que invocaba, dobló su cabeza y cerró los ojos.»1 Con esta carta que lee Gustavo, escrita por su prima, termina el trágico romance entre Blanca y Gustavo creado por la novelista hondureña Lucila Gamero de Medina en su obra clásica titulada Blanca Olmedo. Pero ya que, al parecer, las interrogaciones retóricas de Blanca Olmedo al final de su vida reflejan una válida inquietud personal de la autora misma,2 con mayor razón merecen respuesta. ¿Por qué permite Cristo que pasen cosas tan abominables en este mundo? Porque si hubiera decidido no permitir que tales cosas pasen, habría tenido que crearnos sin la libertad de tomar decisiones propias, tanto las que nos ocasionaran la mayor dicha como las que nos causaran la más dura pena. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Lucila Gamero de Medina, Blanca Olmedo (Tegucigalpa: Editorial Guaymuras, 2008), pp. 326-29. 2 Ibíd., Prólogo, pp. 9,16. Según lo que escribió la autora en su Autobiografía en 1949 y en una página previa al inicio de la novela misma, podemos deducir que Blanca Olmedo contiene un marcado elemento autobiográfico, hasta en lo que atañe a sus inquietudes de carácter religioso.
En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Por dos años estuve con una mujer y, aunque nunca llegamos a formalizar el noviazgo, tuvimos relaciones íntimas. Durante ese tiempo también tuve relaciones sexuales con prostitutas... pero nunca se lo he dicho a mi pareja porque sé que la lastimaría mucho. »A causa de la culpa que siento, decidí terminar la relación porque creo que no la merezco. Ahora ella me pide volver. Yo me he alejado de Dios, y no sé qué hacer. ¿Debo decirle la verdad y dejarla ir, o simplemente debo irme sin decir nada para no herirla más? La culpa de haberle mentido me está consumiendo.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »Si su expareja es como la mayoría de las mujeres, cuando usted la dejó ella debió haber comenzado a imaginarse que no era lo bastante bonita ni inteligente para usted, o que no estaba a la altura de sus expectativas. Es casi seguro que esté dudando de sí misma a pesar de que ella no tuvo culpa alguna de lo sucedido. »Usted dice que sabe que la lastimaría mucho enterarse de que le fue infiel varias veces y de que le mintió al respecto. ¿Acaso el saber la verdad la lastimaría más de lo que usted ya la ha lastimado? Nosotros creemos que no. Suponemos que se enojaría, eso sí, pero que tarde o temprano lograría dejar de imaginarse que fue ella quien hizo algo malo. Así que la única opción buena es que tenga el valor de decirle todo lo que usted hizo. »También sería lo correcto de su parte ponerle fin a la relación. Usted definitivamente no está listo para comprometerse con una sola mujer. Y tampoco lo está para ser un hombre digno de confianza. Así que aun si ella estuviera dispuesta a perdonarlo y a restaurar la relación, usted cometería un grave error si reanudara la relación con ella. »Usted dice que cree que no la merece. Eso bien pudiera ser cierto, pero ¿quiere usted cambiar? ¿Le gustaría ser la clase de hombre que sí la merece? ¿Quiere dejar de sentir que la culpa lo está consumiendo? »Aun cuando usted ha pecado de muchas maneras, no hay ningún límite que impida que le pida perdón a Dios. Jesucristo, el Hijo de Dios, ya tomó el castigo que merece usted por lo que ha hecho. Él murió en una cruz a fin de pagar por los pecados que usted y yo hemos cometido. Si usted ora y le pide que lo perdone, podrá librarse de la culpa y comenzar una nueva vida como seguidor de Cristo. »Busque una iglesia a la que asistan personas que son seguidoras de Cristo. Hable con Dios regularmente mediante la oración, y permita que Él le hable mediante las palabras de la Biblia. Tome la decisión, con la ayuda de Dios, de mantenerse célibe hasta que se case con una mujer que sea seguidora de Cristo al igual que usted. En esa clase de matrimonio, usted podrá experimentar la relación que Dios planeó para usted, desde el principio.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. Este caso y este consejo pueden leerse e imprimirse si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 858. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net
«Mi tía Rogelia vive en la calle del Olvido No. 101. Regordeta y rellenota de carnes y de ideas tétricas y apocalípticas, es sin embargo una de las madres modelos en esta sucia y dichosa ciudad de San José. Siete veces bendijo Dios su matrimonio, y mis siete primas representan esas siete bendiciones. »¡Qué lástima que la juventud no sea eterna! Por desgracia, mis primitas fueron jóvenes, y la menor (veintisiete años) es ya una juventud en conserva. La mayor colea los cuarenta, y entra en los helados confines de la vejez: y a todo esto, ni un marido que se presente.... »¡Pobre tía Rogelia, presidiendo semejante regimiento de solteronas! Sí, la palabra es dura, pero exacta. Mis primas representan en sus dolorosos extremos las tres clases conocidas hasta aquí de solteronas. En ese calvario hay tres estaciones. En la primera, la paciente es aún amiga de la humanidad, porque aún conserva alguna esperanza de un matrimonio in extremis. En la segunda, adiós a los hombres y sus engaños. El fuego sagrado del corazón es empleado y consumido en una lora, un gato o un perrito. Los efluvios de su alma, no comprendidos ni aun quizás apercibidos por ese animal sin plumas que se llama el hombre, han encontrado un ser peludo, emplumado o escamado, que las comprenda, las quiera y las acaricie. En la tercera época solteril, ya no son bastantes los cariños de Coscolina, ni los brincos del [perrito] Cook. Las monerías de la gatilla Filis no hacen ya sonreír a su desventurada dueña. El amor que es reconcentrado y abstracto en la solterona de tercer grado es, pues, esencialmente devoto y religioso. »Para mis primas, todo joven que visita una casa, es o novio o seductor de alguna hija de la misma. Para ellas ningún matrimonio se hace por amor, sino por interés, u obligados por las circunstancias. Toda mujer bella o graciosa es tonta o coqueta; los hombres que no las atienden son mal educados, y si esos mismos hombres atienden a otras, es con malos fines. En una palabra: son mis primas las siete plagas de Egipto; las siete peores vecinas; y aunque en cada familia se encuentran tipos semejantes o parecidos, es de esperarse, para la tranquilidad pública, que no todos tengan las abundantes dotes que adornan a las hijas de mi tía Rogelia.»1 ¿Quién hubiera pensado que un estadista y magistrado de la talla de don Manuel Argüello Mora de Costa Rica fuera capaz de describir por escrito, de una forma tan transparente, a miembros de su propia familia? Tal vez se deba a que lo hizo bajo el seudónimo de Simplicio Cucufate. Fue así como publicó una serie de ocho cuadros en la revista «Costa Rica Ilustrada» en 1887, poniéndole por título general «Mi familia».2 Menos mal que Dios no juzga así a las solteronas del mundo, generalizando y exagerando a propósito al referirse a ellas. Más bien, «el Señor es compasivo y justo —dice el salmista—; nuestro Dios es todo ternura».3 De ahí que a toda mujer considerada solterona, Dios le dice, al igual que a las viudas y a los huérfanos: «Si te quejas ante mí, yo atenderé a tu clamor, pues soy un Dios compasivo.»4 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Manuel Argüello Mora, Obras literarias e históricas, 1a. ed. (San José, Costa Rica: Editorial Costa Rica, 1963), pp. 408‑10. 2 Ibíd., p. 405; Simplicio Cucufate, «Mi familia, Parte 2a.: Los hijos de doña Rogelia», Costa Rica Ilustrada, San José, 22 octubre 1887, pp. 133-35. 3 Sal 116:5 4 Éx 22:22,27
(Natalicio de Luis Bernal Lumpuy) Los siguientes versos compuestos por un autor desconocido, y que tradujo del inglés el poeta cubano Luis Bernal Lumpuy, llevan por título Historia de una oveja perdida: Mucho amaba el pastor a su ovejita, y siempre la cuidaba con ternura... Con mirada amorosa la seguía mientras ella saltaba en la llanura. Al sentarse junto al rebaño que cuidaba que dócilmente su voz obedecía, pensaba con tristeza en su ovejita, la que una y otra vez se le perdía. Es cierto que la ovejita cariñosa adoraba a su pastor sin una queja, pero a veces se apartaba del camino como a menudo hacen las ovejas. A su amada ovejita extraviada llamábala el pastor con tierna voz: “Vuelve, pequeñita, porque no estás segura a menos que estés donde estoy yo.” Pero pronto la ovejita se olvidaba y se le descarriaba irreflexiva, y sin darse cuenta de sus actos, del lado del pastor pronto se iba. Hasta que un día, con bondad y tino, tomó el pastor su vara con firmeza, y lo que Él hizo entonces parecía algo cruel a los ojos de la oveja. Tan fuerte fue el golpe de la vara que le quebró una pata a la ovejita, y la dejó cojeando por el prado donde antes saltaba espigadita. Entonces, extenuada, adolorida, de rodillas cayó, y en la quietud contempló a su pastor como diciendo: “¿Quisieras explicarme tu actitud?” Vio el amor en los ojos del pastor que bañaban de lágrimas el rostro, mientras con ternura le sanaba las fracturas de su hueso roto. Al sentirse desamparada por completo, sin poder siquiera levantarse, se entregó sin reservas en los brazos de su pastor, donde podía arrobarse. Después, día tras día, hasta que fue sanada, se mantuvo alejada del rebaño, llevada en los brazos del pastor y acunada y protegida como antaño. El pastor con cariño susurraba palabras a su ahora atento oído... Estaba escuchando la dulzura que las otras ovejas no han sentido. Sintió el afecto del cordial abrazo que le dio el pastor de corazón sincero... Y fue para su debilidad y su quebranto como una nueva bendición del cielo. El pastor satisfizo plenamente cada necesidad de la ovejita, que aprendió al fin en su dolor y angustia una enseñanza que nunca olvidaría. Por fin su hueso roto fue sanado, y una vez más anduvo saltarina... Adondequiera que el pastor guiaba, la ovejita alegre lo seguía. . . . . . . . . . . Las cuerdas del amor la ataron tanto en su hora de dolor y de amargura que ya no quiso apartarse de los brazos que una vez la sanaron con ternura. Tal vez te sientas quebrantado hoy, y no entiendas por qué fuiste golpeado por la vara de un Pastor tan amoroso. ¿Será que no crees que vino de su mano? Él sólo trata, con ese tierno golpe, de apartarte del bullicio por un tiempo, acunarte en sus brazos amorosos y acercarte a su regazo con su ejemplo. Observa la mirada del Pastor amante, y busca su rostro con amor y anhelo... Prueba en la hora del quebranto el poder de su gracia y su consuelo. Cuando en sus brazos tiernos te refugies y sientas cada día su mano fuerte, ¡con sus cuerdas de amor te atará el alma para que nunca vuelvas a perderte!1 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Autor desconocido, «Historia de una oveja perdida», traducción del inglés «Story of a Straying Lamb» de Luis Bernal Lumpuy, 1998.
«Ella nunca pudo recordar la discusión ni su propio alegato. La voz de él, de eso sí estaba segura, la invadió con [insultos, llamándola] depresiva, repulsiva, compulsiva, negativa... egoísta, individualista, materialista, majadera [y] aventurera.... [Y] recordaba... el portazo con que se fue para siempre.... »Empezó a recuperarse lentamente porque [junto con] los ejercicios de autoconfianza, afirmación y “yo puedo salir adelante sola”, se [manifestaban] muy fuertes los otros de rencor, de revancha, de desdén y de «a mí no me puede hacer esto». La fueron aliviando las pastillas de... la dulzura con que contaba las atrocidades del monstruo, a quien, después de darle todo, se largó con una cualquiera. Pronto se dio cuenta de que su historia era idéntica a la de miles de mujeres [con] caras ajadas y tristes.... »Un día contó que él había vuelto humilde y arrepentido, seguro de que ella era la única. Inventó salidas y encuentros... acercamientos y cortejos. Compró ropa nueva, apareció con regalos, cambió de peinado, acentuó el maquillaje [y] adquirió un lenguaje pintoresco.... Dejó definitivamente de quejarse de los hombres. Tenía tanta suerte: el suyo era ideal. »Después de que lo instaló de nuevo en la casa, pasó por una larga etapa de aprendizaje para ser habilidosa y amable... para ser feliz... y desalojar todo lo amargo. »... Sólo hubo cabida para lo perfecto: la sonrisa sincera, el regocijo de la compañía, la conversación afirmativa, la mirada directa y profunda. »... Lejos [quedaron] el pleito, la llamada de atención, el gesto brusco, el reproche.... Logró establecer una comunicación perfecta, ese adivinar [de] los gestos de que hablan las recetas del amor.... Los gastos se redujeron, las comidas se simplificaron... la limpieza se facilitó y desaparecieron las largas jornadas de sospechas [e] indagaciones.... Él simplemente estaba ahí y no se iría jamás.... »Todo iba perfecto porque... estaban juntos con su mejor y más brillante sonrisa de espejo, aunque a ella le preocupaba la insignificancia de ese hombre feo, sin la menor gracia, carente de ingenio... poco emocional, salvo cuando se enfurecía y la insultaba.... Ahora ella no le permitía enojo, ni furia ni resentimiento alguno porque [ella] dirigía la escena, era capaz de embellecerlo y amarlo, de cortejarlo... manipuladora de lo ya ajeno, encerrada dentro de sus hábitos y manías de crear un edén para el desdén.»1 Así resuelve su difícil situación la mujer anónima del cuento «El edén del desdén», publicado por la escritora costarricense Carmen Naranjo en su obra de cuentos titulada Otro rumbo para la rumba. Lamentablemente es propio del caso el que aquella protagonista de la historia se diera cuenta de que «su historia era idéntica a la de miles de mujeres». Pero ¿acaso hay alguna solución aparte de «crear un edén para el desdén»? Sí, la hay. La clave es que cada hombre que vive con una de esas mujeres descubra que el plan divino es que él se case y llegue a ser un solo cuerpo con su esposa, y que ella lo respete, consciente de que él la ama al extremo de estar dispuesto a dar la vida por ella.2 Así, juntos crearán un paraíso en su hogar, en el que florezcan el cariño y el aprecio mutuo. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Carmen Naranjo, «El edén del desdén», Otro rumbo para la rumba (San José, Costa Rica: EDUCA, 1989), pp. 167-71. 2 Ef 5:25-33
En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos: «Desde hace dos años he estado enamorada de un hombre de treinta y seis años, y yo tengo dieciocho. La primera vez que lo vi, sentí algo muy especial por él.... »[Recientemente volví a verlo.] Nos miramos, y esta vez me hizo sentir algo más fuerte. [Ahora me siento nerviosa, y hasta] me da vergüenza hablarle. No quiero acercarme a él por temor, sobre todo porque es mucho mayor. Él tampoco se me acerca ni me habla, pero sí me mira mucho.... Hay veces que tengo dudas por [la diferencia de edad]. Él terminó su carrera profesional, y yo apenas voy a empezar.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimada amiga: »Fue una buena idea consultarnos acerca de sus sentimientos y su futuro. Pero le animamos a que consulte también a otras personas que hayan tenido por lo menos diez años de experiencia con relaciones sentimentales. »¿Cree que personas con una década de experiencia no comprenderían cómo se siente usted? ¿Le parece que esas personas serían demasiado maduras para identificarse con una adolescente como usted? »Si eso es lo que usted piensa, entonces tenga presente que es probable que el hombre en quien está interesada haya experimentado más de dos décadas de relaciones sentimentales. La primera relación adulta que él tuvo bien pudo haber sido el año en que usted nació. ¿No es entonces él quien es demasiado viejo para comprender cómo se siente usted? »No hay duda alguna de que usted se siente atraída por este hombre, y es probable que él se sienta atraído por usted. La atracción física puede compararse con pequeñas chispas de fuego o ligeras sacudidas de electricidad. Devolverle a él la mirada y saber que él la está mirando a usted hace que el cerebro suyo se encienda con reacciones químicas y eléctricas. Es una sensación fantástica, y claro que usted quiere que se prolongue y se intensifique.... »La atracción física es como hierba que no puede crecer a menos que se siembre y que luego reciba la cantidad necesaria de luz solar y de agua. Para que llegue a ser amor, la atracción física tiene que estar acompañada o seguida de tiempo valioso juntos y de comunicación sincera. La atracción física de por sí es una experiencia agradable, pero no es amor.... »Dejarse llevar por la atracción física sin tomar el tiempo para enamorarse es la razón por la que hay tantas relaciones sentimentales que terminan mal. Y es la razón por la que hay tantos hijos e hijas de madres solteras y de padres no casados, como también una de las razones por las que se nos hayan contado cientos de «Casos de la semana» que tienen que ver con un matrimonio desdichado.» Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo puede leerse con sólo pulsar la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 738. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net
«Sólo conocía a los hombres en su momento más deshumanizado.... [en] que no tomaban de ella sino el instante de su sed, como un jarro de agua de la laguna.... »Pero, en un momento imprevisible para todos, la inconcebible regeneración comenzó.... Nadie volvió a traspasar la estera. Pero nadie creyó en su voluntad de purificación. De nada le valió. El pasado impuro y cercano la tenía presa en su jaula como a una cotorra.... Salu’í seguía siendo para todos la [prostituta] de la laguna.... La iban a expulsar del campo.... [Pero] en eso cayó la guerra, y la evacuación de la población civil salvó [del destierro] a la pecadora.... »Al día siguiente entró a trabajar en el hospital.... Y ahora estaba allí... en medio de repentinos fogonazos. »Todo el convoy se ponía en movimiento con un apuro ciego y desordenado.... »[Algún tiempo después], a media mañana, los camiones llegaban a un nuevo cañadón.... »—La entrada [al temido paso] Garganta de Tigre.... »Ahora se escuchaba más cercano el intermitente cañoneo... »—¡Avión enemigo!... »Un júnker..., al descubrir el convoy, [bajó en picada] sobre él con un poderoso rugido ametrallándolo a quemarropa.... Un aguatero y el furgón sanitario forcejeaban para desprenderse de las huellas, pero ya el avión volvía en una pasada rasante escupiendo fuego, y lanzando ahora también una bomba, que cayó sin explotar cerca del sanitario. Sus tripulantes saltaron enloquecidos y huyeron hacia el boscaje. El camillero cayó tumbado por la ráfaga. El camión aguador estaba inmóvil en la cuneta. A través del parabrisas hecho añicos, se veía al conductor caído de bruces sobre el volante, la cabeza empapada por la sangre.... »Aquino tendió de repente su brazo hacia el sanitario. »—¡Miren eso! »Entre las ruedas se veía un bulto oscuro y cilíndrico. Era la bomba que había caído sin estallar. »—¡Puede reventar en cualquier momento!... »En un súbito impulso, Salu’í salió [disparada] hacia el furgón. Su decisión fue tan rápida, que Aquino nada pudo hacer para impedirla. Sólo alcanzó a gritarle: »—¡No vayas! ¡Es peligroso! »Ella siguió corriendo sin hacerle caso y llegó al vehículo.... Rebuscó en el interior... Sacó un botiquín de primeros auxilios, cargó en un brazo medicamentos, paquetes de venda, todo lo que pudo, y regresó a escape hacia el bosque, en momentos en que el avión hacía una nueva pasada ametrallando el abra. La rápida estela de nubecitas de polvo cruzó mordiendo el camino muy cerca de ella.... »Los camioneros estaban asombrados.... »—No acaba uno de conocer a la gente —dijo... Silvestre [más tarde]...— Creí que lo tuyo era un capricho no más.... ¡Estás naciendo de nuevo, Salu’í!1 Así narra el autor paraguayo Augusto Roa Bastos, en su novela Hijo de hombre, uno de los episodios de la Guerra del Chaco con Bolivia, guerra en la que él mismo participó como voluntario a la edad de catorce años. Gracias a Dios, a Él no le tenemos que comprobar que nos hemos regenerado para tener su aprobación. Al contrario, como Dios no envió a su Hijo Jesucristo al mundo para condenarnos sino para salvarnos, nos trata como trató a la mujer sorprendida en adulterio a quien los fariseos querían apedrear. Al pecador arrepentido Dios lo acepta tal como es, lo regenera Él mismo mediante el nuevo nacimiento espiritual y le dice que no vuelva a pecar.2 Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Augusto Roa Bastos, Hijo de hombre (New York: Penguin Books, 1996), pp. 228-43. 2 Jn 3:3-17; 8:1-11
En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos: «Siendo cristiana, me casé con un ateo. Él es un hombre trabajador y responsable, y me apoya para que vaya a la iglesia y tenga una vida de oración, pero ha surgido un inconveniente: a él le gusta el rock metal. En verdad, ha sido un choque porque yo desearía que él tuviera tiempos de oración conmigo, pero como dije, él es ateo. Ahora no sé si me precipité al haberme casado.... No sé qué hacer.» Este es el consejo que le dio mi esposa: »Estimada amiga: »Es tan asombroso como maravilloso que su esposo ateo la apoye para que asista a la iglesia y tenga una vida de oración. Esperamos que usted le reitere lo mucho que aprecia esa actitud de él. »Cuando los seguidores de Cristo están dispuestos a salir con personas y luego enamorarse de ellas a pesar de saber que esas personas no son seguidoras de Cristo, acaban por tener que afrontar problemas como el suyo. Usted ahora le ha dado prioridad a asistir a la iglesia y a su vida de oración. Pero cuando salió con un hombre ateo y luego se casó con él, la mayor prioridad suya no era buscar la voluntad de Dios para su vida sino tener un noviazgo. »La Biblia está llena de historias de personas que decían amar a Dios, pero se casaban con personas que adoraban a otros dioses o no adoraban a ninguno. Y en casi todos los casos, el seguidor de Dios tarde o temprano dejaba de seguirlo y comenzaba más bien a adorar a los ídolos y a las imágenes que adoraba el cónyuge. »Con ese patrón de conducta que hallamos repetidamente en la Biblia, usted nunca debió haber esperado que su esposo ateo orara con usted, asistiera a la iglesia con usted, ni escuchara la música que usted prefiere. Usted dice que ha sido un choque que él tenga esas preferencias, pero nosotros no nos explicamos cómo pudiera eso haberle chocado. ¿Acaso... es usted una de esas jóvenes ingenuas que piensan que van a poder cambiar a su esposo después de casarse? »Ya es hora de que encare la realidad. Su esposo no la engañó. Usted consintió en casarse con él estando consciente de que él era ateo. Él la aceptó a usted como seguidora de Cristo, y hasta la ha apoyado para que asista a la iglesia y ore. Y sin embargo, aunque usted lo aceptó como ateo, ahora no lo apoya a él en su música y en su falta de deseo de orar con usted. »¡Con razón que usted se pregunte si fue un error casarse con él! Sin embargo, no importa si fue o no un error. Usted prometió amarlo y serle fiel toda la vida, así que no puede reconsiderar esos votos sólo porque por fin ha comprendido las consecuencias de lo que hizo. »Sea agradecida por las maneras en que su esposo la apoya. No siga insistiendo en que él haga más de lo que usted desea. No trate de cambiarlo con sus palabras; hágalo más bien mediante la manera en que usted vive y en como lo trata. Él la está observando como la versión genuina de lo que es en realidad una persona seguidora de Cristo.» Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo se puede leer si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 857. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net
«En la estación había mucha gente esperando.... »[Ana y José] subieron [al autobús]... ante el grupo de gente que entre gritos y empujones trataban de subirse.... »—¿Qué se le va a hacer? —[dijo] José... —. Nunca he podido irme sentado; siempre que pasa por aquí viene lleno. »Por una ventanilla del autobús, que aún seguía detenido, apareció el ayudante que, mientras señalaba, gritó: »—¡Hey! Ese chavo de camisa azul, ¡córrase... córrase!... »Un señor trataba de irse al fondo. Caminó por donde Ana y José, luego donde una señora, a la que sin intención machucó. La señora dio un brinco y, en voz muy alta, dijo: »—...El de abajo es el mío, fíjese... »—Disculpe, no fue mi intención —respondió el señor, muy apenado.... »—¡Vámonos, que ya es tarde! —gritó alguien desde los últimos asientos. »—Si se quieren ir, ¡córranse, pues! —gritó el ayudante desde afuera.... »[Luego, dirigiéndose al conductor, dijo:] »—¡Hey, apagá... que esta gente no se quiere correr!... »Éste apagó el bus y, [mientras miraba por el retrovisor y encendía un cigarrillo, amenazó]: »—¡Se corren... o aquí vamos a amanecer!... Yo no tengo urgencia.... »La gente iba muy apretada; algunos colgaban de la puerta del autobús. El conductor dio unas instrucciones más, luego encendió el motor. »—Vaya, dale, vos, ponele que ahí viene la siete cuarenta y cinco —gritó el cobrador. »Empezaron a avanzar lentamente. Otro autobús se aproximaba a la estación.... »... Un joven de camisa blanca y corbata negra..., muy asustado, miró a la señora que iba a la par, y dijo: »—Por favor, doña, agarre esa gallina, que me va picoteando. »La señora, sin decir palabra, cumplió la petición.... »—¡Próxima, próxima! —gritaba un señor que venía al fondo—. ¡Próxima! ¿Para dónde... me llevas? »El autobús se detuvo tres cuadras después de la estación. »—¡Bájele... bájele: Pasaje, pasaje en mano el que baja! »—... ¿Querés que pague? ¿Acaso yo me bajaba aquí?... »El cobrador sonaba unas monedas. »—¡Pasaje! —dijo a uno que venía colgado de la puerta. »—...Esperate... ¡Vos querés que me mate por veinte centavos!... »—¡Pasaje! —dijo a una señora que venía de pie. »—No... te debería... pagar —[contestó] ella—; ¡tanto que se tardan y una aquí como idiota viene parada! »—¿Y acaso es el asiento el que paga? Se paga el viaje, pero no el asiento —contestó algo molesto. »[En eso] llegaron a la siguiente estación....»1 ¡Con ese viaje en autobús sí que nos identificamos muchos de nosotros, sobre todo los que vivimos en una de las metrópolis de nuestra querida Iberoamérica! Quien la relata es el autor hondureño Roberto Quesada, en su obra de cuentos titulada El desertor. Menos mal que Jesucristo, el Conductor divino, al morir en la cruz por nuestros pecados, pagó tanto el viaje como el asiento de cada uno de los pasajeros que vamos con Él rumbo a la vida eterna por el camino de la vida plena.2 Pero conste que Él nos advierte en la Biblia, su Guía de Transporte, que es angosto el camino que conduce a esa vida, y que son pocos los que la encuentran.3 Más vale, entonces, que abordemos ese autobús cuanto antes, para que podamos comenzar de una vez a disfrutar de ese viaje sin igual con destino a la estación final. Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Roberto Quesada, El desertor (Cuentos), «El loco de la calle Herrera» (Tegucigalpa, Honduras: Litografía López, 2008). pp. 119-24. 2 1P 1:18-19; Jn 10:10 3 Mt 7:14
En este mensaje tratamos el caso de una adolescente que «descargó su conciencia» en nuestro sitio www.conciencia.net. Lo hizo de manera anónima, como pedimos que se haga; así que, a pesar de que nunca se lo había contado a nadie, nos autorizó a que la citáramos, como sigue: «Tengo quince años. A mí me gusta entrar al chat. En una de esas, conocí a un chico que me pidió que fuera su novia, y yo acepté. Ese mismo día nos conocimos. Él me pidió tener relaciones íntimas, y yo accedí. Esto lo hice porque me sentía sola. Luego de eso, me sentí mal. Había fallado a Dios y a mi familia. »Creo que Dios jamás me perdonará y que no merezco el amor que Él me da. No sé cómo alcanzar el perdón de Dios.» Este es el consejo que le dimos: «Estimada amiga: »¡Cuánto lamentamos tu situación! Aprendiste demasiado tarde que hay algunas decisiones a las que no se les puede dar marcha atrás. Jamás podrás volver a ser virgen, y por eso estás tan apenada. »A pesar de las imágenes sexuales que nos rodean, los programas de televisión y las películas, la pornografía en la Internet, y la proliferación de actividad sexual entre adolescentes, en lo profundo de tu ser ahora reconoces que entregaste algo muy valioso. Y como no hubo sentimientos de amor de por medio, no pasó mucho tiempo sin que te dieras cuenta del terrible error que cometiste.... »Sin embargo, ¡tenemos buenas noticias para ti! Dijiste que les fallaste a Dios y a tu familia, y que ya no mereces el amor de Dios. Tienes razón. Pero es igual para todo ser humano. Todos les hemos fallado a Dios y a nuestra familia, y ninguno de nosotros merece el perdón.1 Es por eso precisamente que Dios el Padre tuvo que entregar a su único Hijo Jesucristo para pagar el precio por lo que hemos hecho. Por eso Cristo tuvo que morir en la cruz. ¡No lo merecemos! ¡Pero Él lo hizo por nosotros porque nos ama!2 Cuando le pidas perdón, Él te perdonará. Quedarás completamente limpia y sin pecado.3 »... Te recomendamos que nunca más chatees con desconocidos por Internet. Con todo y el gran error que cometiste, debes estar agradecida de que aquel tipo no resultó ser un homicida. Chatear por Internet es una actividad muy peligrosa. Casi a diario sabemos de casos en los que alguien fingió ser otra persona a fin de cometer un delito, incluso un asesinato. Te rogamos que te comuniques únicamente con personas a las que conozcas, y que nunca accedas a encontrarte con un desconocido por ninguna razón. Con el tiempo, comprenderás que hay hombres perversos que están al acecho en la Internet, a fin de aprovecharse de la ingenuidad de muchachos y de jovencitas como tú. »En cuanto a la soledad que sientes, has aprendido que puede llevarte a tomar malas decisiones. Haz planes para reunirte con otras personas en un ambiente seguro. Hazte miembro de un club o de un equipo deportivo o de un grupo de jóvenes. Dona tu tiempo como voluntaria en una obra de caridad o en un hospital. Tal vez no suceda de inmediato, pero tarde o temprano conocerás a personas como tú con las que podrás cultivar una amistad confiable. »¡Mantente a salvo y protegida! »Linda y Carlos Rey.» El consejo completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, puede leerse con sólo pulsar el enlace que dice: «Caso 131» dentro del enlace en www.conciencia.net que dice: «Casos». Carlos ReyUn Mensaje a la Concienciawww.conciencia.net 1 Ro 3:23 2 Jn 3:16 3 1Jn 1:9